Haru No Yurei - Volumen 2: 5. Esposa y amantes
Bueno, ahora que tenía a Akane justo donde la quería, la verdad es que estaba deseando que llegara el momento de penetrarla, y tuve que mentalizarme mucho para no hacerlo.
No lo hice inmediatamente porque todavía había algunas cosas que quería comprobar. Cosas que solo se podían hacer en este momento. Como estaba diciendo, ella estaba en el punto en que diría cualquier cosa con tal de que hiciera lo que ella quería que hiciera.
Ya no quedaba mucho de su sentido de la vergüenza, aunque a diferencia de las otras chicas, ella aun parecía tener suficiente conciencia digamos… para hablar normalmente, a pesar de su respiración entre cortada. Me refiero a que todavía estaba lucida.
Pensé que estaba bien si comenzaba con un cumplido.
–Akane, me gustas mucho… –
Le dije. Akane se irguió sobre mí, rozando su clítoris con mi pene, supongo yo que sin atreverse todavía a meterlo por su cuenta.
–Tú también… me gustas mucho… me gustan tus manos, y… lo que hacen… –
–A mí me gustan tus pechos… –
Akane se tomó los pechos con ambas manos y los levantó ligeramente para mostrármelos, no es que hiciera mucha falta. Akane no dijo nada, solo siguió gimiendo mientras la recostaba sobre la alfombra de la sala, ella abrió las piernas todo lo que pudo, cubriéndose la boca con las manos después.
–No te cubras, quiero oírte… –
Le dije, quitando la mano de su cara. Ella negó con la cabeza.
–Pero es obsceno… –
Se quejó ella, negando con la cabeza.
–Eso es lo que quiero… –
Respondí, tomando sus pechos de nuevo con ambas manos. Akane sonrió complacida, pude sentir como su entrepierna comenzaba a arrojar néctar de amor en la esperanza de atraer mi pene hacia ella. Pero no, aun no… quería disfrutas más este momento.
–¿Quieres que… sea… sucia? ¿No… me… dejarás después? –
Ignoré sus preguntas, y llevé mis labios a su pechos y lamí sus pezones que temblaron como si fueran dos pequeñas uvas adheridas a su piel, ella levantó el sonido de su voz.
–Ah… pareces…. Un… bebé… lamiendo… –
Continué con lo que estaba haciendo, mientras metía mi mano nuevamente en medio de sus piernas, sin avisar nada, introduje un dedo en su vagina, Akane chilló.
–Bien… parece que tienes una inundación aquí abajo… –
–Es tu dedo… es tan… pequeño…. Tan suave… –
–¿Te gusta? –
Akane asintió con la cabeza. Su vagina se contrajo nuevamente.
–Si… me gusta… hazlo más… –
Hice lo que me pidió, lentamente primero, mientras seguía lamiendo su pezones.
–Esto es lo que realmente significa hacer cosas sucias, no quería que te fueras con una mala impresión, no duele ahora ¿Cierto? –
–No… se siente bien… muy bien… –
Apretó mi mano con su muslos para no dejar ir el estímulo, yo comencé a hacer círculos pequeños dentro de su vagina con el dedo, tocando sus paredes interiores lentamente, a conciencia.
–Está dando vueltas dentro… la cabeza me da vueltas también… –
Me separé de sus pechos un momento, comencé a bajar, besándole el estómago, el ombligo… incluso pensé que estaría bien si la halagaba un poco.
–Tienes un cuerpo muy bonito. –
Le dije, Akane levantó la cabeza para mirarme.
–No… digas esas cosas… no lo digas ahora… –
Y mientras ella estaba distraía con eso, metí mi cara en medio de sus piernas, Akane quiso cerrarlas cuando ya era tarde.
–No… no puedes lamer allí… es muy sucio… –
Apretó mi cabeza con sus muslos levemente, pero debido a lo excitada y avergonzada que estaba, no fue mucho lo que pudo resistirse, comencé a acariciar su vagina con mi lengua y mis manos al mismo tiempo, ella se retorció en el suelo.
