Haru No Yurei - Volumen 4: 25. Pruebas
Capítulo 25: Pruebas
Habíamos terminado de cenar, y estaba ayudando a Akane a mover los platos al fregadero, cuando sonó el timbre. Como yo tenía las manos llenas en ese momento, Akane me dijo.
–Iré yo. –
Y salió de la cocina. Unos momentos después, Akane se asomó por la barra. Parecía enfadada, pero más que nada confundida.
– ¿Toshikane? ¿Quién es esta bella dama? –
Preguntó Akane, desde la puerta, yo me acerqué.
–Oh… ¿Kirara–san? ¡Que sorpresa! –
Pregunté, ella saludó tímidamente con la mano. Nowaki se puso detrás de mí. Kirara le dirigió una mirada, pero fue todo.
– ¿Qué ocurre aquí? –
Preguntó Akane, mirándome.
–Pues. Es la prima de Habara–san… –
Respondió, Akane me miró y luego la miró con extrañeza.
– ¿Eh? ¿Y por qué viene a verte? –
Pregunté. Nowaki me tomó de la camisa desde atrás, estaba asustada.
–Bueno… yo… –
Comencé a decir. Sentí que decir no lo sé sería grosero, y en cierto modo, empezaba a creer que tenía algo que ver con Nowaki.
No.
Para nada.
–No… a él no pero… –
Dijo Kirara y se quedó en silencio. Akane la invitó a pasar. Nowaki evitó mirarla, permaneció detrás de mí en todo momento.
–Kurimo… vayan al cuarto ¿Quieren? –
Pregunté. Kurimo asintió y tomó a Nowaki de la mano. Se fueron luego de eso. Akane tomó el control de la situación, cosa muy buena, por lo que paso después.
–¿Y bien? ¿En qué podemos ayudarte? –
Preguntó Akane.
–Es decir… no venía… yo… tú… tu eres la señorita en el teléfono de la otra vez. ¿No es cierto? –
Preguntó Kirara.
–¿Qué? Ah… esa vez… si… –
Dijo Akane.
Hablaba de la vez que le pregunté a Akane cómo robar un hombre.
–Bien yo… quería pedir consejo… no sé a quién más acudir y… –
Comenzó a llorar justo como hacía en la oficina.
–¿No podías pedir consejo a Mizumi–san? –
Pregunté, Akane me miró feo, como si hubiera dicho algo que no debería decir.
–Bien, a… Mizumi… no… –
Comenzó a decir ella. Akane suspiró.
–No le gustan los chicos. –
Dijo Akane. Kirara la miró estupefacta.
–¿Lo sabes? ¿La conoces? –
Akane suspiró.
–Es mi mejor amiga. –
Explicó Akane.
Kirara se quedó pensativa por un momento, luego abrió los ojos todo lo que pudo.
–Espera… un segundo… tú… eres Fumishi–chan. –
Kirara–san casi gritó eso cuando se percató de quien era la persona que estaba frente a ella. Akane se rio levemente.
–Si bien, yo no me llamaría a mí misma asi, pero sí, es cierto que soy Fumishi… o lo era… –
Y sonrió ampliamente. Luego volteó a mirarme.
–Es mi esposa. –
Dije finalmente. Kirara–san me miró por un momento, luego ladeó la cabeza.
–No estaba justo ahora… –
Akane distrajo su atención.
–No importa ahora. –
Fue lo que dijo. Kirara pareció olvidarlo.
–Es cierto, yo… bueno… quería pedir… quiero saber… –
Y me miró. Akane me miró también.
–Creo que esto va a ser una plática de chicas. –
Comentó Akane, con la intención de que me fuera. Pero Kirara negó con ambas manos.
–No… es decir… si no es posible ahora, entonces está bien… –
¿Desde cuándo Akane (o yo) es alguien que da consejo a las personas? Me preguntaba en ese momento. Si hasta hace algunas semanas, éramos solteros los dos… pero no importa. Encogí de hombros.
Akane se puso de pie.
–Hay un café elegante a un par de calles. Si mi esposo me da permiso, podemos ir allí. –
Y me miró. Yo suspiré. No tenía que… bueno ya qué.
–Está bien, solo no te quedes demasiado. Lavaré los platos –
Le dije, y me di la vuelta.
–Tu marido parece alguien genial… –
Comentó Kirara mientras se volvía a la puerta, escuché que Akane respondió en voz alta.
–Es el mejor… –
Dijo. Y luego escuché que salieron.
–––––––––
Me quedé lavando los platos por unos momentos, una vez que terminé, estaba a punto de secarme las manos cuando escuché que alguien entraba. Pensé que Akane había olvidado algo, asi que salí.
Sanae se paró en medio de la sala con una nube negra en la cabeza.
–Hola. –
Dijo, pero no me miró. Ni siquiera despegó los ojos del piso.
–¿Qué ocurre Sanae? –
Pregunté, ella negó con la cabeza y subió las escaleras corriendo. Supuse que estaba bien dejarla tranquila un poco.
Iba a hacer eso, lo juro, cuando escuché llanto en su cuarto. Sanae casi nunca llora cuando viene del trabajo, asi que supuse que algo malo estaba pasando.
Estaba decidiendo cómo acercarme al problema cuando Nowaki apareció.
–¿Se ha ido ya? –
Pregunto desde las escaleras. Fue en ese momento que se percató de que Sanae estaba en el cuarto. Bajó comiendo algo que no vi que era.
–Si hablas de Kirara–san, ha ido con Akane a algún lado. –
Respondí. Nowaki tembló a propósito.
–Ella me da escalofríos. –
Dijo Nowaki.
–¿Jamás intentaste llevarte bien con ella? –
Pregunté. Nowaki me miró feo.
