Haru No Yurei - Volumen 3: 11. Último Día de Escuela
Antes de la ceremonia de salida, estábamos en la escuela recibiendo algunas notas que tenían que entregar los maestros antes del fin de curso.
En ese momento, Sushake se acercó a mí.
–¿Qué harás en vacaciones? ¿Vas a ir a algún sitio? –
Preguntó él.
–Pues… tengo una pequeña reservación para un fin de semana, pero nada más grande que eso, es decir, tengo que conseguir un empleo pronto. –
Comenté. Él me miró algo sorprendido.
–¿Qué ocurrió con tu empleo anterior? –
Preguntó.
–Digamos que… ya no trabajo allí. Hubo un pequeño desacuerdo con el dueño del lugar. –
Respondí.
–Ah, vaya, eso es a lo que yo llamo mala suerte… lo digo porque de verdad necesitas el empleo ¿No es cierto? –
Preguntó él.
–Bien, solo queda ir hacia adelante. –
Le respondí. Encogí de hombros luego.
–¿Es verdad que estuviste enfermo? –
Preguntó él luego de unos momentos.
–Sí… espera… –
Le dije, porque el profesor de historia me llamó para entregarme mi examen. Fui por él y volví.
–Un pequeño resfriado, es todo… –
–Me alegro que solo haya sido eso… –
Respondió él, sonriendo de manera extraña.
–¿Qué quieres decir? –
Pregunté yo, el volteó a verme, y me guiñó el ojo. Yo no comprendí lo que aquello quería decir, pero luego de eso lo llamaron a él. Yo suspiré.
Sé que la mayoría de los salones tienen delegadas. Pero en nuestro caso, el delegado era hombre, un sujeto llamado Oshare que siempre parecía muy serio. Él se acercó a mí después de eso.
–Otagane–san… me pidieron que te informara esto. Tienes que ir a la oficina de profesores luego de la ceremonia. Toma… –
Y me extendió un papel.
Era un informe de detención.
Estaba firmado por la profesora Ayasara.
Supuse que sería algún asunto escolar, ya que se había tomado la molestia de ponerme en detención en el último día de clases en lugar de enviar un mail o algo.
Todo lo que hice fue tomar mi celular y enviar un mensaje.
Para Sanae:
“Llegaré tarde. ¿Puedes avisar a las demás? No puedo contactar a Kurimo ni a Akane si tienen clases todavía.
–cariños. Toshikane.”
Y guardé mi teléfono.
–¿Qué ocurre? ¿Qué quería el delegado? –
Preguntó Sushake al volver.
–Creo que tengo que explicarme en la sala de maestros… Ayasara Sensei me ha puesto en detención… justo el día de hoy.–
Respondí. Sushake suspiró.
–¿Lo sabías? –
Pregunté.
–Sí, bueno… Ayasara Sensei estaba muy enfadada. Ni siquiera fue discreta con eso, aunque no sabíamos qué la había puesto así, creo que fue ella quien respondió la llamada que hicieron desde tu casa. Solo hay que saber sumar. –
Explicó en voz baja.
¿Eso quiere decir que hay rumores?
Me preguntaba. Eso era bastante malo ya de por sí, pero… si así era ¿No debería alejarse lo más posible? ¿Por qué enviar una nota de detención?
Me preguntaba.
–Entonces… no dijo por qué estaba enojada. –
Comenté. Sushake negó con la cabeza.
–Por supuesto que no… pero… –
–No es difícil imaginarlo… –
Respondió. Yo me llevé la palma a la cabeza.
–Oye, anímate, estar en detención en el último día no es tan malo… –
–No es eso… es que… en realidad, no he visto a Ayasara Sensei en todo el día… supongo que está muy enfadada. –
–¿Seguro que no piensa que le mintieron cuando dijeron que estabas enfermo? –
Preguntó Sushake.
Eso podía ser… últimamente había estado faltando mucho a clases. Eso empezaba a notarse.
–Como sea, espero que esto termine pronto. –
Fue lo que le dije.
Iba a enviar un mensaje a Ayasara Sensei, pero decidí que lo mejor era esperar. Si ella estaba enfadada por algo escolar, enviar un mensaje privado podía empeorar mi situación.
Sonó la alarma del descanso.
––––––––––
Tan pronto como tomé mis cosas entró un mensaje a mi celular.
Era Akane.
“¿Qué quiere decir eso de que vas a llegar tarde? ¿Es lo que creo que es?”
Rayos. Era rápida.
Le respondí inmediatamente.
