Haru No Yurei - Volumen 4: 6. Chico Solitario.
Mientras trabajaba, recordaba algunas cosas sobre lo que ocurrió mientras estaba en el colegio. No me gusta acordarme de ello, es cierto, pero la verdad es que Yagami nunca cambió de shampoo. En toda su vida.
Nunca se lo dije, y no creía que fuera una buena idea, pero ese aroma que ella llevaba en su cabello mientras salió por la puerta, era el aroma más dulce que un chico huérfano en el colegio hubiera conocido. Al menos hasta que conocí a Akane.
Aunque ahora me trajera solo recuerdos agridulces porque estaba relacionado con la época en la que perseguí a Amatsune como un tonto, con la época en la que estaba en el orfanato, en su momento, era especial.
Para perseguir a Amatsune, hice de todo. Todo lo que un chico haría por acercarse a una chica. Hacía sus tareas, la acompañaba a casa, una de las primeras cosas que pude comprar fue un oso de felpa que le di en su cumpleaños.
Amatsune… no me alejó, ni me trató mal. No era esa clase de persona. A decir verdad, un par de veces me invitó a compartir desayuno. Yo sabía que tenía novio, y en un principio, mi timidez y su fidelidad mantuvieron mis manos (y las suyas) a raya.
Fue durante la clase de deportes un dia, que todo se convirtió en otra cosa.
Una de las cosas que hacía en el colegio para ganarme la amistad de todos, era jugar soccer. Era lo que definía “ser un chico” en ese sitio, y tengo que admitir que me esforzaba. Nunca fui muy bueno, pero tampoco era malo, definitivamente no lo era. Y ese dia, sucede que acabábamos de terminar el soccer. El profesor nos dijo a mí y a un compañero, que dejáramos los balones en el salón y podíamos irnos. Otros dos compañeros hacían limpieza, y yo fui con este chico, Magoshi, a dejar los balones al salón.
Resultó que él estaba contándome acerca de un campamento al que había ido, y yo estaba diciéndole que me gustaría ir un dia, ya saben, cosas de huérfanos. A Magoshi no le gustó mucho, decía que no se podía dormir por que unos lobos problemáticos no dejaban de aullar y que los mosquitos son un suplicio (sospecho que lo decía para que yo no me sintiera mal por no poder ir). Nos entretuvimos hablando de aquello, y no nos dimos cuenta de la hora.
Magoshi y yo salimos del salón de los balones, apresurados por que se nos había hecho tarde y si los maestros se enteraban que todavía estábamos en la escuela nos iban a regañar. Cuando salí de la escuela, lo primero que me encontré, fue a Amatsune Yagami.
Ella estaba sentada en el suelo, miserablemente, llorando como si no hubiera un mañana. A mí me removió algo por dentro verla asi.
–¿Qué ocurre? –
Pregunté, acercándome, ella ni siquiera hizo muestras de querer dejar de llorar, solo se abrazó las rodillas y siguió llorando.
–No pasa nada. Vete a casa, chico solitario. –
Cuando recuerdo esas palabras no puedo sino sonreír penosamente. Que chica con tan poco tacto. Era huérfano… ¿Cuál casa? Pero en ese momento, estaba tan acostumbrado que no lo pensé demasiado.
–No puede solo “no pasar nada.” –
Insistí. Para entonces, como había dicho, éramos amigos.
Ese dia cambió.
–Fue ese tonto de Tanaka–kun… –
Respondió Yagami a regañadientes. Apreté los puños.
Yo odiaba a ese sujeto. Odiaba que siempre que lo veías te miraba como si fuera superior a ti. Era increíblemente listo, es cierto, pero siempre tenía ese aire de superioridad en la mirada. Odiaba que consistentemente la hacía llorar, sin importarle mucho como ella pudiera sentirse.
Ni siquiera de sus compañeros de clase escuchabas algo bueno de ese sujeto.
Odiaba que ella no pareciera poder librarse de él. Odiaba que Amatsune estuviera enamorada de él y no de mí. Si tanto daño le hacía ¿Por qué solo no lo dejaba?
Ahora creo que Yagami era una especie de fachada para él. No sé, tal vez era gay o algo asi.
