Haru No Yurei - Volumen 4: 18. Las Cosas Claras.
No llevaba quince minutos en la oficina cuando fui llamado. Por nadie menos que Kirara–san. Todo pasó demasiado rápido. Ella parecía feliz, pero entiendo que tuviera que poner cara seria.
–Te necesitan… –
Fue lo que dijo, abriendo la puerta con delicadeza.
–¿A mí? ¿Está todo bien? –
Pregunté.
–Bueno, no lo sé… no es normal que mi padre mande llamar a la gente solo así. –
Explicó ella, llevando su tabla en las manos. Suspiré. Esto no podía ser muy bueno. Diablos. No puedo quedarme sin trabajo ahora.
Un pensamiento llegó a mi mente: “Es una empresa grande con un gran nombre. No puedes fallarles. No puedes hacer cosas como la que he hecho en la panadería.”
Creo que no he aprendido mi lección.
–¿Paso algo malo? –
Pregunté en voz baja mientras caminaba junto a ella. Ella me miró y negó con la cabeza.
–No creo… bueno. No sé si hiciste algo más… –
Explicó ella. Admito que me puse nervioso con su reacción. Al menos no los descubrieron a ellos. Eso solo quería decir una cosa.
Kirara abrió la puerta del estudio enorme donde estaba el CEO de Tekanoshi. Ah cielos, seguro que esto me va a doler. Aun así, traté de permanecer calmado.
–Lo traje como pediste. Otou–sama. –
Dijo Kirara, haciendo una reverencia.
–Bien, márchate ahora. Necesito hablar a solas con él. –
Fue lo que dijo el hombre. Kirara me puso una mano en el hombro levemente y me susurró “Buena suerte” antes de marcharse. Cerró la enorme puerta detrás de ella.
Me acerqué al escritorio.
–¿Me necesitaba? –
Pregunté. el hombre parecía melancólico.
–¿Quién diablos eres? –
Preguntó. Pensé que tal vez no era yo el que quería ver.
–Mi nombre es Otagane… –
–Ya sé cómo te llamas. –
Dijo, recargándose en la silla. Como esos estereotipos de CEO, era un hombre algo gordo, y calvo. El típico villano de película que es el dueño de una gran corporación.
–No quiero saber cómo te llamas. Quiero saber ¿Quién eres? ¿Por qué siempre tienes que ser tú? –
Parecía molesto.
–No comprendo muy bien lo que está tratando de decirme. –
Respondí. Él arrojó un papel sobre el escritorio, había una fotografía allí. Era Kirara, y yo. En una de nuestras conversaciones en el café.
–Bueno, si, nos vimos en un café hace algunos días. No es tan extraño ¿O si? –
–¿Por qué mi hija querría verse contigo? Esa es mi pregunta. –
–Bueno. Lamento no poder decirle. Verá. Es privado. –
Eso no le gustó. Puso otra fotografía en el escritorio. También de Kirara, en la cámara de seguridad, entrando en mi oficina. Al menos no buscó en el estacionamiento, espero…
–Hay más… no comprendo. Conseguiste el empleo porque Mizumi así lo quería. Ahora dices que mi hija ha estado buscándote por un asunto privado. –
Respondió. Estaba sudando.
–Y más recientemente… –
Y sacó una nueva. Aquí venía. Por supuesto. Nowaki.
–Te vieron llevártela el día de ayer. No he podido dormir nada. Dime la verdad. ¿Kirara te ordenó esto? ¿Ese es el asunto privado? –
Se veía muy tenso, pero yo no pude juntar sus palabras y procesarlas.
–¿Qué? –
Él puso sus manos sobre el escritorio. Estaba muy tenso, podría decirse que estaba aterrado, a pesar de que trataba de aparentar tranquilidad.
–Te pagaré lo que quieras, pero no le hagas daño a mi hija. –
Ofreció él
–Espere… ¿Cómo? –
Pregunté. Él se enfadó y se levantó sobre el escritorio.
–Si le has hecho daño yo… –
Levante las manos y las coloqué en sus hombros. Este sujeto no estaba en posición (O necesidad) de negociar nada. ¿Creía que yo había secuestrado a Nowaki? Por orden de Kirara–san, no menos.
–Cálmese. No le he hecho ningún daño a Nowaki–chan. Nada. –
Respondí, usando su nombre y el honorífico aposta, él me miró, como tratando de averiguar si era mi forma de amenazarle.
–Y Kirara–san no tuvo nada que ver. Necesita conocer más a sus hijas, porque está pensando en cosas que no tienen sentido. Nowaki no vino con engaños, ni en contra de su voluntad. Ella está bien. Puede hablar con ella… no espere… no tiene teléfono… –
Expliqué, recordando lo que había pasado la noche anterior
–¿Qué ocurrió con su teléfono? –
Preguntó él. Yo batí con la cabeza.
–Ella lo rompió anoche. –
Eso si se lo podía decir.
–¿Por qué haría eso? Yo le compré ese teléfono y… –
Suspiré. Este pobre sujeto estaba más confundido que cualquier padre que yo hubiera visto nunca.
–¿Puedo sentarme? –
Pregunté. Él asintió.
–Kirara no ordenó ninguna cosa en contra de Nowaki. Como le he dicho, necesita conocer mejor a sus hijas. –
Insistí. Eso lo hizo re-considerar. Aun estaba muy confundido, de todos modos.
–Entonces… para empezar. ¿Quién eres? ¿Por qué apareciste de la nada? ¿Qué hacía Mizumi contigo? Por favor… Te daré lo que quieras… soy un padre desesperado… –
Ofreció. Yo negué con la cabeza.
–En primer lugar, no es un padre desesperado. Es un padre que se ha hecho un montón de ideas locas y equivocadas acerca de lo que ocurre. Aun así, usted me dio el empleo que ha salvado mi situación. Así que no voy a pretender que no se lo debo. Le diré la verdad, en los asuntos que pueda. Hay cosas que deben hablarse directamente, ya con Kirara, con Mizumi, o Nowaki. Y no puedo decirle esas cosas ahora. ¿Es un trato? –
Pregunté. El señor asintió.
–A cambio, usted me dirá algunas cosas que necesito saber. –
Respondí.
–Lo que tú necesites, es una promesa. –
Respondió él.
–Muy bien. Entonces primero. Sobre Kirara–san. –
Expliqué. ¿Hasta dónde era una buena idea? Me preguntaba en ese momento. Le prometí a Kirara que lo mantendría en secreto y quería respetar eso. Pero este sujeto realmente pensó que Kirara estaba tratando de hacerle daño a su otra hija… imagino que por ser de madres diferentes. No conoce a su hija.
