Haru No Yurei - Volumen 2: 13. Aunque esté mal
Akane insistió luego de eso en que quería dormir junto a mí. Yo no tenía problemas con eso, así que se lo permití. Otra cosa es que escucharla junto a mí, respirando tranquilamente dormida, me ayudó a conciliar el suelo más pronto.
A la mañana siguiente, ella ya estaba despierta cuando yo me desperté, escuché ruidos en la parte de abajo de la casa y bajé a ver que era. Akane preparaba el desayuno apresurada.
–Con todo lo que pasó ayer. –
Explicó ella.
–Olvidé que tengo que hacer algo antes de clases. –
Agregó ella, poniendo dos cajas de obento en las servilletas de tela, para luego tomar uno y guardarlo en su mochila. Se acercó a mí y me dio un beso en los labios.
–Llegaré tarde hoy, el club y… cosas que te explicaré cuando vuelva, no es importante pero… Haré la cena tan pronto como esté aquí… Tengo que irme.–
Y se dio la vuelta. Yo todavía no le decía “que te vaya bien” cuando ella ya había salido corriendo. Cerré la puerta luego de eso. No es que yo me hubiera levantado tarde, así que comencé a arreglarme normalmente para ir a la escuela.
Mientras estaba terminando de peinarme, llamaron a la puerta.
Era un poco tarde para decir que Akane había olvidado algo, así que fui a abrir, todavía con el peine en la mano.
–Hola. –
Era Kamine. Ella dijo eso mientras entró a la casa como si nada hubiera ocurrido.
–Ho…hola. –
Comenté. Ella me miró sonriendo.
–Vi a tu princesita salir huyendo hace un momento, así que pensé que era una buena idea venir a ver qué pasa. Tal vez le hiciste algo malo…–
Comentó Kamine. Yo la miré, entrecerrando los ojos.
–¿Te arreglaste con Mizore? –
Pregunté. Kamine no parecía saber de lo que estaba hablándole.
–¿Por qué? No le hice nada. –
–Ella estaba muy enfadada contigo anoche. –
Expliqué, Kamine me miró contrariada.
–No es verdad, comimos palomitas de maíz juntas, luego de que volvió de estar contigo… por cierto, esa que gritaba era Mizore ¿cierto? ¿Cómo hiciste para que tu esposa no se diera cuenta? –
–No me cambies el tema… le dijiste que… –
Repliqué, ella encogió de hombros.
–Ah, cierto, le dije que lo habíamos hecho más veces de las que lo has hecho con ella, no es como que le molestara, de todos modos. Al menos a mí no me lo pareció así. Todo lo que le dije es que tenía que preguntarte y estaríamos a mano. –
–¿No estaba enojada contigo? –
Pregunté, extrañado y confundido. Kamine negó con la cabeza.
–No creo que le quedaran energías para enojarse… ¿por qué? ¿Hizo un acto de chica enojada? –
Preguntó Kamine.
–Bueno… si… –
–Tú tienes la culpa de eso, cada vez que ella se enoja contigo, obtiene lo que quiere. –
–No tiene que hacer eso… –
Me quejé. Kamine se desesperó.
–¡Ya! Señor sinceridad. Déjala ser. No esperabas que ella viniera hasta tu casa diciendo “quiero que lo hagas conmigo” ¿O sí? Una mentira blanca no le hace daño a nadie. Salió bien, déjala ser. –
Creo que con todo esto, me estaba acostumbrando un poco a la sinceridad de Akane. La prueba está en que me sentí engañado cuando Kamine me dijo que todo estaba bien entre ellas. Y no debería sentirme así. Kamine tenía su parte de razón. No iba a venir hasta aquí a decirme eso ¿cierto?
¿Qué tanto le había convencido Akane? Posiblemente no demasiado, pero Mizore tenía que guardar las apariencias. Lo único que me preguntaba, es cuanto sabía Akane de ello. Posiblemente todo.
Bajé la cabeza.
–Más que eso ¿crees que puedas visitar mi casa el fin de semana? –
Preguntó Kamine.
–No lo sé… –
–Ven, vamos juntos a la escuela, y te cuento lo que ocurre ¿te parece? –
–De acuerdo… tomaré mi mochila entonces. –
Durante el camino a la escuela, Kamine me contó que recientemente su madre estaba actuando extraño. Estaba más irritable de lo normal. Y también más paranoica.
–¿Qué quiere decir eso ultimo? –
–Me oculta cosas ¿lo ves? Normalmente ella no es así… no quiso prestarme su teléfono, cuando ella siempre me presta su teléfono. Yo le pregunté si estaba enfadada conmigo, y dijo que no pero… está actuando extraña.
Explicó.
–Ayer, luego de que Mizore salió de mi casa, para ir a la tuya, quiero decir, yo intenté hablarle a mi madre por teléfono –
–¿Y qué pasó? –
Pregunté, Kamine encogió de hombros.
–Me colgó, dijo que esperaba una llamada importante. –
Explicó Kamine.
–¿Y eso es raro?–
Pregunté de nuevo, creo que ella estaba pensando demasiado en esto.
–Creo que… –
Y se acercó a mí para hablarme al oído.
–Tiene un amante. –
Me susurró Kamine.
–¿No crees que puede ser otra cosa? No lo sé, alguna llamada de sus hermanas, creo que estás leyendo en esto más de lo que realmente hay. –
Respondí.
–Puede ser, pero mi madre no me diría nunca si algo así sucediera, es decir… no puedes decirle esas cosas a tu hija ¿cierto? De todos modos, me intriga. –
Si bueno, decírselo a tu hija solo haría que ella perdiera el respeto por ti, como en el caso de la señora Fumishi. Pero eso no se lo dije a Kamine.
–Y por eso quieres que de una visita a tu madre… –
Comenté. Era una buena oportunidad, lo admito.
–Si ella se niega o algo, puedo pensar que es eso… –
Explicó Kamine, sonriendo.
