Haru No Yurei - Volumen 4: 16. Caras Conocidas.
Capítulo 16: Caras Conocidas.
Era bastante tarde en la noche cuando volví, y como era de esperarse, lo primero que hice al quitarme los zapatos fue subir al cuarto con Akane. Ella estaba acostada y parecía dormir. Yo había tenido un dia largo asi que solo me acosté también.
Akane debe haber sentido que llegué porque se acomodó para hacerme espacio. Me abrazó por unos momentos una vez que estuve metido en la cama, y luego me empujó.
–Quítate… hueles a otras… –
Fue lo que dijo, aun parecía dormir.
–Puede ser… –
Respondí, mirándola. Ella no abrió los ojos.
– ¿Y para tu linda esposa no hay nada? –
Preguntó ella, empujándome levemente.
–Si te despiertas y me abrazas, puede que sí. –
Respondí, Akane me pellizco el brazo.
–Cínico… ya duérmete… es tarde. Además, no se puede. –
Se quejó ella.
–Oye, a mí no me dijeron nada de eso cuando me casé. –
Me quejé. Akane se movió y puso su brazo sobre mi pecho.
–Pues te lo digo yo ahora. No se puede. Ya estoy triste por eso. No me hagas sentir peor. –
Se quejó Akane.
–Bueno. Lo siento por eso. Pero cuando se pueda te compensaré, y me compensaré a mí por ello, ¿Esta bien? –
Akane suspiró.
–Tú sí que sabes cómo decir cosas bonitas… –
No parecía un halago. Parecía que ella estaba insinuando que es todo lo que sé hacer.
–Pues, generalmente soy mejor con la lengua que cualquier otra cosa. Tú ya sabías eso. –
Respondí, eso hizo que Akane despertara por fin.
–Ya cállate. –
Se quejó.
–Es tarde, y ya que no puedo aprovecharme de eso y de que estas aquí, me gustaría dormir para olvidar. Haz lo mismo y duerme. –
Se quejó ella y se dio la vuelta. Esta vez fui yo quien puse mi mano sobre su hombro, y lo acaricié suavemente.
–Perdón Akane. No quise hacerte enfadar. –
Fue todo lo que le dije. Ella puso su mano sobre la mía, como aceptando mis disculpas, pero no dijo nada más.
Me quedé dormido luego de eso.
––––––––––
Al dia siguiente, mientras me preparaba para ir al trabajo, me dedicaba a molestar un poco a Akane. Lo primero que hice fue acercarme a ella desde atrás y le abracé con fuerza.
Akane tuvo un respingo y volteó. Su coraje desapareció en unos instantes de su rostro, que inmediatamente se tornó cálido.
–A veces realmente quisiera pegarte. –
Se quejó ella, tratando de volver a sus quehaceres. Me acerqué de nuevo a ella, pegándome a su espalda. Ella sintió el abrazo mientras hundía mi rostro en su cuello.
–Toshikane… basta… es en serio… no se puede. Además aun me duele. –
Se quejó ella, no la solté. Incluso apreté su trasero. Akane puso ambas manos en la barra de la cocina, tratando de sostenerse.
–Pero como de costumbre eso no te importa… por favor… no me orilles a… –
Se quejó. Le di un beso en la parte de atrás del cuello.
–¿Orillarte a qué? –
Pregunté. Akane se retorció, asegurándose de no perder contacto conmigo mientas mi mano se propasaba con su trasero.
–No… sería desastroso… es en serio… por favor… –
Me chilló. Creo que casi la convencía.
–Pero traes el mandil… –
Repliqué. Akane simplemente se dejó tocar, pasé mi mano por enfrente, acariciando su pecho con suavidad.
–¿Y eso que? No es para eso… bueno si pero… ahora… no se puede. ¿Por favor? –
Suplicó Akane, me separé, y ella suspiró. Una vena saltó en su frente. ¿Estaba enojada?
–No quería rechazarte… en verdad no quería… cielos… –
Se quejó ella, apretando los puños. Pensando en hacerle un cumplido, respondí.
–Pues no es culpa mía… nadie te ha mandado a… –
Akane se enfadó y me miró.