–Me vi con su hija algunas veces, la mayoría en los cafés que están a las afueras del edificio. Ella quería pedirme mi consejo. –
–¿Consejo? ¿Sobre qué? ¿Por qué tú? –
Creo que aun desconfiaba de mí. Es que era demasiado poca información.
–Bueno, es que ella está enamorada. Y si yo fuera usted, mejor pensaría en preparar una boda. –
Expliqué.
–¿Una… boda? –
Preguntó, incrédulo. Espero no haberla liado. Pero para mi sorpresa, él se recargó en el escritorio y se puso a llorar. Supongo que pensó un montón de cosas horribles y esto era para él una muy buena noticia en realidad. Honestamente, no parecía muy enojado con la idea.
– ¡¿Por qué no me dijo eso?! –
Gritó, alzando las manos.
–Porque es una chica. –
Respondí, encogiendo de hombros. Eso hizo que él pudiera incorporarse. Supongo que pensó realmente lo peor.
–¿Sabes de quién? ¿Te dijo más? –
Ahora estaba ansioso por saber. Tal vez no estaba tan en desacuerdo como lo parecería. Es que Kirara ya es una mujer, está en edad de buscar esposo.
–Bueno, sí. Pero como dije antes. Eso ya es demasiado para mí. Tendrá que preguntarlo usted. –
Él tosió levemente. Creo que entendió de golpe por qué Kirara no le había dicho nada. Kirara tenía la idea de que iban a despedir a Take–Sempai si se enteraban… yo no estaba tan seguro. El señor no parecía precisamente desilusionado o enojado con la idea y aun no sabía de quien se trataba.
Supongo que al menos sabía que se trataba de alguien de aquí.
–Va a ser difícil preguntar. –
Admitió.
–Hágalo… y hágame un favor. Acepte su decisión ¿comprende? No quiero que ella crea que su padre y su amigo arruinaron su oportunidad de ser feliz. –
Le dije, y suspiré. El hombre asintió. Aquí viene la parte difícil. Para ambos, supongo.
–Ahora Nowaki. –
Su rostro se ensombreció.
–¿Está bien? –
Preguntó él.
–Ella está bien. No tengo intenciones de hacerle daño. Como sin duda sabe mejor de lo que yo lo sé, ella ha pasado por mucho. –
El hombre bajó la cabeza, batiéndola con pena. Yo continué.
–Había un asunto en casa de su madre. Un problema grave. Del que no sé si usted esté enterado. Lo único que hice, fue ofrecerle mi casa para que ella esté segura. –
Expliqué. Él me miró gravemente y asintió.
–Su madre… ella nunca quiso ser madre para empezar. Ese asunto fue un completo desastre. –
Explicó él. Un desastre que él hizo, diría yo.
–Bueno, al parecer la mujer ha comenzado a salir con alguien de dudosas intenciones. No sé qué tanto tiempo tenga, pero tengo entendido que intentó hacerle algo a Nowaki. –
El hombre asintió, como si estuviera considerando la veracidad de lo que le estaba diciendo. No pareció dudar de mí al final.
–No es una sorpresa. –
Dijo finalmente.
–Esa mujer es una ramera. Dejará que cualquiera que le compre un trago se acueste con ella. Y las únicas veces que no está alcoholizada está molestándome por dinero. No podría protegerla en ese estado. En realidad dudo mucho que le importe. –
Explicó. Yo suspiré.
–Otra vez el alcohol ¿huh? –
Pregunté, mirándolo. No sé qué tan atadas estaban sus manos, pero por lo visto, no estaba tan enojado como pensé que estaría.
–Me arrepiento de haberme fijado en esa mujer todos los días. La única razón por la que se embarazó de Nowaki fue para sacar dinero. Pero no puedo traerla conmigo. Mi esposa no sabe nada sobre el tema, y no puedo decírselo. Me tiene atrapado desde que Nowaki nació… –
Se quejó él. Eso fue mucho peor de lo que yo creía. No solo fue un accidente, es una herramienta. Me arrepentí un poco de haberme enterado de eso.
–Ahora mismo ella está en mi casa. Está un poco confundida y asustada. Pero está bien. Y la verdad es que ella lo decidió por sus propios pies. –
Expliqué. Él asintió con la cabeza.
–Ella te vio bajar. En ese momento yo supe que algo no era normal. Pero honestamente, imaginé lo peor. –
Explicó él.
–Como dije, no es en contra de su voluntad, y por cómo está la situación, honestamente no pensé que hubiera una mejor opción. –
Repuse. Él juntó sus manos y colocó su nariz sobre sus pulgares. Algo me dijo que este sujeto era extremadamente inteligente.
–Ahora que no está, ella la buscará… por eso destruyó su teléfono… ahora todo tiene sentido para mí. Ella no soportó más. –
Comentó él. Yo asentí.
–Honestamente no creo que ella haya tomado una mala decisión. Me sorprende un poco que ella confíe así en la gente, pero cualquier cosa es mejor que estar allí. –
Dijo él.
–¿No hizo nada? –
Pregunté, enfadándome un poco. Él me miró peligrosamente.
–Claro que lo hice. Esta sería la tercera vez que me deshago de uno de sus novios, como a esa ramera le gusta llamarles. No son más que unos asquerosos oportunistas, pero yo no puedo prohibirle que meta hombres a su casa. Está fuera de mi alcance. Y aunque lo intentara, no puedo quitarle la custodia, no lo suficientemente pronto. Pasarían mas años de los que ella tardaría en salir de la universidad. –
No quise saber si había una amenaza en esas palabras. ¿Qué quiso decir con deshacerse de ellos?
–Y ahora que Nowaki no está, puedo acabar con su madre de una vez y para siempre. ¿No es cierto? Ella… ella no tendría que salir afectada. –
Comentó. Yo asentí.
–¿Ha hablado de mí? –
Preguntó el hombre. Yo bajé la cabeza.
–Bueno… si pero… –
Comencé a decir, pero él lo entendió a la perfección.
–Pero me odia. –
Yo asentí con la cabeza.
–¿Puedes… pedirle que me perdone? –
Preguntó, mirándome. Yo sonreí.
–Puede que eso tome algún tiempo. –
Respondí. He tenido buenos resultados en ese campo, pero esto era completamente otro nivel. No sé a qué se refería este hombre con “acabar con su madre” pero seguramente ni siquiera quiero enterarme.
–Y si hago… esta boda que tú dices, entonces Kirara también me perdonaría por lo que le hice a su madre… y serían felices… –
Comentó él. Yo sonreí, el me miró.
–Ya sé quién eres… eres mi salida. Eso es lo que eres. Es increíble lo mucho que puede cambiar una persona en el momento y lugar correctos. Diez abogados no pudieron resolverlo y tú lo has resuelto en unos días. Tal vez solo se trataba de verlo desde el ángulo correcto. Tal vez tenías que ser tú, no yo. No importa ya. –
Dijo él. Hizo un movimiento con la mano.
