El Harem del Emperador - 50. Después de la cuarta noche
Tras dar por concluida la noche, asistí a Priya en la tarea de asear al joven maestro en el baño continúo.
Me avergüenza admitirlo, pero me sentí enormemente aliviada cuando ella mencionó que se encargaría personalmente de limpiarle la entré pierna.
Desgraciadamente aún me faltaba mucho para alcanzar el nivel de verdaderas profesionales como Miss Claudia y Priya. O al menos eso es lo que pensaba, mientras veía a Priya limpiar el pene del joven maestro con completa indiferencia.
– (bostezo) Se que ustedes son maids y es su trabajo. Pero, ¿Es tan necesario llegar a esto? Si me lo permitirás Priya, yo podría limpiarme ahí sin problemas. Es más creo que en este punto, coma o no, ya tengo la edad suficiente para asearme y cambiarme sólo.
Frustrado por el lento y minucioso trabajo de Priya, él joven maestro protestó. Yo que me encontraba fregándole la espalda solo pude reírme ante sus palabras.
– Maestro Vettel, estoy muy agradecida de que usted esperará un momento en que Miss Claudia no está cerca, para soltar tremenda barbaridad. Permítame recordarle una vez más que usted es un alto noble y nosotras sus maids. Y si aún no le a quedado lo suficientemente claro, nuestro deber es servirle como si fuéramos extensiones de su propio cuerpo.
Con un tomo de voz que no dejaba espacio a réplicas, Priya amonestó al joven maestro. Quizás si ella no se encontrará arrodillada frente a él frotando su polla, sus regaños tendrían más peso.
– Vamos Priya, yo nunca podría verte a ti o las chicas como herramientas. Ni tampoco veo la necesidad de hacerlo. Claudia es una cosa, pero al menos pensé que ustedes podrían darme un poco de espacio.
Sentado en el pequeño taburete de madera, él maestro se quejo. En cierto sentido sus quejas eran comprensivas, pero había una cosa muy importante que él pasaba por alto.
– Maestro Vettel.
Liberando la ahora flácida polla en sus manos, Priya se puso de pie.
– Si usted se encontrara completamente sano y con todas sus capacidades, el tema de darle espació podría ser negociable. Pero en su estado actual, usted fácilmente podría sufrir un grave accidente, por algo tan simple como agacharse para recoger algo.
Al escuchar está declaración, el joven maestro frunció el ceño con disgusto. Era más que obvio que estaba en desacuerdo con esa opinión.
– Mi salud ha mejorado mucho en los últimos meses, Priya. Permíteme recordarte que está misma tarde bajé un centenar de escalones por mi cuenta. Si eso no es prueba de que puedo comenzar a valerme por mí mismo, no sé qué sea.
Tratando de demostrar su punto, él joven maestro posó su mirada en un valde lleno de agua, justo al lado de su asiento. Su objetivo al parecer era la esponja que flotaba en su interior.
– Observa Priya, yo ya puedo comenzar a valerme por mí mismo.
Con un suave movimiento, se inclinó extendiendo el brazo para alcanzar la esponja. Pero apenas sus dedos lograron alcanzarla, su cuerpo perdió el equilibrio dejándose caer peligrosamente.
– ¡¿?!
– ¡¿?!
Yo apenas logré reaccionar a tiempo abrazándolo desde atrás y forzando mi cuerpo a mantener el equilibrio en mi asiento. Pero pronto me di cuenta que me había preocupado innecesariamente.
– Usted no tiene remedio.
Sonando bastante frustrada, Priya me arrebato al joven maestro levantándolo en brazos.
– ¿Priya? Yo… ¡Solo fue un pequeño mareó! ¡Eso fue! ¡Solo es que estoy cansado!
Evidentemente conmocionado él joven maestro trató de excusarse. Pero Priya ya no se encontraba de humor para escuchar escusas para este momento.
– Si tanto quiere que lo traté como un niño, eso es lo que haré. Regina, trae otro valde con agua caliente. Yo misma me encargaré de que el maestro Vettel no cause más problemas.
Tras ese anuncio rápidamente tomo un valde y me pongo en movimiento. Priya podía ser mucho más tolerante que Miss Claudia, pero si se le hacía enojar, ella podía dar la misma cantidad de miedo.
No me tomó más de unos cuantos segundos darme la vuelta y viajar a la pileta en busca de agua. Pero cuando me di la vuelta de regreso, Priya ya tenía al maestro Vettel completamente sometido.
