El Harem del Emperador - 29. Antes del 2da Noche
POV Hortensia
“La sangre de los Pierrepoint está maldita”. Esa fue la primera lección que mis padres me dieron apenas tuve la edad suficiente para comenzar a entender.
Este mundo es regido por un conjunto de fuerzas que lo controlan todo, desde el maná, que permite a los magos lanzar poderosos hechizos y alterar el mundo físico. Hasta el poder divino, el cuál solo pertenece a los dioses y permite la realización de todo tipo de milagros que desafían la comprensión humana. Sin embargo, entre ellos existe un tipo de fuerza aún más extraña y voluble que las demás.
El resentimiento.
Nacido del odio, miedo y el dolor. El resentimiento, constituye una de las fuerzas más fuertes y extrañas de este mundo solo por detrás del poder divino.
Al principio puede parecer un tipo de fuerza menor, pero está posee la extraña cualidad de no desvanecerse con facilidad, pudiendo perdurar y almacenarse en lugares durante siglos e incluso milenios. Y, por si fuera poco, puede corromper otras fuerzas como el maná y convertirlas en miasma.
“El resentimiento es la fuerza de la que se encuentran hechas las maldiciones, por ello todos los verdugos y torturadores suelen cargar con el peso de muchas maldiciones sobre sus hombros, la mayor parte muere de manera prematura víctima de estás, pero en algunos casos sus cuerpos se adaptan, desarrollando algún tipo de resistencia, que se transmite a sus hijos junto con las maldiciones acumuladas a lo largo de sus vidas, formando así familias malditas.”
Aún recuerdo aquella primera lección tan claramente en mi mente, la forma en que mis padres colocaron frente a mí una herramienta mágica similar a un espejo y con ojos muertos me miraron.
“Eres nuestra hija y mientras la sangre de los Pierrepoint corra por tus venas, estarás maldita, e igual que con nosotros, los demás te verán como un monstruo. Nadie será capaz de amarte, ni tú serás capaz de amar a alguien, tu único camino es el camino de la tortura”.
Ahí reflejada en el espejo se encontraba mi imagen, pero no estaba sola, un sin fin de rostros agonizantes me rodeaba. Todos parecían exclamar al unísono, una sola maldición.
Muerte a los Pierrepoint.
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– ¿Está segura de no necesitar la ayuda de ninguna asistente? – Claudia
– Se lo agradezco mucho, pero mi maestra no se sentiría bien poniendo en peligro a su personal. – Mili
– Comprendo, no presionaré más sobre el tema. Por otra parte, el artículo que el ministro solicito, ya se encuentra listo para su uso inmediato. No pudimos encontrar uno con las especificaciones solicitadas, pero en su lugar adquirimos uno de un grado mayor. – Claudia
– Eso será estupendo dadas las circunstancias actuales. Si es posible colóquelo en el vestidor, lo usaremos apenas mi maestra esté preparada. – Mili
– Entendido, ahora con su permiso. – Claudia
Miré a la Maid del monóculo despedirse y abandonar el baño. Apenas ella cruzó la puerta Mili volvió a lavar mi cabello.
– Ellos realmente están dándolo todo para que la unión de esta noche tenga éxito. No puedo ni imaginar que amenazas o sobornos tuvieron que hacer para obtener suficiente agua sagrada para llenar una pequeña bañera. – Mili
La iglesia de la diosa inmaculada, mejor conocido como La Iglesia de Minerva. Era una de las tres iglesias más grandes dentro del imperio. Tanto así que su poder era capaz de rivalizar con cualquiera de los grandes duques.
Parte de su influencia entre los círculos políticos se debía a su monopolio sobre agua sagrada. Un objeto que poseía un sin fin de usos, entre ellos la purificación de miasma y maldiciones.
– Mis hombros se sienten tan ligeros, como si me hubieran quitado una gran roca de encima. Sin embargo, ahora siento una extraña sensación bajo mi piel, es como… Si, pequeñas serpientes se arrastraran y retorcieran debajo de está. – Hortensia
Mientras me encontraba sumergida dentro de la bañera informe a Mili.