–Creo que debería dejar de meter tu nariz en los asuntos privados de tu madre. –
Le aconsejé, ella se lo tomó de mala manera, incluso hizo un berrinche.
–Y yo creo que mejor haces lo que digo si no quieres que te golpee ahora mismo. –
Respondió Kamine. Y habíamos llegado a la escuela. Entramos siguiendo la conversación luego de eso. Y nos separamos después para ir a clases.
––––––––––
Luego de los primeros tres periodos, comencé a sentirme más cansado de lo usual. Afuera hacía un poco de sol, así que pensé que estaba bien si tomaba mi desayuno afuera, en los jardines, a pesar de que usualmente lo tomaba en la cafetería. Cuando sonó la alarma de la hora del descanso, tome mi desayuno y salí.
Estando donde estaba, se acercó a mi alguien a quien no había visto en un largo tiempo.
–Normalmente no comes aquí… –
Comentó. Era mi Sempai. Sakyomi Hamaki.
Hasta donde yo sabía, era la novia de Sushake. Pero él no estaba con ella.
–No… yo solo pensé que, estaría bien si cambiaba un poco. –
Expliqué.
–He estado tratando de hablar contigo por días, pero perdí mi celular… ni siquiera supe si respondiste mi último mensaje. –
Explicó ella. No hacía falta que se explicara. La verdad es que después de todo lo que había pasado, no había tenido tiempo de pensar en ello. Lo cierto es que al parecer, ella no recibió mi respuesta.
–Perdón, la verdad es que tampoco he tenido mucho tiempo libre, esto se ha convertido en una locura últimamente. –
Expliqué. Sakyomi me miró y ladeó su cabeza. Luego se sentó junto a mí.
–Bien… quiero saber. –
–No puedo… no creo que alcance el descanso para contarlo todo. –
Repliqué. Ella sonrió.
–¿Eso es una invitación a algo? Porque aceptaré si lo es. –
Respondió ella.
–Solo le diré que, me gustaría invitarle a mi casa, como la última vez… pero ahora tengo esposa, no puedo hacer eso. –
Respondí. Con eso le dejé en claro lo mucho que había cambiado mi situación.
–¿Eh? Sushake no me mencionó nada. –
Comentó.
–¿Sigue saliendo con él? –
Pregunté, porque hacía bastante tiempo que no los veía juntos.
Sakyomi se rio triunfalmente. Yo sonreí.
–Adivinaré, han estado haciéndolo como a usted le gusta. –
Comenté, en voz baja, ella asintió.
–Un poco, es decir, es genial, pero… bueno, es que no puede compararse. Aun así, lo estoy educando bien. En realidad creo que esa es la razón por la que te buscaba. –
Comentó Sakyomi.
–Creo que… le falta un poco de práctica, ya sabes, algunos trucos o algo. –
Explicó después.
–Creo que entiendo. –
Respondí.
–La verdad, quería que me…. Nos hicieras, un favor. –
Se corrigió a la mitad.
–¿Qué es lo que tengo que hacer?–
Pregunté. Mientras no tuviera que ver con dinero, yo era todo oídos. Pero eso no se lo dije.
–Bueno… como dije, es lindo y todo, pero le falta algo de práctica, así que, pensé que podrías venir con nosotros un día… y no sé… enseñarle como se hace. –
Preguntó Sakyomi. Juntando sus dedos de forma linda.
–Si Sushake no tiene nada que decir… –
Respondí mientras bebía un poco de jugo.
–Todavía no se lo digas, primero tengo que convencerlo… necesito que gane un poco de confianza en esto primero… pero… ¿cuento contigo? –
Preguntó ella, sonriendo. A decir verdad le debía un par de cosas a Sakyomi, así que pensé que estaba bien si le pagaba de alguna forma. Esta era una excelente forma de pagar, también lo admito.
–De acuerdo. –
Respondí. La alarma del final del descanso acababa de sonar, así que simplemente comencé a guardar mis cosas. Sakyomi se puso de pie, se acomodó el cabello, y me miró.
–Te deberé un favor. –
Me dijo, haciéndome una señal de despedida con la mano y se fue. Yo volví a mi salón luego de eso. Pero Sushake no volvió. Saltó clases.
Apareció después de la segunda clase, pero como todo el mundo estaba en lo suyo, nadie se percató más que yo. Iba a preguntar dónde había estado cuando Ayasara Sensei entro al salón. La ultima clase comenzó.
Un examen.
Fue difícil, lo admito, más que nada porque yo no había tenido tiempo de estudiar. Estaba a la mitad del examen cuando sonó la alarma.
–Muy bien… entreguen sus exámenes y pueden salir. –
Dijo la maestra. Su asistente comenzó a pasar lista y a anotar a aquellos que iban entregando sus exámenes. Demonios… seguro que repruebo. Sin muchas esperanzas, me puse de pie para entregar mi examen a la maestra. Me acerqué a la asistente para que anotara mi nombre y luego me paré frente al escritorio de la maestra.
Ayasara Sensei me miró con cara de pocos amigos cuando se dio cuenta de que el examen estaba a medio responder, pero no me dijo nada. Estaba guardando mis cosas cuando ella dio indicaciones a la delegada de ir hasta su oficina por no sé qué cosas.
Cuando termine de guardar mis cosas, solo quedábamos en el salón, el equipo de limpieza, Ayasara Sensei, su asistente, y yo.
La maestra me llamó de nuevo al escritorio.
–¿Dígame? –
Pregunté, con la cabeza baja.
–¿Qué es esto? –
Preguntó Ayasara Sensei, visiblemente molesta.
–Mi examen. –
Respondí. Estaba a la mitad.
–Todos los otros terminaron… ¿No estudiaste? ¿Cómo se supone que voy a calificar esto?–
Preguntó ella, enfadada. El equipo de limpieza de hoy comenzó a mover los pupitres, Ayasara Sensei me llamó a su oficina para dejarlos trabajar. Salí del salón junto con ella, seguidos de su asistente que revisaba algunas hojas.
