Haru No Yurei - Volumen 2: 14. Edúcame, Cómeme, Ámame
–¿Pasa algo? –
Pregunté, porque ella estaba susurrándome al oído, comenzó a balancearse luego. Sus pezones se erizaron.
–Creo que… aún queda un poco… es decir. Yo… –
–Puede decir que quiere continuar, a mí no me molestaría en absoluto… –
Respondí. Ella bajó la cabeza.
–¿De verdad? –
Preguntó, no muy segura.
–Bueno, si soy sincero… quiero continuar también… –
Respondí, poniéndome de pie. Mizuki Sensei puso una mano sobre mí, acariciando mi pene de arriba hacia abajo.
–Es tan grande… –
Comentó, luego ella también se levantó. Colocó sus manos sobre la cama, exponiéndome su trasero.
–Ven… llena la parte más privada de tu maestra favorita… –
No tuvo que insistir mucho. Mi erección era tan grande en el momento, que estaba empezando a ser dolorosa, me acerqué, colocando la punta de mi pene en su entrada. Mizuki Sensei se estremeció.
–Cuando nos veamos en clase… ¿Vas a pensar en este momento? ¿Me verás de forma sucia? –
Preguntó ella. Moviendo su trasero de un lado a otro, como antes, yo comencé a entrar en ella.
–Eso es… tómalo todo… no tienes que ser delicado, está bien si haces un desastre de mi ahora. –
Pidió, la tomé por las caderas y comencé a empujar, lentamente, su respiración comenzó a acelerarse.
–Ese es un cambio de actitud muy extraño… –
Comenté, atrayendo su trasero hacia mí para poder entrar tan profundamente como fuera posible.
–Soy feliz… estoy feliz de estar viva… –
–Mizuki… –
Empujé con fuerza, su cuerpo se estremeció a medida que comenzaba a aumentar la intensidad y la rapidez.
–Dime “Sensei” –
Se quejó, volteando a verme.
–Mizuki Sensei… –
Seguí empujando, sosteniéndome de sus caderas para darme fuerza. Los ruidos de su trasero siendo golpeado sonaban casi tan alto como sus gritos.
–Mi cabeza está en blanco… Ya no seré capaz de vivir sin esto… –
–Mizuki Sensei… –
Repetí, golpeando con más fuerza todavía. Entonces se me ocurrió hacer algo que vi una vez en una película, Tomé una de sus piernas y la puse encima de mi hombro.
Ella hizo un esfuerzo por voltear a verme. Sus ojos tenían lágrimas y ella apenas podía respirar, sus pechos rebotaban sobre la cama cada vez que empujaba.
–Esto es… demasiado… me volveré loca… mi cabeza esta toda confundida… –
Se quejó ella, con algo intermedio entre chillidos y gemidos. Sus paredes se ajustaban bien a mí, a pesar de que ella era mayor y la fuerza con la que estaba haciéndolo no me permitió soportar mucho esta vez.
–No creo soportar mucho… –
Le avisé, estaba a punto de terminar.
–Adentro… hazlo adentro por favor… llena la parte privada de tu Sensei…–
Pidió.
–¿Eh? No puedo hacer eso… –
Me quejé.
–¡Es una orden! –
Gritó, sobre todo porque ya no era capaz de mantener su voz baja. Debe haberse arrepentido de gritar, porque explicó luego.
–Soy tu Sensei… haz lo que te digo. –
No pude contenerme luego de eso, dando un último empujón, mi semen comenzó a salir dentro de ella. Ayasara Sensei bajó su pierna después, mientras sacaba mi pene de ella. Hizo un esfuerzo por mantener el semen dentro de su vagina, pero no lo consiguió.
–Mi cuerpo se siente flotar… –
Comentó a media voz, riéndose levemente después, se rindió acerca de subir a la cama y se acostó luego en el suelo
–Esto es malo… Me ha gustado tanto que quiero repetirlo… pero me duele… –
Comentó ella después, tomando un poco de aire.
–No tiene que ser ahora mismo… puedo venir después… –
Comenté, subiendo mi pantalón de nuevo. Ella comenzó a acomodarse la ropa interior.
