Haru No Yurei - Volumen 1: 19. El Gato y el Conejo
Desperté al día siguiente con dos llamadas perdidas en el celular. Eran de Mizore, por todo lo que había ocurrido el día anterior, no había tenido tiempo de llamarle. Ni que hacerle, le marcaría al salir de clases.
Bajé a la sala a desayunar algo luego de arreglarme el cabello y cambiarme de ropa. También lave mi cara. Fue mientras estaba buscando mi suéter escolar que tocaron la puerta.
–¿Toshikane–kun? ¿Estás en casa? –
Preguntó una voz afuera, era Kamine, abrió la puerta y ella entró corriendo y la cerró detrás de ella.
–Por favor, escóndeme. –
Dijo.
–¿De quién debo esconderte? –
Pregunté, extrañado.
–De mi madre, no hay tiempo de explicar, sólo dile que no me has visto. –
Dijo y corrió de nuevo, subiendo las escaleras. ¿Qué le pasaba a esta chica? Me preguntaba, rascándome la cabeza. Seguí con lo mío después de aquello, hasta que tocaron la puerta. No hacía falta mucho para saber que se trataba de la señora Kaoru.
–Lamento mucho molestarte, es solo que… Kamine… –
–¿Ha pasado algo? –
Pregunté.
–Bueno, ella debe tomar sus medicinas, pero salió corriendo de la casa, esa niña… ya no debería actuar tan infantil. –
Comentó la señora.
–Si quiere… puedo llevársela, no la he visto, pero debería verla en la escuela de todos modos. –
Expliqué.
–¿Me harías ese favor? –
Preguntó la señora, un poco avergonzada.
–Si bueno, conozco un poco a Kamine, sé que ella es así a veces. –
Le dije.
–Muchas gracias, en verdad, lamento estarte ocasionando problemas. –
Aseguró, yo me rasqué la cabeza, riéndome un poco.
–Si gustas, una vez que hayas terminado lo que tengas que hacer por la tarde, puedes ir a cenar a la casa ¿Está bien? Me aseguraré de preparar algo bueno. –
Y me cedió un frasco con un jarabe para algo.
–Está bien señora, después del trabajo, me aseguraré de que lo tome. –
Le dije y ella hizo una reverencia y se dio la vuelta. Maldita Kamine, así que de esto se trataba todo.
Cuando subí las escaleras me encontré con que ella había estado peinándose.
–¿Ya se fue? –
Preguntó ella, mirándose al espejo.
–¿Por qué no quieres tomar tu medicina? –
Pregunté, algo enfadado a decir verdad, por ocasionarle problemas a su madre por algo como eso, para mi sorpresa, Kamine cogió el frasco y sirviéndose en la tapita, lo tomó sin chistar.
–Era un pretexto. –
Comentó ella.
–Anoche mi madre me comentó que la casa estaba muy silenciosa si no estabas, ella quería invitarte a cenar, pero no sabía cómo decirlo. –
–Así que solo estabas ayudándola a darle una razón. –
Comenté, suspirando.
–Todavía soy una buena hija. –
Respondió ella.
–Además tiene razón, ya no has ido para allá últimamente y por aparte de que sea silencioso, mi madre podría sospechar. –
Explicó.
–He estado ocupado, complaciendo a cierta chica con quien estoy saliendo, no recuerdo de quién fue idea. –
Repliqué.
–Eso no es verdad, ella me llamó anoche, dijo que no sabía nada de ti, yo le dije que no te había visto. –
Replicó ella.
–Pero estabas ocupado ¿No es cierto? –
–Resolvía asuntos pendientes. –
–Asuntos pendientes, es ahora así como le llamas ¿Sabes que ya me siento muy mal por no poder decirle la verdad? Si te importara al menos le hubiera enviado un mail, o algo. –
Se quejó ella, cruzando los brazos.
–¿Viniste a regañarme? –
Pregunté.