“Sí, pero no como lo estás pensando. Parece que estoy en problemas por la falta de ayer. Es todo.”
Fue lo que respondí. No había salido de la clase cuando Akane respondió.
“Acá también tenemos problemas. Habara ha peleado conmigo esta mañana. Algo me dice que no está muy contenta con el modo en que acabaron las cosas. Dime una cosa. ¿Habara era virgen? ¿No estaba fingiendo?”
Pero qué cosas estaba preguntando. Por supuesto que lo era, Akane estaba allí, ella lo vio.
“Sí, lo era.”
Respondí. Y salí del salón.
–¿Qué pasó? –
Preguntó una voz detrás de mí. Era Kamine.
–Estoy en detención de nuevo… –
Le dije, suspirando.
–Oh, pobre de ti… no vas a poder atender la grandiosa ceremonia de clausura… qué mal… –
Dijo ella sarcásticamente.
–¿Y Sushake? –
Pregunté, entrecerrando los ojos.
–Con Minami–san. –
Respondió ella.
–¿Quién es Minami? –
Pregunté, porque nunca antes había escuchado ese nombre.
–Oh, es una amiga de mi clase. Los enviaron a entregar los reportes de no sé qué cosa del club de Minami… bueno, en realidad me enviaron a mí, pero le dije a Sushake que quería que fuera él. –
Respondió Kamine, sonriendo tontamente.
–Haces que haga tu trabajo por ti. –
Ella encogió de hombros.
–No puede quejarse, le pagaré por ello… del modo bonito… –
Respondió Kamine. Yo suspiré. Tenía que llegar a la sala de maestros o estaría en problemas.
–Tengo que irme ya. Te veo luego. –
Le dije. Ella me detuvo.
–Oye… tengo algo que decir… –
Llamó Kamine.
–Puede esperar… –
Respondí, pero igual se paró frente a mí.
–No… no puede esperar… –
Respondió Kamine, apresurada.
–¿Qué pasa? –
Pregunté, suspirando. Kamine asintió.
–Mañana… es mi cumpleaños, ya lo sabes… –
–No lo sabía… –
Respondí. Sí lo sabía, pero lo había olvidado por completo.
–Claro que lo sabías… –
Respondió Kamine, amenazándome con el puño cerrado. Yo me llevé la palma a la frente, y asentí.
–Sí, es cierto. –
–Bueno… quiero que vengas a mi fiesta. –
–¿Harás una fiesta? ¿Tienes ocho años acaso? –
Pregunté. Ella cruzó los brazos.
–Muy gracioso… –
–No es eso… es que… una fiesta de cumpleaños me parece algo… un poco demasiado infantil. –
Expliqué, ella negó con la cabeza.
–Solo di que vendrás. Ya invité a Mizore. Le dije que habías dicho que sí. –
Respondió.
–Dime que no es lo que creo que es… –
Kamine se balanceó un poco sobre sus pies y puso las manos atrás.
–Pues… mi madre va a estar allí, de modo que… –
–Tú estás loca… –
Respondí. Tratando de creer que no estaba insinuando nada pervertido en esto.
–Por favor… incluso puedes invitar a la princesita… –
–¿Qué hay de tu novio? –
Pregunté, alarmado.
–Él dice que puedo… también va a venir, por cierto… –
–No lo sé… –
Respondí. Kamine sonrió.
–Inténtalo… –
Se quejó Kamine.
–De acuerdo. –
Respondí, más que nada por dar todo por sentado en ese momento. Kamine sonrió y se dio la vuelta. Yo solo seguí por el pasillo, tenía que ver a Ayasara Sensei ahora.
––––––––––
Cuando llegué a la sala de maestros, no había nadie. Pasé directamente al escritorio de Ayasara Sensei, pero ella no estaba allí.
Miré hacia todos lados por un momento, pero nada parecía fuera de lo normal. Ayasara Sensei entró después, yo volteé y ella giró la cara, con los ojos hinchados y algo de mocos.
–Sensei… ¿Está enferma? –
Pregunté. Ella no dijo nada, solo fue directamente a su escritorio. Espere unos momentos en silencio, pero no dijo nada.
–¿Sensei?¿Quería verme? –
Pregunté de nuevo. Ella volteó a verme, estaba enojada.
–No. No quiero verte. –
Dijo. Me di la vuelta, aquello era raro. Fue entonces que me detuvo.
–¡Estás en detención! –
Dijo, casi gritando. Me detuve y me di la vuelta para mirarla. Ella hizo como que acomodaba papeles en su escritorio. Y se limpió las lágrimas de la cara. Estaba llorando.