–¿En verdad? Es decir… no lo estás diciendo, por lastima ¿O sí? –
–No, en verdad me gusta, nunca puedo dejar de mirarla en clase. –
Ayasara Sensei se rio levemente.
–Tienes que ser discreto ¿de acuerdo? Si nos atrapan, no solo perderé mi empleo, también serás expulsado. –
Explicó, pero ya no parecía asustada para nada.
–Entiendo, no tiene que preocuparse. –
Respondí, ella se puso de pie, y se limpió la cara con una toalla. Su maquillaje parecía haberse corrido por las lágrimas y el sudor. Aun quitándoselo, era linda.
–Nunca la había visto sin maquillaje… –
Comenté, era la verdad. Incluso cuando vine aquí disfrazado del fantasma, ella llevaba maquillaje. Y era de noche y estaba oscuro.
–He mostrado muchas caras desagradables de mí el día de hoy. No importa ahora si muestro una más ¿no es cierto? –
Preguntó ella, pero yo no lo dije por qué me pareciera desagradable.
–Se ve linda. –
Comenté.
–No hagas eso… Ya estoy siendo muy egoísta con esto, y mejor soy sincera antes de que la vergüenza regrese. Me gustas mucho. –
Explicó. Luego se dio la vuelta, peinándose.
–No sé… me pareces adorable y cuando te veo me dan ganas de abrazarte. Y pensé, que estaba bien si admitía esos sentimientos de una buena vez. Otra cosa es que nuestra diferencia de edades es grande. Quiero decir… si quisieras, podrías llamar a la policía ahora. –
Explicó. Al parecer estaba pensando con más claridad ahora. Yo también, siendo sinceros.
–No diga tonterías… –
Respondí, aquello me insultaba un poco.
–Es que, así es como me siento. Por ello, no lo hagas más duro… –
Explicó, y se dio la vuelta, mirándome, con una sonrisa extraña en el rostro.
–Estoy conforme con lo que tenemos así como está… no pediré más. Soy una maestra y tú eres un estudiante. Está lo suficientemente mal como está. Me siento privilegiada de que un jovencito se fije en mi como una mujer, porque eso no había pasado en muchos años. –
–No es tan grande… –
Repliqué. Ahora se sentía como si ella estuviera diciéndome que tengo un pésimo gusto. Y no lo tenía.
–Sé que lo dices como un halago… –
Sin pensar más tiempo, ella se acercó y me dio un beso en los labios, incluso usó su lengua un poco. Yo la dejé hacer mientras respondía el beso. Nos separamos luego de eso.
–Y por lo que pude ver, sabes muy bien cómo tratar a una mujer en la intimidad. No lo desperdicies. Rechacé muchas confesiones cuando era joven. No lo hagas tú. –
Explicó. Luego volvió a separarse de mí, y continuó vistiéndose.
Salimos en el auto de ella momentos después. Antes de bajarme del auto, ella me miró sonriendo. Tomó mi examen y lo rompió.
–Le diré al rector que lo he perdido, no te preocupes… –
Comentó ella. Iba a decirle que no hacía falta, pero también sentí que era importante que Ayasara Sensei sintiera que estaba haciendo algo a cambio. No es como que pudiera aceptar las llaves o el dinero. Encogí de hombros.
Bajé del auto después. Y me dirigí a mi casa.
Volver a entrar a una casa sola, me produjo una fuerte sensación de nostalgia que era difícil de explicar. No es como que extrañara estar solo ni nada por el estilo. Pero con todo como había pasado estos últimos días, lo único que puedo decir es que me agradaba tener un momento de tranquilidad.
Envié un mensaje a Mizore,
“Hola, recién he llegado a mi casa, espero que estés bien. Me gustaría verte pronto. ¿Se puede?”
Y luego envié uno a Akane.
Ya he llegado a casa ¿Te falta mucho? Espero que estés bien.
No hubo respuesta en ese momento y no es como que la esperara.
Estaba pensando en cómo responder cuando llegó un mensaje de Akane.
“Lo siento mucho, las cosas se complicaron aquí en el club. Estamos faltos de personal porque dos compañeras no están con nosotras. El stand no está listo. Quiero volver a casa y hacer la cena, pero si las dejo ahora, seguro que me culpan por todo lo que salga mal. ¿Qué hago?”
