Haru No Yurei - Volumen 1: 16. El plan. Parte 2
Yo miré a Mizore por unos momentos, y ella me miró a mí. Nos quedamos sin saber que decir.
–¿Estás bien? –
Pregunté, ella asintió con la cabeza.
–Me dio tanta vergüenza que pensé que iba a morir. –
Explicó ella, respirando pesadamente.
–Si bueno… es la primera vez que me pasa algo así, tampoco estaba seguro de… –
Y ella me interrumpió, besándome en los labios, no fue importante para mí que ella hubiera tenido mi glande en su boca hasta hace unos momentos, le devolví el beso.
–Hagámoslo de nuevo, un día. –
Dijo ella, separándose un poco.
–¿Estás loca? ¿No te basta con lo que paso? Pude haberte lastimado… –
Le dije, todavía sentía que había sido demasiado duro con ella, Mizore negó con la cabeza.
–Es cierto que dolió pero… mientras lloraba… me vine, varias veces. –
Me llevé una palma a la cabeza.
–Entonces… ¿Aun quieres hacerlo? –
Pregunté, ella asintió con la cabeza, animadamente. Suspiré, en algún momento ella me dijo que no le importaría si alguien la miraba. Pensé que bromeaba, o que al menos su madre sería la excepción, pero me equivoqué, como de costumbre, si hablamos de Mizore.
–Onii–chan… ¿Me porte bien? ¿Fui buena? –
Preguntó ella mientras la acercaba a mí y colocaba la punta de mi pene en su entrada, su cuerpo se estremeció mientras la tomaba de la cintura y la guiaba un poco.
–Fuiste muy buena, Mizore. –
Le dije, ella se dejó caer suavemente, pude sentir su interior inundado acoplarse a la forma de mi pene mientras empezaba a succionar.
–Soy feliz. –
Dijo, mientras comenzaba a gemir, yo trataba de besarla para mantenerla en silencio, pero al parecer ella tenía ganas de ser ruidosa. Comenzó a mover las caderas de forma un tanto arrítmica, pero por lo mojada que estaba y por la fuerza con la que lo hacía, de todos modos se sintió bien.
No hubo golpes, ni nada que se le pareciera en esta ocasión, solo estábamos allí, sentados, acoplando nuestros cuerpos el uno con el otro, su ropa comenzó a estorbar y la mía también, así que nos la quitamos mientras continuábamos. Una vez que estuvimos desnudos, comencé a aferrarme a ella para no dejarla caer, y ella se aferró a mí para no separarse.
–Mas… más… más… –
Era todo lo que decía, no voy a negarlo, pienso que ella se sentía bastante mejor así. Otra cosa es que puede que eso se tratara de que esto era una forma de recompensa para ella. De todos modos la dejé ser y comencé a apretar sus pechos un poco. Eran más grandes que los de Kamine, y tenían una forma distinta también. Los disfruté mucho.
Sentí como mojaba mi entrepierna al tiempo que se contraía, pero eso no la detuvo, incluso comenzó a moverse en círculos, ligeramente más violento, mientras yo la sostenía de la espalda.
Después de unos momentos, bajó la intensidad un poco, mientras me hablaba.
– Toshikane–kun… no quiero parar. –
Me dijo ella, susurrando con la voz entrecortada.
–Pues no te detengas. –
Le dije, con una sonrisa, era la primera vez que ella me llamaba por mi nombre en esta clase de situación. No diré que no me hizo feliz.
–¿Te gusta esto? ¿Te agrada así? –
Preguntó ella, desesperada, tratando de seguir con el ritmo.
–Me agrada como sea, mientras seas tú. –
Le dije, lo vi en una película.
–Soy tan feliz… estoy feliz de estar viva. –
Y se detuvo, las fuerzas no le daban para más, supongo, bajó la cabeza un momento.
–Ven, quiero seguirte recompensando. –
Le dije, tomándola del brazo, me levanté, y ella quedó debajo de mí, y como seguía dentro de ella, continué empujando, ella volvió a sus ruidos pervertidos luego de eso, sosteniendo mis manos con las suyas.
–No me sueltes… por favor… no me sueltes. –
Enredó sus piernas alrededor de mi cintura. En mi experiencia, las chicas solo hacen eso cuando el sexo es secundario. Quiero decir, cuando hay sentimientos involucrados.
Sentí que iba a venirme luego de unos momentos.
–Mi cabeza está en blanco… yo… yo… te quiero. –
Le besé el cuello sin soltarle las manos y ella comenzó a sostenerme con más y más fuerza.
– Toshikane–kun… yo… te quiero… te quiero. –
Y arrojé mi carga dentro de ella. Mizore me sostuvo del cuello y me apretó contra su pecho cuando sintió mi semen salir de ella, escurriendo hacia la alfombra.
