Haru No Yurei - Volumen 1: 14. Errores
Era la hora del almuerzo en la escuela. Después de lo ocurrido en la casa de la señora Fushima, no había hablado con Kamine acerca de nada, de hecho, no la había visto más que un par de veces en toda la semana. Todo este asunto de los exámenes me había tenido ocupado.
Estábamos iniciando el periodo de examines y ya había tenido dos de ellos, los maestros se pusieron estrictos este periodo, es todo lo que puedo decir al respecto. Estaba tomando el almuerzo con Sushake cuando Kamine, de la nada, apareció frente a la mesa. Tenía una paleta en la boca.
–Supe que tuviste una cita con Mizore. –
En lugar de saludar, ella fue directo al grano, puso una mano sobre la mesa, Sushake la miró y ella se dio cuenta de ello, comenzó a lucirse mientras hablaba conmigo.
–Bueno, no hubo tiempo de decirte. –
Respondí, ella negó con la cabeza.
–¿Estas escondiéndolo de mí? –
Preguntó ella.
–Acaban de comenzar los exámenes. –
Repliqué, ella me miró con desconfianza.
–No es como que se hayan encontrado por casualidad ¿O sí? En tal caso tuviste que haberlo planeado. –
Replicó Kamine, yo lo pensé un momento ¿Por qué salí con ella en primer lugar ese día? Ah, ya recuerdo, la invité a cenar… y luego…
Kamine no prestó atención a Sushake en ningún momento, es decir, no le habló, ni nada parecido, pero sus movimientos eran los de una chica coqueteando. Le di un codazo por debajo de la mesa para que reaccionara. Kamine, al darse cuenta, sonrió.
–Bien ¿Pasó algo? –
Preguntó ella. A diferencia de todas las otras ocasiones que ella hacía preguntas indiscretas, esta vez parecía seria al respecto, quiero decir que estaba personal (y familiarmente) interesada en la respuesta. También era la primera vez que ella me hacía esa pregunta sin tener el lugar en consideración.
–Estamos en público. –
Le dije, señalando a todos lados.
–Entonces si hiciste algo… –
Se quejó ella, enojándose de pronto, yo me puse de pie y hablé en voz baja.
–Escucha, no voy a decir que si ni que no en este sitio, en primer lugar, no puedes hablar de esas cosas así aquí, y en segundo lugar, es un asunto de ella y mío. Es todo. –
Y volví a sentarme.
Si tanto quería saber ¿Por qué no le preguntaba a ella en primer lugar? ¿Qué no se contaban todo? Bueno… es que esto podía ser la excepción, aun así, no iba a decirle nada si Mizore no me autorizaba explícitamente a hacerlo y aquello era muy poco probable.
–¿Tienes novia? –
Preguntó Sushake de pronto, mirándome a mí y a Kamine discutir.
–Si… se llama Mizore. –
Respondí, volteando a verlo.
–¿Y cómo es que no lo sabía? –
Preguntó él, haciéndose el ofendido.
–En realidad, no tiene mucho tiempo, así que no hubo forma de decírtelo. Fue incluso después de que conociste a Sakyomi–san. –
Expliqué. Kamine había sido dejada de lado.
–No me ignores. –
Reclamó ella, en cuanto se dio cuenta.
–No deberías estar aquí, y no puedo responder a tus preguntas, Kamine. –
Le respondí, después de eso ella se dio la vuelta y se fue. Yo fingí que no me di cuenta cuando ella le guiño un ojo a Sushake y seguimos tomando el almuerzo como si nada hubiera pasado. A la salida de la escuela, Kamine hizo su movimiento, quiero decir que me envió un mensaje a mi celular.
“Préstame a tu amigo”
Decía, yo entrecerré los ojos. ¿Es que no podía disimular ni un poco?
“No se puede, tiene novia”
Respondí mientras tomaba mi mochila.
“Vengan ambos al laboratorio de química”
Creo que no entendió mi mensaje, iba a responderle que no cuando llegó un nuevo mensaje, esta vez con una fotografía.
Era de Kamine, besándose con alguien, otra chica en particular. Sakyomi Hamaki.
El mensaje tenía un texto.