–Ya antes dije que ese sujeto no te quiere. –
Respondí. Siempre fui directo en esas cosas, asi he sido siempre, mientras no se trate de mí mismo, yo creo.
–Ya sé. –
Respondió ella. Ahora sé que ella quería decir “Y no me importa lo que digas” pero en ese momento no lo entendí. Más cuando ella cambió el tema.
–¿Te parece que estoy engordando? –
Preguntó de pronto, mirándome con los ojos hinchados.
–No. –
No era verdad. Si estaba engordando un poco, pero es que era una chica en crecimiento. Subió seis kilos esa temporada o algo asi. Pero es que para mí no era importante.
–Llévame a mi casa. –
Pidió Yagami después. Yo asentí, y ella se puso de pie, me tomó de la mano por unos momentos, luego se limpió las lágrimas y comenzamos a caminar. Ese era trabajo de su novio, pero como él no parecía interesado, pensé que estaba bien si mejoraba mi imagen frente a la chica que me gustaba.
Durante el camino a casa, me contó cómo habían sido las cosas, al parecer ella quiso acercarse a su novio, y Tanaka se enfadó porque ella se sentó sobre él y le dijo algo como “Pesas demasiado”
Eso fue lo que ofendió a Yagami.
–Mira que decirle eso a una chica. –
Se quejó ella.
–No creo que sea cierto. –
Respondí, ella me miró y se rio levemente.
–Tú siempre eres tan lindo. Siempre me entiendes. –
Dijo. Nos quedamos en silencio mientras entrabamos.
Yo había estado aquí alguna vez antes. No era la primera vez que venía, pero si fue la primera vez que estuvimos solos. Y también, sin que yo lo pensara demasiado, la primera vez que entre a su alcoba.
–Ve a dejar mi mochila a mi cuarto. –
Dijo ella, con naturalidad. Yo encogí de hombros, eso fue lo que hice, ella entró al baño.
Fue en ese momento que me di cuenta que no había nadie en casa. Cuando entré a su cuarto, solo dejé la mochila y salí, pero antes de que bajara las escaleras y dijera que me iba, ella me encontró en el pasillo.
–No estabas hurgando en mi cuarto ¿verdad? –
Preguntó. Era su estrategia, acusarme de algo.
–Claro que no. –
Respondí, alzando las manos. No quería que ella pensara que soy raro.
–Ehhh, y ¿A dónde vas? –
Preguntó ella, haciendo parecer que no me creía.
–Ya me iba, me van a regañar si llego después de que cierren la puerta. –
Respondí.
–Oh, vale, seguro que es demasiado para ti, supongo que no puedo esperar a que me hagas compañía… –
Se quejó ella.
–No es eso pero… –
–No, no te preocupes por ello, está bien de todos modos… yo… me las arreglaré. –
¿Me las arreglaré para qué? No tenía sentido. Pero Amatsune sabía que chantajeándome obtendría todo lo que ella quisiera de mí.
Bajé la cabeza. Me tenía justo como ella quería, no iba a irme si eso la hacía ponerse triste.
Dios, sí que era idiota.
–Me quedaré contigo. –
Respondí. Ella encogió de hombros.
–Como quieras. –
Dijo, y se dio la vuelta, entrando a su cuarto. Se preguntarán como es que yo planeaba pasar la noche si no llegaba a la hora adecuada al orfanato y… tendrían razón si se lo preguntan. No tenía idea.
Pero tenía algo que era mucho más importante y mucho más idiota también: complejo de sacrificio.
Eso es, estaba completa, total, y absolutamente convencido de que mi sacrificio me ganaría el corazón de Yagami.
Y si para eso tenía que pasar la noche fuera, con frio, y sin comer, pues que asi fuera.
Después de unos momentos ella salió de su cuarto, no me había movido de allí, ella me miró como quien mira a un perrito.
–Oh, no tenías que quedarte. –
Dijo ella. Estaba implícito que tendría que irme de todos modos, porque sus padres no iban a admitir, bajo ninguna circunstancia, que un chico cualquiera se quedara a dormir con su única hija, o como su padre se refería a ella, su princesita.