–¿Y quién va a hacerlo si no lo hago yo? Soy tu manager, se supone que tengo que administrar tu tiempo ¿Tienes una idea de lo problemático que es no estar enterada de tus planes? A decir verdad creí que estarías con ella. –
–Mi manager…–
Repetí, era la primera vez que oía esa palabra en boca de Kamine, ella chistó con los dientes.
–Sí, supongo que podemos decirlo así. –
Respondió ella.
–Hablas como si fuera yo una celebridad. –
–Celebridad o no, tenemos que hacer esto mejor, es a eso a lo que realmente vine. ¿Te has decidido ya? –
–Aun no… –
Respondí, bajando la cabeza.
–Qué bueno, porque el señor Fumishi regresa hoy, y estará, según parece, en casa algunos días, no se los detalles pero es problemático ahora. –
–¿Cómo sabes esas cosas? –
Pregunté, ella sonrió satisfecha.
–Jamás subestimes la red de información de una chica, mucho menos una que sabe qué hay que preguntar a quién en toda esta ciudad. –
Aseguró ella.
En toda la ciudad era demasiado, pero eso no se lo dije, seguro que su red de chismes (que eso era lo que era, seguramente) era grande. Eso no lo discuto.
–Como sea, andando, tenemos que ir a la escuela. –
Le dije, ella asintió y, por primera vez en varios días, nos fuimos juntos a la escuela de nuevo.
Una vez en la escuela me dediqué a tomar clases lo mejor posible, todo esto bajo la mirada pensativa de Sushake, quien no dijo nada al respecto, solo me miraba.
A la hora del descanso, almorzamos juntos.
–Te he visto llegar con Kamine a la escuela, pensé que no era tu novia. –
Se quejó.
–No lo es, no puedes esparcir rumores extraños, Sushake, es una amiga, ya te lo dije. –
–Ella… No dijo nada de mi ¿cierto? –
Preguntó él, lo miré por unos momentos, de su novia ni palabra.
–Pues… te mencionó un par de veces, pero fingí que no la escuché. –
Expliqué, él se llevó la palma a la cabeza.
–Hombre, te presto a mi novia y me pagas con eso. –
Se quejó. Yo entrecerré los ojos.
–Sushake, te hago esta pregunta como tu amigo ¿En verdad estas bien con eso? –
Pregunté, él se puso serio un momento.
–Yo no podría retener a Sakyomi de todos modos. –
Explicó él, en voz baja.
–No sé si me explico. –
Agregó. Negué con la cabeza y Sushake suspiró.
–Ella tiene un algo especial, supongo que se le nota, y yo… no soy lo que ella esperaba ¿entiendes? Sé que en algún momento se aburrirá de mí, y si intento atesorarla, se enfadará de mi mucho más pronto. –
–¿Y puedes vivir con ello? –
Pregunté, extrañado.
–Por supuesto que no… pero ¿Por qué iba a pasar el tiempo que me quede con ella peleando porque se irá algún día? Eso no tiene sentido. –
–Debería esforzarte más entonces. –
Repliqué, él negó con la cabeza.
–No todos tenemos tu cabeza, ni somos seres sin corazón. Yo simplemente no sé qué pensar cuando la veo. Da miedo. –
Lo entendí, Sushake no me lo iba a creer, pero lo entendí. Entendí su miedo, ese miedo que él tenía era el mismo miedo que yo tenía de Akane, y que Akane sintió de la propia Sakyomi. El miedo de saber que eres inferior.
–Ni siquiera sé que parte de mi debería esforzarse para hacerla feliz, está más allá de mi alcance. –
–No te preocupes. –
Le puse una mano en el hombro y asentí con la cabeza.
–Por otro lado… esa chica es… –
–Más fácil. –
Asentí con la cabeza. Así como Kamine era buena hechizando a un hombre, también era fácil de complacer en ese aspecto, no pedía mucho, solo que durases lo suficiente para que ella tuviera un par de orgasmos.
