Haru No Yurei - Volumen 2: 20. La primera pelea de pareja
–¿Por qué te pones nervioso? ¿No dijiste que no estábamos haciendo nada malo? –
Se quejó Sanae mientras se vestía.
–Bueno… es que tocaron… –
Repliqué.
–¿Y que si toca alguien? ¿No quieres ser visto conmigo? ¿Es eso? –
Ella estaba igual o más nerviosa que yo, con trabajos podía acomodarse el sostén.
–No quiero ser visto contigo SI ESTÁS DESNUDA. –
Me quejé de vuelta. Ella se miró unos momentos. Luego se dio la vuelta. Sus pantis de corazones le daban una apariencia graciosa.
–Pervertido. –
Respondió ella.
Me acomodé el pantalón luego de eso.
–Vístete de una vez. –
Ordenó luego.
Cuando terminamos de vestirnos abrió la puerta. Era su hermano menor.
–Onee–san, ya llegamos, Okaa–san dice que tienes que bajar a cenar. –
Dijo… y luego se percató de que estaba allí y me miró fijamente.
–Bien yo… –
Iba a presentarme cuando él volteó a ver sospechosamente a Sanae, quien soltó una risita.
–Si… como sea… baja a cenar ¿entiendes? –
Le dijo. No era precisamente un niño pequeño como para no darse cuenta de lo que pasaba
–Mitsuo, espera… –
Llamó Sanae.
El chico se dio la vuelta, creo que no fue de su agrado que estuviera yo aquí.
Aparte de que se notaba bastante que ella se había vestido apresurada.
–¿Qué pasa? –
–No le digas a Okaa–san que lo encontraste aquí… –
Pidió Sanae, juntando las manos. Mitsuo, como lo conocía ahora, extendió la mano. Sanae suspiró y puso un billete de mil yenes en su mano.
–¿Solo esto?–
Preguntó él.
–Te daré más luego… –
Replicó Sanae.
–Bien… yo no he visto nada entonces… –
Respondió y se dio la vuelta, se fue luego de eso. Me pareció un poco mal que ella tuviera que darle dinero a su hermano para guardar el secreto, pero era lo mejor. Si la madre de Sanae se enteraba de esto, seguramente su padre también.
Y yo estaría en serios problemas, tal vez ella también. Me llevaba bien con mi jefe. Como jefe, era buena persona, la cosa cambiaba ciento por ciento si se enteraba de lo que hacía con sus hijas. Sanae volteó a verme y suspiró luego de eso.
–Con eso debería estar bien… –
Dijo ella, juntando sus dedos de forma linda. Yo me acerqué a ella.
–Lamento que tenga que ser un secreto… –
Le dije, Sanae negó con la cabeza.
–Está bien así… mi corazón late con fuerza cuando pienso en ello. –
Explicó. Creo que ella encontraba excitante la idea de un amor secreto. Y yo no era nadie para juzgar eso tampoco. Le di un beso en los labios. Sanae ni siquiera intentó oponerse. Lentamente, ella retrocedió hasta quedar recargada en la pared.
–No… basta… Okaa–san está abajo… y la puerta sigue abierta… –
Fue evidente que esas cosas también la excitaban… lo digo porque coloqué una mano en su rodilla, y ella separó sus piernas inmediatamente, respirando pesadamente.
Detuve el beso para molestarla un poco.
–Bueno…solo quiero mimarte un poco… te lo mereces después de todo… –
Le dije, luego comencé a besarle el cuello. Ella expuso su cuello.
–Sí pero…me van a ver… al menos… cierra la puerta… –
–Nadie va a subir ahora… si te mantienes callada… puedo hacértelo aquí… –
Le dije, acariciándole las piernas y subiendo mi mano hasta su vulva. Sanae tembló.
–¿Qué? No… Ya no… ya no… me derretiré… –
Se quejó ella, a punto de las lágrimas y temblando. De todos modos no es como que pudiera hacérselo ahora de verdad.
–Te dejaré en paz si me dices “te quiero” –
Propuse… Sanae asintió.
–Pero… me da vergüenza. –
Se quejó.
–Entonces continuaré tocándote. –
Amenacé.
