Haru No Yurei - Volumen 4: 8. Te amo mucho, mucho, mucho… mucho.
No vi más a mi secretaria en todo el dia. Supongo que ella estaba muy enfadada por mi rechazo tan directo.
Por otro lado, durante la hora del desayuno, yo pregunté a mis compañeros si sabían algo sobre dónde comprar mercancía de esas que aparecen en los programas de TV. Lo digo porque, siendo como era, nunca fui muy aficionado a la TV, ni a su mercadotecnia.
Resultó que, al buscarlo en el teléfono, no era tan lejos de donde Sushake y yo comprábamos los videojuegos. Ya con un plan más o menos armado, terminé mi horario de trabajo y salí de allí.
Fui allí a buscar algo, lo que fuera, acerca de ese cerdito, me sentí un poco extraño en ese lugar, pero pensé que si podía hacer a Kurimo feliz, entonces valió la pena.
Había mucha gente adulta comprando esas cosas, algo que no esperaba en realidad, como realmente no sabía mucho del dicho programa, pensé en algo que se viera lindo, y como era algo que ella mantenía en secreto, también pensé que era bueno que fuera algo que ella pudiera tener para ella.
Me refiero a que collares o pulseras estarían un poco fuera de lugar. Si ella no quería mostrarlo, posiblemente lo mejor era que fuera algo que ella pudiera tener, digamos, dentro de su cuarto. Tampoco podía ser muy grande.
Dicho esto, estuve caminando un poco a través de los negocios, esperando encontrar algo que se ajustara a lo que necesitaba. Cuando vi un cepillo para el cabello, y un par de prendedores, supe que era una buena idea.
Los prendedores a un lado, a ella le gusta la idea de que le cepillen el cabello, que significa algo especial para ella, y por otro lado, podría solo no salir de su alcoba y nadie más tendría que enterarse.
Lo pensé por unos momentos, quizá podría enviar el mensaje equivocado, pero por cómo era Kurimo, seguro que aquello le agradaba. Por otro lado, como dije, era un objeto importante para ella. Estás diciendo “Me gustaría que me dejaras cepillar tu pelo otra vez” con ese obsequio.
De acuerdo. No era muy común, el tipo de regalo, quiero decir, pero eso no debería ser un problema. Lo compré, pedí que lo envolvieran en una caja, y salí de allí.
Me tomé unos momentos frente a un vidrio, asegurándome de que mi apariencia fuera adecuada y luego volví a casa. Igual estaba vestido para el trabajo, pero no quería verme como un asalariado de cuarenta años, asi que revolví un poco mi cabello, me quité la corbata y solté un boton de la camisa.
Cuando llegué, ella estaba sentada en una pequeña barda que estaba afuera de mi casa. Parecía desesperada, pero con lo ansiosa que era, no podría decir si llevaba allí un minuto o diez. Miré el reloj. Todavía faltaba un poco para las seis.
De todos modos no podía hacerla esperar. El hecho de que ella decidiera hacer la espera aquí y no dentro demostraba que ella estaba nerviosa. Asi que me acerqué.
–Kurimo. ¿Estas lista? Pudiste haber enviado un mensaje… –
Le dije. Ella se puso de pie.
Diablos que si se tomó su tiempo.
Llevaba una blusa color negro con un dibujo color morado, el cabello estaba alaciado en un salón y lo sostuvo con un par de listones color morado también. También fue obvio que ella se puso sus mejores zapatos.
Se puso una falda más o menos larga, y llevaba una bolsa pequeña, como para salir. Kurimo siempre tuvo un sentido de vestir muy particular, muy propio. Lindo, agradable, alegre.
Se acercó mí negando con la cabeza, y haciéndome notar que llevaba una falda nueva también.
–Estás súper linda. –
Le dije. Kurimo me miró y bajó la cara, pero respondió:
–Gracias. –
Para despejar un poco el ambiente, y poder movernos hacia adelante, le di el obsequio que tenía para ella.
–Lamento haberme tardado ¿Sabes? Conseguí un obsequio para ti, pero no sé si te gustará. –
Le entregué la caja. Era una caja pequeña, envuelta con papel color rojo. Ella me miró con una mirada que me decía que ella tenía miedo de que fuera alguna tontería, algo como una especie de regalo sexual o algo asi. Supongo que entendió que no lo era, porque yo no se lo estaría dando aquí a plena luz del dia y esperando pacientemente a que lo abriera.
Lo abrió lentamente, y… por azares del destino, no lo entendió de pronto. Es que la imagen estaba boca abajo. Lo sacó y le dio la vuelta.
En cuanto se dio cuenta de la imagen que había en la espalda del cepillo, lo guardó inmediatamente y cerró la caja.
Luego, como insegura de si lo que había visto era real o no, volvió a abrir la caja. Me miró después, sorprendida.
–¿Lo sabías? –
Preguntó ella, aturdida. Encogí de hombros, como si fuera algo que yo debiera saber sobre ella (Y lo era, en cierto modo) pero que ella no tuvo en cuenta.
“Te conozco porque te estoy observando”
Era más o menos lo que eso transmitía.
–Perdón, es un poco vergonzoso y… –
Se disculpó por su silencio y su falta de modales para recibir el regalo.
–¿No te gusta? –
Pregunté.
–Me encanta. Es bonito… –
Dijo ella, sosteniendo la caja en sus manos mientras sonreía, con la cara roja y sin mirarme.