–No. ¿Por qué? Ella me odia de todos modos. No sabía que eras tan amigo de mi familia. –
Respondió Nowaki, con su tono de voz habitual, pero no pudo ignorar el llanto de Sanae más tiempo.
Señaló en silencio a la puerta de Sanae.
–Acaba de llegar. –
Dije, suspirando. Ella me miró feo.
–¿Y? ¿Qué estas esperando? –
Preguntó Nowaki.
–Bueno, es que, ella puede querer su espacio… –
Respondí, aunque en realidad, lo que quería era darme tiempo a mí mismo, a que se me ocurriera algo.
Me rendí, y suspiré. De todos modos, si no sé lo que tiene, nada se me va a ocurrir. Nowaki vio a través de mí como si fuera yo de cristal.
–Ella está esperándote, tonto. ¿Crees que no sabe llorar en silencio? Si está haciendo ruido, es que quiere que la escuchen… –
Puede que tenga razón. Sanae nunca llora en silencio pero… es posible que si lo haga y yo no me entere. Además, seguro que le hace falta que la vea.
Encontré a Sanae sentada en la cama, aun sin cambiarse, y con la nariz roja por el llanto. Volteo a verme como si hubiera estado esperando por ello. Yo sonreí.
–¿Qué ocurre Sanae? –
Pregunté, acercándome. Ella negó con la cabeza.
–No pasa nada… –
Dijo ella. Yo me acerqué y ella no se movió. Me senté en la cama junto a ella y tomé su mano.
–Si no pasa nada. ¿Por qué lloras? –
Pregunté. Sanae estalló en rabia haciendo una pataleta.
–¡Es culpa de esa estúpida de Botan! –
Nunca antes escuché ese nombre. ¿Alguna de sus compañeras? Posiblemente.
–¿Por qué no me dices que ocurrió? –
Pregunté. Ella me miró.
–Pues… estábamos desayunando juntas, Kasumi, Botan y yo. Y Botan estaba hablando de sus vacaciones con su novio y de las cosas que habían hecho… incluso las cosas pervertidas que hacen… Y yo le mencioné que a mí me gustaría ir de vacaciones con mi novio… y ella me miró y dijo “Tendrías que conseguir un novio primero” y yo le dije, que tengo un novio… y ella no me creyó, y yo… le dije, que estoy viviendo contigo y que nos llevamos muy bien y que… Y Kasumi dijo, que a los chicos no les gustan las mujeres… como yo… y Botan no me cree. No me creyeron para nada. ¿Por qué yo iba a tener un novio lindo? Es lo que piensan… piensan que yo no soy mujer… –
Se quejó Sanae, llorando. Yo me acerqué y la abracé, ella se dejó abrazar.
–Tú me disculparás Sanae, nunca he sido de los que piensan que es importante lo que digan. –
Respondí. Pero eso hizo que ella se enfadara.
–¡Tu no entiendes! ¡Es importante! Es importante que sepan que estoy contigo. ¡Siempre es asi! ¡Siempre! Y lo peor es que ¡Tú no ayudas! –
Se quejó ella, gritándome. Se soltó de mí y se alejó, colocándose contra la puerta, llorando.
–Sanae, no sé… –
–¡Claro que no sabes! ¿Por qué ibas a saberlo? Tú nunca entiendes como me siento. ¡Tú te avergüenzas de ser mi novio! Y mis amigas creen que esto es una especie de farsa. ¿Cómo puedes decir que no es importante? –
Gimoteo ella.
–Sanae cálmate. Está bien… –
–No está bien. ¡No me voy a calmar! ¡Es tu culpa que no me crean! ¿Por qué iban a creerme de todos modos? Kasumi pidió pruebas… y yo no tengo ninguna… –
Y dio rienda suelta a su llanto. Bueno, si lo que quería era eso, podía haberlo dicho.
–¿Eso es lo que te molesta? Podemos tomarnos fotos o algo asi… –
Sanae me miró con los ojos ardiendo en llamas de coraje.
–¿Una foto? ¿Es todo? ¿Te parece que estoy en el colegio? ¿Te parece que ellas son niñas de colegio? ¿Cómo es que una simple foto las va a convencer? –
Se quejó Sanae.
–¿Entonces? –
Pregunté. Ella se sentó y miró hacia otro lado.
–Sanae. –
Insistí.
–No vas a querer. Es una idea tonta, de todos modos. –
Se quejó ella, cruzando los brazos.
–Dime qué es… –
Repliqué.
–Tal vez un video… de nosotros… haciendo cosas… pero es una idea tonta. No quiero que hagas nada que no quieres hacer. Seguro que no quieres que algo asi se vea. Es ridículo de todos modos. Y yo no lo valgo. –
Me dejó helado.
Espera… ¿Qué?
–Sanae… ¿estas segura? –
Fue lo único que alcancé a preguntar. Sanae malinterpretó mi largo silencio.
–Te dije que era una idea tonta. No lo hagas entonces. Yo no lo valgo. Seguro que… –
Se acostó en la cama y abrazó una de sus almohadas. Yo suspiré.
Es que no lo esperaba de Sanae. Por mí no hay ningún problema. Creo que hay un par de videos rondando por allí de todos modos.
Pero no lo esperaba de Sanae.
–Sanae… –
Llamé.
–Vete… –
Se quejó ella. Sin decir nada, me acerqué y la sostuve del cabello. La levanté de la cama con suavidad mientras Sanae levantaba sus manos, indefensa.
–Que me vaya, dices… me acabas de proponer grabar un video para adultos para que la señorita pueda mostrar a sus amigas. Pero dices que me vaya… –
Le reiteré. Ella empezó a llorar.
–Sí pero… tu no quieres… y estas enojándote conmigo… –
Se quejó.
–Claro que estoy enojado contigo. ¿Te parece que está bien hacerle pataletas a tu novio? ¿Dudas de mí? ¿Es eso? –
Pregunté. Ella negó con la cabeza.
