Haru No Yurei - Volumen 2: 11. Consejos del Matrimonio
Luego de la tercera o cuarta vez que hice que Sanae se viniera, ella estaba acostada en el suelo, boca arriba, , respiraba con dificultad mientras me miraba, todavía metida en ese limbo mental que sigue después de un orgasmo.
–Eres un monstruo… –
Se quejó.
–No es que sea un monstruo, es que fue genial. –
Respondí, sonriendo, estaba sentado frente a ella, recargado en el mueble donde estaba la caja.
–Seguro que me escucharon en toda la calle. –
Se quejó ella de nuevo. Poco a poco se fue recuperando, se puso de pie y se acomodó la ropa, yo solo la miraba.
–Tenemos que irnos. –
Anunció ella después, mirando a todos lados.
–Hay un desastre aquí… –
Repliqué. Seguro que mañana alguien se daría cuenta de que no estaba normal.
–Puedes irte primero… yo limpiaré, alguien nos mirará si salimos juntos. –
Explicó, tratando de recuperar su posición. Yo sonreí y asentí, antes de salir ella me habló de nuevo.
–Oye… Entonces… ¿Si estas celoso? –
Preguntó finalmente, sin mirarme.
–Un poco… –
Admití, ella bajó la cabeza para ocultar que sonreía.
–No tienes que estar celoso… yo… –
Explicó.
–Espero verte pronto. –
Respondí y salí de allí.
Sanae quería decir algo, pero simplemente me fui de allí… ¿Por qué le dije esas cosas? No lo sé. Como he dicho antes, tal vez estaba en mi naturaleza molestar a las chicas. También era posible que estuviera encantado con Sanae. Es decir, su cuerpo era bueno, y el hecho de que hubiera llegado a esta edad prácticamente sin haber sido tocada era todo un mérito. De alguna forma, realmente pensaba que ella debería ser para mí, aunque en el sentido realista de las cosas, aquello era una mala idea.
Era una mala idea que las otras personas supieran.
¿Cuándo me volví tan posesivo? No puedo decirlo.
En estas cosas pensaba mientras iba para mi casa.
Cuando llegué allí, me encontré con algo que no esperaba. Akane estaba parada en la puerta, hablando con otra chica. Por unos momentos tuve la sensación de que no era una buena idea acercarme, pero como no quería que aquellas cosas se salieran de control, y que aquello se convirtiera en un escándalo, me acerqué.
Cuál no sería mi sorpresa, al darme cuenta de que la chica con quien hablaba Akane, era la misma chica que me había encontrado en el tren. Una chica de cabellos rojos, peinados en dos trenzas, con anteojos y apariencia tímida.
Me miró como si hubiera visto un fantasma.
Yo traté de ignorar el hecho de que nos conocíamos, mientras saludaba.
–Es un poco tarde… –
Comentó Akane, todavía sin dejarme pasar.
–Lo siento… algunos asuntos… veo que… tienes visitas. –
Comenté.
–Yo ya me iba… –
Respondió la chica, alarmada.
–Oh, no es nada, es una compañera que vino por un libro que me prestó. –
Explicó Akane.
–Akizuki Tenri. –
Se presentó ella.
–Ya veo… un placer. Otagane Toshikane, espero llevarme bien con usted. –
–Si… yo… tengo que irme… –
Y diciendo esto, tomó su mochila, que estaba en el suelo, y se fue corriendo.
–Lamento la tardanza de todos modos. –
Le dije, ella suspiró.
–Si bien, creo que es normal en ti de cuando en cuando. –
Me respondió. Yo voltee a verla y ella me sonrió.
–¿Quién fue esta vez? –
Preguntó ella, recargando su mejilla en su mano luego de poner la cena en la mesa.
–¿Para qué quieres saber? –
Pregunté, ella me sonrió aún más, mientras me acercaba un plato con pescado.
–No se… me voy a dormir. –
Respondió ella, y haciendo una reverencia, lo que incluso era raro en ella, se dio la vuelta y subió las escaleras. En ese momento llegó un mensaje a mi teléfono, de Mizore.
