El Harem del Emperador - 35. Detrás de la tercera visita
El imperio era por un buen margen la nación humana más peculiar que había existido en este mundo. No solo por su inusual sistema monárquico electivo, sino también por estar conformado por tantos y tan distintos pueblos.
Situado en el extremo más al sur del imperio, Rulma constituía una de las provincias más peculiares en cuanto a cultura y geopolítica se refiere.
En primer lugar, se encontraba el hecho de que era una nación completamente matriarcal. Cosa verdadera extraña para este lado del mundo, dónde la norma eran las sociedades patriarcales.
Pero esto tenía su buena razón de ser, pues Rulma era la tierra donde nacían auténticas mujeres guerreras.
Nadie sabía el porqué, pero era un hecho qué toda mujer nacida en Rulma lo hacía con reservas de maná mucho mayores a la media.
Y si a eso se le sumaba el hecho de que durante más de 500 años habían repelido con éxito ataques de dos de los más acérrimos enemigos de la humanidad. No era para nada extraño que las guerreras de Rulma fueran tan temidas y a la vez respetadas.
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– Adelante, lee la carta y dime qué novedades reporta mi hermana desde casa.
Usando un tono de voz más apático de lo habitual, la joven princesa ordenó mientras jugaba con la taza de té en sus manos.
Toda esta mañana había sido un completo fastidio en lo que ella respecta. El recuerdo de la falta de anoche aún se encontraba fresco en su mente. Y, por si fuera poco, la agenda de esta mañana se encontraba completamente vacía sin nada que mantuviera su mente lejos de ese recuerdo.
– Primero que nada, su alteza Ainia le advierte no saltarse sus entrenamientos de combate diarios o de lo contrario, no le garantiza que pueda escapar con solo una pierna rota de su “cálida resección” al volver. También le comenta qué si no aprovecha la oportunidad, para “cito textualmente”. Hacer chillar como cerdo a algunos chicos nobles de la capital en la cama, no la considera digna de llamarla hermana.
Ante tales palabras Ofelia lanzó una mirada inquisitiva a su asistente.
Ahí a pocos pasos de la mesa donde se encontraba tomando el té, había una mujer vestida de mayordomo leyendo la carta.
Era Talestris, ella era tanto su asistente como su guardiana. Cosa que no sorprendería a nadie, ya que la mujer irradiaba el aura característica de una guerrera consumada.
– ¡¿Realmente escribió eso la idiota de mi hermana?! – Ofelia
Ante las protestas de su maestra, Talestris no se inmutó en lo más mínimo. De hecho, con su rostro severo y corte militar a juego, era más que obvio que se necesitaba algo más que el maullido de una pequeña gatita para perturbarla.
– Sí, y de hecho estoy omitiendo bastantes detalles, para no sonar irrespetuosa. Pero parece que su alteza Ainia, se encuentra realmente molesta por no ser elegida para acompañar a su majestad a la asamblea. – Talestris
– ¡Pero es su culpa por causar tantos problemas la última vez! ¡¿Ocaso olvidó la tunda que le dio nuestra madre cuando descubrió la orgía que organizó a sus espaldas?! – Ofelia
Ofelia protesto mientras golpeaba la mesa con ambas manos.
A diferencia del resto del imperio, la cultura de Rulma no valoraba la castidad femenina. De hecho, era completamente lo contrario y se veía la promiscuidad como un rasgo positivo.
– Mmm, bueno entonces creo que mejor si me saltó todos estos comentarios maliciosos de su alteza Ainia, sobre usted y su renuncia a llevar esclavos a su alcoba. – Talestris
– ¡Por favor hazlo! – Ofelia
Rápidamente Talestris paso la página, mientras veía por el rabillo del ojo a Ofelia frotarse las sienes.
– Oh, aquí hay algo interesante. Al parecer la octava compañía repelió una nueva incursión de los elfos cerca del punto de control número 23. – Talestris
Al escuchar está información, Ofelia rápidamente se levantó de la mesa.
– ¿Que? ¡¿Cuando fue eso?! – Ofelia
– Hace tres noches, justo una semana después de que usted saliera. – Talestris
Ante estas palabras Ofelia rápidamente se hundió en sus pensamientos, mientras comenzaba a caminar en círculos.
– ¿Sucede algo su alteza? – Talestris
Ante tan repentino cambio, Talestris no pudo evitar formular la pregunta.
