Haru No Yurei - Volumen 1: 25. Necesidades
Al día siguiente, durante la escuela, Kamine me alcanzó durante la hora del descanso. Algo extraño es que Sushake no estaba conmigo, ni había visto a Sakyomi en toda la hora del descanso, y aunque pienso que era muy obvio lo que estaba pasando, me extrañó que Sushake realmente se atreviera.
Por eso digo extraño.
–¿Estás listo? –
Preguntó ella.
–¿Para qué? –
Pregunté yo, sin comprender, Kamine se llevó una palma a la frente.
–Ya sabes, el plan B. –
–Tienes que estar bromeando, no puede ser aquí, de ninguna forma. –
Respondí yo, ella mee jaló del hombro.
–No va a ser en la escuela, sólo vas a conocerla, o a saber de quién se trata, y necesitamos que entiendas ciertas cosas antes de que eso pase, por eso me vas a ayudar. –
Explicó.
–No sirve de nada si va en la escuela. –
Respondí, comiendo.
–¿Quién dijo algo sobre una chica escolar?–
Preguntó Kamine, halando de mí. Me llevó hasta uno de los cuartos de servicio de la escuela, era el sitio donde guardaban las cosas para educación física. Una vez allí, me explicó.
–Ahora quédate allí y no hagas ruido. –
–¿Qué se supone que haga? –
Pregunté, vaya una forma de arruinar mi desayuno.
–Esperar. –
Respondió Kamine y salió de la habitación. Un par de alumnos nos habían visto entrar, pero supongo que pensaron que iba a hacer cosas sucias con Kamine, no sería la primera vez que alguien usa los cuartos de servicio para esto.
Hay que decir que todos lo comprendíamos y normalmente nos alejábamos de los cuartos si sabíamos que los estaban ocupando, a no ser que valiera la pena mirar. Pensando en esas cosas fue como me quedé allí esperando a no sé quién. En ese momento escuché voces y me escondí.
–Está allí arriba. –
Explicó Kamine, venía con otra persona, pero no podía saber de quien se trataba porque todo lo que se vería era la parte media del cuerpo de alguien. Una mujer, pero no supe quién.
–Por favor, Sensei. –
¿Una Sensei? Oh demonios. Traté de asomarme para poder ver de quien se trataba, cuando la Sensei de la que hablaba se cayó al tratar de alcanzar algo y varias cosas cayeron del anaquel. Entre ellas, una cubeta con agua. Lo sé porque escuché el splash. ¿Qué estaba haciendo una cubeta con agua en ese sitio?
–¿Por qué… porque hay agua aquí dentro? ¡Eso es contra las reglas! –
Gritó la Sensei, mojada y sentada sobre el suelo, estaba de espaldas a mí, pero por su voz y lo que dijo, ya sabía de quien se trataba. Kamine tenía que estar bromeando.
–Lo siento mucho Sensei, iré por algo para que pueda secarse, le juro que no sabía que había agua en la cubeta. –
–Si esto es una broma estarás en problemas ¿Escuchaste? Serios problemas Kaoru. –
–Por supuesto que no, no se trata de eso, espere aquí por favor. –
Y salió corriendo, dejando cerrada la puerta. Pude escuchar cómo puso el seguro por fuera. En ese momento, la Sensei se levantó y golpeo la puerta.
–¡Abre la puerta ahora mismo! ¡No puedes dejarme encerrada! ¿Es que no tienes respeto por las reglas? –
Se quejó la Sensei.
Ayasara Mizuki, era la maestra de la división de matemáticas de la escuela. Una mujer relativamente joven, calculábamos todos unos treinta años. Era una maestra con obsesión por las reglas y el orden, como sin duda se habrá visto. Era estricta, buena en lo que hacía y la parte más importante, muy, pero que muy irritable.
Nosotros los alumnos, no sabíamos absolutamente nada sobre su vida privada y ella nunca dejó una abertura, se vestía con un traje femenino color café o negro casi siempre y aunque era linda, no la catalogaría precisamente dentro de la liga de un alumno.
–Lo siento, Sensei, no es que quisiera dejarla sola, mucho menos ofenderla, es solo que bueno… usted sabe, los rumores. –
Explicó Kamine, extendiendo una toalla a la Sensei.