Y caritas tristes.
Algo así me mencionó en la mañana. Tenía entendido, que se acercaba un festival o algo así en su escuela. No faltaba mucho para que comenzaran con esas cosas en la mía también.
“No deberías preocuparte. He comido algo antes de llegar así que puedo esperar. Tú también deberías comer algo. De todos modos, termina lo que tengas que hacer, yo esperaré”
Le envié eso a Akane. Ni que hacerle, esperaría. Como había comido en casa de Ayasara Sensei, no tuve mayor problema. Pero ahora mismo, no tenía nada que hacer. Y como había pasado un tiempo desde que me encontré en esta situación, no sabía qué hacer.
“Eres el mejor”
Akane respondió eso. Yo suspiré. Revisando mis mensajes me di cuenta de que había algunos de cierta persona a quien yo no había respondido. Supuse que era una mala idea dejarlos así. Envié un tercer mensaje. Esta vez, a Kurimo.
“Supongo que no tengo ningún derecho de enviarte un mensaje ahora. Pero a decir verdad he pensado en ti un poco. No es que quisiera ser malo la última vez. Espero que estés mejor.”
La respuesta llegó en cinco segundos.
“Estoy bien, no pensé mal de ti ni nada por el estilo. En realidad, tienes todo el derecho de estar enfadado conmigo, estaba siendo una molestia y estaba siendo infantil. Si me perdonas me sentiré mejor. ¿Ha pasado algo? Se siente como si estuvieras mal por alguna razón. Yo siempre esperaré por ti.”
He allí su respuesta. Yo suspiré. Ella arrojaba todo de un solo golpe, tal vez sería mejor si yo hiciera lo mismo con ella.
“No me gusta la idea de dejarte esperando por mí. No importa como lo mires, eso no es lindo en absoluto. ¿Qué tal esto? ¿Quieres ir a una cita conmigo?”
Le pregunté. Bien, arrojé todo al igual que ella lo hacía. Como se esperaba de ella, no tardó básicamente nada en responder.
“¿Una cita? Me encantaría, si quiero. Pero hay un problema. ¿Puedo marcarte? ¿Estas libre ahora?”
Fue su respuesta. Yo suspiré. ¿Un problema? Eso no era para nada lo que esperaba de ella. Pero algo podía haber sucedido. Me pregunté por unos momentos si debería responder el mensaje o marcarle yo. Decidí que estaba bien si le marcaba.
…¿Moshi–Moshi?…
La voz del otro lado del auricular sonaba nerviosa.
…Hola…
Respondí, saludando sin estar muy seguro de cómo debería actuar.
…Cuanto tiempo, es decir, no ha pasado mucho tiempo ¿Cierto? Perdón… a mí se me ha hecho largo… no es tu culpa ni nada…
Comenzó a disculparse.
…Me dijiste que había un problema…
Repliqué, más que nada porque no quería que ella siguiera sintiéndose mal sin razón. Kurimo era muy pronta a sacar conclusiones.
…Si bien, decir esto da un poco de vergüenza, pero… estoy castigada…
…Oh, es eso ¿Qué fue lo que pasó?…
Pregunté, de algún modo sentí que no era la gran cosa.
…Bien, yo… reprobé algunas materias en la escuela… mi madre se enfadó muchísimo conmigo, y, dijo que no puedo salir con ningún chico ni nada que se le parezca, hasta que haya recuperado mis notas…
…En tal caso, también me enfadaré contigo…
…Perdón…
…Nada de perdón, has pasado el tiempo coqueteando conmigo ¿No es cierto? Tenías que estar estudiando, no salir con chicos…
…No he salido con nadie…
Respondió Kurimo, llorando.
…Saliste conmigo, eso no estuvo bien. De verdad tienes que recuperar tus notas, o estarás en problemas…
…Perdón. De verdad lo siento…
…Si tus notas no mejoran, no volveré a salir contigo, no voy a ser culpable de que dejes que tu desempeño escolar se vaya al diablo…
Me quejé. No estaba regañándola en serio. Es decir, no podría hacerlo con lo que había pasado esta mañana. Aun así, sentí que lo mejor era que me preocupara por sus notas. Ella lo agradecería después.