–Pude ver su cara, era la cara de una chica satisfecha, nunca he visto esa cara en Sakyomi. –
Comentó.
Yo si la había visto, pero eso no se lo podía decir a Sushake. Después de eso el descanso terminó. Yo le mandé un mensaje a Mizore antes de entrar a clases.
“Quería verte ayer, pero el trabajo se puso difícil, perdona por no contestar, pero mi jefe no me deja el teléfono en el trabajo, espero que no estés enfadada.”
Le envié, llegó un mensaje después de eso, de vuelta, pero esperé a que la clase terminara para leerlo.
“No estoy enfadada”
Respondió Mizore, ese era todo el mensaje. No hacía falta mucho para darse cuenta de que si, ella estaba enfadada.
Ya luego la contentaría con algo.
Eso fue lo que pené mientras tomaba la siguiente clase. Luego de salir de la escuela tenía que trabajar, así que traté de irme lo más rápido posible.
Kamine me alcanzó a media salida.
–Tengo que ir a trabajar. –
Expliqué.
–¿A trabajar? o ¿a “trabajar”? –
Preguntó ella, mirándome recelosa.
–A trabajar, solo a trabajar, Kamine. –
Expliqué, ella cruzó los brazos, decidí que estaba bien si cambiaba el tema.
–Por cierto, Sushake estaba preguntando por ti. –
Expliqué.
–¿En verdad? –
Preguntó Kamine entusiasmada, no sé si ella estaba genuinamente interesada en Sushake (o en tener sexo con Sushake) o si estaba siendo vanidosa.
–Sí, es cierto. –
Respondí, Kamine sonrió abiertamente, luego batió la cabeza y puso cara de enojada.
–Mizore me dijo que te dijera, quiere que vayas a verla, ella está sospechando de ti, deberías ir. –
–¿Puedes decirle que iré después del trabajo? –
Pregunté. Kamine entrecerró los ojos.
–¿Lo prometes? –
–Bueno yo… –
Todo dependía de lo que hiciera, pero ella no me dejó esa opción.
–Está bastante desanimada ¿entiendes? Y eso es porque tú siempre le contestas así que ella está segura de que pasó algo muy grande como para que no le contestaras, y yo no quiero que ella este triste, dijiste que no le harías daño. –
Se quejó.
–Lo prometo. –
Respondí.
–Está bien, le diré eso, tú deberías decirle también, se supone que yo no te diga nada, así que le diré que ha sido tu idea y que tú también estabas muy triste porque no has podido hablarle. –
–De acuerdo. –
Respondí.
Supongo que mantener el estado feliz de una chica es algo más complicado que solo hacerla feliz un par de veces. Además de que… yo sabía que había cierta desconfianza por todo lo que había pasado entre ella y yo. Quizá interpretó mi silencio como una forma de alejarme de ella y de su familia, luego de lo que pasó.
También era posible.
Cuando llegué, Sanae estaba hablando por teléfono afuera de la panadería, me sonrió, pero siguió hablando por teléfono, supuse que estaba ocupada así que entré. Allí, estaba mi jefe, y Minase, y una chica, con el cabello cubriéndole la mitad de la cara y apariencia tímida, con el mismo uniforme que Minase.
Minase me miró con mala cara.
–Hola. –
Dijo ella. Su padre se enfadó.
–Minase, lo hablamos antes, tienes que hacer esto si quieres mejorar. –
Minase miró a su padre y pidió perdón.
–Sobre esto… –
Comenzó a decir mi jefe.
–No hay problema, yo ya le había dicho que estaba bien, no cambiaré de opinión. No tiene de que preocuparse. –
El hombre le dio unas llaves a Minase.
–Vamos, terminemos con esto. –
Dijo, caminando y apartándome del camino, la otra chica la siguió en silencio. Supongo que era una especie de defensa, lo cual para mi quería decir que ella no pretendía que hubiera otras “lecciones”.
