Haru No Yurei - Volumen 3: 25. Un Día en el Mundo Adulto
Minase no estaba en la casa al día siguiente. Creo que tenía que haberse ido a casa temprano. Y yo también tenía que salir temprano porque de otro modo llegaría tarde a mi primer día y eso no era una buena idea.
Akane me preparó el desayuno y Kurimo preparaba la caja, mientras yo me ocupaba de verme presentable. Antes de salir, tanto Kurimo como Akane se acercaron a despedirse de mí. Me entregaron la caja y le di un beso a ambas (porque… no podía ser de otro modo) para luego salir de la casa apresurado a tomar el tren.
El tren a estas horas, especialmente en vacaciones de verano, esta solo lleno de asalariados que van al trabajo al igual que yo. Era una vida completamente nueva para mí, y aunque al parecer solo ola llevaría mientras no regresáramos a clases, para mí al menos, era emocionante.
Mientras algunas mujeres hacían sus compras matutinas en los supermercados del lugar, yo atravesé la avenida para llegar al edificio. Una vez allí, frente al guardia de seguridad, alguien me hizo una seña. Era Habara.
-¿Qué ocurre? –
Pregunté cuando me acerqué a ella.
-¿Qué ocurre de qué? Se supone que es tu primer día, tengo que llevarte arriba, con mi tío. ¿Todavía no tienes credencial ¿O si tienes? No… no tienes. Vamos… –
Dijo, y mostrando una credencial al guardia, me hizo pasar. El guardia me miró y me hizo una señal de pulgar arriba con la mano. Creo que él pensaba que me estaba relacionando con Mizumi de una forma romántica. Era un poco más complicado que eso, pero el caso era el mismo.
Entramos al elevador.
-Hasta donde yo sé tu piso es el número 9. Pero… tenemos que llevarte con mi tío primero. ¿Está bien? ¿Estás listo? –
Preguntó ella. Ahora parecía muy interesada. Después explicó la razón. Se hizo el silencio un momento, silencio que ella interrumpió cuando nos quedamos a solas en el elevador.
-¿Dijo algo sobre mí? –
Preguntó Habara, casi al aire.
-Si bien. No mucho en realidad, mencionó que le agradas, pero eso es todo… –
Expliqué. Ella se puso roja de la cara. Fue gracioso verla, sobre todo porque yo no estaba del todo involucrado, y porque Mizumi en realidad era hostil conmigo.
-¿De verdad lo dijo? –
Preguntó Mizumi. Bueno, en realidad no había hablado con Akane sobre esto, pero una mentira blanca no hace daño a nadie.
-No esperes que te lo diga abiertamente, si es lo que estas esperando… –
Repliqué. Eso la hizo desanimarse un poco.
-Pero… lo píensa… –
Insitió. Yo asentí con la cabeza y en ese momento llegamos al piso donde estaba la oficina de su tio. Una vez allí, la misma señorita que, creo que era la hija del jefe (prima de Mizumi) le entregó a Habara una tabla con algunas anotaciones.
-Otou-sama esta ocupado ahora. Puedes llevarlo a su nuevo escritorio. Por favor presentalo con los demás. –
Explicó.
-¿Porque yo? –
Preguntó Mizumi enfadada.
-Porque… ¿recuerdas la bolsa que querías? Puede ser que por esto te la den. Anda… –
Ofreció la señorita, hice una amplia reverencia, ella también, y volvimos al elevador. Yo suspiré.
-Esto es inesperado. –
Comenté. Ella asintió con la cabeza.
-Bueno, la bolsa lo vale… –
Dijo ella, encogiendo de hombros, entramos a una gran oficina donde había algunas personas trabajando. Que se pusieron de pie cuando entramos. Mizumi me miró.
-Muy bien. Esta va a ser tu estación de trabajo. Ese escritorio es el tuyo. Eres el encargado de nóminas número nueve. Ellos dos son Take-san y Sakano-san. Son tus Sempais, así que si necesitas saber algo, ellos pueden ayudarte. Sus escritorios están al otro lado del pasillo… –
Explicó Mizumi, como si fuera lo mas obvio. Yo estaba algo… asustado.
