El Harem del Emperador - 41. Después de la tercera visita 1
– Maldición ¿Porque no puedo tener una noche de diversión normal para variar?
Observando a los doctores partir, maldije para todos los presentes en la habitación.
– Maestro Vettel, deje de refunfuñar y tómese la medicina de una vez.
Mis ojos se posaron en el vaso de cristal que sostenía en mis manos. Ahí emanando un olor bastante ocre, se encontraba un sospechoso líquido violeta.
– (suspiró) Bueno aquí vamos… * Trago* *tragó* Ugh, esto sabe a agua de cañería.
Mientras así muecas, entregué el vaso ahora vacío a Claudia.
– Tomé, le hice un poco de su jugo favorito, para que se pasé lo amargo de la medicina.
Inmediatamente acepté su oferta.
– Lo aceptaré, pero déjame decirte Claudia, que no me gusta que me sigas tratando como un niño.
– Sí, si, como usted diga maestro. Ahora aquí tiene su desayuno.
A la señal de Claudia, una Maid trajo una bandeja con un par de emparedados en ella.
– ¡Nana! Te eh dicho varias veces que no me gustan los bordes en mis emparedados.
Respondí inflado las mejillas y negándome a comer.
– (suspiro) Maestro Vettel, los bordes son buenos para su salud. No sea quisquilloso y cómaselos como el buen niño que usted es.
Actuando como una madre cansada, Claudia se llevó la mano a la frente. Yo por mi parte me metí aún más en mi papel y comencé a hacer rabietas mientras permanecía en la cama.
– ¡No quiero! ¡Córtalos Nana! ¡Corta los bordes!
– Vamos, terminé su desayuno y salga a tomar un poco de sol. Si se come todo, le diré a Olivia que lleve a Willy con usted, para que jueguen en el jardín.
Al escuchar tan tentadora oferta, no pude evitar salir de mi papel.
– ¿Enserio?
– (asentir)
– ¡Gracias nana!
Rápidamente tome el primero de los emparedados y le di una gran mordida. Al ver esto Claudia sonrió, para acto seguido hacer una reverencia y marcharse.
Ahora solo quedábamos yo, y la maid en guardia en la habitación.
.
..
…
– Su mami no quiso cortarle los bordes a sus emparedados ¿He?
– Puedes burlarte todo lo que quieras, pero no voy a devolverá tu dinero Regina.
– Tsk.
Ignorando a la malestar Maid en la habitación, me concentré en mis emparedados.
En los últimos días había reforzado mis esfuerzos por actuar de manera infantil. Quería engañar a cualquier posible espía que me estuviera observando, así como enmascarar cualquiera de mis comportamientos extraños anteriores.
Desde aquella vez que atrapé a la abuela charlando con aquella misteriosa persona. Supe que me había confiado demasiado.
Algo que ahora que lo pienso fue realmente estúpido de mi parte, no haberme hecho preguntas sobre el cómo ese maldito había logrado destapar mis incursiones nocturnas. Si las cosas hubieran seguido de esa manera por más tiempo, tarde o temprano hubiera cometido un error fatal.
– * masticar* Garnet como siempre se lució con la comida.
Murmurando para mí mismo, alabe los esfuerzos de la cocinera principal del palacio ámbar. Cómo siempre la comida era una de esas pocas cosas que casi hacía que valiera la pena vivir en esta jaula dorada.
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[Palacio de la familia real de Rulma. Distrito de alta nobleza Sur.]
– ¡Para de reírte madre! ¡No es gracioso en lo absoluto! ¡En lo absoluto! ¡Mi maná se ha ido! ¡Se esfumó! ¡Este egoísta se lo ha llevó todo!
– ¡Jajaja, jajaja! ¡Fascinante! ¡Simplemente fascinante! ¡Nuestra familia no había visto un “optimum conceptum” desde los tiempos de tu tatara abuela! ¡Nunca hubiera imaginado que el muchacho estaría a la altura de mi propia sangre!
– ¡¿Me estás siquiera escuchando madre?!
Mirando la escena a poca distancia, Talestris no pudo evitar soltar un gran suspiro.
Apenas Caliope volvió de la asamblea está había decidido reunirse con su hija. Gracias a ello se había enterado de primera mano, que su futuro nieta (o) había sido concedido con las más altas específicas iones que se podían desear.
– ¡Esto tengo que celebrarlo! ¡Ya se! ¡Destapare algunos de los barriles de vino que ese santurrón del marqués Luxor, acaba de regalare está misma tarde!
– ¡¡¿Podrías fingir por un segundo que te interesa mi opinión?!!
Entre su joven ama gritando desdé la cama y la alegré Caliope literalmente bailando de alegría. Telestris podía sentir como una jaqueca le sobrevenía de repente.
Si bien la reina y la princesa, rara vez estaban en sincronía. No era habitual ver escenas como estás.
– ¡Oh! Por cierto Ofelia, ya conseguí al chico que funcionará como pantalla. Es un reproductor con muy altas específicas iones… Bueno, no tan altas si lo comparamos con el verdadero padre. En fin, ordenaré a los sirvientes traerlo a tu habitación está noche. Telestris, tú te encargarás de embriagarlo y montar la escena, solo procura que el este convencido de que durmió con Ofelia. El muchacho es un cretino y un boca floja como pocos, pero es de la facción Tudor. Con su cooperación, alejaremos cualquier sospecha de nuestro lado.
