El Harem del Emperador - 14.0. El Emperador Conquistador
Fergus Augusto Lafou, es él vigésimo quinto emperador del gran imperio Avalerion. Siendo esta la nación humana más grande del mundo.
El ganó el título del segundo emperador más importante de la historia gracias a la gran expansión que el imperio tubo a raíz de sus campañas militares, «el gran conquistador» así es como es llamado.
Sin embargo otra razón por la que es bastante reconocido, es por ser el emperador más longevo en el poder.
Con sus 145 años de vida, el presume de haber gobernado invicto 90 años al frente de está nación. Durante ese tiempo sobrevivió a un sin fin de complots, intentos de asesinato y luchas en el campo de batalla, contra enemigos externos así como internos.
Todo ello lo convirtió hoy, en el hombre (humano) más rico y poderoso del mundo. Sin embargo ante el ocaso de una vida llena de victorias y éxito, en la mente y corazón del gran conquistador solo había un único pesar.
Este era el echo de qué su casa moriría con él. Actualmente la gran casa Lafou, solo tenía de manera oficial por tres individuos de sangre real, entré ellos el mismísimo emperador y cabeza de la familia.
La razón de que hubieran tan pocos individuos con sangre Lafou con vida, fueron las propias peleas internas por el poder.
Cuando Fergus era un joven de solo doce años, la familia Lafou constaba de la cantidad nada despreciable de veinte ocho miembros de sangre real. Para cuando el había subido al poder como jefe de la familia quince años después, ya solo quedaban veinte uno.
El número bajo a nueve cuando el fue coronado emperador, treinta años después solo había un solo Lafou con vida sobre la tierra.
La envidia, los celos, el miedo y la intervención tras bambalinas de las otras tres grandes casas, provocaron la caída de la ancestral casa Lafou.
El propio Fergus al principio no creyó que esto fuera un gran problema, mientras el estuviera con vida y buena salud, siempre se podría recuperar los números perdidos.
Su confianza provino de lo fácil que había sido para el conceder a su primer hijo con una de sus amantes. La pobre criatura murió antes del año envenenado producto de una conspiración tejida por uno de sus tíos.
En aquel tiempo el apenas había ascendido como emperador y este incidente le dio la escusa para asesinar a una buena parte de sus parientes aún con vida.
Sin embargo la suerte no se volvería a repetir tan fácilmente, y no fue hasta entonces que Fergus entendido el error que había cometido, al no tener en cuenta cierta singularidad de los nobles de sangre real.
En este mundo la humanidad se encuentra dividida en tres grupos.
Primero está la gente común (plebeyos), ellos componen el gran grueso de la población humana en este mundo. Un plebeyo puede nacer con un poco de actitud para la magia, talentos e incluso en casos extremadamente raros algún rasgó especial.
Después se encuentran los ascendidos (Siervos/Sirvientes), ellos son humanos que nacen con cierto atributo mágico hereditario. 1 de cada 50 nacimientos da cómo resultado un ascendido, en cuyo caso sus reservas de poder mágico y afinidad, son determinadas desde su nacimiento.
Y gobernando sobre estos se encuentran los nobles (Sangre real). Los humanos de sangre real existen en este mundo en una proporción de 1/80,000 con respecto al resto del la población. Ellos manifiestan una serie de características físicas que los diferencia del resto de humanos, pero la más remarcable es su núcleo mágico. Gracias a la existencia de este “órgano” los sangre noble poseen grandes reservas de poder mágico desdé que nacen, y estás no dejan de crecer durante toda su vida, que por lo general son el doble de largas que el resto de humanos.
Tampoco es raro que ellos nazcan con la bendición de un espíritu, o en casos excepcionales la protección de algún dios. Pero si hablamos de un rasgó distintivo entonces la magia de línea de sangre sería el más destacado.
Sin embargo tantas ventajas venían acompañadas de algunas debilidades cruciales, la mayor de estás era la baja tasa de natalidad la cuál solo aumentaba entre más grandes eran las reservas de maná del individuo.
Y para su pesar, las reservas de maná de Fergus eran astronómicas y estás no dejaban de crecer con los años, pero aún con todo esto en contra se las arregló para conceder tres hijos con mujeres distintas.
