Haru No Yurei - Volumen 3: 29. Reviviendo Traumas
Fumishi Minako nació un 17 de agosto, a las siete y quince de la noche. La hora del crepúsculo, y un bonito momento para venir al mundo. Hasta donde yo sabía, era una bebé saludable y no hubo mayor complicación con el alumbramiento. No sé mucho de estas cosas así que no soy quien para opinar, pero creo que salió bastante bien para todos.
Akane y Kurimo parecían emocionadas por el acontecimiento estaban hablando entre ellas de la ropa que iban a comprar y esa clase de cosas. Tanto Misato como yo salimos del hospital en ese momento. Lo encontré afuera de hecho.
– ¿Qué tienen las mujeres con estas cosas? –
Preguntó él, casualmente. Yo encogí de hombros.
-Supongo que así es su naturaleza. –
Respondí, encogiendo de hombros también. Era de noche y la ciudad al otro lado del rio estaba toda iluminada. Si Misato hubiera sido su hermana esto habría pasado por una escena romántica, yo pienso. Pero ahora ella y Akane estaban demasiado ocupadas con la novedad como para venir aquí.
– Kaminari-chan también era así… –
Comentó. Kaminari… era su novia, si mal no recordaba. La chica que lo trataba mal. ¿Tenía que enterarme de algo?
– ¿Te dijo algo? –
– ¿Sobre esto? Si… varias veces… –
Comentó él, no parecía guardar buenos recuerdos del tema.
– ¿Qué pasó con la otra chica? La que conociste en la fiesta… –
Pregunté, tratando de hablar de algo más alegre.
-Ah… Kaminari la ahuyentó… ahora mismo no quiere verme. –
Explicó él.
-Vaya, supongo que debimos esperar algo como eso. –
Comenté. Él batió la cabeza y se llevó una palma a la frente.
-Estoy empezando a hartarme de las chicas. –
Dijo. No debería decir eso, es decir, los problemas acababan de empezar. Era incluso menor que yo.
-Mi hermana dice que tienes muchas mujeres. ¿Cómo lo haces? –
Preguntó él. Ah, aquí estaba la verdadera pregunta. Yo sonreí amargamente.
-No es algo de lo que me enorgullezca, si es lo que estas preguntándome. Solo trato de ser responsable de lo que hago. Y lo cierto es que, me gustan las chicas. Demasiado. Está completamente fuera de control ahora. –
Expliqué, el asintió.
-Eso pensé. A ellas no les importa uno en realidad. Solo se importan ellas. –
-Oye… tu hermana pequeña no es así. –
Repliqué.
-Puede ser que en mi caso solo he tenido mala suerte. Es decir, han estado tras de mi desde que puedo recordar. Pero nunca he podido entender… ¿Qué es lo que quieren? –
Me reí. Admito que también me he sentido como él. Después de todo, pese a lo que diga Kurimo, pienso que las que son difíciles de entender, son precisamente las chicas.
-Eso es fácil… lo quieren todo. –
Respondí, asintió sonriendo cuando le dije eso.
-Me enojé contigo sin razón. Pensé que tratarías a Kurimo de la misma forma que me trataban a mí. Pensé que estabas haciéndole daño. –
Explicó Misato, yo lo miré sospechosamente.
-Tú también estabas haciéndole daño… –
Respondí, Misato asintió.
-Lo sé. Me arrepiento todos los días de ello. –
Parece que lo había pensado con mucho detenimiento.
-No estás equivocado, sin embargo. –
Admití después. Es que, yo si traté mal a Kurimo. Mucho más de lo que debería.
-No vas a devolvérmela ¿verdad? –
Preguntó, volteando al frente. Yo me reí.
-No es como que pueda ocupar tu lugar. Misato. –
-Quiero decir, que no la dejarás volver a casa. He pensado todo este tiempo que en cuanto el bebé de mi madre naciera, ella volvería. Pero… los escuché antes. Kurimo no va a volver. –
Dijo, parecía bastante desanimado.
-No… no la devolveré. Supongo que no tengo que explicar por qué. –
Respondí. Misato asintió.
-Ese hombre se llevó a mi madre, ahora tú te has llevado a mi hermana pequeña. Estoy solo… –
Dijo. No había coraje en su voz, parecía que lo había aceptado.