–Pero… se siente bien ¿No es cierto? –
Akane apretó mi cabeza con más fuerza, pensé que estaba tratando de evitar que la lamiera, así que lo hice con más fuerza, cuando volví a lamerla, ella comenzó a venirse de nuevo.
–No puedo detenerlo… detenlo… yo… voy a enloquecer… –
Su voz ya no era baja ni tímida, y ahora que mi cara estaba tan cerca de ella, y ella no tenía pantis, su néctar de amor alcanzó mi nariz mientras ella descansaba sobre la alfombra, con los brazos y las piernas tendidos de par en par, falta de fuerzas.
–Esto es… inaceptable… –
Se quejó ella, respirando profundamente. Antes de que ella pudiera recuperar control sobre su cuerpo y con ello que su vergüenza y su miedo regresaran, la tomé por las caderas y me acomodé, Akane no hizo absolutamente nada, solo sonreír mientras se daba cuenta de que ahora iba a “comerla.”
Me miró a los ojos con lágrimas en los suyos, mientras sonreía, jadeando entré en su vagina con mucha facilidad, ella solo dejó escapar un suspiro, su cuerpo me envolvió como si aquello fuera el estado natural de las cosas, Akane solo relajó sus piernas mientras comenzaba a ir de adentro hacia afuera.
–Inaceptable o no, a mí me gusta así… –
Le dije, Akane sonrió.
–Dime… Toshikane–kun… ¿Me quieres? –
Akane preguntó eso mientras su pecho comenzaba a acelerarse otra vez. También su cuerpo comenzó a enrojecer, esta vez de una manera mucho menos violenta… más como… Akane.
Ah, diablos. No debió preguntar eso.
Claro que la quería. Y quería esto. En realidad, de todas las veces que la imaginé, esta era la que más se parecía a como pensé que sería. Akane, recostada y sudorosa debajo de mí, abriendo sus piernas con una sonrisa en el rostro, empujando las caderas hacia mí para asegurarse de entregarme la mejor parte de la mejor parte de su cuerpo, con una dulce sonrisa en sus labios.
–Si… –
Ella extendió sus brazos inocentemente para alcanzarme, yo me recargué sobre ella mientras seguía empujando, su vagina comenzó a contraerse, a ella le gustaba el contacto directo.
–¿Más que a ninguna? –
Alguien debería enseñarle a esta señorita que este no es precisamente el mejor momento de preguntar eso, es decir, no había forma de decirle que no.
–Si… –
Respondí. ¿Qué otra cosa le decía?
–Yo… estoy feliz de haberme casado contigo. –
Dijo ella. Bueno, técnicamente aun no estábamos casados, pero supongo que esos son detalles sin importancia.
–Fui tonta en esperar tanto… pero lo compensaré… lo haremos muchas veces… desde ahora… –
Eso podía llegar ser un problema, pensaba en ese momento, pero ya lo resolvería después.
–Puedes comerme siempre que quieras… ya no tendrás que forzarme… –
Explicó, le di un beso para que se callara antes de que sus palabras me hicieran venirme, ella lo recibió y enredó sus brazos en mi cuello. Conforme comenzaba a aumentar mi ritmo, ella comenzó a gemir y al poco rato, su respiración acelerada y… la mía, hay que decirlo, hizo imposible seguirla besando.
–Aquí viene… otra vez… –
Esta vez había tardado menos. Me detuve en un instante, ella abrió los ojos, desesperada.
–¿Qué pasa? –
Preguntó ella. Yo empujé de nuevo, ella cerró los ojos, pero no seguí.
–Quería mirarte. –
Le dije.
–No me veas, cómeme. –
Se quejó ella.
–De acuerdo, de acuerdo, no hay porque apresurarse. –
Estaba jugando un poco con ella, con sinceridad pensé en retrasar esto un poco, porque yo había que después de esto, ahí terminaría. No le quedarían energías para más.
Pero también recordé que yo todavía tenía una cita extra esta noche.