–Esperaremos un par de semanas para decirle a Kirara que lo sé. No quiero que piense que su confidente le delató. Y por otro lado, eso me daría tiempo a hablarlo con su madre, y planearlo mejor. –
Comentó después, luego me miró.
–Todavía no me dices qué es lo que quieres. –
Me dijo. Yo encogí de hombros.
–Con honestidad. Lo mismo que usted. Quiero que sean felices. –
Le dije. Él sonrió amargamente.
–Dejaremos esa recompensa para después, entonces. Supongo también que tengo que darte la manutención a ti ahora. –
Comentó él.
–Con mi salario me basta. –
Respondí. Ni siquiera estaba seguro de cuanto era. El sobre lo recibía Akane siempre.
–No, no. Tendrás que aceptarlo, al menos hasta que ella esté en edad de casarse. Todavía es mi responsabilidad, y siendo honesto, me alegra no tener que dárselo a esa harpía chupa–sangre. –
Quería decirle que yo no tenía ninguna autoridad para recibir algo así, pero no creo que él no lo supiera. Aún así lo iba a hacer, yo creo.
–No esperarás que me crea que haces esto solo por tu buen corazón. –
Me dijo, mirándome de manera extraña. De todos modos, resultaba imponente.
–Bueno, es que si hay una razón, es solo que es un poco complicado de explicar. –
Respondí. No sé. No sentí que un relato acerca de un romance fallido de colegio fuera un tema apropiado para hablar con él.
–¿Te gusta? –
Por supuesto que lo tomó por ese lado. ¿Por qué otra cosa iba a ser complicado de explicar?
–Bueno… es que si es bonita. Lo admito. –
Respondí, bajando la cabeza. ¿Cuánto había de verdad en eso? ni yo lo sé. ¿Habría hecho lo mismo si no se tratara de una chica linda? No lo sé tampoco.
–Vaya que es linda. Es un poco cabeza dura y está en la edad rebelde. Pero es dulce. Así ha sido desde que era pequeña. Y no creo que eso haya desaparecido. Trátala bien. –
Dijo. Así… sin más.
–¿Está usted bien con eso? ¿No va a…? –
–¿A qué? ¿A interferir? Ya ha quedado claro que yo no puedo hacer nada. Ese es el problema en primer lugar. Y por todo lo que pude averiguar, ella fue por sus propios pies. Pensé que se había tratado de un engaño o algo así… pero… –
Y bajó la cabeza. Estaba avergonzado.
–Necesita hablar más con su familia. –
Respondí. Él lo entendió a la perfección.
–Me siento horrible por desconfiar de Kirara, pero he visto muchas cosas, chico. El dinero, vuelve locas a las personas. Si esto es por hombres ¿Qué más da? Déjalas que enloquezcan. Es más normal, y más feliz. Ya que me dan a escoger. Prefiero que hagan locuras por amor y no por dinero. Poco importa si a mí me gusta o no. Es su vida. –
Explicó, luego se limpió la cara con un pañuelo. Había algunas lágrimas allí. Supongo que estaba desesperado cuando entré.
–Kirara empezó a mostrar interés en esta compañía no hace mucho tiempo. Honestamente, pensé que quería sobresalir. Pensé que estaba tratando de ser alguien importante. Me sentí orgulloso, pero también me dio miedo. Porque muchos se pierden en ese camino, y muchos hacen cosas horribles. Ahora pienso que la única razón por la que ella se interesó en este sitio, es porque su persona especial está aquí… entre tantos miles. Eso es lo que ella persigue. No sabes lo feliz que me hace saber eso. –
Me dijo él, colocando una mano en su pecho, aliviado. Yo sonreí.
–Usted está pensando en nietos. –
–Por supuesto. Y estoy feliz de que Kirara esté tan dispuesta a formar una familia. No puedes decirle al padre de una mujer que su hija está pensando en una pareja y esperar que no se ilusione… a no ser… que Nowaki decida adelantarse en eso… –
Y me miró. Me dio un escalofrío, lo juro. Ahora sé de dónde sacó Kaminari–san esa mirada.
–No hemos hablado nada sobre el tema. De hecho, tengo la impresión de que… –
Él sonrió, porque se dio cuenta de que yo estaba tratando de zafarme.
–Nada. Ella confió en ti. Tiene que haber una razón. –
Respondió él.
–Bueno, admito que… –
Él me interrumpió de nuevo.
–Hagamos esto. Te daré tu propio portafolio. Te convertirás en inversor privado de la compañía. Incluso puede que en unos años pases a formar parte de la mesa directiva. –
Azoté mi cabeza contra el escritorio.
No.
Es decir… ¿Por qué?
–Pero… es que… yo no sé hacer esas cosas. No sé nada sobre inversiones. Yo solo sé hacer pan. –
Me quejé. Eso es lo que hubiera querido decirle desde el principio.
–Ya veo porqué. Tú y ella se parecen tanto. Necesitas dejar de subestimarte a ti mismo o no llegarás a ningún sitio. Llegaste aquí y aprendiste como hacer tu trabajo, y puedes aprender esto también. Sólo necesitas tiempo. Lo genial de este trabajo es que nadie va a morir si lo haces mal un par de veces, y eres joven, necesitas aprender sobre todo lo que se pueda ahora. –
Explicó él. Yo no estaba tan conforme.
–Sé que tengo que aprender, pero… es que ni siquiera he entrado a la universidad y… –
–Yo no fui a la universidad. –
Respondió él.
–No se necesita ir a la universidad para ser alguien. Se necesita ser responsable y esforzarse mucho. Y… eso es lo que estoy viendo justo ahora. Si Nowaki confió en ti, yo lo hago también. ¿Me vas a decir que estoy equivocado? –
Preguntó. No podía hacer eso, yo creo.
–No. –
Respondí. Derrotado.
–Entonces ¿Qué es lo que tienes que decirme? –
Yo suspiré.
–Me esforzaré. –
Respondí. ¿Qué más podía decirle?
–Bien. Eso es todo lo que necesito escuchar. Cuando Kirara te pregunte, dile que te acaban de ascender y que por eso quería verte. Y… –
Puso un sobre amarillo en la mesa.
–Por favor. Cómprale un teléfono nuevo a mi hija. Ya después encontraré la ocasión de hablar con ella. –
Muy bien, eso era solo un encargo. Puedo hacer un encargo más.
–De acuerdo. –
Respondí. Salí de allí después de eso. No había nadie en el pasillo, así que solo fui al elevador. Salió mejor de lo que esperaba, eso ni qué decir tiene. Otra cosa es que no esperaba enterarme de todas esas cosas de golpe.