– ¿Vienes a reclamar? –
Pregunté, aunque como dije, no parecía estar enojado por ello.
-No… solo… como a alguien que tiene más experiencia con estas cosas. Quiero preguntarte ¿Qué debo hacer? ¿Qué es lo que uno hace en estas situaciones? –
Preguntó él. Yo le puse una mano en el hombro.
-Tú y yo somos más parecidos de lo que crees. Misato. No tengo una hermana pequeña, pero es cierto que también estuve solo. También me sentí mal. Perdí a mis padres, no solo a uno, a ambos, y fui a parar a un orfanato. Todo lo que puedo decir al respecto es que… tienes que seguirte esforzando. Sé que suena tonto y trillado. Pero es todo lo que hay que hacer. –
Expliqué. Finalmente Misato asintió.
-Tengo que irme ahora. Necesito traer algunas cosas para mi madre y para su nuevo bebe, y me han encargado volver aquí después. No le digas a Kurimo que hablamos. –
Dijo, agitando la mano, se alejó.
Yo suspiré.
Akane estaba allí parada desde hacía no sé cuánto tiempo.
-Qué lindo… –
Comentó ella, llevándose una mano a la cara. Yo batí las manos.
-No es lo que parece… –
Aseguré, batiendo las manos. Akane se rio.
-No tienes que decirlo. Ya sé que tú no eres así. –
-Pero te hizo reír. –
Respondí, Akane batió la cabeza luego y se acercó.
– ¿Qué ocurre? –
Pregunté, Akane asintió.
-Bueno, Miyashi y Daito están dormidos en el auto de Otou-san. Y según él mismo me dijo, Onii-san no va a tardar en llegar. Él debería quedarse en casa con ellos mañana. –
Explicó.
Si, Akane tiene otro hermano, uno más grande, pero no sé gran cosa de él tampoco. Siendo sinceros, lo había olvidado.
– ¿Y quién va a pasar la noche con ellos? No pueden solo dormir en el auto… –
Respondí, entendiendo a donde iba su idea.
-Eso mismo. –
Dijo ella, colocando las manos atrás.
-Ya sabes que no necesitas decirme esas cosas. Es algo que no puede evitarse. –
Akane encogió los hombros.
-A mí me agrada preguntar. –
Respondió. No parecía muy animada con el prospecto. Y siendo sinceros, era la primera vez que eso pasaba, así que no sabía que debería decir.
-De acuerdo. Puedes ir, si es lo que tiene que hacerse, entonces no hay más que decir. –
Akane se recargó en el barandal.
-Tu no viniste a preguntar eso. –
Le dije, ella me miró y sonrió, pero no negó lo que estaba diciéndole.
– ¿Puedo decirte un secreto? –
Preguntó Akane. Aquello fue extraño. Yo encogí de hombros.
-Está bien… –
Akane se acercó a mí y recargó su cara en mi hombro.
-Extraño a mi esposo… –
Confesó, a media voz, casi susurrando.
-De verdad, de verdad lo extraño. –
Se quejó ella, sosteniéndose de mi hombro. Me quedé sin palabras por unos momentos así que la dejé ser. Solo acaricié su cabeza. Pasaron unos momentos y entonces ella se separó de mí.
-Listo. Me siento un poco mejor. –
Akane tenía una lagrima en el rostro al decir eso.
Mejor las pelotas.
-Dices que lo extrañas y lo primero que haces cuando lo vez es mentir. –
Me quejé. Ella bajó la cabeza. Estaba llorando.
-Pero detesto que no podamos dormir juntos. –
Se quejó ella. Tampoco negó lo que le dije, todo lo contrario en realidad.
Dormir con una mujer es lo opuesto de acostarse con ella. A diferencia de muchos, podía estar con muchas chicas, pero creo que siempre esperaba el momento de ir a dormir. Estas últimas noches han sido la excepción, pero… terminas deseándolo.
-A mí tampoco me agrada, es la verdad… –
Respondí. Akane me chilló.
– ¿Entonces por qué no llegaste a dormir? –
Se quejó. Acepté el reclamo.
-Lo siento. No medí bien el tiempo, es la verdad. No pasará otras vez. También es cierto que esperaba dormir esta noche normalmente en cama, contigo… –
Akane se limpió las lágrimas luego al darse cuenta de que estaba haciendo una escena en plena calle. No había nadie escuchando pero… es que Akane no es así.