La alegría de tener al fin un heredero barón en su segundo intento con los años se volvió dolor, cuando el joven que era la viva imagen de su padre se levantó en armas en un intento de tomar el trono a la fuerza.
Fergus tomo la cabeza de su amado hijo en el campo de batalla, al mismo tiempo su hija mayor moría tratando de dar a luz a su primer hijo el cuál nacería muerto.
Su segunda hija, nunca lograría quedar embarazada sin importar los métodos que se utilizarán.
Y si bien el propio Fergus con asistencia de muchos tratamientos lograría tener otra hija, esta para su desgracia nacería con una gran reserva de maná, lo cual la descalificaria por defecto para continuar con la línea de sangre.
Así el destino de la gran casa Lafou quedaba sellado, con ello todos los opositores solo tendrían que esperar a qué la magia de línea de sangre (pacto), tan temida por las otras grandes casas dejará de existir.
El gran emperador, ya solo era un viejo que pasaba los años viendo a los buitres reunirse a su alrededor, mientras esperan a que el viejo león ya no pueda defenderse y entonces darse un festín con sus miserables restos.
El ya había aceptado esto como un castigo divino, por las incontables muertes con las que había construido su camino, esto ya le era claro, desde la última vez que intento conceder un hijo ocupando una medicina única e invaluable.
En ese entonces el aprendió muy bien, que no existe dolor más grande que el que provoca la esperanza, cuando es aplastada frente a ti. Si bien en ese último intento la mujer logró quedar embarazada y dar a luz a un bebé barón, aún cuando fue a costa de su propia vida, el resultado fue un vergonzoso niño defectuoso, cuya existencia fue ocultada al mundo.
Así pues, de manera oficial el cuarto miembro de la familia Lafou no existía. El pequeño logró sobrevivir gracias a la asistencia de médicos y magos, pero la suerte se le acabó a la edad de doce años, cuando cayó en un letargo del que nunca volvería abrir los ojos.
Con su última esperanza extinta, Fergus se resignó a pasar sus últimos años con la mayor dignidad posible. Externamente el se mantenía como el fuerte e indomable emperador que había llevado sus tropas a la victoria un sin fin de veces, pero la verdad era que el ya sólo era un cascarón, una sombra de su antiguo ser atormentado por los fantasmas de su pasado.
Sin embargo aún cuando Fergus se había dado por vencido con su hijo, hubo una persona que no. Su nombre era Claudia Libelux Vald, ella era la sirvienta asignada al cuidado de su hijo desde que este era bebé.
Su devoción y dedicación por los cuidados del muchacho, no habían menguado en todos estos años aún cuando los médicos declararon, que el nunca volvería a abrir los ojos. Incluso para los estándares de la prestigiosa familia de sirvientes Vald, la devoción de Claudia que dedicaba a su joven maestro resultaba anormal.
Para Fergus se había vuelto común que Claudia se presentará ante él cada cierto tiempo con algún nuevo tratamiento o medicina milagrosa en mente. A pesar de que todos sus intentos siempre acababan en fracaso, ella siempre volvía tarde o temprano con alguna idea nueva ante el.
Fergus hace años había perdido todo interés por su hijo, por ello casi siempre solía aprobar las ideas de Claudia, a menos que fueran demasiado costosas o ridículas. Por ello cuando ella presentó la idea de traer a un médico, que recientemente había ganado algo de fama en el extremo oeste del imperio, el no tuvo reparos en hacerlo.
Dejando el asunto de médico en manos de Claudia, Fergus volvió a su rutina diaria convencido que esté médico también se rendiría a ver la condición de su hijo. Sin embargo sin que el lo supiera, el destino había tocado a su puerta y el lo había dejado pasar.
Pasaron tres meses antes de tener nuevas noticias de Claudia, con respecto al médico que ella había solicitado. El médico logro llegar a la capital con éxito y en secreto fue llevado ante el joven. El diagnóstico sin embargo tardaría un tiempo y encima solicitaba la cooperación de otros especialistas.
Fergus ni se inmutó al recibir el reporte y aprobó la nueva solicitud sin esperar algún cambio. Pero un mes después el nuevo médico atrapó la atención de Fergus al presentar un nuevo diagnóstico y un tratamiento poco convencional.