– Es natural que eso suceda maestra, después de todo dudó que haya suficiente agua sagrada en el mundo para lavar los pecados de los Pierrepoint. – Mili
Después de terminar de enjuagar y recoger mi cabello, Mili tomo una esponja. Al mismo tiempo me hizo un gesto para indicarme que me sentará y así permitirle limpiar mi espalda.
– Las maldiciones ocasionalmente se comportan como si tuvieran vida propia, huyen se esconden y cuando se sienten acorraladas se defienden de la misma manera en que lo haría una bestia. Sin embargo, ese mismo comportamiento puede ser utilizado en su contra. Por ejemplo, justo ahora el agua sagrada en la bañera ha obligado a la maldición a esconderse en el interior de su cuerpo. Es como una bestia que se refugia dentro de una madriguera para protegerse. – Mili
Después de terminar de limpiar mi espalda Mili pausó se explicación en lo que se daba la vuelta para fregar enfrente.
– En ese contexto, la maldición en este momento se encuentra en guardia y a la espera de un ataque desde afuera de la madriguera, pero en su lugar vamos a tomarlo por sorpresa con un ataque desde la retaguardia. – Mili
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– ¡Kyaaaa! ¡No me lo creo! ¡¿Enserio toda esta lencería está hecha de seda dragón?! ¡Maestra! ¡Mire! ¡Mire! ¡Apuesto que este es el tipo de prendas que usan las adoradoras de la diosa Kaly! – Mili
Lancé una mirada plana a la ¿Prenda? Que Mili sostenía con tanto interés, la vista de una mujer de unos 35 gritando y comportándose como una niña, realmente era algo difícil de procesar. En especial cuando se tiene en cuenta que el nombre profesional de ella es “Mili la Estranguladora de Moro”.
– ¿Qué tal si se la prueba? – Mili
– (mirar) – Hortensia
– ¡Oh vamos! Es justo de su talla, además estoy segura que cualquier hombre… – Mili
– (mirar) – Hortensia
– Bien, bien, de todas maneras, el rojo no le favorece mucho que digamos. – Mili
Miré a Mili devolver la prenda al interior del gran armario con una visible expresión de decepción en su rostro.
Recién había salido del baño y antes de darme cuenta, me encontraba acorralada frente a una colección de prendas que parecían haber saliendo de las mentes más libidinosas de mundo.
– ¿Qué tal este? Fue hecho con hilo de arañas glaciales y cubre mucho más que el anterior. – Mili
Mis cejas se crisparon involuntariamente ante la prenda que Mili sostenía. Ciertamente cubría mucho más que la prenda anterior (y puede que incluso más que cualquier otra), pero tenía el pequeño inconveniente de que era completamente transparente.
– ¡Vamos probarlo! ¡Apuesto que luciría genial si hace algunas poses sexys mientras lo usa! – Mili
Ante el comentario de Mili, comencé a usar mi magia de sangre para crear algo de veneno de agonía perpetua en mi mano.
– ¡¡Ok, ya entendí, basta de bromas!! ¡¡Por favor perdone mi insolencia maestra?!!! ¡Ya puede dejar de jugar con esa esfera de veneno como si fuera un juguete anti estrés!! ¡¡Recuerde que no todos los que pertenecemos a una rama secundaria somos inmunes al veneno!! – Mili
Ante los lloriqueos de Mili decidí cancelar mi hechizo y reabsorber el veneno dentro de mi propio cuerpo. Enserio, entre ella y Enrico (el mayordomo principal) teníamos más que suficientes alborotadores en nuestra mansión.
– Mili. – Hortensia
– ¡Si! – Mili
– Consígueme algo que ponerme ¡¡Ahora!! – Hortensia
Rápidamente Mili se lanzó a la acción desechando la prenda que estaba sosteniendo y volvió a zambullirse en el interior del gran armario.
[Nota: Era un bodystocking]
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– ¡Listo! Con esto estoy segura que no habrá hombre que no caiga rendido a sus pies. – Mili
Mire a Mili mientras tenía una expresión de satisfacción en su rostro. Después de que escogí un conjunto de lencería, Mili se había lanzado a vestirme, peinarme y maquillarme a toda velocidad.