-¿Encargado? Pero… yo no sé que se hace aquí. –
Me quejé. El Sempai que yo conocía como Take sonrió. Espero que fuera en buena voluntad.
-Solo tienes que tomar los números de cuenta de las personas y ponerles lo que les corresponde. No te equivoques. –
Explicó. Yo suspiré. Si. Yo sabía que ella estaba hablando por hablar. No podía ser tan simple como eso. Es que yo solamente sé hacer pan.
-Ella va a ser tu nueva secretaria. –
Dijo, señalando a una señorita muy arreglada, vestida con un traje de negocios color gris plata.
-Encan…. Tada…. –
Dijo ella cuando me vio. Y yo me quedé igual de perplejo.
-Bien, eso es todo. Si necesitas algo más, llámame… –
Dijo Mizumi, y se dio la vuelta. Subió luego en el elevador de nuevo. Dejándome allí.
Sakano se acercó a mí.
-No te preocupes, es cuestión de que te acostumbres, nos dijeron que vendría alguien joven, pero nunca pensé que tan joven. Soy Sakano Toeru. Un placer. –
Saludó él. El otro Sempai se acercó también.
-Soy Take Hinomosuro. Espero que podamos llevarnos bien. –
Lo primero era presentarse. las reacciones las dejamos para después.
-Mucho gusto. Take Sempai, Sakiano Sempai, estaré esperando por su guía y consejo. –
Un poco demasiado formal, yo creo, porque ellos se rieron un poco, pero asintieron y regresaron la reverencia. suspiré.
-Soy Amatsune Yagami. Es… un placer. –
Se presentó mi nueva secretaria.
-Otagane Toshikane. Un placer… espero llevarme bien con usted. –
Respondí mecánicamente, pero no es que no recordara quien era esta persona, fue más como que la sorpresa no me permitió responder adecuadamente.
Yo conocía a Amatsune Yagami.
Ya lo he dicho antes.
———–
Nunca hubiera podido imaginar lo interconectado que estaba todo esto. Me siento un poco en la necesidad de ahondar en un tema en el que no quisiera entrar demasiado.
Amatsune Yagami, o… Amatsune-chan fue mi Sempai en el colegio. Debería tener más o menos la edad de Sanae. Y fue mi amante. En el sentido más carnal de la palabra, de hecho, creo que lo correcto sería que dijera que el amante era yo en realidad, porque ella tenía novio.
Y como amante, uno siempre esta relegado a servir cuando ella quiere que sirvas. Y como joven, también estás condenado a hacer lo que ella quiere que hagas, y como tonto, estas también expuesto a confundir las cosas cuando ella tiene la mente clara. Esa es una receta para el desastre.
Sobre el cómo paso. Bueno, durante mi tiempo en el colegio, como he dicho antes, estaba en el orfanato. Es la clase de cosa que hace que todos te miren hacia abajo, incluso si es con buenas intenciones. En aquellos días, una Sempai revoltosa era la única persona con la que yo sentía que podía convivir normalmente.
Ella solía buscarme cuando peleaba con su novio, lo cual era bastante seguido porque su novio era la clase de sujeto que siempre es demasiado serio. Amatsune estaba emocionada con la idea de casarse con él, pero no parecía muy enamorada de él en primer lugar.
A pesar de ello, ella siempre mantuvo en su cabeza que su novio era él, y por ello es que necesitaba algo con que distraer su atención del hecho de que su novio no le daba lo que ella necesitaba “en ese momento” que son… pues cosas pervertidas.
Alguien más tenía que dárselo y ese alguien más acabé siendo yo. Suena muy bonito, pero en realidad no tiene nada de bonito. Sobre todo porque yo no tenía la madurez para entenderlo. Al principio, solía buscarme a la hora del descanso, y a cambio de invitarme el desayuno, yo era utilizado para darle celos a su novio. No funcionó. Las cosas comenzaron a escalar y yo acabé creyendo que ella quería algo conmigo y que lo que tenía con ella era especial. La creencia, infantil si ustedes gustan, de que una chica no entrega su cuerpo a la ligera, con lo detallado de sus lecciones acerca del cómo hacerlo, me hicieron pensar que ella pensaba en mi como una especie de candidato para algo.