–Es una amiga de la escuela, se supone que le ayude a estudiar. –
Comentó.
–Hatami Kurimo, un placer. –
Se presentó la chica, apenas si se escuchó su voz.
.–Hatami–san, soy Otagane Toshikane es un placer. –
–Oigan, no se lleven bien. –
Reclamó Minase, molesta, deteniéndose para mirarnos y señalarme con el dedo.
–Solo me presentaba. –
Repliqué. La chica no dijo nada, solo siguió a Minase en silencio. Cuando llegamos a su casa, su hermano abrió la puerta para ellas.
–Bien, ya que están aquí, puedo volver a mi tarea, suerte con los estudios. –
Comentó él, quizá alegre de librarse de lo que sea que estuviera haciendo. Minase solo se sentó en la sala y arrojó su mochila sobre la mesa.
–¿Y bien? ¿Qué vamos a hacer hoy? –
Pregunté, Minase no respondía, así que la otra chica explicó.
–Tenemos que… estudiar fórmulas químicas. –
–Ya la oíste, el examen de química es mañana. –
Agregó Minase, poniendo sus libros en la mesa.
Durante un buen rato, Minase no me miró para nada, Sanae incluso entró a la casa, me miró y sonrojándose, subió las escaleras, pero Minase no parecía realmente necesitar mi ayuda. Quien sí parecía en problemas, era la otra chica,
–Tu… eres un tutor ¿No es cierto? ¿Puedes ayudarme con esto? –
Preguntó, señalando una de las preguntas
–Yo te ayudo. –
Interrumpió Minase, Hatami me miró por unos segundos, y bajó la cabeza.
–Oye tú, te están pagando ¿No es cierto? Ayúdame de una vez. –
Ordenó Minase. Yo suspiré, supongo que dentro de mí la disculpaba por estar enfadada, es decir, dejé verla sin siquiera una explicación. Otra cosa es que ella estaba siendo demasiado grosera.
–No voy a ayudarte si vuelves a hablarme así. –
Repliqué. Su hermana volvió a bajar.
–¿Está todo bien? –
Preguntó, con cara de enojada, no me miró.
–Estamos bien. Onee–san. –
Respondió ella. Girando la cara ¿Se había peleado con ella de nuevo? Me preguntaba.
–Bien, sólo te recuerdo que quien tiene que aprobar el examen eres tu ¿entiendes? –
Dijo y se dio la vuelta y salió de la casa. Minase hizo una pataleta.
–Como si no lo supiera. –
Dijo, a nadie en especial.
–No debes distraerte, Minase–chan. –
Recordó su compañera. Ellas volvieron la vista a su libro, Minase jugaba una y otra vez con su lápiz, mordiéndolo y volviendo a golpear en la mesa con él. Hasta que se hartó.
–No puedo estar así… ven conmigo. –
Y se levantó del pronto, tomándome del brazo me jaló hasta que estuvimos en la cocina.
Una vez que estuvimos lejos de los oídos de su amiga, lo digo porque también podía vernos desde donde estábamos, Minase me preguntó.
–¿No tienes nada que decirme? –
Preguntó ella.
–No mucho, esfuérzate. –
Respondí, pasando de ella. Minase cruzó los brazos y se paró frente a mí.
–¿Es todo? ¿Luego de que me abandonaste así? –
–Escucha, no te abandoné, tuve que abstenerme porque cierta persona no pudo mantener la boca cerrada con lo que estaba pasando. –
Repliqué.
–¿Y que si le conté un par de cosas? Era la verdad de todos modos. –
Se quejó ella.
–Tu no lo entiendes… Pudiste meterme en un gran problema ¿lo notas? –
Insistí, ella negó con la cabeza.
.–Eso no tiene sentido ¿Por qué iba a ser un problema? –
–Porque eres una niña. –
–¡No soy una niña! –
Gritó, perdiendo el control, Hatami volteó a vernos.