–Entonces está bien. –
Respondí, encogiendo de hombros de nuevo. Kurimo se acercó a mí en silencio, y tras guardar su caja, me tomó la mano con ambas manos.
–Nunca antes me diste un obsequio. Lo usaré siempre. Gracias. –
Si quería tener sexo con ella, ese era el momento. Podía cancelar sus planes ahora, eso es lo que ella estaba tratando de decir con tomar mi mano de ese modo. Pero, es que ella no se arregló tanto para nada.
–¿Nos vamos? –
Pregunté. Ella me soltó y dio un paso atrás. Asintió con la cabeza después y comenzamos a caminar.
–Podemos tomar el tren en la estación, no será más que un momento, de todos modos. –
Expliqué.
–¿A dónde vamos? –
Preguntó ella.
–Bueno, había pensado que tampoco salimos mucho últimamente, sentí que si íbamos al parque de diversiones sería bonito ¿O no? –
Pude ver la ilusión en sus ojos cuando le dije eso. Asintió con la cabeza varias veces. Es que para esto se había preparado.
–Pero ¿No estás cansado? ¿Has comido ya? ¿Seguro que no te molesta? –
Preguntó ella. Sus miedos saltaron uno a uno sobre mí. Yo negué con la cabeza.
–Ya comí en la tarde. Y ¿Por qué iba a molestarme? Yo quiero salir contigo. Quiero tener una cita. No voy a desperdiciar mi oportunidad ahora. –
Expliqué. Kurimo me miró, como confundida.
–Pero ¿Por qué? –
Preguntó.
–¿Por qué hoy? ¿Esa es tu pregunta? Bueno, la verdad es que mañana no trabajo. Y en tal caso puedo darme el lujo de pasear contigo sin estar pensando en que tendré que trabajar al dia siguiente. Es eso. Resulta cómodo para mí si lo hago asi… –
“Mi oportunidad” “Darme el lujo de pasear contigo”
Todo tenía el mismo significado. Escogí mis palabras para eso. Lo que trataba de dejarle en claro es el rol que ella tenía en esta cita: Su atención es mi premio, porque ella es especial para mi.
–No, no eso… ¿Por qué… una cita? Conmigo… –
Bajó la cabeza para decir eso. Yo suspiré.
–Bien… Ya te lo dije antes al teléfono… ¿Tengo que repetirlo? –
Pregunté mientras me rascaba la mejilla.
Te amo.
Esa era la razón.
No se lo dije en parte porque era vergonzoso decirlo de frente, en parte porque podía no estar listo para lidiar con las consecuencias de decirle eso allí mismo. Ella podía ponerse a llorar o avergonzarse demasiado, o incluso decir que lo estaba diciendo a la ligera.
Kurimo también lo entendió y sonriendo, negó con la cabeza.
–Tú… ya sabes lo que siento. –
Dijo ella, y comenzó a caminar. Yo me paré al lado de ella y comenzamos a caminar juntos en dirección a la estación del tren.
Cambiamos el tema luego. Ella tenía algo que decir.
–Tu… ¿Cómo te enteraste… lo de Maiko–kyun? –
Preguntó ella, bajando la cabeza. Hasta su forma de decirlo era linda.
–Bueno, eso no es importante ¿O si lo es? Simplemente pensé que si iba a regalarte algo, tenía que ser algo que tú apreciaras. –
Respondí. En cierto modo evadí su pregunta, sonó a que yo no recordaba hacía cuanto lo sabía o cómo me enteré.
No quería que pensara que su amiga le había traicionado. Eso podía desencadenar muchas cosas. ¿Por qué le preguntaste? ¿Por qué te lo dijo? ¿Qué le prometiste a cambio? Etc…
Con Kurimo, hay que andarse con cuidado. No decir mentiras, pero si pensar mucho en lo que ella puede sacar en limpio de tu respuesta.
–No es el regalo. Me gustó mucho mi regalo, pero… tú eres una de las razones por las que lo mantengo en secreto. No estaba al tanto de que sabías. –
Se quejó ella.
–¿Y si dejas de esconderme cosas como esa? –
Pregunté. Es normal que ella quiera tener sus secretos, pero, creo que los parámetros sobre lo que debe ser secreto y lo que no, es lo que falla aquí.
–No quería que pensaras… pues… que soy infantil y eso… –
Explicó ella, juntando sus dedos.
–Eres más adulta de lo que tú crees, Kurimo. –
Respondí, no estaba hablando en sentido sexual aquí, pero ella lo interpretó asi.
–Por eso es que… era un secreto… ¿Qué ibas a pensar si la mujer que tú ves como un adulto todavía mira esos programas? –
Preguntó. Estaba seriamente acomplejada por ello.
–No hablo de eso. Hablo de que toda tu forma de ver la vida es mucho más madura de lo que parece. –
–¿Cómo qué? –
Preguntó ella, no sé si estaba interesada, o si solo quería llevarme la contraria.
–¿Recuerdas el primer poema que me diste? ¿Te parece que una niña infantil se iba a tomar el tiempo de romperse la cabeza en un detalle cómo ese? –
–Bueno. Tal vez no lo haría… –
Respondió ella. Una niña no iba a pasarse horas pensando en cómo hacer un poema en primer lugar, le resultaría demasiado complicado.
–El cómo me defendiste de Sanae, la juzgaste infantil… no puedes tener un juicio como ese si tú también eres infantil. –
Expliqué.
