Haru No Yurei - Volumen 4: 11. Reconciliación con el Pasado.
Capítulo 11: Reconciliación con el Pasado.
Mizore, Kurimo y Sanae, llegaron a eso de las siete. Al parecer venían muy felices, llegaron hablando y riendo como si fueran las mejores amigas.
Ya para ese tiempo, Akane y yo habíamos salido del baño y Akane se ofreció a prepararme algo rápido. A mí me gusta verla cocinar, tengo la impresión de que ella lo disfruta porque siempre parece feliz cuando lo hace. Además, no habíamos comido nada.
Salió con algunos sándwiches en un plato y los puso en la mesa, fue entonces que llegaron las demás.
– ¿En dónde habían estado ustedes? –
Pregunté, porque yo había enviado a Kurimo por las compras, no de paseo. Asumí que ella lo entendería, de todos modos. Al menos nos encontraron comiendo los sándwiches y no el uno al otro.
–Fuimos al cine. –
Respondieron las tres al mismo tiempo.
–Y no te invitamos. –
Agregó Sanae, mirándome. Kurimo sonrió.
–Bueno, decidimos que ya que no había espacio para nosotras, lo mejor era que pasáramos la tarde como una reunión de chicas. Por eso es que no podíamos invitarte. –
Y Akane se quejó inmediatamente.
– ¿Cómo pudieron? –
Preguntó.
– ¿Fue divertido? –
Preguntó Mizore. Akane la miró feo.
–Claro que fue divertido. Pero estábamos ocupados y mi hermano mayor decidió de alguna forma que era una buena idea venir. Ni siquiera estaba en condiciones de abrir esa puerta. –
Kurimo me miró.
– ¿Tuvieron visitas? Eso es una pena… –
Comentó. Akane suspiró.
–Bueno, no puedo decir que… haya afectado mucho… –
Admitió, después de unos momentos. Sanae volteó a su alrededor.
Es que todo estaba hecho un desastre…
–Limpiamos antes de irnos… –
Se quejó Sanae.
– ¿Eh? Creo que alguien la pasó muy bien… demasiado, diría yo… –
Comentó Mizore, mirando a Akane divertida. Akane solo se concentró en comer.
–El lugar entero huele a cosas sucias. –
Comentó Kurimo, y mirándome, soltó una risita.
Como he dicho, ella estaba empezando a soltar esas risitas avergonzadas cada vez que algo le recordaba ese tema. Es verdad que era encantador pero también me avergonzaba un poco.
–Supongo que eso es lo que ocurre cuando alguien como él te dedica un dia completo a ti sola. –
Comentó Sanae, girando la cara.
– ¿Alguien como él? –
Preguntó Kurimo. Había pisado una mina. Pero Sanae bajó la cabeza.
–Pues al parecer no puede vivir sin sus mujeres. –
Replicó Sanae. Mizore miró a Akane.
–Pues… creo que sus mujeres no se resisten demasiado… –
Akane giró la mirada. Creo que ella pensaba que se había excedido. Tendría razón si lo piensa. Pero en lugar de enojarse o avergonzarse, Akane sonrió.
–Pues es lo normal. Soy su esposa. Tiene que adorarme. –
Dijo ella, Kurimo intervino… una vez más, riendo tontamente.
–Pues… es que si es difícil resistirse… –
Dijo ella, Sanae giró la cara, porque Akane estaba mirándola ahora.
– ¿Pues qué hago? ¿Saben lo que pasa si me resisto? Me dan nalgadas. Yo no quiero que me den de nalgadas por ser mala… –
Se quejó Sanae, desesperada, aunque había allí una especie de… invitación, pero Mizore se rio.
–Créeme, las nalgadas son mucho mejores que lo que me puede pasar a mi si digo que no. Me va muy, muy mal. –
No sé exactamente qué era lo que cada una estaba presumiendo, pero al parecer Akane si lo sabía, porque se puso de pie, infló el pecho con orgullo, y luego lo dijo.
–Quince veces. –
Y se dio la vuelta. Mizore y Kurimo me miraron feo.
–Pues soy su esposa. Es normal que yo lleve la carga más grande. –
Dijo y subió las escaleras. ¿Ahora es una carga? Me preguntaba.
Ah, ya entendí. Ellas estaban midiendo que tan poco puedo yo resistirme, y hasta donde estaba dispuesto a llegar para que ellas accedieran.
–Tiene que estar bromeando… –
Se quejó Sanae, luego me miró a mí, como esperando que la desmintiera. Cinco es mi marca con Sanae, con Kurimo es tres, y con Mizore seis, por el dia que ella se quedó en mi casa. Como dije, no creo que ellas hubieran soportado tanto.