Supongo que desde su punto de vista tenía mucho sentido que esto fuera alguna especie de trampa. Si yo sabía que era el dueño de la compañía, era lógico pensar que algo malo podía pasar si yo me acerco de la nada a sus hijas. Me sorprendió un poco que desconfiara de su propia hija de esa forma, pero es que también imagino que de un día para otro Kirara pidió trabajar aquí. Que la razón sea que le gusta alguien es lo último que te pasaría por la mente.
Debe ser difícil. Tener que estarte cuidando de todo y de todos. No sé. Lo imaginé diferente.
Mizumi me mintió. Como le mintió a Akane.
Honestamente desconfiaba de este hombre por lo que ella dijo. Y como se puede ver, estaba infundado. Me disculparé con Akane después.
Terminé mi turno pensando en esas cosas.
Poco antes de terminar mi turno, recibí un mensaje en mi teléfono. Era de Akane. Y era una fotografía.
Kurimo y Kaminari–san estaban ayudando a Mizore a colocarse una yukata. Imagino que Akane era quien había tomado la fotografía, y por lo que se veía en ella, había sido una sorpresa.
Bueno, al menos estaban llevándose bien.
La única que no estaba allí es Sanae. ¿Donde estaba? Me preguntaba en ese momento. Honestamente siento que me ha estado evitando desde que volvimos de casa de sus padres. Ni que hacerle, ya encontraría el momento de hablar con ella.
Por el momento le arruinaron a Mizore la sorpresa de la Yukata. Sonreí.
Sin pensar en nada mas, arrojé el ultimo reporte a la basura, porque era viejo, y salí de allí. Mi estúpida secretaria no estaba haciendo su trabajo porque, al parecer, estaba coqueteando con el guardia de seguridad.
Hay cosas que nunca cambian.
Salí del edificio después de eso, y me dirigí a casa.
–––––––––
Antes de ir a casa, pasé a la tienda de electrónicos por lo que me habían pedido. El dinero que me dieron era bastante, pero honestamente, no tenía idea de que teléfono debería comprar. Los precios variaban mucho.
Y honestamente, no sé la gran cosa sobre tecnología. Mi teléfono es el que tenía el mejor plan en el momento en que lo compré. Y estaba en oferta. Eso fue lo único que realmente me importó.
Al final solo compré el que parecía mas bonito. Espero que le guste, no sé que cosa tiene y espero que sea lo que ella espera por un teléfono.
Una vez que entré a la casa pude ver a Mizore en yukata, estaba haciendo algo en la cocina y fue la primera que escuchó la puerta.
–Ah, no vale, tenías que tardar más. –
Se quejó ella.
–¿Que está ocurriendo? –
Pregunté.
–Bueno, Akane–chan está mostrándome un par de cosas. Solo… ve a hacer lo que tengas que hacer. –
Se quejó Mizore.
–¿En verdad me vas a enviar fuera? –
Pregunté.
–Ya casi termino. –
Respondió Mizore. Yo suspiré y salí. Vaya un recibimiento, pero seguro que estaba disfrutando lo que hacía. Ahora que también pienso, que le dio vergüenza la fotografía.
Una vez que salí, me encontré a Akane hablando con Kurimo y con Nowaki.
–Ya estoy de vuelta. –
Akane fue directamente hasta mi y me dio un beso en la mejilla. Kurimo solo miraba.
–Me alegra tanto que llegaras… –
Dijo Akane. ¿Mizore quiso darme tiempo de saludar? Me preguntaba.
–¿Estas cansado? ¿Como fue tu día? ¿No quieres comer primero? Mizore–chan ha dicho que el festival puede esperar. –
Explicó Kurimo. Nowaki sonrió.
–¿Que tal los gordos horribles del tren? –
Preguntó, con una sonrisa maliciosa. Contesté a una por una.
–Me alegra estar aquí de vuelta… No, estoy bien. Tuve un día agradable, hasta cierto punto… Y los gordos del tren, como de costumbre, a mí no me aplastaron como si fuera Mochi. –
Sonreí. Nowaki me mostró la lengua.
–Ah, por cierto. Tengo algo para ti. –
Pude ver como algo saltó en la frente de Akane al mismo tiempo que Nowaki abría los ojos impresionada.
– ¡Un obsequio! –
Gritó, y se apresuró a tomar la bolsa.
–No me lo creo. ¿Por qué? –
Preguntó Kaminari entusiasmada. Akane me miraba feo.
–Bueno, no lo compré yo. Lo ha enviado tu padre, luego de que se ha enterado de lo que pasó. –
Expliqué. Porque como he dicho, a Akane no le gustó la idea de que yo comprara un obsequio de la nada. Hay que ver que no le he dado dinero porque faltan dos días para que entreguen el sobre. ¿De donde sacaría dinero para un obsequio?
Sin embargo, la cara de ilusión desapareció en el rostro de Kaminari en cuanto se enteró de donde provenía.
–Ah… entonces no me importa. –
Dijo ella, poniendo la caja en la mesa. Kurimo fue tras de ella.
–Oye, espera. De todos modos es un teléfono. ¿No dijiste que has roto el tuyo? ¿Que tiene de malo de quien viene? –
Preguntó Kurimo.
–No sé. No importa. –
–¿No es como tu quieres? –
Pregunté, con algo de miedo de haber escogido el equivocado.
–¿Eh? Si… es genial… –
Respondió ella, mecánicamente.
–¿No tienes una buena relación con tu padre? Kaminari–chan. –
Preguntó Akane. Ella encogió de hombros.
–Pues… no realmente. Es decir, se la vive regañándome. Eso no me gusta de él. –
Explicó Nowaki. Kurimo y Akane la miraron.
–Eso no es exactamente lo que hace una mala relación entre padre e hija. Kaminari–chan. –
Respondió Akane.
–Si él quisiera tener una buena relación, me habría llevado él a comprarlo. Pasaría tiempo conmigo. Y ya… no quiero hablar de eso. –
Akane asintió.
–Bueno, admito que en eso tienes razón. Tal vez realmente debería pasar tiempo contigo. –
Comentó Akane. Ella la miró.
–¿Verdad que si? Pero siempre está ocupado. Así que manda regalos para no tener que verme. Y las pocas veces que me ve, me regaña porque no hago esto, porque no hago lo otro, porque digo o no digo cosas. Debería consentirme. –
Kurimo la sostuvo del brazo.
–Ven conmigo. Hay un puesto de crepas cerca de aquí. Te van a gustar. –
Dijo Kurimo.
–¿De verdad? –
Preguntó ella, mudando el tema inmediatamente. Ella arrastro a Kaminari hasta la puerta y se puso los zapatos, para luego volverse a mi.