–No entiendo por qué estás haciendo esto, pero más te vale tener una explicación. –
–Lo de la cubeta fue mi error, Sensei, nadie me dijo que tenía agua, no se supone que tenga agua si esta guardada, algún compañero debió olvidarlo. –
Explicó Kamine, Ayasara Sensei se secaba.
–¿De qué rumores estabas hablando? ¿Por qué me dejaste encerrada? –
–Bueno… es un poco… difícil de decir. –
Respondió Kamine. ¿Ayasara–Sensei había escuchado el rumor? Me preguntaba en ese momento.
–¿Me dejaste aquí encerrada por algo que no quieres decir? Te estas ganando un reporte, Kaoru–san. –
Amenazó la maestra. Un momento. ¿Soy yo o la maestra realmente quería saberlo? O tal vez, ya lo sabía y quería una confirmación.
–Estoy segura de que usted también lo habrá escuchado, un fantasma que se aprovecha de las mujeres cuando están solas. –
Explicó Kamine, la maestra resopló.
–¿Debería ir por su cepillo y maquillaje? –
Preguntó.
–Ve pronto, y más te vale estar aquí antes de que suene la campana. –
Kamine salió corriendo y volvió a cerrar la puerta con seguro.
“Así que es cierto entonces… el fantasma…”
Comentó la maestra, a nadie en especial.
“No… no… contrólate Ayasara… es un rumor… un simple rumor…”
Escuché a la maestra caminar de un lado a otro. Traté de controlar mi respiración mientras rezaba porque no le diera la vuelta a la canasta de los Balones, que era donde me escondía.
“Pero… ¿Qué si se aparece?…. estoy nerviosa… ”
En ese momento, Kamine regresó y entró de nuevo.
–Aquí tiene Sensei… por favor, disculpe mi incompetencia antes. –
Pidió Kamine.
–No… no importa ya… sólo… parece que has escuchado más de lo que yo he escuchado, sólo por curiosidad ¿Qué más sabes? –
–¿Curiosidad? ¿Sobre qué? –
Preguntó Kamine, haciendo como que no entendía. La maestra hizo un coraje.
–Sobre el rumor del que me hablabas, la razón por la que me dejaste encerrada aquí. –
Respondió Ayasara Sensei, enfadándose inmediatamente.
–Oh, entiendo, pues bueno, solo sé lo que mi madre me ha contado, que se aprovecha de las mujeres que están solas, y que a veces entra a tu casa por la noche… y bueno, le hace montón de cosas malas e indecentes a tu cuerpo. –
–¡Que horrible! –
Clamó la Sensei, pero no sonaba a que lo encontrara horrible para nada.
–¿Verdad que si? Bueno, no es como que yo lo haya visto en realidad, así que no puedo decir mucho, pero a mi madre le dijeron que te deja luchando por tomar aire, y que no importa lo que hagas, no se detiene. –
–¿Y sabes… cómo hacer para que no venga? –
Preguntó la maestra, bastante interesada.
–Mi madre dice que no puedes dejar, bajo ninguna circunstancia, el televisor prendido en silencio, ni las ventana abiertas, también me regañó cuando puse un listón rojo en la puerta, dijo que eso seguramente lo atrae, sin lugar a dudas. –
–Ya entiendo. –
No le preguntó en ningún momento ¿Por qué ella estaba colocando un listón rojo en su puerta? Supongo que eso no era importante porque ahora ella sabía cómo invocarlo. Y lo que era más importante que eso, yo también.
–Bueno… ahora sé más sobre el tema, puedo protegerme mejor. –
Dijo la maestra, suspirando.
–¿Hay algo más que pueda hacer… para enmendar mi error, Sensei? –
–Bien… verás… ve a la sala de maestros, y pídele a Shiori–Sensei el formato A–10 que dejé en mi escritorio… ella… ella sabe cuál es, dejarlo en el escritorio de tu clase, yo…. Terminaré de pintarme. –
–¿Estará bien si la dejo sola? –
Preguntó Kamine.
–Si… yo estaré bien… además… la escuela debería ser un lugar seguro ¿No es cierto? –
–Bueno… eso espero. –
Respondió Kamine, abriendo la puerta de nuevo.