– ¡Priya esto es vergonzoso! ¡¿De dónde diablos sacaste la idea de esta posición?! ¡¿Lo estás haciendo a propósito verdad?! ¡¿Lo haces solo para avergonzarme, verdad?!
Ahora sentada en el taburete, Priya mantenía al joven maestro sentado en se regazo. Su uniforme se había empapado por completo y se pegaba a su cuerpo haciendo la escena más bochornosa de ver. Pero lo que en definitiva hacía que la escena se pudiera mal interpretar aún más, eran los forcejeos del maestro. Los que inevitablemente la obligaba a abrazarlo con más fuerza pegándolo aún más a su cuerpo.
– ¡Priya! ¡No me aprietes con tanta fuerza! ¡Puedo sentir perfectamente tus pechos frotándose contra mi espalda mujer! ¡¿Es ocaso que no te da vergüenza?!
Presenciar está escena, fue sin duda uno de los momentos divertidos que había vivido aquí en el palacio ámbar. Tanto que sin querer comencé a reírme mientras caminaba de vuelta con el valde de agua.
– ¡Jajaja! ¡Maestro Vettel, usted parece una anguila recién atrapada por la forma en la que se retuerce!
– ¡¿Tu también Regina?! ¡Oh vamos! ¡¿Que he hecho para merecer este trato?!
– Será mejor que ambos cierren la boca antes de que yo se las cierre. Date prisa Regina, él maestro tiene que estar en la cama lo más pronto posible.
Apenas conteniendo las burlas, me dedique sin más a terminar de duchar al maestro Vettel.
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[ Ciudad interna, distrito Black wood, Casa de seguridad N7]
Mientras el sol se alzaba en el horizonte y los habitantes de la capital imperial se preparaban para iniciar sus jornadas. Un pequeño grupo de personas energía de las catacumbas bajo la ciudad en el sótano de una antigua y a menudo desapercibida casa.
– Bájame, puedo caminar por mi cuenta de aquí en adelante. Me reusó a perder la poca dignidad que aún me queda, menos aún lucir lamentable frente a esa niña extraña.
Mucho más enérgica de lo que cabría esperar, una reciente despierta Elysia dio órdenes a la Maid que la cargaba. Esta tras intercambiar miradas con la persona que lideraba el grupo, finalmente accedió a la petición.
– Joven maestra, le agradecería enormemente que no se exigiera demasiado en esta situación. Su cuerpo necesita tiempo para recuperarse, así como reposo después de…
– ¡¡¿Después pues de qué?!! ¡¡Adelante dígalo!!
Tan pronto su pies tocaron el piso, Elysia arremetió verbalmente contra quién parecía la persona más cercana al responsable de su situación actual.
– ¡¡Su maestro me ultrajo, mancillo mi honor y el de toda la casa Morís!! ¡¡Todavía siento como si su maldita cosa estuviera encajada en mi vientre!! ¡¡¿Tienen alguna maldita idea de cómo se siente ser follada hasta perder la conciencia?!! ¡¡¿Mm?!! ¡¡Pues a puesto que no!!
Hirviendo en irá la joven chica descargo toda su frustración, sin importarle las miradas de las otras mujeres que las acompañaban.
De hecho, las reacciones de todas las presentes fueron mayoritariamente empáticas, con la única excepción, de una mujer que chasquido la lengua y volteó la cara con celos.
– Me disculpó una vez más en nombre de mi maestro. Por favor no dude que la recompensaremos apropiadamente por todos los inconvenientes.
Claudia se disculpó rápidamente bajando la cabeza y prometiendo una compensación. Pero a diferencia de lo que cabría esperar, su disculpa sonó mucho más sincera que la típica disculpa formal.
Lo que sí bien, no calmó por completo la ira de Elysia, si hizo que ella se calmará lo suficiente para continuar. Había que reconocer el espíritu y el orgullo del que era capaz la chica. Más aún cuando se las apaño para recomponer su postura y caminar de forma natural después de un solo par de intentos.
El dolor proveniente de sus partes íntimas debía de ser considerable. Pero pese a eso Elysia se las arregló para caminar tranquilamente, por los pasillos de la casa hasta su habitación.
Su único consuelo era que una vez estuviera en su cama, podría cerrar los ojos y olvidarse de todo. Sin embargo, había subestimado por completo lo crueles que los dioses pueden ser con algunos mortales.