…Bien, ya no importa ahora, supongo entonces que no puedes salir conmigo aunque quieras…
Comenté. De nada servía regañarla ahora. Kurimo pareció dudar acerca de responder a eso. Suspiró después de un momento.
…Bien, yo… creo que ella podría hacer una excepción, si tu vienes y se lo pides… pero es una molestia ¿No es cierto? Es decir, ¿Por qué ibas a querer hacer eso? Olvida lo que dije, estoy siendo caprichosa…
Puede que valiera la pena.
…Lo haré si me prometes que tus notas serán mejores…
…Es promesa, yo me esforzaré mucho, no volveré a descuidar mis obligaciones…
Entiendo que todo esto le tenía la cabeza hecha nudos, posiblemente no pudo concentrarse en todo este tiempo, desde que empecé a salir con ella. Tal vez es que ella era demasiado joven para manejar algo así con seriedad.
…De acuerdo entonces… te llamaré luego para acordar el lugar y la hora ¿Está bien? Mientras tanto, realmente, realmente quiero que te esfuerces…
Eso pareció mejorar los ánimos de ella, quien respondió animadamente.
…Sí, eso haré ¡Me esforzaré mucho! Gracias… yo… esperaré por la llamada…
Empezó a decir. La interrumpí para decirle algo importante.
…Kurimo…
Ella guardó silencio.
…Te extraño…
Y colgué. Antes de que ella pudiera decir otra cosa.
Estos asuntos destruyen tu vida de muchas formas. Todos los problemas alrededor de Akane, Mizore, Kamine y Kurimo, no me permitieron pensar en que tenía escuela y obligaciones que atender. Supongo que Kurimo estaba pasando por la misma situación, y ya que lo pensaba, puede que la culpa de que ella se sintiera así, fuera bastante mía.
Imagínenlo por un momento, todo el tiempo que he salido con ella he sido lo más inconstante que algo puede ser, primero sí, y luego no, y luego sí, y otra vez no, en menos tiempo del que le toma hacerse a una idea, ya ha cambiado. Los altibajos tenían que ser muy difíciles de seguir.
No me gustaba la idea de que mi… indecisión, o mi inconstancia o lo que sea, estaba provocándole problemas en otras partes de su vida. Por eso es que terminé la llamada de esa forma. Quiero que ella pueda descansar de esto, y decir: “Si mi romance está bien, puedo concentrarme en la escuela.” Porque… ¿Quién podría hacerlo si no estaba bien?
Ni siquiera yo pude.
Después de eso, me acordé de que yo mismo lo había hecho muy mal últimamente, y tomé mis libros para estudiar hasta que Akane llegara.
Mientras estudiaba, llegó la respuesta de Mizore.
“Hola, perdona por la tardanza, estaba comiendo, mi padre nos ha llevado a comer como familia, y dejé el teléfono en el auto. Ahora estoy en mi casa, y estoy a punto de tomar un baño. Hablando de eso, mi padre ha preguntado por ti ¿Qué debería decirle?”
Pregunto Mizore, envió una carta sonrojada y eso fue todo. ¿Qué debería decirle? ahora que lo recordaba, quizá el señor podría darme un par de consejos luego acerca de Mizore. No es que no me sintiera a la altura a este punto, pero tal vez no estaría tan mal.
Estaba tan concentrado en pensar en esas cosas, que no me di cuenta de que había alboroto afuera.
Akane entró a la casa, llorando y exaltada.
Me puse de pie de un salto.
–¿Qué ocurre? –
Pregunté. Ella se apresuró a limpiar sus lágrimas.
–Nada… No ocurre nada… voy a hacer la cena… –
Me dirigí hacia la puerta. Akane me llamó sin mirarme.
–No abras esa puerta… por favor… no abras esa puerta… –
–Pero… verte así solamente me hace pensar que alguien te hizo algo malo… –
–Si… es decir, no, no me hizo nada… solo… dame unos minutos ¿de acuerdo? Estaré bien… –
Explicó. Tocaron el timbre. Sinceramente pensé que alguien le había atacado o algo así, pero un asaltante o un acosador no tocaría la puerta.