–No importa, apresúrate, la clase… está por comenzar. –
Y Kamine salió de allí. Esta vez no puso seguro a la puerta por fuera, pero escuché el seguro de adentro.
Y vi a Ayasara–Sensei quitarse las medias negras después de que se quedó sola.
“No debió decirme eso… no debió… ahora no podré… pensar en otra cosa… Ayasara tonta… Ayasara… tonta”
El sonido característico de su dedos haciendo cosas sucias se escuchó en toda la silenciosa habitación, a medida que también escuché su respiración acelerarse. Quería ver, pero me arriesgaba mucho a ser encontrado.
“No debería hacer esto aquí… esto es contra las reglas… Fantasma–san… Fantasma–san.”
Así que ella fantaseaba con ello. Todo comenzaba a tener sentido ahora que escuchaba a la normalmente seria profesora Ayasara hacer ruidos obscenos en aquel almacén. Admito que me pasó la idea en la cabeza de salir y calmar las ansias de la profesora. Pero a decir verdad también tenía curiosidad por saber muchas cosas ahora.
La principal de ellas era ¿Cómo sabía Kamine de este extraño comportamiento de Ayasara–Sensei? Le preguntaría después, por ahora debería concentrarme en no ser visto ni escuchado hasta que ella termine.
“Tengo que ir a clase… sólo un poco más… un poco más… ”
Escuché ruido como de una gotera mientras la profesora trataba con todas sus fuerzas de bajar la voz. Estoy de acuerdo en que era peligroso que la encontraran en ese estado, pero no debió hacer eso aquí en primer lugar. No puedo decir que fuera mucho tiempo, después de eso, Ayasara Sensei caminó hacia la salida, suspiró y abrió la puerta. Se fue.
Maldición no pude ver nada, pero no importaba lo que ocurriera, yo nunca podría mirar a la profesora de la misma forma otra vez… saber que ella hacía cosas indecentes en la escuela.
A la salida, Kamine me alcanzó mientras tomaba mis cosas para ir a casa. No había visto a Sushake en todo el día tampoco. Supuse que se les había… hecho tarde en alguna parte. Ni que hacerle. Kamine me puso una mano en el hombro mientras salíamos.
–¿Y bien? –
Preguntó ella, yo suspiré, la verdad es que no encontraba desagradable a Ayasara–Sensei, otra cosa es que nunca había pensado en ella seriamente como una mujer, sobre todo porque en clase se hacía odiar a veces.
–¿Te agradó la pantalla promocional? –
Preguntó ella, evidentemente haciendo alarde de que Ayasara Sensei había hecho cosas sucias sin saber que yo estaba allí.
–No sé porque dijiste que no me gustará, yo no le veo el problema. –
Comenté, ya estaba saboreándome a la profesora, es la verdad, Kamine negó con un dedo.
–No, aquí viene la parte que no te gustará, escucha, si vas hasta donde ella y le calmas la ansiedad, nadie se enteraría ¿Comprendes? –
Explicó ella.
–Creo que sí. –
Respondí.
–Ella no es la clase de persona que le cuenta a los demás nada si no tiene problemas, así que, tendremos que hacer que sea un problema. –
Explicó Kamine.
–¿A qué te refieres? –
Pregunté, ella se acercó a la heladería y compró una paleta helada para ella y otra para mí, hacía algo de calor.
–Me la pagas luego. –
Dijo cuándo me la dio.
–No puedes hacerlo con ella. –
Aclaró después, suspirando.
–¿Por qué? –
Si, ¿Por qué?
Quería hacerlo con la profesora, era sexy, y me gustaba su color de cabello, me preguntaba si allí abajo también tendría el pelo pelirrojo.
–Porque si lo haces, ella no tendrá ninguna necesidad de decirle a nadie nada. –
Respondió Kamine.
–El caso es que… algo tiene que salir mal para ella ¿Comprendes? Y de pronto, y sin que ella sepa por qué, tu desapareces de su casa. –
Explicó Kamine, soy yo o ella sentía placer por saber que las cosas no iban a terminar bien para Ayasara Sensei.
–Y yo soy el cruel, no va a entender nada. –
–Ese es el punto… Ayasara Sensei no entiende por qué te has desaparecido, qué salió mal o por qué, y yo ya le he dado una pista de donde puede conseguir esa información. –
Explicó Kamine, sonriendo triunfalmente.
