El Harem del Emperador - 34. Mi primera mascota en otro mundo
Amigas de la infancia. Uno de los clichés más utilizados y sobre explotados dentro del medio.
No me mal interpreten. Estoy consciente de que muchos matarían por tener una linda amiga de la infancia, que alberga cierto interés romántico hacia su persona.
Sin embargo, actualmente me encontraba en conflicto con los recuerdos de “Vettel” y los sentimientos asociados a ellos.
– ¡Vettel!
Rápidamente aparto la mirada del libro que me encuentro leyendo y miro a la agitada chica parada en la puerta.
– Tea, cuánto tiempo. Veo que te convertiste en una hermosa caballero tal y como lo prometiste.
Rápidamente respondo lo primero que se me viene a la mente, mientras guardo mi libro debajo de la almohada. Mis palabras parecen a ver golpeado un punto sensible porque el rostro de Teodora se arruga y sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas.
– ¡¡Lo siento mucho!!
Apenas ella rompe en llanto, se precipita a toda velocidad hasta la cama y en un parpadeó se lanza sobre mi abrazándome.
Gracias a dios ella no se encontraba vistiendo una blusa de algodón y unos pantalones en lugar de su armadura, o de lo contrario el impacto resultante me hubiera mandado al otro mundo sin dudas.
– Tea más despacio, recuerda que no soy tan resistente como tú.
Sin más remedio acepto su abrazo mientras agradezco a los cielos ser un grandioso lolicon.
– ¡Fue mi culpa! ¡Soy la culpable de que perdieras tus recuerdos! ¡Claudia me advirtió de que era peligroso llevarte al jardín sin más guardias! ¡Yo solo me di la vuelta un segundo para arrancar una flor y cuando regresé la mirada todo se volvió rojo! ¡Eso estaba en tu cabeza! ¡Creí que estabas muerto! ¡Fue horrible!
– Ya, ya, no tienes por qué disculparte.
Pacientemente consolé a Teodora mientras sollozaba sobré mí. Al parecer la razón por la que ella actuaba tan histérica cada que me escoltaba al exterior era a raíz de ese incidente.
– No, no entiendes lo horrible que fue todo. Nadie se atrevía a sacarlo de tu cabeza porque temían que murieras antes que la magia surtiera efecto. Y entonces comenzó a usar sus garras para intentar liberarse por su cuenta y la sangre comenzó a brotar por todas partes.
– …¿He?
– No podíamos sacrificarlo porque la parte frontal se encontraba dentro de tu cráneo. Solo podíamos ver sus patas traseras moviéndose de un lado a otro. Fue frustrante no poder hacer nada hasta que llegara el santo Clauss o el doctor Samson.
– Espera un segundo ¿Qué fue lo que cayó sobré mi cabeza?
– No es ‘qué’, si no quién.
Para mí sorpresa quien responde en lugar de Teodora, no fue otra que Olivia. Ella era una Maid que actualmente estaba de guardia observando todo no muy lejos de nosotros.
– Es de mal gusto meterse en las conversaciones ajenas. – Regañó Teodora con un brusco cambio de tono.– Además ¿No me dirás qué aún conservan a esa cosa después de todo lo sucedido?
Para mí sorpresa la respuesta de Teodora se ganó el disgusto de la apacible Olivia.
– No lo llames cosa, él tiene nombre y es Willy. Además, el también fue una víctima en todo esto.
– ¡No me importa! Si veo esa cosa de nuevo, te juro que la cortó por la mitad en el acto.
– ¡No te atrevas a amenazar a una pequeña vida inocente en mi presencia, es despreciable!
– ¿Te atreves a responderme Maid?
Apenas me di cuenta de la rápida escalada en la discusión de ambas chicas,
Inmediatamente intervengo para rescatar la situación.
– Tranquilas las dos, les recuerdo que están en presencia de su maestro.
Haciendo uso de las enseñanzas de Claudia, por primera vez uso mi voz de aristócrata. Afortunadamente los meses de prácticas dan sus frutos y los ánimos entre ambas chicas se calman como si les hubieran echado un valde de agua fría.
– ¡Siento mucho mi inadecuado comportamiento joven maestro!
– ¡Ruego su perdón por mostrarle tan desagradable comportamiento mi señor!
Olivia rápidamente se inclina pidiendo disculpas. Mientras que Teodora prácticamente salta de la cama para acto seguido arrodillarse frente a mí como un caballero.
Me senté y miré a ambas chicas, mientras internamente me arrepentía de no haber podido manejar la situación de mejor manera.
– (suspiro) Comprendo que esté no es un tema agradable de tocar. Pero me gustaría tener más detalles para entender que fue lo que le pasó con mi cabeza.
Mire a Teodora hacer una expresión complicada ante mis palabras, pero no sé negó.