La primera parte del diagnóstico, era la misma que todos los demás médicos y magos presentaron “mal formación congénita de canales de maná» según los especialistas, este es un mal raro que afecta 1/10,000 de la población humana.
Un plebeyo podría tener una vida normal incluso si nacía con esta enfermedad. Sin embargo en el caso de un sangre noble, el asunto se volvía serio, muchas veces muriendo en etapas tempranas de su vida víctimas de un fenómeno llamado «estancamiento de poder mágico».
El estancamiento de poder mágico, podía ser tratado para permitir que alguien que pareciera está enfermedad, pudiera vivir hasta convertirse en adulto. Pero el hijo de Fergus inexplicablemente un día había enfermado y quedado dormido a pesar de todos los tratamientos.
La segunda parte del diagnóstico explicaba esto con un fenómeno llamado “cristalización de poder mágico». Según el nuevo doctor, la razón del estado actual del paciente, era la presencia de varios cristales formados dentro de su cabeza a raíz del estancamiento de poder mágico persistente.
Al parecer este nuevo diagnóstico explicaba, el porque incluso la magia sagrada de alto nivel no conseguía surtir efecto en el joven. Pues mientras la causa del problema estuviera ahí, el cuerpo del joven nunca conseguiría sanar.
Pero lo que incluso sorprendió al indiferente Fergus, fue el muy poco convencional tratamiento que esté médico propuso.
“CIRUGÍA»
Según este médico la única manera de curar el estado actual de su paciente, era abrirle la cabeza y extraer los cristales, para acto seguido cerrar de manera manual la herida y aplicar magia de curación de bajo nivel.
Según la explicación del médico, solo permitiendo que el cuerpo del paciente se recupere de manera natural, se podía garantizar que los cristales no se volverían a formar nuevamente.
Al final de reporte que leyó Fergus el doctor escribió su propio pronóstico de éxito, 40% de posibilidades de que sobreviva, 20% de posibilidades que despierte, 10% posibilidades de que no sufra daños permanentes.
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No importaba que tan desesperado estuviera Fergus, el aún no podía arriesgar su última esperanza con un tratamiento tan experimental.
Así que se negó a dejar ir al médico y le ofreció financiar sus investigaciones, con la esperanzas de mejorar las posibilidades en un futuro.
Sin embargo el destino llevaría a Fergus tomar está decisión antes de la planeado.
Una tarde los dioses parecieron jugarle una mala broma a Fergus, cuando la noticia de su hijo al borde de la muerte llegó.
Al recibir el informe Fergus no sabia si reír o lamentarse por lo sucedido, después de todo. No había sido una enfermedad. Ni la espada de un asesino. Lo que por fin le pondrá fin a la gran casa Lafou ¡Será una tortuga!
Fergus ya podía escuchar las risas de los muertos a su alrededor, podía ver a sus enemigos enterándose de la noticia y cayendo al piso en medio de un ataque de risa.
Al final del día el último hilo de esperanza era tomado por una infeliz tortuga siendo arrojada desde el cielo por un ave.
Cuando Claudia cruzó la puerta de su oficina suplicándole la asistencia del santo Fergus, no lo dudo más.
– Si ese niño ha de morir, que lo haga de una vez bajo la navaja del doctor.
Con esas palabras Fergus dio luz verde para la cirugía.
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En verdad el nunca había sentido cariño o apego hacia su segundo hijo, incluso podía enumerar con una mano la cantidad de veces que se había reunido con el desdé el día de su nacimiento.
– Mi señor, me alegra informar que la cirugía fue un éxito. El joven maestro sobrevivido y el doctor Samson reporto haber logrado extraer todos los cristales con seguridad.
El reporte traído por el viejo mayordomo no logro provocar reacción alguna en Fergus. Tantas decepciones atreves de su larga vida, lo dotaron de una piel demasiado gruesa y hacia falta más que falsas esperanzas para lograr a ser le mella.
— Recuérdale a Claudia la fecha límite es de un año, si para entonces el muchacho no es de utilidad será desechado sin reparos.
Con frías palabras Fergus condenaba la vida de su primogénito sin saber lo que el futuro le tenía preparado.
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Un mes después su hijo por fin abriría los ojos, sin embargo los pronósticos médicos aún seguían siendo inciertos.