Por ello fue que empujé todo lo que pude, no es que pudiera llegar mi profundo desde donde estaba, pero bastó para que ella recuperara el ritmo en cuestión de momentos. Luego de un par de embestidas, todo lo que tuve que hacer fue besarla y ella tuvo el orgasmo más romántico que se pudiera tener sin preparación previa.
–No sé qué pasa… pero me gusta mucho… ¡Te quiero! –
Dijo mientras me abrazaba con fuerza, luego seguí besándola mientras ella comenzaba a bañarme con su néctar de amor. Terminamos recostados en el suelo, y ella no me dejaba ir.
–No te separes de mi… –
Dijo ella, ahora medio dormida.
–Eso es un problema… estamos en el suelo de la sala. –
Respondí. Ella negó con la cabeza.
–Es nuestra sala… ¿Cuál es el problema? –
–No se trata de que no lo sea… –
Repliqué, ella me abrazó con más fuerza.
–Nunca me había alegrado tanto de ser una chica. –
Dijo ella. No estaba escuchándome para nada. Yo solo me dediqué a recuperar el aliento y a prepararme para lo que venía. Finalmente luego de eso, ella finalmente se relajó, quedándose tendida sobre el suelo.
–Tienes que levantarte, pescarás un resfriado si no lo haces. –
–Llévame en brazos… –
Respondió ella, ya medio dormida. Eso me venía bien, por lo menos podía asegurar que estaría dormida mientras yo salía, hice un esfuerzo por levantarla, y la llevé a su cama. Me besó la mejilla como unas diez veces mientras la subía y la depositaba en su cama.
–¿No vas a dormir conmigo? –
Preguntó ella con una vocecita cuando me levanté.
–Tengo algo que hacer. –
Respondí.
–De acuerdo… no tardes… –
Fue lo último que dijo, apagué la luz, y salí de allí. Me lavé la cara, fui por la máscara, tomé otra lata de bebida, y salí de mi casa.
Sintiéndome un poco mareado fue como llegué a casa de Kamine y la señora Kaoru, las luces estaban apagadas, pero desde fuera podía ver que el televisor seguía encendido, justo como decía ella que tenía que hacer para invocar al fantasma. Entré en el más absoluto de los silencios, ahora que tenía una copia de la llave, y sin dejar mis zapatos, caminé sobre la alfombra con las luces apagadas.
Subí las escaleras para ir directamente al cuarto de Kamine, en la planta alta, adentro pude escuchar actividad, abrí la puerta con cuidado, ella no se dio cuenta de que estaba allí, no hacía más que caminar de un lado a otro, mirando por la ventana.
Cerré la puerta con algo de ruido, para que ella se diera cuenta de que estaba allí, Kamine saltó con el ruido y volteó a verme.
–Me hiciste esperar. –
Dijo ella.
Asentí con la cabeza. Llevaba puesta la máscara después de todo.
–¿Y bien? ¿Por qué tardaste? –
Me acerqué a ella, sin quitar la máscara ni hablar, ella cruzó los brazos.
–Así que eres un fantasma y no hablas. –
–No estoy aquí para hablar. –
Kamine hizo una pataleta.
–Lo arruinaste todo. –
La tomé del brazo y ella se soltó y fue hasta su cama, se sentó allí y se cubrió las rodillas con las manos.
–Estabas con “esa” –
Se quejó luego, y giró la cara. Ignoré el comentario mientras iba mi sentaba a un lado de ella. Kamine se separó de mi un poco.
–Te ves linda… –
Respondí.
–No hace falta que me halagues… no quiero tu amabilidad. –
Respondió Kamine. Yo no entendí ¿Por qué estaba enfadada? Estaba aquí después de todo, había decidido venir con ella, aunque Akane estuviera allí. Eso tenía que significar algo ¿No es cierto?
–Te dije que vendría. –
Respondí. Puede que mi voz sonara un poco… ausente debido a que se distorsionaba por la máscara.
–Ni siquiera querías venir. –
Se quejó ella, poniéndose de pie porque yo me había acercado a ella, se paró junto a la ventana.
–Eso no es verdad… –
Repliqué, Kamine me miró y encogió de hombros.
–Ah ¿En verdad? ¿Qué te gusta de mí? –
Así que era eso, ella sentía su ego herido por la presencia de Akane.