– Ahora Olivia, ¿Puedes explicarme qué o quién es este Willy del que tanto hablas?
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– ¡Tatara! Joven maestro le presento a Willy. Él es una inofensiva y completamente segura tortuga caparazón de onix. Saluda al joven maestro Willy… Hola mi nombre es Willy, y estoy enormemente apenado por las terribles circunstancias en qué ambos nos conocimos, por favor se mi amigo (Olivia asiendo voz de tortuga).
Completamente aturdido observé a Olivia mientras sostenía frente a su rostro un terrario de cristal con una ¿tortuga? Mordisqueando unas hojas verdes en su interior.
Si bien tenía muchas cosas que comentar acerca de la presentación de Olivia, al final tuve curiosidad por el detalle que me tenía más intrigado.
– Sólo para comprobar ¿Es normal que tenga dos cabezas?
Completamente fascinado por el espectáculo de la tortuga de dos cabezas frente a mi, acerque mi rostro al cristal del terrario para verla más de cerca. Era fehaciente ver cómo las dos cabezas parecían competir por las hojas más verdes y tratando de llevarse el bocado más grande.
– Para las de onix lo normal es que nazcan con dos cabezas, pero en raras ocasiones nacen algunas con tres. Aunque en este último caso no suelen vivir más que un par de semanas. Ahora sí le interesa, también existen las tortugas adamantitas de las cuales se han logrado avistar ejemplares con hasta 4 cabezas.
Ante la explicación de Olivia casi termino exclamando en voz alta “Eso es un mundo de fantasía para ti” pero me contuve en el último momento.
Puede que no fuera la gran cosa, pero la pequeña tortuga de reluciente caparazón negro y dos comelonas cabezas frente a mí, había encendido una vez más mi interés por observar con mis propios ojos el mundo más allá de las paredes del palacio ámbar.
– ¿Enserio cómo está pequeña cosita casi logro partirme la cabeza en dos?
Ante mis palabras una bombilla imaginaria pareció encenderse sobre la cabeza de oliva.
– Sabe maestro, si usted quiere también puede sostenerla.
Ante tan tentadora oferta respondí sin dudar.
– ¿Puedo?
– ¡Pero por supuesto! Willy es muy dócil y se deja manipular sin ningún…
– ¡Alto ahí!
Rápidamente Teodora (que hasta ahora se había mantenido al margen) se interpone entre Olivia y yo.
– ¡Olivia! Seriamente ¿En qué estás pensando? Ya fui muy tolerante al permitirte traer un animal salvaje y ahora planeas hacer que lo toque ¡Es inconcebible! ¿Tienes siquiera la más remota idea de lo que nos haría Claudia si nos descubre?
A penas me percaté del miedo contenido en la voz de Teodora rápidamente puse mi mente a trabajar en una forma de convencerla.
– No te preocupes Tea, en este momento solo estamos personas de confianza aquí ¿Verdad? Mientras nadie de los presentes abra la boca, Claudia no tiene porqué enterarse.
Asiendo mi mejor imitación de un demonio embaucador trató de convencer a Teodora.
– Yo~yo…
Tras verla dudar con sus palabras un pequeño recuerdo viene a mi mente e inmediatamente decido usarlo para darle un último empujoncito.
– Vamos Tea, será como aquella vez que te convencí de robarle sus galletas a Garnet.
Con esas últimas palabras Teodora pareció darse por vencida y se apartó.
– Muy bien, pero te advierto que si esa cosa vuelve a lastimar a Vettel yo misma la aplastó con mi bota.
Después de recibir una última advertencia, Olivia tomó delicadamente a Willy y me lo ofreció para que yo lo tomará con ambas manos.
La pequeña tortuga apenas más grande que una pelota de tenis, se mostró bastante tranquila mientras la sostenía sobre mis manos extendidas.
– ¡Vaya! Es más pesada de lo que aparenta.
Con grandes y brillantes ojos admiré a la fantástica criatura en mis manos.
– Pero por supuesto, las tortugas onix podrán ser lentas, pero en cambio son tan duras que las aves necesitan lanzarlas de gran altura para poder comerlas.
– Oh, ya veo, entonces así fue como este pequeñín casi le da un trauma a Tea.
Ante mis palabras y la sonrisa en mi rostro Teodora pareció al fin darse cuenta de algo y exhalo un gran suspiro.
– Yo diría que fue más que casi.
– Oh vamos Tea, eso fue un simple evento desafortunado. Las posibilidades de que eso vuelva a pasar deben ser increíblemente bajas si no cero.
Bromeando con ella solté esas palabras mientras mis ojos se mantenían sobre la tortuga que miraba con curiosidad mis manos.
