Haru No Yurei - Volumen 1: 12. La cara oculta
Habíamos terminado de comer, y eran más o menos las ocho de la noche, quizá un poco más tarde. Ella no hizo mención de querer ir a casa, así que yo no dije nada tampoco.
Creo que era muy obvio que ella no quería ir a casa ahora mismo. Eso también lo pensé. Creo que había tenido mucha suerte en invitarla justo el día en que ella necesitaba un escape. Sin embargo, pronto nos encontramos con que éramos los únicos caminando por una callejuela entre su casa y la mía.
Íbamos caminando en silencio cuando ella se acercó un poco a mí.
–Toshikane–kun. –
Llamó Mizore, yo voltee a verla, ella caminaba con la cabeza gacha.
–¿Qué pasa? –
–Gracias. –
Me dijo ella, yo no sabía porque me estaba agradeciendo, así que me quedé callado, ella sonrió levemente.
–No sé porque… pero me hace sentir bien que al menos… tú me escuches… sé que no debo hacerte cargar con mis problemas pero, en realidad no hay a quien más contarle. –
Explicó ella.
Acto seguido, se acercó aún más a mí, y me tomó de la mano.
–Bueno, como dije antes, si necesitas depender de alguien, puedes depender de mí, puedes decirme lo que sea, no importa, yo entenderé. –
Le respondí. Ella me miró inmediatamente, estaba a punto de retractarme (pensando que quizá la estaba avergonzando) cuando ella preguntó, visiblemente interesada.
–¿Lo que sea? –
–Bueno, sí, cualquier cosa, no importa. –
Respondí, encogiendo de hombros. Mizore bajó la cabeza, por un momento, como si estuviera considerando acerca de aceptar o no mis palabras, luego miró a todos lados. Como he dicho, no había nadie, caminábamos solos.
–Podemos… tu sabes… yo digo… –
Comenzó a tartamudear y a decir sin sentidos con la cabeza baja, su mano comenzó a sudar. Batió luego la cabeza, tratando de reacomodar sus palabras.
–Lo que quiero decir es que… ¿Podemos ir a un sitio… más privado? –
Arqueé una ceja, sabía lo que esas palabras querían decir, pero a decir verdad, no pensé que las escucharía de ella, mucho menos en esta situación. Encogí de hombros y asentí, con la mayor de las naturalidades.
–De acuerdo. –
–––––––––
–Bien, aquí estamos. –
Le dije, Mizore entró a mi casa sin decir nada, y esperó a que yo cerrara la puerta detrás de nosotros para decir cualquier cosa.
Lo primero que hizo fue preguntar.
–¿Estás seguro de que no hay nadie? –
–Vivo solo. –
Le recordé. Entonces ella asintió y yo la llevé hasta la sala de estar.
–Hay algo que quiero mostrarte, o más bien que quiero que sepas yo… no sé lo que estoy diciendo. –
Me dijo ella, parada con los hombros encogidos y la mirada encadenada al suelo. No estaba seguro de cómo abordar el tema con ella, así que solo la dejé seguir. Le ofrecí té, eso sí, pero ella se negó.
–Tu sabes que me gustas. –
Me dijo finalmente, mirándome con los ojos llenos de lágrimas.
–Bien… Emm… sí. –
No había más que admitirlo, no quería hacer las cosas más difíciles para ella.
–¿Yo te gusto? –
Preguntó después. Yo suspiré. Hubiera querido hacer mi confesión más emotiva, pero ya que ella estaba siendo tan valiente, decidí que al menos le concedería ese triunfo.
–Sí. –
Ella dio un pequeño saltito mientras sonreía, luego se incorporó.
–Genial…. –
Dijo ella, juntando sus manos. Me acerqué a ella, tomándola por los hombros, iba a besarla y ella puso sus manos frente a ella, temblando.
–Espera… espera… hay más… –
Expidió ella, extendiendo sus manos al frente.