“Poca reacción a estímulos, el paciente permanece en un estado catatónico a pesar de los tratamientos. Solo el tiempo dirá cuánto del daño es irreversible, este médico recomienda que el paciente no sea expuesto a situaciones de estrés, ya que han demostrado disparar eventos de estancamiento de poder mágico.”
Fergus leyó el reporte médico antes de prenderle fuego como los demás. Sus años en el campo de batalla, le habían enseñado lo peligrosas que eran las heridas en la cabeza.
La magia de curación de alto nivel podía unir huesos rotos y regenerar la carne e incluso devolver miembros perdidos. Pero por alguna razón desconocida, cuando se trataba del cerebro humano resultaba ineficiente.
En una ocasión vio a un buen soldado ser víctima de una flecha que le atravesó el cráneo de lado a lado. Milagrosamente sus compañeros lograron mantenerlo con vida hasta volver al campamento. Fergus entonces ordenó a un sanador de alto nivel tratarlo, sin embargo cuando esté por fin despertó, resultó que había perdido una buena parte de sus funciones cognitivas.
Recordando a ese desdichado soldado Fergus no pudo evitar pensar que su hijo quizás sería igual. Aunque recordando más a fondo, el después escuchó que ese mismo soldado de alguna forma logro tener dos hijos.
Mientras se perdía en esa clase de pensamientos el emperador se olvidó de su hijo.
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La vida diaria del hombre al frente del imperio humano más grande del mundo era en el mejor casó ajetreada.
Y ese terminó aún se quedaba corto para describir lo que era un día calmado para Fergus.
Aún con una enorme cantidad de personas talentosas trabajando para el, la cantidad de asuntos que necesitaban su intervención no disminuía.
Por ello no fue de extrañar que el asunto de su hijo, desapareciera de su mente en muy poco tiempo. Y antes de que el se diera cuenta, el plazo de un año ya se encontraba próximo a cumplirse.
Pero entonces una mañana eso sucedido.
– Su majestad el joven amó Vettel atacó a una sirvienta anoche.
El viejo mayordomo había entrado a toda prisa al campo de entrenamiento privado de Fergus y había soltado la noticia.
El no se inmutó por la noticia y en su lugar siguió balanceando la enorme espada en sus manos mientras respondía.
– ¿Ese inútil al fin reaccionó? Bueno, esperaré el diagnóstico de doctor. Por lo demás, Claudia debería poder controlarlo apropiadamente aún si se comporta agresivamente.
– Majestad permítame corregirme. Lo que intento decir es que él asalto sexualmente a la sirvienta.
Los balanceos se detuvieron abruptamente, casi como si el tiempo se hubiera detenido. Y mientras el mantenía su rostro inexpresivo cuidadosamente formuló una pregunta.
– ¿El logró concretar el apto?
En respuesta a las palabras de Fergus, el viejo mayordomo saco una pequeña bolsa de tela negra y vacío si contenido sobre su palma.
Ahí bajo la mirada incrédula del emperador, un objeto no muy distinto a una canica, rodó sobre la tela del guante blanco.
Era una lágrima de la diosa, y una de una gran pureza.
Pero lo que hizo al viejo emperador derramar lágrimas de alegría fue el color rosa con un núcleo rojo en medio.
Ese sería el equivalente en la tierra de una prueba de embarazo positiva.
– Ordena que toda la orden de la media noche se movilice y aseguré a la chica.
Después de la conmoción inicial Fergus ordenó.
– Quiero a todas las sombras en la capital imperial en alerta ahora, y de paso quiero que aseguren a toda la familia de la chica antes del anochecer. Asegúrense de obtener su cooperación de una forma o otra para mañana.
A medida que las órdenes llovían una llama comenzó a arder en los ojos de Fergus. Una llama que no tardo mucho en convertirse en un voraz incendio que parecía querer consumir el mundo.
–¿Quienes más saben de esto?
– Sólo Claudia y su asistente Priya.
– Mucho mejor, si alguien más se entera lo quiero muerto en el acto. Sólo las sombras la orden y nosotros seremos los únicos involucrados.
– Entiendo su majestad.
– Entiendo.
La voz de un tercer individuo se escuchó en el campo de entrenamiento a pesar de no haber nadie más a la vista.