– (suspiro) Muy bien, ya fue suficiente. Olivia toma a Willy y llévalo devuelta de dónde lo sacaste antes de que Claudia venga y nos castigue por el resto del…
Teodora no había acabado de hablar cuando de repente y sin previo aviso la puerta de la habitación se abrió haciendo que todos los presentes se estremecieran.
– Quiero que me expliquen que está sucediendo aquí.
El tono en la voz de Claudia apenas era perceptiblemente distinto del que usaba usualmente. Sin embargo, eso era suficiente para provocar una indescriptible sensación de peligro que ponía la piel de gallina.
Frente a mí Teodora parecía estar a punto de llorar mientras que Olivia parecía una condenada a muerte frente a la guillotina.
Ambas chicas se negaban a darse la vuelta y confrontar a Claudia, mientras yo miraba a la pequeña tortuga esconderse en su caparazón.
– ¿Ninguna de las dos va a responder?
Claudia cruzó los abrazos y miró la espalda de ambas mientras levantaba una ceja. Al ver esto en el fondo de mi mente la oración “Carne muerta” apareció.
Ambas chicas parecieron tener la misma premonición que yo perqué inmediatamente comenzaron a darse la vuelta mientras intentaban exprimir de sus gargantas las palabras que necesitaban para suplicar por sus traseros.
Pero al percatarme de que esto no iba a funcionar decidí atraer la atención de Claudia a otro asunto.
– Claudia, quiero quedarme esta tortuga como mascota.
Sonando lo más natural posible pronuncie esas palabras mientras acariciaba el frío caparazón de Willy. Y tal como le pensaba la respuesta fue contundente.
– ¡De ninguna manera!
Claudia rápidamente cerro distancia casi derribando a Teodora y Olivia en el proceso.
– ¡Es un sucio animal salvaje que solo los dioses saben dónde ha estado! ¡Rápido démelo antes de que le contagie alguna enfermedad extraña!
Claudia rápidamente extendió la mano con la intención de quitarme a Willy, pero ya había previsto este escenario y rápidamente retiro las manos esquivándola.
– Vamos nana, no seas mala. Ambos sabemos muy bien donde ha estado este pequeñín. Si en ese momento no me contagió ninguna enfermedad, no creo que lo haga ahora.
Apenas la llamo nana su mano de detiene en seco y su póker-face flaquea. Sin embargo, no se da por vencida.
– Joven maestro, tener una mascota no es algo apropiado para un alto noble. Y aún si lo fuera, una criatura tan humilde como esa tortuga no sería adecuada de ningún modo.
Recuperando la calma rápidamente Claudia apela a la razón. Debo admitir que casi me río al darme cuenta lo predecible que era su línea de pensamiento en estos momentos. Ella prácticamente se estaba apegando al manual para tratar con la situación. Pero para su desgracia, así como existía un manual para las madres, también existía uno para los hijos.
– Por favor nana (sollozar) quiero quedarme con Willy.
Haciendo uso de mis nuevos recuerdos consigo una actuación digna de un Oscar. Al principio me preocupo el hecho de que ya era un poco mayor para hacer uso de las lágrimas como recurso. Sin embargo, inesperadamente mi ataque aterrizó en el único punto débil en la armadura de Claudia.
– Por favor maestro no se ponga triste, yo… (Suspiro) Está bien, puede quedarse con la tortuga un tiempo si eso le hace feliz. Pero le advierto que no podrá quedarse con ella para siempre.
Apenas recibió el visto bueno de Claudia una gran sonrisa aparece en mi rostro.
– ¡Muchas gracias nana! ¡Te prometo que cuidaré bien de Willy!
Ante mis sinceras palabras de agradecimiento una sonrisa aparece por unos segundos en el rostro de Claudia antes de volver a su póker-face de siempre.
– Joven maestro, su alteza me pidió que le informará que debido al incidente de anoche y la recomendación de sus médicos la vista de esta noche será pospuesta para mañana.
Ante las inesperadas palabras suelto un pesado suspiro de alivio al mismo tiempo que dejo caer mi cuerpo sobre la cama.
– Me sorprende que ese viejo muestre un poco de sentido común a estas alturas.
– Le recomiendo que saque el máximo provecho a esta noche y se vaya a dormir temprano. Dudo seriamente que las próximas visitas sean tan “especiales” como las anteriores, pero no está de más una buena noche de sueño.
Asiendo caso de la recomendación de Claudia le entrego a Willy a Olivia y me acomodo en la cama.
– Espero que descanse.
Tras esas palabras Claudia se dio la media vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta. Pero justo después de extender la mano para agarrar el pomo de la puerta se detuvo.
– Ah, antes de que lo olvide. Teodora acompáñame a mi oficina, hay algunas cosas que me gustaría decirte en privado.
Soltando un chillido bastante inapropiado para una dama Teodora se estremeció. Ella llevaba varios minutos tratando de desaparecer su presencia en un rincón de la habitación, pero todos sus esfuerzos habían resultado completamente inútiles.
