Haru No Yurei - Volumen 2: 17. Una vida feliz
Cuando me metí al baño, comencé a lavarme como si nada pasara. Estaba un tanto aturdido por lo que estaba pasando con Akane, pero también estaba feliz. Ella tardó un poco en entrar. Vi en el espejo frente a mí que ella tenía una toalla alrededor del cuerpo.
Parecía nerviosa.
–¿Estas bien? –
Pregunté, sin voltear, ella se acercó a mí por la espalda.
–Estoy nerviosa… esto es algo que nunca creí que haría. –
Explicó ella, tomando una esponja y poniéndole jabón. Se había acomodado el cabello y estaba desnuda con excepción de la toalla.
–Si bueno, a decir verdad, a mí tampoco se me ocurrió. –
Akane suspiró.
–Háblame de algo. –
Dijo ella, comenzando a frotar mi espalda.
–De algo… pedir eso es un poco repentino… Un tema al azar… –
Akane decidió comenzar entonces.
–Lo que hiciste anoche… –
Comenzó, se interrumpió luego, bajando la cara, tallándome la espalda en silencio.
–Creo que te gustó ¿eh? –
Pregunté, Akane volteó a ver al espejo para mirarme.
–Mucho… –
Explicó. Luego bajó la cabeza. Parecía asustada de aquello.
–Más de lo que creí… he pensado todo el día en ello… es decir, creo que lo habías intentado antes pero, estaba demasiado ocupada pensando en mi vergüenza entonces y… no sé… anoche, me gustó el modo en que me tocaste, y… creo que realmente me volví loca ¿No es verdad? –
La frente de Akane se recargó en mi hombro. Parecía querer llorar. Así que eso era, aquella fue la primera vez que Akane se dio el tiempo de disfrutarlo como es debido. El sexo oral quiero decir.
Imagino que para las chicas, en especial las que se avergüenzan con facilidad, ese es un tema delicado, porque se siente bien, pero se ve extremadamente indecente. Les cuesta aceptar que algo tan vergonzoso se sienta tan bien.
–Quizá… estoy siendo tonta y… lo que digo está mal, pero… ¿Qué hago con este sentimiento? –
Preguntó Akane, parecía pensar que aquello era un gran problema. No lo era.
–¿Tan fuerte es? –
Pregunté, mirándola por el espejo.
–Te veo y pienso en ello… –
Respondió Akane, desanimada.
–No es que no me gusten las otras cosas ni nada de eso, es decir… quizá… debería callarme ahora. –
Y se quedó en silencio. Extendí una mano para acariciar su cabeza, que estaba detrás de mí. Aun así, no voltee.
–Dejémoslo en que es tu parte favorita. –
Respondí, sonriendo.
–Sí pero… no es normal ¿O si lo es? Claro que no. Se metió en mi cabeza de alguna forma. Todo el tiempo he pensado “Si hago esto o aquello, tal vez él esté feliz… y haga eso.” Y no dejo de pensarlo… parezco una mujerzuela. –
Explicó, ahora a punto de las lágrimas.
–No pareces una mujerzuela, pareces más bien una niña pequeña, hablas como una pequeña a la que han dado un dulce y ahora solo quiere dulces para la cena. –
A este punto me di la vuelta y le sonreí, mirándola de frente, ella se quedó hincada frente a mí, sin moverse. Sus pechos podían verse a medias. Akane se dio cuenta de que la miraba y se sonrojó.
–Lo dices para que se sienta mejor… –
Respondió Akane.
–Es cierto, pero eso no lo hace una mentira. –
Respondí, y acaricié su cabeza.
–¿Quieres que… me quite la toalla? –
Preguntó Akane, insegura, sus pechos parecían querer reventarla, porque ella la había apretado demasiado.
Se puso de pie frente a mí, por unos momentos, y tomó uno de mis brazos para lavarlo, usé el que me había dejado libre para soltar la toalla de su cuerpo, que cayó al piso. Estaba desnuda.
–Qué mujer tan hermosa. –
Fue lo único que dije, ella tomó mi mano y la paseó por encima de su cuerpo, por sus senos y sus hombros. Sus piernas temblaban.