–¿Más? –
Pregunté, era una pregunta tonta, porque no entendía a qué me refería.
–Bueno, yo… he pensado mucho en este momento… y estoy muy nerviosa por lo que voy a decir pero… cuando estemos solos y… de esta forma… ¿Puedo llamarte Onii–chan? –
Iba a preguntar cuál era el significado de “esta forma” pero me pareció un poco cruel en realidad. Ella me miró con timidez, juntando sus manos.
–No soy rara por pedirte eso ¿cierto? –
–No… no creo. –
Respondí.
–de acuerdo… aquí vamos… etto…. Onii–chan…. –
Mizore enrojeció cuando dijo eso, bajando la cara, por mi estaba bien, de cierto modo resultaba incitante para mí, aunque no podría decir bien por qué.
Se acercó a mi lentamente, me tomó de la manos y me dio un beso en los labios.
–Yo no entiendo muy bien este sentimiento, pero desde que te conocí, he estado esperando por esto… así que… si está bien para ti… –
Genial, al menos ahora comenzaba a entender su lenguaje.
Ella levantó su falda con las manos al tiempo que me miraba sonriendo.
–Por favor, “Onii–chan” hazme daño. –
Supongo que esa fue la mejor forma que ella encontró de decirlo. Las chicas solían decir cosas así cuando estaban en un momento así. Cosas como “haz un desastre de mi” lo que normalmente querían decir es que querían tener sexo.
Lo que no esperé, es que ella lo dijera… literal. Ahora mismo lo explico.
Me acerqué a Mizore con intención de besarla, pero ella no lo permitió. De todos modos Permaneció con su falda levantada de modo que mostraba sus pantis.
–No… no quiero eso… trátame mal. –
–¿Segura? –
Pregunté, aquello me pareció extraño viniendo de ella, no parecía la clase de persona que disfrutaba de esto, de lo que me di cuenta después, es que ella estaba tratando de cumplir una fantasía.
–Quiero que abuses de mi… Onii–chan… –
Encogí de hombros. Por mi estaba bien. Ella bajó la cabeza, avergonzada, diría yo, aunque no estaba seguro de si estaba avergonzada de verdad, o si era parte de lo que ella estaba tratando de creer.
Así que no fui amable, aprovechando que ella quería mi atención en su entrepierna, bajé sus pantis.
–Por favor… no lo hagas. –
Me dijo, con lágrimas en los ojos, yo me detuve, mi cerebro dio una sacudida antes de ella me susurrara.
–Continua. –
Fue entonces que comprendí de lo que se trataba. O más bien que acepté sus palabras con un significado literal. Como dije, ella estaba tratando de cumplir su fantasía, lo de Onii–chan no era un título, lo de “trátame mal” no eran palabras vacías.
Ella realmente lo estaba diciendo en esa forma.
Era eso.
Quería ser abusada, por su hermano, no menos.
–Esto te pasa por hacer la cosas tan mal. –
Le dije, tratando de acomodarme a lo que ella estaba interpretando. ¿Qué había hecho mal ella? Nada. Era solo parte de lo que estábamos haciendo. Lo bueno es que ella supo seguir con el tema.
–No lo volveré a hacer… lo prometo… por favor…. –
–Muy tarde. –
Metí mi mano entre sus piernas, con algo de violencia, pude ver un gesto de dolor aparecer en su rostro antes de que su satisfacción lo borrara todo, ella retrocedió dos pasos, yo me acerqué y la acorrale contra la pared de la sala.
–Mira lo mojada que estas ¿Ya te has dado cuenta? Eres una chica sucia. –
–No lo hice a propósito, tienes que creerme, no soy una niña sucia, por favor, Onii–chan. –
Suplicó ella, apenas parecía poder sostenerse en pie, se notaba que tenía ganas de arrancarse la ropa.
–A las niñas sucias les toca castigo. –
Mizore abrió los ojos y tragó saliva.