-Te perdono… pero tienes que prometer que no volverá a pasar. Me preocupé… –
-Lo lamento. Por favor no te enfades. –
Respondí. No estaba de humor para pelear con ella por esto, ni tenía las fuerzas, y seguro que no tengo la razón tampoco. Por otro lado, todo lo que me estaba diciendo Akane tenía perfecto sentido. Akane suspiró.
-No iba a decir nada. Pero… de verdad… no me gusta. –
-Akane, no tienes que callarte esas cosas. Contarnos esas cosas es lo que hace que nuestra relación funcione. Tienes que dejar de quedarte callada. –
No quiero otra Kurimo.
-Entonces, me quedaré en casa de mi padre esta noche, y mañana por la noche todo será normal y dormiremos juntos como pareja… –
Respondió Akane.
-Si… –
Respondí, Akane asintió.
-Hay alguien más que está enojada contigo. Le diré que venga por ti para llevarte a casa. –
Evidentemente, Sanae. Yo me llevé la palma a la cabeza. De pronto sentí que sería mejor que fuera a casa solo. Ojalá me lo fueran a permitir.
Tal vez no debí dejarme llevar tanto por los planes de Kurimo. O tal vez es solo que realmente me excedí con mi tiempo con Minase. No puedo seguir faltando a dormir así como así. Ya bastante se me permite, pienso yo, no debería jugar con el balance de las cosas ahora.
Akane parecía feliz de haber “ganado” esta discusión apenas empezar, pero es que yo realmente sentí que tenía razón.
Se alejó para hablar por teléfono. Se notaba que estaba cansada y tal vez algo frustrada. Es mi culpa por acostumbrarla a vivir del modo en que lo hacía.
-No quiere. –
Dijo Akane finalmente.
-Tal vez solo debería irme caminando. –
Respondí, encogiendo de hombros.
– ¡No! –
Advirtió Akane. Estaba siendo seria.
-Tienes que hablar con ella. si todo lo que me dijeron es cierto. Realmente, realmente tienes que hablar con ella. –
Explicó Akane.
– ¿Qué harás tú? –
Pregunté.
-Mi padre va a llevarnos a su casa. Después de eso él tiene que volver aquí, porque tiene que llenar papeles para el nuevo bebé. Cosas del registro. Onii-san llegará después de medianoche. Hasta entonces, tengo que cuidar a Daito y Miyashi, bañarlos, asegurarme de que terminen su cena y acostarlos a dormir. –
Explicó, pensativa. Se tomaba muy en serio su papel de Onee-san. Yo asentí.
-De acuerdo. Sé que vas a estar ocupada, pero si puedes envíame un mensaje cuando estés allá. –
Le dije. Ella asintió. Iba a irse cuando se volvió a mí de nuevo y me dio un beso en la mejilla. Luego se fue.
Supongo que no me iban a dejar pasar de nuevo al hospital así como así. Mucho menos ahora que Kurimo seguro que estaba dentro de la habitación de su madre. Es que la señora no es mi familiar y las visitas solo pueden entrar en la hora de visita.
De hecho, dudo que la dejen salir del hospital ahora.
Envié un mensaje a Kurimo.
“Quédate dentro. Cuida a tu madre. Ya debo irme. Te quiero.”
Miré el mensaje una y otra vez, tal vez indeciso de enviarlo. Tuve que hacerlo porque entró una llamada. Era Sanae.
…¿Dónde estás?…
Preguntó en cuanto contesté.
…Afuera del hospital…
Respondí. Trataba de adivinar el estado en que se encontraba por su tono de voz.
…¿Tan pronto? Espera allí. No tardaré….
Pero si Akane dijo que no quería. Ni que hacerle, esperé. No diré que me molestara, hacía un poco de calor. Pero yo estaba cansado y no había dormido casi nada.
Llegó un mensaje de Kurimo.
“Te quiero mucho, mucho, mucho, mucho.”
Rayos, debí omitir esa parte. Pero creo que si la hizo feliz como para responder así, entonces estaba bien. Esperé después de eso, al menos veinte minutos. Caminé de un lado a otro por un rato. Llegó un mensaje de Sanae después.
“Estoy al otro lado del puente. No se puede pasar. ¿No puedes cruzarlo tú? El tráfico es horrible.”