“¿No quieren?”
Diablos, la verdad es que la fotografía era bastante motivadora pero… me acerqué a Sushake, quien estaba hablando con otro chico acerca de no recuerdo que cosas.
–Ven conmigo. –
Le dije, tomándolo del brazo.
–Oye, no hacía falta apresurarse ¿O sí? ¿Qué está pasando de todas formas? –
–Tengo algo que mostrarte. –
Le dije, y le mostré la fotografía directamente, Sushake no fue nada discreto de todas formas.–
–¿De dónde sacaste esto? Es Hamaki, y la chica de esta mañana. –
–Me la mando esa misma chica, se llama Kamine, y creo que te están esperando, mi amigo. –
Él retrocedió confundido.
–¿Cómo que me están esperando? –
Le mostré los otros mensajes para que comprendiera, el negó con la cabeza.
–No, no, no, definitivamente no, es decir ¿Ambas? Me van a dejar en ridículo. –
Quejó.
–Cállate, oportunidades como esa solamente una vez en la vida ¿sabías? –
–Olvida eso, ¿Hamaki sabe que iré? Es decir ¿Cómo es que la convencieron en primer lugar? –
Preguntó él, no estaba seguro de querer responder a eso, porque puede que la respuesta no le gustara, pero la verdad es la verdad.
–No creo que haya sido especialmente difícil, por lo poco que puedo de Sakyomi, es una chica a quien le agradan las cosas nuevas. –
–Oh, demonios, ahora no puedo controlarme. –
Me dijo.
–Pues no lo hagas, ve al laboratorio de Química. –
Respondí.
–Ven conmigo. –
Respondió él.
–¿Estás loco? La invitación es para ti. –
–No, no, ella dijo ambos. –
–Es tu novia. –
Repliqué.
–Puedes tener a la otra, yo creo. –
Comenzamos a caminar, independientemente de si fuera o no al laboratorio, el camino era el mismo en este punto.
–No creo, hubo una razón por la que Kamine se tomó la molestia de todo esto, ella te quiere a ti, no creo que haya problema si lo haces con ambas. –
–No puedo, eso es imposible, con trabajos puedo satisfacer a Hamaki. –
–Pues ambas te quieren allí. –
Le dije, Sushake se veía nervioso, bastante alterado, quiero decir, y apuesto a que estaba empezando a tener problemas en su pantalón, cosa que no me puse a verificar.
–De acuerdo, hagamos esto… puedes tener a Hamaki, sólo esta vez. –
–Oye, no decidas eso por tu cuenta. –
Repliqué.
–Está bien, no creo que a ella le importe, una vez que esta de humor para hacerlo, a ella no le importará quien sea, estoy seguro. Y en todo caso, es su culpa por meterse en esto. –
Explicó él, y me mostró una foto en su celular de su novia, estaba desnuda y mostraba sus pechos con timidez, no parecía la clase de chica que aceptaría algo así de la nada. Pero lo cierto es que las apariencias siempre engañan.
–Es cierto que tiene buen cuerpo, pero aun así… ¿Estás seguro de querer hacer esto? –
Pregunté, lo malo es que Sushake ya no estaba pensándolo claramente.
–Ella no usaría a alguien más para llamarme si me quisiera a mi… ¿No crees? –
Ni que hacerle, su lógica era buena esta vez, creo que lo que más me sorprendió, fue que estuviera dispuesto a algo así… sólo por Kamine. Pero en ese momento, la idea de dos chicas esperando por él inundaba su mente. No puedo culparlo por pensar así.
Sin decir nada a nadie, subimos las escaleras rumbo al laboratorio, nos paramos afuera de la entrada y nos miramos mutuamente.
–¿Listo? –
Preguntó él.
–Creo que sí. –
Respondí, y corrimos la puerta. Entramos tratando de no hacer ruido, no se veía nadie.
En ese momento… llegó un mensaje al celular de Sushake, me dejó verlo, era bastante simple.
“Pongan seguro a la puerta”
Era lo que decía, así que fui y puse el seguro, en cuanto se escuchó el seguro de la puerta, desde detrás se una de las mesas salió Hamaki sin blusa y sin sostén, recargó las manos sobre la mesa, respirando pesadamente.
