Haru No Yurei - Volumen 3: 8. Ajustes Extraños
–Akiyama-chan… ven… –
Kurimo insistió.
–Pe… Pero… –
Sanae esperaba supongo que Kurimo se cubriera o algo, pero aquello no pasó, en lugar de eso, estaba llamándola. Yo le di una nalgada leve a Kurimo para llamar su atención.
–Oye, tú, volviste a terminar sola… –
Me quejé.
–¡No la trates mal! –
Se quejó Sanae. Kurimo sonrió y se puso de pie.
–Está bien… me lo merezco ¿No es cierto? Es decir… yo estoy aquí… hurtando algo que te pertenece… –
Explicó. Sanae no sabía dónde meter la cabeza. Hay que ver que ella nunca había visto a Kurimo desnuda, Kurimo avanzó dos pasos hacia donde estaba Sanae. Mi pene quedó a la vista.
Sanae lo miró por un momento y luego apartó la mirada. Cruzó los brazos y habló a Kurimo.
–No es verdad… es su culpa… no es culpa tuya… –
–No te engañes… –
Respondió Kurimo, y se paró frente a ella.
–¿No te da vergüenza? Ser vista… así… –
Preguntó Sanae, de algún modo tratando de no mirarla.
–Claro que sí… es por eso que me estoy disculpando… –
Respondió Kurimo, su voz era tranquila y amable. Sanae tenía problemas para mirar a cualquier parte ahora. También estaba tartamudeando.
–¡Entonces vístete! –
–¿Te desagrada verme desnuda? –
Preguntó Kurimo. Sanae negó con la cabeza.
–No es eso… es lo que estabas haciendo… es decir, esas cosas son privadas… –
Explicó Sanae. Kurimo la tomó de la mano.
–Pero estamos en mi nido de amor… –
–Ni… ni… nido de amor… eso es… además de todo es mi día… –
Comenzó a quejarse Sanae, haciendo un esfuerzo por no mirar.
–Tú lo hiciste también –
Dijo. Sanae la miró.
–Sí pero… no se lo mostré a nadie… es decir… –
–A mis espaldas… –
Respondió Kurimo.
Creo que lo que Kurimo quería decir, es que Sanae le había robado antes a Kurimo esto.
–Bueno, yo… –
Sanae evadió la mirada de Kurimo.
–Estamos a mano… –
Dijo Kurimo.
–Eso no tiene nada que ver. –
Replicó Sanae.
–Ven… ayúdame… –
Respondió Kurimo. Dándose la vuelta.
–Pero… –
Se quejó Sanae, absorta.
–¿No quieres? –
Preguntó Kurimo, sonriendo. Sanae tenía problemas para hablar.
–No… es decir… sí pero… –
Kurimo la tomó de las manos y jaló de ella, la trajo hasta donde yo estaba. Como mi pene estaba fuera de mi pantalón, Sanae lo miró por un momento y enrojeció.
–No estoy mirando. –
Dijo cuando Kurimo le dirigió una mirada acusadora. Traté de no prestar atención a Sanae en ese momento.
–Quisiera continuar donde estábamos… –
Le dije a Kurimo, quien asintió y se giró hacia mí, colocó sus manos atrás luego. Yo me acerqué a Kurimo y tome su pecho con una mano. Ella lanzó un suspiro, luego tomó a Sanae de la mano.
–Puedes besarlo. Eso estaría bien. –
Comentó Kurimo.
–Pero no quiero… –
Se quejó Sanae. Kurimo parecía querer compartir el momento. Ahora que lo pensaba, tal vez no resultaba tan extraño para Kurimo, es decir, ella lo había hecho junto con Minase en su primera vez.
–Pero… –
Para callar a Sanae, me acerqué a ella y le di un beso. Sanae no se resistió ni un poco. Kurimo sonreía.
–¿Lo ves? Es lindo. –
Comentó. Sanae recuperó el control de sí misma y se separó.
–Pero eso es privado… –
Volvió a quejarse.
–Lo siento Kurimo, voy a comenzar ahora. –
Le dije. Kurimo se dio la vuelta obedientemente y la tomé de las caderas. Entré con facilidad mientras Kurimo se aferraba a la mano de Sanae, que todavía estaba sosteniéndola.