–Por favor Onii–chan, no me castigues, me portaré bien, lo prometo. –
–Cállate, ahora voltéate y muéstrame ese sucio trasero tuyo, le voy a dar lo que se merece. –
Mizore siguió quejándose, pero hizo lo que le había pedido sin necesidad de que yo hiciera nada, supongo que eso quería decir que quería que esto pasara.
–Esto es vergonzoso, Onii–chan… por favor. –
Levanté su falda para descubrir su trasero, y procurando que sonara más que doliera, le di el primer azote. Mizore gritó.
–¿Qué es vergonzoso? Solamente estoy disciplinando a mi sucia hermana menor. –
Respondí, y volví a darle otro azote, mis manos comenzaron a marcarse rojas en la blanca piel de sus nalgas, vaya manera más hardcore de tener sexo, pero si eso era lo que ella quería…
–Por favor… detente… –
Pidió, pero simplemente no hice caso, una parte de mi me decía que me detuviera, pero podía ser simplemente mi paranoia, después de todo, ella seguía exhibiendo su trasero. Colocó las manos en la pared, le di otra más y otra, y otra.
–Onii–chan, para, por favor… me duele… –
Gimió. Yo metí mi mano entre sus piernas, estaba escurriendo néctar por sus muslos, y su vagina parecía tener una inundación, unos cuantos vellos retenían apenas el jugo que escurría, manchando sus pantis, y el suelo.
–¿Te duele dices? ¿Entonces porque es que estas mojada como una zorra? ¿Disfrutas seduciendo a tu Onii–chan? ¿Es eso? –
–Perdóname Onii–chan… perdóname. –
–responde. –
Le ordené, y le di de nuevo, esta vez más fuerte, sus piernas temblaron.
–Si… es cierto, sé que no debería… pero es cierto… –
–¿Eso es todo? –
–No… no es todo… yo… tomé la ropa interior de Onii–chan, e hice cosas sucias con ella… –
Ohm, interesante… habría que ver qué más había en todo ese asunto de confesiones sin sentido.
–¿Qué más? –
–Es todo… lo juro… –
Gimoteó, parecía que necesitaba más golpes, una nueva nalgada.
–Está bien, está bien… lo diré… yo… me acaricie en los pupitres de la escuela… no había nadie, y no pude evitarlo, es todo… –
–Te acariciaste ¿Cómo? Vamos, díselo a tu Onii–chan antes de que te dé con más fuerza. –
–No puedo… es muy vergonzoso… –
Lo que en mi mente solo quería decir, dame más fuerte.
–Parece que a esta sucia hermana menor le falta más disciplina. –
Esta vez de arriba abajo, con toda la palma, el golpe sobre su piel resonó en la habitación, y su grito también.
–Yo… levanté mi falda, y puse mi…. Vagina… contra el pupitre, y lo hice allí… diciendo tu nombre…. –
Todas estas cosas, hicieron que mi pantalón estuviera a punto de estallar, tuve que concentrarme mucho para no terminar justo allí.
–¿Es todo? –
Pregunté, alzando la mano, ella volteó y mirando mi mano arriba se giró de nuevo y alzó su trasero. Lo sabía, quería más.
–No… yo… también… me acaricié… atrás. –
Estaba sacando mucha información en este interrogatorio, bueno, puede que todas fueran mentiras, pero seguro que fantaseaba con ello.
–Hablas de ¿este sitio? –
Como tenía su trasero a mi merced, coloqué un dedo en medio de sus nalgas.
–Más abajo. –
Gimió ella. Bajé mi mano un poco.
–¿En dónde? –
Ella buscó un término para no tener que decirlo.
–En mi puerta de atrás… la puerta sucia… –
Le di una nalgada, a este punto su trasero estaba completamente rojo.
–Entonces, puedes hacer esas cosas, pero no puedes decirlas ¿Qué clase de pervertida eres tú? –
Me burlé, era divertido, lo admito, pero mi pantalón estaba por estallar.