– Buenos días~, me alegra mucho ver qué regresaste con bien de tu velada romántica. Ven, entra, calenté la cama especialmente para que puedas dormir a gusto.
Tan pronto abrió la puerta de su habitación, la figura de una intrusa ocupando su cama atrapó su atención.
– Tú.
El rostro de Elysia se transformó en una expresión de odió, tan pronto la niña pelirroja le hizo sueñas para que entrará a la cama. Inevitablemente su primera respuesta fue amenazarla apuntándole con la palma de su mano.
– Deje que yo me ocupe, joven maestra. Recuerde que tiene prohibido usar magia hasta establecer un vínculo.
Adelantándose al desastre, Claudia tomó a Elysia por los hombros y le recordó que tenía prohibido usar magia. Está al recuperar el juicio, desistió bajando el brazo con el que planeaba conjurar magia para hacer volar a la invasora.
– Solo sácala de mi vista.
Tras recibir luz verde, Claudia se puso en marcha. Con su tranquilo y elegante andar ella rápidamente llegó a la cama donde una adormilada invasora la esperaba frunciendo el ceño.
– Joven maestra, aún no es momento para juegos ¿Que le parece si deja descansar a su amiga por hoy? Si me hace ese favor, puedo garantizarle que arreglaré todo para que tengan una bonita pijamada en unos días.
– ¿Me lo promete?
Al escuchar tan jugosa propuesta, los ojos de la adormilada niña se iluminaron como estrellas. Sin embargo, Elysia rápidamente protestó.
– ¡¿Quién rayos le dio permiso de hacer promesas en mi nombre?! ¡No! ¡De ningún manera tendré una pijamada con un bicho raro!
Ignorando por completo las protestas de Elysia, la invasora acepto el trato y extendió sus brazos para ser cargada por Claudia. Esta al estar ya tan acostumbrada a tratar con niños, acepto sin más y la levanto de la cama.
– ¡Oigan! ¡Estoy hablando enserio! ¡De ningún modo yo aceptaré este trato! ¡Me rehúso!
Aún enfadada, Elysia sacudió sus brazos en protesta haciendo una rabieta bastante infantil. Claudia por su parte solo pudo soltar un suspiro de cansancio al ver su comportamiento.
– Listo, su cama se encuentra libre. Las doctoras se quedarán con ustedes y monitorearan su estado. Por favor guardé reposo hasta confirmar el establecimiento de un vínculo. Recuerde que de ahora en adelante todo dependerá exclusivamente de usted.
Al percatarse que sus protestas caían en oídos sordos, Elysia apretó los dientes con enfado. Ella se prometió internamente cobrarse esta ofensa mientras subía a la cama y se cubría con las finas sábanas de seda perfumada de pies a cabeza.
– Entiendo, no tienes que repetírmelo.
Así sin más, Elysia puso fin a su intercambio y se hundió en sus sueños.
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Los dones son habilidades con su propia categoría por justas razones. Mientras que las bendiciones son otorgadas por los dioses o grandes los espíritus, los dones son algo con lo que simplemente se nace.
Y si bien la gran mayor parte de los dones de los que se tiene conocimiento utilizan mana para funcionar, éstos no son hechizos propiamente dichos. Quizás por ello tampoco tienen las mismas restricciones que los hechizos.
Fue cuando tenía tres años cuando mi niñera descubrió por accidente mis habilidades. Ella era la segunda hija de un matrimonio de caballeros. Y si bien no era una mujer muy lista, más temprano que tarde se percató de mi injusta ventaja al jugar en los jardines.
Mi padre al enterarse de ello, decidió que la mejor forma de emplear mi don sería en la defensa de nuestras tierras. Después de todo los clarividentes jugaban un rol muy importante a la hora de recolectar información.
Durante años mí hobby favorito consistía en subir a la habitación más alta de la torre a la que podía tener acceso. Y desdé sus ventanas, utilizar mi don para aventurarme dentro de la ajetreada vida de los plebeyos que habitan la ciudad.
Este pasatiempo me fue inculcado desde pequeña por mi padre, con el único objetivo de cultivar mi don.
A veces solíamos jugar nuestra propia versión del escondite, donde padre daba instrucciones a uno de nuestros sirvientes, para que saliera del castillo y se ocultará entre la multitud que perduraba en las calles.
Si yo lograba encontrar al sirviente antes de que el tiempo designado terminase, padre solía recompensarme comprando cualquier capricho que le pidiera.