–Sushake–kun… yo no quería… ella… –
Sushake y yo nos miramos, creo que fue evidente que Kamine estaba aún debajo de la mesa, nos acercamos a Hamaki.
–Descuida… yo… no sabía que estabas esperándome, lamento la tardanza… –
Completamente hipnotizado por el movimiento de sus senos al aire, Sushake se acercó a Hamaki y comenzó a besarla de forma obscena. Yo me preocupe por buscar a Kamine, quien, como la había dicho, estaba evidentemente detrás de la mesa, sentada en el suelo, con la cara metida entre las piernas de Hamaki.
–Otagane–kun, te tardaste… –
Se quejó ella.
–No hables tan cerca de mí. –
Se quejó Hamaki. Sushake aprovechó que habían dejado de besarse para hablar.
–No te preocupes, te irá bien… hoy vas a hacerlo con él. –
Dijo Sushake, señalándome, ella pareció no entender.
–Pero… –
En ese momento, Kamine dejó de lamer y se puso de pie.
–Ah, estabas aquí… ven acá chico lindo. –
Allí la tienen, Kamine en celo para ustedes, Sushake no supo que decir, no estaba acostumbrado a esa clase de situación. Hamaki lo miró acercarse a Kamine como si en ello se le fuera el alma, quiso decir algo, pero Kamine la reprimió.
–Vamos… prometiste que me lo prestarías… será sólo por esta vez. –
Dijo, y completamente segura de que tenía la atención de Sushake, balanceo su trasero de un lado a otro mientras caminaba.
–Ya tuve mucho jugueteo mientras llegabas, y parece que estás listo también… ¿Qué te parece si vamos directo a la acción? –
Preguntó Kamine, tal como se esperaba de ella, Sushake asintió y se acercó a ella, luego Kamine se encargó de desabrochar su pantalón y le dio un beso obsceno. Sushake se detuvo para ver a su novia por última vez, ante de entregarse por completo a lo que Kamine le ofrecía.
Después de ver que Sushake se había perdido, Hamaki reaccionó y me miró, con algo de confusión en la mirada, yo encogí de hombros. Tampoco yo lo entendía del todo bien.
–Tu… ¿Quieres hacerlo? –
Preguntó ella con timidez. Sushake y Kamine ni siquiera nos escucharon, estaba ocupados besándose y tocándose un poco.
–Pues… eres muy linda. –
Respondí, no estaba seguro de qué debería decir, me acerqué un poco a ella, y a pesar de que evidentemente todavía estaba asustada por lo que estaba pasando, Hamaki no se movió, eso me hizo suspirar. Kamine comenzó a gemir mientras Sushake comenzaba a meter la mano entre sus piernas.
–Creo que… ellos lo están pasando bien. –
Comentó Hamaki, sin mirarme, con las manos aun apoyadas sobre la mesa.
–¿Eso no te molesta? –
Pregunté, colocando mi mano sobre la suya, ella negó con la cabeza, levantó su trasero un poco, luciéndolo, como contagiada por la pasión que su novio estaba dando a otra chica justo frente a sus narices.
–Él dijo que estaba bien si lo hacía contigo… –
Respondió ella finalmente, y me miró.
–Muy bien entonces. –
Le dije, volteando a ver su trasero, que resaltaba por la posición en la que ella estaba.
–¿Quieres que haga algo? –
Preguntó Hamaki, acomodándose el cabello con la mano que acababa de soltar, yo pasé una mano por su espalda.
–Puedes hacer lo que quieras. –
Respondí, tomando su trasero con la mano y levantando su falda, tenía puestas unas pantis color negro, bastante eróticas por cierto.
–Son unas pantis muy lindas. –
Comenté, acercándome más a ella mientras la tomaba por la cintura, ella movió su trasero ligeramente de un lado a otro, imagino que inconscientemente, mientras sonería un poco avergonzada.
–¿En verdad te gustan? ¿Piensas que me quedan bien? –
Preguntó ella, una pregunta un poco extraña, pienso yo, pero no es como que no entendiera que a ella le gustaba el halago.