Pero en lugar de desmentirla o afirmar lo que Akane dijo, solo encogí de hombros.
–Me voy a la cama. –
Respondí, y sin decir nada más, subí las escaleras.
–––––––––
Una vez en la recamara, encontré a Akane poniéndose su pijama. No era su pijama de pollos, pero era linda también.
– ¿Tenías que decírselos? –
Pregunté, Akane volteó a verme, porque estaba de espaldas.
–Perdón… –
Dijo ella. Me senté en la cama, suspirando. Había sido un dia largo, no fue malo pero, fue largo.
–Eres la única mujer que conozco, que es capaz de presumir sobre esas cosas como si de nada se tratara, Akane. –
Reclamé, a medias, ella se sentó en la cama conmigo. al menos dimos tiempo a que se secara… lo digo por lo que pasó en la mañana.
–Me lo dice el hombre que se dedicó a avergonzarme en un festival escolar… además tú también presumiste… me hiciste decírselo a Onii–san. ¿Tienes una idea de lo que sentí? –
Preguntó Akane. Yo sonreí y la miré.
–Orgullo, eso es lo que sentiste. –
Respondí, Akane me dio un beso en los labios.
–Sí. Me da gusto… me atrapaste. –
Dijo, y me empujó.
–Duérmete ya. –
Dijo, acostándose y dándose la vuelta.
Yo solo me acosté y cerré los ojos. Akane me llamó.
–Toshikane… –
Llamó.
–Creí que habías dicho que durmiera. –
Respondí, sonriendo. Pero Akane habló seriamente.
–Hay… algo que tengo que decirte… –
Se quejó ella, era una llamada seria, asi que asentí con la cabeza y abrí los ojos.
–Si yo… hubiera dicho que sí cuando te declaraste la primera vez… Tú… ¿Me habrías amado igual? –
Preguntó Akane. ¿Cuántas veces había preguntado cosas como esa a estas alturas? Creo que ella estaba más traumatizada que yo.
–Akane, me gustabas igual, ya te lo he dicho. –
–Si pero, bueno, yo pensaba igual que Onii–san, y… no estaba muy dispuesta a escuchar en aquellos días… siento que habrías terminado odiándome por ello… –
Por eso le molestó tanto la postura de su hermano, le recordaba cosas de las que Akane no quería acordarse.
–Akane, pienso que las cosas salieron bien de la forma en que sucedieron. Si quieres saberlo, creo que de todos modos me hubieras hecho pasar prácticamente la misma cantidad de malos ratos y desesperación de un modo o de otro… y aun asi, habría terminado de la misma forma. –
Respondí.
–Sé que eso es un halago nada más. –
Respondió. Akane, luego suspiró.
–Pero esta vez me lo preguntaba por lo que les dijimos. No sé si realmente les dimos un buen consejo, o si en realidad teníamos que haber intervenido en primer lugar. Tal vez solo debimos dejar que lo resolvieran a su propio ritmo. –
Explicó Akane.
– ¿No es el trabajo de una hermana pequeña ayudar a su Onii–san? Pienso que le ahorraste muchos problemas con lo que pasó. Imagina que ese… coraje y esa frustración que se estaba generando allí se hubiera cocinado por un par de años… era una receta para el divorcio. –
Expliqué.
– ¿Te habrías divorciado de mí? –
Preguntó ella asustada.
–Por eso es que no es bueno hacer esa comparación… porque no había forma, de que diciéndome que sí, pudiera resistirme de todos modos. –
Respondí. Las circunstancias eran completamente diferentes. Por otro lado, entendía que eso era una fachada y que lo que Akane necesitaba, es que le reafirmara que estaba enamorado de ella, y que no, no seguía enfadado por lo que pasó.
No tiene sentido si me lo preguntas, pero… Akane es asi.
Nunca ha dejado ir nada. Bueno o malo.
–Es decir… ¿Me habrías forzado?… ¿Aun sin… lo que hice? –
Preguntó Akane.
–No te forcé por lo que hiciste. Admito que fue una parte pero la principal razón, es que no pude contenerme más… estaba volviéndome loco… por eso lo hice. Lo hice porque pensé, que si no aprovechaba, nunca tendría la oportunidad de hacer esas cosas contigo. Yo no pensaba que te quisieras casar conmigo. Yo realmente creí que me odiabas. Y si ya me odiabas, entonces no perdía nada si solo… cumplía mis fantasías. –
A eso Akane se sobresaltó.