–No sé… sólo lo hice… por favor… ya no me castigues. –
Suplicó, me desabroché el pantalón, si continuaba con esto seguramente terminaría haciendo el ridículo en la acción de verdad.
–No, he decidido que los golpes no son suficientes. –
–¿Qué me vas a hacer, Onii–chan? –
Preguntó ella, volteando a verme, coloqué mi pene en medio de sus nalgas un momento, dejando que descansara.
–Vas a pagarme con tu cuerpo, hasta que esté completamente satisfecho. –
–¿Vas a usarme? Pero… es mi primera vez… –
Pude sentir como los músculos de sus piernas se tensaron, y si antes se negaban a sostenerla, ahora estaba rígidos como rocas.
–Si bien… con lo inundada que esta esta parte de aquí… –
Puse mi palma en su vagina, sosteniéndola completa y moviéndola de atrás hacia adelante, ella tuvo un pequeño espasmo. Su entrepierna estaba hinchada, y a pesar de que había lágrimas en sus ojos, su vagina estaba empezando a succionar ante la expectativa de ser utilizada para lo que había sido concebida.
–Eso no debería ser un problema. –
–Onii–chan, tengo miedo. –
Se quejó ella.
–Cállate, y quédate quieta, si no hago esto bien, te va a doler un poco. –
Sus nalgas se abrieron ante aquella expectativa, porque bueno, creo que estaba claro que a ella le excitaba el dolor. Básicamente no hubo juego previo, solo la golpeé.
–¿Y si lo haces bien? –
Preguntó ella, al sentir como colocaba la punta de mi pene en su entrada, esta empezó a segregar más jugo que escurrió por su piernas.
–Entonces te dolerá mucho. –
Y empujé. El avancé fue difícil, e incluso a pesar de todo lo que había pasado antes, el dolor hizo que ella se retirara. Yo la tomé por la cintura y la atraje con violencia hacia mí.
–Duele… duele… –
–Déjate, no seas necia. –
Respondí, quizá temiendo que el dolor, esta vez bastante intenso, rompiera con el juego que estábamos llevando, hasta donde sé, siempre hay un límite para estas cosas.
Volví a empujar con fuerza, tenía que ser en un solo embate si pretendía que esto saliera bien, Mizore ahogó un grito.
–Duele… duele. –
Comenzó a decir, pero ya nada podía hacerse, porque al menos logré hacerlo de un solo golpe, estaba dentro. Un hilo de sangre escurrió por su entrepierna.
–No era tan difícil ¿cierto? –
Pregunté, ella volteó a verme, ahora que básicamente estaba sosteniéndola de la cintura para que no se desvaneciera, la cara pervertida que ella había puesto había cambiado por una de satisfacción pura. Eso fue peligroso.
–No… no era tan difícil. –
Respondió ella, estaba fuera del esquema mental que había construido, es decir, estaba hablando con Mizore, al menos por unos breves momentos.
Luego comencé a empujar y todo volvió a como lo estábamos llevando.
–Este… es… tu… castigo… –
Le decía mientras empujaba, ella ya no fue capaz de decir nada más, al menos no cuerdo, quiero decir, todo lo que hacía era gemir y gritar Onii–chan, hasta que poco a poco ese término fue recuperando realismo. Puede ser que la excitación se apoderó de ella, eso también era viable.
Lo digo porque yo tampoco estaba del todo consiente de mis actos. En ese momento, me olvidé por completo de que se trataba de su primera vez, incluso me olvidé de que se trataba de Mizore. Para mí, no era más que un trasero temblando al que yo tenía que maltratar todo lo posible, como si estuviera compitiendo contra–reloj.
Comencé a empujar y golpear como si ella estuviera hecha de plástico. Por supuesto que se quejó, pero yo no escuché, después de unos momentos, ella cayó al suelo, sus piernas se negaron a seguir sosteniéndola y ella acabó con la cara recargada cobre la alfombra.