–No… no… está bien… Yo… te… te quiero… –
No es como que fuera muy válido para mí, solo quería obligarla a decir algo vergonzoso. Pero tampoco quería que fuera algo indecente. La dejé en paz después de eso. Sanae me miró fijamente con los ojos llorosos.
–Sigues siendo el mismo hombre malo de siempre… –
Me dijo ella.
–Tengo que irme… –
Respondí, encogiendo de hombros.
–¿No… no vas a quedarte a cenar? –
Preguntó ella, tratando yo creo, de disipar el ambiente un poco. Yo negué con la cabeza.
–Si tu padre se entera de que aún estoy aquí, de nada servirán las excusas. –
Repliqué. No debería faltar mucho para que llegara.
–Todo lo que dijiste hoy… ¿Era cierto? –
Preguntó Sanae.
–Si…–
No sé por qué tenía que preguntar esas cosas a estas alturas del partido, pero ella batió la cabeza con pena.
–Eres mi novio… seguirás siendo mi novio mañana. –
–Si… –
Respondí.
–Bien… yo… no tengo tu número de teléfono…eso es raro ¿no? –
Así que eso era lo que quería, tomé mi celular y le di mi número.
–Te enviaré un mail más tarde… si no te molesta claro… –
Me dijo. Yo negué con la cabeza.
–Al contrario. Es mejor para mí. –
Minase llegó hasta donde estábamos.
–¿Todavía estás aquí? –
Preguntó ella sorprendida.
–Si… nos tomó un poco más de tiempo del que creí. –
Expliqué. Minase miró a su hermana enojada.
–Ah…. –
Respondió, dándose la vuelta.
–No te enfades… fuiste tú quien lo trajo aquí en primer lugar… –
Se quejó Sanae.
–Sí, no sabía que se divertirían durante tanto tiempo, e incluso fuiste codiciosa y me enviaste fuera… ya veo… –
–¿Le dirás a Otou–san? –
Preguntó Sanae, Minase negó con la cabeza.
–No…pero tiene que irse. Puedes verlo después ¿no es verdad? Pero si Otou–san se entera de que le mentí, estaré en graves problemas. –
Ella tenía sus propios intereses con respecto al tema.
–¿Y cómo vamos a hacer que se vaya? Okaa–san está abajo y Mitsuo también. –
Se quejó Sanae.
–Ven… –
Y me tomó del brazo, llevándome a su cuarto. Sanae obviamente nos siguió. Ella corrió la cortina de la ventana. Sanae me miró furiosa.
–Así fue como escapaste la última vez… –
–Shhh… Onee–chan, no hagas ruido. Si mi madre se entera… –
Se quejó Minase.
–Pero… –
Iba a replicar Sanae, pero la interrumpí.
–Esperaré por tu mail. ¿De acuerdo?–
Pregunté, subiéndome a la barandilla de la ventana.
Pude escuchar que ellas seguían discutiendo antes de saltar al patio. Después de eso me fui a casa.
––––––––––––
Cuando llegué a mi casa, Akane todavía no estaba allí. Me preguntaba qué era lo que había pasado, porque según tenía entendido, iba a ser un día largo.
Revisé mi celular para ver si había un mensaje. Para mi sorpresa, había varios.
El primero, como era de esperarse, era de Akane.
“Ya casi termina todo. Llegaré tarde a la casa, sé que no está bien que una esposa diga eso, pero sopórtalo, será solo durante el festival escolar. No he dejado de pensar en ti. Mis amigas dicen que me veo más alegre de lo normal. ¿Ya terminaste de trabajar? ”
Lo había enviado a eso de las seis de la tarde.
Eran las siete.
Respondí a ese.
“Estoy llegando a la casa ahora. Espero que no tardes mucho más en llegar. Comí de camino acá, así que no tienes que preocuparte. ¿Comiste ya?”
Ese fue mi mensaje. El segundo que tenía.
Ahora era de Kurimo.
Suspiré. Tenía que tener muy en cuenta ser considerado.
