El Harem del Emperador - 7. Sin retorno*
– Oiga señor~
– Hud?
– Si usted señor. Estoy algo corta de dinero está semana y verá hay un teléfono nuevo que acaba de salir a la venta. Entonces me preguntaba ¿usted le interesa pasar un buen rato conmigo?
Fue algo que sucedió en mi vida pasada. Un día volvía dela oficina cuando en el ascensor de mi viejo bloque departamentos me tope con esta situación.
No era la primera vez que me topaba con esta clase de ofrecimiento, en ocasiones cuando volvía tarde del trabajo “las damas de la noche” se me acercaban intentando vender sus servicios.
Sin embargo siempre recordaré muy bien este evento por una buena razón. Fue la primera y única vez en mi vida pasada que una niña me hizo esa clase de oferta.
Ella era una puberta de posiblemente 13 o 14 años de edad, y por la manera en que vestía y actuaba mi mente rápidamente gritó problemas.
–Lo, lo siento… Estoy un poco apurado y !?
Ella cortó la distancia entre nosotros y entonces continúo.
– Vamos no tiene que estar en guardia. Ahora mismo estoy bastante necesitada de dinero y podría ofrecer algunos favores a un precio especial.
Ella hizo un gesto con la mano mientras habría la boca ligeramente.
Yo por mi parte solo podía pensar en todos los problemas en los que me podía meter si no manejaba la situación correctamente.
– Debo declinar tu oferta, me temo que no cuento con tiempo ni dinero en este momento.
La precoz niña no se inmutó por mis palabras en su lugar su mano se aferró a mi corbata.
– Huh?
– Bueno entonces solo será esto por ahora.
De repente ella tiro de mi corbata y mientras se paraba de puntillas ella me dió un beso francés.
El beso paró tan pronto el elevador se detuvo en mi piso. Yo rápidamente saque mi billetera y le di el billete de más alta denominación que tenía en ese momento.
Una sonrisa traviesa se dibujó en su cara tan pronto el billete estuvo en su mano y entonces se apartó permitiendo me salir del elevador.
– Hasta pronto señor, espero que la próxima vez cuente con más tiempo para mí.
Abandoné el ascensor en silencio y no volteé hacia atrás, después de eso fui a mi departamento y preparé todo para mudarme al día siguiente.
No hace falta decir que nunca volví a saber nada más de esa niña y afortunadamente no me involucre en ningún otro problema.
Ahora volviendo al presente, no puedo evitar comprar aquella vez con el ahora.
Honestamente la boca de aquella niña sabían a cigarrillos y enjuague bucal barato, sin embargo yo siempre endiose aquella experiencia en mi cabeza y nunca me di cuenta de la verdad.
Almenos hasta que bese la boca de Marie.
– ¡Ghhgh! ¡Huug!
Ella lucho debajo de mi mientras nuestros dientes chocaban y nuestras lenguas se retorcían.
Su boca era tan dulce, tan dulce y calida que en ocasiones me perdía a mi mismo en ella y olvidaba tomarme pequeñas pausas para respirar.
Con codicia revolví el interior de su boca y sorbí su saliva sin ningún miramiento.
No se cuánto tiempo duró mi ataque a sus labios pero antes de que pudiera darme cuenta sus extremidades ya no se resistían.
Ligeramente preocupado separé nuestras bocas y me retiré un poco para permitirle tomar aire.
Ella jadeo en busca de aire mientras mantenía la boca abierta y exhalaba cálidas bocanadas.
Su rostro tenía una apariencia bastante lasciva con sus ojos húmedos, mejillas sonrojadas y su pequeña lengua sobresaliendo de su boca.
– Marie. * Tragó * Si haces esa clase de rostro tan pervertido no puedes culpar a un hombre por violarte.
Mis manos comenzaron a arremangar su falda y pronto su ropa interior blanca con ligueros estuvo frente a mí.
Una sonrisa se dibujo en mis labios cuando identifique una mancha de humedad en sus pantis.