“¿Te estás acostando con Kamine?”
Durante la tarde, ella había mandado el mismo mensaje al que no respondí por estarle quitando las pantis a Sanae.
Iba a responder cuando tocaron la puerta. Fui a abrir. Era Mizore. Y lo que era peor, parecía enfadada. Entró a la casa sin pedir permiso.
–Mizore… buenas noches. –
Saludé, ella me miró con coraje.
–Responde… –
Urgió ella.
–¿Por qué no me dices que pasa?–
Pregunté. Además de que Akane estaba arriba y había dicho que iría a dormir.
–Tu otra chica me dijo que había más chicas aparte de mí. Y me dijo que Kamine era una de ellas. Le he preguntado a ella y primero dijo que no, luego lo admitió. –
Explicó ella, apretando los puños.
–Bueno, en realidad…. –
–Quiero que dejes de hacerlo. –
Respondió.
–No puedo. –
–Claro que puedes, no es una desconocida, es mi prima, nos hemos bañado juntas. Se siente como si lo hicieras con mi hermana. –
–¿Tienes una hermana? –
–Ahí vas de nuevo, claro que no, no tengo hermanas, pero tú ya entiendes lo que trato de decir. –
En ese momento, por supuesto, Akane bajó las escaleras.
–Ah, tienes visitas, buenas noches, Mizore–chan. –
Comentó Akane, poniendo su sonrisa de siempre.
–Buenas noches, Fumishi –chan Confronté a Kamine, ella dijo que es cierto… vine a preguntarle a él. –
Explicó, Akane asintió con la cabeza.
–¿Quieres té? –
Preguntó, Mizore asintió y pasó. Yo miré a Akane.
–¿Por qué no se sientan? –
Todo se estaba dibujando frente a mis ojos en este momento. ¿Akane le había dicho a Mizore que estaba en casa? ¿Por qué?
Me senté en la sala frente a Mizore, Akane se sentó al lado de ella, y colocó su mano en el hombro de Mizore. Ésta suspiró.
–Entonces…¿Qué ocurrió? –
Parecían amigas hablando. Mizore le contó a Akane que Kamine había estado negándolo. Así que ella se había quedado a dormir en casa de Kamine para obligarla, porque sentía que no estaba siendo sincera. El día de hoy le había confesado que había estado haciendo esto y aquello conmigo.
–¿Por qué lo hiciste?–
Preguntó ella, molesta, pero no estaba llorando ni parecía que estuviera enfadada conmigo. Akane intervino de todos modos.
–Vamos, vamos, tú ya sabías que algo extraño estaba pasando, esto no es nada que no puedas manejar. –
Me quede perplejo mientras mi esposa consolaba a mi novia acerca de los asuntos con una de mis amantes, por razones que yo no alcanzaba a comprender.
–¿Has peleado con Kamine? –
Fue lo que pregunté, Mizore me miró y se llevó una mano a la barbilla.
–No puedo. Es decir, quisiera estar enojada con ella, pero no puedo hacerlo. Ella me presentó contigo en primer lugar…–
Dijo finalmente y suspiró.
–Debiste pensar eso antes de venir a reclamar… –
Repliqué, ella se puso de pie y me miró de nuevo enojada.
–Pues tu debiste pensar eso antes de ignorar mi mensaje. –
–No lo entiendo, ¿Estas enfadada o no lo estás? –
Pregunté, Akane se rio levemente mientras Mizore volvió a sentarse.
–Yo siempre sentí que algo no andaba bien, que Kamine y tu tenían mucha confianza. Cuando tu… esposa me dijo lo de tus aventuras, supongo que no lo creí del todo. Ahora estoy confundida porque aparte de que mi prima dice que es verdad, resulta que ella misma es una de ellas… tú me engañabas y nunca confiaste en mi para decir la verdad. –
Explicó Mizore.
–Bueno, es que no es algo que le digas a tu novia normalmente. –
Expliqué.
