Haru No Yurei - Volumen 1: 7. Vidas extrañas
El tipo del club de baloncesto terminó con su novia a la hora de la salida.
Lo sé porque todo el mundo se enteró.
Hicieron un escándalo en la parte interior del patio escolar, la que pega con la piscina escolar.
Y como le había dicho, Sushake quedó como el amable del cuento. Me refiero a que ahora sabía demasiado sobre Sakyomi y ella no podía permitir que un chico que sabe tanto sobre ella, o más bien cosas bastante vergonzosas sobre ella ande suelto por allí.
Así que como era de esperarse, fue a buscarlo a la hora de la salida.
Le preguntó si quería acompañarla a casa.
A mí ni me miró.
Ni falta que me hace.
Akane…
Como decía, ella actuó en todo momento como una oveja descarriada, como una niña buena que busca el camino de regreso a la pulcritud… casi puedo escuchar en mi mente las líneas que usó.
“Eres amable” “Agradezco que me mires de esa forma” “Nunca nadie había hecho algo así por mi” “Es vergonzoso que lo sepas, no lo digas” “No lo volvería hacer” “Estaba desesperada” “Si un chico lindo me quisiera”
Etc…
La verdad es que ya me sé esas líneas.
No tienen ningún efecto en mí.
Por otro lado, bien por Sushake, porque la chica era preciosa, eso no se lo puedo negar.
Y se fue con ella. Me hizo una señal golpeando dos dedos en su mejilla, que quería decir, hablamos luego y se fue.
Lo bueno del caso, es que yo también tenía un asunto pendiente.
Hablo de que Kamine fue hasta donde yo estaba y me preguntó si podíamos hablar… en un lugar privado. Yo encogí de hombros y la seguí, fuimos hasta la combini que estaba afuera de la escuela y nos sentamos en las mesas que ponen para que la gente coma allí.
Yo tenía unas galletas, ella compró un jugo.
–¿Pasa algo? –
Pregunté.
Ella me miró entrecerrando los ojos.
–No, no es nada. –
Dijo, y se recargó en la mesa, mirando a la ventana.
–Sólo pensé que querrías saber cómo ha ido todo en mi casa, luego de… ya sabes. –
–Es cierto, pasó algo a medio día y me olvidé… lo lamento. –
Respondí, llevándome una palma a la cara, ella me miró molesta.
–¿Tan malo fue que te olvidaste de ello a la mañana siguiente? –
Preguntó, yo negué con la cabeza.
–No es eso, no se trata de mí, es por un amigo… lo nuestro fue genial. –
Aseguré. No le mentía, era buena. Kamine enrojeció y bajó la cabeza.
–Tu falta de tacto es una de tus cualidades más determinantes. –
Respondió ella, pero la verdad es que no estaba pensando en esto para nada.
–Bueno… ¿Que ha pasado? –
Pregunté, ella suspiró.
–Mi madre no me cree… piensa que es una excusa para engañar a mi novio, y aunque no le parece malo, tengo que decir que ella se niega a creer en algo así. No niega que exista, niega que eso es lo que esté pasando, fue muy específica. –
Explicó Kamine.
–Eso tiene solución. –
Respondí, podía volver a entrar a la recámara de la señora.
–No es tan simple, creo que ella sospecha de ti… –
Respondió Kamine.
–¿Por qué? –
–Bueno, eres un chico, vives cerca, sabes en donde está llave de la casa… necesitamos otra cosa. –
Me dijo Kamine, creo que comenzaba a entender por dónde iba su razonamiento.
–En resumen, consigue una novia. –
Respondí.
–¿Recuerdas que te mencioné a mi prima? –
Preguntó Kamine, sonriendo porque estaba captando todo a buen ritmo, yo asentí.
–Bueno, hablé con ella durante el descanso, ella está dispuesta a intentarlo, yo sólo le hablé bien de ti así que ahora está ilusionada… –
Y me miró sospechosamente, entrecerrando los ojos.
–No lo arruines. –
Me advirtió.
–No lo voy a arruinar ¿Por quién me tomas? –
Pregunté, ella hizo un Hmph.