–Al menos puedo hacerte compañía un poco. –
Respondí.
Ella sonrió.
–Eres tan dulce… –
Dijo ella, acercándose y me tomó del brazo.
–Ven conmigo. –
Dijo ella, y me jaló, arrastrándome dentro de su cuarto.
Me quedé parado frente a ella, con las manos atrás y mirando al suelo. Ella se sentó sobre la cama, se acomodó el cabello rubio detrás de la oreja y sonrió alegremente.
–No tienes que estar tan lejos. –
Comentó ella.
–Es que… estamos solos… –
Respondí, todavía sin entender muy bien de qué iba la situación.
–Si pero no me tienes miedo ¿O sí? Además, ya sabes que tengo novio. –
Respondió. Aquello me hizo relajarme, pero también me hizo sentir miserable. Todo esto no había valido para nada si ella seguía pensando en él, o eso creí.
En ese momento llegó un mensaje a su teléfono. Supongo yo que era Tanaka–san. Es decir, era su novio.
Por otro lado, algo que tenía que haber comprendido es que ella se encerró en su cuarto y envió un mensaje a su novio, luego fue a por mí.
–Tienes un mensaje. –
Comenté.
–Escuché. Seguro es Tanaka–kun. Déjalo allí. –
Respondió Yagami, encogiendo de hombros.
Seguía enojada con él, pero no por eso dejó de quererlo. Yo no entendía eso.
–Me dijo gorda. Se merece un castigo. –
Respondió Yagami.
–¿Y qué harás? –
Pregunté.
–Lo voy a ignorar. –
Respondió ella, sonriendo divertida. Yo sonreí también.
–¿Porque estas tan alejado? –
Preguntó. Yo miré a todos lados.
–Es que… acabo de salir de la clase de deporte, jugamos futbol antes, y pues… –
Comencé a decir, en cierto modo era cierto. Estaba sudado. Por otro lado, es que a mí me gustaba Yagami. Yagami se acercó a mí, y me olfateó.
–Vaya… si hueles a sudor… –
Comentó.
Aquella acción tiene que haber convencido a Yagami de que ella quería esto. Es que el sudor tiene hormonas, y ahora tengo la impresión de que, que cuando entramos, ella todavía estaba debatiéndose interiormente entre hacerlo y no hacerlo.
Yagami llevaba excitada todo el dia, pero su novio la rechazó, hiriendo su ego. Ahora tenía a un jovencito frente a ella, y el olor de mi sudor le dijo que soy un hombre, aunque en ese momento, no lo fuera más que en eso.
–Lo siento… –
Estaba a punto de salir corriendo cuando ella puso una mano en mi hombro.
–Está bien, no es nada malo, es normal si estabas en clase de deporte ¿No es cierto? –
Preguntó ella. Yo me aparté un paso. El que ella dijera que no había problema no hacía ninguna diferencia para mí. Algo que hay que tomar en cuenta es que, yo no era consciente de que ella podía sentir “deseo” también. Ahora lo veo claramente pero, no es algo que un chico de trece años tenga muy en cuenta.
Yagami hizo un puchero.
–Tú… ¿me encuentras fea? –
Eso. Eso fue lo único honesto que ella hizo en ese momento. Me refiero a ese puchero. Suena extraño, porque estaba chantajeándome hacía un momento, pero es que ella necesitaba reafirmarse a sí misma que era atractiva.
–N–No… pero… –
–Entonces… abrázame. –
Se quejó, con lágrimas en los ojos. La abracé y con eso, tuve una erección, que ella se apresuró a abrazar entre sus muslos. Sus pechos estaban pegados al mío y su aroma era tan suave que estaba comenzando a marearme. En los mangas, aquí es donde pasa algo que detiene la situación, pero no pasó. En lugar de eso, Amatsune se abrazó a mí, y me susurró.
–¿Te gusta? –
–Si pero… –
Antes de que pudiera objetar cualquier cosa, Amatsune lamió mi oreja, la sostuvo en sus labios por un momento, y metió su mano dentro de mi pantalón.