Eso fue todo lo que necesite, mis manos se movieron para liberar mi miembro de sus restricciones y pronto se ergio orgulloso ante Marie.
Sus ojos fueron rápidamente atraídos hacia mi pene, pero no obtuve más reacción de su parte, fue como si su mente estuviera en otro lado.
Sin desperdiciar más tiempo me cole entre sus piernas y delicadamente aparte sus pantis exponiendo ante mis ojos su pequeña hendidura sin vellos.
Ansioso por empezar a devorar el fruto prohibido frente a mí, presioné el grande contra la entrada.
No hubo racionamiento de ningún tipo en ése momento, no pensé si lo que estaba haciendo estaba bien o mal. Tampoco contemple las futuras consecuencias del acto.
Solo estaba el palpitar dentro de mi cabeza y la lujuria desborda de casi toda una vida de abstinencia.
– ¡¡¡¡Gyahhhhhhhhh!!!! Ngh! ¡DUELE! ¡ME ESTA PARTIENDO EN DOS DETENGASE!
Marie dejó salir un grito de dolor cuando comenzé a desgarrar sus entrañas a medida que me abría paso en su interior. Aún así no me detuve y continúe penetrándola hasta que casi la totalidad de mi miembro entró en ella.
– ¡NOOO! ¡Su cosa! ¡Ngh! ¡Está dentro de mí…. Saquela! ¡No puedo, es demasiado!
En algún lugar dentro de mi cabeza sabía que debía detenerme, que debía escuchar las súplicas de Marie. Pero en su lugar el impulso de mover mis caderas me dominó y fuí arrastrado por mis instintos.
– ¡¡Gyahhhhhhhhh!! ¡Ugh! ¡Dejé de moverse! ¡Duele, está revolviendo mi estómago! ¡UhhaaAAA!
La cama crujió bajo el rítmico movimiento de mi pistón. Sin importar cuánto suplicará o derramará lágrimas, ninguna de sus palabras llegaron a mi.
Yo me encontraba completamente perdido en su pequeño y ridículamente apretado coño loli mientras retenía su pequeño cuerpo bajó el mío.
(¡Kh, está tan jodidamente caliente!)
Gemi entre dientes, ante la calidez abrazadora que me envolvía cada vez que empujaba mi pene devuelta a las profundidades de Marie.
No se parecía a nada que hubiera experimentado en mi vida pasada y temí que no pudiera dar vuelta atrás después de ésto.
– ¡Porfavor no más! Duele..¡Ghhgh?
Hundo profundamente mi pene en Marie antes de unir nuestras bocas de nuevo.
Está vez por alguna razón, en vez de sorber su saliva pruebo darle de beber un trago de la mía en su lugar.
–¡¡Huug!! ¡Ghhgh!
Muy a mi sorpresa a medida que mi saliva entra en su boca, su boca de abajo parece relajarse gradualmente alrededor de mi pene.
Su vagina cambia gradualmente de apretar dolorosamente como si intentará expulsarme de su interior, a abrazar con firmeza como si no quisiera dejarme ir.
Solo cuando estimé que su cuerpo me había aceptado por completo fue que separé nuestras bocas.
– waahff.
Un pesado jadeó salió de los labios de Marie apenas estuvieron libres.
– Ah, an, ah, na…
Respondí con voz entrecortada a sus lindos jadeos mientras soportaba las ganas de eyacular.
– Volveré a moverme.
– Ah, nah.. porfavor.. no más.
– Marie tu boca dice que no quiere más pero tú vagina cuenta otra historia.
– No se…nahh, mi cuerpo se siente extraño~.
Una sonrisa se formó en mi boca al escuchar la voz medio derretida de Marie.
– Vamos solo tienes aguantar un poco más, después de todo ¿Quieres convertirte en una buena maid no?
– Me convertiré.. nahh, en una buena maid~
– Así es Marie ese es el espíritu, después de todo una de las responsabilidades más importantes de una buena maid es recibir las eyaculaciones de su amó directo en su útero.