–Bueno, son muy incitantes. –
Pasé una mano por su trasero, jalando ligeramente el elástico, usando la otra mano para rodear su cuerpo y tomar uno de sus pechos, eran suaves, como si estuvieran hechos de malvavisco, Hamaki restregó si trasero en mi entrepierna, y yo comencé a besarle la espalda mientras le sobaba las nalgas.
–¿Eh? Parece que te gusta mucho esa parte de mi… te la presto para que juegues con ella. –
Me ofreció, insinuándose con todas las técnicas que conocía, la voz, el movimiento de los labios, su mirada, incluso se pasó una mano por el cabello. Voltee a ver a Sushake un momento, ellos ya habían pasado a la acción y ahora Kamine estaba hincada en el suelo, haciéndole una felación.
Sushake me miró por unos momentos y me hizo una señal de victoria con la mano, mientras sonreía. Ese tonto, había pasado directamente a esas cosas, demasiado pronto para mi gusto, y puede que para el de Hamaki también, lo digo porque después de unos momentos, su cuerpo estaba sudoroso, y trataba de pegarse al mío lo más que se pudiera.
–Sigue acariciándome… tus manos son mágicas. –
Me dijo ella, endulzando la voz y balanceándose de un lado a otro.
–¿En verdad? Entonces… imagina lo que pueden hacer… una vez que lleguen aquí… –
Y comencé a bajar la mano con la que estaba tocándole los pechos, ella comenzó a gemir en voz baja, a medida que la paseaba por su estómago, su vientre, y finalmente por debajo de su falda, a su entrepierna. ¿Había dicho que eran sus pantis bastante eróticas? Lo digo porque había una abertura en ellas, para que pudiera meter mis dedos o mi pene en ella sin tener que quitarlas. Hamaki se estremeció al contacto con mis dedos.
–Que rico… aun no comienzas a violarme, y ya quiero venirme… –
Me dijo, así, directo, yo sonreí, imposible que fuera solo mi culpa que ella estuviera así, pero como además de todo m halagaba un poco, no le dije nada, solo continué, ella comenzó a tratar de darse la vuelta, buscando mis labios para besarme. Pero como yo no estaba seguro de que Sushake me lo fuera a permitir, no la dejé.
Ella se quejó jadeando.
–No seas, malo conmigo… déjame besarte… en verdad quiero hacerlo. –
–Tu novio está mirándonos… –
Respondí, besando su espalda.
–¿Por qué no eres tu mi novio? –
Se quejó ella, comencé a lamer su cuello, sin responder a esa pregunta. Después de unos momentos, Hamaki estaba en llamas, retorciéndose allí parada al ritmo que movía mis manos.
–Me estas atormentando… cada vez que quiero venirme con tus dedos… lo mueves de lugar… –
Me dijo eso mientras gemía, creo yo que tratando de que Sushake no escuchara, si ella quería guardarse esa ínfima parte en secreto, por mi estaba bien.
–No se trata de atormentarte, es divertido acariciarte. –
Estaba tomando su trasero con una mano cuando dijo eso, podía sentir como su cuerpo se contraía ante el contacto con mis manos, sus jugos estaban escurriendo de sus piernas semi abiertas desde hace un rato, y había un pequeño charco en el suelo.
–¿Te gusta mi cuerpo? ¿No te parece que mi trasero es muy grande? Siento que se interpone… –
–Es cierto que es grande, pero a mí me agrada así… es incitante.–
Le dije, pellizcándolo levemente, mientras lanzaba una pequeña mordida a sus hombros.
–Está así porque te quiero dentro de mi… pero… me da miedo que te detengas… –
Era… excitante mirarla gozar por esto, y al contrario de ella, y de los dos que nos acompañaban, yo no tenía ninguna urgencia por penetrarla justo ahora.
Incluso me di el lujo de distraerme un poco. Volteé a mi derecha, Kamine estaba sentada sobre una de las mesas del laboratorio, con las piernas abiertas y gimiendo. Sushake sostenía sus piernas con ambas manos mientras empujaba con fuerza dentro de ella. Kamine aceptaba gustosa, incluso comenzó a pedir:
–Más fuerte, más fuerte, haz un desastre de mi… –
–Eres una zorra. –
Apuntó Sushake, aumentando la fuerza de sus embestidas, pero Kamine solo acercó más su cadera a la orilla de la mesa.
