El Harem del Emperador - 26. Detrás de la segunda visita (1)
Dentro del imperio Avalerion las cuatro grandes casas constituyen el pináculo del poder económico, militar y político. Por ello se consideraba a cada uno de los cuatro archiduques cómo las existencias más altas de la humanidad.
Las casas Lafou, Romanov, Tudor y Justina habían existido desdé hace más de mil quinientos años y en consecuencia poseían un patrimonio económico e intelectual más allá del alcance de cualquier otro humano.
Todo esto gracias su magia de línea de sangre.
Estás cuatro grandes magias no era ningún secreto en lo absoluto. Todos desde el más culto aristócrata hasta el más ignorante campesino conocían estás cuatro grandes magias.
Los Justina tenían la magia “Voz del gobernante» que les otorgaba autoridad casi absoluta sobre los elementales.
Los Tudor poseían “Castigo del tirano” la cuál era la magia ofensiva más poderosa poseída por humanos.
Los Romanov eran los más grandes fabricantes de objetos mágicos gracias a su magia “La Gracia del rey”
Y finalmente los Lafou eran la piedra angular del imperio gracias a su magia “Pacto”.
Un peldaño más abajo se encontraban los dieciocho Grandes duques.
Y entre ellos existía una casa ducal que destacada del resto.
La casa Pierrepoint, fundada hace apenas 700 años, era la casa ducal más joven de las dieciocho y también la más infame.
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Ministerio de justicia, bloque 3, Ciudadela del castillo.
– ¡¡¡JURO QUE SOY INOCENTE!!! ¡¡¡AHHH!!! ¡¡¡YO NO SE NADA ACERCA DE LAS ARMAS ROBADAS, LO JURÓ!!!
– Barón Simons, ya le dije que no tiene caso que siga mintiendo ¿Porque no mejor coopera? Hoy es un día muy especial y me gustaría volver a casa temprano para reunirme con mi hija.
Al mismo tiempo que las palabras eran dichas, el interrogador aplico más fuerza en los pernos, haciendo que afiliadas púas metálicas se hundan en las rodillas de su víctima.
– ¡¡¡Whaaaaaa!!! ¡¡¡Maldito carnicero!!! ¡¡¡Tu y toda tu familia son unos monstruos!!!
El barón Simons era un noble corrupto que durante años se las había apañado para actuar por debajo del radar, pero durante los últimos meses sus operaciones fraudulentas habían aumentado de manera exponencial, eso inevitablemente terminó llamando la atención del ministerio de justicia.
– Mmm… ¿Quizás el rompe rodillas no fue la mejor elección? Siempre suelo empezar usando una toalla y un balde de agua helada, pero ahora que me he saltado algunos pasos siento que algo falta… ¿Quizás a esto se refería mi padre cuando dijo que debía evitar repetir la misma rutina en cada interrogatorio?
Una vez más el interrogador hizo girar los pernos haciendo que el aparato de tortura se cerrará sobre las rodillas de su víctima. El barón Simons gritó tan fuerte como sus pulmones le permitieron cuando las púas metálicas de cuatro pulgadas comenzaron a desgarrar los cartílagos de las articulaciones. Pero sin importar cuánto se retorciera o intentará resistirse, su obesa humanidad jamás podría escapar del agarre de los grandes grilletes que lo mantenían fijo sobre la fría plancha metálica.
– ¡¡¡Waahhhh!!!
– Vamos barón, no me haga sacar mis demás herramientas de trabajo.
– ¡¡¡Esta bien, lo diré!!!
– Entonces vamos, hablé. Solo le advierto que por cada segundo de mi tiempo perdido haré girar los pernos un poco más~.
– ¡¡Fueron los Vivaldi, esos malditos me engañaron!! (Jadeo) ¡Yo nunca me hubiera atrevido a participar en el robó si hubiera sabido que eran espadas mágicas! ¡¡¡Lo juro!!!
Al escuchar eso el interrogador, alejó sus manos de los pernos y tras una leve pausa se quitó la capucha de verdugo que cubría su rostro y viéndolo a los ojos confrontó al barón Simons.
– ¿Tienes alguna prueba de ello?
La apariencia del interrogador era la de un apuesto hombre al comienzo de sus 30, su cabello era verde esmeralda y su rostro era un poco delgado. Sin embargo había algo en sus mirada, algo que heló al propio barón Simons hasta sus propios huesos cuando sus ojos se encontraron con los suyos.
– No, ellos fueron muy cuidadosos ¡Pero mayordomo! ¡Si! ¡El mayordomo principal de los Vivaldi fue el intermediario! ¡Si lo atrapan, les dirá todo!
Tras contemplar al obeso hombre jadear erráticamente sobre la mesa de tortura, el interrogador juzgo que el conde está diciendo la verdad y exhalo un pesado suspiro.
– (suspiro) Normalmente no soy del tipo que deja el trabajo a medias, pero hoy es un día especial así que haré una excepción.
El barón Simons respiró aliviado después de escuchar la declaración de su verdugo, pero su calma se esfumó cuando lo vió quitarse los guantes de cuero que portaba.
– ¡¡¡Espera!!! ¡¡¡Espera!!! ¡¡¡Estoy cooperando!!! ¡¡¡Te diré todo lo que sé!!!
Con gran angustia, él se agitó y lucho en la plancha metálica mientras sus muñecas sangraban producto del forcejeo.