–¡Pues perdón por amar a mi esposo! –
Me gritó, luego se llevó la mano a la cara.
–Lo siento… yo, estoy enojada ¿sí? Y… realmente no quiero que pagues por eso. Solo… sal de aquí. –
Iba a obedecer cuando ella se puso a llorar. Me acerqué y le abracé esta vez en un sentido diferente del anterior, Akane se dejó abrazar, llorando.
–Lo siento Akane, debí ser más considerado. Lamento haberte molestado. –
Me disculpé, ella tomó mi mano sin quitar su cara de mi pecho.
–No… no es eso. Me gusta cuando te acercas a mí. No es tu culpa ¿Si? Yo… me pongo muy mal con estas cosas… –
Respondió Akane con un lloriqueo. Yo solo la abracé y acaricié su cabello, hasta que ella se separó.
La miré con los ojos llenos de lágrimas.
–Iré a tomar un baño ¿Si? –
Me dijo.
–Akane. Te ves hermosa. –
Eso la hizo sonreír. Giró la cara ligeramente y enjugó sus lágrimas.
–Eres un tonto… –
Eso fue todo lo que paso con Akane, porque luego de eso, tuve que ir a trabajar.
––––––––––
Durante el trabajo, no vi a Take–Sempai para nada, tampoco a su nueva novia, aunque yo casi no la veía en realidad.
Amatsune apareció de la nada.
–¿Problemas en casa? Ya no te ves tan feliz… –
Voltee a verla, incapaz de averiguar si estaba tratando de hacerse notar, si quería molestarme o si solo quería saber. Ya saben, su curiosidad natural.
–No, todo está tan bien como siempre. –
Respondí, encogiendo de hombros, y siguiendo en el trabajo.
–No me mientas, sé cuando tienes algo. Y hoy estás diferente. –
Pero qué maneras las de esta mujer. A veces daban ganas de darle una patada.
–¿Siempre sabes cuando tengo algo? –
Pregunté, porque… bueno, esa habilidad en ella era bastante nueva. Ella no habría podido distinguir un carajo sobre mi situación cuando estábamos en el colegio. O nunca le importó.
Eso también sería nuevo.
–Claro, y lo sé porque me preocupo por ti. –
Respondió ella, mostrándome una sonrisa.
–Amatsune–san. Ya tuvimos esta conversación ¿recuerdas? –
Respondí, mirándola de reojo. Yo sabía que esto no iba a ser asi de simple pero… ¿Justo ahora?
–¿Hablas de la vez que me enviaste a mi casa llorando? –
Preguntó ella, reclamando inmediatamente. Nuevamente, acusarme de algo siempre es su estrategia.
–Vuelve al trabajo, Amatsune–san. –
Respondí. Ella puso las manos sobre mi escritorio.
–¿Qué es lo que tengo que hacer? –.
Preguntó ella, no sabría decir si realmente estaba enfadada, pero lo parecía. Me rasqué la cabeza, pensándolo por un momento.
No se trata de lo que pueda o no pueda hacer. Tomé una hoja de mi escritorio.
–Este reporte tenía que estar firmado desde hace una semana… –
Comenté. Ella me arrebató la hoja.
–No te escudes con un estúpido reporte… –
Se quejó ella.
–No, ahora… ese reporte ya no sirve para nada. Puedes tirarlo a la basura ahora, porque no sucedió cuando tenía que suceder. Ahora ya no es correcto. Los datos en esa hoja están mal porque los que tiene son de hace una semana y ahora ya cambiaron las cosas. No tiene caso tratar de recuperarla… y los sentimientos que tú me estás pidiendo, son de hace cuatro años… es eso. –
Ella se quedó callada, mirándome con lágrimas en los ojos.
–Ahora, tira eso al cesto de basura. Y haz uno nuevo. En una hoja nueva. Y consigue esa firma cuando tengas que hacerlo. ¿Entiendes? –
Pregunté. Amatsune retrocedió… por primera vez desde que yo la conozco.
–Entonces esta hoja es… –
–Ya no sirve. No hay nada que hacer. –
Respondí. Ella contuvo el llanto, cosa que casi nunca hacía. Permaneció allí con la hoja en la mano, durante unos momentos, hasta que respondió.