–Si lo soy… si lo soy… y me gusta mucho. –
Y en esas estaban. Las palabras de Hamaki me devolvieron a lo mío.
–Me voy a venir… –
–No puedes venirte ahora… ni siquiera hemos empezado. –
Respondí, muy tarde. Sentí en mis manos como un líquido caliente comenzó a fluir desde en medio de sus piernas.
–Me vengo… mi mente… esta en blanco… soy tan… feliz…. –
Deje de tocarla mientras ella volvía a recargarse en la mesa. Su trasero temblaba con los espasmos mientras ella daba pequeños saltitos y más y más liquido salía de su vagina, mojando sus piernas, y el suelo.
–Lo siento… lo siento… yo no quería aun… no pude evitarlo. –
Me dijo a media voz, pero no parecía que lo sintiera para nada, se veía bastante complacida.
–Vaya… sí que salió mucho. –
Comenté, la verdad es que eso me hizo sentir bastante bien, a pesar de que yo no había terminado, ella me miró con una sonrisa.
–Nunca había pasado eso con un chico… ¿Te desagrada? –
–No, no realmente… ¿Qué quieres decir con “un chico”? –
Pregunté, sonrisa de complicidad incluida.
–¿Quieres saberlo? –
Preguntó ella, sonriendo también. Miramos a Sushake y Kamine, ellos estaban en lo suyo también, después de un poco más de esfuerzo por parte de Sushake, finalmente Kamine quedó complacida y cubierta de un líquido viscoso blanco. Sushake me miró de vuelta, yo le sonreí y él a mí.
En ese momento, sonó la alarma del fin del tiempo para los clubes, y ahora faltaba poco para que los maestros y l personal de la escuela comenzara sus rondines por los salones.
Si nos quedábamos, nos encontrarían.
–¿Es todo? –
Preguntó Hamaki, bastante desilusionada, Kamine se acomodó la ropa.
–Sí, lo es, tenemos que irnos o nos encontrarán. –
–Pero yo… –
–Nada de peros, tenemos que irnos. –
Hamaki comenzó a ponerse el sostén, yo no me había desvestido así que no tuve mayor problema.
–Eso no es justo… yo quería… –
Comenzó a quejarse cuando fue obvio que Sushake estaba distraído acomodándose la ropa.
–Después. –
Le dije, ella me miró ilusionada y sonrió. No dijo nada, solo asintió con la cabeza y comenzamos a salir de allí. Kamine y yo nos fuimos por un lado de la escalera, Sushake y Hamaki por el otro.
La primera vez que la vi me pareció antipática. Admito que mi opinión de ella había mejorado mucho luego de esto.
–¿Y qué tal? ¿Conseguiste lo que querías? –
Pregunté, riéndome por recordar la cara que tenía mientras Sushake se la “almorzaba” ella me miró con esa cara de puta satisfecha que ponía.
–Creo que voy a romper con mi novio. –
Dijo ella, y sonriendo, se adelantó, pude ver como se acercó a su novio, que posiblemente venía saliendo de uno de los clubes, incluso escuché que preguntó por su espera, ella dijo que estaba esperando por él.
Hay que ver que era una maldita.
Después de la escuela fui a mi trabajo. Ni siquiera pasé a mi casa, normalmente no salía tan tarde de la escuela, pero tampoco llegué tarde al trabajo. Mi jefe me recibió como de costumbre, creo que tenía la impresión de que continuaría dándole lecciones a su hija, pero él me dijo que ella y su madre habían salido esta tarde, y que por ello no necesitaba preocuparme.
Así que me puse a preparar las cosas para hornear. En ese momento, llegó alguien a quien no esperaba ver, Sanae, quien llegó con los brazos cruzados y apariencia enfadada.
–Bien, Otou–san, ya estoy aquí… –
Dijo. Recordaba que mi jefe me había mencionado que Sanae estaba actuando raro. Lo extraño de todo esto es que el señor asintió.