–Tus fantasías… –
Repitió ella, como si estuviera considerándolo. Soltó una risita complacida después.
–Sí, ya lo sabías Akane. No tienes que burlarte. –
Respondí, aunque era un reclamo vacío.
–No me burlo… tienes razón. Si te odiaba. Es decir ¿Cómo pudiste? De un dia para otro, solo, estabas allí, dentro de mi mente, las palabras de mi padre, sus halagos, sus reglas que yo tan orgullosamente seguía al pie de la letra, ahora sonaban vacías… Y nada en mi vida volvió a tener sentido luego de que me dijiste esas cosas ¿Cómo era eso posible? Es decir… tú no eras nadie. –
–Bueno… lo siento por eso. –
Respondí riéndome.
–Ahora tú te burlas, pero está bien. No importa. Ya sé que soy patética en realidad.–
Se quejó Akane, yo acaricié su cara.
–No eres patética. –
Respondí. Ella recargó su cabeza sobre mí.
–Yo… he estado pensando últimamente en algo… pero… –
– ¿Pero? –
Pregunté, porque se había quedado callada.
–Bueno, las clases comienzan en un par de semanas ¿No es cierto? Es… nuestro último año de instituto. –
Explicó Akane. No parecía demasiado emocionada por ello. Akane había dicho algo una vez acerca del tema. Mi pregunta era ¿Le disgustaba la escuela? Pero no era eso. Ni siquiera se acercaba.
–Lo es… –
–Bueno, yo… no he decidido a qué universidad quiero ir… –
Explicó. Ahora que ella lo mencionaba yo tampoco, ni siquiera lo he pensado, pero Akane se recompuso y admitió:
–Más bien, creo que no planeo ir a la universidad para nada. –
Explicó, luego suspiró. Se recompuso luego de eso. Akane no solía hablar tan insegura.
–Y pensé que… tal vez, terminando el instituto… yo… podría… pues… dejar de cuidarme. –
Aquello me dejó…
Bueno, decir “sin palabras” es poco. Tragué para recomponerme, y eso la desanimó.
Akane suspiró.
–No tienes que cumplirme eso. Estoy al tanto de que no te gusta la idea, también sé que has tenido problemas con “esa” chica por la misma razón… –
Akane ni siquiera la llamó por su nombre. Nunca las ha reconocido como sus iguales.
–Creo que… debería callarme ahora, no pienses en ello… no sé por qué lo dije. –
Se retractó… pero era falso y yo lo sabía.
Más que solo eso. El destino continuaba persiguiéndome. Es que es lo que se supone que pase. Todas las tonterías que dije antes a Kurimo volvieron a mi cabeza, pero Akane no era Kurimo. Quería saber qué era lo que la llevaba a pensar de esa manera.
– ¿Puedo saber… por qué? Es decir, sé que eres mujer y que es normal, pero… bueno, es que para un hombre es difícil entender qué es lo que lleva a una mujer a pensar asi. –
–Te vas a reír… –
Respondí Akane.
–No voy a reírme. Mucho menos de algo asi. –
–Pero es estúpido. Y es muy obvio que no quieres saber nada del tema, incluso tu corazón se aceleró. Se aceleró porque te da miedo. –
Ya estaba llorando de nuevo.
–Claro que tengo miedo, pero… no puedo actuar como si solo yo importara, Akane. No es asi como funciona entre nosotros. –
–Escapé… –
Insistió Akane.
–La realidad es que… de algún modo yo sabía que estabas solo. Muchas de las cosas que hacías no eran normales. Más de una vez te quedaste sin comer en el descanso. En otras palabras, confieso que te seguí… –
– ¿Me acosaste? –
Pregunté, Akane asintió.
–Un poco. Algunas cosas sabía, y tú no ocultabas para nada que te agradaba mi atención… Y si tenía estándares algo altos, pero no niego que pensé en ti como una especie de prospecto. Resultó que eras alguien normal, no tenías dinero, de hecho todo lo contrario. Tampoco me parecías especialmente inteligente… ya sabes, como la clase de chico que sabes que un dia será algo grande. Tu no eras asi. Asi que pensé que estaba bien si solo te ignoraba hasta que me aburriera de eso. Luego te declaraste. Y yo pensé “¿Qué está haciendo este tonto?” y te dije que no y me burlé y te atormenté… –
–Lo sé, Akane. –
Respondí, tomando su mano.
–Pero eso no es todo. –
Pensé que iba a hablarme de más cosas malas que hizo, estaba preparándome mentalmente para decirle algo bonito cuando ella solo… cambió por completo lo que pensaba de ella.