“¿Cómo estás? Minase–chan dijo que trabajarías hoy. Así que no quiero molestarte. No tienes que responder si no quieres. Esfuérzate mucho ¿Quieres? Estaré esperando por el día sábado. Hasta entonces, yo estaré pensando en ti.”
Y un corazón.
Ah, esta chica. Realmente las chicas de colegio son diferentes a las del instituto ¿No es cierto?
¿Con que tanta… demostración debería responder? Me preguntaba en ese momento. Bueno, no creo que si me excedía ella lo encontrara desagradable de todos modos.
“Recién veo el mensaje, porque no puedo usar el teléfono mientras trabajo. No he dejado de esperar por el día sábado. Aunque de eso no tengo derecho a hablarte a ti, yo creo, ya que fui yo quien puso el día. No tienes que sonar tan preocupada cuando mandes mensajes. Yo siempre estaré feliz de recibirlos. A decir verdad, me alegran el día. Y por supuesto que iba a responder. También pienso en ti.”
Con eso debería estar bien. Suspiré.
El tercero, de Mizore.
“De verdad que eres un tonto. No he dejado de leer tu mensaje, una y otra vez, porque eso podría tomarse como una invitación a salir. ¿Debería pensar en una cita contigo? Tú me vas a hacer enloquecer. Y no conoces a mi padre, si le digo algo como eso, comenzará a planear cosas. Seguro que tienes deberes que cumplir en casa.”
¿Planear cosas como qué? Me preguntaba yo.
Como si no lo supiera.
“Soy yo quien debería tomar eso como una invitación. Y no metas una cosa con la otra. Puedo con ambas cosas, por si no te has dado cuenta. ¿Debería ir por ti entonces? ¿O te veo en dónde?”
Estaba enviando ese mensaje cuando llegó una respuesta. Vaya, sí que eran rápidas. Aunque supongo que el problema es que estaba contestándole a tres personas diferentes.
“Tuvimos un descanso para comer. Así que está bien. Estoy deseando que llegue la noche y el día de mañana.”
Respondió Akane en su mensaje. Estaba deseando que llegara la noche, eso quiere decir que… pensé que sería bueno darme un baño.
Sin pensarlo demasiado, me metí al baño y comencé a desvestirme. Estaba quitándome la ropa cuando mi celular comenzó a sonar.
Era Kurimo.
…Moshi–Moshi…
Escuché, y el celular cayó al suelo, porque tenía una mano ocupada. Estaba desvistiéndome. Se apagó con el golpe.
A prisa, me apresuré a prenderlo de nuevo.
Nada.
Y me quedé esperando… nada.
Intenté marcar…
Nada.
“El número que usted intenta contactar se encuentra fuera de servicio…”
Ah ¡Maldita sea!
Suspiré y me metí a bañar. Eso es a lo que yo llamo tener mala suerte. Seguro que piensa que le colgué. Me estaba bañando cuando sonó el teléfono de nuevo. Esta vez era un mensaje. Salí del baño escurriendo y miré el teléfono. Kurimo.
“Perdón, no quise molestar”
Esto no está bien.
Traté de marcar de nuevo.
Me contestó una voz temblorosa del otro lado del teléfono. Ella estaba llorando.
…Hola…
…Moshi ¿Hola? ¿Kurimo?…
…No tienes que apresurarte, yo no quería… molestar…
…No es que molestes… yo…
… ¡No me mientas!…
Ella nunca me había gritado antes. Se puso a llorar a lagrima viva luego de eso.
…Ya no me mientas…
…Pero no es mentira, estoy en el baño, estaba quitándome la ropa cuando marcaste, el celular se cayó y…
Intenté explicar, pero ella estaba ocupada llorando y no escuchó nada de lo que le dije.
…Por favor… no llores…
…Pero, me colgaste… sniff… tú me cuelgas siempre que quiero hablar… siempre, me cortas así, yo no entiendo…
Se quejó ella, al parecer, tratando de controlarse.
…Kurimo, cálmate, no estaba intentando colgarte, el teléfono cayó al suelo…
Expliqué, finalmente ella dejó de llorar, hubo un momento de silencio.
…Perdón, estoy asustada…
Dijo después. ¿Tanto miedo doy?