Nos quedamos como estábamos después de eso, tratando de recuperar el aliento un poco, estábamos cansados y sudados, pero sinceramente me sentí feliz de que por una vez, pudiera hacerlo con ella de esta forma.
–Ha sido maravilloso. –
Dijo ella, yo opinaba lo mismo, aunque… simplemente no sentí que fuera correcto decirlo sólo así. No quería arruinar su momento.
De todos modos, si le pregunté.
–¿Lo prefieres así? –
Pregunté, ella negó con la cabeza, sonriendo.
–Me gusta ser violada, no lo niego… me gusta que seas violento, me gustan tus golpes. –
Me dijo, yo sonreí. No iba a cambiar, y siendo sinceros, tampoco me parecía que hacerla cambiar fuera una buena idea. En estos casos, siempre es mejor dejar las cosas que sean como son.
–Pero hoy me hiciste enloquecer, y fue mucho mejor que cualquier cosa que hayamos hecho antes, se sintió mejor… fue más… amor. –
Y giró la cabeza, tratando de encontrar las palabras correctas para explicarse, no hacía falta, de todos modos.
–Hacerlo de esta forma, no está mal, de cuando en cuando, pienso yo. –
Respondí.
–Creo que aprendí la diferencia entre ser tu objeto y ser tu novia… me gustan ambas… de cuando en cuando, me gustaría que me trataras así también. –
Creo que acababa de crear un problema, porque ahora yo tendría que estar al pendiente para saber de qué modo quería que la tratara cada ocasión, pero con sinceridad, sentí que lidiaría con eso más tarde. Le di un beso y luego nos pusimos de pie.
–Tengo que irme, es tarde. –
Comenté, sin saber exactamente qué decir.
–¿Quieres que te acompañe? Apenas puedo caminar bien… –
Admitió ella con una risita.
–Está bien si te quedas. –
Respondí, sabiendo que ella no tenía ganas de ir a ningún sitio ahora mismo.
–Convenceré a mi madre para que te deje quedarte un día. –
Comentó ella, sonriendo. Yo asentí con la cabeza.
–Sólo si puede darme más consejos. –
Respondí, ella enrojeció y bajó la cara.
–Creo que… fue bueno que le agradara ese aspecto de nosotros. –
Explicó ella. Luego de eso nos despedimos y salí de su casa, iba rumbo a la mía, necesitaba dormir, cuando recordé que mi celular estaba apagado. Ni que hacerle, no puedo decir que me hubiera perdido de algo, valió la pena, de cualquier modo.
Leí los mensajes que habían llegado luego de eso, la mayoría de ellos con el mismo contenido que los que habían llegado antes, pero siendo sinceros, en ese preciso momento me sentía satisfecho. Hablo de que, no quería tener nada con una chica ahora mismo.
Así que los ignoré y lo único que envié de vuelta, fue un mensaje pidiendo disculpar por haberme quedado sin batería.
No hubo respuesta a ese último, y con razón, pasaban de las doce de la noche, posiblemente Hamaki. Estaba dormida a esta hora. Quien no estaba dormida para nada, era Kamine. La encontré sentada en las escaleras de mi casa, leyendo algo en su teléfono. Se puso de pie en cuanto me vio.
–¿Sabes que debería decirle a Mizore que estás llegando a esta hora? –
Preguntó ella. Yo sonreí.
–Creo que es mejor si yo soy quien le dice… vengo de allí, puede que se preocupe. –
Le dije, Kamine me miró perpleja.
–¿A esta hora? –
Preguntó ella, yo la miré con una sonrisa que no podía ocultar lo que había pasado, y abrí la puerta de mi casa.
–¿Qué ocurrió?–
Preguntó Kamine, yo cerré la puerta y ella volvió a abrirla para entrar detrás de mí.
–¿Qué ocurrió? Mejor pregunta ¿Qué no ocurrió? –
Dije, riéndome como un tonto mientras sacaba una bola de arroz del refrigerador. Eran de la combini, pero me gustaban mucho, así que compraba varias y las metía en el refrigerador.
–¿En serio? ¿Y cómo fue? Tienes que contarme. –
Se quejó ella, yo pasé a la sala y encendí la luz. Me desplomé en el sillón. La verdad es que estaba bastante cansado, es decir, fue mucha actividad para una sola noche.
–Deberías preguntarle a ella. –
Respondí, mientras le enviaba un mensaje a Mizore, que no dejé que Kamine viera, y guardé el teléfono de nuevo.
–Pero ella no me lo dirá, ya te lo había dicho. –
–Entonces yo tampoco debería. –
Respondí, en ese momento, llegó un mensaje a mi celular.
“Estoy acostada en mi cama, lista para dormir, y no hago más que pensar en ti, mi corazón y mi cuerpo son tuyos, trátalos bien por favor”
Ese mensaje si lo vio Kamine.