–No lo sé… tal vez por un pervertido, ladrón de ropa interior, abusador, aprovechado, desconsiderado mal amigo que me hace llorar de placer para luego desaparecer sin decir “gracias” –
–Lo siento. –
Respondí, ella suspiró.
–Ni siquiera sé por qué estoy ayudándote. –
Se quejó.
–Porque sé tú secreto. –
–Ah, sabes mi secreto, ¿Te parece que eso vale lo suficiente como para quedarme callada mientras me haces un hijo, un hermano y un sobrino? Maldita bestia. –
Preguntó ella.
–¿Por qué estas enfadada? –
Pregunté, no me quedaba muy claro.
–Escucha, mi prima no puede saber nada de esto ¿Entiendes? Ni que te acuestas conmigo, ni con mi madre… nada, eso es todo. –
Me dijo ella en voz baja, asegurándose de que no hubiera nadie en el lugar.
–Ya no sé ni cuantos secretos hay que guardar de cuanta gente. –
Le dije, riéndome, ella se enojó.
–Sería mejor si solo te corto la lengua entonces, quizá así dejarías de lamer a todas esas chicas. –
–De acuerdo, de acuerdo, no diré nada. –
–Entonces este es el plan, mañana después de la escuela, vas a mi casa, mi prima va a estar allí, hablas con ella, te portas amable y lindo y le acompañas a su casa… sin trucos. –
Me advirtió, tampoco es como que esperase que una chica se acostara conmigo nada más por verme. Soy alguien que se aprovecha de la situación cuando la ve, no un dios.
–En cuanto a lo otro… creo que lo mejor es que no entres por unos días, al menos en lo que mi madre se convence de que no eres tú. –
Explicó.
–¿Qué harás tú? –
Pregunté.
–Esparcir el rumor, como me dijiste, y espero que eso sirva. –
Respondió ella, luego suspiró, y yo me fui a mi casa, sin pasar a la casa de la señora. Estaba metido en una especie de lio, y creo que era un alivio contar con Kamine.
Al día siguiente, durante la hora del almuerzo, hablaba de nuevo con Sushake. Ahora tenía cara de enamorado tonto.
–¿Qué tal ha ido? –
Pregunté, el me miró y me hizo una seña con la mano.
–Es especial. –
Me respondió, mirando a la nada.
–Pensé que almorzarías con ella. –
Comenté, mirándolo sacar su obento, en una caja que yo jamás había visto.
–No… no creemos que sea una buena idea que todo sea tan repentino, además, ella me hizo el obento, eso es lo suficientemente bueno. –
–¿Averiguaste algún detalle de aquello que querías saber? –
Pregunté, sonriendo.
–No mucho, y… no sé si quiero contarte. –
Respondió él.
–No me cuentes, no necesito saberlo, pero me debes un favor. –
–Lo sé, y prometo que te lo pagaré… ¿Hay algo? –
–No por ahora… –
Respondí, comiendo una croqueta.
–Pero no lo olvidaré. –
Agregué, él asintió.
–Así eres tú. –
Y eso fue lo que hablamos durante el almuerzo. Después de aquello, fui a la casa de la señora Kaoru, donde me di cuenta de que, efectivamente, la señora sospechaba de mí. No es que fuera muy obvio, para alguien que no sabe nada no se notaría, pero para quienes si sabíamos lo que había pasado, fue muy obvio.
La señora, de todos modos, fue igual de amable que siempre, incluso creo que estaba advertida de la intención de que yo estuviese allí ese día.
Faltaban veinte minutos para las cinco cuando llegó mi nueva novia, expresamente enviada por Kamine. Bueno, eso es una broma. El caso es que Kamine la recibió muy amablemente y la invitó a pasar. Yo esperé, estaba sentado en la sala y no tenía una idea de qué actitud debería tomar.
Nos presentaron formalmente, y me puse de pie.
Era una chica de quince años, de cabello largo arreglado con dos listones a los lados, y vestía de forma modesta, aunque puede que eso fuera para causar una buena impresión. Su figura era buena, de todos modos, y sus senos eran visiblemente más grandes que los de Kamine. Se quedó estática cuando me miró, la señora Kaoru sonrió.