Si bueno. Es que todo el mundo quiere cruzar ese puente ahora mismo. Es la hora del tráfico. Hay tres avenidas en este puente.
“De acuerdo, lo cruzaré. Quédate allí, si intentas pasar de este lado, llegaremos a casa mañana.”
Le dije. Y bueno, crucé el puente por el paso peatonal. Después de eso, no me costó trabajo ver el auto de Sanae con las luces intermitentes encendidas. Aun así, el sonido de los autos era algo que ver. Me acerqué allí. Sanae dijo que no quería venir, pero cuando abrí la puerta del auto, bueno, es que fue muy obvio que ella se tomó el tiempo de ponerse linda.
Subí al auto, ella me miró, sin decir palabra.
-Hola. Lamento hacerte pasar por estas cosas. –
Le dije, y me senté a su lado, ella me miró por unos momentos.
-No hay problema. –
Dijo, y arrancamos. Es un decir, íbamos a vuelta de rueda.
– ¿Cómo te fue? –
Pregunté.
-Bien. Es decir, pensé que estarías allí. Era un momento importante. –
Expliqué. Ella negó con la cabeza.
-Cuando traje a Fumishi y Hatami, quedó muy claro que estaban muy ocupadas. Y por más que quisiera ayudar, no había mucho más que hacer. No quería estorbar tampoco. –
Explicó ella, y antes de que yo pudiera decir cualquier cosa, cambió el tema.
– ¿Y el trabajo? –
Preguntó ella, mirándome fugazmente antes de volver a avanzar.
-Un poco duro. Pero nada que no pueda manejar. –
Respondí. Sanae volteó a verme, luego asintió. Finalmente, hizo la verdadera pregunta. Me refiero a la que ella realmente quería hacer.
– ¿Y tú cita? –
Me quedé en silencio por un momento. Recordando todas las cosas que dijimos e implorando a los dioses que Minase realmente hubiera mantenido la boca cerrada con respecto a eso.
-Bien… –
Respondí, bajando la cabeza. Sanae no parecía creer eso.
– ¿Dijeron algo? –
Sentí que me apretaban la garganta. ¿Minase se lo dijo? ¿Se pelearon? ¿Se sintió culpable y se lo dijo? Por favor… que no sea eso.
– ¿Algo como qué? –
Pregunté. Ella tiene que haberse dado cuenta de que algo no andaba bien, no me vio palidecer porque estaba oscuro pero… es que incluso el corazón estaba latiéndome con fuerza.
-Algo de mi… –
Respondió Sanae.
Estoy jodido ¿No es cierto?
-Bien… verás… –
Cerré los ojos, acordándome de todas las estupideces que habíamos dicho. De todo ¿Qué fue lo que le dijo Minase? Trataba de adivinar, esperando por supuesto, que la respuesta a eso no fuera “todo”
Pero… si hubiera escuchado lo que realmente dijimos, ella no estaría tan tranquila ¿O sí?
-Así que si hay algo. Que bien… fue una cita larga. Debe ser lindo. –
Respondió Sanae, concentrándose en conducir. Yo me quede callado. De acuerdo, parece que no sabía todo.
– ¿Hablaron del pasado? Solo para que lo sepas, no me arrepiento de nada. Sí, me gustabas, eras tierno. ¿Qué con eso? –
Ah. Esa historia. Si, Minase me contó que Sanae se la pasaba junto con ella, viéndome trabajar. No pude suspirar porque ella estaba allí, pero han de imaginar el alivio que sentí.
-No tiene nada de malo, pienso que es agradable, es todo. –
Respondí.
-No digas esas cosas, mucho menos solo para salirte con la tuya.-
Respondió Sanae. Tuve que reírme un poco.
-Bueno, es que tu entonces eras una chica grande. Yo no era más que un niño. –
Respondí. Ella batió la cabeza.
-Genial, lo que faltaba. Ahora piensas que soy rara… –
Replicó, evidentemente mortificada de que yo me hubiera enterado de eso.
-Habría tomado responsabilidad… –
Comenté, al aire. Ella detuvo el auto.
-¿Qué cosas estas diciendo? Eso no solo es obsceno, es inmoral también… –
Se quejó ella, quejas vanas porque estaba tan roja que podía darme cuenta incluso con la hora que era.