–Yo… me fui a seguir a Tanaka–kun al instituto… –
Dijo, mustiando para no llorar.
–No es que me gustara mucho, verás, pero… ¿A qué chica no le gusta la idea de casarse con alguien como él? Es decir, es muy obvio que tendría un gran empleo algún dia… –
No respondí, solo me quedé callado mientras ella confesaba todo eso. Admito que una parte de mi quería saber.
–Y yo no le gustaba a él. Era demasiado obvio. Yo sabía que le molestaba, pero no hice caso. Hice de todo para agradarle ¿Sabes? –
Se tomó el cabello con la mano.
–De alguien escuché que le gustaba el cabello corto. La ropa, los zapatos, las maneras… incluso las cosas íntimas. Creo que lo quise un poco… perdí mi época de colegio persiguiéndolo… perdí mi tiempo en el instituto esperando agradarle… y me hizo creer que podía lograrlo. Pero el dia en que realmente fui en serio, el solo sonrió y me miró con lastima. “No iba a casarme contigo de todos modos. Te has acostado con la mitad de la escuela. Todo el mundo lo sabe”… Y se marchó…–
Se puso a llorar.
–¡Pudo habérmelo dicho desde el principio! No hubiera perdido mi tiempo con él… Pero no. Fue cruel, me hizo pensar que estaba engañándolo… cuando no había nada que engañar. Jamás me consideró realmente. –
Se limpió las lágrimas con un pañuelo, como tratando de recuperar la compostura.
–Y yo hice lo mismo contigo. Lo lamento. –
Vaya. Esperé mucho tiempo para eso. Pero no fue tan agradable en realidad. Sentí lastima por ella.
–Tenía que haberte considerado, supongo. Eras lindo, y estabas loco por mí. Podía haber alimentado ese sentimiento, y tal vez… –
Y se quedó callada. Yo suspiré.
–No hay nada que hacer ahora. Por favor, por tu bien, Amatsune–san. Entiéndelo. –
Ella me miró por unos segundos, y finalmente, asintió con la cabeza.
–Lo entiendo. –
Admitió ella. Eso era todo lo que tenía que pasar ahora.
–Entonces tendrás que buscar a alguien. ¿Está bien? –
Solo por si no le había quedado claro. Ella se limpió las lágrimas y asintió con la cabeza.
–Tu… ¿Piensas que puedo? ¿Te parece que aun soy linda? Suficientemente linda, quiero decir. –
Veamos, si no la conociera, tal vez caería por ella. Era linda, y su corte de cabello la hacía parecer más pequeña y tierna.
–Cuando tienes ganas. –
Respondí, sonriéndole. Ella reprimió una risita. Se acomodó el cabello, y arrojó el papel a la basura.
Era eso. Creo que eso es lo que había que decir en realidad. Me gustaría que ella se encontrara un novio, y espero que no cometa los mismos errores otra vez.
–––––––––
Luego de la hora del desayuno, pensé que lo mejor sería ir a por un café para volver al trabajo. Fue a la combini y compre el café.
Fue allí que me encontré con alguien a quien no pensé que vería. Sakyomi Hamaki.
Era imposible no reconocer a esa chica. Ya alguna vez dije que su figura era buena y sus pechos eran grandes. Llamaba la atención.
–Hey, Toshikane. Eres tu ¿No es cierto? –
Preguntó ella. Parecía muy animada.
–Sakyomi–chan. Es… un placer. –
Lo siento. Mi vista viajó a su pecho y de vuelta debido a la blusa que usaba. Como de costumbre, sabía lucirse.
Como ella estaba acostumbrada a esa mirada, no lo tomó demasiado en cuenta.
–¿Estas de paseo? Pareces un asalariado cualquiera… –
Dijo. Creo que a ella no le agradaba mi modo de vestir. No parecía un joven de instituto, eso era muy obvio.
–Bueno, no… estoy en el trabajo. He venido por un café. –
–¿Ehhh? ¿Por qué es que estas desperdiciando las vacaciones trabajando? –
Preguntó ella, algo molesta. Yo batí la cabeza.