–Pero dijo que… –
–¡Ya sé lo que dije! No quiero verte. Ahora quédate allí. –
Respondió ella.
–¿Hasta cuándo? –
Pregunté, si no quería verme… bueno, lo mejor era que me fuera ¿O no?
–Hasta que yo diga. –
Respondió ella. Lo cual me dejó en claro una cosa. Ella estaba enojada conmigo. Comenzó a sollozar después.
–¿Sensei? –
Pregunté de nuevo. Ella puso una mano en su escritorio y me miró con rabia.
–Que no quiero verte. No me hables, no digas nada… solo… quédate allí. –
Dijo y volvió a secarse las lágrimas con un pañuelo que tenía. Pude escuchar que la ceremonia había comenzado.
Ayasara Sensei se puso de pie.
–Listo… puedes irte, eso es todo… –
Y se sentó de nuevo. Se llevó las manos a la cara y comenzó a llorar.
–Adiós… –
No me moví, después de unos momentos, cuando ella se dio cuenta de que no me había movido, suspiró y limpió sus lágrimas nuevamente.
–Tienes cosas que hacer ahora… vete… no lo hagas más difícil… –
Dijo.
–Sensei… ¿puedo saber siquiera qué ocurre? –
Pregunté, porque nada para mí tenía sentido.
–Tú lo sabes bien… –
Respondió ella.
–No, no lo sé… eso es lo que estoy preguntándole… no sé qué ocurre y no entiendo nada… –
Respondí, olvidándome por un momento, que era mi profesora. Ella pareció olvidarlo también.
–¡Te casaste! –
Gritó ella.
No comprendí muy bien de lo que estaba hablando.
–Felicidades por tu matrimonio… ya… ahora solo vete… –
–No entiendo… –
Respondí. Ella pareció enfadarse.
–¿Lo niegas? –
Preguntó ella, poniéndose de pie y acercándose a mí.
–No pero… –
–Ahí lo tienes, eres casado ahora… –
Se quejó ella, dándose la vuelta.
–Sensei… no entiendo lo que está ocurriendo. ¿Está enfadada por mi matrimonio? –
Pregunté. Ella me miró a los ojos.
–Tú bien sabes, por qué estoy enfadada… ya no podremos vernos otra vez… seguro que no quieres comenzar tu matrimonio siendo infiel. –
Me dijo en voz baja.
–Bueno… ahora que la ceremonia de salida está en progreso, oficialmente no soy más un estudiante y usted no es más mi profesora. Y algo que quiero decir es que… Yo ya era casado cuando comenzamos a frecuentarnos… –
Expliqué.
–¿Qué? –
Preguntó ella.
–Bueno… una de las razones por las que mis notas bajaron en primer lugar, es porque en parte tengo que hacerme cargo de mi matrimonio… –
–¿De qué hablas? –
Preguntó ella, sorprendida.
–Bueno… me gustaría tener más tiempo, para poder explicarme, pero básicamente eso es… yo tengo… algún tiempo casado ya… no es reciente… –
–Ven conmigo… –
Dijo Ayasara Sensei. Luego me tomó del brazo y me sacó prácticamente a rastras, cosa sin importancia porque todo el mundo estaba en la ceremonia, en el gimnasio de la escuela. Una vez afuera, fuimos hacia el patio.
–No comprendo. Todavía no estás en tercer grado, y estudias, trabajas, tienes esposa y ¿Todavía tienes fuerzas para perseguir faldas? ¿Qué clase de monstruo eres tú? –
Preguntó ella. Parecía enojada, pero también asombrada.
–Bueno… no lo sé… –
Respondí. Ayasara Sensei cruzó los brazos y se giró.
–Eres como esos tipos que salen en la TV… –
Se quejó de nuevo.
–Lo siento… –
Respondí, pero ella se negaba a mirarme.
–Ese no es el problema… ¡No me lo dijiste además! ¿Qué va a pensar tu esposa? Yo no quiero ser la culpable de que tu matrimonio se termine… –
Se quejó ella.
–No se va a terminar… no es así como funciona… –
Respondí yo. No es que pudiera explicarle que mi esposa aprobaba estas cosas, ni las circunstancias que llevaron a Akane al tomar tal resolución.
Aparte de que, en esencia, Ayasara Sensei no tenía nada que ver con eso.
–¿Qué estás diciéndome? –
–Solo digo… que no debería sentirse mal por algo que yo hice, no usted…. –
Repliqué. Ayasara Sensei suspiró, pero no se giró para nada.