–Pero… Botan… no es mi culpa… –
Se quejó ella.
–Claro que es toda su culpa señorita. –
Sanae me miró con lágrimas en los ojos. Yo casi nunca lanzaba la culpa sobre ella. Eso la desconcertó.
–Pero… –
–Pero nada. Quiero que grabes esto. ¿Entiendes? Ahora mismo… –
Sanae tomó su teléfono y lo puso en uno de sus muebles. Luego encendió la grabadora. Sin decir nada. Incluso se limpió las lágrimas antes de darse la vuelta.
–Muy bien, mira hacia la cámara entonces… –
Le dije, Sanae titubeó.
–Me da vergüenza. –
Se quejó.
–Fue tu idea. Ahora mira a la cámara… –
Sanae miró a la cámara, hizo un saludo tímido con la mano.
–Saluda a tu amiga… –
Le dije. Sanae volteó a verme, luego volvió su rostro hacia el lente de la cámara.
–Ho… Hola Botan–chan… E–Estoy con… mi novio ahora… –
Anunció, luego volteó a veme y yo señalé a la cámara. Sanae continuó.
–Y pues… estamos solos… y pues… –
Y se quedó callada. Yo intervine.
–Muy bien, basta de saludos. Quítate las pantis. –
Sanae obedeció y se las quitó.
–Muéstralas a la cámara… –
Sanae obedeció, agitando las pantis levemente frente a la cámara.
–Muy bien, ahora ven… –
Y me senté en la cama, como de costumbre, la puse sobre mis piernas, con la cara viendo hacia la cámara.
–Ahora le vas a decir qué pasó… –
–¿Todo? –
–Claro que todo… ¿Cómo esperas que ella esté segura de que esto no es una especie de farsa? Como le llaman ustedes… –
Respondí. Ella tragó saliva.
–Pues… verás… mi novio, se enojó conmigo… –
–¿Solo asi? –
–Pues… es que… le dije que tú querías saber… que si tengo novio… y él pensó que yo dudaba de él… y no quería… y pues… hice un coraje antes… y se enojó… –
–Nada de un coraje. Hiciste una pataleta. Alguien te metió en la cabeza que necesitas pruebas o algo así. ¿No es eso lo que dijiste? –
Yo sabía que esas eran palabras de esa “Botan” pero de todos modos lo usé.
–Sí pero… –
Levanté su falda y le di una nalgada. Sanae lloriqueó.
–Auh… perdón… –
–Termina de decirle… –
Insistí, hablándole bruscamente.
–Pues… me están dando nalgadas… Auh… ¡Es tu culpa! –
Sanae dirigió su frustración hacia la cámara, reclamándole. Le di de nuevo. Sanae gritó.
–Es tu culpa. Me están pegando por tu culpa. ¡Yo estaba portándome bien! –
Su vergüenza fue cambiada por coraje por un momento, es que Sanae llevaba un buen record hasta el dia de hoy, eso ni que decir tiene.
Le di de nuevo y ella comenzó a lloriquear. Puso una mano en su trasero para evitarlo, asi que la quité, y le di con fuerza, asegurándome de que el sonido de su trasero quedara grabado en el video. Sanae gritó y comenzó a patalear.
–Ya no… ya no… te lo suplico… –
–Nada de “Te lo suplico”… esto es castigo por portarse mal. –
Respondí. Solo por aclarar… Sanae podía haberse puesto de pie, no estaba deteniéndola con nada.
–Dile cuantas van. –
Ordené.
–Ocho… –
Se quejó ella, llorando. Le di una más, y otra, y otra. Sanae las contó frente a la cámara.
–Ya… por favor… ya no diré más esas cosas… lo siento… lo siento… –
Se quejó.
–¿Quién soy? –
Pregunté.
–¡Mi novio! Eres mi novio. Ya no me castigues… –
Respondió Sanae, lloriqueando.
–Bien entonces, ya está bien. –
Respondí, Sanae suspiró, pero no se levantó. Yo sabía lo que ella quería, asi que le ordené que se lo dijera a la cámara también.
–Bueno, dile qué sigue… –
Le dije, pasando mi mano por su trasero y acariciando en medio de sus muslos. Sanae miró a la cámara.
–Me… me van a revolver… –
–Oye. Tu amiga no va a saber lo que es eso. Explícalo adecuadamente si quieres que lo haga. –
Insistí. Sanae tragó saliva.
–Pues… es cuando… mi novio mete su mano… en medio de mis piernas y…, y mete… sus dedos… en mi partecita especial y… y… –
Hice como fue la explicación. Sanae tuvo problemas para continuar porque metí dos dedos dentro de ella.
–Y… –
Insistí, presionando con fuerza para que ella sintiera que estaba allí.
–Y los mueve dentro… –
Comencé a moverlos con fuerza, arriba y abajo, ocupándome de acariciar sus paredes interiores y Sanae comenzó a gemir. Volteó a mirarme.
–Me voy a mojar… –
–A mí no me lo digas. Díselo a ella. Es a ella a quien querías demostrarle esto ¿No es cierto? –
Solo por si acaso, aumenté el ritmo todo lo que podía. El ruido que hacían mis dedos dentro de su vagina tiene que haber quedado en la grabación.
–Me… voy… a mojar… siempre que… hace eso… me hace… mojarme…
Sanae explicó a la cámara entre gemidos y chillidos, mientras comenzaba a aferrarse a mis rodillas con fuerza. Normalmente eso quiere decir que está a punto de venirse.
La molesté un poco.
–Muéstrale a tu amiga. Quiero que vea la cara que pones cuando tu novio usa sus dedos para complacerte. –
Sanae comenzó a venirse en ese momento. Fue bastante violento. Una lástima que no pudiera salir en la grabación, pero Sanae lo compensó alzando la mirada y soltándome para hacer una “V” con las manos.