–¿Qué se supone que haga ahora? Solo… ¿Me voy a casa? ¿Cómo debería ver a mi prima de ahora en adelante? ¿Debería seguirte viendo siquiera? –
Preguntó Mizore, ahora a punto del llanto.
–Esto es un desastre. –
Me quejé, llevándome las manos a la cabeza.
–Dime cuantas son… –
Replicó Mizore, cruzando los brazos.
–¿Cuántas? –
Era una pregunta difícil. ¿Desde qué punto empezábamos a contar?
–¿Tres? ¿Cinco? ¿Con cuantas te has acostado desde que sales conmigo? –
–Eso es algo que hasta a mí me gustaría saber. –
Comentó Akane, Mizore la miró confundida. Yo suspiré. La verdad es que nunca pensé en esto.
–No lo sé, Kamine es la que sabe esas cosas. –
Mizore se acercó a mí, llorando.
–¿Ni siquiera estas a cargo de eso? Es decir… ¿Tu no decides con quien duermes? Eso es ridículo. –
–Es difícil de explicar… –
Repliqué. Era difícil saber qué era lo que realmente había pasado entre Mizore y Kamine.
–Pues inténtalo. No puedes ir simplemente por allí, persiguiendo faldas donde quiera que las ves, tienes que parar. –
Replicó Mizore. Akane se puso de pie también y colocó una mano en su hombro. Mizore la miró y batió la cabeza con pena.
–¿Cómo es que puedes aceptar esto? –
Preguntó, Akane sonrió.
–Yo fui la última en llegar, no sé si tengo derecho de decir mucho. –
Explicó Akane.
–Pero eres su esposa, y él no parece tener ganas de detenerse. –
Me señaló con el dedo. Akane se llevó un dedo a la barbilla, dubitativa.
–¿Y por eso es que tengo que lidiar con sus necesidades yo sola? –
Preguntó Akane.
–¿Qué quieres decir? –
Preguntó Mizore.
–Bueno… Yo soy primeriza en estas cosas, todavía siento vergüenza y me cuesta mucho trabajo concentrarme, creo que si intentara mantenerlo para mi sola, no podría ni siquiera caminar. ¿No lo piensas tú? ¿Serías capaz de hacer el trabajo de todas esas chicas? Ni siquiera puede contarlas… –
Se quejó Akane.
–Pero sigue sin ser justo… –
Se quejó Mizore.
–A como yo lo veo, todas esas chicas, han estado ayudándome todo este tiempo, a mantener mi matrimonio estable. Si un día no puedo cumplir, él puede simplemente irse con otra y ya está… incluso comprarme algo lindo para que lo perdone. –
Explicó ella, sonriendo. Mizore batió la cabeza.
–Tienes una idea muy rara del matrimonio. –
Akane, en ese momento, reveló la verdadera razón.
–Mi padre es un hombre recto. Mi madre es una cualquiera… adivina como va ese matrimonio. Y aunque no me guste ahora, yo salí un poco a mi padre, y estoy consciente de ello. En mis circunstancias, eso es un suicidio marital. –
Explicó Akane, suspirando.
–Creo que yo no debería estar escuchando esta conversación. –
Comenté. Ambas me miraron.
–Ya la estas escuchando. –
Respondió Akane. De algún modo, sentí que ella quería decirme eso desde hacía tiempo. Akane tenía más miedo del divorcio ahora que de la infidelidad. Porque si escogía separarse de mí, tendría que volver a casa y decirle a su madre: Me equivoqué.
Akane tenía miedo de volver a casa.
Esa era la razón que ella no me explicó. Por la que le dijo a su madre que no volvería.
–Si quiero que mi matrimonio funcione, tengo que ser tolerante, y aprender rápido. –
Explicó después. Mizore suspiró.
–De acuerdo, funciona para ti, pero ¿Qué hay de mí? Ni siquiera hay espacio en su vida para mí. –
Se quejó.
–Eso puede decirlo él ¿No te parece? –
Mizore me miró. Akane le dio un empujón.