Bueno, es que ella era una chica que malinterpretaba todo con mucha rapidez. No podía quejarme, siempre ha sido así.
…Por favor, no quise hacerte sentir mal, ni siquiera iba a colgar. Quería escuchar tu voz… y saber también, ¿Hay algo que ibas a decir?…
Trataba de recuperar la conversación de antes.
…Iba a decir que mañana iré a comprar mi ropa para la cita… mi madre va a llevarme… quería saber si hay algún color que prefieras…
Explicó Kurimo.
Un chica de colegio al fin.
…Bueno, no te he visto con muchos colores hasta ahora, pero el azul te va bien, también pienso que el verde podría irte bien…
El día en que había estado con ella, hablo del primer día en que fui a su casa, llevaba un kimono azul. Por eso lo dije. Kurimo suspiró.
…De acuerdo… ahora lo sé. Buscaré algo lindo mañana…
También pienso que la intención era hacerme recordar que ella estaba esperando por ello.
…Estaré esperando por ello…
Respondí.
…Si….
Fue su respuesta. Y colgó.
No sonaba a que me creyera para nada. Pero si le ponía algo ahora, pensará que estoy reclamando de nuevo. Dejé el teléfono luego y terminé de bañarme. Estaba saliendo del baño cuando llegó un mensaje, esta vez de Mizore.
“Apenas puedo creer que estoy diciendo esto de nuevo, pero entonces, es una cita. Podemos vernos frente a la parada del autobús si quieres. ¿A qué hora estaría bien para ti? Yo puedo a cualquier hora, pero si quieres que de tiempo de hacer algo divertido o pasear por allí, tiene que ser antes de media tarde ¿No crees?”
Ella quería que corriera luego del trabajo. Bueno. No había mucho que hacer respecto a eso. Si me apresuraba podía hacer ese camino en media hora. No me daría tiempo de nada más, pero seguro que la cena de su casa podría hacer de comida y cena.
“A las tres y media, en la parada del autobús entonces. Iremos a algún sitio bonito ¿está bien?”
Puse en el mensaje. Ella respondió con un sí y una fotografía. Era una fotografía de ella como las que solía enviarme, mostrando su pecho. Sentí algo extraño por dentro al notar que lo que ella me estaba mostrando era una pequeña cicatriz que tenía en uno de sus senos, resultado de… nuestra forma de hacer las cosas.
Guardé el teléfono y miré el reloj. Las nueve. Akane ya debería de estar en casa. Intenté ser paciente y esperar. Dieron las nueve y media. Iba a marcarle cuando escuché que abría la puerta.
–Ya… volví… –
Akane dejó pesadamente su mochila en el recibidor, al tiempo que pasaba. Yo bajé las escaleras. La miré, se tambaleaba al caminar.
–Estas ebria… –
Le dije.
–No estoy… ebria… no lo estoy… –
Me llevé una mano a la cabeza. Seguro que ella no bebía con regularidad. ¿Qué se le metió en la cabeza ahora?
–¿Qué ocurrió?–
Pregunté, algo molesto a decir verdad. Akane se dio cuenta de eso y bajó la cabeza.
–Mis amigas… me invitaron… sabía muy bien… –
Explicó ella, sin dejar de tambalearse.
–¿Estas bien? –
Pregunté, era lo más importante. ¿Había venido todo el camino así? ¿Que si le pasa algo?
–Una de ellas… me trajo hasta aquí… estoy bien… solo… estoy mareada… estábamos celebrando y… –
–¡Entra de una vez! –
Me quejé, alzando la voz y dándome la vuelta.
Akane se puso a llorar. Ah… no otra, por favor…
–Perdón… soy una pésima mujer… una pésima esposa… –
Comenzó a llorar llevando su cabeza al suelo.
–Akane, estas avergonzándote a ti misma. –
Respondí, sentándome en el sofá de nuevo. Ella se acercó a gatas, y siguió pidiendo perdón. Intentó quitar mi cinturón. No la detuve, pero si me aparté un poco.
–No sé si quiero hacerlo así… –
Akane me miró y una mueca de profundo dolor se dibujó en su rostro.