–Está dentro… está dentro… –
Susurró Kurimo con algo que quería sonar a gemido, pero su natural silencio se lo impedía, aun así, pude sentir como una serie de pulsaciones parecidas a los escalofríos recorrieron su espina dorsal. Sanae se dio cuenta de que Kurimo estaba en las nubes también.
–¿Se… se siente bien? –
Preguntó Sanae, mirando con bastante clara envidia. Kurimo miró a Sanae y asintió varias veces, comencé a moverme lentamente, empujando unas paredes que se ajustaban a cada uno de mis movimientos.
–No es justo… no es justo… –
Di una pequeña nalgada a Kurimo, quien soltó un jadeo, retorciéndose de placer. Esta chica es extremadamente sensible.
–¿Dolió? –
Preguntó Sanae, un tanto sorprendida por el sonido de la piel blanca de Kurimo siendo golpeada. Aunque en realidad lo hice más por el sonido que para que le doliera. Kurimo negó con la cabeza.
–Dile cómo se siente. –
Le ordené a Kurimo, ella volteó a ver a Sanae, jadeando mientras empujaba con fuerza.
–Bien… –
Confesó Kurimo, puse una mano sobre su espalda. Kurimo se sobresaltó.
–¿Solo bien? –
Pregunté, molestándola un poco. Kurimo volteó a ver a Sanae, jadeando, con la cara enrojecida y lágrimas en los ojos.
–Muy bien… estoy en el cielo… –
Respondió Kurimo.
–Oh, qué dulce. –
Respondí, y tomándola del hombro, la levanté un poco, su espalda tocó mi pecho y comencé a besarla. Sanae estaba babeando ahora, cuando deje de besarla, Kurimo me jaló con ella y caímos sobre el futon. Kurimo miró a Sanae y extendió sus manos.
Sanae se sentó al lado de Kurimo sin decir nada, estaba como hipnotizada.
Kurimo la besó.
Eso hizo que Sanae se quedara perpleja y sin saber qué hacer. Cuando reaccionó, ambas estaban acostadas la una sobre la otra sobre el futon.
–Me… besaste… –
Dijo Sanae, tratando de recuperarse de la impresión. Yo sabía que Kurimo tenía esa tendencia, y sabía también que esa tendencia era culpa de Minase.
Kurimo asintió con la cabeza, todavía sin recuperar el aliento.
–¿No te agrada? –
Preguntó Kurimo a media voz.
–Sí pero… es que… no es normal… –
Se quejó Sanae. Qué bueno que su hermana pequeña no la escuchó. Kurimo volteó a verme por un momento, luego volvió su vista a Sanae, que estaba acostada sobre ella, su trasero estaba levantado.
–Él quiere hacerlo contigo… –
Dijo Kurimo
–No es cierto… –
Se quejó Sanae, pero no volteó.
–Lo ha estado guardando… para ti. –
Explicó Kurimo. Sanae volteó a verme, con los ojos llorosos.
–No es verdad… estaba contigo… yo no le intereso más… ya no le gusto… No le gusto a nadie. –
Se quejó Sanae, haciendo una pataleta. Kurimo la calló con un beso. Sanae no parecía poder acostumbrarse a eso.
–Ruégale… –
Pidió Kurimo, mirándome a mí.
Es decir ¿Yo tenía que rogar por sexo a Sanae? Suspiré, valía la pena intentarlo.
–Por favor Sanae… déjame hacerlo contigo… –
–No.–
Se quejó Sanae, mirándome, Kurimo tomó su cara e hizo que Sanae la mirara.
–Vamos… tú sabes que quieres hacerlo. –
Insistió Kurimo. Sanae volteó a mirarme de nuevo.
–Promete… que no dirás nada feo… –
¿Ese era su miedo? ¿Qué la rechazara o algo así?
–Solo si admites que quieres hacerlo… –
Sanae se puso a llorar.
–Es tu culpa… tú no me prestas atención… no me quieres… –
–Eso es una tontería. –
Le respondí, tratando de actuar con más firmeza.
–Entonces… demuéstralo… úsame como antes… sin preguntar nada… –
Se quejó Sanae.
Al parecer, ella hubiera querido que lo hiciera el día de ayer de todos modos, a pesar de su negativa. Comencé a tocar su trasero. Sanae comenzó a reaccionar casi inmediatamente.
–No me toques… no me toques… –
–Dices esas cosas, pero estás moviendo tu trasero para que lo haga. –
Respondí, yo podía dejar quieta mi mano y Sanae seguiría moviéndose.