–Puedes tocarme si quieres, o besarme… o lamerme… está bien, incluso si me lastimas un poco… no me molesta… –
Anunció, yo pasé mi brazo alrededor de sus caderas y la atraje hacia mí. Comencé a besar su obligo.
–Esto está bien para mi ahora…. –
Le dije, metiendo mi lengua en su ombligo. Su cuerpo respingó y ella se rio levemente.
–Hace cosquillas… –
Se quejó ella, moviéndose hacia un lado y hacia otro, balanceándose.
–Toshikane… –
Llamó, me detuve por unos momentos.
.–El otro brazo… –
Dijo. Le di mi otro brazo y ella comenzó a tallarlo, asegurándose de agacharse y que sus pechos tocaran mi cara cuando lo hacía.
–No sé qué me ocurre, te quiero en todo momento… ya sé que suena mal pero… no puedo evitarlo, no he dejado de pensar… te advertí que me volvería loca… –
No estaba besándola violentamente, tampoco estaba tocándola, pero ella ya tenía la respiración entrecortada.
–¿Y te gusta? –
Pregunté, ella me miró con la cara roja y los ojos llorosos.
–Si… si me gusta… –
Respondió. Por toda respuesta, comencé a acariciar su trasero y sus piernas, Akane no puso sostenerse de pie mucho tiempo, y casi de inmediato, se hincó frente a mí.
–Tengo que lavarte… –
Dijo, con la voz temblorosa, comenzó a tallar mis rodillas, y poco a poco, sus manos fueron acercándose a mi pene, que ella dudaba en tomar, pero que rozaba cada vez que podía.
–Puedes tocarlo si quieres… –
Le dije. Ella me miró avergonzada.
–¿De verdad? Es decir… yo… estoy babeando… –
Se limpió la cara y llevó ambas manos con jabón a mi pene, comenzó a hacerlo con las manos, y lentamente, como asegurándose de que no me escaparía, lo metió a su boca. Comenzó a lamerlo un poco, acercando su pecho, luego se detuvo, y me miró. Lo soltó después de unos momentos y lo sacó de su boca.
–No sé cómo se hace. –
Explicó, pero volvió a meterlo en su boca, incluso usó su lengua, la dejé que continuará, en realidad no creí que detenerla fuera una buena idea, además de que mi erección estaba empezando a ser dolorosa porque, estaba sentado, me hice un poco para atrás para darle más espacio, ella sonrió.
Después de unos momentos, Akane se puso de pie y suspiró.
–No puedo complacerte como tú lo haces… y no creo que se sienta bien de todos modos, así que… si quieres, puedes usar… ya sabes… –
Explicó, pasando una mano por sus muslos. Sonreí, miraba sus pechos desnudos, y ahora, con el frio y la excitación, sus pezones, parecían dos pequeños botones rosados en su piel blanca. Akane puso sus manos atrás mientras se balanceaba, sus pechos se balancearon y rebotaron también.
–¿Qué miras? –
Preguntó ella, con una risita nerviosa.
–Tus pechos… –
Respondí, deleitándome con la física de su movimiento. A veces, parecían tener vida propia, a eso me refiero.
–¿Te gustan? –
Preguntó ella, sonriendo.
–Son mágicos. –
Fue la única palabra que se me ocurrió. Es decir, no eran precisamente muy grandes, tampoco pequeños, pero su movimiento era como hipnótico, no podía parar de mirarlos.
–Ere un tonto… –
Respondió Akane, riéndose, pero no se giró.
–No estoy mintiendo, un hombre podría recuperar todas sus energías solo por mirar esos pechos. –
Expliqué, ella finalmente se sonrojó y giró la cara.
–Ya entendí, te gusta mi pecho… –
Ella no usó el mismo término que yo. Como dije, Akane aún no podía decir malas palabras ni nada demasiado erótico. Tal vez no podría nunca, eso no quería decir que no disfrutara lo que estaba pasando.
–Bueno, si… mucho… –
Respondí. Comencé a enjuagarme, ella quitó la regadera de mi mano y comenzó a enjuagarme.