Akane contuvo sus lágrimas y volteó a verme.
–Si me dices que no abra, no abriré, aun así… quiero saber si estás bien… –
Ella volvió a limpiarse las lágrimas, y luego negó con la cabeza llorando. Yo me acerqué a ella y la abracé.
–Es mi padre… vino hasta mi instituto a pedir… a ordenarme que vuelva… –
Se quejó ella.
–Y no quiero, ha estado siguiéndome todo el camino, tratando de que me vaya de aquí… y no quiero…–
Explicó.
Bueno, aquello era algo para estar preocupado. Más que por el hecho de lo que quería, los métodos eran… un poco aterradores. Pero seguro que habría una explicación. Lo malo es que Akane como era, no iba a aceptar una explicación en ese estado.
–Akane… no quiero que esto suene mal pero… esta sería la última oportunidad que tendrías. –
Le dije, ella se separó de mí y me miró. Sabía que sonaría a que la estaba echando, así que terminé rápidamente, antes de que malinterpretara todo.
–Por otro lado, me pondré verdaderamente triste si te vas… –
Akane negó con lágrimas en los ojos.
–No quiero… ya me había decidido antes… no quiero… –
Respondió ella, conteniendo el llanto, yo la abracé y acaricié su cabeza. Mirar de reojo por la ventana me permitió darme cuenta de que el auto seguía allí.
–Quizá sea una buena idea comunicarle esa decisión a tu padre entonces… –
–Ya se lo dije… –
Replicó ella.
–Posiblemente cree que no hablas en serio… –
Repliqué, acariciando su cabeza, ella se levantó para mirarme. Tocaron el timbre de nuevo.
–¿Qué es lo que quiere entonces? –
Se quejó. Yo acaricie su cara.
–Tal vez… alguna forma de demostración… como quiera que sea, no tenemos que escondernos… estamos en nuestra casa. ¿Por qué no dejas que entre y lo vea por sí mismo? –
Pregunté. Akane finalmente suspiró.
–De acuerdo… Tienes razón, puedo hacer eso… tal vez es lo que hace falta para que abandone la idea. –
–Recibiré a tu padre… ponte a hacer la cena ¿está bien? Sé que estas cansada, pero creo que sería lo mejor por el momento. –
Akane entró a la cocina después de eso. Yo fui y abrí la puerta. El señor no parecía tan desesperado. Aun así, lo único que dijo fue: ¿Dónde está Akane?
–¿Perdón? –
Pregunté. Aquello fue inesperado. Uno no llega a una casa ajena y dice esas cosas.
–Mi hija… –
Lo interrumpí. Había que… aclarar algunas cosas.
–Mi esposa está haciendo la cena. Señor… ¿En qué le puedo servir? –
Eso lo hizo reconsiderar sus palabras, aunque supongo que era demasiado pedir que cambiara de intención. Suspiró.
–Escucha… yo, he pensado mucho en esto y… ha sido un terrible error de mi parte, pero… –
–¿Por qué no, entra? Puede esperar a que la cena esté lista, le aseguro que le gustará. Y podemos hablar dentro, mas… en confianza… –
Pregunté. El hombre sabía que una vez dentro de mi casa, lo golpearía sin miramientos si se atrevía a insultar a Akane. No es que sea muy bueno en eso pero, pasaría. Sin lugar a dudas. Aun así, aceptó.
Una vez que entramos, nos sentamos en la mesa. Antes de sentarme, le pedí al señor que esperara un momento.
–Tengo que decirle a mi esposa que tenemos un invitado. –
Expliqué. Él asintió con la cabeza. Sudaba, se limpió la frente con un pañuelo mientras yo iba a la cocina.
–Akane… –
–¿Va a quedarse a cenar? Pero… –
–Sírveme dos raciones… –
Expliqué en voz baja para que no pudieran escucharnos.
–Pero dijiste que no tendrías tanta hambre… –
Respondió Akane, pensando ahora que su tardanza había sido un problema.
–No la tengo… pero necesito que sirvas doble para mí. –
–De acuerdo. –
Dijo ella, y ahora, como estaba sonriendo, mejor la dejé. Ella probaba la comida mientras yo volvía a la mesa.