–O es que solo vienes por mi madre… –
Se quejó ella de nuevo, al ver que no respondía, me acerqué a ella y parándome a un lado, coloqué mi mano en sus muslos, por detrás, subiéndolos lentamente, ella siguió cruzada de brazos, y sin mirarme, pero no quitó mi mano.
–Si bien, tu mano allí no me hará olvidar la forma en que… –
Se interrumpió cuando alcancé su trasero.
–Como sea, respóndeme… –
Replicó.
–Me gusta aquí… –
Le dije, ella dio un pequeño salto, pero no se movió.
–¿Ahí? ¿Por qué… por qué te gusta? –
Su voz se suavizó al instante.
–Bueno… es bastante indecente, y el modo en que estas moviéndolo… –
Expliqué, ella volteó a verme finalmente, sonriendo.
–Pero si no tardaste nada en echarlo a la basura… pensé que no te gustaba… –
–Eso es eso, y esto es esto, por supuesto que me gusta, he pensado en ti todo este tiempo. –
Sí, ya sé que es mentira, pero no podía decirle eso. Kamine, sin embargo negó con la cabeza.
–No tienes remedio… –
Dijo ella, dándose la vuelta y poniéndose fuera de mi alcance, yo suspiré.
–Tal vez… aun así… –
La tomé del brazo y la jalé hacia mí, tan rápido, que ella cayó frente a mí de rodillas. Miró hacia mi pantalón un momento, yo estaba en realidad luchando tratando de tener una erección, porque había tenido mucha actividad el día de hoy, y tanto mi pene como yo nos hallábamos exhaustos.
In embargo, Kamine ayudó mucho en ese aspecto, lo digo porque después de mirar por un momento, comenzó a restregar su cara contra el bulto que se formaba en mi pantalón.
–Este es mi juguete favorito. –
–Bueno, eso es un avance… –
Respondí, ella bajó el cierre de mi pantalón y me miró, desde donde estaba.
–¿Un avance? –
Preguntó ella, tomando mi pene con ambas manos y metiéndolo en su boca.
–Al menos ya no estas enfadada… –
Respondí, ella dejó de succionar y me miró enfadada.
–¿Cómo sabes que no estoy enfadada? –
Preguntó ella, yo empujé su cara hacia mi pene de nuevo, para que ella siguiera lamiendo, pero se resistió un poco.
–Dije ¿Cómo sabes que no estoy enfadada? –
Preguntó ella de nuevo.
–Bueno, accediste a hacer esto conmigo… –
Respondí.
–Para que lo sepas, todavía estoy enfadada contigo. –
Respondió ella, metiéndose mi pene en la boca y lamiendo con su lengua, haciendo círculos alrededor como si fuera una paleta.
–Entonces… –
–Soy mejor que ella… –
Respondió Kamine, respirando pesadamente mientras sacaba mi pene y lo restregaba contra sus pechos, eran pequeños, pero se sentía bien.
–Tienes a Mizore para hacer cosas de enamorados… no necesitas a esa princesita… y yo puedo… hacer las cosas sucias… –
Explicó.
–No es tan simple… –
–Ah, cállate… –
Y poniéndose de pie me empujó con fuerza hacia su cama, una vez que estuve acostado, ella se subió arriba de mí, y se sacó las pantis, sonrió luego y colocó su manos sobre mi pecho.
–No la necesitas para nada… –
Aseguró ella, colocando su vagina sobre mi pene y haciendo círculos.
–No es eso… –
Me quejé, ella me besó en los labios.
–¿Qué se siente? La estás engañando ahora mismo… –
Dijo, y acomodase, insertó mi pene dentro de ella por sí misma, luego comenzó a hacer círculos, sosteniéndose de mí.
–Bueno, admito que se siente bien… –
Respondí.
–¿Solo bien? –
Preguntó ella.
–Bueno, no solo bien, es genial… –
Kamine comenzó a sostener uno de sus pechos mientras comenzaba a aumentar el ritmo. Podía haber tomado la iniciativa, pero siendo sinceros, después de sostener los dos encuentros en un solo día, estaba cansado. Además, Kamine parecía sentirse mejor de llevarlo a su modo.