Lo único que hice fue hincarme frente a ella y tomarla del cabello para meter mi pene en su boca.
–Onii–chan… yo… mfmph… –
Metí mi pene y comencé a empujar.
–Tienes que… aprender… a no… terminar… antes que yo… –
Si algo me agradó de todo esto (no es que algo me desagradara, es solo que yo no me considero S en este caso, aunque ella si era M) fue que aceptó todo, a pesar de que fue evidente que no estaba acostumbrada, sólo tuvo que dejarse llevar. Eran pocas las chicas que yo conocía que podían hacer eso.
Mizore no estaba consciente, su conciencia se esfumó en cuanto comencé a golpearla, ahora mismo, ella era solamente una especie de ente que existía solo para el placer.
Placer fue lo que me dio. Placer fue lo que le di.
Solo eso.
Terminé adentro de su garganta, ella tenía lágrimas en los ojos cuando saqué mi pene de su boca, pero no dejó salir ni una sola gota, lo tragó todo.
Pidió disculpas después, imagino que por haber terminado sola.
–Perdón… perdón, Onii–chan… –
–Ya está… Que buena eres… –
Le dije, acariciando su cabeza, ella apenas podía respirar. Permaneció tirada en el suelo por un rato todavía, incluso me sentí un poco mal por haber sido tan salvaje, pero no creo que fuera culpa mía, ella lo provocó todo, desde el principio.
Cuando pudo ponerse de pie, sonreía.
–Ha sido… bastante mejor de lo que esperaba que fuera. –
Comentó ella, yo no sabía exactamente qué era lo que podía decir, así que no dije nada, ella se acomodó la ropa interior después de ello, aunque era evidente que aquello no iba a bastar para ocultar lo que había ocurrido.
–¿Dices que fue tu primera vez? –
Pregunté, ella enrojeció.
–Claro que si ¿Que se supone que eso significa? –
Preguntó ella, algo molesta.
–No es nada, es solo que fue un poco… violento ¿No lo crees? –
Mizore bajó la cara, avergonzada.
–No lo digas así… a mí me agradó, si gustas puedo reprimirme un poco la siguiente ves… –
Explicó ella.
–Bueno, no creo que sirva de mucho. –
Repliqué.
–¿Piensas mal de mí? –
Preguntó ella.
–No… no exactamente. –
–Bueno… es un alivio, creo. –
Respondió Mizore, pero no sonaba del todo convencida. Supongo que mis comentarios no fueron lo que ella esperaba, pero es que toda la situación estaba fuera de mis expectativas. Creo que nunca había conocido a una chica que fuera así de… pervertida.
Eso no era malo.
Otra cosa es que no podía decirlo simplemente así.
–Creo que vas a necesitar tomar un baño. –
Le respondí, cambiando de tema. Mizore ya no dijo nada. Sólo asintió con la cabeza, y después de unos momentos, ella había entrado al baño, puse su ropa en la lavadora y luego en la secadora. A diferencia de la última vez que toqué ropa interior de una chica o algo, esta vez no sentí nada.
Otra cosa es que me moría de ganas por espiar. Pero no lo hice.
Lo único que pude hacer, fue acercarme al biombo detrás del cual ella estaba bañándose.
–¿Necesitas algo? –
Pregunté, no hubo respuesta.
–¿Mizore? –
Volví a preguntar.
No hubo respuesta tampoco.
–¿Estas allí? –
Insistí, ésta vez ella respondió.
–Sí. –
Pero a través de eso, yo pude notar que ella estaba llorando.
–.¿Estas bien? –
Pregunté, ella se puso de pie, se puso una toalla alrededor del cuerpo y corrió el biombo.
–Yo no quería arruinarlo ¿De acuerdo? –
Se quejó ella, con lágrimas en los ojos.
–¿De que estas hablando? –
Pregunté, un tanto haciéndome el tonto.