–Tu… ¿Me rechazas? ¿Estas aburrido de mí? ¿Es eso?–
Preguntó incrédula, pero todavía se tambaleaba.
–No es eso, es que… ah… ¿Por qué tenías que hacer esto? –
Akane se tiró al suelo, pataleando como una niña pequeña emberrinchada.
–No… no es justo… no es justo… yo no sabía… –
–Solo ve a dormir. –
Respondí. Ella se puso de pie, y se abrazó de mis rodillas.
–Pero… he pensado sucio todo el día… –
–Akane… no estoy de humor… en serio, solo ve a dormir ahora. –
–No… no quiero dormir… quiero venirme… por favor… dijiste que… –
–¡Que no! –
Respondí, alterándome. Era ridículo verla así. Incluso resultaba un poco desagradable, rogando por sexo. Un montón de cosas se me vinieron a la mente, la mayoría bastante malas. Ya todos saben de qué hablo, y si no fuera porque su escuela es solo para mujeres…
Ahora mismo, parecía una cualquiera. No quise decírselo, pero eso fue lo que sentí.
–Haré lo que quieras… –
Dijo ella, abrazándose aún más a mis rodillas, llevó su mano a mi entrepierna. Para colmo, mi estúpido pene decidió que aquello era suficiente para levantarse.
–Esto no funciona así… –
Repliqué.
–Pero funcionó con ellas… –
Se quejó Akane, llorando de nuevo.
–¡Pero tú no eres ellas!–
Me quejé, ella me miró con los ojos llenos de lágrimas.
–No me agrada ¿Ya? Me gusta más como eres siempre. –
Expliqué, ella negó con la cabeza.
–¿Por qué? Siempre soy tan frígida y recatada…Ni siquiera… puedo complacerte… –
Se quejó ella. Yo me puse de pie y la tome de la mano. No iba a comprender nada mientras estuviera así.
–Vamos a dormir…. Te lo haré mañana… –
Respondí, Akane tomó mi mano, pero no quiso moverse.
–Pero quiero que me lo metas ahora. –
Replicó ella.
Rayos… No sonó tan bien como parece. Fue desagradable. Akane fue incluso más lejos que eso. Se sentó en el suelo y separó sus piernas.
–Ven…. –
Pidió ella. De acuerdo, ya me harté. Que no diga que no se lo advertí.
–Ve a la cama ¡Ahora! –
Ordené. Ella comenzó a llorar.
–Me gritaste… –
–No quiero verte ahora. –
Respondí.
–Pero…Tu nunca me gritas…–
–Ah, bien, te lo advertí….–
Respondí.
Con fuerza, la tomé de la mano y la arrastré conmigo subiendo las escaleras.
–Espera… estas lastimándome… por favor… –
Se quejó, yo ignoré sus quejas.
–Cállate de una buena vez. –
Respondí, volteando a verla, luego abrí la puerta del cuarto. Akane iba llorando en silencio. Entramos y cerré la puerta detrás mío. Akane me miró con los ojos llorosos.
–¡Estúpido! –
Esa fue la primera vez que ella me decía una mala palabra, no creo que me habría enojado tanto si no fuera porque… ella nunca decía cosas así. Alcé la mano. Ella me miró con los ojos encendidos en rabia.
Yo me detuve. Y suspiré.
–No me hagas hacer algo de lo que me arrepienta. Te he dicho que no quiero y es todo. –
–¿Me vas a pegar? –
Preguntó ella, mirándome con coraje. Todavía tenía lágrimas en los ojos.
–No… solo… ve a dormir. –
Respondí, y bajé la mano.
–Pero si me lastimaste mi mano y me trajiste a rastras… Que gran hombre… maltratas a tu esposa. –
Se quejó ella, tenía mucho tiempo que no veía una mirada de rencor en ella.. Creo que más que el dolor, fue la humillación lo que le dolió, el haberla rechazado y traído a rastras hasta el cuarto.
–¿Eh? Pero si funciona con ellas… –
Respondí, sarcástico.
–Pero conmigo no… ¿Quién te crees? A mí no me gusta… –
Akane se echó a la cama llorando a lagrima viva.