No piensen mal, ella nunca dijo nada como eso. Pero eso fue lo que mi estúpida mente acabó creyendo.
No voy a poner aquí la larga lista de señales de que aquello no era verdad, solo diré que como buen chico las ignoré todas y me dije a mi mismo muchas veces que lo que teníamos era especial. Ella parecía molesta de que yo reclamara un poco de atención (que era lo que yo necesitaba en realidad) pero no dudaba en reclamar si yo pretendía hacer cualquier cosa sin consultarlo con ella. Coqueteaba abiertamente con otros chicos, incluso creo que se acostaba también con varios de ellos, y yo estaba obligado a callar. Ni hablar de salir con alguna chica ¿cierto?
Lo acepté, porque como ya he dicho, yo no tenía absolutamente nada. Ni siquiera un poco de autoestima. Era más una especie de sujeto que iba a donde las corrientes lo llevaran y me faltaba valor para desafiar el estatus quo en que vivía.
Acabó de la forma en que se esperaba que terminara, se graduó y fue a perseguir a su novio al instituto, a mí solo me dijo:
“Gracias por lo que has hecho por mí y no volvamos a hablar. Mi novio puede terminarme ahora que ya no hay un pretexto para vernos”
Y eso fue todo lo que dijo. No tengo que decir cuánto lloré por ello. Creo que fue la frialdad con la que ella simplemente dijo adiós lo que me hizo comprender que ella nunca sintió nada por mí.
Y fue durante ese último año en el colegio que, me hice amigo de Kamine, tuve por fin una casa y comencé a perseguir a Akane.
El resto ya se sabe.
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Me quedé pensando en esas cosas mientras comenzaba a “organizar” los papeles que tenía en ese escritorio. Había una computadora donde se suponía que teníamos que archivar las cuentas. Lo que en realidad hacía era tratar de memorizar que tipo de papel debería ir en que archivo.
-To… Otagane-san… –
Llamó mi secretaria. Estoy seguro de que aquello resultó tan sorpresivo para ella como para mí. Voltee a mirarla, ella puso su mejor sonrisa fingida al tiempo que me extendía unas hojas.
-Son las cuentas de la sección… –
Tomé los papeles y los puse en el escritorio.
-Gracias por eso. –
Respondí, y seguí en lo mío. Fue un momento un poco estresante y por demás bastante incómodo.
Después de un par de horas de estar colocando las cuentas en el ordenador, estaba demasiado absorto para darme cuenta de que era la hora de comer. Finalmente uno de mis Sempais vino a explicarme que lo normal era subir unos cuantos pisos a un comedor que había en el edificio.
-¿Por qué me lo está diciendo? Sempai… –
Pregunté, él sonrió y mostró su obento. Seguramente, como el mío, preparado en casa.
-Porque es la hora de comer, por supuesto. –
Fue lo que dijo. Así aprendí que la comida era a las doce del día. Yo tomé mi caja y lo seguí. Estoy casi seguro de que mi secretaria dirigió una atenta mirada a la caja cuando seguí a mi Sempai al comedor. Durante la comida, take Sempai, que era quien me había llevado al comedor, me preguntó acerca de mi nueva secretaria.
-¿Qué te parece? Es una de las mejores cosas que tiene este lugar… –
Comentó. Yo sonreí y asentí.
-A decir verdad no he prestado mucha atención. –
Comenté.
-Que mal, con lo mucho que se arreglan aquí. Me da pena pensar que ya estoy casado. –
Comentó, yo sonreí y asentí.
-Si su esposa tuviera que hacer un trabajo de oficina, estoy seguro de que se vería mejor de lo que se ven las secretarias aquí. –
Comenté. Sinceramente,. Estaba pensando en Akane. No sé si está bien que yo lo diga, pero no me atrae mucho la idea de la joven oficinista. No es que tenga algo en contra de ellas, pero creo que prefiero la idea de la esposa recién casada.
Puede que la cosa cambie cuando ya no son recién casadas. A eso se refería Take Sempai cuando respondió.
