Tsunpri: Aishite Ohimesama - 12. La princesa sincera (Parte 1)
PARTE 1
“Umm… Rou-sama, si no te importa, ¿podrías echarme una mano un rato…?”
Desde primera hora de la mañana, Reaina permanecía en la sala de música, ocupada tomando clases de violín con el mejor instructor de todo el reino. Mientras montaba guardia en la puerta, Rou fue preguntado por una de las criadas que en ese momento estaba limpiando el pasillo.
“Seguro, ¿qué quieres que haga?”
“¿De verdad? ¡Muchas gracias! Ahora, ¿podría llevarme este sofá?”
Respondió con una sonrisa, a lo que la criada comenzó a sonrojarse. Al parecer, a menudo tenían problemas con ese tipo de tareas, ya que no había nadie en los alrededores que fuera apto para levantar objetos pesados con sillas y sofás. Y desde que se convirtió en el residente del castillo y las criadas se fueron acostumbrando poco a poco a su presencia, de vez en cuando le pedían que les echara una mano.
Tenía el deber de proteger a la princesa, pero como no estaban tan lejos de la sala de música, podría acudir en su ayuda si se enteraba de que había algún problema.
El muchacho ayudó a las criadas con la limpieza durante un rato, y cuando terminó volvió a su puesto original. Habiendo hecho todo el trabajo pesado para las criadas, pudieron volver a sus tareas habituales.
“¿Eso es todo?”
“Sí, era el último. Muchas gracias”.
"Realmente nos salvaste. Gracias por su duro trabajo”.
“Rou-sama es tan dulce, ¿no crees?”
Al final de su trabajo, las criadas inclinaron la cabeza en señal de gratitud.
“Por favor, no fue para tanto…”
Aunque no hizo nada tan especial, aún se sentía algo avergonzado por haber sido elogiado por ello.
“Siendo protegido por un caballero tan maravilloso como Rou-sama, estoy tan celosa de Reaina-sama.”
“Y aún así, Reaina-sama continúa actuando tan fríamente hacia él.”
“¡Así es! Pero aún así, Rou-sama sigue siendo realmente maravilloso, ¿no es así?”
Las tres doncellas parecían haber olvidado que Rou aún estaba frente a ellas, pues comenzaron a hablar de lo maravilloso que era realmente. Al propio Rou le costaba seguir el ritmo de la conversación, ya que los temas cambiaban muy deprisa.
“Umm… Necesito regresar a mi puesto, así que por favor avísenme si hay algo más en lo que necesiten ayuda.”
Sin saber muy bien qué decir, Rou consiguió finalmente abrir la boca, y las criadas bajaron la cabeza en señal de agradecimiento una vez más.
“Por supuesto, muchas gracias.”
“Rou-sama, una vez que termine su trabajo, y si está libre, por supuesto, ¿le gustaría tomar un poco de té conmigo?”
“¡Hey, no es justo! ¡Adelantarte a las demás!”
“¡Es por orden de llegada cuando se trata de esas cosas!”
Las sirvientas se agolparon alrededor de la que había hecho la propuesta, empujándola hasta que todas acabaron chocando contra la pared. Todas habían sido seleccionadas en todo el reino y eran muy hermosas. Era agradable ser invitado por ellas de esa manera, especialmente para alguien que aún era vulnerable a los encantos femeninos.
“Me temo que tengo que estar de patrulla hasta medianoche, así que tal vez en otro momento…”
Quiso decir algo más, pero de pronto oyó una voz a sus espaldas y se dio la vuelta en un instante.
“Hey, Rou, ¿qué crees que estás haciendo?”
“…Eh, esto es, umm…”
Mirando hacia atrás en la dirección de la voz, pudo ver a su amiga de la infancia caminando hacia él, agitando sus características colas gemelas. Miró al chico rodeado por las criadas y se llevó la mano a la cintura.
“Mina, ¿has terminado tu trabajo? Diana-san se va a enojar contigo si se entera que estás holgazaneando.”
“Hee, heeh~, ya terminamos~”
“Rou-sama nos ayudó.”
Cuando Karen puso cara de sorpresa, las criadas asintieron satisfechas.