Después de terminar mi oración hago retroceder mis cinturas y embisto con fuerza la entrada de su útero.
– ¡¡KYAAAA~♡!!
La sensación de mi polla golpeando su cervix envía fuertes descargas de placer atreves de mi espina.
Por otro lado el cuerpo de Marie sufre un violento calambre a la vez que todo el aire de sus pulmones escapa en la forma de un grito de placer.
– ¡Kh, mierda tu vagina no deja de retorcerse Marie!
– ¡¡No~♡, me voy a romper~♡, algo dentro de mi se romperá si sigue~♡!!
Hago caso omiso de los gritos de Marie y vuelvo a embestir la entrada de su útero ahora con más fuerza.
– ¡¡¡KYAAAA~♡!!! ¡¡Voy a morir~♡!!
– ¡¡Es tu primera vez, pero haces esa clase de voz!! ¡¡Kh, Marie eres una niña sucia!!
Una y otra vez repito mis ataques a máxima potencia sin ninguna consideración al pequeño cuerpo de Marie. Pronto la bofetada de carne contra carne y sus gemidos resonaron por toda la habitación.
– Nn… Ah, yo… No soy así~♡ ¡¡Nahh!!
– ¡¡Claro que lo eres… Y por ello te voy a premiar con mi corrida!!
En un último esfuerzo coloco toda la fuerza que puedo reunir en mi cuerpo en la siguiente embestida y me preparo para eyacular.
–¡¡¡Nooo, no lo haga maestro!!! ¡¡¡Si va más allá de ésto no se que será de mí~♡!!!
Ignorando las súplicas que llegan a mis oídos, descargó la embestida más fuerte que mi cuerpo puede dar.
Desde la entrada, mi pene recorre toda su vagina hasta chocar como un ariete contra la entrada de su útero, el cuál sede como las puertas desgastadas de una ciudad asediada. Apenas mi polla entra por completo la entrada se contrae alrededor de la cresta atrapando mi pene.
Marie sufre fuertes calambres mientras su boca se abre en lo que parece un grito mudó y sus ojos se quedan en blanco.
Yo por mi parte no soporto más y suelto mi carga directamente en su útero mientras desesperadamente intento no ahogarme con mi propia lengua.
El éxtasis golpea mi cerebro como las olas de un mar embravecido a la vez que mis bolas liberan la corrida más grande que jamás liberé.
De comienzo a fin fuí despiadadamente ordeñado por la vagina de Marie, la cuál no dejaba de contraerse violentamente a pesar de que está se encontraba claramente inconsciente.
Nunca había sentido nada cómo esto, tampoco tenía idea de que el sexo con una loli podía sentirse así de bien. Solo podía quedarme quieto mientras trataba de aguantar los reverberaciones de mi propio orgasmo que amenazaban con robarme la conciencia.
Pero entonces, el sonido de algo cayendo sobre la alfombra me devolvió a la realidad.
De la misma forma instintiva en qué un ciervo reacciona al sonido de una rama rompiéndose. Yo giré la cabeza hacia la fuente del ruido, solo para encontrarme con Claudia y Priya paradas en la puerta de la habitación.
Mis ojos se posaron sobre la bandeja que Claudia llevaba en las manos y desde la cuál una tasa había caído derramando su contenido sobre la alfombra.
Entonces mis ojos subieron, solo para encontrarme los rostros incrédulos de ambas mujeres, incluso el monóculo de Claudia había caído al piso en algún momento.
– “..”
– “..”
– “..”
Los tres nos quedamos congelados en un concurso de miradas hasta que yo me moví sacando mi pene de la vagina de Marie. Acto seguido la temperatura de mi cuerpo cayó en picada y colapse sobre la cama mientras veía al techo de la habitación.
Lo último que logré percibir antes de desmayarme fueron las voces de ambas mujeres llamándome alarmadas.