–No es mi culpa… yo… estoy sensible… –
Se quejó Sanae. Kurimo pasó su pierna por en medio de las de ella, de modo que Sanae no pudiera cerrarlas. Era una escena increíblemente erótica, y tal como dijo Kurimo, yo todavía no me había venido.
–No seas rebelde. –
Dijo Kurimo y volvió a besarla, Sanae no devolvió el beso, pero tampoco es como que se resistiera mucho. Seguí acariciando su trasero.
–Akiyama-chan… tu cara es muy pervertida. –
–¿Eh? –
Ese comentario tomó a Sanae por sorpresa.
–Vamos… muéstrale tu cara sucia… él quiere verla… –
–No es verdad… él no quiere… –
No dijo que no estuviera haciendo una cara pervertida. Kurimo sonrió. Resultaba difícil verla ser tan asertiva, supongo que le era más fácil cuando no se trataba de ella misma. Sanae volteó.
Kurimo abrazó a Sanae con sus piernas, pasándolas alrededor de su cintura, y en ese momento quité sus pantis del camino, y sin avisar, metí mi pene dentro de Sanae.
Ella cerró los ojos.
¿Qué puedo decir? Es diferente a hacerlo con normalidad. Quizá estaba demasiado concentrado en ella, o quizá es que simplemente tenía a dos chicas para mí, pero traté de no prestar atención a la situación que Sanae tenía en ese momento.
Comencé a empujar con fuerza, más fuerza de la que normalmente usaba. Sanae estaba gimiendo también más de lo normal. Incluso Kurimo la molestó un poco.
–Eres más ruidosa que Minase-chan… –
Le dijo.
–¿Cómo… sabes eso? –
Preguntó Sanae, tratando de no sonar extraña, Kurimo volvió a besarla por un momento, comencé a acariciar a Kurimo con las manos.
Eso la distrajo momentáneamente y yo pude concentrarme en Sanae.
–Qué bonita eres, Sanae. –
–No digas esas cosas… estoy enojada contigo… –
No pasó mucho más tiempo para que tuviera que venirme. Y como había estado soportándolo durante un tiempo, fue bastante.
Tuve que hacerlo afuera porque definitivamente no, no era un día seguro. Sanae se levantó, volteó a mirarme con los ojos llenos de lágrimas, y salió corriendo.
Miré a Kurimo un poco consternado. Ella encogió de hombros.
–Estará bien… –
Dijo ella.
–¿Cómo es que va a estar bien? –
Le pregunté a Kurimo, un poco confundido, porque, es que estaba llorando.
–A ella le hace feliz que seas así… a mí también me hace feliz… –
Dijo. Para mí, ambas cosas no se parecían en absoluto.
–Siempre puedes pedir perdón después. –
Dijo. En ese momento, alguien más abrió la puerta. Akane se llevó una palma a la cabeza cuando vio que Kurimo estaba vistiéndose.
–Supongo que ya no estás enfermo entonces. –
Comentó ella.
–Bueno, yo… –
Iba a decir, pero Kurimo intervino.
–Solo puedes librarte de un resfriado si alguien se lo lleva. –
Dijo ella.
–Habíamos acordado que… –
Comenzó quejarse Akane.
–Y lo hizo. ¿No es cierto? –
Respondió Kurimo y me miró para preguntarme.
–Solo… bajen a cenar. –
Sentenció Akane y salió de la habitación. Kurimo soltó una risita.
–¿Qué ocurre? –
Pregunté.
–Ella está celosa. –
Sí, bueno, es que era mi esposa. Se suponía que nada de esto debería estar pasando. Dicho esto, la ceremonia de cierre era mañana. Yo tenía que reponerme pronto.
Kurimo salió de la habitación luego de eso, cuando me quedé solo, tomé mi celular que estaba al lado del futon, y busqué el número de Mizore.
“Falta poco para la ceremonia de graduación, espero que hayas hablado con tus padres. Acerca de nuestro pequeño acuerdo.”
Fue lo que le puse, y luego salí del cuarto y bajé a cenar.
Cuando bajé las escaleras me enteré de que el padre de Akane había estado aquí. Sinceramente sentí que me había perdido de algo pero todavía no sabía qué con exactitud.
Akane se acercó a la mesa y lanzó una maldición mientras yo bajaba.