– Esos arrogantes trepa árboles están tramando algo. Durante los últimos meses las compañías a mi cargo han reportado pequeñas perturbaciones en el bosque. – Ofelia
– ¿Supongo que fue Erina? – Talestris
Erina era una scout qué por alguna razón se había ganado el favor de la princesa Ofelia. Ellas se habían conocido cuando la princesa presto apoyo a su compañía, en la subyugación de una hidra. Después de eso, Ofelia se había encaprichado tanto con ella qué consiguió transferirles a sus tropas personales.
– Esa mestiza tiene una muy buena intuición. Además, yo también encuentro sospechosos los incidentes recientes en la frontera con las montañas Adelite. – Ofelia
– ¿Se refiere a los ataques recientes de bestias mágicas? – Talestris
– A ellos, pero sobré todo al descenso en el flujo de agua de los ríos que deciden de las montañas. Es casi como, si los elfos estuvieran construyendo algo que necesita una gran cantidad de agua. – Ofelia
Ante la expresión seria de su maestra Talestris tampoco pudo evitar tener un mal presentimiento.
– ¿Quizás están fundiendo mitril para fabricar equipo para una nueva guerra? – Talestris
Los elfos eran bien conocidos por tener una dependencia bastante grande del mitril. En realidad, en este mundo existían muchos y muy variados metales con propiedades mágicas, pero los elfos se negaban a usar otro que no fuera el mitril. Era un rasgo tan marcado, que incluso existía una asociación entre la imagen de ambos en la cultura general.
En pocas palabras (elfos=mitril).
– No, lo primero que hice fue ordenar que un alquimista analizará el agua en busca de residuos. Además, aún no han pasado 300 años desde la última guerra, dudo seriamente que hayan repuesto toda la carne de cañón que perdieron en ese entonces. Y los secuestros de nuestro lado se han mantenido al mínimo, así que tampoco creó que cuenten con suficiente mano de obra para sus tan preciadas minas. – Ofelia
Los elfos eran una raza mágica dividida en dos subtipos. Primero los grandes elfos, los cuales eran el equivalente a una sangre noble para los de su especie. Y segundo, los elfos comunes que venían siendo como los plebeyos.
Normalmente un soldado elfo incluso siendo de baja casta constituía una amenaza real en el campo de batalla para grupos de hasta 6 soldados mágicos. Ya ni se menciona un gran elfo, en cuyo caso se necesitaba tres sangres nobles para encararlo.
Sin embargo, los elfos tenían una debilidad crucial, y era su número y lenta reproducción. Un elfo común tardaba 200 años en alcanzar la madures sexual, una cifra ridícula cuando se consideraba que su esperanza de vida era de unos 500 años. Y si a eso se le sumaba factores como baja fertilidad, poco instinto reproductivo y una naturaleza estrictamente monógama. Uno podía comprender como un reino como Rulma, se las arreglaba para defenderse.
– Todo es cuestión de números y estrategia. – Talestris
Talestris murmuro las palabras que su mentora siempre le decía.
– Mientras esos arrogantes, caras pálidas de sus líderes no cambien su manera de pensar, la victoria será nuestra. Solo debemos seguir quemando sus defensas y obstaculizando sus cadenas de suministro y en 40 años más, las mesetas estarán a nuestro alcance. Pero solo si siguen ciegos por su arrogancia cómo hasta ahora. – Ofelia
Ofelia pronunció esa última oración como un tono meditativo. Después de todo, cuando ella se volviera oficialmente una adulta sería su responsabilidad dirigir las operaciones contra los elfos. Aunque quién se encargaría de dar el golpe decisivo en 40 años no sería ella sino…
– Dime ¿Capturaron algún elfo con vida de la incursión? – Ofelia
Ofelia formuló la pregunta mientras detenía su andar. Talestris por otro lado no pudo evitar sonreír en respuesta ante los hábitos de su maestra.
– La carta dice que capturaron a 3 con vida, pero uno murió ante el trato tosco de la líder de la compañía. Al parecer su alteza Ainia, interrogó a los otros dos en su alcoba cómo es su costumbre, sin embargo, no obtuvo información relevante. – Talestris
Ante tales palabras, Ofelia no pudo evitar suspirar antes de volver a tomar asiento.
