El Harem del Emperador - 49. Una hermana mayor para todas
[PoV: Regina]
Se que suena raro cuando lo digo, pero con el pasar del tiempo he llegado a considerar al palacio ámbar mi hogar.
Nosotros los montañeses, somos en más de un sentido nobles poco convencionales. Sin embargo, a pesar de nuestras peculiaridades, seguimos siendo nobles del imperio en nuestro núcleo.
Lo que implica que incluso entre nosotros existen intrigas y conspiraciones que son el pan de cada día.
Quizás por ello, cuando fui desterrada de mi hogar producto de una traición, en lugar de entristecerme festejé a más no poder.
Lo que le siguieron fueron un par de años bastante locos de andar por aquí y por allá disfrutando de las comodidades que la dura vida en las montañas no podía conceder.
Pero fue entonces, que un encuentro “fortuito” me trajo a la escuela de maids Vald.
Y cuando dijo “fortuito” quiero decir que fui completamente timada, como el resto de chicas aquí.
– ¡Regina tienes que salvarnos!
– ¡Muestras castidad corre peligro!
– ¡Miss Claudia y Priya, por fin han puesto su malvado plan en acción! ¡Ellas pretenden arrojarnos a la cama del joven maestro, una a una para convertirnos en concubinas!
– ¡Yo aún soy demasiado joven pero tener un hijo! ¡Además odio el llanto de los bebés! ¡Me volvería loca!
– ¡¡¡Salvanos Regina!!! (×30)
Frente a mí que acababa de limpiar la cocina, se congregó una gran marejada de chicas.
Muchas de ellas seguramente jamás han tenido más interacción con un hombre que un simple apretón de manos. Pero incluso la más idiota, entre las idiotas, podía ver atreves de las razones por las que Claudia reunía a tantas chicas jóvenes en un lugar como este.
– ¡¡Muy bien chicas guarden la calma!! – Regina
Decidida a mantener el orden, levanté la voz e hice callar a la multitud.
– Cielos chicas ¿Podrían al menos elegir a una representante para que me explique qué es lo que sucede? – Regina
Afortunadamente sin demora, un rostro conocido emergió de la multitud y se paró al frente.
– Bueno lo que sucede es que… – Gracie.
< Devuelta al presente>
– Apuesto a que fueron a ti llorando en masa cuando se enteraron del reclutamiento. Conociéndote de seguro sacaste algunas ganancias extra aprovechándote de la situación.– Vettel.
– ¡Oh, vamos! ¿Por quién me toma? – Regina
– Es porque te conozco, que puedo decirlo con total seguridad.– Vettel.
– Ok, me atrapó. También conseguí algunos favores extra a cambio de ser la salva guarda de la pureza de esas nenas lloronas. – Regina
Por más raro que suene, estoy agradecida con miss Claudia por engañarme y traerme a este lugar. Gracias a ello, ahora tengo un hogar y una familia a la que pertenecer.
Tengo a mis lloronas compañeras a las que considero mis hermanas menores. Y a mí precoz y frágil maestro, al que considero un hermano menor.
– Las vírgenes, seguirán siendo vírgenes, mientras sigan actuando como tal.– Vettel.
– ¡Jajajaja! Ahora sí ha logrado hacerme reír maestro Vettel. Usted suena exactamente igual a un jovenzuelo qué acaba de pasar su ceremonia de mayoría de edad.– Regina
Era una sensación extraña y a la vez agradable pertenecer a un lugar tan singular como el palacio ámbar. En este pequeño paraíso aislado del mundo, podía ser yo misma independiente de mi ascendencia noble.
– Maestro, usted puede pensar en mi como un simple mueble más es la habitación. Ya firmé el mismo contrato mágico de confidencialidad que las demás chicas. Así que no tiene que preocuparse de que vaya por ahí haciendo chistes sobré su desempeño en la cama.– Regina
– ¿Chistes? ¡Ya quisieras! Estoy seguro que para mañana ya no me verás como el niño mimado que crees que soy.– Vettel.
– ¡Jajajaja! ¡Ya veremos eso!– Regina
El palacio ámbar es mí hogar y mi paraíso personal. Aquí tengo todo lo que mi corazón podría desear… Oh bueno, casi todo.
* toc * * toc * * toc *
– Recuerda Regina, guarda silencio y no reacciones a nada al menos que seas llamada. Recuerda mis palabras, las cosas aquí suelen ponerse bastante locas cuando menos te lo esperes. – Claire.