–Si guardas el secreto… te enseñaré algo que sé hacer… te va a gustar… –
Insistió. Yo no quise preguntar en ese momento por qué un secreto, aunque era más que obvio, y asentí con la cabeza. Acto seguido, ella soltó mi cinturón, yo traté de cubrirme, y cuando me di cuenta, ella estaba hincada frente a mí.
–Eso es… –
Comencé a decir mientras ella quitaba mi ropa interior y miraba atenta como mi pene salía de ella.
–Vaya, tenías un gran secreto aquí guardado… –
Estaba yendo demasiado rápido para que yo pudiera seguirle el paso, pero no voy a negar que se sintió bien cuando ella lo tomó y lo metió en su boca. Lo recorrió con su lengua de arriba abajo, y bueno, yo no pude resistirlo y me vine dentro de su boca.
–¿Qué tal? –
Preguntó, satisfecha de sí misma.
Aún tenía puesto el uniforme de la escuela. Me miró sonriendo.
–Se sintió bien… –
Respondí. Ella se levantó balanceándose un poco.
–Quiero hacerlo contigo. Ahora. –
Respondió ella.
–¿Eh? pero… tienes novio… –
Respondí.
–Sí, pero no se lo voy a decir. –
Respondió Amatsune.
–Pero está mal. –
–Él se lo gana por decirme gorda. No lo soy… ¿Verdad que no lo soy? –
Preguntó ella, dándose la vuelta, como ofreciéndose.
–Claro que no. –
Era idiota, pero no tanto para decir algo como “subiste de peso.” ¿En que estaba pensando su novio? Me preguntaba mientras la miraba quitarse las pantis. Luego me revelé como el virgen que era, cuando me lancé a lo loco sobre ella, como había visto en las películas.
Si, las veía. Soy un chico después de todo.
Amatsune hizo por mí en ese momento lo mejor que podía haber hecho, y se lo agradezco hasta el dia de hoy. Me empujó lejos.
–¿Qué haces? –
Preguntó ella, poniendo una mano en la cintura.
–Pues… no pude contenerme y… –
Dialogo de película. Ella se llevó la mano a la frente.
–Asi no, tonto. Tienes que pensar en los sentimientos de la chica. –
Se quejó ella.
–Lo siento. –
Respondí.
–Bueno, no importa. Ven a la cama. –
Ordenó. Habiendo comprendido que mi idea era una mala idea, obedecí, ella se sentó en la cama y separó sus piernas.
–Bésame. –
Dijo mientras me tomaba de la mano y me jalaba a ella. Yo evité mirar su entrepierna, y eso la hizo reír.
–Te comportas como un niño asustado. –
–Es que… puedo ver. –
Respondí.
–Pues sí, es para eso para lo que estás aquí. Déjate de tonterías y bésame. –
Comenzamos a besarnos mientras ella se desabotonaba la blusa. Caímos en la cama, o más bien dicho, caí sobre ella. Amatsune reprimió un ruido de disgusto porque no tuve cuidado y caí sobre ella. Puse mi mano en la cama inmediatamente para no lastimarla, ella me sonrió.
Creo que en ese momento entendió que yo no sabía lo que estaba haciendo.
–Eres un desastre en esto. –
–No fue intencional… –
Respondí, ella acarició mi cara.
–Tranquilo, te enseñaré. ¿De acuerdo? –
Me hizo poner una mano en su pecho, yo estaba asustado de lastimarla, asi que no hice nada, ella volvió a besarme mientras se desabrochaba el sostén, que acabó a un lado de la cama.
–Ahora mueve tu mano, lento… con cuidado. –
Comencé a obedecer y ella volvió a besarme. Tengo que haberlo hecho muy mal porque después de unos momentos, ella dejó de besarme.
–No se trata de que los exprimas, tiene que sentirse bien, estás acariciándolos. –
Se quejó ella. Me detuve por un momento. Suspiré y me dispuse a hacerlo mejor esta vez, ella tiene que haber visto esa disposición en mi rostro porque sonrió complacida y me atrajo hacia ella, extendiendo una mano para tocar mi pene, que de hecho ya estaba erecto otra vez.
–Tienes que hacerlo despacio, ya sé que lo que quieres es ir con fuerza y volverte loco, pero tienes que empezar asi, despacio, con gentileza… aun no es momento de volverte loco. –
Explicó Amatsune, sosteniendo mi mano con la suya, para mostrarme como acariciarla.