–Minase–chan. Deberíamos concentrarnos en esto. –
Insistió ella.
–Hagamos esto para que pueda irme a casa. –
Agregué yo, dándome la vuelta.
–No quiero. –
Replicó ella.
–Genial, entonces me iré a casa de una vez. –
–No tan rápido genio, mi padre te pagó para que me enseñaras y eso es lo que vas a hacer. –
–Como te dije antes, lo que se supone que te enseñe y lo que tú quieres aprender, son dos cosas diferentes. –
–Ah ¿En serio? ¿Quieres que le llame a mi Onee–chan para preguntarle? A ella si le enseñaste ¿No es cierto? Seguro que es por eso que ya no te importo. –
Suspiré y batí la cabeza.
–¿Es eso? ¿De eso se trata todo esto? –
–Pues para ti, al menos, sí. –
–¡Me acosté con ella! ¿Ya? ¿Es eso lo que quieres que diga? Cielos. –
Dije, sin pensarlo, luego recordé que estábamos a unos cuantos pasos de una chica nueva en todo esto.
–¿De… de qué… de que están ustedes hablando? –
Preguntó Hatami, cubriéndose la cara con las manos.
–¿Ves lo que me haces decir? –
Reclamé a Minase, ella giró los ojos y miró a su amiga.
–Oh, por favor, no tienes que hacerte la inocente ¿recuerdas lo que hablamos? Cuando dijiste que… también querías ser indecente. –
–¡Minase–chan! ¡No puedes decirle eso a nadie! ¡Lo prometiste! –
Replicó Hatami, llorando.
–Escucha, que estés enfadada no te da derecho a ofender a las personas, no es su culpa, nada de esto lo es. Esto es entre tú y yo. –
Le recriminé, Minase suspiró.
–A eso vino ¿Ya? Yo si hice lo que me dijiste que hiciera, yo si estaba escuchando, me dijiste que corriera la voz y ella quería probar. No tiene que actuar como tonta. –
–Pero no me dijiste que le contarías esas cosas. –
Reclamó Hatami. Yo me llevé la mano a la cara. Últimamente estaba acostumbrado a enterarme de esas cosas, pero era duro de soportar ver a una chica tan avergonzada, el caso es que apenas nos conocíamos, por supuesto que ella tendría razón en avergonzarse así.
–Lo siento. –
Dijo Minase y subió las escaleras corriendo. Dejándonos a mí y a una chica de colegio en la situación más incómoda que yo pudiera imaginar.
Hatami se quedó allí trabada con la mirada pegada a la mesa.
–No… no tenías que… saber eso. –
Dijo ella, sollozando.
–Escucha yo… a mí no me importa realmente ¿Comprendes? no… no voy a pensar menos de ti por algo así, es tu vida. –
–Mentiroso. –
¿Eh? Pero si estaba tratando de ser amable. ¿Por qué ella estaba enfadada? Me preguntaba en ese momento.
–No pero… –
–No tienes que fingir nada, no deberías sentir lastima. –
Explicó ella, haciendo un ademán con la mano.
–No fingía. –
Repliqué.
–Mentiroso. –
Repitió Hatami, sin mirarme.
–Si no te importa lo que dijo entonces haz las paces con Minase–chan. –
–¿Podemos dejarla de lado por ahora? –
–No… ella tiene así toda la semana, y de algún modo entiendo que es tu culpa. –
Mujeres. Ya no las entendía para nada, pero ni que hacerle, fui hasta el cuarto de Minase y toqué la puerta.
–Sal de una vez, para que pueda irme a casa pronto. –
–Vete. –
Dijo la voz desde dentro.
–¿Qué hay de tu amiga? –
–Dile que suba. –
Volví a bajar las escaleras. Ni siquiera sé por qué estaba haciendo caso al berrinche de Minase, pero lo hice de todos modos. Quizá una parte de mi todavía quería hacer cosas sucias con Minase.