Una vez en su oficina, y luego de saludar al maestro de química, (que no quería mirarme) se sentó en su escritorio. La única otra oficina ocupada, era la del profesor de Química. Ayasara Sensei comenzó a regañarme
–Es la primera vez que esto ocurre, Otagane–kun. –
–Lo siento, Sensei, he estado un poco ocupado, no estudié correctamente. –
Respondí.
–Esto amerita una visita parental. –
Explicó ella.
–Lo siento… –
Respondí.
–¿Puedes traer el formulario? –
Preguntó Ayasara Sensei a su asistente, quien asintió y salió. Supongo yo que a la sala de maestros.
–Mis padres… –
Comencé, ella me miró a los ojos, lanzó un suspiro. Se quedó inmóvil.
“Concéntrate Ayasara”
Se dijo a sí misma, en voz alta. Tosió una vez para recuperar la compostura.
–Perdón… ¿Me estabas diciendo? –
Preguntó ella. Ahora tenía la cara roja.
–Mis padres fallecieron, no tiene caso una visita, es eso lo que estaba diciéndole. –
Ella se hizo hacia atrás en su silla.
–Oh… lo siento… no tenía idea. –
Se disculpó, yo negué con la cabeza.
–¿Eso… ha sido reciente? –
Preguntó, con algo de miedo, yo creo. Pero yo negué con la cabeza.
–No…fue hace ya tiempo… es decir.. No es reciente. –
Ayasara Sensei suspiró, se llevó una palma a la frente, con algo de disgusto.
–Entonces… eso no explica tu bajo desempeño. Estoy siendo cruel y me doy cuenta de ello. Pero siempre has sido un alumno responsable. ¿Qué está pasando? Si no puedo hablar con tus padres, al menos dímelo tú. –
Se quejó la maestra. Yo suspiré.
–No he tenido mucho tiempo libre últimamente. Es solo eso. Yo… prometo que no volverá a suceder. –
Aseguré.
–Claro que no va a volver a suceder… es decir… si yo entrego esto, estarías reprobado… ¿Quie–quieres que eso quedé en… el expediente?… –
Comenzó a interrumpirse más y más a medida que iba perdiendo la noción de lo que estaba hablando. Su cara volvió a ponerse roja. Finalmente se admitió que algo no andaba bien y se puso de pie.
–Discúlpame… vuelvo en un momento… –
Dijo ella, y dándose la vuelta, salió de la oficina. A través del vidrio (porque todo lo que la separa de la oficina del profesor de química era un vidrio) el profesor que allí estaba, observaba atentamente la situación. Voltee a verlo, y él me guiño un ojo. Luego salió de allí.
Cuando Ayasara Sensei volvió, no se dio cuenta de que todas las otras oficinas, estaban desocupadas ahora. Su asistente tampoco regresó. Imagino que debe haber notado que era inútil llenar aquel formulario si no podía visitar a mis padres en las presentes circunstancias.
Ayasara Sensei tragó saliva. Parecía un poco más nerviosa que antes. Salir no le ayudó en nada, al parecer.
–Yo… quiero saber… ¿Qué son esas ocupaciones? De todos modos. –
Ella trató de recomenzar, pero ahora no podía ocultar que estaba roja de la cara.
–Bueno, es que trabajo y… –
Ayasara Sensei sacó un pañuelo de su bolsillo y se limpió la frente. Ni siquiera podía mirarme a la cara.
–Imposible… –
Fue lo que dijo.
–No es imposible, en verdad trabajo… –
Me quejé.
–No… no hablaba contigo… ¿Por qué en mi materia de todos modos?¿Por qué no cualquier otra? –
Fue lo único que ella pudo encontrar para reclamar. Pero no era el reclamo de una profesora. Ya no, al menos.
–Sensei… ¿Está todo bien?–
Pregunté. Seguro que aquí estaba mi escape de esta problemática situación.
–Claro que está todo bien… ¿Por qué no iba a estarlo? No estamos hablando de mi aquí, tómatelo con seriedad. –
Reclamó de nuevo.
–Bueno, parece un poco alterada, y sinceramente pensé que puede que le duela algo. –
Respondí.
–No me duele nada… es… mi presión… es todo. –
–¿Quiere que le traiga algo de beber? –
Pregunté… ella negó con la cabeza al principio pero luego tuvo que cambiar de idea.
–Si… creo que sería lo mejor… te lo pagaré… –
Antes de que ella pudiera sacar su monedero o algo, yo salí de la oficina. Yo también necesitaba pensar. ¿Por qué estaba actuando así? Estaba excitada, de eso no había duda. La pregunta era ¿Por qué? Aquello no tenía mucho sentido. Puede ser que ella estuviera muy frustrada sexualmente. O… que le gustaran los chicos jóvenes.
Podía ser también, que ella supiera quién era yo y lo que había pasado. Hablo del asunto del fantasma. Pero conociéndola, seguramente se escandalizaría por algo así.
Cuando volví a su oficina. La puerta estaba abierta ligeramente. Aun así, no había nadie más que ella y yo en las cercanías. Los maestros estarían ahora sellando sus salidas y esas cosas. Dentro, estaba Ayasara Sensei, hablando consigo misma.
“Cálmate Ayasara, por todos los cielos, cálmate. Es un estudiante… no hagas nada estúpido.”
Me paré dentro de la oficina de la profesora, sin hacer ruido y sin cerrar la puerta. No estaba siendo sigiloso, solo no hubo nada que hiciera ruido. Ella estaba mirado al otro lado, a través de los cristales, imagino que dándose cuenta de que, en realidad, estaba sola.
“Puedes volver a casa y hacerlo sola después… ahora compórtate… eres una maestra… no hagas nada de lo que te arrepientas. Es muy obvio que tienes el respeto del chico, no lo eches a perder… contrólate.”
–¿Sensei? –
Llamé. Ella volteó a verme con el horror grabado en su rostro.
–¿Me escuchaste? –
Preguntó ella, a punto de las lágrimas.