–Me dio miedo tu declaración. Me dio miedo intentarlo. ¿Qué haré si se entera de lo patética que en realidad soy? ¿Cómo se supone que yo haga algo por él? Me va a odiar, y me odiaré yo entonces. Yo no puedo hacer nada por él. El piensa que soy una especie de ángel o algo asi. Preferí escapar que tener algo contigo. Preferí huir que mirarte a los ojos y decirte, que yo no tenía los medios para hacerte feliz. –
–Eso no es del todo cierto. –
Respondí, pero Akane me ignoró, porque en realidad, estaba siendo idiota e infantil al decirle eso.
–Tú siempre me viste hacia arriba. Eso no quiere decir que fuera verdad. Tenía estándares altos, era mimada y orgullosa, pero no había nada en mí que dar a cambio. Luego nos casamos, y me volví loca por tus atenciones y pasaron muchas cosas. Pero bueno, ayer dijiste eso al teléfono y hoy no has parado de perseguirme, y… creo que es la primera vez que, bueno, creo que hay algo que puedo dar. Asi que pensé que, estaba bien si comenzaba a arreglar cosas. Pensé que estaba bien si ahora que realmente puedo hacerte feliz, hago algo que realmente necesites. Las tonterías de los quehaceres no te importan y yo ya sabía que no te importan. Me di cuenta cuando llegué por primera vez y vi que todo estaba sucio. Y bueno, la intimidad es más una especie de recompensa para mí que algo que realmente necesites. –
Explicó Akane.
Estaba siendo extremadamente modesta tomando en cuenta que la perseguí hasta que ya no pude, pero luego ella me miró, y sonrió dulcemente.
–Fue cuando llegué aquí, me di cuenta de algo importante también. Algo que hizo que todo lo que pensaba de ti cambiara. Si quieres saber por qué cambie de opinión tan de pronto, fue eso. Había algo que yo podía darte, algo que realmente necesitabas… una familia. –
Me dejó helado. Me golpeó como nunca antes me había golpeado nada.
Me quedé mirando al techo, sosteniendo la mano de Akane con fuerza.
–Te dije que era estúpido. –
Dijo Akane. Eso no era para nada como era ella normalmente. Sé que hay algo dentro de ella diciéndole que tiene que tener bebés. Es normal, está en edad de reproducción.
Pero creo que tenía razón. De otro modo no me explico cómo es que algo tan bello dolió tanto dentro de mí. Resonó en lo profundo de mi corazón.
–No es estúpido… no lo es… no lo es… –
Ahoya yo era el que estaba llorando.
Nunca hablo de estas cosas con nadie. Pero es cierto. Tiene toda la maldita razón. Tal vez la única razón por la que hice todas esas cosas, es porque yo estaba inconscientemente tratando de escapar del hecho, de que me sentía solo.
–Sé que a ti no te gusta la idea. Pero si aún queda algo, de esa tristeza con la que te conocí, entonces déjame hacer algo con eso. –
Dijo Akane.
–Y me has dicho antes que no quieres que siga pensando en lo que ya paso… dame algo con que trabajar. Déjame curarte. Enfrentaría mis propios fantasmas, que me reclaman todos los días que escapé porque era demasiado cobarde para hacer feliz a alguien. Y haría algo verdaderamente importante por ti. Quiero curarte, quiero darte lo que nadie pudo, algo que sea tan especial que lo atesores por siempre. Tal vez estoy siendo vanidosa y ni siquiera merezco ser yo quien te la de… pero si tú quieres… y si no es demasiado tarde, entonces eso quiero. –
Me dejó sin palabras. Todo lo que pude hacer fue abrazarla lentamente, ¿Cuántas veces he consolado a esta chica por mil errores míos? Y aquí estaba, ahora ella me consolaba a mí, por algo que no tenía nada que ver con ella.
Pero que ella parecía querer arreglar de todos modos.
No tenía una respuesta.
–Akane… es un poco repentino lo que me estás diciendo… yo… –
–Sé que no tienes idea de que responder. –
Explicó Akane.
– ¿No te hace enfadar? –
Pregunté. Ella parecía tranquila, pero había lágrimas en sus ojos.
–Bueno, me preocupa un poco que digas algo como “No me interesa” y me aterra que digas algo como “No serías tú de todos modos” pero, quería decírtelo ahora, me alegra haberte dicho que no. –
Explicó, yo la miré, y ella me sonrió.