-Tal vez… puede que solo lo diga porque suena lindo en mi cabeza. Puede que solo sea lo que pasó hoy en el trabajo. O puede que solo quiero que te sientas mejor. No sé qué cosa te llevó a no querer venir, pero me gustaría que no pasara de nuevo… –
Sanae bajó la cabeza un momento, como pensativa.
-Eso no es verdad, No es que no quisiera, es que… no estaba lista. Es eso… pensé que ahora podías saber cosas malas de mí. –
-Nada de lo que diga nadie me va a hacer cambiar de parecer. Sanae, creí que estaba claro. –
Respondí.
-Si está claro… pero no pensé que serías ASÍ de firme. Eres aterrador. –
-Bueno, el caso es que, si, Minase me lo mencionó. Y como dije antes, habría sido lindo. –
Respondí, recargándome. Sanae miraba al frente a pesar de que estábamos estacionados. Ni siquiera pensé en lo que ella estaba diciendo. Estaba claro que para ella “aterrador” significaba algo diferente. Puede que, ahora que lo pensaba, yo nunca he creído realmente que algo en esto pueda estar “mal” no sé… creo que cada quien debe decidir lo que le gusta y lo que no.
-No sabes lo que dices. Yo era una mala persona entonces. La universidad me cambió mucho. –
Explicó ella.
-No sé si estoy de acuerdo con esa afirmación… –
-Tu no entiendes. Tenía casi dieciocho años y me gustaba un niño de diez… –
Se quejó ella, escandalizada.
-¿Y? –
-Pues que eso es anormal… –
Respondió ella. Luego puso su cabeza en el volante.
-Y lo peor no es eso… lo peor es que, me gustabas porque sabía perfectamente que ningún otro chico iba a fijarse en mí. –
¿Cómo era eso diferente de lo que ella me había dicho antes? No lo sé. Ella lo dijo claramente, si no eres tú, me quedaré sola… y sigo aquí.
-Y ya… no quiero hablar de eso ¿sabes? Me doy tanto asco que siento que voy a vomitar, y tú y tu forma de verlo no están ayudando en nada. –
Respondió Sanae. Puse una mano en su hombro.
-Creo que… ya deberías dejar de culparte por ser así, Sanae, eso es lo que no está ayudando en nada. –
Respondí, ella hizo que la soltara, pero tomó mi mano.
-En serio, hablemos de otra cosa… ¿Qué pasó en tu trabajo? –
Preguntó ella, lo mencione antes y ella estaba tratando de cambiar el tema. Suspiré. Tal vez… ella me entendería, después de todo.
-Es mi secretaria… –
Respondí. Pude ver como su mirada se transformó en una de sospecha. Parecía celosa, era algo que no siempre veía en ella.
-Interesante, cuéntame más… –
-No es como lo estás pensando, todo lo opuesto en realidad… –
Respondí.
-Si claro… como si fuera a creerme eso… –
Dijo Sanae, arrancando.
En el transcurso del viaje, le conté a Sanae lo que había pasado durante la mañana con mi secretaria. Ella solo me miraba cada vez que mencionaba su nombre, pero no me interrumpió. Antes de bajar del auto, ella solo dijo.
-Suena como a coqueteo para mí. –
Dijo. Creo que ella estaba convencida de que acabaría liándome con mi secretaria, pero siendo sinceros, Yagami era la ultima mujer en la tierra con la que quería esa clase de cosas ahora. No sé, algo se sentía mal para mí. Creo que fue que ese asunto simplemente no se resolvió para mí. Yo… creo que guarde todo este tiempo esos sentimientos, y ahora parecen tan pequeños que me siento patético pensándolo.
-No voy a hacer eso… –
Respondí, bajando también… persiguiendo a Sanae. Ella se dio cuenta de eso y sonrió.
-Pues, seguro que está allí, con sus faldas cortas y perfume barato, como una cualquiera. –
Yo recordaba esas palabras. Son las palabras con las que su madre describió a la mujer que buscaba a su esposo. De algún modo me hizo sentir bien. Eso decía mucho de la imagen que Sanae tenía de mí.
-No comprendes. Yo simplemente no puedo tolerarla. –
Respondí. Sanae se creció de orgullo.