–.Tu madre… –
Agregué, ella tronó los dedos.
–¡Bingo! –
Dijo ella, sonriendo.
–Me parece un poco de mal gusto. –
Repliqué. Iba contra mis principios, pero Kamine batió la cabeza.
–Tu siempre eres tan bueno… escucha, si de verdad lo quieres solo tienes que volver allí después y terminar el trabajo. –
Explicó, yo asentí con la cabeza, al menos este plan sonaba mejor que el anterior.
–Todavía no me has dicho como averiguaste estas cosas. –
Pregunté. Kamine asintió.
–Verás… he estado esparciendo el rumor entre mis compañeras, y casualmente la profesora Ayasara escuchó esas cosas de alguna otra parte, cuando la profesora se dio cuenta de que hablábamos de aquello, no lo pudo dejar pasar… intentó por todos los medios sacar información. –
Explicó Kamine.
–Pero como a nosotras no nos importaba demasiado que la profesora se enterase, dijimos que no sabíamos nada. ahora bien, ella se ha obsesionado con el tema, al grado de que ahora, si cualquier persona menciona el tema del fantasma frente a ella, fingirá que le molesta, y después se esconderá en algún sitio a hacer justo la clase de cosas que hizo esta mañana. –
Explicó Kamine.
–No sé porque te creo, es decir, yo sé que esas cosas pasaron pero ¿cada vez?–
Pregunté. Kamine asintió con la cabeza.
–Lo he usado antes para evitar que me reporte. –
Explicó ella, y balanceando su cadera más de lo que debería, se exhibió frente a mí y luego volteó a verme.
–Soy genial ¿O no? –
Preguntó ella.
–¿Te llamas a ti misma genial? –
Pregunté, íbamos llegando a mi casa.
–Entonces ¿Qué tal una pequeña recompensa? –
Preguntó Kamine, hacía tiempo que ella no se me insinuaba directamente. Me sonrió lascivamente mientras se balanceaba sobre sus propios pies.
–¿Ahora mismo?–
Pregunté, algo extrañado, ella lo tomó como una negativa.
–No te tomará mucho tiempo… entramos a tu casa, me das una sacudida y salimos, es todo. –
Ofreció, yo iba a negarme, pero ella me miró con cara de perrito moribundo. Suspiré y encogí de hombros, luego de eso la tomé del brazo y la metí a mi casa, cuidando de que su madre no se diera cuenta, por cierto.
–Lo extrañe. –
Aseguró ella. Fue tal y como dijo, ella estaba mojada, no se desde hacía cuanto, pero lo único que hizo después de cerrar la puerta fue quitarse las pantis y yo la ataqué. No hubo juego previo, ni caricias, nada. Estaba tan mojada que apenas sentí como entraba. No voy a decir que quedé satisfecho, Kamine se vino después de apenas unos momentos, creo que ella llevaba un rato pensando en esas cosas.
Pero como de todos modos era sexo gratis y como además ella estaba ayudándome hasta este punto, supuse que no me hacía daño si la complacía un poco. Cuando se vino se recargó en la pared y se dejó caer, de rodillas, con la frente contra la pared, suspirando pesadamente.
–Bueno, eso fue rápido. –
Comenté, subiéndome el pantalón, ni siquiera había terminado.
–Perdón… no es que quiera dejarte así… mi cuerpo me lo ha estado pidiendo, no lo he hecho con nadie últimamente… –
Se disculpó ella, todavía respirando pesadamente.
–¿No podías hacerlo sola? –
Kamine me miró con cara de pocos amigos.
–¿Dónde quedará mi orgullo como zorra si lo hago sola? –
Preguntó ella, luego resopló.
–Además cuando estas en el punto en el que estoy yo, hacerlo sola nunca es suficiente, no lo sé… supongo que hay algo que le dice a tu cerebro que lo que está entrando por allí abajo no tiene pulso. –
Dijo, tratando de reír. Digo que tratando porque su falta de aliento se lo impedía.
–Las mujeres son complicadas. –
Respondí, aunque no me parecía complicado, lo entendía en realidad, solo quería molestarla, ella se dio cuenta y se puso de pie con una sonrisa.
–Te lo juro, puedes comprar el mejor de los juguetes, y de todos modos, terminas necesitando el real… –
Se quejó ella. Yo sonreí y asentí con la cabeza.