Así pues, antes de siquiera darme cuenta, mí don paso de ser el equivalente de la versión básica del hechizo ojo de Halcón. A versiones más avanzadas de hechizos de clarividencia.
Pero para padre eso no era suficiente. Con el pasar de los años él insistentemente me forzó a llevar mi don a los límites. De jugar al escondite en las calles en inmediaciones de las murallas del castillo. Pronto pasamos a jugar en los parques y plazas a varias manzanas de distancia.
Una y otra vez, año tras año, las distancias se hacían más lejanas. Y yo ilusionada con las recompensas y alabanzas de mi padre, me esforcé por ganar cada vez.
Así fue que para mí doceavo cumpleaños muestro juego de escondite ya abarcaba aldeas aledañas.
Padre quién tenía grandes expectativas en mi don, invirtió tiempo considerable en educarme personalmente. Fue él mismo quien me enseñó a ser cautelosa acerca con quién compartía detalles sobre mi don.
Según sus palabras, un noble siempre debía conservar una o dos cartas para el mismo. Incluso si esto implicaba guardar secretos a familiares y amigos. Después de todo, un noble nunca podía saber de dónde vendría una traición.
Así pues, siguiendo su consejo guardé algunos detalles para mí misma. Entre ellos un aspecto de mi don que despertó curiosamente el mismo día en que mi cuerpo maduro.
– ¿Los hombres de tu padre te siguieron?
– No, pero no me extrañaría verlos por los alrededores pronto.
– Por favor acepta mi propuesta y huyamos lejos de aquí. Tengo un dinero ahorrado y puedo conseguir que mi tío me preste más para esta tarde. Huyamos juntos y viajemos a alguna de las ciudades estado del norte. Estoy seguro que puedo emprender un negocio desde cero. Bonnie, mientras tú seas mi esposa, sé que podré lograr cualquier cosa que me proponga.
En un pequeño cobertizo, un apuesto chico toma mis manos y me propone huir con él. La escena era tal y como en una cita de una novela romántica.
Sin embargo, se firmemente que está propuesta no va dirigida a mí.
– Tomás, yo… No puedo tomar una decisión tan precipitada ahora. Aún no se nada acerca del paradero de mi hermana, y padre ha estado actuando extrañó últimamente.
– Bonnie, es por eso qué es el momento perfecto para huir. Los guardias y los sirvientes de tu padre están desorganizados. Los preparativos para tú boda con Sir Angelo nos están dando una ventana que debemos aprovechar. Un amigo me aseguro que puede sacarnos de la ciudad está misma noche. Si jugamos bien nuestras cartas, a está misma hora mañana estaremos fuera del territorio de tu familia.
– Tomás, yo no puedo marcharme sin estar segura que mi hermana se encuentra bien. Nuestra relación no es la mejor, pero aun así es mi familia y la amo.
– [Maldita hipócrita]– Elysia.
Ese pensamiento paso por mi mente tan pronto escuché aquellas palabras. Bonnie siempre sabía que decir para ganarse el corazón de las personas a su alrededor. Y el muchacho frente a ella no era la excepción.
– Por favor Bonnie, piénsalo. No sé si soportaría verte casada con otro hombre. Simplemente no tendría la fuerza para seguir adelante.
Tras decir esas palabras Tomás rodeó a Bonnie con sus brazos y acercó su rostro al suyo para besarla. Yo quien veía todo desde la perspectiva de ella, simplemente no pude evitar sentirme incómoda.
Tras varios minutos de intenso besuqueo Tomás finalmente dejó ir a Bonnie con la condición de volverse a ver en un par de días.
Yo, que aún me mantenía sincronizada con mi hermana, observe como abandonaba a escondidas los terrenos de uno de los almacenes más recocidos de nuestro territorio.
Almacenes Heinz era por mucho la firma comercial más poderosa que operaba bajo el ala de la casa Morís. Sus movimientos de mercancías e insumos, mantenían en gran parte la economía de nuestras tierras a flote.
Pero aún pese a esto y a todos sus logros acumulados, la familia Heinz seguían siendo humildes sirvientes sin ninguna pizca de sangre o status noble.
Creo que está de más decirlo, pero el echó del que el hijo favorito de la familia Heinz se vea en secreto con la hija de un noble, es más que escandaloso. Aún más cuando agregamos el echó, de que ella es la hija del señor al que sirven.
– [¿Ahora a dónde te diriges embustera?]