–Tu mano… ponla en mi entrepierna… –
Como me quedé estático, ella uso su mano para llevar la mía a su vagina, aun por encima de la ropa, se sentía húmeda y caliente.
–Cuida mucho… de no lastimarme… ¿comprendes? Es mi parte más frágil… también la que mejor se siente… se muy, muy gentil con ello… arriba y abajo… arriba y abajo… –
Explicó Amatsune, quien de todos modos estaba empezando a respirar raro.
–Quítame las pantis… –
Ordenó. Eso fue lo que hice. Sus pantis color azul celeste estaban en mis manos cuando Amatsune abrió las piernas para mostrarme su vagina desnuda.
–Esta es la parte privada de una mujer. Bonita ¿No es cierto? –
Preguntó. Era… una belleza abstracta para mí. Es que no estaba del todo consciente de lo bello que era el cuerpo de una mujer. Amatsune me gustaba por su cara. Pero no puedo decir que fuera desagradable, era incitante, aunque yo todavía no estaba seguro de a qué estaba incitándome.
–Es linda. –
Respondí, Amatsune se rio levemente.
–No digas esas cosas en la cama. Arruinarás el ambiente. Tienes que hablar sucio. –
Respondió ella.
–Pero… –
–Nada. Ahora lámela. –
Respondió. Eso me cayó de sorpresa.
–¿Estas segura? –
Pregunté, es que no creí que ella permitiría algo asi. Es más, no creí que ninguna chica permitiría algo asi.
–Claro que sí, yo lo hice contigo. Es solo lo justo. –
Después me enteraría que su novio se negaba a hacerlo. Una pena, porque esa fue la primera vez que probé el cielo. Tengo que admitirlo, no es el sabor, es todo lo que conlleva.
–Entiendo. –
Respondí.
–Despacio. Usa tu lengua, justo como tus manos… –
Puse mi lengua en su entrada, y como ella me había dicho, comencé a hacerlo de arriba abajo. Creo que me gustó porque en ese momento ella realmente comenzó a disfrutar esto. Se arrojó completamente sobre la cama.
–Vaya… es grandioso… –
Exclamó, y eso me hizo sentir seguro y bien. Comencé a lamer con más firmeza. Yo sabía lo que era el clítoris, asi que cuando lo vi, lo lamí también, eso le gustó más.
–¿Te gusta? –
Pregunté. Ella solo movió su mano y me empujó contra ella, acallándome.
–Sigue… Sigue… no hables… sigue… –
Obedecí y seguí lamiendo, sus juegos de amor comenzaron a salir de ella, escurriendo por sus piernas y su trasero.
–Te voy a confesar algo… quería hacer esto contigo… chico solitario… de verdad lo quería. –
Explicó, yo solo me concentré el lamer.
–Quería desnudarme, y que me lamieras y me besaras toda… que me hicieras tuya. –
Malinterpreté eso. Lo admito.
Lo que ella quiso decir, es que quería engañar a su novio conmigo. Lo que yo entendí, fue todo lo contrario. Pero no lo sabía en ese momento y no lo entendí sino hasta mucho después.
–Me voy a venir… me voy a venir… –
Comenzó a decir, y yo, como soy tonto, cambié el ritmo, ella se enfadó.
–¿Qué? No. Vuelve a como estaba, pronto. –
Se quejó.
Pero como no pude recuperar el ritmo, ella tuvo que hacerse cargo, luego de unos momentos, ella estaba tocándose sola. Yo solo miraba.
Se vino después de un momento.
Se enojó después.
–Jamás cambies el ritmo en ese momento. Eso es desconsiderado. –
–No lo sabía. –
Aunque estaba enojada, bueno, ella acababa de venirse, respiraba con dificultad y estaba roja de la cara.
–Está bien, es mi culpa por no decirte antes… –
Respondió ella, suspirando, luego miró mi pene. Sonrió.
–¿Y bien? ¿Aun quieres meterme tu cosa? –
No era indecente pero… su forma de decirlo era un poco… brusca. De todos modos asentí con la cabeza.