He de admitir que quede ligeramente sorprendida por su desempeño en esta ocasión. Supongo que no por nada mi madre la recomendó tan encarecidamente cómo mi escolta para esta noche.
* Golpe * * Golpe * * Golpe *
– ¿Ya se encuentran preparadas? – Claudia
Desde la puerta del vestidor pude escuchar la voz de la sirvienta de monóculo.
– ¡Solo necesitamos un par de minutos! – Mili
Rápidamente Mili me tomó por los hombros y mientras luchaba por mantener mi albornoz cerrado fui conducida hasta una pequeña mesa en un rincón de la habitación.
Ahí sobre la mesa se encontraba un gran objeto cubierto por una manta blanca, la cual Mili removió rápidamente.
– *Silbido* Está casa debe estar forrada hasta los calcetines en plata, si tienen tanto para gastar en una urna de este tamaño. – Mili
Ignorando la forma despectiva en qué Mili se expresó admiré el enorme jarrón blanco como el marfil.
– ¿Es una herramienta mágica? – Hortensia
Al darme cuenta del inusual brillo que lo rodeaba pregunté.
– Si y es una de las caras, este objeto es coloquialmente conocido como urna de maldiciones. Normalmente no suelen usarse muy a menudo, pero son muy útiles para purificar lugares con mucho miasma o sellar maldiciones. – Mili
Por un segundo, una vaga esperanza se encendió dentro de mí, pero rápidamente Mili se encargó de apagarla.
– Por muy increíble que suene, incluso un objeto tan caro y poderoso como este no es suficiente para remover la maldición de los Pierrepoint. De hecho, creo que a estas alturas solo un indulto divino podría hacer el trabajo. – Mili
Ante las palabras de Mili mi corazón regreso al negro abismo del que pretendía escapar.
– Sin embargo, podemos usarla para remover una buena parte de la maldición y así evitar que se manifesté por una semana o dos. ¡En pocas palabras usted en ese tiempo podrá sentirse y verse como una persona normal ante los demás! ¡¿No es fabuloso?! ¡Con esto y su belleza de seguro su pareja cae rendido a sus pies! – Mili
– … – Hortensia
Siguiendo las instrucciones de Mili tome con ambas manos las asas a ambos extremos del jarrón. Apenas logré tomar firmemente las asas una extraña sensación comenzó a recorrer mi cuerpo.
Las serpientes que antes había sentido, comenzaron a moverse y retorcerse bajo mi piel, ahora estaban siendo succionadas por el jarrón a través de mis manos. No era doloroso, pero en definitiva no era una sensación para nada agradable.
– Está funcionando mejor de lo que pensé ¡Miré maestra, ya se llenó una cuarta parte del espacio de la urna! – Mili
Ante mis ojos la superficie blanca del jarrón comenzó a cambiar volviéndose negro mate desde la base hacia arriba.
En solo unos 30 segundos el 50% del jarrón ya era completamente negro.
– Muy bien ya no parece quedar mucho. Maestra recuerde informarme sobre cualquier anomalía que sienta, las maldiciones suelen ser más agresivas casi al final del proceso. – Mili
Ante la advertencia de Mili me puse en alerta ante cualquier percance, sin embargo, el proceso termino sin que la maldición respondiera en represalia.
Para cuando el jarrón finalmente liberó mis manos, este ya se encontraba casi completamente negro como la brea. Todo a excepción de una pequeña franja en la parte superior había cambiado de color, permitiendo dimensionar un poco la maldición que pesa sobré cada uno de los miembros de la familia Pierrepoint.
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– Le recuerdo una vez más las reglas, no se podrán compartir sus nombres, ni tampoco compartir cualquier tipo de información personal que pueda ayudar a identificarse mutuamente. Cualquier forma de agresión física de su parte también será motivo de finalización. ¿Me he explicado apropiadamente? – Claudia
– Si. – Hortensia
Asentí con la cabeza ante la explicación de la sirvienta del monóculo.