–Bueno… si… un poco… le traje su bebida. –
Respondí, ella ahora parecía insegura. ¿Estaba asustada de mí? Pero si yo no había hecho ninguna insinuación hasta ese momento. Nada. Solo había sido un alumno.
–¿Cuánto? –
Preguntó ella, histérica.
–Bueno… un poco… –
Ayasara Sensei se puso a llorar.
–Yo no te he hecho nada… no he hecho nada… –
Comenzó a decir, iba a decir que estaba bien cuando se acercó de rodillas y me tomó la mano.
–Por favor, no digas nada de esto… ser profesora es lo único que tengo… si dices algo… –
Suplicó, histérica.
–Sensei… cálmese. No voy a decir nada malo de usted a ninguna persona.–
Le aseguré. Ella me miró con los ojos llorosos. Se dio cuenta de que estaba tomándome la mano y la soltó, asustada.
–¿En verdad? –
–No voy a decir nada que le cause problemas, Sensei… estoy feliz de que usted me dé clases, no quiero que eso cambie. –
Respondí. Ella se limpió las lágrimas de la cara. Luego se puso de pie.
–Perdón… yo… mostré una parte de mí que no se supone que vieras… lo siento mucho. Justicia poética ¿eh? Estaba regañándote hace un momento. ¿Con que cara voy a hacerlo ahora? –
Preguntó, de espaldas a mí para no tener que mirarme.
–No tiene que ser tan dura consigo misma. Usted es mi Sensei, eso no cambia el hecho de que sea una mujer. Y no tiene porqué mezclarse una con la otra cosa. Como dije antes. Si usted piensa que merezco el regaño entonces tiene que hacerlo. Aunque… bueno… usted entiende. –
Ayasara Sensei se dio la vuelta. Aunque ya no parecía asustada.
–¿Entender qué? –
Preguntó ella.
–Bueno… lo que dijo antes… es decir… el sentimiento es mutuo, si quiere saberlo. –
–¿Qué?–
Preguntó ella. Me disculpe inmediatamente. Al menos con esto estábamos a mano, eso fue lo que pensé.
–No debí decir eso. Por favor perdóneme… no quise faltarle al respeto… es solo que… –
Ayasara Sensei suspiró.
–Creo que… la escuela no es un sitio donde podamos hablar de eso ¿verdad? –
–Supongo que no… –
Respondí, bajando la cabeza.
–Yo… pensaba que, puedo… invitarte a comer. –
Explicó Ayasara Sensei. Parecía una alumna ahora, no una maestra.
–Y hablar del examen… ya sabes… ya que no lo terminaste, y eso está muy mal… –
Aseguró después.
Cuidando de que nadie fuera a verla hacer esto, Ayasara Sensei se dirigió luego a su auto y me hizo subir en la parte de atrás. Miró a todos lados cuando menos una diez veces antes de salir de la escuela. Una vez que salimos, ella trataba de hacer conversación mientras miraba por el espejo retrovisor.
En cierto modo, parecía querer asegurarse de que yo no abriría la puerta y escaparía. Hay que ver que era lindo, a su manera.
–Entonces… ¿Cuáles son esas ocupaciones? –
Preguntó ella, nerviosa.
–Bueno… como dije antes, tengo un trabajo… y… –
Comencé a explicar. Ella escuchó atentamente. Le conté una historia triste, tampoco es que pudiera decirle a mi profesora que mi vida sexual era especialmente activa. Mucho más que la de otro estudiante.
–Entonces, básicamente, ya que vives solo, tienes que hacer horas extras constantes. –
Resumió. Yo asentí con la cabeza, porque ella estaba mirándome, por el espejo, como ya he dicho. Finalmente, ella suspiró.
–Más o menos comprendo, de todos modos no es como que puedas dejar de poner atención en las clases, los estudios son importantes ¿comprendes? –
Preguntó, yo asentí con la cabeza. Ayasara Sensei cambió el tema luego de eso.
–Yo… tuve un sueño, no hace mucho. –
Explicó.
–¿Un sueño? –
Pregunté.
–Y tú has estado recordándomelo… por eso… –
–¿Qué clase de sueño? –
Pregunté. Creo que se refería a la visita del fantasma.
–Uno… bueno… un poco… verás… –
–No tiene que decirme si no quiere… –
Respondí.
–Fue atrevido. –
Se quejó ella, luego me miró, no por el espejo, esta vez, volteando.
–Pero fue lindo… fue especial…–
Explicó. Yo suspiré. Sabía exactamente de qué me estaba hablando. Pero no podía decírselo. No hablamos más. Cosa sin importancia porque nos detuvimos después de unos momentos. Frente a su casa.
Una vez allí, ella tuvo una racha de arrepentimiento.
–Esto está mal… esto está muy mal… –
Ayasara Sensei se puso a llorar de nuevo. Tuve que hacer el tonto en ese momento.
–¿Sensei? ¿Qué ocurre? –
Pregunté, acercándome un poco al asiento, como cuando indicas al taxista el rumbo que quieres que tome. Lo digo porque en todo momento, me ocupé de que nada de lo que hiciera allí pudiera tomarse como una mínima insinuación sexual.
–Yo no sé qué es lo que estoy haciendo. Yo no debería hacer esto… eres uno de mis alumnos y… –
Se quejó ella, llorando.
–¿Me invitó a comer? –
Pregunté. Ella volteó a verme, yo sonreí.
–Es… cierto… por eso vienes conmigo… eso no está mal… –
–¿Dónde estamos? –
–Es… bueno… mi casa… –
Explicó. Yo ya lo sabía, pero nuevamente, tenía que hacer como si no supiera nada de esto.
–Tiene una casa muy bonita… Sensei. Seguro que su esposo trabaja muy duro. –
Comenté. Ayasara Sensei sonrió levemente.
–¿De qué hablas? Yo… no soy casada. –
–¿Por qué? –
Pregunté. Como si aquello no tuviera nada de lógica para mí.