–No tienes que ser tímida, estoy segura de que Toshikane–kun está feliz de verte de nuevo. –
– Otagane Toshikane, es un placer. –
Me presenté, haciendo una reverencia ligera, no debería ser el caso, pero no quería parecer demasiado formal, quería que ella se sintiera en confianza. La chica me miró por un momento, sin saber que decir, hasta que Kamine le dio un codazo.
–Oh… lo siento… un placer, Hanagima Mizore, soy… la prima de Kaoru–chan. –
Explicó, Kamine la miró con recelo.
–Él no me llama Kaoru–chan, Mizore. –
–Lo siento. –
Se disculpó.
–Está bien… Hanagima–san, es un placer conocerte, por favor, estoy a tu cuidado. –
–Vaya… así que puedes ser amable… –
Se quejó Kamine, mirando hacia otro lado.
–¿No es amable? –
Preguntó Hanagima, evidentemente en serio, a pesar de que era obvio que Kamine se estaba contradiciendo.
–No, no lo es… es un tonto. –
Respondí Kamine, mirándome de mala manera.
Yo sabía lo que Kamine estaba haciendo, estaba tratando de poner una distancia entre ella y yo para que lo del nombre no fuera un problema. También era evidente que estaba tratando de hacer parecer que había una conexión especial con Hanagima… aquello de sólo es amable porque tú estás aquí, y esas cosas.
Hanagima–san volteó a verme, con curiosidad.
–Tiene razón. –
Le dije, con una sonrisa, y una sonrisa se dibujó también en la cara de Hanagima–san, cuya expresión cambió de curiosidad a interés abierto. Comenzó la cena.
Fue muy evidente que ella cuidó cada aspecto de la comida, sus modales, la forma de sentarse, hablar en voz baja… todo. Sin embargo, algo que no pudo ocultar, es que estaba nerviosa, lo digo porque volteaba una y otra vez a ver si yo estaba observándola.
Su pensamiento debería ser algo así como “estoy siendo evaluada” y por tanto, durante unos momentos, solo conversó con Kamine, yo me mantuve en silencio.
–Y… ¿Te gustan los animales? Otagane–san. –
Preguntó ella en medio de la comida. Una pregunta de compatibilidad.
–Bueno… –
Había que pensarlo bien, esa clase de preguntas tienen un propósito, hay una respuesta correcta.
–No… no mucho. –
Respondí finalmente, Kamine me miró asombrada.
–¿Eh? –
Preguntó, pensando que había errado la respuesta, pero… por su carácter, no parecía del tipo que gustan de los animales, y estaba en lo cierto.
–Bueno… a decir verdad, yo no soy muy buena con ellos, los perros me dan miedo, y los gatos me rasguñan si me les acerco… –
Explicó ella.
–No niego que hay animales que me parecen lindos, los canarios por ejemplo, pero por el tipo de vida que llevo, no puedo cuidar de uno, es la verdad. –
Expliqué, Kamine intervino, de nuevo, premeditado, intentando hacer parecer que sabía menos de ella de lo que en realidad sabía.
–Pero si te encanta Fuzi–chan. –
Reclamó Kamine.
–Bueno, Fuzi–chan es el perro de mi madre, y lo conozco y sé que no va a morderme, él es especial. –
Explicó ella.
Todo en esto es un balance, se trata de quien está más cerca de quien, con ese comentario, Kamine había vuelto a alejarse, esta vez de Hanagima–san, quien al parecer, sin pensarlo mucho, pronto se hallaba dirigiéndose solamente a mí.
Tanto que no se dio cuenta de cuando Kamine abandonó la mesa. Me hizo una seña anunciando que me dejaría a solas con ella mientras ayudaba a su madre con los trastes y pasé un buen rato conversando con Hanagima–san, quien finalmente sonreía.
Después de la cena, como le había dicho a Kamine, le acompañé a su casa, resulta que no vivía lejos, podías llegar de mi casa a la suya caminando, y no eran más de veinte minutos. Disfruté el camino con ella, es la verdad.
Antes de entrar a su casa, o más bien a su departamento, ella se dio la vuelta y suspiró.
–Dime algo… Kaoru–chan… ella te dijo lo que pienso de ti… ¿No es verdad? –
Preguntó ella, parecía que estaba angustiada por ese hecho, pensé en negarlo, pero… de algún modo entendí que no era una buena idea. Era posible que en algún momento ella fuera a utilizar esto después como un escalón para hacer su declaración, era una buena posibilidad.