-Además de todo no hace bien su trabajo, seguro que sería una mala esposa. Tu sabes si quieres irte con ella, yo no voy a rogarte. –
Que Sanae se sintiera con derecho de reclamar esas cosas me hizo sentir bien por dentro. No sé, de pronto me parecía mucho más atractiva con sus brazos cruzados y su cara de “No me importas” que yo sabía que era falsa, pero no dejaba de gustarme.
Otra cosa es que Sanae convirtió esa conversación en un pleito de casados. Tal vez eso era lo que le hacía falta. Me refiero a… algo de lo que ella sintiera que tenía el derecho de estar celosa. Alguien que de alguna manera estuviera en una posición moral inferior.
Amatsune fue el chivo expiatorio de ello. Pero no importaba.
-Sanae… no es eso… –
Respondí.
-No. Estoy harta, eres un mujeriego que no sabe cuándo hay que parar. Te perdono lo de mi hermana y en seguida te vas a buscar otras… y me lo frotas en la cara además. –
Si… Sanae se enojó sobre mi cita con Minase. Pero como es gracias a Minase que ella y yo terminamos así, no puede reclamar mucho. Yagami es otra historia.
-Lo siento… –
-No. Ya me voy, puedes comer tu solo. Yo me voy a mi cuarto. –
Dijo Sanae, evidentemente esperando a que la detuviera. Me acerqué a ella y le abracé por la espalda.
-No me dejes solo… Sanae. –
Qué difícil es decir esas cosas, pero al menos agradezco que funcionara, lo digo porque ella se detuvo. Puso su mano sobre la mía.
-Tu nunca has dicho cosas como esas… –
Respondió Sanae. Es cierto, nunca soy dulce con ella. Solo agresivo. Es que a veces no hay mucho tiempo.
-Pues lo digo ahora. –
Respondí, pude sentir como su corazón latía con fuerza al tiempo que ella acarició un poco mi mano.
-Suéltame… te serviré de comer si quieres, pero… suéltame… –
Ofreció ella. Sanae siempre cede a todo cuando está así de acorralada.
-En serio, no tienes que hacer estas cosas… No estoy enfadada de verdad. Era mentira… por favor. Suéltame… –
-Solo quiero quedarme así… ¿No se puede? –
Pregunté, realmente no estaba haciéndole nada pervertido, solo abrazándola. Sanae asintió con la cabeza, sus manos tomaron las mías, pero no hizo nada por liberarse.
-No es como que no se pueda… es que… es que… ya sé… yo tengo una pijama nueva, y quiero que la veas. Es eso… ¿puedes soltarme? –
Ofreció Sanae.
-¿Me la mostraras? –
Pregunté.
-Si… es bonita… te lo prometo… –
Respondió ella, nerviosa.
-¿Puedo dormir contigo? –
Pregunté.
-¿Qué? No… es decir… si pero… es decir… –
Sanae se detuvo después de quedarse sin ´palabras. Ah, me hubiera gustado verla, pero estaba de espaldas. Ella no había dejado de acariciar mi mano, por cierto.
-Es decir… –
-Tú no eres así conmigo… yo… me siento extraña cuando haces estas cosas… no sé qué hacer… –
Respondió ella, ahora se notaba que estaba a punto de las lágrimas. La solté. Ella lanzó un suspiro de alivio, dio dos pasos y se detuvo.
-Que no sepa qué hacer con tu lado dulce no significa que no me guste. –
Aclaró y subió las escaleras corriendo. Creo que puedo decir que gané la discusión de pareja, que nunca fue una discusión para empezar.
Igual Akane no iba a llegar a dormir, y creo que Kurimo tampoco. Sanae bajó después de unos momentos, mirándome con vergüenza.
-No sé si es apropiado para mí, pero… pensé que es linda y… –
Comenzó a decir. Era una pijama holgada con el dibujo de dos patos que hacían un corazón (que por cierto, estaba sobre el pecho, haciéndolo ver más grande) no diré que era sexy ni nada parecido, pero era linda.
-Te ves hermosa. –
Sanae se dio la vuelta. Al parecer lo pensó unos momentos y se giró de nuevo. Por alguna razón, volteó a todos lados, y luego, sin avisar, me dio un beso en la mejilla.
-Bienvenido a casa. –
Dijo, cubriéndose la cara con las mangas de su pijama. Casi me da un paro cardiaco.
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