Observando desdé los ojos de Bonnie, seguí todo su recorrido atreves de la ciudad que rodea el castillo. Tengo que reconocer que mi hermanita era alguien “hábil”, pues siempre se las arreglaba para burlar las patrullas de guardias y así como las miradas indiscretas.
Fue así como después de un largo recorrido, pude verla llegar a una posada oculta en los callejones menos transitados de la ciudad.
El sitió era obviamente el último tipo de lugar, donde esperarías encontrar a la hija de un noble. Pero aún así Bonnie cubierta con una capa entró, y sin nada más que una seña del recepcionista, subió al segundo piso.
– Número 9, número 9… Es la última puerta del corredor.
Susurrando en voz baja, Bonnie repitió para si misma el número de la puerta que el recepcionista le señaló. Y una vez frente a ella, llamo golpeando la puerta en algún tipo de contraseña secreta.
Tan pronto está se abrió, un par de brazos envolvieron a Bonnie y la arrastraron a su interior cerrado la puerta tras de sí.
– Me alegra ver qué estás bien. Estaba tan preocupado de que tú padre pudiera encerrarte en el castillo ¿No te han hecho ninguna prueba verdad? No podría vivir si se supiera nuestro secreto y te castigarán por ello.
Llevando a Bonnie hacia la cama, otro chico guapo hizo acto de presencia. Este a diferencia de Tomás, era alguien que conocía y solía ver a menudo. Sir Rogel York, hijo menor de la familia de caballeros York que servía a nuestra familia. El contraste entre él y Tomás era bastante por decir poco.
Tomás era plebeyo pero tenía dinero y era del tipo calculador. Rogel por otro lado, se podría decir que los únicos vienes de valor en su posición, eran su título y su equipo como caballero.
Su familia era pobre, aunque esto último no era culpa suya. Su abuelo fue quien contrajo de manera irresponsable una gran deuda, que aún hoy les cuesta pagar. Tomás era un joven impulsivo en muchos aspectos, y esto se veía reflejado de forma perfecta en su apariencia. Si tuviera que ponerlo en palabras simples, Tomas se podía describir como el hielo y Rogel como el fuego.
Y por si les quedan dudas, fue está misma impulsividad que le llevó a arrebatar la virginidad a mi hermana. Una acción que sin duda haría que se cabeza rodará si se hiciera público.
Durante espacio de una hora, escuché a ambos intercambiar información mientras se besaban y abrazaban apasionadamente en la cama. Afortunadamente Bonnie aún conservaba un poco de conciencia de la situación actual y puso freno a los intentos de Rogel de desvestirla.
– Eso es todo lo que se sobré Elysia, al parecer toda la información apunta a qué el Conde la a confinado en un pequeño templo cerca del pasó Karter para purificarse antes de ser entregada a los Luxor.
– No puedo creer que mi hermana aceptará semejante acuerdo. Los Luxor son firmes creyentes del sistema de castas noble, gente como ellos solo tratarían a Elysia como una esclava.
– Me temo que no será de otra manera. Más aun teniendo en cuenta que el Conde se ha arrastrado hasta ellos para conseguir este acuerdo.
Tras unos minutos de silencio, Bonnie parece llegar a una decisión.
– Roger ¿Aún deseas escapar conmigo?
Tomando al joven caballero por sorpresa, mi hermana tomo sus manos con fuerza. Sin embargo, su vacilación duro poco respondiendo con determinación digna de un caballero.
– Sabes que nada me haría más feliz que poder pasar hasta el último de mis días a tu lado.
– Entonces ayúdame a ver a mi hermana una última vez y huiré contigo hasta el fin del mundo.
Cerrando el trato con un beso, Bonnie consiguió convertir a Roger en su guardaespaldas para el viajé. Más sin embargo, Roger por sí solo no era suficiente.
– Necesitaremos equipo y un par de caballos para viajar hasta el pasó. Si vendo algunas partes de mi armadura creo que puedo…
– No te preocupes por eso, yo misma me encargaré de conseguir todo lo necesario para la noche del escape. Tengo varios socios y conocidos que pueden ayudarme. Dejárselo a tu diosa de la fortuna, ella se encargará.
Con una boba sonrisa en su rostro, Roger asintió antes de besar nuevamente a Connie. Así pues, después de ordenar sus ropas ambos se pusieron en marcha.
Roger volvió al castillo, mientras que Connie…
– [Ahora se dirige a la casa de ese alquimista de apariencia depresiva]
Algo tenía que reconocerle, Connie era todo un talento en lo que engatusar a jóvenes guapos y prometedores se refiere.