–Yo no supe controlarme, es todo, entenderé si no quieres volver a verme, solo… no le digas a nadie… por favor, esto es muy vergonzoso para mí. –
Ah, entendí después de eso sé que se trataba, ella estaba arrepintiéndose de haber sido así de sincera.
–Mizore. –
Llamé, ella me miró, con los ojos llorosos.
–Ni le voy a decir a nadie, ni quiero que dejemos de vernos… me sorprendió un poco, es cierto, pero en realidad, no sé, me agradó que pudieras ser sincera, se sintió bien para mí además. –
Expliqué, ella asintió.
–¿No piensas que soy una pervertida? –
Preguntó ella. Era una pregunta capciosa, pero le respondí sinceramente.
–Bueno… no voy a mentir, si lo eres, pero eso no está mal en absoluto, conozco muchas chicas que se dicen pervertidas a sí mismas sólo porque son vulgares. Tú no eres así. No lo sé, lo bueno de ti, es que… lo eres cuando hay que serlo, de eso se trata todo esto. Por la forma en que todo ocurrió, bueno, cuesta un poco de trabajo creer que fuera tu primera vez, eso es verdad, pero lo cierto es que bueno, fue muy obvio que fue tu primera vez, hablo de que… –
–Ya lo sé. –
Hablaba pues, de la sangre.
–Yo… estudié mucho sobre esas cosas antes de venir. –
Explicó Mizore.
–Y es cierto que me puse muy nerviosa, y me moría de vergüenza cuando comenzamos, pero cuando empezaste a ser malo conmigo… yo… sentí que la ropa me sofocaba… lo había soñado muchas veces en realidad, fue muy… placentero. –
Explicó ella, resultaba muy extraño que ella estuviera juntando sus dedos tímidamente mientras decía esas cosas.
–Me alegra que lo hayas disfrutado. –
Respondí, y sonreí. Finalmente ella me sonrió.
–Ahora cierra el biombo y termina de bañarte. –
–¿Eh? ¿Por qué? –
Preguntó Mizore, confundida.
–Porque si no lo haces, te juro que no te dejaré volver a tu casa esta noche. –
Expliqué, ella enrojeció y giró la cabeza.
–No por favor, basta… estoy cansada. –
Bien, tengo que admitir que fue bastante cansado en realidad, y me imagino que para ella más, quizá aún le dolía el trasero.
–¿Me vas a dejar con las ganas? ¿Sólo así? –
Pregunté, ella ya había corrido el biombo.
–Solo hasta la próxima vez. –
Respondió ella, desde detrás.
–Te castigaré por esto. –
Le advertí. Mizore volvió a abrir, corriendo el biombo y mostrándome uno de sus pechos, tentadoramente.
–Eres un Onii–chan muy malo. –
Me recriminó, yo me acerqué a ella y le di un beso en los labios, eso duró un momento. Luego me separé de ella, no la toqué.
–Siempre quise un Onii–chan malo. –
Dijo ella, y dándose la vuelta, volvió a correr el biombo.
Hubiera querido hacerlo más veces con Mizore, es cierto, pero por otro lado, estaba seguro de que ella debería ir a casa pronto.
Cuando ella salió de bañarse, yo había dejado su uniforme ya listo para que ella lo tomara. Lo único que no dejé allí, fueron sus pantsus. Un pequeño trofeo, diría yo, y más castigo para Mizore.
–Ahora entiendo porque me dijiste que no debería interrumpir a las personas en ese momento. –
Comentó ella, saliendo del baño. No dijo nada sobre la prenda que le faltaba.
–Hubiera sido molesto que alguien interrumpiera ¿No es cierto? –
Comenté, haciéndome el inocente. Mizore volteó a verme, y se rio levemente.
–No creo que me habría importado. –
Comentó ella, aquello era algo nuevo para mí, pero decidí que indagar en el tema ahora era una mala idea, según yo pensaba.
Salimos de la casa después de eso.