–Pero aún me gustan los programas para niños… –
Replicó Kurimo.
–Puede ser, pero eso no es algo que puedas controlar. Crecer no es algo que uno escoge, es un proceso normal. Pasa poco a poco. No digo que seas una mujer hecha y derecha ahora, sería mentirte, ni siquiera yo me considero un adulto. Pero tampoco eres una niña. Y nada de lo que hagas va a cambiar eso tampoco. –
Expliqué. Ella pareció analizarlo. Luego vino la parte que realmente le preocupaba.
–¿Tu estas bien con eso? –
Preguntó, volteando a verme.
Esta chica es obstinada.
–Kurimo está bien asi como es. No es bueno forzar estándares sobre ti y me gustaría que tú dejaras de hacerlo también. –
–¿No te importa cómo sea? –
Preguntó ella, yo asentí con la cabeza. Eso era una mina.
–Claro que me importa. Pero tiene que ser real. No una fachada que te impones a ti misma para agradar a alguien. –
Repuse. Kurimo sonrió abiertamente, sin mirarme.
Entramos al tren después de eso.
–Hablé con Minase–chan acerca de esto. –
Comentó ella, una vez que nos sentamos en el tren. Estaba algo vacío, es por la hora que era.
–¿Sobre nuestra cita? ¿Qué fue lo que le dijiste? –
Pregunté. Ella miró por la ventana del tren.
–Que la última vez que intentamos esto, bueno… salió mal. Y que tenía miedo de arruinarlo otra vez. –
Ella siente, o está segura, por mejor decir, de que ella lo arruinó. Quería contradecir eso, pero dejé que ella terminara de hablar.
–Que estaba muy feliz de que me invitaras asi, pero… bueno, me da algo de miedo que no valga la pena para ti. Es decir… pasaron cosas en la mañana y… –
Explicó ella, su voz se apagó. Lo sabía, ella también cambió de planes. Y tenía miedo que el cambio provocara problemas.
–Esto es un completo desastre ¿No es verdad? –
Pregunté. Ella me miró, sin decir nada.
–¿Recuerdas lo que me preguntó Minase, el dia de la cita en el cinema? –
Pregunté, ella asintió.
–Bueno, te he dicho antes, yo decía la verdad. Quiero pasar tiempo con una chica linda. –
–Entiendo eso. Me ha quedado claro que realmente esperas que yo me divierta, y yo realmente espero que esto sea divertido para ti… pero ¿Por qué hoy? Eso es lo que no entiendo. Entiendo que es más fácil para ti pero… –
Ahh. Ella sintió que yo estaba rechazando el sexo con ella. Cree que esta cita es mi salida fácil para no tener que acostarme con ella.
De lo que ella tiene miedo es que yo diga ahora algo como “No tenía ganas de acostarme contigo”
–Hay una razón… si es lo que quieres saber. –
Expliqué, ella asintió atenta.
Incluso en estas circunstancias, lo he dicho antes, no puedes decir a una chica “No quiero tener sexo contigo” y especialmente Kurimo, tiende a pensar las cosas con mucho detenimiento. La mayoría de las veces, demasiado.
En realidad no tenía nada que ver.
–Bueno, a estas alturas, habrás oído algo sobre mi secretaria… –
Expliqué. Ella entrecerró los ojos. Si, había escuchado algo, por lo que veo. Y a ella no le gusta que piense en otras mujeres mientras estoy con ella. Era una mala forma de comenzar, pero me corregí.
–Bueno, es que esa mujer fue mi amante en el colegio, bastante antes de conocerte. –
Expliqué, no estaba hablándole triste, solo diciéndole la verdad.
–Tu… ¿Amante? ¿No era tu novia? –
Preguntó ella, confundida. Esa confusión le quitó el coraje de la cabeza.
–Pues… no exactamente. Es decir, ella me enseñó muchas cosas, sobre todo sobre los asuntos de pareja… –
Expliqué. Eso hizo que Kurimo soltara una risita.
–Pues te enseñó muy bien… –
Se tapó la boca después. Sus opiniones a veces salían de la nada, pero por eso supe que, enojada no estaba. Quizá el hecho de que hablara de Amatsune en tiempo pasado ayudó.
–Gracias por eso. Pero ahora mismo eso no tiene nada que ver. El caso es que, bueno, además de eso, esa relación siempre estuvo, algo vacía, por decirlo de algún modo. –
Kurimo se puso sería un momento. Rápidamente, y a grandes rasgos, le conté a Kurimo lo que había pasado con Amatsune. Ella se enfadó más y más a cada cosa que yo le decía. No le dije mentiras, no se trataba de eso.
–Eso fue solo cruel… –
Dijo. Pero entendió mi punto.
–Honestamente, yo no tuve el coraje ni la seguridad para reclamar. –
Para reclamar como tú lo hiciste, es lo que estaba implícito allí, pero ella solo guardó silencio.
–Y bueno, pensándolo un momento, yo no quiero que eso pase en mi relación contigo. Sé que te he hecho llorar antes, y sé que tú dices que no te molesta. Pero… no quiero que creas que por ello no hay nada especial entre tú y yo. Fue por eso que pensé en esta cita mientras estaba en el trabajo, solo para recordártelo. –
Ella asintió.
Lo importante allí, fue que yo no pensé en tener una cita como una manera de escapar de esa especie de compromiso en qué quedamos esta mañana, fue, más que nada, para demostrarle que no, no es su cuerpo lo único que me importa.