– Envíale una carta urgente a mi hermana. Dile no ponga en venta a los prisioneros, antes de que yo vuelva y pueda interrogarlos cómo es debido. Si ella cumple con mi solicitud, abogare a su favor, la siguiente vez que mamá tenga que enviar a alguien a la capital. – Ofelia
– Como ordené su alteza. – Talestris
*Golpe* *Golpe* *Golpe*
Apenas Talestris hizo su reverencia bajando la cabeza, alguien llamo a la puerta de la habitación.
– Adelante, espero que sean buenas noticias o utilizaré sus gordos traseros como diana de entrenamiento. – Ofelia
Ante el permiso concedido por Ofelia una temblorosa sirvienta (Nota: es una profesional, Maid) entro a la habitación.
– Su alteza, la hija menor de la casa Florenst solicita reunirse con usted.
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De entre todas las casas nobles que residían en la capital imperial, la casa del conde Florenst no destacaba en ninguna sola área.
No tenían buena cabeza en lo académico o en lo militar. Ni mucho menos, tenían miembros que destacarán por su apariencia o su magia.
Incluso en la política solo eran unos más del montón.
Sabiendo esto entonces ¿Porque la hija menor de una familia tan insulsa tendría el descaro de presentarse a las puertas del palacio de la familia real de Rulma, sin invitación, ni previo aviso?
– Su majestad me disculpo, por mi terrible descortesía al visitarle sin ningún previo aviso, pero en cuanto está mercancía llegó a mis manos. Supe instintivamente, que ganaría su furia si dejaba pasar siquiera un día sin mostrársela.
Tomando asiento frente a Ofelia se encontraba una educada chica de unos 16 años. Ella era Henrietta hija menor de la casa del conde Florenst.
Si a Ofelia le pidieran describir con una sola palabra la apariencia de la chica. Respondería sin dudar “humilde”.
Y no era para menos, después de todo su rostro sencillo, cabello castaño claro y sus ojos verdes, eran tan comunes qué solo tenías que cambiar su atuendo y peinado para hacerla indiferenciable de una plebeya.
– Muéstrame lo que conseguiste, si consideró que vale la pena podrás librarte de un castigo. – Ofelia
Ofelia respondió con un tono cortante mientras hacía gala de su porte real. Más, sin embargo, solo obtuvo como respuesta una intrépida sonrisa de negocios.
– Si después de ver el contenido de esta caja, considera que he desperdiciado su valioso tiempo, con gusto aceptaré cualquier castigo que me imponga. – Henrietta
Sin dudar ni un segundo, Henrietta le da la señal a su sirvienta. Quién rápidamente presento ante Talestris una lujosa caja de madera.
Tal y como dicta el protocolo, Talestris inspecciono la superficie de la caja antes de abrirla y confirmar que era segura. No fue hasta entonces, que fue presentada ante Ofelia.
– Joyas… No, pero tampoco son piedras de mana. Ni simples piezas de cristal de colores. ¿Son ocaso, lo que creo que son? – Ofelia
Cómo la amante de las joyas que era, Ofelia podía discernir a simple vista cualquier piedra preciosa que se le colocará enfrente. Más, sin embargo, lo que ahora tenía frente a ella era algo completamente distinto, pero a la vez más difícil de obtener que una joya.
– Como esperaba de su majestad, no hay nada que se escape de su aguda mirada. Cómo ya habrá notado esta mercancía no proviene de los canales habituales. Es más, como un artículo de edición limitada que, por azares del destino termino en mis manos. – Henrietta
Ante las implicaciones ocultas en esas palabras, Ofelia estrecho mucho los ojos antes de abrir la boca.
– Talestris. – Ofelia
Apenas fue llamada la mujer vestida de mayordomo tomo del interior de la caja un cristal de color verde y se lo llevó a la boca. Para sorpresa de todos los presentes (a excepción de Henrietta y su sirvienta) el rostro severo y estoico de Talestris floreció como una flor.
– ¡Kyaaaa! ¡No lo puedo creer! ¡Esto sabe a fruta mine recién madura! – Talestris
Con ojos incrédulos Ofelia observó a su asistente hacer una expresión tonta, mientras se cubría las mejillas con ambas manos.
– Imposible. ¡Simplemente es imposible! ¡Nuestros mejores artesanos llevan décadas tratando de hacer caramelo con sabor a fruta mine! ¡¿Y ahora me dices que alguien se nos adelantó?! – Ofelia
– No solo hay fruta mine su alteza. Adelante pruebe alguno de los otros colores y dígame sus impresiones. – Henrietta
Ante la oferta de Henrietta, Ofelia miro con recelo las coloridas piezas de caramelo. Había de 6 colores distintos, cada uno con una forma distinta que evocaba la imagen de piedras preciosa como esmeraldas, diamantes, rubíes y zafiros.