–Yo siempre he trabajado, Sakyomi, te recuerdo que ya tenía un trabajo cuando nos conocimos. No es nuevo. –
Ella mudó el tema.
–¿Y cómo ha ido todo? Tienes que decirme que está mejor. –
Si bueno. Ella se quedó, según recuerdo, en que acababa de conocer a Mizore. No sabe nada de todo lo demás.
–Bueno… me casé. –
Respondí.
–¿Ehhhh? ¿En verdad? ¿Quién es la afortunada? –
Preguntó ella, interesada. Supongo que la afición natural de las chicas por enterarse de estas cosas.
–Bueno, en realidad ya la conocías. La encontramos una vez en el centro comercial… –
Ella soltó una carcajada.
–Si bien. No puedo decir que no lo esperaba… –
Dijo ella, parecía feliz con el resultado.
–¿Lo dices en serio? Para mí fue inesperado. –
Respondí.
–Ah, vamos, armó una escena ese dia. No iba a armar una escena por alguien que no le interesa. Me alegra que fuera honesta de todos modos. –
Salimos de la combini y comenzamos a caminar luego de eso. La gente se nos quedaba viendo. Supongo que las formas de vestir tan dispares llamaban un poco la atención. Traté de no prestar demasiada atención a eso mientras caminaba con ella.
–Y emm… ¿Qué ocurrió con tu amigo? –
Preguntó ella, yo voltee a verla, indeciso de si era una buena idea hablar de alguien como Sushake solo asi.
–Solo quiero saber. –
Comentó ella.
–Él está bien. –
Sakyomi mostró una sonrisa sincera.
–Bueno, eso es un alivio. –
Dijo ella.
Lo último que supe, es que ellos dos habían terminado. No sé exactamente en qué términos y como Kamine empezó a salir con él casi inmediatamente, no tuve tiempo de saber si eso había sido importante para él. Ahora que lo pensaba, quizá debí haber indagado un poco.
–¿Qué ocurrió? –
Pregunté. Ella me miró como si aquello fuera algo que yo debiera saber.
–No estoy segura. A decir verdad no estoy segura de cómo fue que comenzamos a salir o por qué lo hicimos. Fue todo muy raro. Y bueno… él es lindo y eso pero… ¿Cómo decirlo? Yo no me sentía parte de su vida. Yo no sentía que fuera parte de la mía tampoco. La verdad es que simplemente nos veíamos de cuando en cuando. No se sentía especial. No eran citas. –
Explicó ella.
–¿No eran citas? ¿Hay algún requisito? –
Pregunté, sonriendo.
–Si bueno. Nos veíamos para… tu sabes… eso. Y la verdad es que quisimos hacer una relación donde solo había deseo. Solo eso… y no sé cómo lo sintiera él pero, yo no lo deseaba a él… quería hacerlo con alguien… No era lo suficientemente personal. Ya sé que suena feo… –
Explicó ella, disculpándose. Yo encogí de hombros.
–Nunca te he juzgado antes, y no voy a comenzar ahora. –
Respondí, ella sonrió alegremente.
–Por eso me gustas tanto… no lo digo en mal modo, no pienses mal… o piensa mal si quieres, no importa. –
Dijo ella, mirándome con gracia. Había allí una invitación, que ella inmediatamente entendió que estaba fuera de lugar.
–Ya no hay tiempo para divertirnos ¿O sí? –
Preguntó ella. Tuve que negar con la cabeza.
–No, creo que paso. –
Ella bajó la cabeza y suspiró.
–Ahh… no me gusta ser rechazada. –
Se quejó.
–No es por eso. No se trata de que quiera rechazarte pero… –
Sakyomi lo sabía.
–Lo sé. Es que estas casado. Y es personal porque no se trata solo de las cosas pervertidas. Supongo que yo debería buscarme un novio, uno de verdad, alguien a quien pueda querer y admirar, y dejar de estar pensando solo en divertirme un rato. –
Comentó ella, yo asentí con la cabeza, porque en realidad, creo que era una buena resolución. Llegamos a mi trabajo.
–Si conoces a alguien me lo tienes que presentar. –
Me dijo ella. Yo decidí ser malo con ella.
–Ya te presenté al único amigo que tenía. –
Le dije. Ella infló sus mejillas.
