El Harem del Emperador - 55. Vulgar
[POV: Pelirroja]
Aprender siempre ha sido divertido, ya sea por influencia de la sangre Huygens, o por mi innata curiosidad. Nada me satisface más que adquirir nuevos conocimientos y llevarlos a la práctica.
Desde los tres años, edad a la que aprendí a leer, no he parado de devorar libros y meterme en problemas.
Fue a esa edad que volé las ventanas de mi habitación por primera vez conjurando magia. Y un año después me encontraba volando salas de investigación y recintos de prueba al aire libre con hechizos de mi propia autoría.
Pero mis precoces pasos en el mundo de la magia no solo dejaron tras de sí cuantiosos destrozos y daños materiales, sino también cimentaron poco a poco las bases de una revolución en la magia moderna.
*****************************************
— Me temo que la falta de sueño en los últimos días me ha afectado un poco. ¿Podrías repetir una vez más, cuál es tu deseo? — Vettel.
Frotándose las sienes, mi anfitrión preguntó con notable titubeo en su voz.
Titubeo que me hizo saber, por supuesto, que estaba en el camino correcto.
— Deseo, mi señor, que usted me permita introducir su hombría en mi boca, en lo que coloquialmente se conoce como una felación. — Pelirroja.
Con el fin de dejar afuera posibles malinterpretaciones de parte de mi anfitrión, replanteé mi deseo usando términos más formales y concordes con nuestras posiciones.
Incluso me tomé la molestia de derrochar un poco de monería con algunos gestos lindos.
¿Resultado?
Mi anfitrión una vez más quedó sin palabras, frente al ataque de esta brillante genio.
¿Espera, no está haciendo un poco de frío aquí?
Sintiendo un fuerte escalofrío levanté la vista, solo para encontrarme con una figura de pesadilla extendiendo sus brazos hacia mí.
— ¡¡Priya, atrapa a Claudia antes de que haga una locura!! — Vettel.
— !?
Lo que siguió al grito de mi anfitrión solo puede describirse como un *Zas* y un *Paf*, acompañado de cinco fuertes impactos que sacudieron la habitación. Desgraciadamente, como sólo podía observar la situación a través de mi débil vista, no me di cuenta del peligro hasta que fui levantada y sujeta sobre el regazo de alguien.
Acción que mi cerebro de súper genio identificó como el preludio de una tunda.
— Nunca en todos mis años de carrera vi tal derroche de vulgaridad e indecencia venir de parte de una joven dama noble. Supongo que fue un error de mi parte tener en tanta estima a la familia del decano. — Claudia.
— ¡¿Eh?! — Pelirroja.
Con una expresión increíblemente fría en su rostro, la maid del monóculo me sostuvo con fuerza manteniéndome tumbada sobre su regazo.
Por supuesto que mi primer pensamiento fue escapar usando el hechizo “blink”, el cual siempre había sido mi carta del triunfo en estas situaciones. Pero tan pronto comencé a construir el hechizo, una intensa presión de maná destruyó la fórmula que había construido.
— ¡¿Cómo?! — Pelirroja.
Aquella enorme presión no se encontraba imbuida en sed de sangre, ni ninguna otra emoción. Pero se había sentido tan aguda y amenazante como la punta de un cuchillo clavada contra mi espalda.
— Sé que como colega educador que es, el decano comprenderá el porqué de este castigo. Ahora, joven maestra, repita conmigo. — Claudia.
— ¡¡¡Higk!!! ¡¡Por favor, espere un segundo!! — Pelirroja.
Con su mano libre la maid levantó el albornoz que llevaba puesto, dejando mi trasero indefenso ante el azote que estaba por venir.
— Una dama noble nunca dice vulgaridades. — Claudia.
— … ¡¡Lo siento mucho!! ¡¡No lo volveré a hacer, lo juro!! ¡¡No le diré nada a mi papi!! ¡¡Pero por lo que más quiera, mi trasero noooo!! .·´¯`(>▂<)´¯`·. — Pelirroja.
****************************************
POV: Vettel.
Como comenté anteriormente, en mi vida pasada solía acudir con regularidad a las salas de cine.
Como todo buen cinéfilo que se respete, mis criterios a la hora de seleccionar una función en cartelera eran bastante amplios.
Lo mismo disfrutaba del cine contemplativo de Europa del Este, que del cine de acción hollywoodense mucho más comercial.
Pero si de cine hablamos, mis géneros favoritos eran sin duda el cine de fantasía y de artes marciales.
— ¡¡Priya, atrapa a Claudia antes de que haga una locura!! — Vettel.