–No quiere hablar conmigo, dijo que deberías subir, quizá se disculpe. –
–Con permiso entonces. –
Dijo ella levantándose y llevando su libro apoyado contra su pecho, sin levantar la mirada, subió las escaleras. Me quedé allí parado sin saber qué hacer, por unos minutos, iba a irme cuando Hatami volvió a bajar, de nuevo sin mirarme.
–Dice que está bien si subes ahora. –
Yo no estaba seguro de querer subir, pero en vista del lio que se había armado, pensé que sería muy cobarde de mi parte si solo me iba, así pues asentí y subí, Hatami subió detrás de mí, a una distancia segura, tengo que decirlo.
Minase se limpiaba las lágrimas cuando entré.
–Dijeron que estaba bien si subía a verte. –
Hatami entró después pero se quedó parada, recargándose en la puerta, sin decir nada.
–¿Lo harás o no? –
Preguntó Minase, sin mirarme.
–Bueno yo… –
Una mueca de disgusto se dibujó en el rostro de Minase, Hatami intervino.
–Ten valor. –
Le dijo, Minase batió la cabeza, luego suspiró y asintió.
–Te echo de menos. –
Admitió, con evidentes trabajos.
–Y tengo que ser muy tonta porque me cambiaste por Onee–chan, y aun así te echo de menos, no he parado de pensar en ti en todo este tiempo, solo tienes que hacer lo que hacías antes… si lo que quieres son senos, ella es la chica con los pechos más grandes de mi clase… me prometió que te dejaría tocárselos si la dejaba que nos viera… –
Yo voltee a verla, Hatami asintió, sin mirarme.
–Te dije antes que no todo se trata de eso. –
Repliqué.
–Pero me cambiaste por Onee–chan. –
Replicó Minase.
–No te cambié, me acosté con ella para que no se enfadará por lo que le contaste ¿Entiendes? No es que la prefiera sobre de ti. –
Expliqué.
–Entonces ¿Por qué no lo hiciste? –
–No sabía que ella estaba en esto. –
Repliqué.
–Pero me dijiste que… –
–Sí, ya se lo que te dije, te subestime ¿De acuerdo? No soy distinto de tu hermana, en ese aspecto. Lo lamento, en serio lo siento. –
Por fin, Minase sonrió.
–Hatami, cierra la puerta. –
Dijo, Hatami asintió animadamente y cerró la puerta, obviamente se quedó adentro.
–Ahora ¿Qué? –
–Ahora observa y aprende, si quieres preguntar algo, puedes preguntar. –
Explicó Minase, bajándose las pantis sin quitarse la falda.
–Ya está. –
Dijo ella, arrojando sus pantis bajo la cama.
–¿Tienes que comenzar quitándote las pantis? –
Peguntó Hatami, estaba roja de la cara, pero miraba la escena bastante interesada. Yo había ganado cierta experiencia en tener espectadores, así que sentí podía manejarlo un poco.
–Claro que si ¿Cómo van a lamerte si no te las quitas? –
Preguntó Minase, como si aquello fuera lo más obvio, Hatami negó con la cabeza y se cubrió la cara con las manos, separando sus dedos para poder ver.
–¿La…la… lamer? –
Preguntó ella, incrédula.
–Es divertido. –
Respondió Minase, encogiendo de hombros.
–Levanta tu falda. –
Ordené.
–.Ah, y tienes que obedecer a todo lo que te digan. –
Apuntó.
–¿Aunque sea vergonzoso? –
Preguntó Hatami, acercándose un poco, Minase asintió con la cabeza.
–Es mejor si es vergonzoso, eso solo quiere decir que sentirás mejor. –
–De acuerdo… –
Comencé por darle un beso obsceno a Minase, ella me echó los brazos al cuello y comenzó a jugar con su lengua.
–Asombroso. –
Comentó Hatami. Mi mano comenzó a moverse lentamente por en medio de sus piernas, que temblaron cuando mis dedos acariciaron su clítoris.