–La próxima vez lastimaré tu cara. Y cuando tus amigas que te invitaron lo que sea que te puso así pregunten ¿Por qué las marcas? Les responderás que te has comportado como una tonta en casa. –
Respondí, era mi amenaza de siempre.
Salí de la habitación luego de eso, azotando la puerta detrás de mí.
Suspiré.
Se escuchó un grito del otro lado de la puerta.
–¡Grandísimo idiota! –
Ya no hice caso. Solo me fui a mi cuarto luego de eso.
Esa fue nuestra primera pelea de pareja.
––––––––––
Como era de esperarse, al cabo de un rato de estar en mi alcoba, ella tocó la puerta.
–Pasa. –
Respondí, sin levantarme, estaba acostado en mi cama mirando al techo. Ella entró y cerró la puerta tras de ella.
–¿Qué ocurre? –
Pregunté, mirándola. Akane estaba llorando, pero ya no parecía estar alcoholizada.
–¿Ya no me quieres? –
Preguntó Akane. Voltee a mirarla con incredulidad. ¿A que venía eso? Me hizo preocuparme.
Aunque… puede que me haya propasado con ella por lo que había pasado antes de que ella llegara. Pero eso no se lo dije.
–¿Qué se supone que significa eso Akane? –
Pregunté, un poco… molesto de que ella se atreviera a hacer esa pregunta.
–Me lastimaste… y me dijiste que no querías estar conmigo. –
Tenía espasmos por haber estado llorando.
–Sí. Lo hice. –
–Nunca me habías maltratado, no así… –
Se quejó ella.
–Nunca te habías comportado así. –
Respondí simplemente. En cierto modo, empezaba a sentirme algo culpable, ya lo dije, puede que su comportamiento no fuera la única razón de mi reacción violenta.
–¿Me disculpas? –
Preguntó Akane, todavía intentando no llorar. Voltee a verla, ella no quería mirarme.
–Si tú me disculpas por lo que hice.–
La misma escena… si, hasta yo lo noté.
–¿De verdad ibas a golpear mi cara? –
Preguntó Akane, tal vez un poco asustada.
–Claro que no. –
Respondí. Era muy obvio.
–Se sintió muy feo… –
Se quejó ella.
–Claro que se sintió feo ¿Por qué iba a gustarte? Deja esas cosas para las mujerzuelas. Así no eres tú, es cierto que no mereces esa clase de trato, y es que tampoco deberías comportarte de esa forma. Eres diferente. –
–¿No soy un fracaso como esposa? Mis amigas dicen que… –
–Tus amigas…¿Qué saben ellas? Ellas no tienen un marido en casa. –
Respondí. Akane bajó la cabeza por un momento, derrotada. Enjugó lagrimas luego.
–Pensé que si bebía… me volvería pervertida… y a ti te gustaría más… –
Explicó Akane, juntando sus dedos.
–Estas confundiendo naranjas con manzanas. Tú ya eres bastante pervertida, la bebida te convirtió en alguien vulgar. No me agrada eso. Me gusta mucho más tu forma de seducir… la que usas normalmente. Es más como tu… que eso que mostraste hace un rato. –
–¿No soy un fracaso como esposa?–
Preguntó ella de nuevo, al parecer, algo o alguien le había metido esa idea en la cabeza.
–Claro que no. ¿Cómo ibas a ser un fracaso? Eres perfecta. Siempre lo eres. –
–Pues yo no sé… tu eres el que me educa… –
Se quejó ella, yo suspiré, no podía permanecer enojado con Akane, mucho menos si ella estaba ahora lo suficientemente cuerda para venir hasta aquí.
Tal vez fue que sentí que la bebida estaba echando todo mi trabajo por la borda. Eso también podía ser.
–¿Puedes dormir conmigo? –
Yo volteé a verla sospechosamente. Ella extendió sus manos.
–Si no quieres que pase algo, no lo hagas… yo… solo… no quiero dormir así… me siento sola y estúpida. –
Me puse de pie y lentamente me acerqué a ella.
–Me preocupé… –
Le dije.
–Perdón… –
Respondió Akane. Supongo que como a cualquier chica de su edad, se le olvidó la hora que era. El problema es que yo no sabía nada de aquello, y no pensé que llegaría en ese estado. Ni siquiera debería beber.