–Bien… Otagane–kun, mi hija… tiene algo que decirte… –
Me llamó mi jefe, yo sentí que el corazón se me subía a la garganta.
Me acerqué a la caja registradora. Sanae miró a su padre por un momento, con cara de enojada, el hombre suspiró.
–Bien, bien… los dejaré a solas… solo… no lo distraigas mucho tiempo. –
Dijo el hombre y subió las escaleras. Me imagino que el señor había vuelto a confrontar a su hija, en cuyo caso era… normal que esto estuviera pasando. El problema es que tanto ella como yo, sabíamos que aquí faltaba un trozo de verdad, por lo que esta… reunión no tenía objeto.
O eso pensé.
Sanae suspiró cuando su padre se marchó.
–¿Qué ocurre? Pensé que no querías volver a verme. –
–No quería. –
Respondió ella, con cara de enojada.
–No tenías que mandarme llamar entonces… –
Iba a decirle que no tenía que venir, pero… su padre era el dueño, ella podía hacer lo que quisiera.
–Minase me contó sobre lo de tus lecciones. –
Respondió ella.
–¿Qué? –
Pregunté, aquello me cayó como balde de agua fría ¿Por qué rayos hizo eso?
–Hablo de… sus “otras” lecciones. –
Explicó ella, yo bajé la cara.
–Ya sé de qué hablas. –
–Y bien ¿Qué tienes que decir al respecto? –
Preguntó Sanae, cruzada de brazos.
–No tengo nada que decir, ella quería saber esas cosas. –
–¿Te chantajeó o algo? –
–Claro que no. –
De acuerdo, en parte era mentira, pero en realidad no creía que fuera… culpa de Minase, ella quería saber.
–¿Entonces te gustan las niñas? –
Me miró con cara de asco.
–Ya te lo dije, ella quería saber. –
Respondí. Ella me miró con sospecha, ladeando la cara.
–Y tú estabas muy dispuesto a enseñarle… Pobre de ti. –
–Si vienes a reclamar, te diré que no tengo tiempo, di lo que viniste a decir. –
–Debería llamar a la policía. –
Reclamó ella, haciendo un puchero.
–Pero estas aquí. –
Respondí. Si quisiera llamar a la policía ya lo habría hecho, estaba aquí porque no quería hacerlo, y con sinceridad, sus razones eran irrelevantes.
–Quiero entender, es todo ¿Ya? Quiero entenderla No me interesa lo que te ocurra a ti, si estas libre o vas a la cárcel a mí no me ayuda en nada pero ¿Por qué mi hermana pequeña querría mezclarse de esa forma con un sujeto horrible y pervertido? Eso no tiene sentido –
Reclamó ella, a punto de las lágrimas. No puedo imaginar su expresión cuando Minase le contó lo que estaba pasando. Otra cosa es que estaba triste porque ya no podría hacer más de esto con Minase, no sé porque se lo contó a su hermana, pero si su padre se enteraba, yo estaría en la cárcel en menos de lo que canta un gallo.
No podía darme ese lujo.
Por supuesto eso no se lo dije.
–¿Por qué te niegas a aceptar que ella es una chica en crecimiento? –
Reclamé, creo que una gran parte del problema que tenían era ese.
–¡Eso no tiene nada que ver! –
–Tú también tuviste su edad ¿No querías saber a esa edad? –
Reclamé. Era una cabeza hueca.
–¡Claro que no! Es decir, esas cosas eran inmorales y aun lo son… no tiene… por qué ser de esa forma… ¿Por qué mi hermana pequeña? Y ¿Por qué tú?… –
Sanae se puso a llorar.
–¡Devuélvemela! –
Gritó finalmente. Y luego se puso a llorar.
–Tu padre va a escucharnos. –
Reclamé, pero ella no me hizo caso.
–Y no voy a quitarte a tu hermana, eso no funciona así. –
Expliqué, ella negó con la cabeza.