–Cuando empiece a tocarte… vas a sentirte caliente por dentro, tu solo tienes que dejar que lo haga. –
Explicó Minase, yo la interrumpí.
–No, no es cierto, si te duele tienes que decirlo. –
–¿Puede doler? –
Preguntó ella.
–Bueno, si no sabes lo que estás haciendo, sí. –
Minase saltó un poco y me miró con ojos lascivos.
–Ahora si pareces un tutor. –
Me dijo ella, por toda respuesta, introduje un dedo dentro de ella, Minase comenzó a tambalearse mientras comenzaba a hacer ruidos
–¿Qué ocurre? –
Preguntó Hatami, alarmada por el repentino cambio de actitud de Minase, quien ahora empezaba respirar con dificultad.
–Hay un dedo, dentro de mi… parte especial… se siente tan bien que… –
Hatami enrojeció, pero no por eso dejó de preguntar.
–¿Dentro de? ¿En verdad? ¿Cómo es? –
–Siento que…estoy flotando… –
Explicó Minase como pudo, antes de que pusiera el segundo dedo dentro. Comencé a estimularla violentamente. Minase comenzó a perder el control, sus gemidos se transformaron en chillidos.
–¿Estas bien? Minase–chan –
Pero ella no respondió, sólo continuó haciendo sonidos obscenos con su garganta.
–Ella está bien, solo que ahora mismo no puede pensar con claridad. –
Expliqué, para que Hatami no se alarmara.
–Esto es maravilloso… yo… me voy a volver loca. –
–¿En verdad se siente tan bien? ¿Dentro de su cosita? –
Ella hablaba de una forma extraña, si “parte especial” me parecía infantil, el nombre que ella usó fue… bueno, es que yo nunca había oído a nadie decirle así.
–Míralo tú misma. –
Con lo mojada que ya estaba, no me costó demasiado llevarla al orgasmo, ella cayó al suelo, y me agaché para no sacar los dedos de dentro de ella, y una vez en el suelo, ella terminó.
–¿Acaba de orinarse? –
Preguntó Hatami asombrada.
–No sé… tal vez… no importa. –
Respondió Minase, jadeante. Tratando de recuperarse.
–No… no es eso. Esto es algo diferente, esto solo pasa cuando la chica tiene un orgasmo. –
Respondí, era un poco difícil explicar estas cosas en el estado en el que estaba, pero al parecer, esta chica realmente deseaba aprender. Por mi estaba bien.
–Orgasmo… suena… un poco vergonzoso… pero también parece que se siente muy bien, ella está toda roja de la cara. –
Asintió Hatami, bastante interesada.
–Fue genial… fue genial… –
Respondió Minase, tratando de recuperar la respiración, yo me quedé estático, no estaba todavía seguro de hasta donde estaba dispuesta a llevarlo ella, así que no continué, después de unos momentos, Minase finalmente pudo hablar con claridad.
–¿Podemos continuar? –
Preguntó ella, yo asentí con la cabeza.
–Hay más entonces… esto se está poniendo muy interesante. –
Agregó Hatami, juntando las manos emocionada.
–¿Ahora que debería hacer? –
Preguntó Minase, hasta donde ella sabía, aquí lo habíamos dejado la última vez.
–Bueno, si estas lista para hacerlo todo pues… –
Iba a decirle que se acostara sobre la cama, pero… en realidad tenía miedo de lastimarla. Los recientes acontecimientos me habían hecho consiente de que… bueno, mi pene era ligeramente más grande de lo normal, y ella era todavía una chica en desarrollo.
–Bien… veamos… ¿Qué te parece si eres tu quien lleva el ritmo? –
Pregunté.
–Pero yo no sé cómo hacer eso. –
Replicó ella, yo me acosté sobre la alfombra y desabroché mi pantalón después. Luego de quitar mi ropa interior del camino, mi pene fue liberado.