–Pues… no lo sé… como dije antes. Lo único que se hacer es dar clases. –
Respondió ella, con cierto orgullo, hay que decirlo, aunque su rostro se ensombreció después de eso. Quizá quería recordarme el por qué yo no debería comentar nada de esto.
–Bueno… no puedo quejarme de eso, es una gran profesora… –
Ayasara Sensei se sonrojó y giró la cara.
–Bien yo… es decir… ¿quieres… pasar? –
Preguntó, yo asentí con la cabeza. Luego abrió la puerta, y sacando de su maletín mi examen solamente, abrió la puerta de atrás. Entró con el examen en las manos. Cerré la puerta tras de mí.
Ella puso el examen frente a ella.
–No olvides porque estamos aquí. –
Me dijo, mostrándome el papel, que ahora mismo, no era más que un papel que le servía para cubrirse.
–Si… –
Respondí, bajando la cabeza. Ella puso el papel en la mesa.
–Ahora espera aquí mientras caliento la cena. –
Comentó ella. Y entró a su cocina. Yo me senté en la sala por unos momento, mirándola ir y venir. Fue evidente que desapareció de mi vista a propósito varias veces.
Una vez que ella tuvo algo que ofrecer, me refiero a que la comida estuvo lista, ella se acercó, colocó platos en la mesa y se sentó frente a mí. Sus manos temblaban y eso hizo ruido con los platos.
–Y… bueno… espero que te guste… Yo… no suelo comer con nadie aquí… el sitio esta desordenado y…–
–Está bien… yo tampoco suelo ordenar mi casa. –
Respondí.
–Eso está… mal… ¿No lo está? –
Preguntó ella, mirándome con la cabeza baja.
–No lo sé. –
Respondí, encogiendo de hombros.
Comentó ella. Comenzamos a comer después de eso. Ayasara Sensei parecía seguir indecisa. Quizá había que empujar la situación un poco.
–Es muy buena… es mejor que lo que yo hago… –
Respondí.
–¿Cocinas? –
Preguntó ella.
–Bueno… si… un poco. –
–Claro… es decir… tus padres no están y… yo no sé qué estoy diciendo… –
–Está muy nerviosa, necesita relajarse. –
Respondí.
–No es eso… es que… lo que dije antes… si alguien se entera de que un alumno escuchó algo así… –
–Bueno… yo también dije cosas… un poco irrespetuosas allá ¿No es cierto? –
Pregunté. Ella me miró, con lágrimas en los ojos, batió la cabeza después.
–Es cierto… bueno no… es decir, es normal… los chicos… y yo… es solo que no pensé que, un alumno… podía sentirse… por una profesora… –
Ayasara Sensei tenía evidentes trabajos para poner sus pensamientos en orden. Yo solo la miré con calma. No es como que no entendiera lo que estaba pasando por su cabeza.
Su carrera podía estar arruinada para siempre si alguien se llegaba a enterar de que vine aquí. De cualquier modo, eso no la detuvo.
–Puede pensar que no soy su alumno ahora… no estamos en la escuela, después de todo… –
Respondí. Ayasara Sensei negó con la cabeza.
–Aun así… eres el primer hombre que viene aquí…. –
–Eso es un verdadero desperdicio… todo ese amor, desperdiciado. –
Ayasara Sensei me miró sorprendida.
–¿Amor? –
Preguntó ella, acalorada. Quizá me había propasado. Tosí para recuperar la compostura.
–Bueno, es que usted es una mujer muy linda, a eso me refería. –
–Aun así, eres un alumno, y yo soy una profesora, yo no debería pensar en ti de esa forma. –
Explicó ella. Se llevó una mano a la boca.
–Disculpa… yo no quise decir que… es decir… –
–No tiene que esconderlo… –
Respondí.
–Pero está mal… –
Se quejó ella, a punto del llanto. Un par de lágrimas resbalaron por su rostro. Yo me acerqué a ella y limpie las lágrimas de su rostro. Aquello la petrificó.
–No tienes que llorar, Ayasara–chan… –
–¿Chan? –
Preguntó ella, mirándome hacia arriba, porque yo estaba de pie junto a ella. Le sonreí.
–¿Le gusta?–
Pregunté, ella asintió con la cabeza.
–Es justo como en mi sueño… –
Claro que era justo como en su sueño. Por eso lo hice.
Me hinqué para poder mirarla de frente.
–Ayasara–chan… –
Repetí, ella restregó su mejilla en mi mano.
–Otagane–kun… ¿quieres… ir a… mi cama? –
Preguntó, se acercó a mí, y me habló al oído.
–Hay… mucho amor… esperando allí. –
Me susurró, le di un beso, para anunciar mi respuesta positiva, y comenzamos a besarnos. Eso rompió el hielo. Iba a comenzar a tocarla allí cuando ella se separó, respirando pesadamente.
–Espera… espera… vamos arriba… ¿sí? Yo… no quiero que sea aquí… está sucio, y es desagradable… –
Yo no tenía objeciones con eso.
–De acuerdo. –
Respondí. Ella sonrió y se puso de pie animadamente, y me tomó de la mano.
–Dime Otagane–kun… ¿Has estado con chicas antes? –
Preguntó. Yo voltee a verla. ¿Por qué quería saber esas cosas? De hecho es una pregunta que la mayoría de las chicas evita. No quieren saber.
Inmediatamente se arrepintió.
–Quiero decir… yo no tengo mucha experiencia y… –
–Estoy seguro de que irá bien… con lo mucho que Ayasara–chan me gusta… –
Expliqué. Ella sonrió y bajó la cabeza. Me llevó de la mano hasta su alcoba. Una vez allí, cerró la puerta detrás de ella., me miró de arriba abajo.
–Perdón… apenas puedo creer que estoy haciendo esto de verdad… –
Explicó, llevándose ambas manos a la nariz por un momento.
Se dio la vuelta.
–Yo… tengo que ir al baño… –
La tomé de la mano para evitar que se fuera.