–Pues entonces consigue más amigos. –
Se quejó ella, y mostrándome su lengua, se fue corriendo. ¿De dónde voy a sacar más amigos? Me refiero a… bueno. No soy un antisocial, pero no creo que mis compañeros de trabajo serían la clase de cosa que ella tenía en mente. Entre al trabajo pensando en que debería ser bueno. No se puede ser un niño por siempre, yo creo, pero supongo que le quedaban algunos años antes de preocuparse seriamente por esto.
Bueno, eso era algo menos de que preocuparse. También esperaba dar por terminado todo el asunto de Yagami. Supongo que odiar a una persona es guardar sentimientos por esa persona, por eso es que no quería odiarla, a pesar de que mi interior pensara que se lo merecía.
Honestamente creo que no tengo el tiempo ni la energía emocional para odiar a nadie. Tengo demasiadas cosas de que ocuparme en casa. Empezando por ese festival… es mañana.
Sin pensarlo demasiado, a la salida del trabajo, tomé mi teléfono y marqué el número de Mizore.
…Moshi–Moshi, Mizore ¿Estas ocupada?…
…¿Toshikane? No puedo escucharte bien… espera…
Ah, sí, su cuarto no tiene buena señal. Ese cuarto siempre ha sido asi.
…Ahora ya. Estoy envuelta en una toalla. Mira que sacarme justo después del baño. No tienes consideración…
Se quejó. Queja vacía, porque era muy obvio que ella quería que supiera que estaba envuelta en una toalla.
…¿Por qué es que estás envuelta en una toalla? ¿No podías simplemente vestirte en el baño como una mujer normal?…
Eso no fue como ella esperaba. Se enfadó.
…Pues si no estás aquí ¿Qué sentido tiene? Aquí somos puras mujeres, te recuerdo, ya que el señor se toma su tiempo para volver a casa. ¡Hmph!…
Mizore se quejó abiertamente. Yo suspiré. No había mucho que decir al respecto, sobre todo porque sabía que era un reclamo vacío. Quiero decir que ella realmente no estaba enojada por eso.
…Lamento eso. Me gustaría poder hacer algo al respecto…
Respondí.
…Pues ya sabes lo que tienes que hacer…
Respondió ella. Yo no era capaz de discernir si ella estaba hablando del festival o si debería volver pronto.
…Si, lo sé, no lo he olvidado…
Respondí. Ella suspiró.
…Más te vale. Si lo olvidas, me enojaré tanto contigo que no volveré a hablarte nunca…
El festival entonces.
…¿Ni siquiera al teléfono?…
Pregunté. Ella soltó una risita.
…Siempre tan gracioso. ¿Por qué no mejor me dices que quieres?…
A Mizore le gusta que le des la vuelta a las cosas. Las respuestas que ella no se espera son las que te ganan sus sonrisas.
…Bueno, en realidad solo quería escuchar tu voz…
Respondí, mirando a los lados, por puro instinto.
…Si claro. A ti solo te gusta escuchar vulgaridades…
Respondió Mizore.
…Lo que sea que tenga tu timbre de voz es bueno para mí. No tengo un gusto especial por alguna palabra en particular…
…¡Ya dime que quieres! …
No he perdido mi habilidad para hablar con ella. Eso es bueno, sonreí para mí mismo mientras retomaba el tema principal.
…Bueno, mañana al salir del trabajo tenemos una cita, pero no había pensado que no hemos acordado realmente nada…
…Me están dando ganas de golpearte. ¿Cómo que no acordamos nada?…
Preguntó ella.
…Bueno, es que no dijimos nada de la hora…
..¿Y para qué crees tú que he venido a vivir contigo? ¿De qué estás hablando? Llegas del trabajo, te lavas o lo que sea que tengas que hacer, y nos vamos…
Bueno, eso tiene sentido para mí.
…De acuerdo, no pensé que lo hubieras planeado tan a fondo…
…¿Esperabas que nos viéramos en alguna otra parte? ¿Nunca has pensado que siempre las citas son en mi casa o en la tuya? Hay una razón…
Me dijo ella.