–No lo malentiendas. Es que era idiota. Pensaba que la vida era como en los dramas. Quería recibir toneladas de amor y atenciones, sin dar nada de mí por ello. Quería una vida perfecta, poco importaba quien fuera. Onii–san me recordó eso hoy. Es eso. En realidad no es que espere que respondas ahora o que decidas ahora, pero si me preguntaba. Yo ¿Te parezco un mal prospecto? Para algo asi… para… ¿ser madre? –
–No. –
Respondí, es la verdad. No me lo parecía. Tiene experiencia con niños pequeños, es amable, inteligente, es capaz y tiene mucha energía.
Tiene madera de madre, por feo que eso pueda sonar.
Ha actuado como una madre para mí en ocasiones.
–Solo tengo miedo, solo eso… –
Respondí. Ella asintió.
–Eso es exactamente lo que yo quería decir cuando te declaraste: Tengo miedo. Esa era la respuesta real. Pero… bueno, tú me ayudaste con mis miedos. Yo creo que puedo ayudarte con este. No pasará nada que no quieras que pase. ¿Está bien? –
–Sabes que suenas a…. –
Akane se rio levemente. Luego acarició mi cara otra vez.
–Como dije, no será ahora mismo de todos modos. Quiero terminar el instituto al menos. Y luego volveré a preguntar, Y si aún entonces, no quieres hacerlo, creo que es mejor si esperamos. –
Esas eran exactamente las palabras que yo le dije a ella cuando me pidió que la forzara por primera vez.
–Eres una maldita. –
Le dije, más que nada porque estaba usando mis palabras contra mi ahora. Akane sonrió porque recordaba esas palabras.
–Lo sé… pero te amo, con locura… –
Respondió Akane.
– ¿Qué tiene eso de especial? Tú amas a todo el mundo. –
Respondí, pero estaba solo burlándome de ella. Dos podían jugar ese juego, Akane enrojeció y cerró los ojos, sonriendo.
–Castígame, anda… trae a esa niña idiota hasta aquí para que siga golpeándome en la cara. –
Se quejó Akane. Yo sonreí. Eso aligeró el ambiente un poco.
–Tú le dejaste pasar en la tarde. Podrías haber fingido que no había nadie… –
Respondí, hablando de su hermano y su prometida. Akane sonrió maliciosamente.
–Iba a dejar que se lo hicieras a esa tonta. Solo para ver la cara de Onii–san. –
Respondió Akane.
–Akane tu eres… –
Comencé a decir, ella se subió sobre mí, con una expresión divertida en el rostro.
– ¿Te gustó ella? Di la verdad… –
Insistió ella. Yo suspiré. Akane estaba excitándose de nuevo, y yo sin poder tener una erección.
–Un poco… –
Respondí, girando la cara, un tanto avergonzado al recordar como la miré. Es que sus pechos si eran algo que ver.
– ¿Qué te gustó? Dime… anda… –
–Sus pechos. –
Respondí, Akane se rio con un tono que rayaba en lo absurdo. Le divertía esto, no engañaba a nadie.
–De haber sido cualquier otro dia, te la hubiera dado, te lo juro… ella quería saber –
Insistió Akane, luego me dio un beso.
–Pero quería a mi esposo solamente para mi… ¿Puedes perdonar a tu dulce esposa por ello? –
–Akane, no estoy enfadado por eso. No estaba pensando en tenerla realmente. –
Respondí, algo… avergonzado porque empezaba a sentir calor salir de la entrepierna de ella, y yo no podía levantarme.
–Si un dia quieres, puedo conseguirla para ti, no le diremos a Onii–san. –
–Akane, no nos metamos en eso de nuevo ¿Te parece? –
Respondí, la última vez… bueno, para Akane no tenía nada de malo. Ella acabó con un juguete nuevo pero siendo honestos, creo que aún me siento un poco culpable.
–Si tú lo dices… también le gustaste un poco… estaba interesada…la mancha en su ropa fue porque la mirabas. –
Insistió Akane. Yo suspiré.
–Akane tu eres… No necesito más problemas como ese ¿De acuerdo? Solo… déjalo ir. –
Respondí, riéndome porque a ella realmente parecían gustarle esta clase de cosas. Supongo que eso es lo que hace a Akane ser como es. Ella se acercó a mí y me dio un beso.
–Como digas. Vi como la mirabas de todos modos. No te parece tan mala idea… –
Insistió Akane.
–Akane… en verdad. En verdad. Me vas a matar un dia de estos… –
Repuse. Akane se bajó de mí y se acostó dándose la vuelta, de espaldas.
–Dilo y lo olvidaré. –
Pidió, sin mirarme, porque estaba mirando al otro lado.