–Desde que ella recibe esas lecciones, actúa raro conmigo. –
–No es por las lecciones, es porque no tienes la maldita delicadeza de escuchar lo que ella dice, mírate ahora, estas aquí, reclamándome porque no pudiste escuchar lo que ella quería decir. –
–No vine aquí a reclamarte, vine aquí a recuperarla, ella es importante para mi… –
–Pero no tienes que recuperar nada. –
Que terca era.
–Escucha, esto no está lleno a ningún lado, el trato es simple, tú te alejas de ella y yo cierro la boca. –
Explicó, limpiándose las lágrimas.
–Puedo alejarme de ella, pero eso no va a recuperar tu relación Sanae. –
–Entonces ¿Qué hago? Señor experto. –
Se quejó ella.
–¡Ve allá! Y escucha… lo que sea que ella quiera decirte, ella tiene derecho a una opinión en cuanto a lo que piensa, escúchala, sin juicios, sin preguntas, solo escúchala… te vas a llevar una sorpresa. –
–¿Y se supone que eso ayude? –
Yo suspiré, tenía ganas de golpearla, pero… verla llorar y hacer un berrinche por poco me hace reír, eso también es cierto. Suspiré para soportar las ganas de reírme de ella.
–Piénsalo un poco, está en la escuela… tu… recuerdas cómo es ir a la escuela ¿no? Los chicos son crueles y estúpidos, y ella no entiende porqué le gustan pero no puede evitarlo, las amigas hablan de cosas que ella no conoce y quiere ser parte del grupo… alguien tiene que enseñarla a sobrevivir allá –
Expliqué, al menos me estaba escuchando.
–Pero nadie dijo que tenías que ser tu… eres su tutor de las lecciones, no más que eso. –
–Pues tu eres su Onee–chan, es tu problema ahora, hazla que se sienta mejor… anda. –
–¡Pero yo no puedo! –
Se quejó ella.
–Yo… detesto esas cosas… no puedo simplemente aceptarlo… es… desagradable. –
–Pues ella no las detesta, y necesita saber. –
Repliqué, y sin ganas de perder más el tiempo me di la vuelta y volví adentro, a los hornos. En ningún momento tocamos el tema de lo que había pasado entre nosotros. Sanae me siguió.
–Yo… cometí un error ¿entiendes? Un error terrible… –
–No todo se trata de ti, Sanae. –
Repliqué.
–No es por eso… yo… a mí no me gusta hablar de esas cosas, me recuerda cosas muy malas. –
–¿Entonces qué quieres hacer? –
–No lo sé, no tengo idea de que hacer, sé que Minase no se siente igual con respecto a las cosas pervertidas, sé que a ella si le interesan pero… yo no quiero saber nada de ello. –
–¿Entonces qué quieres hacer? –
Repetí la pregunta, ella seguía dando explicaciones sin sentido.
–Tu… ¿Qué piensas de Minase? Sé sincero. –
¿Estaba evaluándome?
–Pienso que es linda. –
Respondí, luego me acordé del sabor de su vagina.
–Y varias otras cosas de las que no voy a hablar. –
Expliqué, Sanae se paró frente a mí.
–Quiero saber si la encuentras indecente. –
Respondió.
–Pues si… un poco… ¿Qué chica no lo es? Es bastante normal en realidad. –
–Pervertido. –
–Eso también es normal. –
Respondí, colocando una charola en el horno. Ella me miró con ojos asesinos.
–Debería arrojarte dentro. –
Amenazó.
–Hablas mucho, pero como dije, tu problema con Minase es que no la escuchas, no son las lecciones, ni siquiera los asuntos que tratamos, es que ella piensa que tú eres sorda y ciega. Yo tengo que admitir que, tiene razón. Puedo parar de darle lecciones, puedo no volverla a ver, no importa, ella encontrará un nuevo maestro, el mundo está lleno de ellos. –
Le aseguré, ella me miró con desagrado.
–Como dije, cometí un error, me costó mi juventud, mi vida escolar, un novio, todos mis amigos, y ahora incluso a mi hermana pequeña. –
Dijo dándose la vuelta.
–Tu cuerpo era suave. –
Respondí, antes de que se fuera, eso la hizo detenerse, no sé si por coraje o por vergüenza, pero no volteó.
–Sólo aléjate de Minase. –
Respondió ella y se fue.