Susurrando cerca de mi oído, Claire me dio una advertencia mientras Priya se dirigía a atender la puerta.
– Oh vamos, no sean exageradas. Yo ya tuve un prometido ¿Recuerdas? Conozco lo suficiente sobre sexo, como para que nada de lo que suceda está noche me sorprenda. – Regina.
– Solo te estoy advirtiendo Regina. – Claire
Con un gesto de mi mano reste importancia a la advertencia de Claire. Y ella simplemente negó con la cabeza en respuesta mientras me advertía que no lo arruinara.
Para cuando nuestro pequeño intercambio terminó, miss Claudia ya se encontraba cruzando el umbral de la puerta en compañía de una joven chica.
– [Dudo seriamente que ese corte se encuentre de moda entre las jovencitas en este momento] – Regina.
Mi mirada fue atrapada por inusual vista de una chica noble del este, con el cabello corto.
Entre todas las regiones del imperio, las regiones del este, tenían en una muy alta estima a las mujeres cabello largo.
Era tanto así que las mujeres nobles de ésas tierras, llegaban a desarrollar una muy marcada obsesión por cuidar de su cabello.
– [No sé si ese corte es producto de la intervención de alguien más… Pero si es así, solo espero que Zed se apiade de él o ella en sus últimos momentos.] – Regina
Mientras pensaba para mí misma, Miss Claudia comenzó a presentar a su invitada.
Cómo siempre nuestra estricta e inflexible directora, no leyó apropiadamente el ambiente. Pues solo eso podía explicar, porque ella seguía a pesar de que el joven maestro se encontraba completamente embelesado.
– [ Tan solo mírate maestro, actúas tan compuesto y relajado a nuestro lado, que resulta difícil de creer la mirada lasciva que tienes ahora mismo ¿Será que usted es realmente un pervertido de clóset?] – Regina
Con una divertida sonrisa, observe la pervertida expresión en su rostro. Hacia tanto desde la última vez que vi a un hombre, que incluso la excitación de un niño resultaba encantadora.
– Si usted tiene algún problema con nuestra invitada, me gustaría conocer su opinión. – Claudia.
Terminando al fin su introducción, Miss Claudia entrega la decisión final al joven maestro. Y tal como esperaba la respuesta fue bastante positiva.
– No veo razones por las que debería rechazar a tan hermosa doncella de mis aposentos. Todo lo contrario, el solo hecho de ser bendecido con su presencia es suficiente para hacerme sentir profundamente agradecido y temeroso de ser yo quien sea rechazado.– Vettel.
Haciendo uso de una dialéctica muy fluida y clara. El joven maestro dio un discurso digno de un cazador de faldas de segunda clase.
Admito que tuve que morderme la lengua con fuerza para no partirme de risa en el acto.
– Estoy gratamente sorprendida de que mi anfitrión sea un joven maestro de habla tan educada. Honestamente temía un poco que usted fuera justo lo contrario.– Elysia.
Sorprendiéndome con su respuesta, la chica comenzó a cerrar la distancia entre ambos. Y al ver esto, el joven maestro no se quedó de brazo cruzados.
– Puede que sea un poco difícil de creer dado mi apariencia, pero la diferencia entre nuestras edades seguramente no supere los cinco años.– Vettel.
Sentándose en una orilla de la cama, él joven maestro respondió mientras se relamía los labios.
Yo por mi parte, apenas podía dar crédito a tan descarado comportamiento.
– [ Ni un kobold hambriento podría ser tan descarado. Supongo que después de todo el joven maestro ya es un adolescente en toda regla.] – Regina
Mientras hacía una nota en un rincón de mi mente, un suceso inesperado atrajo mi atención devuelta a la escena.
Ahí frente a mis ojos y superando mis expectativas, la joven invita, abordó al maestro Vettel y lo besó apasionadamente.
– Me alegra profundamente que así sea, o de otra forma podría ser más difícil pera mi concebir un bebé.– Elysia
Soltando tan indecente comentario, la chica se sentó a horcadas sobre el regazo del joven maestro y comenzó a besarlo repetidas veces.
Fue tanta la fluidez y naturalidad de sus acciones, que honestamente cuestione si la chica tenía experiencia.