–Es grande. –
Comentó Minase, mirando un poco asustada.
–No es tan grande, pero… es tu primera vez, creo que es mejor que seas tú quien lleve el ritmo. –
–Emm… ¿Qué te parece si primero va ella? –
Preguntó después, rascándose la mejilla y mirando hacia otro lado. Apuntó hacia Hatami quien retrocedió inmediatamente.
–Imposible. –
Replicó Hatami, con justa razón, eso no era parte del trato.
–Esto no funciona así, Minase. –
Repliqué.
–Pero… no es posible que esta cosa quepa dentro de mi… tus dedos ya eran demasiado y… –
–Estarás bien… lo único que no quiero es empujar demasiado fuerte y lastimarte, si no estoy empujando, eso no puede pasar. –
Expliqué. Minase asintió con la cabeza y se paró sobre de mí, recargando su trasero en mis rodillas y mirándolo por un momento. Mi pene se hizo más grande con la conciencia de que tenía la mirada interesada de dos chicas sobre mí.
–Mira bien esto, porque solo te dejaré verlo esta vez. –
Advirtió Minase a Hatami, quien había retrocedido hasta recargarse en la pared.
–Vamos, no perdamos el tiempo. –
Urgí a Minase, tomándola del trasero para empujarla hacia mí. Minase se levantó y colocó la punta de mi pene en su entrada lentamente, respiraba con dificultad y me miraba constantemente para verificar que estaba haciéndolo bien.
–Está entrando. –
–Si te duele, puedes detenerte. –
Le advertí.
–No… está bien. –
–Impresionante, de verdad está entrando. –
Apuntó Hatami, acercándose un poco para mirar mejor la escena.
–¿Qué se siente? –
Preguntó, curiosa.
–Todavía nada, creo que tiene que ir mas adentro. –
Dijo, continuando con el movimiento hacia atrás y adelante, mientras mi pene comenzaba a abrirse paso a través de sus paredes por primera vez. De pronto se detuvo, e hizo una mueca de dolor.
–Espera… no se puede… esto es demasiado. –
Trató de levantarse, pero ahora sus rodillas temblaban, yo la sostuve del brazo.
–Estás a medio camino. –
Le dije.
–Sácalo… me duele mucho… no quiero esto… sácalo. –
–Solo tienes que ponerte de pie. –
Insistí, ella negó con la cabeza. Su vagina se secó inmediatamente, y aquello comenzó a ser un problema porque ahora no podía hacer ningún movimiento.
–Minase ¿Estas bien? –
–No… –
Dijo ella, con lágrimas en los ojos.
Yo suspiré, quizá era mucho pedir desde el principio. Levanté a Minase cargándola un poco y luego me puse de pie.
–Lo siento… no sé qué paso. –
Se disculpó ella. Yo sabía lo que había pasado, ella estaba pendiente de otras cosas, y la excitación desapareció. Eso y que todavía era muy joven y su cuerpo era estrecho.
–No te preocupes, quizá era demasiado para un solo día, después de todo, no hacíamos esto hace mucho. –
–¿Significa eso que no puedo? –
Preguntó Minase, Hatami asintió, quizá preocupada.
–Significa que tendrá que ser en otra ocasión. –
Minase se puso a llorar.
–¿Por qué? Yo quería que fuera ahora, de verdad lo quería. –
Se quejó ella, llorando, negué con la cabeza.
–Pero a tu cuerpo no le gustó la idea. –
–Quizá si mis pechos fueran más grandes. –
Comentó ella.
–Por enésima vez… –
–Pero es la verdad. –
Dijo ella, llevándose la mano a los pechos.
–Soy pequeña. –
Y pude ver una nube negra en la cabeza de Minase.
No quise decirle que tendríamos que hacerlo la próxima vez en privado en ese momento, pero fue muy obvio que una tercera persona era demasiado para que ella pudiera concentrarse. No digo que fuera imposible, pero lo cierto es que Minase era primeriza.