–¿Qué más te gusta? –
Preguntó, mientras pasaba su mano por mi brazo para enjuagarlo, y… supongo que disfrutar de contacto un poco. No quiero verme engreído aquí pero… a las chicas les gustan los chicos ¿No es cierto?
Supongo que ellas también quieren tocar, aunque en teoría, “ser tocados” no sea tan interesante para nosotros.
–Tu ombligo. –
Respondí, ella lo balanceó frente a mí, no sé si intencional o accidentalmente.
–No sabía que eso también podía gustarte… –
Comentó ella, visiblemente complacida.
–Resalta mucho con lo plano de tu vientre, y es bello… –
Expliqué. Pasando mi mano por su estómago, ella se rio levemente.
–Hace cosquillas… que… ¿Qué más? –
Preguntó Akane, era evidente para donde quería llevar la conversación, yo la evadí un poco, supuse que estaba bien. Puse una mano en su trasero.
–Mi…¿Ahí? –
Preguntó ella, su piel se endureció por un instante.
–Si… me gusta cómo suena cuando golpeo sobre él… –
Akane asintió, juntó sus dedos de forma tímida mientras me miraba.
–Si quieres, puedo… dártelo… para que lo hagas por ahí… me da miedo pero… bueno… algunas lo disfrutan ¿No es cierto? Yo… –
Sonaba nerviosa.
–No hablaba de eso, y aunque no negaré que suena tentador… creo que ahora mismo no es buena idea. –
Expliqué. Akane negó con la cabeza.
–No necesitas contenerte, yo… soportaré el dolor… –
Aseguró ella, aunque todavía se notaba tanto alarmada, negué con la cabeza.
–Falta mi parte favorita… –
Respondí. Pasé una mano por sus muslos, y la llevé, así como estaba, a su entrepierna, ella se sobresaltó y comenzó a llorar.
–Toshikane… ahí… ahí me gusta… más que nada en el mundo… –
Se quejó ella.
–Si bien… esta es la mejor parte, para todo… –
Expliqué.
–Por favor… haré lo que quieras, pero… hazlo de nuevo, por favor… te lo ruego… puede ser solo esta vez… luego te dejaré tranquilo… por favor… –
Suplicó Akane. Creo que ella realmente disfrutó eso. Por mi estaba bien, más que bien en realidad.
–¿Estas bromeando? Te lo haré cada noche, si quieres.–
Respondí, ella se separó un poco, tratando de encontrar mis ojos.
–¿Ca…cada noche? –
Preguntó Akane, voltee a verla, sus ojos brillaban mientras lo consideraba. Yo continué acariciándola.
–¿Estaría eso bien? –
Pregunté, Akane asintió, estaba roja de la cara. Me detuve de pronto, porque Akane parecía tener problemas para permanecer de pie. Me puse de pie y le di un beso rápido en los labios.
–Bien entonces… voy a secarme… espera en tu cama. ¿De acuerdo? –
Ella asintió con la cabeza y poniéndose la toalla como pudo, salió del baño corriendo. Me metí a la tina un rato luego de eso. Escuché la voz de Akane del otro lado de la puerta.
– Estoy lista… Yo… esperaré en mi cama ¿Está bien? Yo… –
–De acuerdo. –
Parecía estar impaciente, así que no me demoré mucho. Cuando entré al cuarto de Akane, ella estaba acostada, con la manta cubriéndola toda hasta la nariz.
–Estoy lista.–
Aseguró, a mí no me parecía estar lista, sobre todo porque estaba toda cubierta, pero me senté en la cama.
–Bueno, no puedo lamerte si estas tapada… –
Repliqué. Ella se descubrió poco a poco, estaba desnuda con excepción de su sostén. Pensé que tendría pantis puestas, pero cuando finalmente descubrió su cuerpo, me di cuenta de que no era así.
–¿Quieres que me quite el sostén también? –
–Bueno… me gustaría, sí. –
Respondí. Akane se quitó el sostén, separó sus piernas ligeramente, como esperando que no se notara mucho.
–¿Tan ansiosa estas? –
Pregunté, ella puso cara de enojada.