–¿Genial? ¿Mucho? –
Preguntó ella, apretando su pecho. Se quitó la blusa después, y comenzó a masajearse sola, quitando su sostén del camino. Creo que le gustaba el papel que le estaba asignando, aunque también puede ser que estaba excitada.
–Tu cuerpo es el mejor. –
Pude sentir como se contrajo cuando le dije eso.
–Pues… úsalo… es para ti… –
Ofreció ella, pero no dejaba de mover sus caderas en círculos mientras estaba sobre mí. Cuando quise ponerme de pie, ella colocó sus manos sobre mis hombros y me devolvió a la cama.
–Tu eres mi juguete favorito. –
Kamine se acercó a mí, así como estaba, y comenzó a besarme, usando su lengua para encontrar la mía.
–¿Puedes… escucharlo? Los ruidos… obscenos que hace mi cuerpo… –
–Son muy sucios. –
Respondí con el aire que ella me dejó en medio de su ataque de besos.
–Es porque está feliz… mi cuerpo está feliz de que estés aquí… –
Quería venirme, es cierto, pero haberlo hecho tantas veces el día de hoy no me lo iba a permitir así de fácil. Admito que en algún momento me pasó por la mente Akane o Mizore, pero me deshice de esos pensamientos rápidamente.
–Vendré cada vez que quieras… –
Le aseguré.
Kamine se acomodó para permitir que mi pene entrara más profundo en ella y succionó.
–Promételo… –
–Bueno… tendrás que esperar tu turno de todos modos. –
Respondí, sonriendo. Kamine se enfadó, echó su cuerpo para atrás, y comenzó a moverse hacia arriba y hacia abajo, cambiando el ángulo del estímulo. No sabía que ella podía hacer eso.
–¿Me harás esperar? –
Preguntó ella. No sé si ella sabía el efecto que eso tenía en mí, pero aquello hizo mi erección bastante dolorosa. Quizá lo hacía sin pensarlo demasiado, además de que ella parecía sentirse mejor.
–Así que sabes trucos nuevos… –
Le dije, sosteniéndola ahora yo por los hombros.
–Puede ser… –
Saqué mi pene de su vagina y me puse de pie, ella estaba a punto de hacer un berrinche cuando tomé sus piernas y las coloqué sobre mis hombros.
–Vamos… házmelo… –
La sostuve de los tobillos mientras ella movía sus caderas de un lado a otro, ofreciéndome su cuerpo. Coloqué mi pene en la entrada y usando sus tobillos para separar sus piernas, empujé.
–Tan profundo… –
Fue lo único que ella pudo decir, pero al menos no podía evitar sonreír. Sus manos sostenían las sabanas con fuerza mientras empujaba.
–Más… más… esto es genial… –
Tuve que concentrarme para no dejar de empujar. Por un lado estaba el hecho de que estaba bastante cansado, por otro lado, no sé qué tenía Kamine, pero siempre sabía cómo resultar provocativa, incluso si como había dicho, no era especialmente linda.
Incluso cuando comenzó a venirse no la solté.
–Para… para… por favor… –
La ignoré y seguí empujando. Su gemidos se hicieron más fuertes, estaba seguro ahora de que su madre nos escucharía. Me acerqué a ella y metí un par de dedos en su boca para que se callara, ella comenzó a lamerlos, pero en cuanto volví a empujar ella siguió gimiendo.
–Estas siendo malo… estas siendo malo… –
–No sé cuidar mis cosas. –
Respondí, ella me pegó en los brazos, pidiendo que parara. Me detuve unos momentos, dejándola respirar.
–Toshikane… –
Llamó, respirando con dificultad.
–Shhh, se supone que no sabes quién soy… –
Respondí.
–Perdón… –
–Ahora seguiré… –
Amenacé, ella negó con la cabeza.