– ¿Puedo golpearlo un poco?
Ante la repentina pregunta planteada por su hija, Caliope sonreía con la misma gracia que una jovencita traviesa.
– Pero por supuesto, siéntete libre de desquitarte tanto como quieras, pero no atentes contra su vida por supuesto. Recuerda que lo necesitamos para aparentar.
Ante las palabras de su madre una sonrisa se formó en la cara de Ofelia, tan alegre estaba por esa concesión, que comenzó a tronar sus nudillos. Ella confiaba poder recuperar algo de maná antes de la cita programada, y quizás así poder deshacerse de la frustración de no haber podido golpear al verdadero padre del bebé que se encontraba en su vientre.
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[Oficinas centrales del ministerio de finanzas. Ciudadela del casillo.]
– La casa Bashar no aceptará ningún acuerdo, a menos claro, que se nos permita enviar a un representante para inspeccionar el proceso de producción de azúcar. Y ese punto es innegociable.
– La casa Berwick también desea enviar a al menos un experto, antes de siquiera contemplar cualquier acuerdo.
– Lord Graham, la casa Paris ha sido por mucho tiempo leal a la facción Lafou. Pero en vista de su actuar reciente, nos vemos en la necesidad cuestionar los intereses del ministerio. Si usted pretende que prestemos nuestras rutas para la distribución de la azúcar, necesitaremos algo más que solo información de tercera mano.
Al interior de una elegante sala de reuniones, los representantes de tres importantes casa nobles, sostenían una reunión de negocios con el ministro de finanzas.
– Nuevamente les ruego calma caballeros. Les puedo garantizar que no existen segundas intenciones detrás de este anuncio. La casa Morris así como el ministerio, estábamos cocientes de que está noticia causaría fricciones. Fue por ello y las condiciones especiales que rodean la producción de azúcar, que se tomó la decisión de dar la noticia lo más pronto posible.
Las palabras del lord Graham fueron recibidas con frío escepticismo por todos los presentes. Sin embargo, esto no pareció afectarle en lo más mínimo él.
– Muy bien, de acuerdo. Si está es la única condición que permitirá sacar adelante el acuerdo, qué así sea. La casa Morris ya estaba preparada desde un comienzo para este escenario. El ministerio de finanzas planea enviar una aeronave con algunos funcionarios a finales de mes. Si lo desean pueden reunir a sus representantes y hacer el viaje juntos para ahorrar tiempo y evitar incidentes innecesarios.
Frente a la propuesta lanzada, todos los presentes se miraron los unos a los otros con palpable desconfianza. Pero a pesar del silencio ninguno se opuso a la idea.
– También permítame decirles que un grupo de eruditos de la academia, se unirá al viaje para una investigación. Si ustedes eligen a un representante capaz, incluso podrían acompañarlos a una incursión al núcleo del nido.
Cómo si les estuviera dando un último empujón, lord Graham agrego esa información como un dulce adicional. Dicho viaje no solo les estaría dando a estos nobles toda la información sobre la obtención de la azúcar, sino también, les daría información importante sobre el origen de dicho nido.
– La casa Bashar acepta estás condiciones.
– La casa Berwick también acepta la propuesta.
– La casa Paris tampoco tiene razones para negarse.
Con la aceptación unánime de todos los presentes, el viaje había quedado acordado. Con ello el ministerio de finanzas había logrado hacerse con el apoyo necesario, para comenzar a hacer circular la nueva azúcar por todo el norte, este y oeste del imperio. Sin embargo, mientras Rulma se negara a sentarse a negociar, el sur quedaría fuera durante un tiempo más.
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[ zona de muelles. River silver. Ciudad de Castfor]
En una de las habitación de una posada de cercana a los muelles, una figura envuelta en ropas negras y con una máscara blanca con una expresión de jubiló conversaba con un hombre.
– ¿La chica se recuperará a tiempo para la reunión?
– La señorita solo se encuentra algo mareada por el viaje en barco. Es solo un asunto menor, le garantizo que estará en forma mucho antes de la hora acordada.
Luciendo visiblemente incómodo por la presencia del asesino, el hombre se limpió el sudor de la frente con su mano temblorosa.
– Eso esperamos.
Volteando la mirada a una de las esquinas de la habitación, el asesino pudo observar a la chica durmiendo sobré la cama, aún con su ropa de viaje puesta.
– Se lo garantizo mi señor, nosotros la casa Morris no defraudaremos a nuestro benefactor.
Tras esas palabras, el asesino comenzó a hundirse en su propia sombra dejando unas últimas palabras atrás antes de desaparecer.
– Mi maestro solo quiere que sepa, que los está observando.
Tras ver al asesino desaparecer frente a sus ojos, el hombre no pudo evitar caer de rodillas justo donde se encontraba. Después de todo el solo era un simple plebeyo, un vendedor ambulante que aún ahora se preguntaba cómo rayos había terminado envuelto en toda esta mierda.