–Muy bien, parece que la cena estará lista pronto… eso me hace feliz. –
Comenté mientras volvía a sentarme.
–Yo…me di cuenta de muchas cosas en estos días, todo este asunto ha sido un terrible error. Estoy arrepentido de haber forzado algo así en ustedes. –
Yo sabía que Akane estaba escuchando esto.
–Bueno… tengo que admitir que tuvimos algunas dificultades, con todo lo del cambio de domicilio y esas cosas, pero nos adaptamos rápidamente. Nada que no pudiera manejarse con un poco de cariño. –
Respondí, el hombre me miró, sabía a lo que estaba yo refiriéndome, pero prefirió ignorarlo.
–De cualquier manera, estoy al tanto de que están en graves problemas. Le he dicho a Akane que debe volver a su casa… pero ella se niega a escucharme… –
Se quejó.
–Bueno, no se negó a escuchar, volver a su casa es exactamente lo que hizo, aunque, admito que su humor al entrar por la puerta va a ser un problema del que voy a tener que encargarme después de que la visita se vaya… –
Reclamé. Nuevamente, prefirió ignorar las indirectas.
Akane se acercó a la mesa llevando los platos en las manos. Puso el primero frente a su padre.
–Toma, lo preparé yo… –
Dijo Akane, luego puso dos platos para mí, y uno para ella. El hombre miró la mesa con atención.
Para los que no estén acostumbrados a esta clase de cosas, al menos aquí en Kyoto, en una casa, primero se sirve a la visita. Lo que Akane estaba diciendo es “Eres un extraño aquí.” Y por otro lado, bueno, dos platos de comida para una sola persona, argumentan que esta necesita comer mucho, porque necesita energía.
Una esposa recién casada hace eso para dar el mensaje de que espera que haya actividad después. Si quieren saber por qué lo sé, hubo una chica antes de que todo esto comenzara, que me dio ese y algunos otros datos.
Por supuesto que Akane no lo sabía, pero su padre si entendió el mensaje.
Comenzamos a comer. El señor miraba a Akane con regularidad, pero ella parecía decidida a no mirarlo. Después de unos momentos, mi vaso de té se terminó. Akane sonrió.
–¿Mas té Cariño? –
Preguntó, yo asentí y ella llenó el vaso de nuevo, asegurándose de pegar su cuerpo al mío para hacerlo, y que su padre lo notara. El señor se desesperó con la demostración.
–No deberías hacer eso… –
Comentó.
–Mi marido dijo que estaba bien… –
Replicó ella. Puse una mano en su rodilla para que se tranquilizara.
–Ah, esto esta delicioso… ¿No lo cree? –
Pregunté, mirando al padre de Akane, quien se vio obligado a asentir con la cabeza. Akane se sonrojó y giró la cara.
–No tienes que decirlo así… solo come… –
–Pero es en serio… es más… creo que voy a recompensarte por esto después, me siento lleno de energía. –
Akane asintió con la cabeza, sonrió y dijo:
–Estaré esperando por ello… Me pregunto ¿Qué será?….–
El hombre finalmente intervino. Supongo que no lo pudo sufrir.
–Akane, ya habíamos hablado estas cosas, te he dicho que deberías limitarte a las cosas normales… –
Ella se puso de pie.
–No, tu hablaste sobre esas cosas, nunca dije que fuera a obedecer. –
–¡No es tu marido! Es solo un chico, ni siquiera puede hacerte feliz… –
No lo hubiera dicho. Akane se puso de pie, loca de ira, y dio una bofetada a su padre que resonó en toda la casa.
El señor se llevó una mano a la mejilla, completamente atónito, porque me imagino, que nunca se esperó que Akane, quien se refería a él como “sama” haría algo así. Akane se irguió orgullosa luego de eso.
–Lárgate. –
Ordenó.
–¿Ahora me odias? –
–No puedes venir aquí a insultar a mi esposo, eso es inaceptable. –
Aquello lo golpeó, pude ver como algo se quebró en el rostro del señor.
–¿I…in… inaceptable? ¿Qué hay de lo que está pasando aquí? ¿Te parece que es correcto? Todas esas insinuaciones acerca de cosas totalmente indecentes… –
Se quejó el hombre. Apenas podía creer que estuviera usando la filosofía de “Tú estás más mal” con su propia hija.