–Ahora tiene más sentido. Por eso es que entendiste como me siento desde el principio. Tú has pasado por ello también. –
Creo que una parte de mi relato la convenció de que, si, éramos iguales. Hay que decir que sus corajes y reclamos siempre fueron “No te importo” y no “No me entiendes”
Kurimo siempre estuvo convencida de que yo la entendía a la perfección.
–En cierto modo. Y bueno, simplemente me pareció, que hoy era un lindo dia para ser una mejor persona, y un mejor novio. Lamento si la razón es un poco egoísta, de todos modos. –
Kurimo negó con la cabeza.
–No me importa si es egoísta. Si acaso me siento mucho más conforme ahora que entiendo la razón detrás de muchas cosas. Solo quisiera que no te hubieran hecho tanto daño. Es eso. –
Respondió Kurimo.
–No puedo decir que la odie, si ella nunca hubiera desaparecido de mi vida, yo jamás hubiera pedido nada a Minase, y no te conocería. A veces la vida te lleva por caminos que tú no comprendes, pero que al final, es a donde tienes que llegar. –
Mensaje implícito en esas palabras también. “El destino nos juntó” pero eso no era un halago, lo pensaba de verdad. Kurimo sonrió abiertamente.
Bajamos del tren luego de eso y nos dirigimos al parque de diversiones. Al menos Kurimo ya no parecía insegura acerca de si yo quería realmente tener esta cita. Eso era un gran avance a este punto.
–Minase–chan parecía querer estar a mano luego de la cita que tuviste con ella. Dijo que solo debería aceptar y esperar lo mejor. –
Explicó Kurimo, sonriendo.
–¿Tú piensas que tiene razón? –
Pregunté, aquello era importante.
–Yo… apenas podía creer que realmente hubieras dicho esas cosas. Me asusté un poco… –
Admitió, bajando la cabeza.
–Pero luego también recordé, que… tú dices esas cosas al teléfono a veces, sin avisar… –
Explicó, comenzó a enrojecer, asi que acaricié su cabeza levemente. Eso la descolocó. Es que yo casi nunca hacía eso.
–Se trata de que estés feliz. –
Le dije, y finalmente, Kurimo sonrió.
Durante el poco tiempo que estuvimos formados, nos tomamos de las manos, pero luego tuvimos que avanzar y ella se soltó avergonzada.
Resultó que Minase tenía razón. Kurimo disfrutaba de estos lugares. Subimos a un par de juegos que no fueran demasiado extremos. Después de eso compramos algodón de azúcar.
–¿Quieres ir a algún otro? –
Pregunté. Ella me miró y sonrió.
–No, espera. Yo aún estoy mareada. –
Dijo con una risita.
–Bueno, es que ese último estuvo un poco intenso. –
Respondí. No es cierto, era un juego relativamente tranquilo, pero es que quería que ella se sintiera comprendida. Kurimo me miró con adoración, pero no dijo nada.
–¿Ocurre algo? –
Pregunté, ella batió la cabeza levemente, sonriendo.
–Estaba pensando, que yo quisiera ser como ese algodón de azúcar. –
Nunca antes fui enamorado tonto con ella. Suspiré y sonreí.
–Oh, tú ya eres algodón de azúcar. –
Kurimo se cubrió la cara y se dio la vuelta, avergonzada. Una probada de su propia medicina, ella siempre dice esas cosas impunemente, pero cuando se las dices a ella, no lo soporta.
Permanecí en silencio un momento, hasta que ella volteó.
–Ya sé a cuál quiero ir ahora. –
Dijo ella.
Señaló, como era de esperarse, a la rueda de la fortuna. Yo miré la fila.
–¿De verdad? –
Pregunté, la rueda me ilusionaba, es que es muy de parejas, la fila, no tanto. Ella me miró.
–Por favor… –
Pidió, yo me puse de pie. De todos modos no estábamos haciendo ninguna otra cosa. Miré el reloj. Las nueve y diez. Cerrarían en una hora.
–Bien entonces. Pero tendrá que ser el último. –
Supongo que no es nada original, terminar el paseo en el parque de diversiones en la rueda de la fortuna, quiero decir. Pero ¿Es acaso que hay una mejor forma de terminar una cita aquí? Yo creo que no.
La fila no tardó tanto como parecía. Hay que ver que la rueda era grande. Kurimo se sentó frente a mí mientras la rueda empezaba a moverse. Estábamos solos los dos, y ella dijo que la última vez que se subió en esta cosa, venía con sus amigas del colegio.
–Es una sensación diferente. –
Explicó.
–Bueno, supongo que si hay más personas en el vagón, todo cambia. En este caso solo estamos tú, yo, y la ciudad allí fuera. –
Respondí.
–¿Te parece… emm…? –
Bajó la cara de nuevo, avergonzada, pero sonreiría. Yo sabía lo que ella quería decir.
–¿Romántico? Lo es. –
Respondí. ¿Fue vergonzoso? Si, lo fue. Pero me he vuelto un poco más audaz, hay que serlo cuando parte de tu relación depende de que entiendas y completes los pensamientos que ella deja inconclusos.
Ella se pasó a mi lado. Y permaneció en silencio por un momento. Yo voltee a verla, ella parecía tratar de contener sus lágrimas.
–Este es el dia más feliz de mi vida. –
¿Cómo respondes a eso? Apreté su mano con delicadeza, sin decir nada. Ella miraba sus rodillas.