– ¿Qué es lo que tengo que decir? –
Pregunté, ella no me miró.
–Que la quieres… que te gustaría hacerlo con ella… –
Insistió Akane. Suspiré. Sé que no va a dejarlo, pero por otro lado, seguirá asi si no le digo lo que quiere oír.
–De acuerdo. Como diga mi dulce esposa. Si me gustó. ¿Estás feliz? –
Pregunté, Akane volteó a verme, luego tomó mi mano y la llevó directamente a sus pechos, abrazándose con ella. Volteó y sonrió.
–Mujeriego. –
Dijo Akane con una sonrisa, y se volvió para dormir.
Yo suspiré.
Akane es una maldita.
––––––––––
Cada mujer tiene su forma de ver el sexo. Imagino que si conozco a más mujeres, me encontraré con más y más formas diferentes de verlo.
Para Akane es una demostración de lo mucho que te gusta, de que no puedes vivir sin ella. Es un halago, como un cumplido muy intenso, y por eso ella quiere que sea lo más intenso posible. Para Kurimo, por el contrario, es una especie de conexión romántica, ella misma lo dijo, realmente no le importa el aspecto corporal, solo el emocional que el sexo conlleva. Son dos personas compartiendo lo más valioso que tienen y eso es todo.
Para Mizore es una especie de contrato. Como una afirmación de que le aceptas tal cual es. Suena feo si lo pones en palabras, pero el que la quieras tal cual y que hagas las cosas como a ella le gustan sin pensar mal de ella es lo que le da esa seguridad para ser como es.
Y para Sanae, es una necesidad, tan simple como el hambre o el sueño, es algo que ella tiene que satisfacer para sentirse bien. A este punto todavía no sé decir si ella se siente confortable con esa situación, pero no puede vivir sin ello, y eso la hizo miserable desde mucho antes de que yo la conociera. En ese aspecto al menos, Sanae es más capaz de entender a un hombre.
Asumo que para la madre de Sanae, la madre de Mizore, o la de Kurimo, la situación debe ser parecida, junto con sus propias experiencias acerca del tema. Esas cosas se heredan sin darse cuenta. La señora Kurenae una vez me preguntó si yo no despreciaba a Sanae por ser como era, solo para tener la seguridad de que su esposo no la despreciaría. La suma es simple.
Me quedé dormido mientras pensaba en esas cosas.
Cuando me desperté, lo primero que hice fue mirar el reloj. Eran las dos y media de la mañana. Akane dormía plácidamente junto a mí, me moví con cuidado para no despertarla, y me levanté. Fui a la cocina por un poco de agua o tal vez jugo. La luz al final del pasillo seguía encendida.
Seguramente Sanae. A ella no le gusta la luz apagada. Le da miedo la oscuridad. Como de todos modos yo sabía que ella trabajaba a veces hasta tarde, no le presté mucha atención, bajé las escaleras y fui a la cocina. Pero cuando tomé el agua, Sanae estaba allí parada, recargada contra la pared, y las manos atrás de ella, me miraba.
– ¿Sanae? ¿No es un poco tarde? –
Pregunté.
–Si pero… –
Pensé que era una de sus pataletas para tener atención. No es que tuviera prisa pero, es que no tenía nada de deseo en ese momento.
Para mi fortuna, no lo fue.
–Quería hablarte… –
Dijo Sanae, yo sonreí y ella bajó la cabeza.
–Me quedaré tranquila, lo prometo. –
Dijo. Yo suspiré y me senté, en cierto modo, dispuesto a escuchar lo que ella quería decir. También me hizo un poco de gracia que ella prometiera “estar tranquila” cuando no había ninguna necesidad, según yo.
–Yo… quería hablarte, pero no pude antes porque estaba cansada… –
Explicó.
–De acuerdo, te escucho. –
Respondí, ella asintió y me miró.
–Yo… ¿soy tu caballo? –
Aquello me cayó como balde de agua fría. Es que yo le dije esa tontería mientras lo hacía con ella.
–Sanae yo… –
Iba a disculparme, pero ella me interrumpió.
–Tú lo dijiste antes… –
Insistió Sanae, estaba algo triste, pero no parecía realmente avergonzada. Tampoco iba con su personalidad el estar complacida con un apodo como ese.
Me extrañó porque, ofendida no estaba.
–Sanae, estoy seguro de que lo que quieres decir no tiene realmente nada que ver con la comparación que hice entre tú y un animal. –
Sanae sonrió y se acercó a mí, se sentó frente a mí, para mirarme a los ojos. Sanae había hecho esto antes, el dia del café. Por eso sabía que era una conversación seria.