–Tengo una idea, ¿Por qué no… olvidas toda esa basura por el momento y… duermes con él? –
Mizore se dio la vuelta inmediatamente, sorprendida.
–¿Ahora? Pero… –
–Está bien si no quieres, La verdad esperaba poder hacerlo con él esta noche, pero… estas muy tensa, y por otro lado, pensé que, podría verlos, y aprender algunas cosas. –
Mizore volteó a verme, ruborizada y con los ojos encadenados al suelo.
–Si te preguntas por qué no tengo el control, bueno, es porque esta clase de cosas pasan. Eso es exactamente lo que Kamine hace. –
Respondí. Akane se enfadó.
–Oye, no me compares, yo soy tu esposa.–
–No lo hacía… –
Mizore interrumpió.
–No va a gustarte… nuestro modo es raro… –
Le dijo a Akane.
–Y duro… Y bastante indecente… –
Agregó después, tragando saliva.
–Puede que eso me sirva…–
Replicó Akane… ella quería ver, no engañaba a nadie.
–Di la verdad ¿No estas satisfecha con él? –
Preguntó Akane, señalándome, ella volteó a verme fugazmente.
–Esto no se trata de eso. ¿Qué pasa si todas salimos embarazadas? Esto es muy riesgoso… –
Mizore hizo una pataleta mientras decía eso.
–Estas dejando que tu miedo hable… Pero si tanto miedo te dan esas cosas ¿No era tiempo ya de que hubieras echado todo esto atrás? No te han faltado oportunidades. –
Preguntó Akane, inteligentemente.
–Es fácil decirlo cuando tu sabías desde el principio que no eras la única. –
Replicó Mizore, cruzando los brazos.
–En eso no voy a contradecirte. –
Replicó Akane.
–Y estoy harta de que este sujeto me trate como si fuera yo poca cosa. –
Comentó después. Creo que de todo, esa era la razón real de su visita, Akane sin embargo, parecía pensar diferente.
–Mizore yo… –
Comencé a decir, Akane me interrumpió.
–No voy a tratar de competir contigo, Eres más importante para él que yo. –
Se quejó Akane, ahora cruzando los brazos también.
–¿Eh?–
Preguntó Mizore, quien no se esperaba algo así de Akane, quien, según su lógica, estaba en una mucho mejor posición. Akane era mi esposa, después de todo.
–Eso no es cierto… –
Agregó Mizore. Akane me miró y bajó la cabeza.
–¿Cómo puedes decir que no es cierto? Ni siquiera se molestó en negarlo. –
Replicó Akane, señalándome.
–No he dicho nada sobre eso. Y no creo que sea justo hacer comparaciones. –
Respondí. Ninguna de las dos me prestó mucha atención, de todos modos.
–Estoy segura de que eres importante para él… –
Aseguró Mizore, levantando las manos. Akane sonrió.
–Sé que sí, de eso no me queda la menor duda, me ha demostrado muchas veces que soy especial para él… ¿Y a ti? –
–Bueno… es que… –
–¿Lo ves?–
Akane la tenía donde quería. Mizore negó con la cabeza en ese momento.
–Yo soy la que tiene que estarlo buscando… siempre… –
Se quejó. Akane se cercó ella y la tomó de los hombros.
–Eso está muy mal… ¿No sería bueno si él te buscara de cuando en cuando? –
Algo no andaba bien, o más bien, algo había cambiado en el tono de la conversación. Mizore bajó la cabeza. Akane me miró e hizo un guiño. ¿Qué estaba haciendo?
–Si… eso estaría bien… –
Contestó Mizore. Ella aún estaba siendo seria con estas cosas, pero Akane comenzó a acariciarle la cabeza.
–Creo que deberías dejarlo… –
Dijo, a sabiendas de que ella se negaría.
–No… no quiero dejarlo. –
Mizore quiso voltear a verme, creo yo que para verificar mi reacción, pero Akane tomó su hombro y la hizo mirarla a ella de nuevo.
–Pero te ha hecho llorar antes ¿no es cierto? –
–Sí pero… –
–¿Qué esperas entonces? Déjalo ya.–
Mizore bajó la cabeza, evidentemente confundida.