–Entonces es cierto. –
Dijo ella, todavía sin poder creerlo.
–No deberías mirar los mensajes de otras personas, son privados, ¿sabías? –
Reclamé, ella alzó los brazos.
–Al demonio con tu privacidad, no puedo creer que finalmente lo logró, es decir… ella tiene un novio, y… hace cosas con él, la llamaré mañana para invitarle algo… –
Dijo ella, celebrando para sí misma, aunque no sé qué estaba celebrando.
–Tú no puedes venir. –
Dijo ella, cerrando los ojos sospechosamente.
–En primer lugar, no es como que quisiera ir, en segundo lugar, si le dices que te has enterado por mí, tendré problemas con ella, y probablemente rompa conmigo. –
–No le voy a decir que lo sé, idiota. –
Respondió ella con desprecio.
–¿Tienes que tratarme así? Idiota. –
–Pues ¿Qué esperabas? En lo que a mí respecta eres un pervertido que lo único que hace es perseguir faldas, y que es bueno haciendo felices a las chicas en la cama, es todo. Haz eso. Déjame lo demás a mí. –
¿Kamine estaba enojada conmigo? No tenía forma de saberlo, ni ganas, tampoco.
Me fui a dormir después de eso. A la mañana siguiente, desperté tarde y llegué a la escuela tarde. Tuve que firmar un reporte y luego fui a mi salón. La clase ya había comenzado. Así que afortunadamente, no tuve que hablar con nadie.
Kamine se veía especialmente feliz, por lo que simplemente decidí que no me preocuparía por ello ahora mismo.
Al día siguiente, durante el descanso llegó un mensaje de Mizore.
“Mi madre me ha preparado el almuerzo hoy, y se ha asegurado de que mirara cómo lo preparaba, ha usado la misma paleta con la que me castigaste… me estoy incendiando ahora mismo.”
Y una foto, mostrando un poco su escote.
Tomamos el desayuno con Sushake y Hamaki,, quien ahora se mostraba bastante más amigable conmigo. Hay que decir que ninguno de los dos mencionó los mensajes que nos habíamos mandado y que ella no mostró ni un poco de interés en mi durante ese momento.
Luego fuimos a clase de educación física, pero como yo no estaba en buenas condiciones, no me fue muy bien que digamos. No se puede destacar en todo. A quien no vi para nada fue al novio de Kamine. Incluso se fue sola a casa.
Como yo tenía que trabajar después de eso, lo único que hice fue salir de la escuela y dirigirme al trabajo. El señor me recibió con la sonrisa habitual, pero no mencionó nada acerca de su hija, ni de las lecciones.
Decidí que no preguntaría para no meterme en problemas. Quien sí lo mencionó fue su hermana mayor, o más bien vino a reclamar por ello.
–Mi hermana no me habla, es tu culpa. –
Me dijo, el señor, como de costumbre, había ido a conseguir algunas cosas que hacían falta. Eran las seis de la tarde y a esta hora normalmente todo estaba tranquilo. Yo estaba esperando a que el pan terminara su tiempo de horneado para sacarlo.
En ese momento llegó Sanae.
–¿De qué sirve que no te hable? Eres sorda de todos modos. –
–No es verdad, hable con ella, la escuché como me dijiste… al menos todo lo que pude. –
Dijo ella, bajando la cara finalmente.
–¿Y? –
Pregunté.
–Ella dijo un montón de cosas indecentes, y la hice callar. No pude soportarlo ¿Vez? –
Yo suspiré.
–Entonces no es mi culpa. –
Respondí.
–Claro que es tu culpa, es por lo que me hiciste ese día ¿recuerdas? Por eso es que no pude soportar esa platica, y es mi hermana menor, no quiero que esté así, haz algo. –
–No… dijiste que no querías que volviera a darle lecciones, y aunque lo lamento en serio, pienso que tienes razón, ella tiene que conseguir a alguien más. –
Ella me miró ultrajada.
–Tú me hiciste esas cosas, y ahora ¿Pretendes hacerte el inocente? Le hiciste cosas pervertidas a ella, e incluso dijo que le habías prometido más cosas… ¡hazte responsable por una vez! –
Se quejó.
–¿Hacerme responsable por lo que le hice a ella o hacerme responsable por lo que te hice a ti? –
Ella retrocedió, yo encogí de hombros y seguí leyendo mi revista.
–Vaya un hombre sin corazón. –
Se quejó ella, dándose la vuelta y cruzando los brazos.
–¿Porque no le enseñas tu entonces? –
–¿Estas mal de la cabeza? ¿Cómo le voy a enseñar eso a ella? e incluso así ¿Qué le voy a enseñar? Si no sé nada sobre ello. –
Replicó ella, enrojeciendo, no sé si por coraje o por vergüenza.