–A los hombres nos pasa igual. –
Respondí mientras ella se subía las pantis, después de eso, Kamine se despidió y salió de mi casa.
–Cuento contigo. –
–Envíame la dirección. –
Le recordé, Kamine asintió y se fue.
Yo me di un baño luego de aquello, decidí que era una buena idea hablar por teléfono a Mizore después, recordaba cómo se había puesto porque pensó que la ignoraba y además, sentí que era un buen momento. Es decir, no tenía nada que hacer por el momento.
…Moshi–Moshi…
Sonó un golpe en el teléfono, seguido de una queja.
…Ahh…Hola, bien, yo… ¿Cómo estás?…
Preguntó la voz de Mizore al otro lado del teléfono.
…¿Estas bien?…
Pregunté, parecía que se había golpeado con algo.
…Sí, estoy… bien… estaba metida dentro del Kotatsu… no podía sacar mi celular… estoy bien…
…Bien, a decir verdad solo hablaba porque estaba pensando un poco en ti, de modo que si estas ocupada puedo marcar luego…
Respondí, no hacía tanto frio para ir al Kotatsu, aunque bien pensado, puede que ella estuviera allí por gusto.
…No, no es eso, estaba leyendo un manga que me prestaron en la escuela, es todo… no es que esté ocupada, no para ti…
Escuché como suspiró luego de eso. De alguna forma eso me hizo sonreír.
…Entiendo, de todos modos creo que lamento que te hayas golpeado…
Mizore me interrumpió.
…No, es decir, no es tu culpa ni nada, me… me hizo feliz saber que pensabas en mi…
Explicó, visiblemente complacida por el hecho de haberle llamado para decir que estaba pensando en ella.
…También tenía ganas de escuchar tu voz…
…Basta, me avergonzarás y no podré decirte lo que quiero decirte…
Se quejó Mizore, aquello fue un tanto inesperado.
…¿Ibas a decirme algo?…
Pregunté.
…Si, bueno, la verdad es que no sabía si hablar por teléfono era una buena idea, así que iba a enviarte un mensaje o algo, pero lo cierto es que he estado pensando en nosotros, y no hemos tenido una cita hace mucho tiempo….
Explicó ella, parecía que se había puesto cómoda.
…Una cita ¿eh? ¿Hay algún sitio al que quieras ir?…
…Yo no, bueno, más o menos, sucede que la siguiente semana tendremos una especie de viaje familiar, me preguntaba si querías venir con nosotros. No sería mucho tiempo de todos modos…
Advirtió Mizore, sonaba bien para mí.
…¿A dónde iríamos?…
Pregunté, me daba curiosidad a decir verdad.
…Bueno, mi padre quiere que vayamos a las montañas, a mis padres les gusta esquiar, yo no sé hacerlo, pero no quiero quedarme sola, y por otro lado, creo que mi padre quiere conocerte…
Explicó ella. Ahora tenía todo más sentido, lo malo es que yo nunca había estado en una situación parecida. Dudé por un momento y Mizore se dio cuenta.
…No tienes que hacerlo si no quieres, yo sólo pensaba que era una buena oportunidad para salir, pero si no puedes entonces…
…De acuerdo, lo haré, no es que me moleste ni nada parecido, además, creo que también tengo ganas de tener una cita contigo…
…¿En verdad? No te estoy forzando ni nada parecido, puede ser en otra ocasión y…
…Bueno, ya que te tomaste la molestia de invitarme, creo que lo menos que puedo hacer es aceptar correctamente ¿No lo crees?…
Mizore guardó silencio después de ello.
…En verdad me gusta la idea…
…De acuerdo, todavía tengo que decirle a mis padres que has dicho que si, además, solo me dijeron que te comentara, todavía no me dicen la hora ni nada por el estilo…
Explicó Mizore.
…De acuerdo, estaré esperando por ello entonces…
Después de eso, nos despedimos y colgamos, prometí que volvería a marcarle otro día. Eso fue todo lo que pasó esa tarde. Por la noche, después de vestirme y prepararme, busqué mi ropa especial y comí algo.
Después de eso esperé a la media noche y salí de mi casa. Nadie me vio, como en los viejos tiempos, supongo.