Pero el dulce que al final llamo su atención fue uno que apenas era discernible de una amatista, que curiosamente era la joya emblema de Rulma.
– Si este caramelo es tan bueno como lo anuncias, te marcharas de aquí con mi respaldo financiero a cuestas. De lo contrario, será mejor que te prepares para nunca volver a mostrar tu rostro en este palacio. – Ofelia
Ante la advertencia lanzada, Henrietta se mantuvo tranquila y espero pacientemente la opinión de su cliente.
Ofelia por otro lado enfocó su completa atención en el caramelo que había escogido. Tras una rápida inspección visual en la que evaluó la claridad y pureza del caramelo, paso sin más a la degustación.
Tan pronto como la golosina tocó su lengua, un sabor familiar se extendió por su boca. Era una sensación que ella misma nunca llegó a esperar encontrar, en un simple caramelo. Un dulzor que no empalagaba, ni tampoco escaldaba la lengua siendo casi celestial.
– ¡Dime de donde sacaste estos dulces! Pagare cualquier cantidad de dinero que tu solicites. ¡Más un extra si me das el nombre del genio detrás de ellos! – Ofelia
Luchando con el creciente impulso de tragar el caramelo en su boca Ofelia exclamó.
– Más que dinero, lo que quiero de su majestad es su cooperación en un proyecto. – Henrietta
Henrietta se tomó una pausa para tomar un sorbo de su taza de té. A leguas se podía ver lo placida qué se encontraba, por el desarrollo de las negociaciones.
– Como habrá notado, la materia prima con la que se elaboraron estos caramelos no es algo que se conseguir en el mercado actualmente. – Henrietta
Dentro del imperio se comercializaba con al menos tres tipos distintos de azúcar.
El primero y más básico de todos era la azúcar de rega, esta se obtiene de la raíz de una planta trepadora del mismo nombre y era de muy mala calidad aparte de que escaldaba la lengua.
En segundo lugar, se encontraba la azúcar de arena, está se no se producía dentro del imperio y solo podía ser importada desde los países al interior del mar de arena. Su nombre provenía de su parecido con la arena del desierto y su elaboración, era un secreto duramente resguardado por los países de dónde provenía. Esta era cara, pero al mismo tiempo lo suficientemente accesible para que una familia plebeya rica pueda tenerla en su cocina.
Y en tercer lugar se encontraba la azúcar blanca, está era por un amplio margen la más cara y escasa de las tres, siendo enteramente monopolizada por los altos nobles. Esta tampoco se producía dentro del imperio y era únicamente comerciada a través de un solo puerto marítimo. El Puerto de Tablas, ubicado en el reino de Rulma.
Sabiendo esto, ahora era más comprensible porque Ofelia se había mostrado tan cauta cuando Henrietta dijo que “esta mercancía no proviene de los canales habituales” lo cual, significaba que había un nuevo posible competidor en el mercado.
Y ahora lo había confirmado.
– Adelante, di de dónde proviene está azúcar y si podemos hacernos con el mercado de la misma. – Ofelia
Rápidamente Ofelia comenzó a contemplar todas las opciones en su mente, así como los riesgos y beneficios que podía hacerse con ellas.
– Primero que nada, debo reconocer que en este momento posiblemente está no sea la única reunión que está tocando este tema aquí en la capital. Después de todo, ante algo tan grande, seguramente la información ya debe haberse filtrado a los peces gordos. – Henrietta
Ante tal insinuación, Ofelia unió cabos sueltos inmediatamente.
– La asamblea. – Ofelia
– Exactamente, según mi informante la razón por la que se solicitó la presencia en persona de su majestad de Rulma en la asamblea de mañana, fue para hacer pública la aparición de un nuevo competidor en el mercado y llegar lo más rápido posible a un acuerdo al respecto. Pero no solo eso, también se revelará que la azúcar proviene de un nuevo nido de monstruos. – Henrietta
Ante tan escandalosas palabras Ofelia se puso de pie y golpeó la mesa con ambas manos, a la vez que Talestris rápidamente inmovilizó a la sirvienta de Henrietta aplicándole una llave alrededor del cuello.