Ni siquiera había terminado de pronunciar esas palabras, cuando Priya se lanzó sobre Claudia con la intención de inmovilizarla. Sin embargo, esta fue mucho más rápida, golpeándola justo en el centro de su pecho con la palma de su mano adoptando una posición de artes marciales.
— ¡¡?? — Priya.
La sorpresa se dibujó claramente en el rostro de Priya, mientras el aire escapaba de sus pulmones y su cuerpo era proyectado hacia la pared arrollando a Claire en el proceso.
Las siguientes en arrojarse al combate fueron Sanne y Birgit haciendo algo de trabajo en equipo. La primera sacó un látigo de debajo de su manga y con un rápido movimiento atrapó el brazo dominante de Claudia.
Su rostro por un momento se relajó al ver a Birgit abalanzarse sobre Claudia con unos raros talismanes en sus manos.
Pero ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar cuando Claudia noqueó a Birgit con un rodillazo en la mandíbula, y acto seguido, tiró de su látigo atrayéndola hacia ella.
Sanne intentó defenderse soltando su látigo y adoptando posición de guardia con ambos puños levantados, pero Claudia no tuvo piedad.
De nada sirvió que Regina intentara meterse en la pelea, pues ambas fueron acribilladas con una lluvia de golpes de palma que las mandaron a volar como muñecas de trapo.
— … — Vettel.
Ante la vista de tal conmoción, solo pude quedarme ahí parado con la boca abierta, mientras Claudia atrapaba a su presa y se la llevaba consigo a la cama cercana.
— Nunca en todos mis años de carrera vi tal derroche de vulgaridad e indecencia venir de parte de una joven dama noble. Supongo que fue un error de mi parte tener en tanta estima a la familia del decano. — Claudia.
Tras tomar asiento, Claudia inmovilizó a la pequeña pelirroja sobre su regazo. Acción que, sumado al tono de su voz, trajo a mi memoria una ráfaga de recuerdos que involuntariamente hicieron que me cubriera el trasero con ambas manos.
— ¡¿Cómo?! — Pelirroja.
Tras liberar un grito ahogado, vi como el pánico se apoderaba del pequeño cuerpo de mi invitada. Fue en ese instante que me di cuenta de que debía hacer algo.
Según los nuevos recuerdos que acababa de desbloquear, las tundas que Claudia daba eran algo más que simple castigo físico.
Eran castigos que se grababan a fuego en tu subconsciente y te perseguían de por vida.
Tan rápido como mis piernas me lo permitieron, fui hacia el hueco en la pared donde una inconsciente Priya yacía sobre una muy desafortunada Claire.
— Sé que como colega educador que es, el decano comprenderá el porqué de este castigo. Ahora, joven maestra, repita conmigo. — Claudia.
— ¡¡¡Higk!!! ¡¡Por favor, espere un segundo!! — Pelirroja.
Tras de mí Claudia promulgaba sentencia, mientras mis manos rebuscaban en la ropa de Priya. Afortunadamente no me tomó mucho encontrar el pequeño vial de líquido ámbar que buscaba.
— Espero que funcione. — Vettel.
Murmurando para mí mismo quité el corcho del vial y vacié su contenido en la boca de Priya en busca de un milagro.
— Una dama noble nunca dice vulgaridades. — Claudia.
— … ¡¡Lo siento mucho!! ¡¡No lo volveré a hacer, lo juro!! ¡¡No le diré nada a mi papi!! ¡¡Pero por lo que más quiera, mi trasero noooo!! .·´¯`(>▂<)´¯`·. — Pelirroja.
Inconsciente dirigí la mirada hacia atrás, solo para ver a Claudia con la mano completamente levantada y lista para comenzar su castigo.
Su mano brillaba con una cálida luz verde, que llamó poderosamente mi atención por unos segundos.
Segundos en los que finalmente la poción pareció surtir efecto en Priya.
— Bien hecho, joven maestro, ahora por favor ayude al resto en lo que yo detengo a esta Claudia y gano algo de tiempo. — Priya.
Ni tiempo tuve de procesar aquellas palabras, cuando Priya pasó a mi lado corriendo a toda velocidad.
Quizás ella no sea tan rápida como Claudia, pero su velocidad era más que suficiente para detenerla justo antes de dar el primer azote.
*******************************************
— ¡¡Whaaaaa!! ¡¡Tenía mucho miedo!! ¡¡Ella destrozó todos mis hechizos antes de que siquiera pudiera conjurarlos!! ¡¿Tienen una idea de lo difícil que es eso?! ¡¡Y luego ella intentó azotar mi trasero!! — Pelirroja.
— Ya, ya. Ella ya no podrá intentar lastimarte más. Mi personal la tiene bajo control. — Vettel.
— ¡¡En serio que ella da mucho miedo!! ¡¡Whaaaaa!! .·´¯`(>▂<)´¯`·. — Pelirroja.
