A degenerate´s Tale - 60. Un momento con Aria
Earl llegó a su lugar habitual fuera de la capital. El lugar habitual bajo el gran árbol. Era su lugar favorito. Sentado, la hierba se sentía fresca y suave.
Había pocos monstruos cerca de su lugar, así que podía relajarse sin demasiadas preocupaciones. Mirando a lo lejos, pudo ver a los aventureros novatos limpiando los limos alrededor de la muralla de la ciudad. Había algo especial en ver a los novatos trabajar duro para ganar su primer oro.
Hay un dicho que dice que el trabajo duro siempre tiene su recompensa. Tal vez por eso era agradable ver a gente trabajadora. Tenían un objetivo claro en mente y trabajaban con pasión para conseguirlo.
Y para Earl, el objetivo de hoy era practicar la magia. Después de ponerse cómodo en su sitio, empezó a manipular la Magia de las Sombras de varias maneras. Esta era una forma de practicar el control y la precisión. La belleza de un hechizo reside en el control y la precisión. Para dar un ejemplo, si él estaba lanzando la misma magia que su madre, la de ella siempre se vería más hermosa debido a lo precisa y controlada que es su magia. Era difícil de explicar con palabras.
Como sólo era un mago intermedio, agotaba su maná bastante rápido, pero no era un problema. Cuando se le acababa, esperaba unos buenos minutos para recuperarse y volver a practicar.
Era un proceso bastante mundano pero era divertido para Earl. ¿Quién no se alegraría de ver progresos?
Tal vez se comprometería plenamente a dominar la magia en el futuro. Todavía no sabía qué quería hacer exactamente, aparte de construir un harén.
Su mentalidad moderna no se trasladaba bien a este mundo.
En la Tierra, era simple. Acostarse con mujeres. Hacerse rico. Retirarse y viajar.
Las cosas eran un poco más complicadas en este mundo. Era un mundo de perro come perro en el fondo, lo que significaba que el poder era importante. La fuerza era igual a la riqueza y más. Afortunadamente, tenía suerte y contaba con la protección de su madre, que era esencialmente un personaje jefe.
La naturaleza de un mundo como éste significaba que las cosas eran muy flexibles. Había muchos caminos que elegir y explorar.
Cuando Earl terminó de practicar su magia por el día, el sol ya estaba cerca de ponerse. Recogió sus pertenencias y se dirigió a su casa.
Cuando volvió a casa, estaba agotado. Practicar la magia de control una y otra vez hacía mella en la mente.
“Bienvenido a casa, maestro”. Una hermosa elfa oscura le saludó cuando entró en el castillo mágico. Tenía la cabeza ligeramente inclinada, dejando que su pelo plateado cayera por sus hombros. Sus dos manos se agarraban a la falda de la sirvienta y uno de sus pies estaba echado hacia atrás.
Era su esclava, Aria.
“Estoy en casa”. Contestó con un tono impresionado. Enviarla a la escuela fue una excelente decisión por su parte. “¿Qué tal la escuela?”
“Estuvo bien, maestro”.
“Puedes contarme más que eso”.
“…” Aria se quedó sin palabras. ¿Qué clase de maestro quería una respuesta genuina y personal de su esclava? ¿Acaso no era ella un simple objeto?
“¿La escuela no te enseñó a responder la pregunta?”
“…Maestro no debería preocuparse tanto por Aria”.
“Pero yo me preocupo por ti. Eres mi esclava, me perteneces. Ahora, habla conmigo, ¿quieres?”
“…”
“Deja de estar ahí como una estatua. Sígueme y ven a cambiarme de ropa”.
Earl subió las escaleras de piedra hasta su habitación y Aria le siguió. Le estaba cogiendo el tranquillo.
Al entrar en su habitación, o mejor dicho, en la de Aria, el habitual olor de su madre perduraba. En una esquina estaba el armario de ella y en otra el suyo.
Se paró frente a su armario mientras Aria procedía a abrirlo. Se estaba entusiasmando con esto porque iba a ser el primero de Aria. Él la había facilitado muchas veces la preparación de su ropa, así que este era el siguiente paso lógico.
“En la escuela…” Aria comenzó a hablar de su día como se le había ordenado. Habló de la niña revoltosa de la mañana. Habló de los ejercicios que hizo a lo largo del día. No sabía por qué, pero acabó contándole a Earl todo lo que le había pasado en el día. Se sintió liberada. Sintió que una parte de sus emociones reprimidas se liberaba cuando terminaba de hablar.
Cuando terminó, terminó de cambiar a Earl de sus ropas y le puso otras nuevas. Aria miró a su maestro expectante por su reacción.
“No ha estado tan mal, ¿verdad?” le preguntó Earl con una sonrisa. Era una pregunta con dos significados. Uno referido a que ella lo cambiara a él, y otro referido a que ella hablara de su yo personal.
Al ver la sonrisa de Earl, Aria se sintió aliviada. En el fondo de su mente, temía que Earl realmente no se preocupara por ella. Tal vez esto era lo que ella necesitaba. Interacción a nivel personal. Cuando le pusieron un collar de esclava, se convirtió en un objeto. Le habían quitado su familia, todo lo que tenía había desaparecido. ¿Qué otra cosa podía ser sino un objeto? Pero si su maestro la trataba así, podía aceptarlo. No borraría todo el dolor y el trauma que había experimentado, pero era algo aceptable. Sí, esa era la palabra. Aceptable.
“Sí, maestro”. Aria sonrió. Era la primera vez que sonreía desde siempre y estaba radiante.
“Como era de esperar, te ves mejor cuando sonríes”. Earl se tomó un momento para tocarle la barbilla. “Sigue hablándome mucho a partir de ahora, ¿okay?”
“¡Sí, maestro!” La voz de Aria resonó por toda la habitación.
Aunque no ocurrió nada emocionante mientras se cambiaba de ropa, Earl consiguió que Aria saliera de su caparazón. Era una victoria en sus libros.