–No quiero… –
Replicó Mizore, a punto de las lágrimas.
–¿Incluso si duerme con otras?¿Incluso si es con esa chica…. Que no sé cómo se llama?–
–Kamine… ella es una perra… siempre ha sido así… –
Se quejó Mizore. Me preguntaba en ese momento, que era lo que realmente se habían dicho entre ellas tres.
–Bueno… en tal caso, has venido a demostrarle que tú eres mejor que ella ¿No es cierto? Que tú puedes hacerlo más feliz. Por eso estas aquí ¿Me equivoco? –
Preguntó Akane inteligentemente, yo batí la cabeza. Resultaba increíble que Akane pudiera estar diciendo esas cosas con tanta sinceridad. Pero si mirabas atentamente a sus palabras, ella no había dicho nada explícitamente indecente en todo el rato. Ella siempre tenía la forma de… cambiar sus palabras para que sonaran a algo especial, incluso aunque el significado detrás de ellas fueran solo cosas relacionadas con el sexo.
Creo que eso hizo que Mizore asintiera.
–¿Por qué tiene que hacerlo con otras?¿Que no es suficiente? ¿Por qué tiene que ver a otras? –
Se quejó Mizore.
–Bueno, puede ser, pero yo creo que si no quieres perdonarlo por esto, entonces no hay nada que hacer… va a estar muy triste, y alguien tendrá que hacer algo para que no se sienta así… Ya no te vería a ti, sin embargo.–
Eso era chantaje puro y duro, pero Mizore ya no estaba enfadada.
–No… no quiero eso… quiero que me vea a mi… –
–¿De verdad? Bueno, eso puede arreglarse… –
Explicó Akane, y acercándose un paso a ella, le habló al oído. No escuché lo que dijo en ese momento, pero Akane tomó la falda de Mizore y la levantó por detrás, exponiendo sus pantis.
–¿Eh? ¿Qué…?–
–No hagas nada… te está mirando ahora… –
Explicó Akane. Mizore se apartó dos pasos hacia atrás y se cubrió el trasero con las manos, sin mirarme.
–No… no quiero esto… –
–¿Eh? Pero has venido a casa de un hombre casado… a estas horas de la noche… es difícil creer que estés buscando algo diferente… –
–Eso… no… –
Akane suspiró.
–Tal vez… Yo… me siento engañada de alguna forma…. No se explicarlo. –
Se quejó. Akane se llevó una mano a la cintura.
–Si quieres pelear con él, adelante… tal vez eso lo ponga de humor para cumplir con sus deberes de alcoba, una vez que te marches… O puedo dejarte cumplir con ese papel en este momento… a cambio de una pequeña lección acerca de cómo se hace. –
Mizore finalmente suspiró.
–De acuerdo… –
Asintió luego de eso y se volvió hacia mí, no parecía muy animada de cualquier modo. Se aproximó a mí, e intentó darme un beso en los labios. Akane protestó.
–¿Eh? ¿Solo así? Pero si no le has dicho nada… –
Se quejó, Mizore se volvió a Akane, acalorada.
–Pero… él… escuchó todo… escuchó lo que estábamos hablando… sabe para qué estoy aquí… –
Replicó Mizore, alarmada.
–No, no, tienes que hacer como que no ha escuchado nada, se supone que él no sabe nada de esto. –
Se quejó Akane, sin moverse de donde estaba. Mizore me miró con la cara roja.
–De acuerdo… –
Y se volvió hacia mí de nuevo.
–Otagane–kun… yo… está bien si lo hacemos ahora… –
Explicó Mizore, avergonzada. Tampoco fue del agrado de Akane.
–Si así es siempre, no me queda duda de por qué buscó refugio en otro lado. –
Se quejó.
–¿Qué es lo que quieres que diga?–
Pregunté yo, ahora también acalorado.
–Que te invite… que diga algo que te haga abrazarla muy fuerte, algo que te recuerde por qué estas saliendo con ella en primer lugar… –
Explicó Akane, haciendo una pataleta.