–Yo tenía… la idea de que a ti no te gustaban estas cosas… incluso me había dicho a mí misma que debería renunciar a mi idea… –
¿La idea de tener citas?
¿Ya ven? Eso es a lo que me refiero.
Ella es una chica de colegio, con las expectativas de una chica de colegio. Las mismas expectativas que yo tenía cuando… bueno, estaba en el colegio.
Y es cruel pedirle que las olvide.
–Kurimo yo… –
Ella batió la cabeza.
–No pienses mal. Soy feliz contigo… pero… pensé que era tonto e infantil sentirme asi… pensé que estaba esperando en vano… –
Explicó, estaba llorando, no engañaba a nadie.
–No es infantil, y en realidad no tienes por qué renunciar. Incluso los adultos como tu madre tienen citas de cuando en cuando. –
Expliqué, ella se limpió las lágrimas con un pañuelo.
–Sé que no es tu culpa. Muchas cosas pasaron, rompí contigo, me perdonaste, vine a vivir contigo, el bebé de mi madre, te quedaste sin empleo… yo entiendo. No estoy enojada ni nada. –
Explicó ella, un poco frenética, diría yo, sostuve su mano con las mías, justo como ella antes, para que se calmara.
–Es mi culpa. Fui yo quien se olvidó de esas cosas. Tienes razón, hubo muchas cosas en que pensar, no lo niego. Pero esa es una excusa, la verdad es que me volví negligente contigo. Te pido perdón por ello. –
–Tú no hiciste nada malo… –
Yo no hice nada, que es diferente.
–No es eso lo que digo, digo que me olvidé de pensar en tus sentimientos, por lo mucho que disfruto que estés conmigo. –
Supuse que sería una mala idea traer los asuntos de Sanae o Akane aquí, más que nada porque, en realidad no tenían nada que ver. Nuestra relación poco a poco había caído en una relación que se basaba en el sexo porque era la mejor parte.
Creo que, en cierto modo, ambos olvidamos que no es lo único.
No sé cómo lo viera ella, pero creo que se notaba hasta el ridículo, que planee cada cosa para que ella fuera feliz, y eso mismo, la hacía más feliz que el plan en sí. Puedo entender eso de ella.
Kurimo se acercó a mí lentamente, y me abrazó, pegando su cara a mi pecho.
–Lo entiendo ahora. Tú… estabas esperando por el momento adecuado… entiendo eso. –
Dijo ella, con un susurro que de no haber estado los dos en el pequeño vagón, no habría podido escuchar.
Levantó su rostro, fue muy obvio que iba a besarme cuando sonó su teléfono. Eso fue extraño, diría yo, ella enrojeció y se apartó levemente, luego buscó su teléfono, ya enojada.
–Es mi madre… –
Dijo, resoplando.
–Bueno, puedes responder. No pasa nada. –
Oh, sí. Si pasa. Estaba furiosa, según veía.
Ella tomó su teléfono, estaba temblando, no sé si por los nervios, por la vergüenza o por el coraje.
No pude escuchar lo que su madre le dijo, solo lo que Kurimo respondió.
…Si, yo entiendo. Si… está bien… No tienes que sentirte mal, yo estoy bien, en serio. Okaa–sama. Estoy ocupada ahora. Hablemos luego ¿Está bien?… Es una cita… En serio, ya tengo que irme. Hasta pronto…
Implacable como solo ella podía ser.
La cortó inmediatamente, sin ningún miramiento. No fue grosera ni le gritó, pero… me dio la impresión de que no debería preguntar muy a fondo sobre esa llamada.
–¿Está todo bien? –
Pregunté, eso si se lo podía preguntar.
–No estoy segura. Pero no puedo pensar en eso ahora. –
Explicó. Qué bueno que no fue mi teléfono el que sonó.
–Más importante que eso… –
Dijo Kurimo, volviendo a acercarse a mí, como tratando de recuperar el ambiente romántico que había antes de que sonara su teléfono. Tomó mi mano.
–Yo… –
Comenzó.
…Y terminó el paseo.
Sonó la pequeña alarma y la puerta del vagón se abrió.
Pensé que se enojaría. Pensé que se pondría a llorar, pero en lugar de eso, ella solo soltó una risa. Se cubrió la cara para reír.
–Creo que… deberíamos bajar. –
Anunció Kurimo, mientras reía. Yo me quedé mirándola pasmado hasta que ella tomó su bolsa, y sin decir nada, me tomó de la mano para bajar. La gente nos miró al bajar, porque, bueno, no es común que bajen tomados de la mano, pero no le presté atención, y Kurimo tampoco.
De hecho, ella no prestó atención a nada en ese momento, solo me tomó de la mano mientras caminábamos fuera del parque de diversiones.
–Es el mejor dia de mi vida. –
Repitió ella, creo que no del todo consciente de que lo estaba diciendo en voz alta.
–Bueno, no sé si quiero que pienses eso, es decir, planeo repetirlo. No quiero que esta cita se convierta en una especie de… comparativa. –
Expliqué.
–¿Quieres tener más citas conmigo? ¿Asi? –
Preguntó ella. Yo encogí de hombros. Suspiré y la miré a los ojos.
–Claro que quiero. –
Kurimo enrojeció y miró a otro lado.
–Solo… solo volvamos ahora. –
Dijo ella. Fue evidente que ella quiso decir algo y no pudo hacerlo. De hecho, ya estaba siendo muy valiente, es decir, durante todo el trayecto de regreso, no le importó que la vieran, no le importó que estuviéramos en público.