–Lo sé pero… es que tú lo dijiste asi… –
Explicó ella, estaba teniendo algunos problemas para hablar, pero luego me di cuenta de que lo que realmente le causaba problemas, eran las implicaciones de la metáfora.
–Tú dijiste… que soñabas con un caballo… desde la primera vez que lo viste. –
Sanae estaba hablando de aquellas ocasiones en la panadería de su padre.
–Dejando de lado lo del caballo… –
Es que no quería que se le pegaran malas maneras.
–No. El caballo está bien ahora mismo… es más fácil asi. –
Sanae negó con la cabeza. Creo que decirlo claramente la avergonzaría demasiado para continuar.
–Tú dijiste que te gustaba ese caballo, que soñabas con montarlo desde la primera vez que lo viste y que pensabas en eso todo el tiempo. –
No tenía que repetirme la historia, pero lo entendí después.
–Dime… ¿Lo dije cómo debía? ¿Es “Sanae” realmente el nombre del caballo? –
Sanae dijo esas cosas con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta. Lo que ella quería saber, es si ella realmente me llamaba la atención cuando nos conocimos. Si la deseaba entonces, como ella a mí.
–Sí. –
Ella puso su frente en la mesa, y se puso a llorar. Era una expresión que solamente adoptaba cuando se daba cuenta de que su angustia y preocupaciones no tenían sentido.
Acaricié su cabeza con tranquilidad. Ella puso sus manos cerradas en la mesa.
–Yo… lloré mucho… lloré mucho por esto. Me odie. –
Se quejó ella. De nada servía decirle algo como “No debiste” porque ella lo sabía ahora, eso no implica que le causara menos tristeza.
–Pensé que me ibas a odiar por pensar en ti, pensé que si te dabas cuenta dirías cosas crueles… pensé que era la única que se sentía de ese modo… si hubiera podido verlo… si tan solo lo hubiera dicho… –
Se quejó ella.
–Hubiera acabado muy mal, Sanae. –
Respondí, ella me miró de pronto.
Sanae estaba hablando de que, si ambos nos gustábamos entonces, podíamos haber tenido algo, pero por bonito que suene, es algo que ya no está. De nada sirve que se atormente con eso. Es mejor que acepte las cosas por cómo ocurrieron.
Sus ojos ya estaban hinchados por el llanto, no demasiado, pero como no estaba usando maquillaje, se notaba bastante más de lo normal. Yo acaricié su cabeza.
–Entiendo cómo te sientes, entiendo que te costó mucho trabajo aceptar esos sentimientos. Entiendo que te sientes mal por haber sido como eras. Pero imagina por un momento, que algo hubiera pasado realmente, y tu padre nos hubiera descubierto entonces… –
Expliqué. Sanae me miró con los ojos inundados.
–Se hubiera enojado mucho. –
Admitió Sanae. Yo asentí.
–Y en ese tiempo, yo no tenía idea de cómo, ni forma de hacerte siquiera un poco feliz. Resultabas demasiado grande para mí, como una especie de fantasía inalcanzable. –
Expliqué, Sanae sonrió levemente, al menos su llanto se había tranquilizado.
– ¿No podía pasar? –
Preguntó, ella, todavía sollozando. Yo asentí.
–No podía pasar. No es tu culpa para nada. –
Respondí, ella se limpió las lágrimas, todavía sollozaba.
–Tú siempre me haces sentir mejor. –
Dijo ella. Yo sonreí y acaricié su mejilla.
–Bueno, es mejor para mí si te veo feliz, es la verdad. –
Respondí, ella asintió.
–Yo soñaba contigo entonces. No me importó mucho que fueras tan joven, me parecías lindo. Todavía me pareces lindo, y genial… yo me sentí asi desde el primer dia. Te traté mal para que no te dieras cuenta de que estaba loca por ti. No era porque no te quisiera. –
Confesó Sanae, mirando solo hacia abajo.
–Me da gusto saber eso. Y déjame decirte algo, antes de que sigas pensando cosas que no son verdad. Tú dices que me trataste mal para ocultarlo, yo no recuerdo que lo hayas ocultado mucho, yo era más joven y no me daba cuenta de tus sentimientos, pero si mal no recuerdo, tú eras bastante amable conmigo. –
–Eso no es cierto. Te gritaba. –
Sanae escogió contradecirme.
–Tal vez, pero también tomabas el pan y me dabas de comer. Sabías perfectamente que nadie iba a decir nada si eras tú quien lo tomaba. –
Repliqué, eso hizo que su auto–enojo se suavizara.
