El Harem del Emperador - 43. El misterio de la biblioteca.
< Academia de Maids Vald, oficina de Claudia>
– ¿Búsqueda del tesoro? ¿En la biblioteca dijiste?
– Si, esas fueron las palabras exactas que usó el muchacho.
Claudia dejó aún lado el documento en el que se encontraba trabajando, para observar al asesino parado frente a su escritorio.
– Normalmente no le daría mucha importancia a este asunto, pero…
– El tiene sangre Lafou corriendo por sus venas, así como curiosidad innata. Si por accidente se topa con algún mecanismo mágico oculto, como esas trampillas, podríamos terminar con un nuevo dolor de cabeza entré manos.
– ¿Su majestad que dijo?
– Dijo que lo dejáramos ser. Que te informara y solo interfiera si encontraba algo demasiado valioso o peligroso.
Tras escuchar el informe del asesino, Claudia soltó un suspiro y comenzó a organizar su escritorio.
– Iré ahora mismo.
Declaró levantándose de su asiento.
– No quiero repetir el mismo error que con esa tortuga.
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<POV: Vettel>
– ¡¡Hup!! *Empujar* ¡¡Hup!! *Empujar* … ¡Vamos muévete mueble inútil!
– Linet, aprecio mucho tu entusiasmo, pero estoy convencido de que esto es uno de esos acertijos que no se resuelven con fuerza bruta.
– ¡Tonterías! Ya verá como revelo la entrada oculta en un santiamén. Solo necesito hacer más fuerza con la espalda y… *Crack* ¡?
– Por favor, dime qué ese sonido no vino de tu espalda.
– *sollozar* Joven maestro, *sollozar* creo que me la lastime *sollozar* la espalda.
– ¿Vez? ¡Te lo dije! Deja eso y ven a recostarte en una banca. Llamaré a alguien para que te lleve con un doctor.
– No se preocupe por mí joven maestro, *sollozar* solo déjeme tomar un descanso y en unos minutos estaré como nueva.
Luciendo visiblemente afligida por el dolor, Linet hizo su mejor esfuerzo por contener las lágrimas y mantener su dignidad intacta. Pero verla apartarse del librero y comenzar a caminar como una anciana encorvada realmente no ayudaba para nada a la imagen de confiable hermana mayor que pretendía construir.
– ¿Estás realmente segura de que no quieres que llame a un doctor?
Mire intrigado a Linet, mientras se acostaba boca abajo y sacaba de entré sus ropas un llamativo vial de cristal lleno de un líquido azul.
– Solo necesito un poco de medicina y estaré de regreso en un par de minutos.
Con una obvia expresión de desagradó, Linet removió el corcho del vial y bebió su contenido de un solo trago.
– ¡¡Wheeeck!! ¡¡Que amargó~!!
Tras verla beber la misteriosa medicina, dirigí mi atención al libro en mis manos.
– (Estamos en el lugar correcto, eso es obvio por el número de sección en los estantes. Y tampoco me cabe dudas de que ese librero debe estar ocultando la entrada. Sin embargo ¿Cómo consigo que la entrada se revele?)
La biblioteca que contenía el ala Este era enorme, tanto así que sentía que me tomaría no menos de diez vidas leerlos todos los libros en sus estantes.
De hecho existía una Maid bibliotecaria, pero está se encontraba tan ocupada que solo la había visto un par de veces en este mes.
– Me rindo.
Solte un pesado suspiro, mientras me dejaba caer sobre la banca contraria a la que descansaba Linet.
– Por más que intento encontrar alguna pista en la ilustración, simplemente no encuentro nada. Honestamente creí que habría una pista que nos guiaría en los alrededores. Pero ya revise todo ¡Todo! ¡Los libros el propio librero e incluso la alfombra! (Suspiro) Pero no hay nada. Supongo que fue demasiado ingenuo de mi parte, creer que sería un misterio que podría resolver en una tarde. Después de todo, si fuera tan fácil como decir “ábrete sésamo”, la entrada habría sido descubierta hace mucho.
* Click *
– ¡¿?!