–¿Pasa algo? –
Pregunté, ella volteó a verme, como sintiendo lástima, y me mostró un llavero.
–Es de mi padre… –
Respondió Akane, luego suspiró y las puso en la barra de la cocina.
–¿Estuvo aquí? –
Pregunté, extrañado. Estaba oscuro afuera.
–Por supuesto que estuvo aquí. Estuvo revisándote. Fue él quien recetó las medicinas, después de todo. –
Comentó.
En ese momento, como si hubiera sido llamada, Sanae bajó las escaleras. Nos sentamos en la mesa mientras Kurimo y Akane servían los platos. Al parecer se estaban llevando bien.
En ese momento, llegó un mensaje a mi celular. Sinceramente creí que se trataba de Mizore, pero era de Kamine.
“Espero que estés listo. Este fin de semana es el gran día. ¿No te emociona?”
Kurimo volteó a verme, pero no dijo nada.
“Lo estoy… más o menos.”
Fue lo que respondí.
Cuando levanté la vista, las tres se miraban mutuamente, luego Akane puso una mano sobre la mesa. Me miró fijamente después de eso.
–Al parecer ya te encuentras bien, eso es bueno. Porque hay algo que quiero… que queremos preguntar. –
Comentó Akane, miró a las otras dos, ellas asintieron.
–¿Pasa algo? –
Pregunté, un poco nervioso.
–¿Quién es…? –
Iba a decir Sanae, Kurimo interrumpió poniéndole una mano sobre la suya. Sonriendo de forma extraña. Akane continuó entonces:
–Verás… para poder avisar a tu instituto que no irías, tuvimos que obtener el teléfono de algún lado. Lo tomamos de tu ID escolar. Donde Hatami-chan encontró algo… interesante. –
“Noté que me mirabas al salir. Yo siempre esperaré por ti.
Mizuki.”
Kurimo me extendió un papel doblado.
–Una nota de amor… la recibí hace un tiempo. –
Sanae suspiró.
–Eso no es todo… ¿sabes quién respondió la llamada que hicimos a control escolar? –
Preguntó ella. Yo comencé a comer.
–No… ¿Quién? –
–Una maestra, que casualmente se llama exactamente igual. –
Explicó Akane, montando en cólera. Kurimo le puso una mano en el hombro. Por unos momentos, Akane suspiró, luego volvió a mirarme.
–Se nota que es una maestra muy particular. ¿No es cierto? –
Preguntó Sanae. Y volvió a girar la mirada. Voltee a ver a Kurimo, quien tenía la cabeza agachada. ¿Qué debería hacer? Me preguntaba en ese momento. ¿Miento? No creo que sea una buena idea.
–Lo siento. –
–Entonces es cierto… es tu profesora. –
Comentó Kurimo, cabizbaja y desanimada.
–No es que quisiera ser infiel pero… –
–El problema no es ese. –
Se quejó Akane, y se dio la vuelta.
–El problema es que nosotras estamos aquí, y tú no confías en nosotras. No se lo dijiste a ninguna. –
Se quejó Kurimo después.
–No es algo que le digas a la gente así nada más. –
Respondí.
–Nosotras no somos “la gente” –
Se quejó Sanae de vuelta.
–¿Qué es lo que quieren? –
Pregunté, batiendo la cabeza.
Sanae se puso de pie.
–Piénsalo por ti mismo. –
Y después de decir eso, subió las escaleras.
–No logro comprenderlo. –
–Creo que, después de todo, no somos importantes en realidad entonces. –
Dijo Kurimo, y también se puso de pie.
Si ella estaba enfadada ¿Por qué se acostó conmigo? Y junto con Sanae además de todo. No tenía sentido para mí.
–Tienes que aprender a ser más abierto con nosotras. –
Fue lo que Akane dijo. Y también subió a la habitación.
En ese momento, llegó un mensaje a mi celular. Esta vez, se trataba de Mizore.
“¿De qué hablas? Claro que sí. Mis padres quieren hablar contigo sobre eso pero antes que eso dime. ¿Y cómo es la vida de casado?”
Preguntó Mizore en el mensaje. Yo suspiré.
“Es extraña”
Tenía la impresión de que esto necesitaba más balance aquí. Por otro lado, supongo que tenía que ir a la habitación de cada una a resolver esto.
¿A dónde debería ir primero?