–Bueno… algunas cosas. –
Me rasqué la mejilla para hacerlo más ambiguo.
–Ah… ¿Cómo que cosas? –
Preguntó Hanagima–san.
–Bueno, es que es un poco… –
Hanagima–san asintió, comprendiendo.
–A mí me dijo que… habías hablado algo sobre mí, que dijiste que me encontrabas agradable. –
Explicó, suspirando y tomando sus dedos entre ellos para lidiar con los nervios.
–Esa Kamine, no hace más que abrir la boca de más ¿No es cierto? Pero… bueno, no puedo decir que haya mentido… espero que eso no te incomode. –
Respondí. Una sonrisa se dibujó en su rostro.
–Para nada… yo… tengo que irme. –
Dijo ella, dándose la vuelta. Alguien abrió la puerta de los departamentos, que era en donde estábamos y salió un niño pequeño.
–Onee–chan ¿compraste algo para mí? ¿A dónde fuiste? –
El niño comenzó a saltar en cuanto la vio.
–Oye, sé más educado ¿Entiendes? ¿Cómo voy a comprar algo para ti si Okaa–san todavía no me ha dicho si ya cenaste? –
En ese momento, Hanagima–san dejó de poner atención, pensé que era un buen momento para irme, cuando el niño, de… imagino… unos tres años, reparó en que estaba allí.
–¿Ese señor es amigo tuyo? –
Preguntó. Hanagima se puso roja y regañó al pequeño.
–¡Sé más educado! –
Se quejó, luego volteó a verme.
–Él es mi hermano menor, no se suponía que lo conocieras ahora, pero… –
¿Ahora? Me preguntaba. Ahí había una declaración bastante interesante, pero preferí no ahondar en el tema. En lugar de eso, me presenté al pequeño.
–Soy un amigo de tu Onee–chan, me llamo Otagane Toshikane, espero que podamos llevarnos bien. –
El pequeño se escondió detrás de ella mirándome con intensidad, como si tratara de averiguar si estaba siendo amigable con él, yo le sonreí.
–Vamos, dile cómo te llamas. –
Hanagima–san dio al pequeño un ligero empujón, él avanzó unos pasos e hizo una reverencia educada, aunque como era muy pequeño y algo tímido, salió muy graciosa.
– Hanagima Itto, es un placer conocerlo, señor. –
Su hermana mayor me miró sonriendo, satisfecha de que el chico pudiera hacer una presentación sin ponerse a llorar. Yo le sonreí a ella. Itto volvió detrás de su hermana luego de eso.
–¿Por qué tienes amigos grandes Onee–chan? –
Preguntó él, Hanagima lo miró sonriendo orgullosa.
–Pues porque soy mayor. –
Le dijo.
–¿Cuándo seré mayor? –
–Falta mucho, ahora vamos, si Okaa–san dice que has cenado entonces te compraré un jugo. –
Le aseguró, el pequeño se dio la vuelta y entró corriendo, llamando a su madre con alegría.
–Lamento la escena. –
Me dijo Hanagima–san, enrojeciendo, aunque sonreía.
–No tiene importancia. –
Respondí.
–Tengo que entrar ahora. –
–Sí, también tengo que irme… –
Me di la vuelta, asumiendo que había terminado.
–Espero que podamos vernos más. –
Dijo ella, y antes de que pudiera darme la vuelta a decir que si, ella había cerrado la puerta. Caminé luego de regreso a mi casa… algo me decía que aquella chica era… extraña, pero ya habría tiempo de averiguarlo. ¿En realidad era tímida? ¿O era parte de su acto?
No tenía caso hacerme esas preguntas por ahora.
–––––––––
Mientras iba para mi casa, recibí un mensaje en mi celular, era Kamine.
“Mizore me ha llamado hace un momento, dice que te portaste muy amable con ella, eso es toda una sorpresa, conociéndote, creí que le dirías algo feo. En fin, tu y yo sabemos que ella es demasiado buena para ti, no la hagas llorar”
Cerré el celular con coraje.
Podía ser delicado con las chicas. ¿Quién se había creído aquella desconsiderada? Lo cierto es que Mizore era linda, aunque evidentemente no estaba acostumbrada a hablar con chicos.