-Si bueno, lo interesante de esto es que estas mujeres no están casadas. A veces el matrimonio les amarga la vida. –
Comentó. No era mi caso, todo lo contrario, pensaba, pero me guardé mi comentario. En lugar de eso, le pregunté.
-¿Cuánto tiempo lleva casado? Take Sempai. –
Él batió la cabeza.
-Diez años… –
Respondió, no parecía muy contento con ello.
En ese momento, otro sujeto se unió, llamado Masahiro. Se sentó al lado de Take-Sempai.
-¿Este chico es el nuevo recluta? –
Preguntó. Iba a decir que si cuando Take-Sempai negó con la cabeza.
-No es recluta, es encargado. No sé porque pero intuyo que tienen sus razones. el caso es que sabe lo mismo que nosotros. –
Explicó. Masahiro-san asintió en señal de asombro.
-Claro que no, apenas entré y… –
-Oye, no hace falta ser modesto. Según sabemos, te mandó a instalar el CEO de la compañía. Eso no se consigue solo siendo amable. –
Comentó Take-Sempai. Creo que me tenían en un concepto mucho mayor que el que deberían. El caso es que si lo conseguí siendo amable… de alguna forma.
-¿Y de que hablan? –
Preguntó Masahiro-san.
-De las mujeres. –
Comentó Take-Sempai.
-Ah, entiendo, entiendo. No es mucho lo que puedo decir, supongo. –
Respondió Masahiro. Tampoco parecía irle muy bien. ¿será que estas cosas eran comunes en esta clase de lugar? Era la primera vez que hablaba de estas cosas con gente adulta y no con jóvenes. Me decidí a preguntar. Algo podrían decir que valiera la pena.
-¿No es casado? –
Pregunté. Masahiro-san asintió.
-Dos veces, un divorcio… y voy por el segundo… –
Se quejó, mirando hacia arriba, luego me miró por unos momentos.
-No deberías apresurarte. –
Comentó, creo que tratando de decir, que no debería casarme. Fue entonces que reparó en la caja.
-Dime que no es lo que pienso. –
Dijo, señalando el obento que mis dos esposas habían preparado para mí.
-No le diré nada entonces. –
Respondí, sonriendo con una sonrisa culposa. Eso hizo que Take-san me mirara asombrado.
-¿Es en serio? ¿Por qué? –
Preguntó. Yo asentí con la cabeza.
-Muchas cosas pasaron… podríamos decir que fue el destino. –
Respondí, sé que me escuchaba cursi, pero era la verdad. Por otro lado, aquello me daría pie a pedir algún consejo, si es que lo necesitaba. Pero estos dos parecían necesitarlos aún más que yo.
-Ahora entiendo por qué ignoraste a tu secretaria así… –
Comentó. Yo asentí con la cabeza. Masahiro-san se atrevió a ser más audaz. Digo, estábamos entre hombres, no veo porque tendría algo de malo, pero si me pareció extraño.
-Te daré un consejo, no seas fiel. No vale la pena. –
Dijo. Take-san asintió. ¿Qué no sería ese consejo la razón real de porqué estaba, como él decía, a punto de divorciarse? Yo no soy quien para decirle nada. Quien sí fue “quien” fue Sakano, que se sentó junto a nosotros y no me d8i cuenta cuando.
-Esa clase de consejo es precisamente por lo que tu esposa no te soporta, Masahiro. –
Le dijo. Masahiro lo miró de mala manera, había echado sal sobre sus heridas.
-No es mi culpa si no sé lo que quiere… –
Dijo. Sakano negó con la cabeza, luego me miró a mí.
-No les hagas caso a estos dos. Están hablando desde una posición de fracaso. No seas infiel. –
Dijo él. Take-san encogió de hombros.
-Deberías venir a decir eso después de que hayas tenido dos hijos. –
Le dijo. Sakano sonrió e hizo el pulgar hacia arriba. Los otros lo miraron.
-No es cierto… ¿De verdad? –
Preguntó Take-san, Masahiro también lo miraba sonriendo.
-Ya era hora… –
Dijo él. Creo, que la situación aquí, es que Sakano había logrado tener su primer embarazo. Lo felicitaron después de eso, y también lo hice yo.