–¿Por qué hiciste esas cosas entonces? ¿Por qué accediste? ¿Por qué dijiste esas cosas? –
Preguntó ella.
–Porque quería que mi Sensei estuviera feliz… –
Respondí. Bien pensado, esto me podía venir bien, podría aprender un poco acerca de cómo llevar toda esta situación de Sensei–estudiante si sabía darle la vuelta a la situación. Todavía no me explicaba por qué estaba llorando en realidad.
–¿Por qué estuviste ausente ayer? –
Preguntó ella después de unos momentos.
–Bueno… la verdad es que sí enfermé un poco. Tuve un pequeño descuido en cuanto a mi salud y acabé mojado en la calle… no pensé que sería algo serio, pero al día siguiente, realmente me sentía mal… –
Expliqué. Era mentira en parte. Pero sentí que sería mejor así. Ella suspiró.
–Siento vergüenza de saber que te creo… te dije que no jugaras así con mi corazón… –
Se quejó ella.
–Pues es la verdad. También le dije que tenía algunos secretos… ese es uno… –
Respondí.
–De acuerdo, ya me lo dijiste… ahora vete… –
Dijo ella y comenzó a caminar muy rápido. Siguió limpiándose las lágrimas. Yo encogí de hombros y la seguí… ella fue hasta su auto y abrió la cajuela, tomó algo de allí, como una bolsa de esas que dan en las tiendas de ropa.
–¿Qué haces? –
Preguntó ella, cuando se percató de que estaba siguiéndola.
–Bueno… usted todavía no me dice qué es lo que le ocurre… –
Expliqué. Su rostro fue de la ira profunda a la melancolía, se notaba que quería pegarme, pero se tranquilizó al instante, lo cual agradezco mucho.
Suspiró y alzó las manos levemente, luego me miró.
–Escucha… yo… ya no quiero seguir viéndote. –
Dijo, estaba muy exaltada, pero bueno, ahora que había pensado en contentarla y que había venido todo el pasillo mirando su trasero al caminar, no quería solo aceptar eso.
Tampoco pensaba que dejar de vernos fuera la única opción.
Al menos hasta no saber que estaba pasando. Pero había que tomar el enfoque correcto o esto podía salirse de control, sin mencionar que podíamos tener un escándalo en nuestras manos si alguien más escuchaba lo que yo quería decirle en realidad.
–Eso va a ser un poco difícil, si tiene que darme clases… –
Respondí, haciéndome el tonto un poco.
–Bueno… como dijiste, no eres más un estudiante… y yo ya no soy tu profesora… ¡Adiós! –
Quiso irse, me paré frente a ella.
–¡Ya! ¡No me sigas! –
Se quejó, estaba haciendo una pataleta. Recordaba un poco a Akane y a Sanae. Las mujeres son mujeres, en todos lados.
–Ya no soy una chica joven, y me siento horrible por lo que hice, y me siento como una tonta por enamorarme de un estudiante y… –
Se quedó perpleja por unos momentos. Dándose cuenta de que acababa de declarar algo que tenía que haberse callado. Yo también me quedé atónito, es decir, no todos los días te dicen algo como eso.
–No es lo que piensas… –
Dijo, poniendo sus manos al frente para cubrirse cuando avancé un paso hacia ella.
–No lo es… yo no sé lo que dije… y… y… y… –
Ayasara Sensei se quedó sin habla cuando me acerqué a ella, arrinconándola contra su auto, a pesar de que mantuve mis manos atrás.
–¿Quiere que me vaya? –
Pregunté. Ella asintió con la cabeza. Yo retrocedí. Puede que empujar fuera una mala idea aquí.
–Usted es mi Sensei… puedo irme si quiere… pero hasta donde yo sé, estoy en detención. –
Un escape, eso era lo que tenía que darle, si presionaba ahora, las cosas estallarían porque ella realmente estaba tratando de terminar conmigo.
Si le daba la opción de no hacerlo en vez de forzar mi decisión sobre ella, se sentiría más libre de actuar de acuerdo a su propio corazón.
Tampoco es como que pretendiera hacer un escándalo de esto.
–Es cierto… estás en detención… estás en detención ¿no es cierto? –
Y se apartó de mí.
–Es cierto… –
–¿Entonces por qué no haces lo que te digo? ¿Qué es lo que te ocurre? ¿Eres estúpido? ¿Por qué te me acercas así? –
Todos regaños sin ningún sentido, solo para que su tensión bajara un poco supongo. Pero sirvió para establecer algo interesante aquí.
–Lo siento, Sensei. –
Respondí, ella recapacitó al instante.