Mientras permito que mi invitada me abrace y llore sobre mi pecho, doy un vistazo rápido al otro extremo de la habitación.
— En serio, usted siempre se pierde la compostura en el peor momento. Entienda de una vez que no puede ir por ahí imponiendo su sentido de la decencia en medio de una situación tan crítica. Además, ¿qué haría usted si la casa de la joven maestra se pone en nuestra contra por este incidente? — Priya.
Con ambas manos firmemente sobre sus caderas, Priya regañó a Claudia, quien se había convertido en una suerte de oruga, al ser atada de pies a cabeza para ser contenida.
— ¿Estás segura de que los talismanes aguantarán, Birgit? Te lo pregunto porque dudo seriamente que las cuerdas aguanten mucho tiempo por más crin de sleipnir que estas tengan. — Sanne.
— Deje de contenerme después de que mandó a volar a Regina como si fuera un juguete. Los talismanes que le puse son de los que se utilizan normalmente para capturar bestias mágicas de clase Lord. Si ella logra liberarse de las cuerdas con estos chicos malos encima, no habría poder capaz de detenerla en toda esta ala. — Birgit.
— Por favor, no levantes banderas extrañas en una situación así, Birgit. — Claire.
— Ya, ya, tranquilas ustedes tres. Nos llevó un par de intentos pero finalmente está bajo control. Miss Claudia podrá ser un monstruo fuera del sentido común, pero incluso para ella escapar de mis técnicas de atadura es algo imposible. — Regina.
Sonriendo de oreja a oreja, con un ojo morado y un par de dientes faltantes, Regina calmó al resto de chicas, mientras pasaba junto a Claudia como si fuera un trofeo de caza.
Estoy bastante seguro de que Claudia se cobrará eso más tarde. Pero creo que lo mejor es no señalar eso en este momento.
— Dime, ¿ya te sientes mejor? — Vettel.
Percatándome del cese de los gimoteos sobre mi pecho, interrogué con amabilidad a la pequeña pelirroja.
— Me siento un poco mejor, gracias por preguntar. — Pelirroja.
Aún fuertemente aferrada a mí, ella levantó la mirada para que nuestros ojos se encontraran.
— Siento mucho lo que mi personal intentó hacerte. Puede que Claudia sea un poco rígida, pero en lo general es una buena persona. Si me permites disculparme en su lugar, te prometo que haré todo lo que esté a mi alcance para compensarte. — Vettel.
Gentilmente tomé un paño cercano y comencé a secar las lágrimas del rostro de mi pequeña invitada.
— No… No estoy enojada con ella… Comprendo que a veces me dejo llevar y hago o digo cosas que pueden hacer enojar a la gente. Es un poco vergonzoso admitirlo, pero en casa suelo recibir tundas con relativa regularidad por eso. — Pelirroja.
Al escuchar su respuesta no pude evitar reírme un poco. Estaba bastante seguro de que las personas a cargo de ella deben sufrir muchos dolores de cabeza.
— Gracias por ser tan comprensiva. — Vettel.
Como compensación acaricié su pequeña cabeza con mucho cariño. Mimo que ella parecía disfrutar desde el fondo de su corazón.
— Muy bien, ya es bastante tarde. Le pediré a una de las maids que te escolte personalmente de regreso. — Vettel.
Sintiendo que era el mejor momento para despedirnos, hice una señal a Priya para que la escoltara.
Sin embargo, mi invitada parecía tener otros planes…
— Mmm, no. No me iré (ᗒ_ᗕ)” — Pelirroja.
Aumentando la fuerza de su abrazo, mi invitada se aferró con necedad.
— ¿Disculpa? — Vettel.
— No se va a deshacer de mí tan fácilmente. (ᗒ_ᗕ)”╯ — Pelirroja.
— ¿Deshacerme? — Vettel.
Confundido, repliqué las palabras de mi invitada, mientras todas las miradas caían sobre mí.
— ¡Sí! ¡Yo viajé hasta aquí perdiendo valioso tiempo y reagendando muchas cosas importantes, porque me prometieron una polla! P, O, L, L, A. ¡Una polla! ¡Es eso por lo que vine aquí y no me iré hasta tenerla! (ᗒOᗕ)”╯ — Pelirroja.
Conmocionado ante tal declaración, no pude hacer otra cosa que llevarme la mano a la frente y aceptar mi destino.
— Priya, ¿podrías por favor llevarte a Claudia lejos de aquí? — Vettel.
Asintiendo a mi solicitud, Priya levantó a Claudia, la cual había comenzado a agitarse en su capullo de cuerdas intentando liberarse.
 
                                         
                                     
                                     
                                    