– ¡¿?!
Ambos levantamos la mirada tan pronto nuestros oídos captaron aquel inesperado sonido. Poco después, nuestros ojos fueron testigos de cómo el librero que había permanecido inamovible, comenzaba a desplazarse hacia la izquierda acompañado de un traqueteo.
Este inesperado desarrollo, me había hecho levantar involuntariamente una ceja.
– Dime Linet.
– ¿Si joven maestro?
– ¿Has escuchado hablar del cuento de Alibaba y los 40 ladrones?
– ¿No querrá decir Marÿana y los 40 ladrones?
– “…”
– Si mal no recuerdo, “ábrete sésamo” es la palabra mágica que el líder de la banda de ladrones utilizaba para abrir la cueva del tesoro en el cuento ¿No? La misma que Marÿana escucha por casualidad cuando es sorprendida cortando leña, y que luego utiliza para robar el tesoro ¿Verdad?
Mi mente se hizo un pequeño lío, mientras comparaba lo dicho por Linet, con mis recuerdos del cuento de mi vida pasada.
Si bien el personaje de Marÿana, existía y tenía bastante protagonismo en la versión que recordaba. Ella no era la verdadera protagonista, si no Ali baba. Es más, estaba completamente seguro que quien se topaba con la banda de ladrones al comienzo del cuento era él y no Marÿana como lo decía Linet.
¿Quizás cada mundo tenía su propia versión del mismo cuento?
– Hazme un favor y agrega a mi lista de libros por leer, todos los libros de cuentos que recomiendes.
Dije colocando el libro de cocina sobre la mesa y poniéndome de pie con ayuda de mi bastón.
– Creo que te haré caso y dejaré los estudios aún lado por un tiempo.
Dejando atrás aquellas palabras, comencé a caminar hacia la entrada recién revelada. Sin embargo, Linet quien se suponía debía vigilarme, le estaba costando levantarse de la banca donde se encontraba recostada.
– ¡¡Maestro Vettel!! ¡¡Esperé un minuto!! ¡¡¡Auch!!! ¡¡¿Mi espalda?!! ¡¡Maldición!! ¡¡Sabía que algo malo debían tener esas pociones si tenían tanto descuento!!
Tras detenerme un segundo y escuchar a Linet maldecir su propia tacañería, supe que está sería una oportunidad única que no debía desperdiciar.
Así que aceleré el pasó y me adentré en el misterioso pasaje sin pensar mucho las cosas.
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< Corredores del palacio ámbar, zona de exclusión >
– Tenemos un problema.
– Adelante, dilo.
Mientras Claudia “caminaba” a toda velocidad rumbo a la biblioteca, el asesino la llamó desdé su sombra.
Una de las características más destacadas de las maids, era sin duda su forma de andar. La propiedad y la elegancia, eran dos cosas muy importantes que las Maids debían esforzarse por conservar en todo momento.
Y Claudia por supuesto no era la excepción.
Incluso ahora mientras un mal presentimiento oprimía su pecho, ella conservaba su forma de andar suave y refinada.
– Nuestro mal presentimiento dio justo en el blanco. El muchacho descubrió un pasaje oculto dentro de una barrera de sexto nivel. Quién sea que la haya edificado, uso una reliquia muy antigua para ello. Uno de mis hombres se adelantó para investigar el interior, pero se topó con una puerta con el mismo sello que la bóveda del tesoro de la familia. Pero lo más alarmante, es que la Maid que vigila al muchacho se quedó fuera del juego debido a una lesión de espalda.
Apenas la última del informe fue dicha, Claudia se detuvo en secó y miro de reojo su sombra.
– ¿Que digo su alteza? ¿Cuáles fueron sus órdenes?
Con notable ansiedad en su voz ella buscó una respuesta.
– Su respuesta fue “La curiosidad es combustible de grandes mentes. Si la única otra cosa que tiene de valor ese muchacho es su mente, no esperes que evite que meta la mano en la boca de la serpiente para saciar su curiosidad. Es tu decisión, pero recuerda que no siempre podrás estar a su lado para protegerlo.”