– Detrás de esta puerta se encuentra el maestro al que sirvo, el será su pareja para esta noche… – Claudia
La sirvienta entonces hizo una pequeña pausa mientras escogía cuidadosamente las palabras que usaría a continuación. La pausa no duró más de unos segundos, pero para mí fue tiempo suficiente para admirar y analizar sus gestos.
(Ella realmente se preocupaba por él)
Cómo parte de mi entrenamiento fui cuidadosamente educada sobré métodos de análisis conductual. Después de todo para ser parte del ministerio de justicia, uno debía ser capaz de llegar a la verdad por todos los métodos posibles. Eso incluía ser capaz de ver a través de las más pequeñas acciones, los más minúsculos gestos e incluso las frases más superfluas. Quizás por eso la sirvienta frente a mí me resultaba tan interesante.
– Sé que está de más preocuparme con todas las precauciones que se han tomado está noche. Pero aun así me gustaría contar con su ayuda por si algo llegará a salir mal. – Claudia
(¿Esto es a lo que llaman amor maternal?)
– Así que por favor se lo ruego, si algo malo sucede por lo más pequeño que sea, por favor no dude en avisarnos. Yo estaré profundamente agradecida con usted si me ayuda. – Claudia
{Amor}
Rápidamente mi mente analizó toda la información que tenía sobré dicho concepto mientras la sirvienta bajaba la cabeza frente a mí.
Según mis guías de estudio, el amor es un sentimiento relacionado con el afecto y el apego, resultante y productor de una serie de actitudes, emociones y experiencias. De la misma manera existen una gran cantidad de variedades de amor, cada una con tonos distintos entre sí y maneras explotarlos a favor de un interrogatorio. Según mi padre no existe amor más fácil de explotar que el maternal.
“En la mayor parte de los casos solo hace falta acercar el filo de la navaja al niño para que la madre diga la verdad, en otras cortarle una oreja al niño es suficiente para romper su estúpida resistencia.”
– Comprendo, si la maldición llega manifestarse puede contar con que velare por la seguridad de su maestro. – Hortensia
Con el tono de voz más amable y educado que tengo trate de despejar sus preocupaciones por cortesía. Sin embargo, mis palabras tuvieron un efecto mayor del que esperaba y mientras aún mantenía la cabeza abajo continúo agradeciendo.
– Muchas gracias joven maestra, su amabilidad conmueve mi corazón. Realmente estoy agradecida que la hija del ministro sea una joven tan amable y gentil. – Claudia
Entonces ella levantó la cabeza revelando una expresión que yo nunca había visto en mi vida.
– Entonces dejo a mi maestro en sus manos está noche. – Claudia
Mi mente se quedó paralizada mientras veía la sonrisa de la sirvienta. Era una sonrisa sí, pero lo que había confundido mi mente era el hecho que no se parecía a ninguna otra sonrisa que hubiera visto en mi vida.
– Ahora si me permite. – Claudia
*Golpe* *Golpe* *Golpe*
La sirvienta entonces llamó a la puerta y después de un breve tiempo alguien la abrió. Mi cabeza no pudo registrar nada de la conversación entre ambas mujeres ya que por alguna razón mi mente no podía abandonar la imagen de aquella sonrisa.
(¿Algún día podre sonreír así?) En la más profundo de mi mente esa pregunta nació por primera vez en mi vida. (No) Negué con la cabeza apenas me di cuenta de lo inútil de este pensamiento. (Soy una Pierrepoint nadie nunca me amará) Rápidamente endurecí mi corazón. (Ni tampoco podré amar a alguien). Entonces acaricié mi vientre con ambas manos. (Incluso el bebé que estoy a punto de conceder al final solo será otra herramienta más).
– ¿No hubo ningún efecto secundario? Me alegra escuchar eso, entonces si todo está listo entraremos. – Claudia
La voz de la sirvienta del monóculo me trajo de vuelta a la realidad.
– Joven maestra, nuestro turno llegó. – Mili
Con esa única frase como señal abrí mi bata exponiendo la lencería que llevaba puesta.
– Estoy lista. – Hortensia
Después de darme su aprobación la sirvienta abrió la puerta y juntas entramos a la habitación.