No soltó mi mano ni un momento.
Parecía ahora temerosa de que mi mano se le escapara.
Cuando cerramos la puerta de la casa, Kurimo permaneció a mi lado, sin soltarme. Ni siquiera se quitó los zapatos.
–¿Kurimo? –
Pregunté, ella se sobresaltó.
–Ven conmigo… –
Dijo ella. Estaba temblando.
–No mires a nadie, solo… ven conmigo… –
Volvió a decir.
–De acuerdo. –
Ella me sostuvo del brazo, y subimos las escaleras. Ella no dijo nada, tampoco volteó a ningún otro sitio que no fuera el suelo. Abrió la puerta del cuarto y entramos. Solo entonces me soltó.
Se adelantó unos pasos.
–Soy una llorona ¿No es cierto? –
Preguntó ella, volteó a verme, había lágrimas en sus ojos de nuevo.
–Bueno, no es como que no entienda… –
Respondí, mirándola.
–Tú… sabes que estoy loca por ti… –
Dijo Kurimo. En vista de que ella estaba siendo valiente, pensé que estaba bien si la dejaba hablar. Pero en lugar de eso, Kurimo se acercó a mí, y me tomó de la mano.
–No te vayas ahora… por favor… no te vayas… –
Pidió, yo avancé un paso, y fue como accionar una bomba.
–Estoy enamorada de ti… te amo, mucho, mucho, mucho… –
–Kurimo, yo… –
Yo también te amo, iba a decir. Lo juro, pero ella no me dejó terminar, se lanzó sobre mí como un gato atrapando a un ratón, me besó en los labios con tanta intensidad que me estrelló contra la puerta.
Ella no fue nada discreta ni silenciosa después de eso.
–Por favor… haz bebés conmigo ahora, por favor… –
Kurimo dijo en voz alta. No sé quién más estaba en casa pero estoy seguro de que, si alguien estaba allí, la escucharon.
Todavía aturdido por el atrevimiento de pedirlo de ese modo, directamente y en voz alta, no pude reaccionar cuando ella comenzó a lamer mi cuello y haló mi camisa con una locura que… se parecía a la mía.
–Hazme mujer… te lo suplico… me volveré loca sin ti… –
Pidió de nuevo, besó y lamió mi cuello, sosteniéndose de mis hombros, prácticamente colgándose de mí. No pude controlar la situación para nada después de eso. Kurimo había dicho cosas parecidas antes pero… jamás en ese tono, ni en ese volumen.
Realmente no importó para nada lo que pasara fuera del cuarto en ese momento.
Siempre supe que su amor era muy intenso. Y ese dia, sin aviso previo, ella lo dejó caer todo sobre mí. Asi que asi es Kurimo enamorada. Sostuve sus manos mientras ella restregaba su cuerpo una y otra vez contra mí, en la esperanza de excitarme lo suficiente para que accediera a sus demandas.
No hubo tiempo de pensar más, lo siguiente que supe es que ella estaba sobre el suelo, yo estaba sobre ella, y tenía una mano metida en su entrepierna, que no tenía ninguna necesidad de juegos previos.
–Hazlo… por favor… hazme mujer… –
Volvió a decir. Ni siquiera era obsceno pero su atrevimiento era algo que yo nunca había visto. Aun no estaba dentro de ella y ella ya estaba abrazada de mí con brazos y piernas, como si realmente estuviera asustada de que yo escapara.
Toqué un poco su vagina, aunque como dije, no necesitaba nada más allí. Kurimo negó con la cabeza.
–Te amo… te amo mucho… estoy feliz de ser tu novia… –
Hice lo que ella quería que hiciera, puse mi pene en su entrada y entré en ella de un solo golpe. Ella empujó sus caderas hacia mí y me mordió los labios muy levemente.
–Saboréame… dijiste que te gustaba… dijiste que… –
Pidió, estaba frenética. Incluso tallaba su espalda contra el futón para empujar sus caderas hacia mí.
Tuve que responder. De algún modo sentí que ella necesitaba oírlo, aunque fuera un poco. Y ya que ella estaba siendo tan honesta, pensé que era solo lo justo si era honesto acerca de esto también.
–Es grandioso Kurimo, se nota que naciste para esto. –
Fue lo que le dije, era un recordatorio de lo que le había dicho antes, pero Kurimo se lo tomó a su manera.
–Nací para esto… para ser tuya… te amo tanto… tanto… tanto… –
Me dijo mientras yo comenzaba a empujar dentro de ella con fuerza, sus pechos, aun dentro de su blusa, rebotaban con cada empuje.
–Demuéstralo… abre bien las piernas… –
Era mi modo de demostrarle que estaba en esto con ella, y también alguna forma de recuperar aunque fuera un poco del control, que ella de todos modos no me cedió:
–Están abiertas… lo están… es porque te amo… me encantas… estoy loca por ti… –
Todavía sin soltarse de mi cuello, volvió a besarme los labios. Fue muy obvio que ella no estaba muy segura de cómo dar salida a tantas cosas que se le estaban acumulando. Pero esto no era deseo normal.
Quiero decir que fue muy obvio que esto no se trataba de estrés por falta de sexo. Esto era la frustración por la falta de cariño. Eso y que para ella, ambas cosas están algo fusionadas dentro de su corazón.
Aun con todo. Lo acepto como es.