–Así está bien… –
–¿Eh? Pero… –
–No me dejes solo, Ayasara–chan. –
Respondí. Ella asintió con la cabeza y se detuvo.
–Perdón… estoy muy nerviosa… yo… –
La atraje hacia mí, tomándola de la mano, y cuando estuvo a mi alcance le puse mis labios sobre los suyos. Me ocupe en todo momento de no nombrarla Sensei ni hablarle demasiado respetuosamente, ni nada que pudiera recordarle que era mi profesora.
Eso podía hacer que ella comenzara a tener miedo. Por lo demás comencé a acariciarle los pechos, por encima de la ropa al menos, ella pasó sus brazos alrededor de mí y me envolvió con ellos, la besé en el labios, el cuello, acaricié sus pechos y su cabello.
–No me vayas a dejar una marca… –
Se quejó ella, echando su cabeza para atrás. Todavía estábamos de pie, y la mano con la que estaba acariciándole el cabello comenzó a bajar lentamente por su espalda.
–Por supuesto que no… –
Respondí, besándole los hombros, quitando su ropa de en medio para besar su piel. Ayasara Sensei se estremeció.
–Sé bueno… –
Pidió ella, con la respiración entrecortada. Comencé lentamente a levantar su falda por detrás.
–¿Estas… estas interesado en mi trasero? –
–Bueno… es que lo miro a menudo… –
Respondí, ella saltó.
–Eso no está bien… Otagane–kun… –
–Es que no puedo evitarlo… cada vez que la veo caminar… es muy indecente.–
Expliqué. Estaba acariciándolo con firmeza, ella se pegó a mí en un intento inconsciente por huir de mi mano que la atacaba por detrás.
–Yo… tendré cuidado…ya no me voy a dar la vuelta frente a ti… solo vas a estarme mirando… –
–Entonces miraré sus pechos… –
Respondí, ahora poniendo más atención a la parte de enfrente, ella se quejó de nuevo.
–No… no entiendes… –
–Hay cosas buenas que ver enfrente también. –
Solté los botones de su blusa, uno a uno, ella no se resistió.
–¿Cómo cuáles? –
Terminé de desabotonar su blusa y metí mi mano dentro de su sostén. Ella comenzó a gemir.
–Aquí… por ejemplo… –
Ayasara Sensei comenzó a respirar pesadamente.
–No… si te la pasas mirándome en clase… ¿Cómo voy a verte a la cara entonces? Eso no es justo… estas cosas solo se ven en privado… –
Se quejó. En ningún momento mencionó tampoco que ella fuera mi maestra. Bien podría estar hablando esto con cualquier compañera de clases. Creo que ella lo estaba diciendo (o evitando decirlo) con esa intención. Ayasara Sensei se quitó el sostén, que cayó al suelo. Era muy diferente de la ropa con la que la había visto la última vez. Pero bueno, es que ella no pudo planear nada de esto.
Sostuve uno de sus pechos desnudos en mis manos, pesaban un poco.
–¿Y bien? ¿Qué piensas? Si te quedas callado… no puedo saber lo que estás pensando… me pongo muy nerviosa. –
Explicó. Por toda respuesta, bajé mi cabeza un poco para comenzar a besar su pechos. La última vez que estuve con ella no había podido hacer esto.
–Espera… no… si tanto los querías… podías haberlo dicho… –
Comenzó a decir, mientras intentaba en vano apartarse de mí. Mi otra mano pasó por en medio de sus piernas, desde atrás… moviendo mis dedos por encima de la ropa interior, ella saltó.
–Eso… ahí es mi… –
–Estás muy mojada, Ayasara–chan… –
Respondí.
–Sí pero… te juro que… no es mi intención… –
Sus piernas comenzaron a separarse, al parecer contra su voluntad, mientras ella aún estaba de pie. Continué tocando su entrada con mis dedos. Más y más jugos de amor salieron de ella, tanto, que a pesar de que aún tenía puestas las pantis, sus jugos comenzaron a escurrir.
–Voy a manchar mi ropa… –
Se quejó.
–Eso tiene fácil solución… –
Y moví mi mano hacia enfrente para desabrochar su falda, que cayó al piso después, seguí lamiendo sus pezones con firmeza, sosteniendo y apretando sus pechos con la mano que aún tenía libre.
–A pesar de que… eres más joven… parece que tienes mucha experiencia… –
Comentó ella, pero no parecía molesta para nada. Supongo que en este punto, ella no podía molestarse por nada en absoluto.
–Hay más cosas que sé hacer… –
Respondí.
La última vez no pude hacerlo tampoco, pero ahora mismo nada me lo impedía.
–¿Cómo qué? –
Preguntó ella. Por respuesta, me hinqué frente a ella, y quitando sus pantis del camino, llevé mi boca hasta su vulva, incluso use mi lengua para separar sus labios allí abajo. Ella comenzó a gemir, sin mucho que hacer en respuesta sino acariciar mi cabeza y como casi pierde el equilibro, pero no quiso separarse, se sostuvo de ella con ambas manos.
–Eso es… eres… tú… mi… –
Comenzó a hablar sin sentidos mientras me dedicaba a acariciarla con la lengua y las manos, estaba claro que aquello no podía dudar mucho.
–Me voy a venir… no te detengas… eso… me vengo… –
Mientras se venía, comenzó a gemir más fuerte, y empujó mi cara hacia ella y sus caderas hacia mí, sin percatarse mucho de que aquello resultaba un poco asfixiante. Sus jugos salieron de ella y resbalaron por mi cara. Bebí todo lo que pude.
En cuanto recuperó un poco de control, me soltó.
–Perdón, no sabía que eso se sentía tan bien… nunca lo habían hecho… –
–¿Por qué no? –
Pregunté. Ella negó con la cabeza, nerviosa.
–No sé… nunca lo permití… –
Explicó, me puse de pie, y ella echó sus brazos a mi cuello.