–Yo… ya… por favor… –
–¿Eh? Pero si tú me invocaste… –
–Sí pero… –
–Sin peros, la invocación es absoluta… –
Y comencé a empujar de nuevo, su cuerpo respondió inmediatamente, expulsando más néctar de amor mientras su cara enrojecía y ella seguía negando frenéticamente con la cabeza. Comenzó a venirse de nuevo.
–No es justo… tu no querías esto… no tenías que parecer tan desesperado… –
Se quejó ella, llorando y limpiándose las lágrimas con los brazos, yo saqué mi pene de ella y suspiré un poco, es cierto que la imagen de ella, desnuda e indefensa resultaba tierna, pero también resultaba provocativa. La tomé de la cintura y le di la vuelta.
–Pero pensé que podías soportarlo… –
–Si… si puedo… –
Replicó Kamine.
–Bien entonces, aquí vamos de nuevo… –
Coloqué mi pene en la entrada de su vagina, esta vez desde atrás…
–Ya no puedo… para… –
–Pero… tu cuerpo parece muy feliz de tenerme… –
–Yo no controlo eso… –
Y sosteniéndome de su cadera metí mi pene dentro de ella, estaba inundada, así que con dificultad podía sentir sus paredes mientras empujaba, pero una vez que toqué su punto más profundo, sus paredes comenzaron a contraerse, mientras iba y venía dentro de ella.
Kamine ya no parecía estar reaccionando con dificultad, parecía más concentrada en no ceder ante el placer que estaba sintiendo, así que dejé de prestar atención a ello, una cosa menos de que preocuparse. Para mantener la erección la miraba y para evitar terminar dentro de ella tuve que pensar en otra cosa.
No diré que lo hice con muchas fuerzas ni muy rápido, me faltaban fuerzas para cualquier cosa más allá de lo que estaba haciendo, pero al menos me concentré en mantener un ritmo constante, eso bastó para que ella se viniera una vez más, y mientras trataba de recuperar el aliento, arrojé el poco semen que salió de mi sobre su espalda y su trasero.
–Caliente… –
Por suerte, ella estaba demasiado complacida, como para pensar en que, en realidad era muy poco, o quizás ni siquiera e importaba a estas alturas.
Kamine se quedó dormida en su cama luego de eso. Yo no podía salir por la puerta, porqué podía pasar que fuera descubierto, y en este momento, eso sería muy malo, así que como las últimas veces, salir por la ventana.
Ante el peligro que representaba quedarme allí dormido con ella, lo único que hice fue vestirme y salir por la ventana. Por poco me caigo.
–––––––––
Al volver a mi casa lo único que hice fue quitarme la ropa y meterla en el cesto de ropa sucia, puse mi mochila a un lado y me fui como pude a mi cuarto. Inspeccioné un poco tratando de averiguar si Akane se había despertado, pero al parecer no era el caso.
Bueno, hubiera sido un problema si se despierta, eso seguro. Aunque no estaba seguro de cómo iba ella a reaccionar si se enteraba realmente de lo que estaba pasando.
Abrí la puerta de su cuarto levemente, ella estaba allí durmiendo como un bebe. Incluso tenía un peluche en su manos. Le deseé buenas noches y cerré la puerta de nuevo.
Lo hiciste bien Toshikane… lo hiciste muy bien.
Me dije a mi mismo.
––––––––––
No diré que me desperté temprano a la mañana siguiente, lo que si diré, es que estaba un poco nervioso. Hablé con Mizore a medio día y ella dijo que ellos pasarían por mí a las dos de la tarde, eso debería darnos tiempo para llegar a nuestro destino a las tres.
…No tienen que tomarse la molestia…
Respondí, pero Mizore ya parecía ilusionada con la idea.
…No importa, nos queda de paso de todos modos…
…Si tú lo dices entonces está bien, yo solo no quiero causarles más problemas, no me parece justo…
Expliqué. Tenía miedo de mencionar que yo sabía lo que estaba pasando, así que no lo hice, algo tonto en realidad, porque tenía que haberlo hablado con ella antes de hacer este viaje, pero como además ya se lo había prometido, y una parte de mí no quería que Mizore rompiera conmigo, no lo dije.