–No dejaré que te sientas sola… –
Repliqué y luego la abracé con fuerza. Pude sentir como el cuerpo de ella se estremeció.
–No quise decir esas cosas… lo siento… –
Respondió ella. ¿Cuáles cosas? ¿Las que dijo antes o después de que me enojara con ella? Decidí no preguntar, en lugar de eso, solo acaricie su cabello suavemente.
–Ya está bien… está todo bien ahora… –
–Me siento mejor… –
Respondió ella. Yo sonreí.
–Toshikane… ¿Me das un beso? –
Preguntó Akane, yo hice lo que me pido y nos besamos, largo y tendido. Ya no parecía ebria, aun así, olía un poco a alcohol. Ignoré eso como pude. No importaba ya.
Akane regresó a su forma de hacer las cosas. Me agradaba más así, No sé qué idea se le meto en la cabeza, y no iba a preguntar ahora mismo, pero no me gusta.
Luego del beso, ella confesó de nuevo.
–He pensado en ti todo el día… –
Me dijo ella, sonriéndome con complicidad sexual. Eso era lo mismo que me dijo antes, tenían el mismo significado. Pero no se sentía igual.
Llevé mis labios a su cuello, uno de sus puntos más débiles.
–¿En verdad? ¿Y qué has pensado?–
Pregunté. Ella se dio la vuelta, restregando en el camino su trasero contra mí.
–Si… si me llevas a mi cama… te digo… –
Respondió, balanceándose un poco. Caminamos así como estábamos, hasta su cuarto. Ella cerró la puerta detrás de nosotros. Yo, mientras tanto, besaba su cuello y me ocupé de quitar el suéter de su uniforme. Ella levantó las manos sin resistirse.
–Eres una niña descuidada, mira que dejarte el uniforme puesto para dormir… eso no está bien… –
Le dije.
–No… ¿verdad? Que descuidada…–
Comentó Akane, moviendo sus caderas de un lado a otro. Mis manos comenzaron a acariciar su cintura y su trasero.
–¿Qué más… debería… quitarme? –
Preguntó ella, sonriendo.
–Pues… ahora mismo… solo hay una prenda que me estorba… ya que voy a consentirte… –
La empujé lentamente hacia la cama, ella se sentó y se subió a la cama luego.
–¿De verdad? Aun después de… –
Preguntó Akane, aunque no sonaba desconcertada para nada. Sonaba feliz.
–Considéralo mi regalo de reconciliación… –
Respondí, quitando la falda del camino, ella dejó que le sacara las pantis.
–Pero dijiste que no querías… estaba muy triste… –
Se quejó Akane, comencé a acariciar sus piernas.
–Sobre lo de no querer… mentí… o más bien, creo que no pensaba con claridad… había más cosas en mi cabeza, que ahora mismo no puedo recordar…–
Expliqué. Akane temblaba.
–Yo sabía… sabía que mi esposo no iba a dejarme así… solo tenía que ser yo misma entonces… eres el mejor… –
–A mí me gusta mi esposa como siempre es… –
Respondí, y lentamente, metí mi cara entre sus piernas y cuando estuve lo suficientemente cerca, sople con suavidad. Akane se dejó caer en la cama.
–¿Qué tal?–
Pregunté, mientras comenzaba.
–Esto es… el cielo… –
Y se puso a llorar y a gritar.
–Toshikane… te amo… te amo… –
Aumenté la fuerza de mis caricias mientras Akane lloraba.
–No puedo contenerme…–
Se quejó ella, y llorando, tuvo el primer orgasmo de la noche. Sus caderas se contrajeron suavemente, ella expulsó apenas suficiente néctar para dejar una mancha en la cama. Yo continúe sin interrumpirme, sin darle tiempo de nada. Decidí que le daría varios más cuando comencé a combinar mi lengua con mis dedos.
–Eres el mejor… –
Respondió ella, llorando y tratando de tomar aire.
Creo que amo hacerla llorar.
Pero esta es la Akane que me gusta… y este es el tipo de llanto que me gusta escuchar.