Egao de Maryoku Charge Mugen no Maryoku de Isekai Saisei - 50. Hormiga Polyergus
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Aquella noche encima de mi cama.
Estaba despatarrado y mirando fijamente a mi DORECA.
Espada Eterna True.
Una nueva arma que utilizaba la Espada Eterna Re como material.
Según todos los indicios, era la versión superior… la más fuerte.
Como de costumbre requería 0 magia… y los materiales estaban relacionados con los esclavos.
Corazón de Esclava x4.
Había un problema.
Necesitaba 4 materiales… y yo tenía 3 esclavas.
No tenía suficientes.
No tenía suficientes para fabricarlo.
Lo más probable es que necesitara una esclava más.
No tenía ningún problema en aumentar mis esclavos, si tuviera la oportunidad, la aprovecharía.
El problema es que no había visto ninguno.
—Haaaa……
Suspiré y cerré mi DORECA.
El esclavo de Seiya apareció en mi cabeza.
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—La ciudad de Pelmi ha sido destruida.
Acababa de empezar a trabajar por la mañana cuando recibí ese informe de Yuria.
El contenido de ese informe era tan asombroso, pero ella lo dijo con la misma expresión de siempre en su rostro.
—¿Dónde está Pelmi?
—Está pasado el pueblo de Bisk. Habían pedido ayuda y les habían dado pushinee para ayudarles con su escasez de alimentos.
—Fumu
No me lo habían dicho, pero no me importa.
Mi política era compartir pushinee con los lugares que lo pidieran, Yuria se quedaba para ocuparse de esos asuntos.
—La ciudad fue destruida…quien lo hizo.
Pregunté, pero ya tenía mis sospechas.
—Maxim.
—Así pensé. ¿Por qué?
—Como de costumbre, atacó la ciudad, la destruyó y se llevó a toda la gente para trabajar.
—Ah…
Asentí con la cabeza en señal de comprensión.
—Son como las hormigas Polyergus.
Son una especie de hormigas que fundamentalmente no tienen hormigas obreras.
En lugar de eso, hacen que sus hormigas soldado ataquen a otras colonias y les roben sus duras hormigas obreras para usarlas en su fuerza de trabajo.
Es como ‘jugar al saltamontes’ en un juego.
Maxim es así, no se molestó en ocuparse de sus responsabilidades económicas y en su lugar se centró en asuntos militares. La única forma de mantener su modo de vida era robar la mano de obra de otros lugares.
Cada vez descubría menos razones para siquiera contemplar la posibilidad de rendirse a Maxim.
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Tomé a Mira conmigo y me dirigí a la ciudad de Pelmi.
—Es horrible……
Mira se tapó la boca sin saber qué decir.
La ciudad de Pelmi había quedado reducida a cenizas.
Las ruinas de la propia ciudad ni siquiera parecían haber sido habitadas.
—No había razón para esto…
Mira y yo entramos en una casa que sólo estaba medio quemada, pero pudimos ver que se habían llevado todos los objetos de valor.
No quedaba nada útil, estaba seguro de que los habían robado.
Eché un vistazo al interior de la casa y oí voces procedentes del exterior.
—¿Por qué hemos tenido que volver a este pueblo?
—Dejamos este pueblo quemado, pero hay un montón de cosas que quedan. Riquezas ocultas, habitaciones ocultas, y niños escondidos…
—Sí, sí, tenemos que comprobarlo.
Todos aquellos hombres hablaban con voces repugnantes.
Cogí a Mira conmigo y salimos de la casa.
Allí vimos a tres hombres vestidos con trajes militares.
—Oi, chicos.
—¡Están aquí de verdad!
—Vean, todavía quedan cosas.
—¿Quedó algo de ‘buena fortuna’?
Todos soltaron una carcajada.
—¿Ustedes son los subordinados de Maxim?
—¿Y qué?
—¿Quién tiene el rango más alto?
—Soy yo. ¿Qué? ¿Quieres sobornarnos para que te dejemos ir? Déjame decirte que…
Toqué la gema azul y absorbí a Mira en mi espada.
Se convirtió en una espada de hielo. Partí por la mitad a los dos hombres que no habían hablado.
Quedaron partidos por la mitad, pero no salió ni una gota de sangre, porque habían quedado completamente congelados.
—-los sobornos no funcionarán conmigo, ¿entendido?
No había tenido tiempo suficiente para procesar lo que había pasado.
Me miró a mí y luego a sus dos compañeros.
Parecía confuso por un momento, luego montó en cólera al comprender lo que había pasado en una fracción de segundo.
—¡Cabrón!
—Fuu…
Volví a blandir la hoja de hielo.
Esta vez no corté nada. Aumenté el poder de congelación y congelé la mitad inferior del hombre.
Desde el estómago hacia abajo estaba congelado y no podía moverse.
Me quedé de pie ante el hombre, que por fin comprendió completamente su situación. La sangre desapareció de su rostro y me miró con miedo.
—P-por favor, déjame ir.
—Respóndeme. Qué le pasó a la gente de este pueblo? ¿Los mataste?
—E-ellos no han sido asesinados. Son mano de obra preciosa.
—……Donde los llevaron
—Allí. Ese escuadrón los tiene.