Hombres, no guardan una muy buena relación con sus esposas, las engañarían a la primera oportunidad, aun así, están felices de ser padres, y de que otros lo sean. ¿Por qué es que eso es una señal de celebración? Y ¿Por qué es que yo no creo que me sentiría tan afortunado? ¿Es porque no soy confiable? Creo que si hay cosas que puedo aprender de ellos.
Tratando de sacar un poco más del tema, me atrevía preguntar algo que tal vez no debí preguntar, o tal vez sí, no lo sé.
-Masahiro-san… ¿No hay forma de salvar la relación con su esposa? –
Pregunté. Eso hizo que todos guardaran silencio. Masahiro hizo una mueca que yo nunca había visto. Era como si supiera exactamente lo que tenía que responder, y esa no fuera la verdad.
-No lo creo… –
Dijo finalmente.
-No deberías preocuparte por esas cosas ahora. –
Comentó Sakano. Los otros dos asintieron.
Pero yo no pude evitar pensar en ello. Tal vez su esposa lo odia. Tal vez de no haber intervenido, o incluso con nuestra intervención el día de ayer, la señora Kurenae acabará odiando a su marido. Tal vez un día Akane me odie, o Kurimo, o Sanae…
Tal vez es lo que está destinado a pasar.
Volvimos al trabajo después de eso.
Mi secretaria parecía estarse escondiendo de mi a cada momento, pero sinceramente, con todo lo que tenía que aprender y con todas las cosas nuevas que estaban pasando a mi alrededor, no tuve tiempo de pensarlo demasiado.
Masahiro-san, Take-san, Sakano-san. Todos fueron de mucha ayuda en un primer día que fue duro, y difícil. Pero aparte de eso, esa fue la primera vez que sentí que estaba entre personas más grandes que yo. No sé describir lo que se siente.
Me hizo darme cuenta también de lo pequeño que en realidad soy. Este es el mundo de los adultos. Yo no era un adulto. Ni siquiera sabía si lo que estaba haciendo estaba bien en absoluto. Y al parecer, las personas que lo sabían, lo estaban aprendiendo también a costa de intentar y fracasar.
Dos divorcios… rayos. Para una persona eso tiene que ser muy duro.
Eso hizo que todo el asunto de Amatsune y del orfanato se viera pequeño. Me sentí indigno de quejarme por la presencia de Amatsune e incluso por lo que pasó con ella. Eso no era nada. Si quería aprender a sobrevivir, tenía que esforzarme mucho más todavía.
¿Convenía tomar su consejo? Tal vez si, o tal vez no… no importa porque tendría que averiguarlo sobre la marcha. Y sobre la marcha, admito que no tenía ni la más remota idea de lo que estaba haciendo.
No había cambiado nada de aquel chiquillo que sólo iba a donde la vida lo llevaba. No estaba decidiendo nada. Las circunstancias cambiaron, pero yo seguía siendo el mismo.
Incluso ahora, tenía planeada una cita con Minase. De algún modo, la idea de cancelarla pasó por mi cabeza, no porque no quisiera verla… sino porque… de pronto me sentí demasiado pequeño para ella. Para ella y para todo.
Ni siquiera podía con mis asuntos en casa y estaba dispuesto a ir a meterme más y más en el agujero.
Ese fue el primer contacto que tuve con el mundo real. Admito que no lo planeaba y no es como que supiera o no supiera que allí estaba, pero si fue un poco aterrador.
Aterrador porque eso puso una pregunta en mi cabeza que no me había hecho desde el día en que Akane llegó a mi casa.
¿Qué va a ser de mi vida?
Y tuve que admitirme, pese a todo, que no… no lo sabía.
Kurimo ya estaba pensando en bebés. Akane estaba pensando en ello también. Y Sanae pronto empezaría a pensarlo. ¿Esta yo listo para celebrar aquello como esos hombres en el comedor? ¿O correría a esconderme cuando llegara el momento de hacerme responsable?
Ellas están listas.
Yo no.
Y lo peor es que no tengo el valor de decirles eso a la cara.