…De acuerdo, prometo estar listo…
Respondí, y colgué el teléfono.
Después de eso, busque a Akane, no la había visto desde anoche, pero su cuarto estaba ordenado y ella no estaba allí. ¿A dónde estaba? Me preguntaba. Estaba pensando en marcarle cuando abrió la puerta de la casa, entrando con un par de bolsas de papel.
–No me dijiste que saldrías… –
Reclamé, tomando las bolsas, ella me sonrió.
–No quería que fueras. –
Respondió ella, resultaba un poco extraño que ella dijera eso con la sonrisa que tenía, pero no dije nada. Metimos las cosas a la cocina, y antes de que pudiera mencionar cualquier otra cosa, ella me envió fuera.
–Te preparare el desayuno, espera afuera. –
Dijo ella. Estaba feliz, pero no estaba actuando para nada como una esposa feliz. La verdad es que su comportamiento me resultó intrigante. ¿Sabía lo que había pasado después de que ella se durmió? O ¿estaba enojada por lo del viaje?
–¿Estas bien? –
Akane, por primera vez desde que la conocía, mi miró con cara de enamorada tonta.
–Sí. –
Y me dio un beso en los labios. Luego me envió fuera nuevamente.
–Ahora fuera, tendrás más como ese de sobra a su momento. –
Dijo ella y se puso un mandil. Resultaba un poco decepcionante que ella llevara ropa bajo el mandil, pero como además no entendí mucho cómo funcionaba todo, lo mejor era dejarla tranquila.
Salí después de eso porque no quería tener problemas con ella.
Luego de unos momentos de estar en mi cuarto arreglando lo que necesitaría para el viaje, Akane me dijo que el desayuno estaba en la mesa. Nos estamos a comer. Lo primero que hice, como cualquier hombre que sepa que eta en terreno peligroso, fue alabar su comida.
–Es delicioso. –
–Gracias… lo hice con mucho amor… –
Dijo ella, yo bajé la cara, un poco avergonzado.
–Estas actuando… diferente… –
Le dije.
–Bueno, soy tu esposa, y ahora que por fin comprendo lo que eso significa, pensé que podía comenzar a hacerlo mejor… –
Explicó ella, haciendo hincapié en “Lo que eso significa” lo cual quería decir que estaba complacida con la forma en que las coas terminaron la noche anterior.
–Por otro lado, lo pensé toda la mañana… tú te irás esta tarde ¿No es cierto? –
Preguntó ella. Sentí una puñalada al corazón cuando ella dijo eso.
–Si… lo haré. –
–¿Regresas hoy? –
Preguntó ella.
–Bueno, tenemos escuela mañana… –
Respondí. Era obvio que no podía durar más de un día el viaje, ella suspiró.
–No voy a negar que estoy celosa, estoy… no importa, lo que digo es que, estuve pensándolo en la mañana, por eso es que fui sola por las compras, hay cosas que quiero decir… –
Explicó.
–Puedes decírmelas… –
Respondí, esperando lo peor, pero Akane negó con la cabeza.
–No a ti… a mi padre… –
Explicó.
–Y ya que te irás, quisiera ir a casa de mi padre… ¿Puedo?–
–No tienes que preguntarme. –
Respondí, Akane negó con la cabeza.
–Te pregunto porque eres mi esposo. –
Replicó.
–De acuerdo, puedes ir, pero necesitas estar en casa a la hora de dormir ¿Entiendes? De otro modo no podré dormir bien. –
Si ella no estaba en casa a esa hora, lo único que significaría es que se había salido de control.
–Si querido… –
Respondió ella, bajando la cabeza. Bueno, si eso es lo que ella quería escuchar, por mi estaba bien. Luego de eso, ella había terminado de desayunar.
–Ah, lo olvidaba. –
Dijo, poniéndose de pie, fue a no sé dónde, y volvió.
–¿Qué es esto? –
Preguntó ella, mirándome a los ojos y colocando la máscara del fantasma de primavera sobre la mesa.
Nuevamente.
Vete al infierno, Toshikane.
¿Hay alguna forma de no estar jodido?