– ¡¡¿Cuánta azúcar son capaces de producir al año?!! ¡¡¿Hay bestias mágicas de nivel superior que puedan obstaculizar el proceso?!! ¡¡¡No!! ¡¡Más importante aún!! ¡¡¿Dónde rayos apareció?!!- Ofelia
Aun frente al gran bombardeo de preguntas y con su vida en juego, Henrietta mantuvo la calma.
– Fue en el feudo de Altas, bajo el gobierno de la casa Morís. Según mi informante el nido apareció hace 6 meses y desde entonces creció hasta cubrir un área, de dos veces la capital imperial. Por suerte para ellos, está a una distancia segura de sus ciudades más importante y parece haberse estabilizado. Ahora en cuanto a producción, creen que podría por si sólo desplomar los precios del mercado, si no se regula prudentemente. Más aún, cuando se tiene en cuenta que tuvieron el atrevimiento de establecer un puesto de avanzada muy cerca del corazón, cuando esté estaba creciendo. – Henrietta
Ante tan alarmante información Ofelia, tuvo el impulso de salir corriendo a informar personalmente a su madre. Después de todo junto con la ganadería y los esclavos elfos. La azúcar, constituía uno de los pilares fundamentales en la economía de Rulma.
Sin embargo, la parte racional de su mente analizó la situación y se dio cuenta que poco o nada cambiaría a estas alturas. Por otro lado, la chica frente a ella parecía tener algo entre manos.
– Dime, ¿Cómo fue que conde Florenst, se hizo de una información tan importante? – Ofelia
Con la vista de un halcón Ofelia analizó a la chica de aspecto simple frente a ella.
– Creo que a malentendido algo su alteza. Mi familia no tiene ni la menor idea de esta información. Esto es algo, que conseguí a través de mis propios canales personales. – Henrietta
Una sonrisa apareció en los labios de Ofelia al darse cuenta, que aquel presentimiento que tuvo la primera vez que conoció a Henrietta había dado en el blanco.
Esta chica no era para nada, lo que aparentaba ser.
– Escúpelo, dependiendo de lo que salga de tus labios juzgaré, si vale la pena ocultar todo esto de los oídos de mi madre. – Ofelia
– Mi familia me comprometió contra mi voluntad, con un joven caballero hace un año. Él es alguien de… “talentos bastantes limitados” aunque bastante racional. En fin, hoy temprano por la mañana, su hermano menor se presentó en uno de mis talleres, con la caja de dulces y una carta bastante interesante. Él trabaja como guardia de caravanas comerciales, dentro del feudo Altas y al parecer tiene un romance, con una sirvienta que trabaja en una de las fincas de la casa Morís. La maestra a la que sirve la chica, resulta ser la sexta hija del vizconde Morís, su nombre es Bonnie y por lo que puedo intuir por la carta, es alguien que se adapta a sus gustos. Lo que ella ofrece, es un punto de contacto, así como un suministro seguro, a cambio quiere un intermediario de confianza, para distribuir la mercancía, así como respaldo legal. Claro, todo fuera de la mirada de la propia casa Morís. – Henrietta
Tras escuchar la oferta, Ofelia se hundió profundamente en sus pensamientos mientras soportaba el impulso de comenzar a caminar en círculos. Pero en su mente, rápidamente se topó con el primer problema.
– Si mi madre negocia en persona junto el resto de comerciantes, lo más seguro es que se logre un convenio para estandarizar el precio de la azúcar. En cuyo caso seguramente se pondrán restricciones a la exportación de azúcar fuera del feudo Altas. Aún si logramos sacar la azúcar burlando las restricciones, nos meteríamos en demasiados problemas con el ministerio de fianzas. – Ofelia
En la mente de Ofelia aún perduraba el recuerdo, de lo duró que había sido el año fiscal pasado. Normalmente los nobles solían usar algunos trucos en los números que reportaban al ministerio, todo por supuesto para pagar menos impuestos. Pero justo hace 7 meses fue como si al ministerio le hubieran salido ojos extra. No importaba los trucos que se usarán, o como se endulzarán los registros, el ministerio siempre se daba cuenta y veía a través de los más enredados engaños.
– Es por eso que está oferta es perfecta para usted su alteza. El verdadero truco está en que usted logré interferir en la decisión de la reina para crear un hueco legal que nos permita hacer nuestros negocios. – Henrietta
Acérrimo: Que es decidido, convencido, tenaz o extremado en relación con algo.
Insulsa: Que es soso y no tiene gracia o interés.