–Ahora volvemos. Puedes adelantarte con tu cita. –
Explicó Kurimo, y se fueron. Kaminari hizo una seña de adiós con la mano. Akane se llevó una mano a la frente.
–¿Estas bien? –
Pregunté. Ella asintió.
–Si bien. Ella solo necesita sentirse comprendida ¿sabes? Solo eso basta para que puedas manejarla. No es difícil. –
Así que Akane había dado en el clavo. Luego explicó la parte mala de eso.
–Pudo haber sido mucho peor ¿Sabes? Cada vez que ella menciona esas cosas, yo no dejo de pensar, que pudo haber sido cualquiera. Cualquiera pudo haberle dicho un par de palabras bonitas. –
Explicó Akane. Estaba horrorizada.
–Bueno, la verdad es que yo fui quien se negó al principio. –
Expliqué.
–Eres un héroe, Toshikane. Odio decirlo así pero no hay otra forma de decirlo. Pudo haber sido mucho peor. –
Explicó.
–Esta tarde me confesó que iba a acostarse contigo para que la dejaras quedarse. Y que le has dicho que no es necesario. No sabe por qué no quisiste, pero está feliz de que no te hayas aprovechado de la situación… y yo lo estoy también. –
Dijo Akane, y cruzó los brazos.
–Bueno, es que… no siempre puede ser así. –
Respondí, bajando la cabeza.
–Si lo estás diciendo por lo que creo que lo estas diciendo, te pegaré. –
Respondió Akane.
–Es decir… me aproveché de ti… –
Respondí.
–Y lo sigues haciendo cada vez que te da la gana. Pero no se parece en nada. Yo vencí mi miedo ese día, por eso fui allí… y ella lo hará, eventualmente. Y si tu pudieras esperar hasta ese momento, sería grandioso. –
Respondió Akane.
–No voy a abusar de ella, Akane. –
Respondí. Ella asintió.
–Lo sé… por eso eres genial. Te amo. –
Y me abrazó.
–Ya sé que esto es raro. Ya sé que no debería estarte diciendo que te amo y abrazándote… pero me hace tan feliz que seas así. –
Me dijo ella.
–¿Así? ¿Cómo exactamente? –
Pregunté.
–Honesto, amable, respetuoso, sensible… muchas cosas. –
Respondió Akane, se separó de mi luego y me miró.
–Te amo porque siendo como eres, tienes muy clara una cosa. Amas a las mujeres, no al sexo. Y un hombre que puede distinguir entre uno y lo otro y hacer lo correcto, tiene toda mi admiración. –
Y me abrazó.
Rayos. Nunca me había sentido tan bien conmigo mismo en mi vida. No quiero contradecir a Akane porque eso sería solo horrible de mi parte, pero no siento que merezca el halago después de todos los problemas en los que me he metido y de todas las veces que la he hecho llorar.
Una voz sonó junto con la puerta de la cocina.
–Están listos… –
Anunció. Akane y yo nos separamos, ella se rio levemente y entonces voltee a ver a Mizore. En un plato, ella tenía varias salchichas hechas pulpo. Estaban muy bien hechos, a decir verdad. Se notaba que le dedicó tiempo.
–Genial… –
Dije, pero Mizore retiró el plato antes de que yo pudiera tomar aunque fuera uno.
–No te los comas. Me costó mucho trabajo hacerlos. –
Se quejó ella. Akane soltó una risa cristalina.
–Son para comer. Para eso los hacemos… –
Respondió Akane, riéndose levemente.
–Si pero… solo miralos… se ven tan lindos… –
Respondió Mizore.
–Podemos hacer mas luego. –
Respondió Akane. Alguien mas entró a la casa. Era Sanae… o lo que quedaba de ella. Llegó arrastrando los pies, apenas quitándose los zapatos, sin decir nada.
–Sanae ¿Que fue lo que ocurrió? –
Pregunté. Ella venía vestida elegantemente, pero apenas podía mantener los ojos abiertos.
–Trabaje… todo el día… –
Confesó a punto del llanto.
–¿Quieres comer? ¿darte un baño? –
Pregunté, algo preocupado, a decir verdad. Ella negó con la cabeza.
–Solo quiero dormir… estoy cansada… quiero ir a mi cama. –
Voltee a ver a Mizore y a Akane, quienes no pudieron acercarse porque todo fue muy rápido.
–Volveré en seguida ¿De acuerdo? –
Les dije, luego sostuve a Sanae del brazo, y le ayudé a subir las escaleras.
–Tengo sueño, mis pies me duelen. Me esforcé mucho. –
Se quejó Sanae, yo acaricie su cabeza.
–Lo sé, sé que fue difícil, pero ya estas en casa ¿De acuerdo? –
Pregunté, abriendo la puerta de su habitación. Solo moví la cobija para que ella pudiera acostarse.
–¿Estas orgulloso de mi? –
Preguntó Sanae. Yo asentí con la cabeza mientras ella se metía en su cama. Coloqué su cobertor sobre ella después.
–Claro que estoy orgulloso de ti, eres una chica muy buena. –
Le dije. Ella cerró los ojos con una sonrisa y se acomodó en la cama. Yo no olvidé que ella duerme con la luz encendida, así que solo le di un beso en la mejilla, y salí del cuarto de Sanae.
Mizore no estaba, pero Akane sonreía abiertamente.
–¿Lo ves? Eso es de lo que hablo. –
Dijo Akane. Luego se dio la vuelta.
–Anda… tu cita espera afuera. –
Y entró a la cocina, bastante complacida de si misma, diría yo. Aunque no sabía qué era lo que la complacía tanto.
Akane siempre ha sido un racimo de misterios para mi.
Salí y me encontré con Mizore, que inmediatamente se colgó de mi brazo.
–¿Nos vamos? –
Pregunté, ella asintió y comenzamos a caminar.
–Lamento haber tardado tanto. –
Respondí. Ella encogió de hombros.
–No importa. En realidad esperaba que tardaras mas. ¿Recibiste la fotografía? –
Preguntó.
–Si… fue una agradable sorpresa. –
Comenté. Ella sonrió.
–La tomaron sin que me diera cuenta, pero Akane–chan quería enviarla. Le dije que tal vez te haría apresurarte. –
Respondió ella. Como insegura de decir lo que ella realmente quería decir.
–A decir verdad, Mizore, me apresuré desde el principio, habría sido igual de todos modos.
Le dije, ella sonrió y volteó a verme.
–¿Estabas esperando por esto? –
Preguntó ella.
–Si. Es la verdad. No te burles. –
Respondí.
–Los hombres nunca dejan de ser hombres ¿eh? –
Preguntó ella.
–¿Que quieres decir? –
Pregunté, ella se pegó aun mas a mi.
–No importa. Vamos. –
Y seguidos caminando.