–Házmelo más… te amo… amo esto… amo lo que me haces… amo ser tuya… te amo… –
Todo lo que ella quiso decir, en tantas otras ocasiones, estaba saliendo ahora que ella estaba gritándome al oído todas esas cosas.
Fue como la explosión de una olla de presión.
Primero estaba llorando, luego parecía enojada y salvaje, luego estaba riendo. Acaricié su cara y ella me besó todo lo que quiso, usando su lengua para jalar la mía con un deseo que yo jamás había sentido antes.
Tuve que controlarme para no venirme prematuramente.
Continúe empujando dentro de ella, y ella continuó empujándose también, usando sus piernas para llevar el ritmo cada vez mas rápido.
–Kurimo. –
Me detuve en ese momento, Kurimo me miró expectante, algo molesta de que me detuviera, respirando pesadamente.
–También te amo. –
Sus paredes se estrecharon cuando escuchó eso, y un poco de néctar de amor salió de ella, pude sentirlo claramente. Pero también se puso a llorar.
–No llores. Es la verdad. –
Insistí, nos besamos, y comenzamos a rodar de alguna forma. No sé cómo es que rodamos sin que yo saliera de ella, pero acabamos del otro lado de la habitación, en el suelo. Aun asi, no me detuve.
–Te amo… te amo… amo todo de ti… amo ser tu novia… soy feliz asi. –
Pude sentir que comenzó a venirse porque me abrazó con más fuerza aun. Su vagina seguía tratando de succionarme mientras arrojaba néctar de amor en todas direcciones. Me mojó, bastante…
Después de unos segundos, solo estábamos allí, quietos, ella acariciaba mi cara con dulzura.
–No salgas… no salgas… –
Dijo ella. Se había calmado un poco, pero no diría que estaba tranquila. Aun respiraba con dificultad.
–No iba a salir. Todavía no termina. –
Respondí. En ese momento, la blusa debe haberle molestado, y se la quitó, también apartó su sostén. Toqué sus pechos y ella puso una mano sobre la mía.
–No me da vergüenza que me veas. Sé que te gustan mis pechos… son para ti también. –
Dijo ella, sin dejar de mirarme a los ojos. Esa mirada era difícil de sostener a veces. Como su orgasmo había pasado, comencé a empujar de nuevo. Ella clavo sus uñas en mi espalda, que no eran muy largas de todos modos.
–Apriétalos, pégales, muérdelos… no importa… te los doy… son para ti… –
Quise molestarla un poco, pero salió diferente de lo que esperaba.
–Te has vuelto muy pervertida. –
Le dije. Ella negó con la cabeza.
–Siempre he sido asi… desde la primera vez… que te vi… –
Dijo ella, riéndose avergonzada.
–Ah ¿De verdad? ¿Desde que me viste? –
Estábamos teniendo una conversación mientras yo seguía empujando dentro de ella. Era digno de notarse, porque hasta hace poco, ella no podía decir una sola palabra.
–Desde que te vi… lo único…que… pensaba… era eso… ese chico lindo… y genial… estará dentro de mi… cuando me presenté… Hatami Kurimo… un placer… futuro novio. –
Me dijo ella, o más bien confesó. Es que esas fueron sus palabras cuando se presentó, solo que lo de futuro novio no lo dijo, solo lo pensó.
–Eso sí que es una sorpresa… –
Respondí, empujando con fuerza, Kurimo arrojó jugos de amor en ese momento, pero no desistió.
–Estabas… tan cerca… sentí que… me iba a desmayar… Tu eres un tutor… ¿Puedes ayudarme con esto?… más cerca… mira mis pantis… hazme un bebé… –
Repitió, evidentemente acordándose de ello con agrado.
–Nunca antes… me sentí asi… nunca antes… mojé mi ropa… por alguien… tenías que ser tú… tú eras el indicado… yo lo sabía… Fue el destino. –
–Asi que estabas al tanto de que me gustabas… –
Respondí. Ella asintió y me dio un beso en los labios.
–Fuiste tan obvio… te gustaba más yo… lo sabía… fuiste lindo conmigo… me cuidaste… –
Explicó después, acariciando mi espalda. De algún modo, eso explicaba mucho mejor su comportamiento el dia en que nos conocimos.
No creo que haya sido la primera vez que ella sintió deseo, pero sí creo, que era la primera vez que le ocurría en presencia de un chico en específico. No un artista o alguna cosa asi.
–Pero defendiste a Minase. –
Repliqué. Ella asintió y me sonrió.
–Si Minase… se enojaba conmigo… no podría verte otra vez… Y me gustaste… mucho…–
Explicó ella, estirándose mientras se acomodaba para recibirme mejor. La llamó “Minase” sin honorifico. ¿Peleo con ella ese dia?
–¿Y qué opinas ahora? Tú aun me gustas mucho… –
Pregunté, ella soltó una risita complacida.
–Lo mismo que antes… hazme un bebé… –
Me erguí un poco para tomarla de los tobillos, ella pareció un tanto molesta por que me retiré de su abrazo, pero cuando empecé a empujar en serio, solo lo aceptó.
–¿Un bebé, dices? –
Pregunté, sosteniéndola de los tobillos con las piernas en el aire, su trasero hacía de buen amortiguador mientras sus pechos rebotaban. Hubiera querido tocarlos. Era difícil mantener mis manos separadas de ellos.