–Yo solo quería que comieras pan. El pan me hacía feliz. Quería que te hiciera feliz a ti. Quería decirte tantas cosas, pero me daba miedo… y terminaba gritando alguna cosa. No quería que me odiaras… –
Respondió ella.
–Era feliz porque tú te preocupabas por ello. El sentimiento bastaba en ese momento. Ahora que somos grandes lo vemos diferente, pero siendo honestos Sanae, no podíamos acercarnos realmente en aquel tiempo. Nos hubiéramos metido en problemas demasiado grandes para nuestras edades, y hubiera acabado muy mal. –
Expliqué, ella asintió.
–Creo… que tienes razón… –
Dijo, ya casi convencida.
–A como yo lo veo, somos un par de personas que se conocieron desde muy jóvenes, y tuvieron que esperar a ser adultos para estar juntos. –
Sanae sonrió abiertamente.
–Tú sabes cómo hacer para que suene bonito. Yo pensé que te acosaba… me sentí horrible por ello… –
Se quejó Sanae, porque ahora sentía que había llorado por algo sin sentido. Yo sonreí y acaricié su cara.
–No fue eso. Tú tenías la idea de que el sexo estaba mal, y que por pensar en ello y querer hacerlo tú eras mala también. La realidad es que, esas cosas no son malas, y bueno, por extensión, tú nunca fuiste mala en realidad. Si te preocupa la idea de que era joven, es cierto que era más joven que tú, pero yo ya pensaba en cosas pervertidas a esa edad, ya miraba debajo de las faldas de las chicas, señorita presente incluida. Muy inocente no era, nunca fui asi. –
Expliqué, Sanae se puso de pie y me abrazó con dulzura.
–Siempre eres tan genial… tu siempre haces que me sienta mejor… te amo. –
Luego me soltó y se separó un paso. Sonrió, como complacida por el hecho de que le dijera esas cosas sobre mí.
Es que ella también me veía como algo que… yo jamás fui en realidad. No estaba mintiendo, me gané mala fama en el colegio e incluso en la escuela elemental por ello. ¿Conocen el truco del espejo y los zapatos? Pues yo si lo conocía, y era bueno con eso.
Ya lo dije. Me gustaban las mujeres entonces. Me gustan las mujeres. Me han gustado desde que puedo recordar.
Creo que esa mala fama fue lo que hizo que Amatsune decidiera hacer su movimiento en mí en primer lugar.
Pero si, miraba la ropa interior de Sanae en ocasiones, si podía. De hecho, el hecho de que ella no fuera corriendo con su padre a decirle me hizo pensar mejor de ella. Para mí, era amable por eso.
Por primera vez desde hacía mucho tiempo, Sanae adoptó una actitud de Onee–san.
Se separó de mí, y me miró hacia abajo, algo bastante raro desde que volvió de la universidad. Luego suspiró y se llevó una mano a la cintura.
–Asi que es eso. Eras un niño malo desde el principio. –
Yo me reí levemente.
–Pues… lo siento, yo creo. –
Respondí. Más que nada, estaba feliz con su actitud, Sanae se acercó a mí y me abrazó contra ella suavemente. Pude sentir como su corazón se aceleró.
–No importa. Está bien si eres travieso, no me molesta para nada. Los chicos geniales como tú pueden ser malos si quieren. –
Admitió Sanae, luego se separó de mí y se dio la vuelta.
–Ahora tienes que dormir. Si quieres podemos pasar tiempo juntos después. Solos tú y yo. Te consentiré mucho. Hasta entonces, Otagane–kun. –
Dijo ella, y haciendo una señal con la mano, salió de la cocina balanceando su trasero al caminar. Yo me quedé mirándola sin decir nada.
Eso era lo que ella quería decir. Espero cinco años para decirlo.
Y por supuesto que tenía una erección de los mil diablos después de eso.
Tuve que calmarme antes de ir a la cama de nuevo.
Siempre he sido asi. Las mujeres ejercen sobre mí un control aterrador. Su aroma, su figura, sus gestos, su rostro, incluso su tono de voz. Me vuelven completamente loco.
Hay gente a quien le gustan las matemáticas, y dedican su vida entera a estudiarlas y comprenderlas. Hay gente a quien le gusta el océano, a quien le gustan los barcos o los aviones. Hay a quienes les gustan incluso cosas tan abstractas como la electricidad.
A mí me gustan las mujeres. Y estoy feliz de poder dedicar mi vida a entenderlas y apreciarlas.
Amo mi vida.