–No estoy seguro de entender, y creo que ella tampoco lo entiende muy bien. –
Respondí, Mizore asintió.
–Algo así… –
Respondió Akane y se acercó, me tomó de la cara y me dio un beso en los labios, que duró bastante, Mizore abrió los ojos, no sé si con envidia, coraje, celos, o vergüenza. Pero eso me forzó a mirar a Akane de diferente manera.
Logró su objetivo, eso ni que decir tenía. Luego ella se separó de mí, y me sonrió.
–Bienvenido a casa… te estuve esperando, me sentí un poco sola porque no estabas, no te separes de mí, por favor… –
Y me puso las manos en los hombros, bajó luego la cabeza, con timidez.
–Así. –
Explicó Akane a Mizore, quien estaba atónita viendo la escena.
–Creo que tú sabes más de esas cosas que yo… –
Respondió Mizore, bajando la cabeza.
–No es verdad, es solo que, tiene que ser cálido, tiene que ser especial… cualquier mujer allá afuera puede dar su cuerpo sin sentir nada por ello. –
Se quejó. Nuevamente, había algún reproche hacia su madre en todo esto.
–Ahora continúen. –
Parecía la directora de algún dorama. Yo me reí interiormente mientras Mizore se recomponía para comenzar.
–De acuerdo… etto… ¿Qué debo decir? –
Preguntó.
–No es lo que debes decir… dile lo que piensas… ¿Qué sientes?–
Respondió Akane. Tenía razón, esas líneas no fueron muy premeditadas, ella solo dijo lo que sintió. Que pudiera hacerlas sonar lindas no las hizo menos sinceras.
–Vine porque te echaba de menos… –
Explicó Mizore, yo me quedé sin hacer nada.
–Yo… –
Y antes de que pudiera decir cualquier cosa, se echó sobre mí, besándome, con tanta fuerza y tan repentino que caí al piso y ella conmigo. Permanecimos así un momento. Luego se separó y me miró con lágrimas en los ojos.
–Te extraño… –
Admitió.
–Yo todavía me siento atada a ti, y a pesar de que dijiste que todo estaba bien, no has vuelto a pasar tiempo conmigo, Yo ya no sé qué hacer… quiero que me abraces de nuevo, que me veas… si hice algo mal de nuevo, lo lamento, me comporté como una tonta aquel día, y no he dejado de pensar que perdí una oportunidad grandiosa…. Y… te quiero… –
Explicó, estaba llorando. Sentí que Akane estaba mirándonos, pero también pensé que voltear a verla en ese momento era una mala idea, así que no lo hice. Permanecí mirando a Mizore, quien suspiró y se recargó sobre mí.
–Y siempre termino necesitando de otras personas para expresar lo que realmente quiero. –
Se quejó.
–No es que necesites a otras personas… –
–Sé que Kamine estaba usándome, de eso no me queda la menor duda. Pero… eso no hace lo que pasó menos importante, al menos… no para mí. –
–Bueno, en parte eso es mi culpa, yo fui quien accedió a dejar esas cosas en manos de ella… sinceramente pensé que era lo mejor. –
Expliqué, Mizore negó con la cabeza.
–Te perdonaré si me perdonas tú. A cambio, quiero que me veas como una novia, no como a una herramienta, quiero tener más citas, sin intermediarios… solos tú y yo. –
Y diciendo esto, volteó a ver a Akane, quien tenía una mano en el pecho y parecía emocionada y conmovida por lo que estaba pasando. Una reacción extraña, si cualquiera me lo pregunta.
–¿Eso es lo suficientemente real para ti? –
Pregunté. Akane asintió.
–¿Qué pasa luego? –
Preguntó, Mizore suspiró, y tomó un poco de confianza de sí misma. Miró a Akane sonriendo.
–Luego… te colocas así sobre él… –
Mizore se irguió, y colocó su trasero sobre mi entrepierna, y comenzó a moverse hacia adelante y hacia atrás.
