A degenerate´s Tale - 212. Encuentro con los dragones
En esta cueva había cristales y gemas más brillantes que las estrellas. En la cima flotaban nubes artificiales con forma de arco iris que creaban una atmósfera mística. Era un lugar misterioso.
Los raros tesoros que se podían ver en cada rincón aumentaban aún más el misterio de este lugar. La inmensidad de este lugar podía compararse con el abismo. Esta era la cueva del Gran Señor Dragón.
"Parece que otro invitado especial ha venido a visitarnos". El Gran Señor Dragón habló con su majestuosa voz.
Ahora mismo, estaba acompañando a otros dos invitados.
Eran dos dragones de colores y naturalezas opuestas.
Uno blanco con una estructura elegante y delgada.
Uno negro con un cuerpo grande y esculpido.
El Señor Demonio Zeddro y el Demonio Idu.
"¿Especial?" murmuró Idu con intriga.
Los dragones dirigieron sus sentidos a la entrada cuando entraron pasos silenciosos.
"Tres dragones en un mismo lugar. Qué fascinante". La nítida voz de Ari sonó cuando apareció ante ellos.
Sus ojos púrpura, parecidos a los de una gema, eran tan tranquilos como el agua, frente a estas criaturas míticas consideradas deidades por muchos. Un halo flotaba sutilmente sobre su cabeza para anunciar su presencia. Una gran túnica cubría su fino cuerpo, ocultando sus condiciones físicas a los observadores. Sólo se podía ver su delicado rostro.
"¿Un héroe? No, no eres un héroe. ¿Cómo puedes ser un Archimago sin un destino de héroe?" Zeddro inclinó la cabeza con curiosidad. No había el más mínimo indicio de hostilidad en sus ojos.
"Te he visto antes. Estabas con los inmortales cuando se celebraba su estúpido festival". Idu prosiguió.
"Gran Señor. ¿Te importaría encargarte de las presentaciones?"
"Estos son mis hijos. Vosotros dos, mirad bien. Este es el Archimago del Gran Continente, Ari. Cuando era joven, fue reconocida como la más talentosa de todos los tiempos por muchos. Ari, ¿a qué has venido?"
"Debes estar falto de entretenimiento en estos días. Así que he venido a invitarte al Palacio Real de los Elfos".
"Debe haber un evento especial, ¿no es así?"
"Tienes razón. El evento especial es la ceremonia de compromiso entre mi hijo y la princesa elfa".
Cuando Ari terminó su frase, Zeddro e Idu se comunicaron con sus ojos a la velocidad de la luz. No les faltaba inteligencia, y podían atar cabos rápidamente.
Sin duda, el hijo del Archimago era el Niño de la Profecía, ¡que iba acompañado de Lilith!
"¡Nos vamos!" exclamaron simultáneamente Zeddro e Idu.
"…"
"…"
"Vosotros dos…" El Gran Dragón suspiró. "¿Parece que os están invitando?"
"Humph. Somos dragones. Los elfos nos aman".
"Los elfos os odian". El padre dragón replicó antes de devolver su atención a Ari. "Iré bajo algunas condiciones".
"Por favor, expóngalas".
"Llevaré a estos dos conmigo".
"Son bienvenidos a acompañarme".
"Excelente. Infórmame de las fechas cuando sea el momento".
"Muy bien".
La reunión fue corta y directa al grano. Después de lograr sus objetivos, Ari se fue.
El compromiso entre Earl y Alea estaba destinado a crear una tormenta política. Por un lado, sería la primera vez que la familia real se casara con un extranjero. Las antiguas familias nobles, que suelen ser las primeras en la fila de candidatos a la familia real, serían las primeras en pronunciarse. Por ejemplo, Abelis pudo convertirse en el candidato a príncipe consorte precisamente por ser miembro de una de las antiguas familias nobles. Otra cuestión era la creencia de los elfos en la contaminación de la línea de sangre real. El vástago de Alea sería un medio-elfo, medio-humano. De cara al futuro, esto traería dudas sobre quién sería el sucesor al trono después de Alea. Era la excusa perfecta para un golpe de estado de las antiguas familias nobles.
Estas eran sólo las cuestiones superficiales más aparentes.
Ari respetaba los deseos de Earl y Alea. Como tutora del primero y maestra de la segunda, deseaba lo mejor para ellos. Para ello, debía consolidar su posición y la de Earl entre los nobles elfos.
En lugar de mostrar la elección de Alea como una decisión irreflexiva que estaba condenada a manchar el linaje real, el objetivo de Ari era presentar esto como un matrimonio político enormemente beneficioso. Su primer movimiento fue trasladar a los dragones a su lado para la ceremonia de compromiso. Esta pequeña acción sería suficiente para calmar el descontento de los nobles por el momento.
Con esos pensamientos persistentes, Ari se desvaneció en la nieve.
Esta semana iba a ser muy ajetreada.
¿La razón?
La semana siguiente era la ceremonia oficial de compromiso de Earl con Alea.