–No te burles de mi… –
Se quejó.
–De acuerdo, de acuerdo… no hay porque enfadarse… –
Repliqué, acariciando sus piernas. Akane tuvo un sobresalto.
–No estas enfadada ¿verdad? –
Pregunté, comenzando a besar sus muslos, así como estaba.
–No… –
Respondió Akane.
Metí mi mano por debajo de sus piernas, y comencé a levantar sus muslos, de modo que ella se vio obligada a separar sus piernas, lentamente, mientras yo comenzaba a usar mi otra mano para tocar sus pechos. Akane suspiró y extendió sus brazos, tirando la almohada al suelo.
–Aquí está… vaya, está muy mojada el día de hoy. –
Comenté, mientras llevaba mi mano a la entrada de su vagina, que palpitó.
–¿Qué debería hacer? –
Pregunté. Akane me miró, suplicante.
–¿Me vas a hacer decirlo?–
Preguntó ella.
–Bueno, es lo menos que puedes hacer ¿No es cierto? Si quieres que haga algo, solo tienes que pedírmelo. –
Expliqué.
–Bien… lámeme… –
Pidió, con lágrimas en los ojos.
–Ya, ya, no tienes que llorar… –
Respondí, poniendo mi boca en medio de sus muslos. Podía sentir el calor emanar de su vagina con claridad, sus labios palpitaban, comencé a lamerla, acariciando la parte interior de sus muslos con mis manos. Akane comenzó a hacer ruidos, primero silenciosos, tratando de mantener su boca cerrada.
Comencé lamiendo por fuera, como si estuviera preparándola lentamente, de arriba hacia abajo, poco a poco, sus labios fueron separándose solos a medida que ella levantaba las piernas, y abrazaba sus rodillas. Podía ver ahora el interior, sus paredes internas parecían escurrir y su vagina se dilataba una y otra vez en preparación por si quería penetrarla. No lo hice, en lugar de eso, comencé a separar sus labios con mis dedos, y acercando mi boca, comencé a besarla con avidez.
–Toshikane… eso es… –
Akane soltó sus rodillas y comenzó a gemir con más fuerza, voltee a verla por un momento, su cara estaba roja y sus pezones parecían erectos, pero si le prestaba atención a eso ahora, no podría hacer lo que estaba haciendo.
–¡Está adentro! Se siente tan bien… es… –
Separé aún más sus paredes, y metí mi lengua todo lo que pude, acariciando su interior con la punta, hacia arriba y hacia abajo.
–Toshikane… no puedo detenerlo… voy a terminar… tu lengua está… ah…–
Se interrumpió sola. Sus caderas temblaron cuando ella contrajo sus paredes, siguió a eso un orgasmo violento y concentrado en su parte inferior. Pude notar que incluso su trasero comenzó a contraerse con violencia, mientras los espasmos sujetaban mi lengua en el interior de su vagina, arrojando su néctar sobre mi cara.
Comencé a acariciarla mientras seguía besando sus paredes y metiendo y sacando mi lengua. Luego ataqué su clítoris.
Lamí su clítoris como si fuera una paleta, acariciando sus muslos y su trasero mientras ella levantaba sus caderas, como indicándome que dejaría que hiciera con ella lo que quisiera, no pude resistir la tentación de colocar un dedo en su trasero. Supongo que ella no está lista para algo como el sexo anal, e incluso podría arruinar esto que a ella le gustaba tanto si lo intentaba, pero un dedo no debería ser problema.
Akane se sobresaltó.
–Puedes tenerlo si quieres… –
Comentó ella, a media voz.
–Está bien así… ¿se siente bien? –
Pregunté. Ella asintió con la cabeza.
–Se siente extraño… –
Respondió, dejé el dedo allí y seguí lamiendo su clítoris, aquello pronto hizo que el cuerpo de Akane comenzara a convulsionar de nuevo. Usé la mano que tenía libre para explorar el interior de su vagina también, mientras continuaba lamiéndola por el exterior.
–Más… más…. Esto es…. Maravilloso… ¿Cómo lo haces?… creo que quedaré tonta… o peor… –
Yo sonreí.