– [ Vaya, y yo que pensaba qué solo vería a dos torpes tortolitos, darse amor mutuamente. Supongo que agradeceré más tarde a Olga por darme la oportunidad de ver algo tan interesante.] – Regina
Bastante alegre de haber encontrado un escape a la aburrida monotonía del palacio ámbar, agradecí en mi mente a mi desafortunada compañera.
Aunque para ser honesta no tenía muy altas expectativas tratándose de solo dos críos.
< Cuatro horas después>
– Ahhh ♡. Ahhh ♡. Ahhh ♡. Nngahh ♡ porfavor ♡. Naaaaa ♡, no más ♡. A este pasó♡. Naaaaa ♡, Voy a dar a luz a más de un bebé ♡. – Elysia
— Mejor aún… Uuh, en lo que a mí respecta, entre más mejor… ¡Aah! – Vettel.
– Naaa ♡ Nooo ♡ Ese no es el punto♡ Yo… ¡¡Fwuahhhh♡♡!!! – Elysia
– ¡Ésto es el paraíso! ¡Hacer bebés es lo mejor del mundo! – Vettel.
– Nnghu ♡. ~~~~♡♡. – Elysia
– … – Regina.
Completamente anonadada observé la escena que transcurrir frente a mí. Ahí sobre la gran cama, el joven maestro sujetaba con fuerza las cinturas de chica noble mientras eyaculaba dentro de ella al contenido de su corazón.
Con esta ya eran tres veces que él terminaba, mientras la montaba desde atrás como una bestia en celo. Pero lo más escandaloso de todo asunto, era el hecho de que está era la sexta sección de sexo, casi consecutiva que tenía está noche.
– Uff, no me canso de esta sensación. Simplemente me es imposible cansarme. Por favor toma hasta la última gota de mí y da a luz a un bebé sanó y regordete. – Vettel.
Disfrutando de la sensación de logro que proporciona a todo hombre plantar su semilla en el vientre de una joven chica. El joven maestro sacudió un par de veces más sus caderas antes de finalmente liberar su agarre sobre la cintura de la chica.
Esta, al encontrarse libre finalmente, dejó caer su trasero revelando la gran vara de carne qué hace solo un segundo había estado revolviendo el interior de su vientre.
Esa misma vara de carne, qué aún seguía erguida y dura a pesar de ya haber eyaculado ocho veces desde que inicio la velada.
– * trago* – Regina
Inconscientemente tragué saliva al pensar en lo peligroso que resultaría para mí un encuentro con un monstruo como ése.
– ¿Todavía estás consciente? – Vettel.
Tras superase del estupor, el joven maestro se acercó a la chica para comprobar su estado. Sin embargo lo único que obtuvo como respuesta, fue un largo gemido ahogado.
– Voy a tomar eso como un no.– Vettel.
Tras percatarse del lamentablemente estado en el que se encontraba la chica noble, el joven maestro soltó un pesado suspiro y se apartó de ella.
Tal parecía que este largo encuentro finalmente había llegado a su fin con el nocaut de la visitante.
– Mi garganta se encuentra bastante seca ¿Chicas podrían servirme un poco de agua? – Vettel.
Sentado en el borde de la cama él maestro Vettel se dirigió a nosotras. Más sin embargo, tal y temía, ninguna de las chicas hizo ni el más mínimo amaño por atender su solicitud.
Es más, fue la misma Claire quien disimuladamente usó su codo para hacerme saber que tenía que ser yo quien atendiera la solicitud.
Tras lo que fue un breve instante de duda, finalmente di un paso al frente y avance hacia el carro de servicio en un rincón de la habitación.
– [Vamos Regina, es el maestro Vettel, no hay nada que temer. Llevas ya ocho años trabajando aquí, incluso lo has visto desnudo y limpiado su cuerpo cuando estuviste en el equipo de baño ¿Porque temerías de un crío al que incluso le has limpiado el trasero?] – Regina.
Tratando de tranquilizarme a mí misma, recordé mi llegada al palacio ámbar y mi primer encuentro con el joven maestro.
En aquellos tiempos siendo un niño extremadamente frágil y enfermizo, él apenas salía de su habitación.
Todavía tengo grabado en mi mente el como incluso algo tan sencillo como presentarse a sí mismo era suficiente para dejarlo sin aliento.
Un niño sin esperanzas, que sin embargo se esforzaba por sonreír, con tal de no poner tristes a las personas a su alrededor.