–Compla– complacerme… eso suena tan… –
Respondió Sanae con la respiración acelerada.
–No me importa como suene. Ahora levántate, quiero que vea algo… –
Sanae se puso de pie y se apartó ligeramente.
Me puse de pie también y mostré a la cámara la mancha en el pantalón. Sanae la miró también.
–Pídele disculpas a tu amiga por el espectáculo… seguro que nunca te había visto de esta forma… –
Ordené. Sanae miró hacia la cámara.
–Perdón… Botan–chan… esta es quien soy en realidad…
Dijo Sanae, pero sus ojos me decían que ella no lo sentía para nada.
Me acerqué a Sanae y le quité la blusa, que ella parecía desesperada por quitarse también. Lo digo porque una vez que la arrojé al suelo, ella balanceó sus pechos con alegría. Sin pensarlo más, le puse las manos en los hombros, y la hice hincarse en el suelo. Luego desabroché mi pantalón.
–Ahora vas a limpiarlo. Antes de ponerlo dentro de ti vas a tener que dejarlo bien limpio. ¿Entendiste? –
Anuncié, ella asintió con la cabeza, sin decir nada. Saqué mi pene justo frente a su cara, ella se hizo hacia atrás.
–¿Qué ocurre? –
Pregunté.
–No va a caber… –
Se quejó ella.
–Qué pena. Abre la boca… –
Respondí. En cuanto Sanae abrió la boca, la tomé de las coletas y metí mi pene dentro de su boca, hasta el fondo. Comencé empujar con fuerza dentro de su boca, básicamente moviendo su cabeza hacia adelante y hacia atrás. Luego saqué mi pene. Sanae tuvo problemas para recuperar el aliento.
–Te dije… que… no iba… a caber… –
Se quejó ella, tosiendo levemente. La tomé de las coletas y volví a meter mi pene hasta el fondo.
–Sin quejas. –
Respondí, Sanae volví a atragantarse. Volví sacar mi pene de su boca. Esta vez ya no tosió, aunque si se quejó.
–Espera… por favor… –
Hice lo que me pidió, me quedé allí parado mientras ella se acomodaba y se quitaba el copete de la cara. Luego abrió la boca.
–Ya… –
Dijo, mirándome. Volví a meter mi pene, y Sanae lo recibió muy bien, incluso comenzó a usar su lengua. Después de unos momentos, ella lo sacó y me miró.
–Ya está limpio… –
Dijo ella.
–No lo sé… –
Sanae pareció desesperarse, lo metió dentro de su boca de nuevo y usó su lengua como mejor pudo para barrerlo por todos lados, luego lo sacó de nuevo.
–¿Ya? –
Preguntó. Sonreí.
–Por qué no mejor me dices lo que quieres. O díselo a tu amiga… –
Sanae volteó a la cámara rápidamente, pero luego me miró. Parece que la filmación perdió importancia.
–Quiero que lo metas… por favor… me estoy mareando… –
Se quejó Sanae.
–Muy bien, dile a la cámara lo que va a pasar ahora. –
Respondí. Sanae miró a la cámara de nuevo.
–Me… van a hacer… eso… –
Respondió Sanae.
–¿Qué? Exactamente –
Insistí. Sanae se desesperó.
–¡Me van a hacer cosas pervertidas! –
Respondió ella. Yo sonreí y la tomé del brazo.
–Bien entonces, quítate la falda… –
Sanae se quitó la falda como pudo. Su sostén era rosado y con encajes, al igual que sus pantis. Se puso de pie después de eso, mirándome.
–Bien. Puedes ir a la cama ahora.
Le dije, Sanae asintió alegremente, y se acomodó, con el trasero al aire y apuntando hacia mí. Su rostro miraba a la cámara. Una vez que se acomodó, levantó un poco su trasero, exponiéndose.
–Que niña tan bonita eres, Sanae… –
Le dije, acariciando su trasero. Sanae lo movió de un lado a otro.
–¿Lo dices en serio? ¿Te gusto de verdad? –
Preguntó. Yo sabía que estas eran preguntas para la filmación.
–Claro que me gustas, Sanae. Eres una chica muy linda. Y me gusta cómo se siente el interior de tu vagina. –
Pude ver como Sanae se estremeció al escuchar eso. También expuso aún más su trasero hacia mí. Antes de comenzar a hacérselo, decidí que estaba bien si la estimulaba un poco más. Metí mis dedos anular y medio dentro de su vagina de golpe y acaricié sus paredes desde dentro con firmeza, asegurándome de que ella pudiera sentir las yemas de mis dedos en su interior.
Sanae gimió y apretó las sabanas de la cama con ambas manos, tomada por sorpresa.
–Tus… dedos… –
Fue todo lo que dijo, con un chillido. Yo moví mi mano hacia arriba y hacia abajo.
–¿Qué hay con mis dedos? –
Pregunté, halando hacía arriba. Sus paredes se contrajeron, succionando mis dedos.
–Están dentro… de mi… –
Respondió Sanae, sosteniéndose con los codos sobre la cama.
–¿Ah? ¿Y que con eso? –
Pregunté, y comencé a mover mi mano con fuerza. Sanae comenzó a gemir a todo pulmón.
–¿Qué con eso? ¿No puedo hacerlo? ¿Tienes alguna objeción? –
Pregunté, estimulando su interior con firmeza. No estaba siendo violento y en realidad estaba cuidando de no lastimarla, pero mis dedos se movían con toda la libertad del mundo dentro de sus paredes, acariciándola con la seguridad de alguien que sabe que tiene todo el derecho de tocarla.
–No… ah… no tengo… ah… ¡Ninguna! –
Me chilló Sanae, empujando sus caderas hacia mí. Le di una nalgada.
–Ninguna “Señor” ¿No es cierto? –
Insistí. Ella volteó a verme, con la cara roja y cubierta de lágrimas.