“¿Ha? En realidad no tenías que hacer eso, sabes… En serio eres bueno hasta la exageración…”
“No, realmente no era para tanto…”
No había ninguna regla que dijera explícitamente que no debía ayudar a las criadas si podía. Pero a Karen le parecía que en realidad no había cambiado mucho desde que eran niños, siempre dispuesto a ayudar a todo el que lo necesitara.
“Pensándolo bien, Karen, ¿por qué te diriges a Rou-sama tan a la ligera? ¿Se conocen o algo así?”
“Ustedes no están saliendo, ¿verdad?”
“N-No es nada de eso…”
Las tres sirvientas soltaron esas palabras mientras se sonrojaban fuertemente, preguntando cómo era realmente la relación entre ellas, todo mientras cambiaban sus miradas entre ellas. Algo en su mente le decía a Rou que debía ser él quien respondiera a esa pregunta.
“Umm, Karen y yo somos amigos de la infancia, verán, y…”
No podía decirles que ella se precipitó de repente y se confesó con él, y que acabaron acostándose justo después, pero como tenía que decir algo dijo algo así. Después de todo, no querría que las chicas empezaran a difundir rumores desagradables sobre ellos.
“Así que, con las cosas como están, todavía hay una oportunidad para mí, ¿verdad?”
“Eh, yo, yo me pregunto sobre eso…”
“¡A-Ahora, dejen de murmurar cosas sin sentido y vuelvan a sus trabajos, todas!”
Las otras chicas se dieron la vuelta, con cara de enfado, y soltaron al chico, aunque de muy mala gana. Le hicieron un gesto con la mano cuando se alejaban, y como él no tenía ni idea de cómo responder a eso, simplemente optó por sonreír.
“¡Deja de actuar tan tímidamente!”
“No, no es así, lo juro…”
Intentaba desesperadamente explicarse ante la chica, pero ella también siguió su camino con cara de disgusto.
Desde entonces, de vez en cuando las sirvientas le pedían ayuda a Rou con diversas tareas, ya que probablemente era el único hombre tan amable y tan fiable del castillo. Eso también ayudó a derretir la distancia entre el muchacho y los otros sirvientes del castillo.
Al ver lo popular que se estaba volviendo Rou entre otras sirvientas, Karen quiso hablar con él sobre en numerosas ocasiones, pero al final desistió de la idea.
“Parece que estás disfrutando mucho con esto.”
“Umm… S-sí…”
Durante la hora del té, la Princesa cruzó sus largas piernas que se extienden por debajo de la falda de su vestido mientras se sienta en el sofá y mira fijamente al chico.
“Últimamente, todas las criadas han estado hablando de ti sin parar. ¿Acaso te interesa alguna de ellas?”
“N-no se trata de eso en absoluto…”
Parece que los rumores sobre el joven caballero difundidos entre las doncellas han llegado incluso a oídos de la Princesa.
“Ahora eso me da curiosidad. Rou-sama, ¿te has enamorado de alguien?”
“Incluso a ti, Diana-san… Te lo sigo diciendo, no es eso…”
“Fufu… Qué pena. Esperaba que dijeras que fui yo”.
"¿¡Eeh!? E-eso sería…”
La jefa de sirvientas se rió suavemente mientras rellenaba su té. Aunque sabía que le estaban tomando el pelo, al tratarse de Diana-san Rou no pudo evitar emocionarse ligeramente.
“Que entres en pánico de esa manera es terriblemente sospechoso.”
“Oh mi, ¿estás quizás también interesada en quien le gusta a Rou-sama, Reaina-sama?”
La Princesa, que hasta el momento estaba observando detenidamente el perfil de Rou, se sonrojó fuertemente al escuchar la atrevida declaración de Diana.
“¡E-es imposible que algo así suceda! En primer lugar, ¿por qué me preocuparía por algo que no tiene nada que ver conmigo…?”
"¿Es así? Por favor, perdóname, entonces”.
Reaina hizo un mohín y giró la cabeza mientras se apartaba el pelo con la mano. Pero como sus mejillas estaban rojas, debía de estar incluso un poco avergonzada.
“Eh, umm… Esto es…”
La persona que le gustaba estaba justo delante de él, y era Reaina-sama. Pero no había manera de que pudiera ir y declararlo aquí y ahora. La miró, y sus ojos se encontraron por un momento. Sin embargo, la princesa apartó rápidamente su mirada de él.