– ¿Eso fue todo lo que dijo?
– Si, ese fue todo su mensaje.
En completo silencio Claudia bajo la mirada, lo cual hizo pensar al asesino que se había rendido. Pero un segundo después, su maná comenzó a manifestarse poniéndolo en alerta.
Casi al mismo tiempo varios círculos mágicos se manifestaron a su alrededor, todos ellos hechizos de elemento viento.
– Si sigues siendo tan sobre protectora, ese niño nunca se convertirá en un hombre.
Haciendo oídos sordos al reclamo del asesino, Claudia se arrodilló sobré la alfombra y adoptó postura de salida.
Fue tal la naturalidad con la que lo hizo, que si alguien de la tierra la viera podría compararla con un corredor profesional. Claro de no ser por el único detalle de su uniforme de maid.
– *TSK* Tenía que pasar esto gusto cuando tenía planeado darles a esas niñas una paliza por jugar carreras en los pasillos.
Tras es último comentario, que sonaba más un reclamo. Claudia salió disparada, corriendo como un auténtico vendaval atreves de los pasillos.
Pocas personas sabían esto, pero Claudia ostentaba el título de la Maid más rápida de la historia.
Siempre que se tratara de velocidad, precisión y control, sencillamente no había nadie que se le comparará.
Y si bien, en lo que respeta a fuerza y la resistencia también se encontraba muy por encima del resto. El título de la Maid más fuerte de la historia, pertenecía a otra persona a quien Claudia respetaba profundamente.
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<POV: Vettel>
– ¿Hola? ¿Hay alguien aquí? … ¿Nadie?
Cautelosamente empujé la puerta dorada que hace unos segundos se había abierto misteriosamente frente a mí.
Sin embargo, a pesar de llamar en repetidas ocasiones no obtuve respuesta alguna. Pero eso lejos de tranquilizarme me hizo elevar la guardia aún más.
– ¡¡Maestro Vettel!! ¡¡¿Esta todo bien ahí abajo?!!
A mis espaldas escuché la voz de Linet llamándome desde el hueco de las escaleras.
– ¡Estoy bien Linet! ¡Pero la puerta misteriosa que te mencioné se abrió sola cuando me acerque a ella!
Utilizando mis manos como un altavoz comunique a Linet mi situación elevando la voz lo más que podía.
– ¡¡Por la descripción que me dio, debe tratarse de una puerta mágica que solo permite a ciertas personas pasar!! ¡¡Son muy comunes entre los altos nobles, pero no le recomiendo entrar. Una vez la cruce, nadie que no cumpla los criterios podrá ayudarlo si pasa algo malo!!
– ¡Ok comprendo!
– ¡¡¿Puede ver qué hay dentro de la habitación desdé donde usted se encuentra?!!
– ¡¿Te mueres de curiosidad por saber hay un tesoro, verdad?!
– ¡¡Oh, vamos!!
– ¡Esta bien, te diré que es lo que puedo ver desde aquí!
Tras dejar a Linet a un lado, me di la vuelta y miré al interior de la misteriosa habitación, sin cruzar el umbral de la puerta.
– Demasiado limpió para estar abandonado.
Lo primero que me llamó la atención, fue un elegante escrito blanco con muchos relieves de lirios. Sobre el reposaban varios artículos de oficina de muy alta calidad, siento el más destacado un juego de plumas fuente.
– [ De alguna forma parecen más costosas que la pluma que Claudia consiguió para mí… No, mala idea, no vale la pena jugarme el pellejo por algo tan banal]
Sacudiendo la codicia de mi cabeza, seguí explorando el interior de la habitación. Mis ojos pronto se toparon con varios libreros, algunos de los cuales estaban casi vacíos.
Pero no fue hasta que empujé más la puerta, que mis ojos se toparon con otra vista que me hizo replantearme arriesgarme y entrar por un momento.
– [Diablos siempre quise uno de esos y ahora tengo un estante lleno frente a mí… Espera un segundo ¡No me lo creo! ¡Enserio no lo puedo creer! ¡No sólo hay modelos de vela! ¡También hay modelos a vapor! ¡¿Incluso… Dirigibles?!]