…¿La hay?…
…Eres tonto. Esa es la razón. No… a decir verdad soy muy mala con las direcciones, y cuando es algo importante, prefiero ir de un sitio a otros sin rodeos. Entre más fácil sea, mejor.
Explicó ella. Bueno, eso lo aclaró un poco para mí. Mizore es una chica que suele preferir ser práctica a las complicaciones.
…Lo entiendo, me pasa a veces…
Respondí.
…No intentes consolarme, me está bien con que no esperes que vaya yo sola a alguna estación a esperar por algo que puede simplemente venir hasta donde estoy…
Respondió Mizore.
…Ahora que si estás muy dispuesto a consolarme, puedes comprarme una manzana mañana…
Insistió ella.
…Más que de acuerdo…
Respondí.
…Bien. Ahora si no te importa, voy a vestirme. No quiero estar resfriada mañana. Verás… tengo una cita…
Mizore me presumió sobre su cita al tiempo que se despedía.
…Bien entonces, tenemos un acuerdo…
Respondí. Mizore colgó luego de eso. Pude escuchar sus pasos justo antes de que la llamada terminara. Bien entonces, al menos no tendría que ir a ningún otro sitio mañana. Solo volver a casa y estaría listo.
Tenía la impresión de que, en parte, Mizore estaba siendo considerada conmigo, pero no dije nada al respecto de ello.
–––––––––
Ella estaba sentada sobre una de las jardineras, mirando algo en su teléfono o algo asi, a decir verdad, ni siquiera parecía que fue importante. Supuse que era inútil tratar de pasar desapercibido, ella levantó la mirada, se quitó uno de sus audífonos y se puso de pie con estilo, en un acto ensayado no sé cuántas veces, se acercó balanceándose con gracia, pero al mismo tiempo resultaba… ruda.
–Una amiga me comentó que trabajas aquí… –
Me dijo ella cuando se acercó, con ese tono de voz que, a decir verdad, me ponía la piel de gallina, porque me recordaba cosas malas.
Suspiré y asentí con la cabeza.
–No tienes que fingir que es casualidad. –
Ella giró los ojos, como si estuviera harta de escuchar decir eso a las personas.
–No eres nada divertido. Menos un punto. –
Encogí de hombros. No sé con cuantos puntos comencé, asi que no podía decir que tan malo era eso… muy malo no era, porque ella seguía aquí. Sonreí y comencé a caminar, ella caminó al lado de mí, llevaba una bolsa que parecía costosa.
–Ya que dejamos en claro que viniste hasta aquí y no fue una casualidad, por qué no me dices ¿Qué puedo hacer por ti? –
Pregunté, aunque sabía que no me agradaría ninguna de sus respuestas. Supongo que fue mi urgencia de mover las cosas de donde estaban.
Ella me hace sentir vulnerable.
–Por mi… puedes hacer muchas cosas… No sé… –
Dijo ella mirando hacia arriba.
–Vete a casa, Kaminari–san. –
Respondí, batiendo la cabeza. Ella se puso frente a mí y se burló.
–Si pudiera ir a casa no estaría aquí, señor listo. Estoy aquí porque no tengo a donde ir y estoy aburrida. Diviérteme. –
Se quejó ella. Yo me llevé la palma a la frente. ¿Qué quiere decir con no tener a dónde ir?
– ¿A qué te refieres? –
Kaminari sonrió, complacida.
–Mira que eres denso. Mi madre está ocupada, no huí de casa ni nada parecido. No tienes que ponerte tan tenso por algo asi. –
Dijo ella, y fingió una risita.
– ¿Ocupada? –
Pregunté. Ella suspiró, con tedio, como si le molestara que yo no lo captara a la primera.
–Con un hombre… ¿te suena? Por eso no puedo ir… –
Dijo ella y batió la cabeza, agitando su cabello con ello.
–Además no me agrada, el sujeto quiero decir, prefiero estar lejos cuando él está allí. –
Kaminari soltó eso, luego encogió de hombros.
–En fin, por eso es que estoy afuera, y es por eso que te toca entretenerme hasta que sea seguro volver. ¿Algo más que necesites saber? –
¿Qué quiso decir con “Hasta que sea seguro”? No tuve tiempo de hacerme esa pregunta.