–Pero a ti te dejaré hacer todo… –
Agregó, eso era lo suficientemente bueno para mí. Ella me tomó del brazo y me haló a su cama.
–Ven… todavía hay mucho… amor como le dices tú… que quiero darte. –
Ofreció, yo la seguí y ella se sentó en su cama. Una vez allí, tome sus pantis y las saqué. Sus piernas quedaron frente a mí, se juntaron un poco, y ella giró la cara.
–Vas a decir que es una ridiculez… pero… me da vergüenza que me mires tanto… –
Desabroche mi pantalón en ese momento, que cayó al suelo. Ella me miró ahora a mí, separando sus piernas por fuerza, para poder ver.
–¿Lo vas a meter? –
Preguntó, llevándose una mano a la boca para ocultar que babeaba. Que maestra más pervertida.
–Esa es la idea… –
Respondí, sonriendo y separando sus rodillas. Pide mirar su vagina palpitar ante la expectativa de ser penetrada. Ayasara levantó sus caderas un poco, ofreciéndose.
–Cuida que no me duela… –
Pidió. Con lo mojada que estaba, me preocupaba más que no pudiera sentirlo deslizarse dentro de ella. Me sostuve de sus piernas para poder hacer presión, y comencé a meterla, y como entró con tanta facilidad, después del primer empuje, estaba dentro de ella.
–Está dentro… puedo sentir… palpitando… –
Si mal no recordaba, la última vez que esto pasó, ella movía sus caderas hacia un lado y hacia el otro. Así que eso hice.
–Espera… esta… rozando mi interior… –
Me recargué un poco sobre ella para poner presión y que así pudiera sentirla más, pero ella comenzó a tener problemas para respirar en ese mismo momento.
–Esto… no… ¿Cómo? Yo… –
Puse mis manos sobre sus tetas, sosteniendo sus pezones y empujando sus pechos hacia abajo.
–Espera… espera… es demasiado… muy pronto… –
Como si hubiera activado un botón o algo, su vagina comenzó a estrecharse sobre mi pene, tratando de contenerla en su lugar, yo movía mis caderas en círculos, todavía no había comenzado a empujar cuando Ayasara Sensei gritó.
Sus caderas comenzaron a convulsionarse con el orgasmo que siguió al chillido de ella. Sus jugos comenzaron a salir de ella, mientras sus manos, incapaces de hacer cualquier cosa, se aferraron a la cama.
Quité mis manos de su pecho para dejarla tomar aire. Ayasara Sensei comenzó a disculparse.
–Perdón… yo… no sé qué pasó… volvamos a intentarlo ¿sí? Esta vez… me contendré… –
Yo sonreí. No es que quisiera que se contuviera, de todos modos.
–Tal vez… debería usted tomar la iniciativa… –
Comenté. Ella sonrió.
–Si… eso estaría bien… eso sería lo mejor… yo creo. –
Explicó, parecía un poco asustada.
Ver a ese cuerpo desnudo levantarse y colocarse sobre mí, de espaldas, era quizá lo mejor que me podía pasar en ese momento. Ayasara me dejó acostarme mientras, ella decía, hacía todo el trabajo. Colocó sus nalgas sobre mí y tomó mi pene con sus manos, para asegurarse de que entrara.
Comenzó a entrar, lentamente, yo trataba de relajarme, pero mi pene parecía perder la paciencia. Era demasiado lenta. Me moví un poco.
–Espera… –
Pidió ella, riéndose. Yo suspiré. Mirar debería estar bien por ahora. Entró por completo, ella se balanceó un poco para acomodarse.
–Está tocando más profundo ahora. –
Se quejó. Con nada se le podía contentar. Comenzó a moverse lo más lentamente que pudo, apoyando sus manos en mi pecho podía ver mi pene entrar y salir de ella, en cámara lenta.
No pasó mucho hasta que perdiera la paciencia. Me senté, ahora mi pecho estaba tocando su espalda.
–No… no… espera… estoy sensible ahora… –
Se quejó ella. Para que no pudiera liberarse, tomé su brazo por la espalda y halé hacia mí, mientras pasaba mi otra mano por su cintura y tocaba su clítoris. Ayasara quiso inclinarse, pero estaba sosteniéndola del brazo por la espalda.
Estaba inmovilizada, ni siquiera pudo cerrar las piernas.
–Para por favor…si continuas… –
Su negativa sólo hizo que lo hiciera más rápido.
–No… otra vez… esto es demasiado… por favor… –
–Dices eso, pero la verdad es que tú eres quien está moviéndose más y más rápido… –
No estaba mintiéndole. Ella estaba básicamente saltando sobre mí a este punto.
–No es verdad… esto es demasiado… lo siento entrar y salir… está… besando mi interior… –
–Entonces déjalo salir… –
Respondí, besando su cuello, Ayasara echó su cabeza hacia atrás. Podía mirar sus pechos hacer boing–boing mientras ella saltaba.
–No… eso no… –
Comencé a acariciar su clítoris.
–Imposible… otra vez… yo… Me vengo… –
Fue todo lo que dijo, intentó cerrar las piernas mientras se convulsionaba, un chorro de sus jugos salió de ella, haciendo una curva larga para manchar la alfombra.
A pesar de que ella estaba a la mitad de un orgasmo, no me detuve. Ella comenzó a llorar.
–No es justo… ¿Cómo es que haces eso?…¿Por qué parece que conoces… cada punto? No es justo… –
Preguntó ella, la tome por uno de sus pechos mientras empujaba.
–Puede ser que usted es muy buena para esto también… –
–¿En verdad? –
Preguntó, pero no tuvo tiempo de preguntar más, porque el siguiente orgasmo se acercaba.
–Me estas volviendo loca… esto es… no seré capaz de regresar… –
–No tiene que hacerlo… –
Respondí, ahora yo también a punto de venirme…y aproveché que ella volteó a verme, para besarla y meter mi lengua en su boca. Ella no pudo resistirse, y lo siguiente que supe es que estaba viniéndose.