–Muy bien… ya que sigo con ganas y al parecer tú también, vamos a continuar… –
Dijo ella.
Me acerqué sin estar muy seguro de qué hacer.
–Vamos. Sé un hombre. Haz pedazos mi interior. –
Se quejó ella porque estaba tardando demasiado.
–Aquí puedes ser todo lo brusco y malo que quieras. –
Insistió, pero es que yo no estaba muy seguro. Comencé lento, como ella me había dicho, lo cual celebro, porque una parte de ella estaba fanfarroneando. Ella hizo un gesto y apretó las sabanas con ambas manos.
–Esta grande… –
Como cualquier chico, respondí con modestia.
–No es cierto. –
Pero es que no era un halago. Era una comparación.
–Claro que sí, es más grande que la de Masumi…. –
Respondió ella, Masumi es el primer nombre de su novio. Asi es, estaba conmigo y de una o de otra forma, estaba pensando en él. No me molestó tanto en ese momento, en parte porque estaba haciendolo con ella, en parte porque me halagaba, en parte tambien porque esto era nuevo para mi.
–¿Lo hiciste con él? –
Pregunté. ella me miró y sonrió.
–Si, lo hice, es mi novio despues de todo… ¿Y tu que? Chico solitario… ¿Has estado con alguien mas? ¿Soy mejor que esa? –
Preguntó, yo vacilé, porque era virgen hasta hacía apenas unos segundos.
–Puede ser… –
Respondí, ella olvidó el tema.
–No te quedes allí, muevete… –
Se quejó, comencé a empujar. Era cansado, y yo no estaba para nada acostumbrado a esto. No creo que se sintiera bien. Mi ritmo era mas bien irregular, y me costaba trabajo respirar, tardé un momento en acostumbrarme a esto.
Si algo me ayudó a no terminar inmediatamente, fue que ella me había hecho una felacion justo hacía unos momentos, de todos modos, no pude detenerlo para nada.
–Me voy a venir… –
Advertí.
–Sacalo… sácalo… –
Lo saqué y me vine fuera de ella. aunque ambos respirabamos con dificultad, ella me miró con cierto desagrado.
–No me puedo embarazar de ti… Ese idiota usa preserbativo. No me puedo embarazar. Sabrá que soy una puta… –
Aseguró ella, recuperando el aliento.
–No eres… –
–Claro que lo soy. ¿No lo estamos haciendo acaso? –
No quisé darle la razon, asi que me quedé callado.
–No eres muy bueno, pero eso está bien. Tu tamaño es bueno, y puedes aprender. –
Me dio vergüenza que ella dijera esas cosas asi como asi. Ahora lo agradezco pero… si fue un golpe muy duro. Asi fue como me convertí en amante de Yagami. Y si, allí terminó todo. momentos despues, ella estaba vistiendose y yo tambien, porque era hora de que sus padres volvieran.
Como todo en la vida, poco a poco fui mejorando. Ella fue llevando un control sobre mi progreso, y llegó el punto en que ella me buscaba para tener sexo porque decía que de otro modo no quedaría satisfecha.
Su novio tiene que haber sospechado que algo pasaba, pero nunca dijo nada al respecto, y poco despues de eso, él se graduó.
Mientras en el gimnasio se llevaba a cabo la ceremonia de graduación para Tanaka, su novia montaba con las piernas abiertas a su amante, en el baño de mujeres.
Ella estaba sobre mí, y mi pene estaba dentro de ella, esa era su posición favorita, supongo yo que era porque podía controlar toda la situación, sus manos estaban en mis hombros, y su trasero se movía frenéticamente.
–Si… asi… que bueno es… –
Dijo.
–Se van a dar cuenta… –
Respondí, tratando de mantener mi erección para que ella quedara complacida.
Tal vez por eso es que no me agrada mucho esa posición hoy dia. Puedo hacerlo pero… es un poco difícil para mí.
–¿Y qué si se dan cuenta? No tienes novia… por eso lo haces conmigo… –
Y se interrumpió sola, besándome. No era cierto, lo hacía con ella porque me gustaba, incluso podría decir que la quería, pero ella no lo vio asi.