–Ninguna, señor… –
Respondió, respirando pesadamente.
–¿Eh? ¿Es en serio? ¿No hay ninguna objeción a que meta mis dedos dentro de tu vagina? –
Pregunté. Lo pervertido de la pregunta hizo a Sanae estremecerse.
–No… no hay… ninguna… –
Respondió Sanae.
–¿Y cuál es la razón? de que una niña tan bonita, me deje meter mis dedos dentro y hacerle cosas pervertidas. ¿Por qué te dejas? –
Pregunté. Sanae chilló. Al menos no desechó el cumplido.
–Eres mi novio… es eso… es eso… –
Respondió Sanae. Quiso voltear a verme, yo solo tomé su cabeza y la aplasté contra la almohada. Sanae comenzó a venirse con violencia. Yo solo continué estimulándola.
–Soy tu novio. Y puedo hacerte lo que yo quiera ¿No es cierto? –
Sanae comenzó a gritar.
–¡Sí! ¡Sí! ¡Me estoy mojando! ¡Si puedes! –
No solté su cabeza. Ni dejé de estimularla. Esta vez un poco más agresivamente, buscando un poco de profundidad con mis dedos. El orgasmo de Sanae fue intenso.
–Entonces. Díselo a tu amiga. Quiero que le quede bien claro. –
Sanae tomó el teléfono como pudo y apuntó la cámara a su rostro con desesperación.
–Es mi novio. Es mi novio… lo juro… –
Aseguró, con la respiración entrecortada.
–¿Y? ¿Qué más? –
–Puede hacerme lo que quiera… puede hacerme lo que él quiera… ¡Soy suya! –
Le dijo a la cámara, luego la soltó.
–¿Lo que yo quiera? ¿Cómo qué? Dile… anda… –
Sanae lloriqueó.
–Como… usar sus dedos… dentro de mí… o tocar mis pechos… o besarme… –
Explicó Sanae, en medio de sus gemidos.
–¿Qué más? –
Pregunté, le di una ligera nalgada.
–O darme… nalgadas… o… usar su… –
–Su… ¿Qué? –
Pregunté, sin soltar su cara, que estaba pegada a la almohada, y jalando, esta vez con bastante fuerza, hacia arriba en su vagina. Sanae alzó sus caderas todo lo que podía, temblando, y a punto de un nuevo orgasmo.
–Su… su… –
Quiso decir Sanae. La interrumpí para evitar que lo pensara demasiado.
–Dilo. Dile a tu a amiga lo que te voy a hacer. –
Deje que sintiera la punta de mi pene en medio de sus muslos, acercándose. Sanae se estremeció y comenzó a venirse nuevamente. Esta vez, su néctar de amor salió suavemente de ella, sin que ella pudiera (O siquiera intentara) contenerlo.
–Usar… su… pene… en… mi… partecita especial… –
Respondió Sanae, tratando de recuperar su respiración. Yo saqué por fin mis dedos y solté su cabeza. Luego puse mi pene en su entrada. Su vagina comenzó a palpitar en ese momento, como si quisiera devorar mi pene solo por el contacto con la punta. Sus paredes incluso parecían separarse solas.
–¿Algo que debas decir? –
Pregunté. Sanae respiró pesadamente.
–Por favor… usa mi cuerpo… –
Respondió Sanae, toqué su entrada con la punta de mi pene, pero no entré. Sanae comenzó a lloriquear.
–Por favor… me voy a desmayar…usa mi cuerpo… como a una muñeca… –
Se quejó ella, empujando su trasero hacia mí con intención de que entrara. Decidí que no prolongaría más esto, y metí mi pene de un solo golpe. Sanae ahogó un grito.
–Muy bien. Ya está adentro. ¿Qué se siente? –
Pregunté, sin moverme.
–Genial… –
Respondió Sanae.
–¿Te gusta? ¿Te gusta tener el pene de tu novio dentro de ti? –
Insistí. Su vagina se contrajo con fuerza.
Hey. A Sanae le gusta esto… ¿Le gusta que sean sucios con ella? es decir, ella casi nunca es demasiado pervertida, pero al parecer, le gusta que sean pervertidos con ella, mientras no la humilles, supongo.
–Si… me gusta mucho… me voy a mojar… –
Respondió ella, alzando la cara, sin mirarme. De algún modo, me di cuenta de que ella estaba ofreciéndome sus coletas para sostenerla. Asi que eso fue lo que hice.
–Pero acabo de comenzar… –
–Si pero… me gusta… no puedo… evitarlo… –
Comencé a empujar profundamente dentro de Sanae, ella comenzó a venirse casi inmediatamente, pero no me detuve.
–¿Sabes? Eres encantadora cuando te mojas… vamos, deja que tu amiga vea tu cara… –
Insistí, pero al fin, ella negó con la cabeza… todo lo que mis manos se lo permitieron.
–No… es una cara sucia… –
Se quejó ella, yo aumenté el ritmo.
–¿Y qué? Tú eras la que decías que ella no te cree… ¿Qué piensas que dirá? –
Pregunté.
–No… no sé… –
Respondió Sanae. Solté su cabello y me acerqué para colocarlo frente a Sanae, dejándolo sobre el mueble.
–¿Por qué no lo compruebas? Anda… saluda a tu amiga… –
Le dije, volví a jalar su cabello luego. Sanae se vino con eso, otra vez.
–Hola… Botan–chan… –
Saludó.
–Dile lo que está pasando… –
–Mi novio está… usándome… ahora mismo… –
Anunció. Halé su cabello con fuerza. Sus pechos rebotaban frente a la cámara. Comencé a hacerlo con más fuerza.
–Explícale bien, Sanae… –
Insistí.
–Pues… está… ¡Está rompiéndome! –
Chilló Sanae.