–––––
El festival al que fuimos era uno que se hacía en las afueras, en uno de los templos que se usaban para pedir buena cosecha, aunque ahora solo se usara para los festivales.
Lo primero que hice cuando llegamos fue comprar una manzana con caramelo para Mizore.
–Hey. Lo recordaste. –
Comentó ella, sonriendo.
–No se si eso debería ser una buena o una mala señal. Mizore. –
Respondí, también sonriendo. Comenzamos a caminar entre la gente. La mayoría de las personas aquí eran familias con niños, así que tuvimos que tener algo de cuidado de no atropellarles o hacerles caer. Mizore parecía divertida con esto también.
Hasta que llegamos a la plaza principal.
–Bueno, el festival tiene algunas horas de haber comenzado. Así que ya deberían estar todos los puestos en su lugar. –
Comenté, mirando alrededor. La música que hacían con las flautas y tambores le daban un sentimiento festivo, del que Mizore parecía contagiarse con facilidad. Ella miró a todos lados, como tratando de decidir. Señaló uno luego.
–Vamos a ese. –
Dijo. Un puesto de atrapar peces con una red de papel.
–¿Estás segura? –
Pregunté. Ella asintió animadamente.
Perdió todas sus monedas. Y cuando yo lo intenté, perdí todas también.
–Muy bien. Eso lo decide, definitivamente no soy buena para este juego. –
Me dijo Mizore, pero estaba riéndose.
–Mizore, todos estos juegos son así. No se supone que ganes, se supone que sea divertido. –
Respondí. Una niña frente a nuestros ojos, ganó algo en el juego. Mizore me miró y arqueó una ceja.
–Bueno, es decir… –
–Ya, admítelo, apestamos. –
Se burló Mizore.
–De acuerdo. Tienes razón. Apestamos… –
Respondí. Suspiré.
–Necesitamos mas monedas, no podemos andar por el festival solo así. –
Le comenté.
-Pero aquí no hay maquinas de cambio. Hay que salir. –
Respondió Mizore. Y así fue como salimos del festival, fuimos a una maquina de cambio y volvimos a entrar.
Y otra vez…
Y otra vez…
Jugamos a todos los que ella quiso. Incluso compramos algunos bocadillos y los compartimos. Mizore se entretenía en los juegos del festival, pero era mala. Yo admito que nunca había jugado estos juegos, y era malo también. Si la cita en el árcade fue reveladora, el festival y sus juegos traga-monedas (Que no puedo llamarles de otro modo) fueron devastadores.
No gastamos demasiado, eso también lo admito.
-Esto es increíble. –
Le confesé a Mizore mientras volvíamos al templo por cuarta vez.
-Pues yo no pensé que fueras tan malo. Se supone que ganes juguetes para mi. –
Se quejó Mizore.
-Ni siquiera puedo ganar que me regresen mi moneda. –
Fue en ese momento que ocurrió. Un niño pequeño se sostuvo de Mizore para no caer.
-Lo siento, señora… –
Dijo el niño. A Mizore le saltó una vena en la frente, pero no dijo nada.
-¿Señora? –
Preguntó cuando la madre del pequeño se llevó a su hijo. Salimos del tumulto de gente por un momento, acercándonos al borde. Como en todos los animes y películas, aquí estaba oscuro.
-¿Señora? –
Preguntó de nuevo. Parecía deprimida.
-Bueno, es un niño pequeño. No puedes culparlo. Yo también te hubiera dicho “Obaa-san” si tuviera cuatro años, Mizore. –
Respondí, encogiendo de hombros.
-Pero no… es decir… ¿Acaso me veo como una? –
Preguntó Mizore, estaba demasiado ofendida por el comentario de un niño pequeño. Yo miré sus pechos por un momento. Ella se dio cuenta y se cubrió con ambos brazos.
-No son tan grandes. Y no son flácidos. –
Se quejó.
-No es eso. Es que… probablemente tu cuerpo no se ve tan diferente al de su madre. Es con ella con quien te está comparando. Incluso creo que eres mas alta. –
-Aun así… –
Se quejó ella. ¿Mizore tenía miedo a envejecer? Me preguntaba.
-No dejes que te afecte. –
Le dije, y ya que estábamos fuera de la vista de la gente, al menos en lo que cabe en un festival, le abracé.
-Pero no soy una señora. –
Respondió Mizore. Tiene que ser difícil que te llamen “Obaa-san” cuando tienes quince años. Lo cierto es que el cuerpo de Mizore estaba muy bien desarrollado.
-Bueno, oficialmente eres una mujer, que se casó hace poco, y por ende, eres una esposa recién casada. Eso te hace… Obaa-san. –
Eso hizo que ella forcejeara allí donde estaba.
-¡Pero no quiero! –
Se quejó.
Es que, cuando Mizore piensa en una señora, ella piensa en su madre, del mismo modo que el niño pensaba en la suya cuando le dijo eso a Mizore.
-Itto-kun me llamó “Señor” cuando me conoció también. Es el modo en que sus mentes actúan. –
Le dije.
-Pero lo regañé… –
Se quejó Mizore.
-E hiciste mal en hacerlo. No te cuestiono, tu eres Onee-san. Pero no puedes solo tomarlo a como tu lo entiendes. Su pequeña mente no funciona así. –
Le dije.
-Sabes mucho sobre niños pequeños… –
Era sarcasmo, porque no tengo hermanos pequeños ni nada que se le parezca. Pero suspiré. Esto no era sobre los niños, es sobre como se siente ella.
-Siempre pensaré que eres la misma chica encantadora, si es lo que te estás preguntando. No puedo hablar por los demás, de todos modos. –
-¿Incluso si tuviera cien años? –
Preguntó Mizore. Yo asentí con la cabeza y acaricié la suya levemente, ella finalmente suspiró.
-Siempre me ha gustado eso de ti. Siempre te pones delante, de cualquier cosa que me de miedo o que me haga enojar o que me ponga triste. Tu siempre estás en medio. –
Me dijo. Permanecimos así un momento.
-Abrazarte siempre me da esa sensación… siempre me tranquiliza. –
Comentó.
-No lo hago demasiado, en todo caso. –
Dijo después, separándose de mi.
-Perdón por eso. –
Comenté. Ella negó con la cabeza.
-Esta bien. No soy la clase de persona que le gusta estar reclamando por atención. Si te soy sincera, no estoy celosa de ninguna de ellas. A veces, siento que tienes que forzarte a ponerles atención. –
Explicó ella.
-Sabes que tengo que contradecir eso. –
Respondí.
-Esta bien, esta bien. No has dicho que sea mentira de todos modos. –
Dijo Mizore, mirándome con esa mirada que tenía cuando sabía que te tenía.