–No comprendo… toda esa belleza desperdiciada, todas las cosas que podrías hacer para sentirte tan bien, y sigues enfadada por lo que ya paso. –
–¿Qué más quieres? Yo no soy una pervertida, soy una chica decente. –
Se quejó ella. Yo suspiré.
–A este paso, la mayoría de los hombres que te conozcan incluso dudarán del hecho de que seas una chica. –
–¡Eso no tiene sentido! Yo soy femenina ¿Vez? Incluso compro cosas lindas para serlo. –
Yo suspiré. Esta chica estaba decidida a no entender.
–¿Sabes algo? Tengo trabajo. Si tu hermana menor no te habla ahora es tu problema, no el mío. –
Le dije, y entré para sacar el pan del horno. Me siguió mientras me ponía los guantes.
–Vuelve a darle lecciones. –
Ofreció ella.
–Si regresas, es seguro que ella volverá a hablarme. –
Explicó después.
–No volverá a hablarte hasta que hayas escuchado todo lo que ella tiene que decir. –
Repliqué. Es que ella simplemente se negaba a ver el problema. El problema era que Minase no quería ser tratada como una niña. ¿Es eso tan difícil de entender? Maldición.
–¡Pero no puedo! ¿No me entiendes? Yo no puedo escuchar esa clase de cosas, comienzo a sentirme muy incómoda… como la otra vez. –
–¿De qué hablas? –
La verdad es que no lo relacioné en ese momento, pero lo que ella llamaba “sentirse incómoda” era simplemente, excitarse. Tiene sentido si tomamos en cuenta la poca censura que Minase tenía para tratar este asunto, además de que intentó realmente entrar en confianza con su hermana.
–Pues… ah, igual eres un pervertido, así que no importa si te lo digo… empiezo a sentirme rara… especialmente ahí abajo, como que quiero hacer esas cosas con alguien… ¡Y no me gusta para nada!. –
–Negarlo no va a hacer que desaparezca, Sanae. –
Respondí. Ella se enfadó más.
–¡Pero no lo quiero! –
–No se trata de que lo quieras o no… –
–Me causa problemas ¿vez? Es todo. –
Se quejó ella de nuevo.
–¡Ya cállate! –
Respondí. En verdad que su discurso me daba dolor de cabeza. Ella enmudeció inmediatamente.
–¿Cómo esperas que te entienda si me dices las cosas a medidas en primer lugar? Si viniste a decirme algo, dímelo de una vez, de otro modo, déjame trabajar. –
Sanae comenzó a sollozar como una niña pequeña.
–¿Quién va a ayudarme entonces? –
Gimoteó llorando. Yo suspiré.
–¿Puedes decirme qué paso? –
–Me da vergüenza. –
Respondió ella, reclamando como si fuera algo que yo debiera saber, y si lo sabía pero…
–No puedo hacer nada si no sé nada, Sanae. –
–Yo… estaba en el colegio, y siempre he sido así. –
Ella tocó su estómago. Su padre tenía razón, el pan la tenía así. No es como que fuera desagradable tampoco, no era delgada, es cierto, pero no diré que era gorda. Eso no es verdad.
Digamos que estaba en el punto justo en que sus muslos se rozan el uno con el otro al caminar.
–Y las otras chicas eran tan delgadas y bonitas… a mí no me quería nadie. Un día un chico se me declaró, y yo le dije que sí, y comenzamos a salir… y como estaba tan contenta, bueno… lo dejaba hacer lo que él quisiera. Un día estábamos en el salón de clases, y estábamos solos, y él comenzó a acariciarme allí abajo… yo no lo detuve a pesar de que sentía tanta vergüenza que quería morir… y se sentía bien… unos compañeros nos vieron y le dijeron a los profesores… y todo se vino abajo. Nadie nunca volvió a hablarme. Incluso cuando entré al instituto, varios de esos compañeros sabían lo que había pasado, y corrieron el rumor en mi nueva escuela… me quedé sola. Todo por culpa de ese chico y sus tonterías. –
Dijo ella, sollozando.
Yo me acerqué a ella un poco, dejando la charola con el pan en la mesa de metal para que se enfriara.
–Bueno, admito que eso fue bastante malo. –
Confesé. Esa clase de rumor acabaría con la reputación de cualquier chica. Los chicos se burlarían de cualquiera que le hablara.
–¿Lo ves? Nada bueno puede salir de esas cosas, pensé que para todos era igual, pero Minase no parece sentir vergüenza alguna, traté de explicarle que no era bueno, ella sólo se enfadó conmigo. Pero incluso si sale bien para los demás, para mi es solo un problema. –
Explicó, y se dio la vuelta. No puedo decir que no entendiera la situación, pero ella estaba llevando un incidente a lo general. Las cosas no eran así en absoluto. Me pregunté por un momento.
¿Qué debería hacer con esta mujer?
Como si no lo supiera.