–¿Solo asi? –
Pregunté. No estaba siendo malo con ella, pero si era bastante intenso. A decir verdad, era cansado.
–Pues… no sé qué decirle… –
Se quejó Sanae.
–Dile lo que se siente… –
Respondí, halando su cabello para que ella no bajara la cara.
–Es… asombroso… no he parado de… mojarme… –
Respondió Sanae.
–Voy a hacerlo más fuerte. –
Anuncié.
–No… espera… voy a gritar… todos me van a escuchar…–
Respondió Sanae. Pero… me he dado cuenta de algo. Sanae quisiera que todo el mundo se entrara que tiene novio. No le gusta que sea un secreto. No es solo que no sepa esconderlo, es que en el fondo, ella no quiere esconderlo.
Recordaba un poco el dia en que lo hicimos mientras Akane nos miraba. No pareció incomodarle demasiado en realidad, por mucha vergüenza que sintiera.
En ese aspecto, es un poco exhibicionista.
–No me importa. Quiero escucharte gritar… –
Respondí, y jalándola del cabello, comencé a empujar con todas las fuerzas que tenía. Sanae comenzó a gritar y a llorar mientras empujaba dentro de ella.
–Espera… espera… no puedo respirar… –
Gimoteó ella en medio del llanto y los gemidos. Yo no hice caso, al contrario, aumenté el ritmo, alcé su cabeza halándola del cabello.
–Quiero que grites. –
Repuse.
–¡Ya estoy gritando! ¡Ya estoy gritando! ¡Todos me están escuchando! –
–Pues dile a tu amiga por qué estas gritando. –
Respondí.
–Ella… ya sabe… espera… –
Se quejó Sanae. Aumenté el ritmo todavía más. A este punto, estaba empujando con todas las fuerzas que yo tenía. Sanae se puso a llorar abiertamente.
–Dile. –
Insistí. Sanae jaló aire para poder hablar.
–Botan… Botan… me están… machacando… está besando mi interior… –
Jalé su cabello sin dejar de empujar.
–Quiero que mire tu rostro. –
Insistí.
–¡Ya lo está mirando! Por favor… te lo suplico… para… ya no puedo… me voy a desmayar… –
Se quejó ella. Fuera por las razones que fuera, en ese momento solté el cabello de Sanae y saqué mi pene. Sanae cayó sobre la cama con un golpe y un chillido.
Su respiración estaba muy acelerada y apenas si podía respirar.
–Cuéntale a tu amiguita lo que pasó. –
Insistí. Sanae hizo un esfuerzo para hablar, o balbucear, más bien, mientras trataba de recuperar el aliento.
–Me usaron… fue muy fuerte… me mojé… como unas mil veces… –
–¿Y te gustó? –
Pregunté. Sanae no tenía la capacidad mental de mentir en ese momento. Asi que fue honesta.
–Si… me encantó… me encanta cuando… mi novio… me usa como su juguete… pero… ya no puedo… –
Respondió ella, a media voz.
–Qué pena. –
Respondí, y tomándola de la cintura, volví a entrar en ella. Sanae me chilló.
–Te dije… que esperes… espera… ¡Eres horrible! –
Tenía mucho que ella no me decía cosas como esa mientras lo hacíamos.
–Tu cuerpo no piensa lo mismo. –
Respondí, porque estaba muy mojada y se sentía bastante cálido dentro de ella. Comencé a empujar con todas las fuerzas que me quedaban.
–Ya no puedo… Ya no puedo… Por favor… –
Se quejó ella, tratando de separarse, la sostuve del brazo y lo coloqué en su espalda con firmeza, luego puse una mano en su trasero, apretándolo. Sanae pareció entender que estaba amenazándola con nalgadas. Eso hizo que ella dejara de forcejear. De todos modos siguió quejándose y sus gemidos volvieron a ser altos.
–Mi cabeza da vueltas… me voy a volver loca… lo digo en serio… –
Solté sus manos para que ella pudiera sostenerse, pero la tomé del cabello de nuevo. Eso hizo que sus paredes se contrajeran y ella comenzó a venirse en ese momento.
–No… No es justo… estás siendo muy rudo… –
Se quejó ella, ahora apenas podía hablar, solté su cabello y su cabeza cayó sobre la almohada con un sonido de golpe. Quiso incorporarse para retirarse, asi que me incliné hacia adelante y puse mi mano justo enfrente de Sanae, enjaulándola debajo de mí, atrapada.
–No… No… Espera… espera… no puedo detenerlo… ¡Me voy a morir! –
Se quejó ella. Saqué mi pene en ese momento, mientras ella se venía. Pude ver como se sostenía de la sabana con fuerza mientras trataba de jalar aire, jadeando. Sanae siempre tiene orgasmos intensos, pero este fue excepcional. Comenzó a temblar con fuerza mientras se aferraba a la sabana.
–Esto… no puede estar… pasando… –
Se quejó, temblando. No se había movido de su posición y seguía arrojando néctar de amor, yo me retiré levemente y Sanae se dejó caer sobre la cama, temblando. Dejó de temblar después de un momento, me hice a un lado mientras ella trataba de voltear, me miró por unos momentos, y luego se soltó a llorar.
No era el llanto eufórico de hace unos momentos, era uno de alivio, como cuando has pasado por algo muy intenso y de pronto ya no está.
–¿Estas bien? –
Pregunté, acariciando su espalda con suavidad.
–Yo… te amo… –
Dijo y siguió llorando. Iba a decir algo cuando ella continuó. Abrazó su almohada con fuerza.
–Amo como me haces sentir… amo todo lo que haces, y lo que dices… amo cómo me haces tuya… amo las cosas sucias que me haces decir… Amo que dejas que todos sepan que soy tu novia… –
Y siguió llorando, no sé, daría ternura si no estuviera completamente expuesta. Espere a que se calmara un poco, luego puse una mano sobre su trasero, Sanae me miró en silencio por unos segundos, con lágrimas resbalando por su cara, respirando pesadamente, luego se giró.