–Y te mueves así, acariciándolo con firmeza pero suave… –
Explicó, Akane se acercó para mirar detenidamente. Se sintió un poco extraño que ella estuviera allí con su cara de curiosa.
–Parece bastante atrevido. –
Comentó Akane. Mizore se volvió hacia mí, se inclinó y comenzó a besarme en los labios, incluso usó su lengua. Ya que se trataba de Akane mirara lo que estaba pasando (aunque no sabía yo porque era eso necesario) decidí que estaba bien si solo las dejaba hacer.
Mizore se levantó después de besarme, incluso usó su lengua, luego volvió a mirar a Akane.
–No sé cómo sea con otros chicos, pero él dice que está bien si eres indecente en este momento… –
Explicó Mizore, Akane asintió.
–Sí, me lo ha dicho antes… –
Contestó Akane, Mizore sonrió. Luego lentamente y sin dejar de moverse, comenzó a desabotonarse la blusa, su sostén siguió después, ella continuó exponiéndose moviendo las caderas, mientras tomaba sus pechos con ambas manos, exponiéndolos.
–¿Eso es importante? –
Preguntó Akane.
–Más que importante, a él le gustan… –
Respondió Mizore.
–Bueno… yo no estoy tan segura de que… –
Mizore se puso de pie en ese momento.
–Hare algo que mi madre me enseñó a hacer… puedes ponerlo en medio de tus senos… y los usas para que él se sienta bien… Toshikane… –
Me puse de pie, y ella se hincó frente a mí. Me sentía como una especie de modelo de una película porno, pero suspiré. Ya habría tiempo de acomodar esto. Tal como había dicho, Mizore desabrochó mi cierre y sacó mi pene, que inmediatamente encontró su lugar metido en los pechos de Mizore.
–Así… –
Explicó, comenzando a moverse. Akane sonrió ampliamente.
–Impresionante… ¿Es difícil? –
Preguntó Akane, abriendo los ojos todo lo que podía. Mizore mientras tanto, comenzó a lamer la punta también.
–Mi madre me enseñó esto… Si… piensas que es… difícil… puedes practicar… antes de intentarlo… –
Explicó Mizore, con algunos trabajos para hablar
–¿Tu madre? –
Akane se escandalizó.
–Si… ella decía… que esto… los hace felices… –
–Vaya, entonces es importante… tengo que aprender a hacer eso… –
Comentó Akane, yo estaba concentrado en no venirme para que Mizore pudiera terminar con su extraña explicación.
–¿Lo… echaste… de menos? Esto… –
Preguntó Mizore, mirándome. Yo asentí con la cabeza y ella sonrió.
–A partir de ahora… lo haremos más… yo… no volveré a negarme… –
Aseguró Mizore. Luego se volvió a Akane.
–Está a punto de salir… ¿quieres intentarlo? –
Preguntó, pero Akane dio un paso atrás.
–No… no… adelante. Es tu momento. –
Dijo ella. Parecía que le daba un poco de vergüenza.
–Voy a venirme… –
Anuncié, y antes de que pudiera mancharle la cara o algo, ella puso mi pene completamente dentro de su boca. Sin hacer ningún gesto, comenzó a tragarlo, hasta que terminó de salir.
–¿Lo bebiste? –
Preguntó Akane, Mizore puso las manos en el suelo, soltándome y tratando de no toser, luego se irguió de nuevo, y abriendo la boca, me mostró su lengua.
–Lo bebiste… que buena chica eres… –
Respondí, acariciando su cara, ella restregó su cara en mi mano
–Tienes que… tienes que mostrarle que eres buena, no dejar una sola gota… si lo haces bien… él te dará una recompensa. –
–Eso fue impresionante, en verdad que sí. –
Explicó.
–Mi madre dice… que su matrimonio es bueno, porque ella nunca se ha negado a beberlo. –
–¿Será verdad? –
Preguntó Akane, mirándome.
Yo lo pensé un momento, luego sonreí.
–Puede ser. –
Respondí. Akane sonrió.