Completamente emocionado por mi descubrimiento rápidamente le comunique las nuevas noticias a Linet.
– ¡Linet, no lo vas a creer! ¡Aquí abajo hay un estante lleno de barcos en botellas de cristal! ¡Barcos en botellas de cristal y algunos son enormes!
– ¡¡¿Barcos en botellas?!! ¡¡¿Esta seguro que no hay algo más valioso cómo piedras mágicas o lingotes de metal celeste?!! ¡¡Incluso algo de vino estaría bien!!
Decepcionado por la respuesta de Linet, seguí con mi informe.
– ¡Lamentó decepcionarte, pero este lugar parece ser un estudio y no una bóveda del tesoro!
– ¡¡¿Enserio?!!
– ¡Si!
Tras responder a Linet, empujé la puerta con la punta del pie dejándola abierta de par en par.
– ¡Lo más cercano a un tesoro que hay aquí, es posiblemente un collar que porta un busto de una mujer!
Tan pronto mencioné el collar, pude sentir una mano invisible que tiró de mi hombro tratando de hacer que retrocediera.
Pero instintivamente me resistí, tratando de defenderme con mi bastón abanicándolo con todas mis fuerzas.
– ¡Qué demonios!
Sin embargo, mi golpe a ciegas fallo magníficamente, lo que provocó que golpeara la puerta con mi bastón y perdiera el equilibrio cayendo de bruces al interior de la habitación.
– ¡¡Maestro Vettel!! ¡¡¿Sucedió algo?!! ¡¡Maestro responda!! ¡¡Rachel!! ¡¡Rachel!! ¡¡¿Dónde estás cuando más se te necesita tonto ratón de biblioteca?!!
Tan pronto me recuperé del shock de la caída, trate de levantar la voz para tranquilizar a la histérica Linet. Pero antes de reunir el aliento suficiente, una sensación extraña asaltó mi cuerpo.
Fue como si toda la sangre dentro de mi cuerpo se agitara y retorciera.
Gruñí y me retorcí en el suelo, antes de lograr duras penas ponerme de pie y tratar de salir de la habitación.
Pero por extraño que parezca, antes de darme cuenta me estaba dirigiendo hacia el busto de mármol en un rincón de la habitación, en lugar de la salida.
No sabía lo que estaba pasando, era como si la sangre dentro de mi cuerpo, fuera atraído de la misma forma en que el hierro es atraído por un imán.
– ¡¿Es el collar?!!
Completamente aterrado, traté de luchar y resistirme con todas mis fuerzas. Más sin embargo, ya no era ni siquiera capaz, de apartar la vista del collar frente a mí.
El collar en cuestión consistía de una fina cadena metálica de colores iridiscentes, de la cuál colgaba un gran diamante en forma de lágrima.
Sin embargo, mis ojos no fueron capaz de notar la hermosa pluma blanca atrapada en el interior del diamante, hasta que estuve a menos de un metro de él.
– ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Resiste!
Bajo el influjo sobrenatural de la joya maldita, mi brazo se extendió con la intención de tocarla. Pero para mí fortuna, una calidad mano llegó para impedirlo en medio de un vendaval.
– Usted viene conmigo.
Sin medir más palabras, Claudia me levanto en brazos y se dio media vuelta dirigiéndose a la salida.
Incluso cuando mi cuerpo luchó y trato de resistirse contra mi voluntad, ella simplemente actuó como una madre y me sostuvo con fuerza sin inmutarse.
– ¡Claudia, no sé qué me pasa a mi cuerpo, es como si una parte de mi quisiera esa joya a toda costa!
– No se preocupe maestro Vettel, le garantizo que todo acabará si nos alejamos del catalizador lo suficientemente.
– ¿Catalizador?
Varias preguntas daban vuelta dentro de mi cabeza, cuando de repente una desagradable visita asomó su arrugado rostro bloqueando la salida.
Su sincronización había sido tan perfecta, que incluso llegué a preguntarme si ya llevaba tiempo esperando afuera.