–Shi señor… –
Levantó sus caderas y expuso su vagina de nuevo, a pesar de que sus piernas estaban temblando y ella apenas podía sostener su trasero en el aire.
Puse mi pene en su entrada de nuevo.
–Mi… novio… quiere más… –
Dijo Sanae, mirando al teléfono, que todo este tiempo había estado grabando.
–¿Y? –
Pregunté.
–Pues… le voy a dar más… To… Todo lo que… quiera…–
Comencé a meterlo lentamente mientras ella abrazaba su almohada con fuerza, reprimiendo un chillido. Una vez que estuve dentro de ella, Sanae soltó la almohada y recargó su cabeza en la cama.
–Está dentro… es enorme… –
Dijo. Comencé a moverme lentamente, Sanae hizo lo que pudo para mantener sus caderas en el aire.
–No es enorme. Tu vagina es muy pequeña. –
Le respondí. Eso envió un escalofrío a través de su espalda. Pude sentir como todo su cuerpo se estremeció. Es que eran varias cosas en esa frase.
–Pe… Pe…Perdón por… por ser pequeña… –
Dijo ella.
–No importa. La abriré todo lo que sea necesario. –
Respondí, empujando profundamente en su interior. Sanae se estremeció.
–Si, por favor… –
Gimió Sanae, le di una nalgada.
–Ahora lo estas pidiendo… –
Repuse. Sanae soltó un chillido por la nalgada.
–Perdón… –
Se quejó ella, sosteniendo su trasero en el aire como pudiera, sus rodillas parecían negarse a sostenerla.
–No hay problema. En realidad solo tengo que darle mi forma ¿No es cierto? Asi nadie dudará de que tengas novio. –
Respondí, Sanae chilló.
–Estás… Estás… ¿Estás enojado conmigo? –
Preguntó ella, se desvaneció sobre la cama después. Tuve que acomodarme para seguir penetrándola porque ya no era capaz de sostener sus caderas. Aun asi, ella seguía lubricando.
–¿Por qué? ¿Te parece que estoy enojado? –
Pregunté. Ella sostuvo la sabana, arrugándola.
–No pero… es que… –
Comenzó a decir.
–Es tu culpa. Es toda tu culpa, Sanae… –
Insistí, empujando con fuerza, Sanae estaba lloriqueando.
–Perdón. –
Ella había perdido completamente las fuerzas para hacer cualquier cosa, y ahora solo estaba acostada en la cama gimiendo.
–Me presumiste con tus amigas ¿No es cierto? –
Respondí, tomando sus caderas y atrayéndola hacia mí.
–Sí pero… ya no puedo… y tú… –
Y trató de separarse de nuevo.
Lo impedí tomando su mano y colocándola en su espalda. Luego de eso, comencé a lanzar golpes duros dentro de ella. Sanae empezó a gritar de nuevo. Esta vez no había llanto, solo los gritos cortados a cada uno de mis empujes.
–Basta… basta… por favor… –
–Nada de basta. Eso es lo que les ocurre a las niñas presumidas. –
Respondí, mientras seguía empujando.
–NO… espera… por favor… ya no lo haré… fui engreída… –
–¿Qué le dijiste? –
Pregunté. Ella trató de voltear, pero mis empujes no la dejaron. Sanae comenzó a patalear.
–¿Qué le dijiste? –
Pregunté.
–Que tengo un novio… y que… me hace cosas sucias… y… –
–¿Y? ¿Qué más? –
–Que usa su… pene… en… en… mi parte especial… –
Se quejó Sanae.
–¿Le dijiste “Parte especial”? –
Pregunté. Por supuesto que no.
–No pero… –
Le di una nalgada con fuerza.
–Dilo tal cual lo dijiste… –
–Dije… “vagina” dije… “mete su pene en mi vagina” –
Admitió Sanae. Tampoco creo que esas hayan sido sus palabras exactas, pero no importa demasiado.
–¿Qué más? –
Pregunté. Sanae pataleó.
–Que… se siente… bien… y que… me gusta… y que… me llena completa… y…–
Respondió Sanae, aumenté el ritmo de nuevo, el abdomen me dolía, pero continué.
–¿Y le dijiste que eres tan linda que no puedo resistirme? –
Pregunté.
–No… –
–Tampoco le dijiste que me encanta escucharte gritar. –
–No… –
–Tampoco le dijiste que me gusta el ruido que hace tu trasero cuando meto mi pene en esa pequeña vagina tuya… –
Sanae comenzó a venirse.
–No pero… –
–Pero es la mejor parte… –
Respondí. Sanae estaba mojando la alfombra a este punto.
–Si pero… –
–Pero nada. Díselo ahora… –
Insistí. Sanae no tuvo conciencia para negarse.
–Bo… Botan… te… tengo un… novio… –
Y respiró. Volví a empujar y ella tuvo un segundo orgasmo seguido. Seguí empujando. Sanae parecía haber aceptado su suerte a este punto.
–Y… le gusta… meter su pene… en mi pequeña… vagina… y soy linda… y él no puede resistirse… y… le gusta cuando grito por lo que me hace… y le gusta el sonido… de mi trasero… cuando me hace… suya… y lo amo… y me vuelve loca… y… soy tan feliz… –
Vacié mi semen dentro de una Sanae completamente exhausta y ya dormida. Luego salí de ella y detuve la grabación.
Me quedé mirándola dormir por unos momentos. Nunca antes fui tan intenso con ella, en parte porque no hacía falta, en parte porque también me daba algo de miedo. Quizá ella no podría lidiar con algo asi, es a lo que me refiero.