Entendí que era lo que no me gustaba de ella. Es su tono. Es el mismo que Amatsune solía usar. Hablando siempre como si tuviera todo bajo control, pero algo allí te dice que no es asi. Y tú sabes que algo no está bien, pero no eres capaz de decir exactamente qué.
–Sí. Queda una cosa más. ¿Por qué tengo que ser yo? –
Pregunté. Ella encogió de hombros y se dio la vuelta.
–Yo que sé. –
Dijo, y comenzó a caminar, se detuvo cuando se dio cuenta de que me había quedado parado mirándola.
– ¿No vienes? –
Pregunto ella, volteando. Yo suspiré y caminé.
No sé si será coincidencia o si ella lo sabía de algún modo, pero no nos desviamos de mi camino normal. Incluso el lado de las calles era el que usaba siempre. Estaba esperando que ella cometiera un error para decir algo como “aquí nos separamos” pero… no pasó.
Kaminari no pareció darle importancia. Me sorprendió con una pregunta.
–Dime ¿Es normal hacer esos ruidos? –
Preguntó ella, de la nada.
–¿Cuáles ruidos? –
Pregunté, aunque yo ya sabía de alguna forma a qué ruidos estaba refiriéndose.
–Esos que hacen… sobre todo la mujer. ¿O es solo que fingen para hacerse parecer que saben más de esas cosas? –
Preguntó ella. Directo al grano ¿No es cierto? Yo bajé la cabeza. Su pregunta me descolocó por completo.
¿En qué cosas estaba pensando esta chica mientras camina tranquilamente por la calle?
Supongo que en la razón por la que ella tenía que estar fuera ahora mismo. Ni siquiera resultaba tan extraño.
Su modo de hablar era otra cosa. Las personas se nos quedaron viendo.
–¿Es lo único que se te ocurrió preguntar? –
Pregunté, tragando saliva, y tratando de no reír. Es que lo dijo en voz alta, en medio de la calle, y a un perfecto desconocido. Kaminari pareció molestarse.
–No tienes que fingir, sé que a los hombres solo les importan las cosas pervertidas. Es lo único que saben decir… –
Dijo ella.
–Espera ¿Qué? –
Pregunté. Ella encogió de hombros.
–Pues, es en lo único que piensan. –
Respondió ella, completamente convencida, al parecer.
–¿De dónde tienes tú una idea como esa? –
Pregunté, algo molesto a decir verdad.
Yo sé que los hombres somos especialmente demostrativos en cuestión de las cosas pervertidas, pero no creo que decir “es lo único” sea correcto. Tal vez el tono despectivo que uso para referirse a ello me molestó más de lo que debería. También creo que hay todo tipo de gente en el mundo.
–Ay por favor. ¿De dónde saco esa idea? De mirar a mí alrededor. La única razón por la que un chico se acerca, es esa. Lo único que quieren es que les permitas usar tu cuerpo para sentirse bien, y es todo. Y si te niegas, solo te abandonan… pero tú ya sabías eso. ¿Verdad? –
Preguntó ella, sus ojos se llenaron de lágrimas, que ella se apresuró a limpiar.
–Tú te buscaste eso sobre ti misma. Yo no tuve nada que ver. Solo le hablé sobre mis experiencias, Kaminari. –
Pregunté. Ella se acercó a mí, enfadada.
– ¿Quieres dejar de mirarme como si fuera yo un monstruo? No sé porque te doy tanto miedo. Estoy tratando de ser amable aquí. ¿Quieres saber? Si, dolió. Dolió que ese tonto se hiciera a un lado porque no quise entregarme. Pero al diablo con él. Hay muchos hombres en el mundo. Y todos están buscando lo mismo. –
Respondió ella, luego sus ojos volvieron a apagarse.
–Lamento que haya terminado asi. –
Comenté. Ella suspiró y se acomodó su bolsa.
–Escucha, solo tienes que fingir que te agrado ¿Si? Solo eso… –
Dijo ella, y se acercó a mí. Fingió una sonrisa en su rostro. Esa sonrisa me daba escalofríos. Kaminari continuó.
–Entonces ¿Por qué los hacen? ¿Se dan cuenta de que se escucha ridículo? –
Preguntó ella, tratando de retomar la conversación.