– Lo mismo va para ti Olivia. En cuanto termine tu turno espero verte en mi oficina.
La Maid también corrió con la misma suerte. No tuve que esforzarme para imaginar lo que sería de ellas a continuación. Después de todo ya me había familiarizado con Claudia y sus infames castigos.
En mi mente recé una oración por ambas chicas.
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[Al mismo tiempo]
– ¡¡¿Cómo que se pospone?!! ¡¡¿Es ocaso que no saben quiénes somos?! ¡¡¡Somos la familia real de Rulma!!! ¡¡¡Madre, exijo que decapites a este mensajero en represalia por está ofensa!!!
– Tranquilízate Ofelia. Te he dicho muchas veces que mostrar este tipo de comportamiento es indigno de una princesa.
– ¡¡¡Pero madre!!!
– He dicho que es suficiente.
El lugar donde se estaba llevando está conversación era una lujosa sala de audiencias al interior de un pequeño palacio en el distrito de alta nobleza sur.
En ella un hombre envuelto en ropas negras se arrodillaba frente a una hermosa mujer de larga cabellera amatista y ojos rojos sentada en un trono.
Ella era Caliope segunda, actual reina regente del reino de Rulma, un reino vasallo anexado al imperio hace apenas hace 50 años.
– Mi maestro le ruega sus disculpas, pero surgió un inconveniente que nos obligó a reagendar la “cita”.
El hombre arrodillado levantó la cabeza mostrando la máscara blanca con expresión de jubiló que portaba.
– Ambos sabemos que a tú maestro no le importa en lo más mínimo las cortesías, lo cual es bueno porque a mí tampoco.
Caliope sonrió mientras cruzaba las piernas. Ella se encuentra usando un vestido bastante revelador y ajustado, que haría a más de un hombre perder la cabeza. Era increíble como se las arreglaba para no mostrar más de la cuenta una prenda tan escandalosa.
– Dile que si realmente quiere limpiar su pútrida sangre mezclándola con la nuestra, mañana es la última oportunidad que le daré con mi hija. No me importa que tan grande se crea por tener una magia de línea de sangre, o que tantas riquezas ofrezca a cambió. El orgullo de la familia real de Rulma no es algo que pueda pisotear jamás.
Acompañado esas palabras Caliope liberó su mana creando una enorme presión que cayó sobré el asesino. Por toda la sala de audiencias se podía ver una feroz aura amatista arremolinarse y estrellarse contra los muros como las olas del mar embravecido.
Y al terminar su demostración la figura de la segunda princesa real de Rulma permaneció impasible, al igual que la del asesino.
– Entiendo, le entregaré su mensaje. Una vez más le ruego perdón por los inconvenientes.
Tras hacer una reverencia el asesino se hundió en la sombra bajo sus pies y desapareció.
Atrás quedaron solas la reina y la segunda princesa real que tenía una cara aún insatisfecha.
– ¡Tsk! Cómo odió que esos hombres se crean la gran cosa.
La princesa Ofelia hizo un gesto de fastidio, que sumado a su baja estatura la hizo lucir bastante infantil. De hecho, la edad actual de la princesa era 16 años, pero debido a su talla más pequeña parecía tener 11.
El cómo era esto posible proviniendo de una madre con tan buenos atributos, era aún un completo misterio.
– Ofelia, te he dicho muchas veces que tienes que aprender a mantener tus emociones bajo control. Los hombres son criaturas débiles pero tramposas que siempre buscan la manera de ganar sin importar el honor o la dignidad.
Sin perder tiempo Caliope comenzó a sermonear a su hija.
Rulma era un reino matriacal dónde las mujeres se encontraban por encima de los hombres. Por ello era por norma general que se solía ver a los hombres hacia abajo. Sin embargo, esto comenzó a cambiar hace 80 años cuando el imperio tocó a sus puertas.
Pero ahora con el reino de Rulma convertido en vasallo del imperio, cada miembro de la familia real necesitaba una perspectiva más amplia.
– Lo entiendo querida madre.
Con un tono de voz que dejaba entrever que no estaba de acuerdo del todo, Ofelia bajo la cabeza y se disculpó.
Al ver esto Caliope hizo una sonrisa amarga, después de todo ella había sido así de terca en el pasado.
– Vuelve a tu habitación y descansa está noche, solo recuerda seguir practicando los ejercicios que te enseñe. Ahora puede parecer ridículo, pero créeme que harán la diferencia cuando tengas que dar a luz al bebé.
Ofelia hizo una última referencia y abandonó la sala de audiencias. Ahora estando sola en el trono Caliope exhalo un pequeño lamento.
– Solo espero que tengas suerte donde yo fracasé.