–No… perdón… no quise gritarte. Es decir… no es tu culpa, es solo que… he estado muy tensa ¿sabes? Es todo… es todo… –
Al menos ya no estaba llorando. En ese momento, su teléfono comenzó a sonar. Ella lo sacó de su bolsa como pudo y miró. Contestó a regañadientes.
–¿Qué quieres? –
Preguntó. Se escuchó algún ruido en el teléfono. Ella se enfadó.
–¿Es que no pueden dejarme tranquila por una sola vez? Olvídalo… voy a salir… –
Nuevamente, alguien se quejó del otro lado del teléfono.
–¡Que voy a salir! –
Y colgó.
Yo la miré. Ella trató de no quedar como una loca cuando se llevó la palma a la frente y batió la cabeza con pena.
–Solo… sube al auto… –
Bien, vamos por buen camino. A la ceremonia le quedaban al menos tres horas.
–No, espera… hasta… ¿hasta cuándo vas a estar en detención? –
Preguntó ella. Era una pregunta rara. Pero como ella estaba conteniendo las lágrimas, yo sabía que solamente había una respuesta posible a esta pregunta.
–Hasta que mi Sensei me diga… –
Ella asintió con la cabeza y se dio la vuelta, luego cerró la caja del auto.
–Espera allí. –
Dijo. Se fue caminando luego. Yo me quedé junto al auto esperando.
La verdad es que no había considerado mucho los sentimientos de ella en cuanto a todo eso, pero puede que esa fuera una señal de que necesitaba tenerlos más en consideración.
Fue mientras esperaba, que llegó un mensaje a mi teléfono.
De Ayasara Sensei.
Así que decidió decirlo todo por mensaje. No estaba mal, pero es que ya se había declarado. El mensaje confirmó algunas cosas.
“Escucha… Yo, estoy harta de fingir. Ya no quiero fingir más. Yo sé que no soy la mujer perfecta, no soy joven, me irrito con facilidad, y casi siempre que tengo que decir la verdad me pongo tan nerviosa que digo cosas que no quiero decir. No es cierto que quiera que dejes de verme, es solo que, yo no sé qué hacer con este sentimiento. Me gustas muchísimo, me vuelves loca cuando estás cerca y me angustio mucho cuando no estás. Yo quería invitarte a salir en vacaciones, ya sabes, salir a algún lado, pasar el rato juntos, ir a algún lugar en privado. Pero cuando me enteré de tu matrimonio, sentí que no tenía sentido. ¿Por qué ibas a querer pasar tiempo conmigo? Pero acabo de darme cuenta de que estaba siendo egoísta, porque en realidad ni siquiera te pregunté y estaba echándote lejos. ¿Qué piensas? Lo digo porque… puede que me cambie de trabajo luego de esto… y realmente ya no sea –tu– profesora. Así que si estás conmigo por mantener una estúpida fantasía, entonces ya puedes dejarla. Solo vete ahora. Nadie tiene que enterarse de esto. Pero si piensas que… puedes salir conmigo, aunque sea solo un poco, como una mujer… entonces quédate allí.”
¿Qué parte de que me gustaba es la que no le quedó clara?
Y estaba subestimando el poder de una situación como esa. Quizá lo había estado haciendo mal desde el principio, tal vez hacía falta que le demostrara lo dulce que podía ser en realidad hacer cosas sucias con alguien que está a tu completa merced.
Como tú alumno.
“Mi Sensei dijo que estoy en detención, no puedo irme”
Fue lo que respondí.
“Como quieras.”
Fue lo único que respondió ella. Hasta acá pude sentir su berrinche. Suspiré.
Ayasara Sensei volvió después de un rato, ya sin a bolsa de papel de tienda de departamento que había mencionado, y sin decir nada, se subió a su auto. Una vez que cerró la puerta, abrió la puerta del copiloto.
–Resulta que he olvidado algunas cosas y tengo que traerlas aquí… y tú sigues en detención. Así que vas a venir conmigo. ¿Comprendes? –
Preguntó ella. Yo subí sin decir palabra. El auto arrancó.
–No quiero que te quedes sin supervisión. Ya está demostrado que hay que vigilarte, así que vendrás conmigo. No lo olvides, todavía estás en detención y harás todo lo que te diga. ¿Comprendes? –
–Sí, profesora. –
Ayasara Sensei giró la cara para ocultar que sonreía. Ya luego le explicaría lo que realmente sentía con respecto a esta situación. Por ahora, había que hacerla de un estudiante.
Uno de verdad. Con todo lo que eso representa.