Envié un mensaje a Kamine antes de dormir.
“Arrojaste un cordero a los lobos por cubrir tu pellejo, espero que estés feliz”
Era broma, por supuesto, bueno, a medias. Ella me mandó un nuevo mensaje preguntando qué quería decir con aquellas cosas, pero ya no le respondí. Después de eso me bañé y me fui a dormir.
Al día siguiente, mientras estábamos en clase de educación física, Kamine se acercó a mí, sonreía.
–¿Tienes algo que hacer esta tarde? –
Preguntó ella casual.
–Bueno, tengo trabajo. –
–Oh, lo había olvidado por completo, Mizore quiere que la veas de nuevo, pero pretende que seas tú quien la invite a salir, le diré que no puede ser porque tienes trabajo, pero ¿Te importaría hablar con ella por teléfono? –
–No sé si pueda, no tengo descanso, no trabajo tantas horas como para ganarme un descanso. –
–Después de salir entonces… por favor… –
Me pidió, yo comenzaba a notar algo raro aquí. –
–No puedes manipular cada parte de la relación, Kamine. –
–Ella no me ha pedido que pare. –
–Yo te lo digo ahora. –
Respondí, ella se enfadó.
–No tienes voz en esto, es mi prima y cuido de ella. –
Kamine cruzó los brazos, estábamos recargados en la pared del gimnasio, mientras algunos otros estudiantes tomaban agua.
–¿La cuidas de mí? –
–No es tan simple, sería igual si fuera cualquier otro chico. –
Respondió ella, yo puse una mano en su hombro, ella me miró de mala manera.
–Somos colegas en todo esto, puedes decirlo si quieres, quizá pueda ayudar. –
–Ayudas mucho siendo amable con ella, eso es todo lo que ella necesita. –
Replicó, yo la solté.
–Dijiste que querías que ella se enamorase. –
Repliqué, aquellas eran dos cosas que no se compatibilizaban entre sí. Kamine lo sabía y por ello se mordió el labio. Suspiré.
–¿De qué tienes miedo Kamine? –
Pregunté, ella me miró por unos momentos, mortificada, finalmente lo admitió.
–De que sea como yo. –
–Ella no es tú. –
Respondí, sonriendo, sabía perfectamente a qué se refería.
–Quien sabe, yo era como ella ¿sabías? Cuando estaba en el colegio, tuve la mala suerte de enamorarme de un idiota que lo único que hizo fue acostarse conmigo, me dejó después, sin ninguna razón, no quiero que ella pase por eso. –
–Admito que eso fue malo, pero no sé si… –
–Supongo que por eso terminé así… como sea, ella es otra historia, esa chica no entiende nada de nada, y a veces pienso que es mejor que no lo entienda, y si va a entenderlo, tiene que ser especial, al menos más especial de lo que lo fue para mí. –
Kamine hablaba como si todo el tiempo hubiera estado consciente de lo que pasaría y aun así lo dejó pasar.
–¿Sabías que te dejaría? ¿O porque no fue especial? –
–No lo entenderías, como sea, lo que dije sigue en pie, tienes que tratarla bien. –
Respondí ella, cruzando los brazos.
–Tú tienes algo raro hoy, Kamine, como sea… bueno, puede que ella todavía tenga un par de secretos escondidos… –
Kamine se enfadó.
–No sé en qué te basas para decir esas cosas, sé todo lo que hay que saber sobre ella… si algo sucediera, ella me lo diría. –
–Todos tenemos secretos. –
Respondí, Kamine me miró con desconfianza.
–Si la haces llorar… –
–Nunca dije que fuera a usarlo para hacerle daño, la haré feliz, al menos en la parte que me corresponda, puedes estar segura de eso… puede que sea un poco raro a veces, pero no acepté salir con ella para hacerle daño, yo no soy él. –
Le dije, ella bajó la cabeza.
–Hazme creerlo. –
Susurró.
–Idiota. –
Dijo ella después y se dio la vuelta, saliendo después por la puerta del gimnasio.
Pude ver como Sushake se fue con su nueva novia a la salida de la escuela, él no me había dicho nada desde aquella vez, pero supuse que por el momento no era una buena idea indagar con él sobre lo que estuviera sucediendo.