– ¿Por qué tengo que responderte yo? –
Pregunté, bajando la voz. Ella me miró como si estuviera haciendo una pregunta tonta.
–Quiero saber. –
Respondió ella.
Algo que se me olvidó sobre Kaminari es que es una chica de colegio. Por supuesto que tiene dudas.
–Pues entonces hazlo con alguien y entérate. –
Kaminari sonrió abiertamente y me tomó del brazo
– ¿Estás invitándome a algo? Vaya, sabía qué harías lo correcto. Eso es un sí a lo que dejamos pendiente ¿verdad? –
Dijo ella. Esa era su verdadera intención. Presionar en lo que ella me había dicho antes.
– ¿Qué? ¡No! Busca a alguien más. –
Respondí, soltándome. Nowaki solo me miró feo.
–Si, por supuesto. Para quedar embarazada y que me dejen… no, ya vi esa película, gracias. –
Respondió ella. Mientras caminábamos y hablábamos de esto, pasamos cerca de una heladería algo famosa que hay aquí. Ella me detuvo y haló mi brazo.
–Quiero helado. –
Pidió, jalándome. Casi me hace caer.
–Pero no me jales… –
Respondí, saltando para componerme. Nowaki me miró con los ojos muy abiertos. Yo había visto esa mirada antes, era la mirada que ponía Kamine cuando quería que hiciera algo por ella.
–Pero quiero helado… –
Replicó ella. Yo suspiré, e iba a aceptar cuando ella se dio la vuelta repentinamente.
–Ya no lo quiero… –
– ¿Qué? –
Pregunté.
–Pues… se pasó… –
Respondió ella.
–Bien entonces… –
Respondí, encogiendo de hombros y dándome la vuelta. Antes de que diera un paso, ella reveló sus intenciones.
–¿No vas a insistir? –
Preguntó ella, sin mirarme.
–No. Escucha. No estoy seguro de que está pasando aquí, y honestamente no tengo demasiado tiempo. Tengo que volver a casa. –
–Dijiste que lo ibas a pensar. No has pensado nada… –
Respondió Kaminari. Esta chica tiene el corazón hecho girones. No tiene pies ni cabeza.
–Te dije que lo iba a pensar. Pero no puedo pensar nada asi. Nowaki–san. Apenas te conozco. No sé nada sobre ti… –
Respondí, tratando de ser lo más racional posible. Kaminari se dio la vuelta y me miró, extendiendo sus manos y encogiendo de hombros.
–Pues aquí estoy. No pareces estar haciendo un esfuerzo. –
Bueno. Tiene razón. Es que no estaba en planes. Ah…
–Escucha, solo tengo que volver a casa… ¿Comprendes? –
Ella asintió con la cabeza. Ella parecía nerviosa.
–Y bien… ¿te molesta si te acompaño? Solo un poco… no tiene que ser mucho… –
Respondió ella.
–Espera… No… no sé qué se supone que estas pidiéndome…–
–No tiene que ser mucho tiempo. Solo unas horas… Es en serio. Y prometo no dejar que te arrepientas al menos, es que… no quiero ir a casa ¿Sabes? Y buscarte fue lo único que se me ocurrió… normalmente me iba con mi novio pero… –
–Pero ahora ya no tienes… –
Es mi culpa. No engaño a nadie. Es decir, la relación no funcionaba pero… igual intervine.
–Sí, y… realmente no quiero estar en casa. No me gusta estar allí cuando el novio de mi madre está cerca… es eso… –
Se puso nerviosa de la nada. No creo que estuviera mintiendo. Tenía la misma cara que el dia de ayer que se me acercó de la nada.
–Kaminari… dime que no es lo que estoy pensando que es… –
Ella me miró a los ojos. Una amarga sonrisa en su rostro, la misma que he dicho antes que me da escalofríos.
Ahora sabía por qué…
Porque Kaminari se quedó callada.
¿Qué otra cosa va a ser? Por supuesto que es eso. ¿Ya la viste Toshikane? Es hermosa. ¿Eres idiota? ¿Qué otra cosa va a ser?
MALDITA SEA!!