Pero luego de entender que ella había presumido su vida sexual, bueno, no puedo decir que lo sintiera mucho por ella. Sanae pasó de alguien que se avergüenza y se odia por sentir placer, a alguien que presume su vida sexual como un logro.
Bajé después de eso a la sala, con algo de miedo, tengo que decirlo. Los cuartos son buenos aislando el ruido, pero puede que los gritos desesperados de Sanae fueran la excepción a la regla.
–––––––––––
De todos modos, no había nadie, asi que solo puse un plato con comida en el microondas y cuando estuvo listo, comencé a comer.
No había pasado mucho tiempo, y estaba a punto de terminar, cuando Sanae apareció bajando las escaleras, con la cabeza agachada. Tenía puesta ese pijama con los dos patos en el frente.
–Perdón… –
Fue lo que dijo.
–¿Por qué te disculpas? –
Pregunté. Ella se acercó un par de pasos.
–Pues… no me di cuenta cuando me desmayé. –
Dijo ella. De algún modo supe que eso no era lo que la tenía asi.
–No te preocupes. De todos modos ahora tienes tu evidencia. –
Comenté. Sanae me miró a los ojos, luego bajó la mirada.
–Sobre eso… no voy a mostrar eso a nadie. –
Declaró Sanae. Yo voltee a mirarla. Ella intentó explicarse.
–No es vergüenza, lo juro. Es que… yo… bueno, lo entendí ¿Ves? Y yo… –
Empezó a decir.
–Sanae ¿Por qué no te sientas? –
Pregunté. Ella asintió y muy lentamente se sentó al lado mío.
–¿Qué ocurre? –
Pregunté, ella soltó una lágrima.
–No debí presumir sobre esas cosas… –
Explicó ella. Yo tomé su mano, ella continuó.
–Eché un vistazo al video. Creo que… hay cosas allí que prefiero mantener para mí. –
Explicó Sanae.
–¿Cómo que cosas? –
Porque lo del sexo no era. Es decir, ella fue quien insistió en la filmación.
–Como tu cara. Nunca antes le presté demasiada atención. No sabía que se veía asi… –
Explicó Sanae.
–Así ¿cómo? –
Pregunté, un poco contrariado. Ella suspiró.
–Pues… se nota mucho que te gusta ¿ves? Y… que estas feliz de estar conmigo. Se ve como si quisieras decir “Ah, me estoy acostando con Sanae, es genial” y cosas como esa. –
Eso no era nuevo para mí.
–Ehhh… Sanae… –
Comencé, ella asintió varias veces con la cabeza.
–Ya sé. Ya sé. Tú siempre estás diciendo eso, desde el primer dia… pero pensé que lo decías para mantenerme excitada, o que lo decías porque eso es lo que se tiene que decir… Solo estaba pensando en mí misma. Hasta que lo vi… –
Y me miró. Había lágrimas en sus ojos. Sí, bien. Mi rostro generalmente no está en su campo de visión. Generalmente ella solo se ocupa de sentir.
–Perdón… –
Dijo. E inmediatamente después, se puso de pie, y se hincó en el suelo, colocando su frente contra el piso.
–Perdón. Por dudar de tus palabras o ignorarlas por completo. Por creer que yo era la única que quería hacer estas cosas. Por pensar que tu amor era menor que el mío. –
Se disculpó.
–Te tomó bastante tiempo comprenderlo, Sanae. –
Respondí, suspirando, ella levantó la mirada, llorando.
–Lo sé. Lo siento… –
Dijo ella, y se acercó a mí, esperando un abrazo que inmediatamente la envolvió. Acaricié su cara. Ella permaneció sollozando por unos momentos.
–Es mi culpa… yo… No es que no quiera que sepan pero… no necesito que nadie lo apruebe. Yo lo sé y es lo que basta… –
Fue lo que dijo. Yo acaricie su cabello.
–Bueno… no me molesta que sepan, no quiero… ocultarlo ni nada… –
Se corrigió después. Ahora tiene un dilema moral por eso. Bien, hora de intervenir. Es más fácil si Sanae es inocente.
–Yo quiero que sepan todos. –
Respondí. Sanae me miró y tragó saliva.
–Tu siempre haces eso… haces que mi corazón lata con fuerza… eres tan genial… –
Dijo ella y me abrazó con fuerza. Luego me dio un beso muy significativo en la mejilla. Luego se apartó y puso sus manos tras de ella, mirándome con picardía.
–Entonces… ¿Vas a decirle a todo el mundo lo que me haces? ¿Les dirás que lo disfruté? –
Preguntó ella, balanceándose sobre sus propios pies.
–Se los diré. –
Respondí. Sanae sonrió abiertamente, luego sus mejillas comenzaron a colorearse.
–Te amo. –
Fue lo que dijo Sanae.
–Le diré a Botan lo que haces conmigo. Si ella me cree o no, es su problema ¿ves? Subiré ahora a darme un baño. Puedes venir si quieres… O podemos esperar. No importa en realidad. Yo estoy lista siempre. –
Dijo, y se dio la vuelta.
Esta mujer es insaciable.
Hubiera ido. Lo juro. Sobre todo porque ella realmente parecía estar invitándome. Pero en ese momento, Kurimo y Nowaki venían entrando.
No supe en que momento salieron, pero tenían algo en las manos.
–Ya volvimos… –
Fue lo que dijo Kurimo mientras dejaba los zapatos.
¿Y no habría sido mejor pensar en hacer una quedada de parejas y ella llevarle a él que todo el tema del vídeo? Ni aún en el final, cuando ella ha tenido su revelación, ha pensado en ello. El primer paso para que sepan que tienes novio es ir y quedar con tus amigas y con tu novio, joder. Y eso no se les ocurre a ninguno de los dos. XDDDD
Eso sí, la ganancia que han obtenido ha sido una gran sesión dual, muy buena y satisfactoria. ^^