Tuve que actuar rápido y quitarme antes de venirme dentro de ella, después de todo, ella nunca dijo nada como que estuviera bien hacerlo adentro. Ayasara Sensei cayó acostada en su cama y sin poder moverse, respiraba profundamente agitada cuando la bañé con mi semen.
Fue un problema recordar en ese momento que se trataba de una maestra. Lo digo porque de haber sido una chica cualquiera podría haberme venido dentro de ella. Le pediría que tomara la pastilla después o algo.
En este aspecto, la situación cambiaba ciento por ciento.
De todos modos, era un deleite mirarla así.
Ayasara Sensei permaneció recostada sobre la cama un rato, como tratando de asimilar lo que había pasado, yo me dediqué a contemplarla. Después de un momento, ella se llevó las manos a la cara, y comenzó a llorar. Eso me alarmó, sobre todo porque fue muy repentino.
–¿Estas bien? –
Pregunté. Tal vez si la había lastimado, después de todo.
–No. –
Respondió ella, haciendo una pataleta.
–Hice el ridículo… –
Se quejó después.
–No tiene que sentirse mal por esto… –
Quise tocarle el hombro, ella lo quitó con una pataleta.
–Déjame… hice el ridículo… ahora parezco una mujer desesperada… soy una profesora y aun así… –
Supongo que en ese momento, ella recordó también la situación en la que nos encontrábamos.
–Ayasara. Eso fue idiota. –
Se nombró a sí misma como cuando hablaba sola. Yo bajé la cabeza.
–Supongo que… ya no quiere verme ¿cierto? Después de todo lo que pasó. Lo siento mucho Sensei, me dejé llevar… lo siento… –
Me disculpe sinceramente, porque en realidad no quería ponerla en un predicamento semejante. Quizá debí dejar que ella llevara las cosas a su manera. Ahora estaba limpiándose el cuerpo mientras yo me disculpaba. También pensaba que el hecho de hacer eso resultó un tanto humillante cuando recordó que era una profesora, hablo de ensuciarla de esa forma.
–Hice todo mal… lo lamento. –
Ayasara Sensei me miró asustada y aun con lágrimas en los ojos, se acercó a mí y tomó mi cara con sus manos.
–No… eso no es verdad… yo… tu no hiciste nada malo… no tienes que bajar la cabeza, no es tu culpa, porque, tu eres lindo, y… me haces feliz… y… yo no quiero que se acabe… –
Me quedé perplejo mientras ella decía esas cosas. Ella bajó sus manos cuando se dio cuenta de lo que estaba diciendo, Parecía una declaración, es cierto, aunque supongo que en todo momento ella estuvo consciente de que aquello no podía pasar. Eso no impedía que lo quisiera.
Pasó lo que tenía que pasar: es decir, ella comenzó a buscar alternativas.
–Ya sé que está mal… y supongo que incluso sueno como una loca… pero, tal vez no es tan extraño ¿no es cierto? Yo… te traje aquí, debería tomar responsabilidad por ello ¿No es cierto? Puedo ser permisiva… sí, eso es… puedo subir tus notas… si quieres… –
Iba a negarme, porque quería decirle que eso no era lo que lamentaba, yo realmente creí que estaba ofendida. No hacía falta, pero ella continuó.
–Espera aquí… –
Dijo, y salió corriendo luego de eso. Creí que era por vergüenza. Volvió después de unos momentos.
–Toma… –
Dijo.
Me extendió un juego de llaves.
–Son las llaves de mi casa… puedes ir y venir como tú quieras… también tengo algo de dinero… en el banco… si lo necesitas… te lo doy… –
De acuerdo, ya se había pasado de la raya. Hablo de que estaba diciendo un montón de disparates.
–Sensei… No necesita nada de eso…–
Se hincó frente a mí.
–Haré lo que sea… lo que sea… –
Comenzó a llorar como una niña pequeña entonces, limpiándose las lágrimas con las manos.
–Lo que sea, pero por favor… no me dejes… –
Me quedé perplejo por unos momentos. No es que estuviera dudando, lo juro. Es solo que nunca pensé que ella estaría así de engolosinada con lo que estaba pasando. Supongo que para ella, no se trataba solamente del placer sexual.
Como he dicho antes, su seriedad jugaba en su contra en este asunto de conseguir pareja. Siendo así, creo que era trabajo de un alumno consolarla un poco, solo para que se sintiera mejor.
–Ayasara Sensei es una buena profesora… –
Le dije, me incliné para poder mirarla a los ojos. Ella me miró, todavía con recelo. Creo que pensó que estaba tratando de decirle que no quería seguir con esto.
–¿Profesora? –
Preguntó ella. Yo asentí con la cabeza, tratando de terminar de decirle lo que quería decirle.
–Podríamos decir que es mi Sensei preferida… y bueno, pienso que yo haría cualquier cosa para que mi profesora de álgebra fuera feliz, ya que ella se esfuerza tanto… –
Expliqué. Sus ojos brillaron cuando le dije eso.
–¿Hay algo que pueda hacer para que sea feliz? –
Pregunté, con la voz más suave que tenía. Ayasara Sensei asintió con la cabeza.
–Abrázame… –
Pidió. Recargó su cuerpo sobre el mío, todavía desnuda, y yo acaricie su cabello por la espalda.
–Lo que sea por mi maestra preferida… –
Respondí, ella suspiró, aun así, parecía que seguía llorando.
–Mizuki. –
Dijo ella de pronto.
–Llámame Mizuki… –
.–Pero… bien. ¿Mizuki Sensei está bien? –
–Si… eso está bien… soy tu Sensei después de todo ¿No es cierto? –
–Si vuelve a sentirse sola, o irritable, o siquiera un poco aburrida, yo estaré más que contento de asegurarme que sea feliz de nuevo. ¿Está bien? –
Ella asintió con la cabeza, y luego recargó su cara en mi hombro.
–Incluso el olor es igual… –
Dijo ella, y finalmente dejó de llorar.