– [ Eso es, no olvides que el joven maestro aún sigue siendo un niño. Mantén la calma y comportarte como adulto] – Regina.
Recobrando poco a poco la compostura, tome una copa de plata y la jarra de agua antes de darme la vuelta.
Ya para esté punto mi confianza había vuelto por completo, así que me acerque al joven maestro con total confianza y seguridad.
– Aquí tienes campeón, nunca imaginé que vería un lado tan varonil del niño al que le limpie el trasero por años. – Regina.
Extendiendo mi mano le ofrecí la copa mientras soltaba un comentario divertido. Lo cual fue bien recibido, ya que él joven maestro sonrió tímidamente mientras recibía la copa.
– Cuando lo pones así, se siente aún más raro por alguna extraña razón. Se que debería estar acostumbrado a esto, teniendo sirvientes y a Claudia cerca de mí en todo momento. Pero escucharte a ti decirlo, me hace sentir… Un poco avergonzado. – Vettel.
– ¿A qué viene está timidez tan repentina? ¡Vamos joven maestro! ¡Usted es un hombre! Los hombres deben sentirse orgullosos de sus logros de alcoba y presumir de ellos abiertamente. – Regina
Mientras decía esto me encargue de llenar la copa del maestro Vettel, mientras discretamente estaba al pendiente de miss Claudia.
Estaba más que consciente de que está cháchara excedía por mucho mis deberes de servicio. Más aún si se tomaba en cuenta la naturaleza vulgar del tema.
– ¿Enserio piensas que debería ser abierto sobre el tema? – Vettel.
Tímidamente el joven maestro acerco la copa a sus labios y comenzó a beber. Al observarlo de cerca tenía que reconocer que existían muchos aspectos de él que eran bastante disonantes entre sí.
Desde su personalidad alegre y entusiasta, que no encajaba con su aspecto frágil y enfermizo. Incluyendo por supuesto su seriedad y dirigencia que no empataban para da con la que debería ser su verdadera edad mental.
Pero si me pidieran señalar el aspecto más disonante en mi joven y frágil maestro. Ese sin duda sería su enorme y vigoroso miembro.
– *trago* – Regina
Nuevamente sentí mi garganta secarse, apenas mis ojos se posaron sobre aquella magnífica monstruosidad.
Cómo toda buena chica de mundo, estaba consciente que los humanos nos encontrábamos lejos de la cima, en lo que la escala de tamaños de miembros respecta.
Pero aún si nos manteníamos dentro de escalas “humanas”, el joven maestro sin duda pertenecía a las grandes ligas. Quizás no al nivel un destructor de reinos, pero sin duda él se encontraba al nivel de un destructor de feudos.
– [No puedo sentir otra cosa que no sea lastima por esa pobre chica, una vez pruebas algo como eso, no podrás sentirte satisfecha con pollas normales por el resto de tu vida] – Regina.
Dirigiendo una discreta mirada, ahora a la chica noble inconsciente, sentí auténtica lástima mientras recordaba una historia que escuché en un bar hace mucho.
– Regina. – Vettel.
Escuchando mi nombre siendo llamado por el joven maestro, rápidamente devolví mi atención a él.
– ¿Sí? – Regina
– ¿Cres que exageré un poco con la invitada de esta noche? – Vettel.
Tras escuchar la inocente pregunta, mis ojos vagaron entre la chica inconsciente y el enorme miembro del joven maestro. Y tras recordar todo el espectáculo de las últimas horas, una sola respuesta vino a mi mente.
– Maestro Vettel, usted es un verdadero enemigo de todas las mujeres ¿No es así? – Regina.
En respuesta, el joven maestro simplemente inclino la cabeza luciendo confundido, confirmando así mi preocupación.
– (suspiro) Veo que las preocupaciones de esas lloronas no son infundadas después de todo. – Regina
– ¿Quienes? – Vettel.
– Olvídelo maestro Vettel. Tomé le traje un poco de fruta pelada para picotear. – Regina.
Ignorando por completo las preguntas del joven maestro, simplemente seguí cumpliendo mis deberes como maid sin más.
Ahora comprendía que el deber de mantener la paz dentro del palacio ámbar, recaía completamente en mí. Esto por supuesto al ser la única no virgen lo suficientemente joven para la tarea.
– [Sólo espero que miss Claudia me dé un aumento, o al menos un buen bono si queda embarazada.] – Regina.