–Es que este lugar es delicioso. –
Le dije. Sonó más como “Efte fufaf ef efifioso” pero supuse que ella entendería. Cambié de técnica luego, tocándola por fuera y lamiéndola por dentro de nuevo. Mi lengua podía sentir el cambio de temperatura. Akane se revolvía en las sabanas.
Akane ni siquiera notó el cambio, estaba demasiado concentrada en mi lengua entrando y saliendo de ella como si de mi pene se tratara, aunque no pudiera llegar tan profundo, sus paredes se sentían penetradas y reaccionaban como tal.
–Tu lengua… está… haciéndome… eso… estás haciéndolo completo con ella…. –
Se quejó Akane, sosteniendo las sabanas con fuerzas y empujando sus caderas hacia arriba. Sus gemidos eran totalmente diferentes ahora, estaba llorando y separando sus piernas todo lo que podía.
Sus “ah” se hicieron más compulsivos mientras ella dejaba que el orgasmo dominara sus movimientos. Su néctar manchó la cama al tiempo que sus músculos se relajaban. Simplemente continué, sin dar nada de tiempo a que descansara.
–Estoy sensible… espera…. Espera… –
Pidió, pero su voz era tan baja, que fingí que no la había escuchado. Continué escarbando dentro de ella con mi lengua. Akane comenzó a llorar de nuevo
–Toshikane… por favor… por favor… la cabeza me está dando vueltas… –
No supe que era lo que me estaba pendiendo, tampoco cambie el ritmo, si ella estaba sintiéndose bien así, entonces así estaba bien. Akane cambio de opinión luego.
–No sé lo que está pasando…. Pero no te detengas… –
Su vagina y su trasero comenzaron a succionar con fuerza mientras ella se venía por segunda vez. Iba a seguir, lo juro, pero ella me tomó de los hombros a la mitad de su orgasmo y me llevó hasta su cara, comenzó a besarme el cuello y a apretar mi espalda contra ella.
–Listo, ya está ¿Querías esto? bien… me volví loca… ahora no puedo estar sin ti… viviré siempre pensando en el momento en que hagas eso otra vez… toma responsabilidad por ello… –
Me dijo, sin dejar de besarme y achucharme. Quise retirarme y Akane me lo impidió.
–No más… no más… –
Pidió ella respirando pesadamente.
–¿Eh? Pero… quiero hacerlo… –
–Si continuas… no podré detenerme… mancharé mi cama tanto que no podré dormir…. Y no habrá vuelta atrás para mi… seré la clase de esposa que lo único que quiere es que la abraces y la beses y… –
Se quejó ella, sonriendo como una tonta. Esta mal que yo lo diga, pero no hay otra forma de describirlo.
–¿Y? –
Pregunté, ella me miró con los ojos todavía perdidos en el limbo.
–Y que… pretende vivir con… el… el… pene de su marido dentro. –
Akane dijo eso con muchos, muchos trabajos, pero lo dijo.
Era la primera vez que ella decía algo realmente indecente.
Su cara se puso tan roja que ahora no podía mirarme. Y como no estaba mirando, no pudo ver que mi cara bajó hasta sus senos.
–Tienes suerte entonces… porque también pretendo vivir con mi pene dentro de ti… –
Akane abrazó mi cabeza y la oprimió contra su pecho cuando sintió mi lengua en sus pezones.
–¿De verdad? ¿No dirás después… que es asqueroso? ¿No dirás nada horrible de mí? –
Preguntó ella, acariciando mi cabeza.
–Jamás… promesa… –
Akane me abrazó con los brazos y las piernas, al tiempo que colocaba mi pene en su entrada.
–El amor es mejor así… definitivamente… –
Dijo ella, sintiendo como entraba con mi pene. No iba a hacerlo, pero ella no quiso que me detuviera, envolvió mi cintura con sus piernas, empujándome hacia ella. Comencé a empujar muy lentamente, Akane suspiró.
La miré a la cara por unos momentos.
–Una vida abrazados, es una vida feliz. –
Dijo ella, sonriendo. Yo sonreí también, y nos besamos.