– Lo sé, losé, todos cooperan tarde o temprano. Pero el punto aquí es que usted no entiende la verdadera gravedad de su acciones barón. Si hubieran sido solo un lote de espadas de aleación de mitril de segunda mano, no estaríamos en esta situación. Pero, se trataban de espadas de 98% mitril puro con núcleos de piedra de maná de alta calidad. Me temo barón Simons que esto no terminará tan fácilmente para usted y su familia.
Lentamente el verdugo extendió su mano hacia la frente del barón y este se retorció con más fuerza.
– ¡¡¡No!!! ¡¡¡Yo no sabía!!! ¡¡¡Por favor no lo hagas!!!
Ignorando por completo las súplicas y los forcejeos lentamente colocó su mano sobré la frente de barón mientras una extraña neblina púrpura se filtraba de esta.
El efecto fue inmediato apenas la neblina comenzó a ser absorbida por la frente del barón, su cuerpo comenzó a convulsionar mientras sus ojos se ponían en blanco y salía espuma por su boca.
Esta era la magia de sangre de la casa Pierrepoint, un poder que les permitía a sus cuerpos producir venenos mágicos al mismo tiempo que los hacían inmunes a todo veneno conocido. Nadie aparte de los propios integrantes de está familia conocía los límites de este poder, por ello desde su fundación todos los integrantes de está familia habían sido repudiamos por la sociedad y renegados al papel de verdugos, asesinos y torturadores.
Todo gracias al veneno producido por sus cuerpos, el cuál podía producir la más rápida y piadosa de las muertes, así como la más lenta y dolorosas agonías. Tal y como el barón Simons estaba apunto de experimentar.
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Desde su fundación, el imperio se había mantenido en pie gracias a la delicada hegemonía existente entre las cuatro grandes casas, nadie sabía cómo empezó, pero era un echó que el convenio entre las cuatro casas era tan frágil como el papel en el que había sido escrito.
Durante siglos, las cuatro habían intentado aplastarse mutuamente y fracasado una y otra vez. Pero después de mucho tiempo una al fin había dado un pasó en falso.
Las verdaderas implicaciones detrás del fin de la gran casa Lafou parecían pasar desapercibidas para la gran mayor parte de los nobles absortos en sus maquinaciones y codicia.
Pero para un pequeño grupo este resultaba un tema de lo más preocupante.
– Si la magia “pactó” de los Lafou desapareciera de la fas de la tierra el día de mañana, al imperio no le quedaría más que un par de décadas de vida.
Al interior de una oficina, un hombre de mediana edad proclamó mientras leía un informe sentado en su escritorio. El hombre en cuestión era el actual ministro de justicia del imperio y cabeza de la familia Pierrepoint. El se encontraba usando una toga negra a juego con una gran peluca blanca empolvada con rizos a los lados. [Nota para LoD-Haba, atuendo de juez pues] (LoD: Es Heba conche tu vieja)
Frente al escritorio del ministro y aún usando su indumentaria de “trabajo” el interrogador informó.
– No pensé que la situación fuera tan mala, pero si lo que dijo el barón Simons es verdad, entonces es muy posible que los Justina y los Tudor estén armando sus facciones para ir a la guerra apenas el viejo Fergus estiré la pata.
– Otra razón más por la que debemos aceptar el trato de ese maldito anciano. (Suspiro). Si tu abuelo estuviera con vida estoy bastante seguro que llamaría esto una abominación y nos denunciaría ante la cámara de representantes. Maldito hipócrita.
En su mente, el ministro de justicia recordó a su padre (y anterior ministro) el cuál condujo en secreto varios experimentos en los que dañaba los órganos de un preso solo para sustituirlos por los de otro completamente sano. Quizás las cosas no hubieran sido tan malas si de repente el no hubiera cobrado cierto gusto por intercambiar también las cabezas de los presos y ver cuánto tiempo podían vivir es este estado.
En cierto sentido, lo que ellos estaban apunto de hacer era un tabú incluso aún más grande ante los ojos de la sociedad noble. El mezclar magias de línea de sangre era algo prohibido por varias razones pero una en especial era a raíz de la vieja leyenda.
Sin embargo el peligro que representaba el colapso inminente del imperio hacía que valiera la pena correr el riesgo.
– Regresa a casa y asegúrate de que hortensia esté preparada, el destino de todo el imperio dependerá del resultado de esta noche.
– Como ordené ministro.
El ministro vio entonces a su hijo hacer una reverencia y abandonar la oficina.
Pocos segundos después, un hombre completamente envuelto en ropas negras y con una máscara blanca con una expresión de jubiló apareció desde una de las esquinas de la habitación.
– Vine a confirmar la asistencia de la joven señorita.
Con una voz que no parecía provenir de una garganta humana, el asesino declaró.
– Ella asistirá.– El ministro declaró con una voz imponente – Solo recuérdale a tu amó que la casa Pierrepoint seguirá permaneciendo neutral a menos que el niño logré manifestar la sangre de los Lafou. Cualquier otro resultado y nosotros le daremos la espalda.
El asesino asintió antes de comenzar a desaparecer dentro de su propia sombra.
Nuevamente sólo el ministro se puso a trabajar en los documentos sobré su escritorio, sin embargo una enfermiza sonrisa pronto apreció sobré su rostro.
– Un fracaso, un acierto o una abominación. Hehehe..Veamos que resultado nos da este nuevo experimento.
Casi nadie lo sabía, pero era un hecho que el actual ministro compartía su gusto especial por la experimentación con su antecesor.