“…Si ya has terminado con las bromas sin sentido, ¡entonces ve y concéntrate en hacer bien tu trabajo!”
“¡Sí, Su Alteza!”
No sabía qué tenía a la Princesa tan agitada de repente, pero la Doncella Principal seguía observándoles con una encantadora sonrisa en la cara.
“Fuaaah…”
Rou siguió caminando por un pasillo poco iluminado en medio de la noche mientras agachaba la cabeza y suspiraba pesadamente. A su lado, ningún otro caballero estaba de servicio a esas horas. Aunque comprendía sus responsabilidades, era difícil cumplirlas noche tras noche sin ningún tipo de descanso o día libre.
(Mierda, tengo que concentrarme en mis deberes, no debo distraerme…)
Sus pensamientos se estaban desviando en una dirección completamente distinta, así que una vez se corrigió empezó a revisar cada rincón en busca de cualquier tipo de actividad sospechosa con el doble de cuidado habitual.
“¿Hm…?”
Había luz debajo de la puerta de una de las habitaciones. Recordó que esa habitación pertenecía a la princesa más joven, pero también recordó que le ensució la cara con su semen y la forma en que trató su polla, lo que hizo que se le pusiera dura como una roca ahí abajo y le entrara un sudor frío.
Rou empezó a sentirse tremendamente culpable por cometer tan atroz atrocidad, pero por el contrario Mirianne no parecía ofendida en lo más mínimo, después de eso actuando en su habitual y pegajosa materia hacia él.
(Hacer eso con Ann-sama… ¡No, no, en qué demonios estoy pensando!)
Asaltado por la tentación de la Princesita, no pudo evitar pensar así, y sacudió la cabeza para ahuyentar esos pensamientos.
“¡Ah, es Rou-san~! ¡Finalmente viniste por aquí!”
En ese momento, la puerta se abrió de golpe y la cabeza de la pequeña Princesa asomó por detrás, sonriendo ampliamente.
“No, verás, esta es mi ruta de patrulla habitual, así que…”
“¡No hace falta que te preocupes por los pequeños detalles, no hace falta!”
Mirianne intentó arrastrar al chico a la habitación agarrándolo del brazo con sus pequeñas manos.
“Ann-sama, no creo que esto sea una buena idea…”
“De ninguna manera~. Karen nos interrumpió anteriormente, pero hoy estuve esperando todo el día a que pasaras por aquí.”
Ella le sonrió al chico desconcertado, y lo jalo con sus pequeñas manos. Y como él ya había experimentado su fuerza antes, sabía que no había que subestimarla.
“Aunque digas eso…”
“Muu~… ¿Tanto te desagrado?”
Ann miró al chico, y pensando que realmente le cae mal se dio la vuelta con algo parecido a lágrimas brotando de las comisuras de sus ojos. Aquella expresión de dolor contrastaba con su habitual expresión alegre, haciendo que Rou se sintiera culpable por haberla hecho parecer así. Sacudió la cabeza con pánico.
“No es, no es así, yo sólo… supongo que puedo hacerte compañía un ratito, si insistes…”
“¿De verdad~? Ehehe, ¡te quiero tanto, Rou-san!”
Cuando Mirianne recuperó su habitual comportamiento alegre en un instante, Rou dejó escapar un suspiro de alivio. Verdaderamente, la sonrisa de Mirianne era otra cosa, calmando y calentando los corazones de los demás.
(Sólo voy a tener una breve charla con ella, para no hacer llorar más a Ann-sama…)
Aunque hace un segundo estaba tan entusiasmado por hacer bien su trabajo, aparentemente Ann-sama tenía una opinión diferente al respecto. Sin embargo, ya que ella era tan insistente él no tenía otra opción que aceptar su invitación, así que bien podría disculparse por lo del otro día.
“Por favor, date prisa y entra… Ah…”
“Eh…”
Cuando la Princesa trató de arrastrarlo a la habitación, miró más allá de su hombro y de repente la expresión de su rostro cambió a la de un niño pequeño que ha sido descubierto por su madre en medio de alguna travesura. Siguiendo su mirada, Rou miró hacia atrás sólo para ver a la Doncella Principal, mirando a la Princesa con las manos en la cintura.