–¿Te gusta? ¿Te gusta mi vagina? Quiero que lo digas. –
–Me encanta… –
–Soy una puta… ¿te gusta esta puta? –
Ella estaba obsesionada con esa palabra.
–Sí, es lo mejor… –
Iba a decir su nombre, pero a Amatsune no le agradaba eso.
Es que ella no quería que fuera personal.
–Vamos a tener mucho más tiempo luego de que ese tonto se vaya… mucho, mucho más. Lo haremos más veces… –
Esa ambigüedad era lo que me confundía. ¿Qué quería decir con eso? ¿Sería mi novia si ese Tanaka se graduaba?
Y sin embargo, no supe ver la parte lineal de todo ello.
Ella estaba pensando en él de nuevo.
Creo que ella quería que nos atraparan. Ella quería que su novio estuviera celoso.
Acabamos de la misma manera, con ella saliendo antes de que yo pudiera arrojar mi semen dentro. Se puso de pie, se acomodó el cabello, y sonriendo, me dijo “gracias por la comida, chico solitario” y se fue. Creo que recordar eso me hacía entender a Kurimo un poco.
Me puse de pie después de un momento. Es cierto que había mejorado. Es cierto que la complacía… pero ese dia, es el primero que puedo recordar, haberme puesto a llorar luego del sexo, es que la odiaba ahora. Odiaba que no pudiera entender nada. Odiaba que me usara para complacerse, como si fuera una especie de juguete sexual. Odiaba a su novio, la odiaba a ella, y me odiaba a mí mismo por seguir esperando que de aquello saliera una relación de algún tipo.
No conocía a Sushake, y apenas empezaba a hablar con Kamine en aquellas épocas. Apenas la había visto en aquellos días, porque, su abuela todavía vivía. Tampoco es que pudiera preguntar algo asi a la señora.
Conocía a Sanae, por cierto, pero en aquellos días, ella era una figura extraña para mí, la hija de mi jefe, ni más ni menos… y no la veía demasiado seguido.
Estaba solo.
El segundo año de colegio se puso peor.
Ahora no era solo yo. A mediados de curso, ella comenzó a coquetear con un par de chicos de por ahí. Para esos días ya la conocía la suficiente como para entender que no era un coqueteo inocente.
Las dos veces que quise reclamar me acallaron con aquella tontería de que no éramos novios. La odié como nunca en ese momento. Dejé de vivir para complacerla luego de todo eso. Me refiero a que ahora yo tenía mis propias cosas que hacer.
Si ella lo hacía solo por satisfacerse, entonces es normal que yo hiciera lo mismo ¿No es cierto? Asi lo hice, o creí que lo hacía. Recuerdo haber rechazado un par de veces porque simplemente no tenía ganas de ello en ese momento, pero nos distanciamos de todos modos.
Siguió enseñándome algunas cosas, por cierto, para que lo hiciera exactamente como ella quería, pero admito que eso sirvió mucho en los años que vinieron.
También en ese año conocí a Sushake. Quien constantemente trataba de preguntarme como era eso de tener sexo.
Yo le dije que no era la gran cosa, pero no es que no lo fuera, es que… Ni siquiera tenía un nombre, solo ese estúpido apodo.
Finalmente, llegó el dia de la graduación.
“Gracias por lo que has hecho por mí y no volvamos a hablar. Mi novio puede terminarme ahora que ya no hay un pretexto para vernos”
Cuando ella se graduó me dijo eso. Por un lado me puse algo triste, por otro lado, en ese momento entendí a Yagami. Porque suspiré aliviado tanto como ella lo hizo cuando su propio novio se graduó. Era libre, libre de hacer lo que yo quisiera.
Me dije a mi mismo que jamás volvería a caer por una chica de ese modo, y lo mantuve por la asombrosa cantidad de dos meses, hasta que entré al instituto y una chica hermosa se presentó frente a la clase, con su sonrisa radiante y sus modales impecables.
Si algo me dejó impresionado, aparte de lo bonita que era, fue que ella siempre me llamó por mi nombre.
–Mi nombre es Fumishi Akane. Me gusta coser, y me gusta ir al cine. Espero llevarme bien con todos ustedes…