-Tal vez sea cosa miá, pero me gusta así. No creo que me gustaría que me llenaras de atenciones. No sé. Me agrada mas lo físico. –
Explicó ella. Yo voltee a verla. Ella se rio después de unos momentos.
-No me veas así. Es la verdad. –
Se quejó. Riéndose.
-Es decir, no juzgo a nadie, pero algo hay de encanto en esperar pacientemente. En todo el tiempo que he estado aquí, mi padre no ha pisado la casa. –
Explicó.
-¿Eso te parece bien? –
Pregunté.
-Si… es decir. Te da tiempo de pensarlo. Te da tiempo de apreciar lo que hacen por ti. Esa Akiyama-san ha recibido tanta atención y tanto tiempo que te juro que no ha pensado en nada de ello con claridad. Parece un agujero sin fondo. Tu nunca fuiste así conmigo, y lo agradezco. No creo que hubiera soportado. Akane-chan ha dicho antes que le da algo de miedo que se convierta en rutinario. No. Así como está, esta bien. Se ven. Se dan tiempo juntos, del modo en que sea, y es todo. Una tiene tiempo de pensarlo, y asentar en su cabeza lo que ha pasado. Y entonces puedes pasar tiempo con él de nuevo. –
Explicó Mizore. Eso… tenía sentido si hablamos de Mizore. Normalmente ella me echa lejos luego de que hemos pasado tiempo juntos. Sea por las razones que sean.
-Cada quien tiene su forma de pensar en eso. –
Respondí.
-Y tu tienes que estarte adaptando a cada una. Lo entiendo. Pero mira, venimos a este festival, pasamos tiempo juntos. ¿Sabes porque es especial este festival? Porque pasa una vez al año. Si tuviéramos juegos y fuegos artificiales todos los días, nadie vendría. –
Explicó Mizore, y me tomó del brazo.
-Puede que tengas razón, pero no puedes comparar una relación a un festival. Por mas que nuestra cita sea en uno. –
Le dije. Mizore se rio.
-Bueno… se parecen mucho ¿No crees? –
Eso me tomó un poco por sorpresa.
-¿Como es eso? –
Pregunté.
-Bueno… es que en un festival juegas, te diviertes… subes y bajas y todo termina con cosas explotando y luces en el cielo… –
Respondió ella.
-Eso es solo… –
Iba a decir que era solo su impresión, pero Mizore negó con la cabeza.
-No, no. Este sitio es un templo. Lo que haces aquí es lo que cuenta. –
Respondió ella, sonriendo.
-Mizore. –
Llamé, pero ella hizo la tonta.
-Hay un juego más… está por allá… –
Dijo ella, sonriendo. Señaló al interior del bosque.
-¿Es en serio? –
Pregunté. Ella me miró inflando sus mejillas.
-Oh, vamos, es un festival. ¿No vas a jugar conmigo? –
Preguntó Mizore.
-¿Y como es que debería jugar? –
Pregunté, ella jaló de mi, arrastrándome.
-Ven… yo te enseño… –
Me dijo, y comenzamos a entrar en el bosque. De lo mas típico, lo admito, incluso alcance a notar a un par de parejas que se nos habían adelantado. Pero no podía pasar.
Una vez que estuvimos lo suficientemente dentro, Mizore se recargó en un árbol, y me atrajo hacia ella. Comenzamos a besarnos.
Aquella hubiera sido una excelente forma de pasar el festival, de no haber sido porque sonó un trueno en el cielo. Nos interrumpió. Honestamente iba a ignorarlo, pero cuando quise volver a besar a Mizore, ella me detuvo.
-¿Que haces? ¡Vayámonos de aquí! –
Dijo ella, separándose.
-Es solo algo de lluvia. –
Respondí. Pero ella me sostuvo por el cuello.
-Escuchame bien. No hay nada bajo la yukata ¿Entiendes? –
Y diciendo eso, mostró un poco de su pecho. Era cierto, no había nada. Creo que ella había planeado esto antes de salir.
-Y no planeo ir caminando a casa en ropa transparente. Que es lo que va a pasar si esta cosa se moja. Ahora ¡Vamos! –
Escuchamos mas movimiento y en unos instantes, cuatro o cinco parejas se habían materializado en el bosque y salieron al templo.
Para cuando salimos de entre los arboles, ya no quedaban visitantes, porque todos escaparon cuando escucharon los truenos en el cielo. Lo que fue un alivio, porque algunas personas de las que salimos, estaban todavía a medio vestir. Nosotros no eramos los únicos.
En ese momento comenzó la lluvia y tuvimos que cubrirnos todos en el templo.
Las chicas, incluyendo Mizore, parecían simplemente querer ignorar que había otras personas allí. Se acomodaron la ropa en silencio. Los chicos nos mirábamos los unos a los otros.
-¿Quien dijo que la lluvia era buena para las parejas? –
Preguntó Mizore. Una chica comenzó a reclamar a, quien imagino, era su novio.
-Esto es tu culpa. No tenía que haber venido. Sabía que algo malo iba a pasar… –
Se quejó, gritándole. No estaba siendo muy amable.
Otra chica estaba renuente a hablar. Su novio parecía querer consolarla.
-Escucha, nadie va a decir nada. Todos estábamos por la misma razón. Nadie va a pensar mal de esto. –
Una chica mas.
-Mis padres van a matarme. Mis padres van a matarme… mis padres van a matarme… –
Mizore solo me abrazó.
-Supongo que… no podremos ver los fuegos artificiales. –
Comentó ella. No sé si se estaba refiriendo a lo uno o a lo otro, pero de todos modos acaricié su cabeza.
-Esta bien. No pasa nada. –
Respondí. Ella negó con la cabeza.
-Pero estaba pasándolo bien. Yo quería… fuegos artificiales. –
Se quejó Mizore. Yo sonreí.
-Si, te entiendo. Yo también quería… fuegos artificiales. –
Algunas personas tienen que haberse dado cuenta de que no estábamos diciéndolo en el sentido más literal, pero no les presté atención.
Así como había aparecido, de pronto dejó de llover.
-¿Eh? ¿Porque? Es decir… solo arruinó todo y se fue. –
Se quejó ella. Era de noche, y no era probable que reanudaran el festival ahora.
-De algún modo, no hemos tenido una sola cita que no se arruine por algo. –
Comenté, suspirando.
-¿De qué hablas? Eso no es cierto. ¿O lo es? –
Preguntó ella. Caminábamos a casa ahora. Tampoco es que quisiera que enfermara.
-Dime. ¿Que pasó la ultima vez que salimos, Mizore? –
Pregunté. Ella se llevó un dedo a la barbilla.
-Nos fuimos a casa. –
Respondió ella, porque ese fue el día en que fui el regalo de su madre.