Señaló hacia la puerta con la barbilla. Sus manos seguían congeladas, por lo que era incapaz de señalar.
—¿Cuántos hay en el escuadrón?
—Hay 300 en total. Cuando llegamos para atacar una ciudad suele haber esa cantidad.
—Ya veo.
—Por favor. Sólo déjame–
Una vez más blandí mi espada de hielo.
El hombre que había estado suplicando por su vida quedó completamente envuelto en hielo.
Dejé a los tres allí y salí de Pelmi.
(Maestro.)
—Sí
(¡Vale!)
Dijo Mira y sentí como si asintiera enfáticamente.
El aire frío que emanaba de la espada pareció hacerse mucho más fuerte de golpe.
Después de caminar en la dirección que el hombre había indicado finalmente los vimos.
Había muchas tiendas, cada una con soldados de Maxim rodeándolas.
Por alguna razón, parecían estar alborotados.
Me acerqué por la retaguardia para observar.
Vi un espectáculo repugnante.
Los soldados habían hecho un ring donde un hombre joven, con las manos atadas a la espalda, estaba en el ring con una bestia esclava de largas garras.
El hombre y la bestia estaban luchando.
—¿Qué pasa? ¡Sé más serio con esto!
—¡Sí! ¡Recuerda que tu esposa e hijos serán libres si ganas!
—Si pierdes, tu esposa e hijos serán nuestros para jugar.
Mientras los soldados vitoreaban, vi a lo lejos a una mujer con sus hijos.
Y aún más lejos vi gente del pueblo y bestias esclavas todas atadas.
…… Era un espectáculo enfurecedor.
Llamé desde detrás del hombre más cercano.
—Oi
—¿Qué? Esto se está poniendo bueno, háblame más tarde.
—……oi
—He dicho que me hables l–
—Mira
—Un!
Toqué la joya una vez más e hice una espada de hielo.
Luego lo partí por la mitad.
—¿Quién eres?
—¿Un enemigo?
—¿Vino solo? ¡Imbécil!
Todos los soldados se volvieron hacia mí, maldiciendo y sacando sus armas.
—Alrededor de 300 hmm?
(¡¡Hagámoslo Maestro!!)
—Tengo la intención de hacerlo.
Estaba lleno de ira mientras blandía mi espada.
Corté uno tras otro.
Sin embargo, ni una gota de sangre se derramó.
Me pregunto si Mira también estaba enfadada, porque el frío se intensificó aún más mientras partes de cuerpos congelados se esparcían por todas partes.
—¿Por qué estás–
—No te saldrás con la tuya–
—Por favor, sálven—…
Todos fueron separados sin posibilidad de terminar sus frases.
Tampoco fueron capaces de escapar.
Puse más magia en mi espada.
En total debo haber puesto alrededor de 100.000 de magia en mi espada.
El frío resultante fue increíble y lo utilicé para congelar los pies de los soldados y que no pudieran correr.
No tardé más de media hora en eliminar a los 300.
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—¿Están todos bien?
Volví junto a los habitantes de Pelmi capturados y usé mi espada para empezar a quitarles las ataduras.
—Hii
Estaban asustados y miraban fijamente la Espada Eterna Re.
—Oh, lo siento.
Dejé salir a Mira.
La hoja volvió a ser de metal y el poder congelante desapareció.
—Ya está, debería estar bien ahora.
No era necesario, pero dejé salir a Mira para tranquilizarlos.
—Una persona salió de la espada? ¿Es una esclava eterna?
Un hombre atado dijo.
—Sí, ¿cómo lo supiste?
—Sabía de ellos, pero nunca los había visto.
—¿No había ninguno en Pelmi?
—No.
El hombre negó con la cabeza. Es una pena.
Necesitaba cuatro corazones de esclava, así que esperaba que Pelmi pudiera tener una esclava eterna.
Bueno… supongo que no se puede evitar.
Liberé a la gente del pueblo uno tras otro.
También liberaron a más gente del pueblo.
En poco tiempo todos habían sido liberados.
—No sé quién eres, pero nos has salvado.
Su representante era el hombre mayor con aspecto de alcalde que estaba frente a mí.
Estuvimos hablando y cuando llegó al punto en el que yo preguntaba qué harían a partir de ahora….
—Lo haré–
—¡Maestro!
Mira gritó con fuerza desde detrás de mí.
Era una voz llena de sorpresa.
—¿Qué pasa?
Me giré y miré a Mira.
Varios humanos inconscientes yacían a sus pies.
No eran soldados, y pude ver garras de bestia esclava tiradas por ahí.
Parecía que se había encargado de derrotar a las bestias esclavas.
—Los convertiste de nuevo en personas, buen trabajo.
—Olvídate de eso Maestro, mira a esta chica.
—¿Hm?
Me acerqué a Mira y miré hacia abajo.
Me sorprendí y me imaginé por qué Mira me había llamado.
Era una chica de pelo dorado y orejas puntiagudas.
Parecía casi una elfa… una esclava eterna.
—Es igual que yo
Murmuró Mira.
Sí, en efecto… era igual que Mira, una esclava eterna que se había convertido en una bestia esclava.