–Si… un bebé… un bebé… llena mi vientre… –
Pidió, alzando su voz y comenzando a gritar de nuevo.
–Te llenaré como se debe… –
–Si… pon tu semilla… en mi sitio más profundo… como animales… apareándose. –
Gimoteó ella. Empujé más profundo dentro de ella. Kurimo arqueó su espalda. Aumenté el ritmo aún más. La última vez, Kurimo se quejó por esto.
–¿Asi es como te agrada? –
Pregunté, ella empujó su cuerpo hacia mí.
–Si… usa mi cuerpo… con fuerza… para eso nací… –
Respondió. Y se llevó una mano a uno de sus pechos, sosteniendo su pezón, pero se detuvo inmediatamente, mirándome.
Creo que ella quería tocarse, pero es que es algo que ella no estaba segura de querer que yo supiera, o que estuviera al tanto.
–Tócate. –
Le ordené.
–Pero… –
–Si mal no recuerdo, te metiste a mi cama a tocarte, más de una vez, no queda nada que ocultar… seguro que esa no es la única vez… ¿cierto? –
Hablaba de que, ella se masturbaba con cierta regularidad. Lo encontraba comprensible, también encantador.
No había salido de ella, ni había dejado de empujar.
–Si pero… pensaba en ti… solamente en ti… lo juro… –
De algún modo lo sabía. Tengo la impresión de que, la culpa la mataría si ella comenzara a sentir deseo por alguien más.
–Lo sé… eres mía… solamente para mi… –
Insistí, eso la hizo relajarse un poco.
Al menos, yo estaba consciente de su fidelidad, y eso la halagaba. Creo que ella tenía algo de miedo de sentir algo por alguien diferente. Y por supuesto que tenía miedo de que yo pensara eso de ella por su hábito de tocarse.
Es decir, Kurimo estuvo aterrada de pensar asi de su hermano, pero que fuera su hermano no tuvo realmente nada que ver. Es el deseo lo que le aterraba. Huyo de casa por miedo a ser infiel, no por miedo a su hermano. Intento suicidarse para evitarlo.
Fiel hasta la muerte.
–Pues ahora estoy mirándote, quiero ver lo sucia que eres… ¿No es esa razón suficiente? –
Kurimo comenzó a apretar sus pezones ligeramente, también se llevó una mano a su vagina y comenzó a moverla.
–Si lo es… si lo es… yo quiero que me veas… ser asi… que sepas lo mucho me gustas… lo mucho que te amo… solo pensar en lo que haces… me pone asi… –
Amor y deseo son dos conceptos mezclados en su corazón.
Por otro lado. Rayos que si era excitante.
–Eres hermosa Kurimo… –
Le dije, ella sonrió ampliamente.
–Soy feliz… de que te guste mi cuerpo… nací para esto… tú lo dijiste… –
En ese momento lo entendí. Entendí por qué le gustó tanto ese concepto. En cierto modo, toda esa idea de “Naciste para tener sexo” podría resultar ofensivo para muchos, pero no para ella.
Porque lo único que ella entendió de eso, fue que ha nacido para ser amada.
Doble sus rodillas sin soltar sus tobillos, haciendo una prensa con sus muslos, y le di un beso en los labios, ella lo recibió con dulzura. Eso hizo que ella dejara de tocarse y se concentrara en tocarme a mí. Hablo de que me sostuvo del cabello
–Voy a llenar tu vientre… –
Anuncié. Eso hizo que ella me mirara ilusionada.
–Si… lléname… pon tu semilla dentro de mí… por favor… –
No sé si fue el hecho de que lo anunciara. Arrojó más néctar de amor mientras su espalda se restregaba contra el suelo y su vagina seguía succionando por unos segundos. Levantó sus caderas para dejarse sentir, sosteniéndose de mis brazos.
Cuando terminamos, los dos estábamos acostados en el suelo, a medio vestir y con las ropas que nos quedaban algo rasgadas. Respirábamos tratando de recuperar el aliento. Kurimo me tomó de la mano, sin decir nada.
–¿Te gusto? ¿Te agrada mi cuerpo? ¿Te satisface? –
Preguntó ella.
–Es genial… –
Respondí. Mientras lentamente salí de ella, el semen que había puesto dentro de su vagina comenzó a salir también.
–No me abandones… quédate… te necesito… por favor…–
Preguntó ella.
Yo sé que eso no era lo que había acordado con Akane, pero en cierto modo, pensaba que ya que mañana iba a pasarla con ella, cualquier coraje que ella pudiera hacer al respecto lo justificaba y podría contentarla.
Lentamente, me arrastré con Kurimo al futón.
Una vez allí, ella se pegó a mi todo lo que pudo. Hacía calor, y la habitación tiene que haber estado aún más caliente por toda la actividad. Es que si duró bastante.
Eran aproximadamente las doce de la noche.
–Hoy fue un dia genial… el mejor de toda mi vida… –
Dijo Kurimo, tocando mi pecho con sus dedos, como si tratara de examinar las diferencias exactas entre su cuerpo y el mío. Yo toqué su cara y ella volteó a verme.
–Trataremos de tener más días como este en cuanto se pueda. Lo prometo. –
Respondí. Ella sonrió.
–Te amo mucho, mucho, mucho… mucho. –
Suspiré, la aprisioné delicadamente contra mí, ella puso su nariz sobre mi hombro, y le respondí.
–Y yo a ti. –
Pude escuchar que ella se quedó dormida después de eso.
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