-¿Y antes de esa? –
Pregunté. Ella suspiró. Es que fue el día del paseo en la montaña.
-Terminé contigo. –
Respondió.
-¿Y antes de esa? –
Pregunté.
-Llegaste tarde y peleamos. –
Dijo ella.
-¿Y antes de esa? –
Pregunté, una vez mas. Mizore lo pensó un momento.
-Pues… empezamos con cosas sucias, y mi madre nos encontró… –
Respondió ella, como si ahora mismo fuera consciente de ello.
-Oh diablos… somos un asco. Las compensamos todas con cosas sucias y eso pero… nunca hemos tenido una simple cita. –
Comentó ella, se alarmó.
-Cualquier otro chico habría roto conmigo a estas alturas. –
Se quejó.
-Bueno, la mayoría de la culpa siempre es mía… –
Respondí.
-No es verdad. Soy yo la que siempre te está invitando. Incluso tuvimos un problema por eso… y cada vez que estás cerca yo solo pienso en cosas pervertidas. Rayos. –
-Está bien, Mizore. –
Respondí. Ella negó con la cabeza.
-No, no está bien. ¿Que diablos pasa conmigo? Es decir… solo hazme cosas y vete. Soy horrible. –
Se quejó. Yo acaricié su cabeza.
-Mira, lo que tenemos que hacer, es sólo tener mas citas. Si se arruinan, pues otra más, y más. Y no tratar de arreglar algo que no está roto. –
Respondí.
-Pero ¿Esta eso bien para ti? –
Preguntó ella. Yo encogí de hombros.
-Si funciona, entonces funciona. Tú lo dijiste, nunca has sido del tipo que necesita atención todo el tiempo. Y supongo que entiendes que yo no tengo todo el tiempo del mundo. –
-Pero es raro. –
Se quejó Mizore. Yo negué con la cabeza.
-Todos pasamos por eso. Para todos hay una temporada en la que la única cosa que importa es hacer cosas sucias . Cuando tu me conociste yo estaba en esa temporada también. Y no recuerdo que te molestara demasiado. –
Respondí.
-Es porque eres un hombre. –
Respondió Mizore.
-Puede ser, pero sea por las razones que sea, si tú quieres que te ponga mas atención, podemos hacer eso. Si te gusta tener tu espacio, también está bien. –
Respondí.
-Necesito pensarlo. Créeme, no es lindo pensar que la depredadora sexual eras tú todo el tiempo. –
Mizore se deprimió con una rapidez impresionante.
-Tu no tienes idea de lo que es una depredadora sexual, Mizore. Tu eres demasiado dulce para eso. –
Respondí, mirando hacia arriba.
-¡No es cierto! Soy horrible. No hay buenos sentimientos en mí. –
Se quejó Mizore. Hacía mucho que ella no se quejaba conmigo por algo.
-¿Por qué me invitaste a una cita entonces? –
Pregunté, ella me miró, estaba llorando.
-Pues pensé que quería ir contigo a un festival. ¡Pero no! Lo que quería era hacer cosas sucias en un festival. –
Me chilló. Yo solo me acerqué a ella y la abracé.
-Nos dejamos llevar. Es todo. Y es normal. No eres una mala mujer, Mizore. –
Respondí.
-¿Ah? ¿No? Dime algo bueno… una sola cosa buena de mi que no tenga que ver con quedarnos a solas. –
Respondió ella.
-Si crees que no me doy cuenta de que eres tú la que ha estado hablando con Sanae y con Kurimo para que no se maten entre ellas, entonces no me conoces realmente. Si crees que no me di cuenta de cuando empezaste a aconsejarlas sobre como llevar su vida intima mejor. Si crees que no me he dado cuenta de que has hecho todo lo que puedes para que Sushake tenga una relación normal y tu prima deje de ser la zorra que era. Si crees que no me di cuenta de que mantienes a Kamine fuera de la casa para que no peleé con Akane… –
-Pero eso no tiene nada que ver contigo. –
Se quejó ella.
-Nunca dije que tuviera que ver conmigo. Puede que tus quehaceres no sean muchos, pero es que es mucha gente y tu tienes poco viviendo aquí. ¿Que vas a hacer? ¿Ayudar el doble? Casi siempre estas en la cocina. ¿Hacemos cosas sucias casi siempre que podemos? Sí. Eres una mujer, yo soy un hombre. Es bastante normal y saludable, diría yo. ¿Quieres decir que lo hacemos demasiado? Está bien. Te lo permito. Pero eso no te hace una mala mujer, ni una depredadora, ni nada. –
-¿Que me hace entonces? –
Preguntó ella.
-Una mujer. Es todo. Me mencionabas hace un momento lo de tus padres, que tu padre casi nunca está, pues yo no recuerdo una sola vez que haya estado que no haya terminado en esas cosas. Siempre que lo he visto. ¿Es tu padre un mal hombre? ¿Es tu madre una mala mujer? No. –
-¿Entonces por qué se siente como si lo único que me importara en realidad es eso? –
Se quejó Mizore, pero al menos dejó de llorar.
-Ni siquiera en esas cosas es lo único que pasa, Mizore. Una depredadora, como les llamas tu, no tienen interés en otra cosa que no sea su propio placer. No les importa como se siente la otra persona, no les importa nada. Incluso se siente diferente. Y créeme, es horrible. –
Expliqué. Ya saben todos de quien estaba hablándole, pero ella no tenía la historia completa.
-¿Lo dices… por experiencia? –
Preguntó ella.
-Si. Lo digo por experiencia. –
-¿Alguien como mi prima? –
Preguntó. Yo negué con la cabeza.
-No. No… tu prima, sólo estaba encantada con su propio cuerpo, y con lo que puede hacer con él. Realmente nunca fue una depredadora… eso no quiere decir que fuera una buena persona tampoco. Las cosas sucias eran su medio para que hagas lo que ella quiere que hagas, es todo. –
Respondí.
-¿Entonces no hay nada malo conmigo? –
Preguntó ella.
-¿Eh? Claro que hay un montón de cosas mal contigo. Hay un montón de cosas mal con todos. Así es como somos. Pero eso no te hace una mala persona, Mizore. Una mala persona es una persona que no se da cuenta de que hace daño. –
Le dije.
Llegamos a la casa, ella iba tomada de la mano conmigo, hasta que pasamos la puerta del jardín.
-Ahora, si no te importa, Mizore, me gustaría que me dejaras invitarte a otra cita después. ¿Esta bien? –
Pregunté. Ella asintió.
Y me quedé callado.
-¿Toshikane? Estabas diciendo algo de… –
Y se quedó callada.
…
Después de unos momentos, retrocedió.
-Yo… voy a ir a mi cuarto y… dejaré que averigües… lo que sea que esto sea. –
Dijo Mizore, y entró apresurada.