Por supuesto que quería saber si salían, pero supuse que me enteraría a su tiempo. Salí de la escuela silbando mientras miraba a Kamine hablar con su novio.
––––––––––
Cuando llegué a la panadería y comencé mi turno, me encontré con que el señor tuvo que salir a hacer un surtido de varios ingredientes de emergencia y regresaría al anochecer, su hija, la hermana mayor de Minase, llamada Sanae, estaba afuera de la panadería, hablando por teléfono, vestida con una blusa blanca y una falda gris azul oscuro, posiblemente su uniforme de trabajo.
–Si quieres, puedes empezar a hornear como ya sabes, no creo que mi padre tenga problema. –
Dijo cuándo me vio, al parecer, el señor le había dado indicaciones para cuando yo llegara. Ni que hacerle, yo me puse mi mandil y me puse a trabajar.
Genial, no teníamos mantequilla.
Quedaba cuando más un kilo. Eso no era para nada suficiente para un día normal de trabajo.
Iba a salir a decirle eso a Sanae–san cuando la vi entrar, después de colgar el teléfono.
–Mi padre dice que lo mejor es cerrar por hoy… puedes irte a casa si quieres. –
Dijo, y luego bostezó. Supuse que acababa de levantarse o todavía no se iba a dormir.
–Puedo ayudarte a cerrar. –
Le dije.
–No es necesario yo… –
Se golpeó con la puerta mientras halaba la cortina. Esa chica estaba más dormida que despierta.
–Creo que si necesitas ayuda. –
Le dije, comenzando a guardar todo, de todos modos era trabajo, terminaría saliendo a la misma hora a la que siempre me iba.
–Si gracias… yo… –
Bostezó nuevamente, se sentó frente a la computadora para anotar cosas mientras yo continuaba guardando las cosas, metí el letrero y bajé la cortina. Se escuchó un golpe en alguna parte. Eso me hizo saltar.
–¿Qué fue eso? –
–Ah… mi padre dice que hay algo en el aire acondicionado, creo que lo va a revisar mañana, y si no encuentra nada, hay que llamar al técnico. –
–¿Cómo que algo? ¿Qué si es una rata? –
–¿Qué si tiene ratitas? –
Preguntó ella, sin prestar mucha atención a lo que estaba yo diciéndole.
Qué diablos, puse la escalera y abrí la escotilla para revisar, no se veía nada.
–¿Encontraste algo? –
Preguntó ella desde la computadora.
–No se ve nada. –
–Usa mi celular. –
Respondió ella, bajé de la escalera y tomé su celular. Volví a subir y no pude encender la linterna, finalmente ella bostezó y se puso de pie.
–¿Qué falta? –
Preguntó.
–No mucho, ya cerré todo y los seguros están puestos, ya está todo en el refrigerador… –
Expliqué. Ella suspiró.
–Bien, solo porque te ves entusiasmado te ayudaré, pero no creo que sin equipo adecuado podamos ver nada, baja de allí. –
–De acuerdo. –
Bajé y ella subió a la escotilla y se asomó. Yo me quedé bajo la escalera, podía ver sus pantis desde donde estaba, pero no dije nada.
–No hay nada. –
Dijo ella, bajó tosiendo un poco.
–Está un poco sucio allí dentro. –
Comenté, ella asintió y suspiró. Luego tomó un pastelillo y lo mordió.
–Necesito azúcar. –
Se explicó, aunque yo creo que no necesitaba explicarse conmigo. Yo no tenía permitido hacer eso, pero puede que para ella las cosas cambiaran, era la hija del dueño, después de todo.
Luego de eso, Sanae–san empezó a revisar que todo estuviera en orden.
–Bien, parece que ya está todo, vamos ya. –
Dijo ella, y volteando a ver debajo del aparador, se encontró con que había una escotilla, casi a ras del suelo.
–Ahí hay otra. –
Comentó, luego bostezó.
–¿Quieres que miremos? –
Preguntó, yo asentí y moví el mueble con todas mis fuerzas para hacer espacio, ella se agachó y tomando su celular se asomó. Su trasero quedó al descubierto… era llamativo, hay que admitirlo.