–Soy una mujer casada, tengo que obedecer a mi marido. Es él quien se ha dado a la tarea de educarme en estas cosas. Y estoy harta de que tanto tú como mi madre sigan pensando en esto como una especie de mentira. ¿Quieres convencerte? Quédate… voy a hacerlo con mi marido ahora. –
Aseguró.
–No puedes hacer eso… estas en público. –
–No estamos en público… es mi casa… –
Akane parecía tener problemas para mantener la mirada en alto, pero ni aun así se retractó. El hombre retrocedió un paso.
Akane, por toda respuesta, se sacó las pantis y me las entregó.
–¿Quieres mirar? A mí no me importa… –
Aseguró Akane, pero era bastante obvio que su padre no creía que Akane (o yo) fuéramos capaces de hacer eso frente a alguien más… bueno, si lo éramos. No sería la primera vez.
Me puse de pie.
–¿Cariño? ¿Quieres que haga algo en especial? –
Preguntó Akane, volteando. Yo bajé mi cierre.
–Si… hagamos eso que aprendiste ayer. –
Ella sonrió y se quitó la blusa, luego se hincó frente a mí. Yo miré a su padre, quien finalmente reaccionó y se dio la vuelta.
–Bien ya entendí, si lo que quieres es convertirte en esto, no me quedaré a ver como lo haces… –
Dijo, mientras abría la puerta, Akane suspiró. Pero a mí, lo que dijo al irse me hizo enfadar un poco.
–Eres el mejor…–
Dijo Akane. Yo negué con la cabeza.
–Debería ir a por él ahora… –
Respondí, sin prestar demasiada atención al hecho de que bueno, ella tenía mi pene en sus manos.
–Déjalo que se vaya… –
Respondió Akane.
–Pero me hizo enojar… –
Repliqué, ella tomó mi pene, sin levantarse, comenzó a lamerlo como lamería una paleta helada.
–Bueno… si quieres desquitarte… desquítate conmigo… –
Sugirió. Eso me hizo abandonar la idea de ir a buscar a su padre en ese momento. Akane estaba roja de la cara.
–¿Sabes que suenas como Mizore? –
Pregunté, ella asintió con la cabeza.
–No es que me guste que me peguen… no es eso pero… la primera vez que lo hicimos, me forzaste… y eso me gustó. Yo tenía miedo de decírtelo… tenía miedo de que pensaras mal de mí… pero, eso es actuar como mi padre ¿No es verdad? No quiero eso… –
Explicó, me hizo sentarme en la mesa, algunos platos cayeron al suelo… luego colocó mi pene en medio de sus pechos, con el sostén todavía puesto.
–No seas amable conmigo… no en esto… a mí me gusta cuando enloqueces… cuando no puedes detenerte… y ya no me importa si soy indecente por ello…me gusta que seas salvaje… –
Akane se interrumpía cuando podía lamer mi pene, que salía una y otra vez de en medio de sus pechos.
–De acuerdo… –
Respondí. Y como su sostén parecía estorbar con lo que estábamos haciendo, lo tome de donde pude y lo jalé con tanta fuerza que lo rompí. Akane me miró perpleja. Arqué una ceja como preguntándome “¿eso es lo que quieres?” y ella lo entendió porque asintió con la cabeza.
Ella iba a continuar haciendo lo que estaba haciendo, pero la halé del brazo e hice que se levantara. Me levanté yo y la arrojé sobre la mesa, cayó de espaldas, mirándome y sonriendo.
–Wow… –
Fue el sonido que hizo cuando le empujé. Subió una de sus piernas a la mesa y la otra permaneció en el suelo. La sostuve de las muñecas y mientras besaba uno de sus pechos, metí mi pene dentro de ella. Su vagina se amoldó al instante, a pesar de que entré con fuerza.
Akane gritó.
–¿Esto está bien para ti? –
Pregunté, sonriendo porque ella sonreía.
–Si… esto es lo que yo quería… edúcame… cómeme… ámame… –
Y continué empujando, tan fuerte como pude.
La mesa se rompió.