Haru No Yurei - Volumen 4: 29. Capas de Rosa.
La mañana siguiente, era la del ultimo dia antes de volver a clases, y me despertaron murmullos en la puerta. Una parte de mí, tal vez mi sexto sentido o algo, me dijo que lo mejor, era que me quedara callado y no me moviera para nada.
Minase parecía estar de visita y estaba hablando con alguien afuera. No me tomó mucho tiempo darme cuenta de que Sanae era ese alguien.
Iban a entrar. O eso parecía. Un movimiento de mi mano me permitió darme cuenta de que Akane no estaba en la cama. Me vi tentado a tratar de mirar mi teléfono para saber qué hora era.
“Vamos, será divertido…”
Era lo que Minase estaba diciendo, Sanae, tal vez demasiado predecible, no quería.
“Pero… ¿Qué tal si despierta?”
Preguntó.
“Se trata de que despierte, Onee–chan. Mira, si no quieres, entraré yo y lo haré sola.”
“¡No!”
Ok, tenía una idea de lo que estaba pasando aquí.
“Entonces vamos”
Dijo, abriendo la puerta. No me moví para nada y escuché que ambas entraron a la recámara.
“¿Y si no le gusta?”
Preguntó Sanae. A Minase no le hizo ninguna gracia.
“Oh, por todos los dioses, Onee–chan. Deja ya esas cosas. Está loco por ti ¿Cuándo lo vas a aceptar? Solo estás complicándote la vida. Te mostraré.”
Y sin más, se metió bajo las sabanas. Pude sentir como sus manos frías tomaron mi pijama y la bajaron. No tuvo mucha delicadeza, hay que decirlo. De haber estado dormido, eso me hubiera despertado. Sin más preámbulos tomó mi pene y lo metió en su boca.
Comenzó a lamerlo muy entusiasmada por un momento, tiene que haberse hartado de pelear con las cobijas porque las quitó momentos después. No pude seguir fingiendo.
–Ah, buenos días, Toshikane–kun. –
Dijo Minase en cuanto se dio cuenta de que había abierto los ojos. Quise incorporarme y Minase no me lo permitió.
–Tú espera allí. –
Anunció Minase. Dominante como de costumbre.
–Minase… basta… –
Se quejó Sanae, que por cierto, estaba en ropa interior.
–No puedo hablar… estoy ocupada. –
Respondió Minase, volviendo a lo suyo. Sanae tiene que haberse armado de valor en ese momento.
–¿Y… cómo está? –
Preguntó Sanae a media voz. Minase lamió mi pene de arriba abajo y de vuelta, alardeando frente a su hermana mayor.
–Rico… –
Respondió Minase simplemente, volviendo a lo suyo por un momento, luego me miró y sonrió sádicamente, se volvió a Sanae después.
–¿Quieres? –
Preguntó ella. Sanae asintió levemente con la cabeza. Minase se burló.
–Pues ven hasta aquí, tonta. No esperarás que lo lleve hasta donde estás, y no creo que esperes que este dulce, dulce chico se levante para ti ¿O sí? –
Preguntó, y volvió a meterse mi pene en su boca, asegurándose de que hiciera bastante ruido. Sanae tragó saliva.
–No pero… –
Se quejó Sanae, sin dejar de mirar.
–Entonces ven y hazlo… deja ya de fingir. Nadie te cree de todos modos. Todos sabemos que eres una perra. –
Se quejó Minase. Se excedió un poco para mi gusto, pero Sanae, en lugar de replicar o algo, se acercó en silencio y se hincó para poder lamer mi pene, yo no me había movido, y no había dicho nada, solo me deleité con la imagen de Sanae acercándose.
Cuando se acercó, Minase se hizo a un lado para que Sanae pudiera acomodarse el cabello y luego metió mi pene en su boca. Sanae sonrió y acercó su cara a la de ella.
–¿Lo ves? No era tan difícil. Ahora lámelo bien. –
“Aconsejó” a su hermana, quien de inmediato protestó.
–Lo estoy haciendo… –
Minase empujó la cara de Sanae de nuevo, haciendo que mi pene entrara en su boca, sin dejarla hablar.
–Lámelo, deja de replicar. Dijiste que querías y ahora lo tienes. –
Sanae se concentró en lamer, mirándome como para entender mis reacciones. Minase se subió por completo a la cama y se acomodó al lado mío. Me dio un beso en la mejilla.
–Mírala. ¿No te parece que es una cualquiera? –
Preguntó Minase, seductoramente. Puso una mano sobre mi pecho. Sanae quiso protestar.
–Oye… –
Minase puso su pie sobre la cabeza de su hermana mayor.
–Tú–sigue–lamiendo. –
Ordenó, empujando con el pie la cara de Sanae contra mi pene. Sanae obedeció. Minase se volvió a mí y soltó una risita mientras acariciaba mi pecho coqueteando.
–¿Sabías que Onee–chan se tocaba diciendo tu nombre? –
Preguntó, Sanae se atragantó, pero Minase usó su pie de nuevo para mantenerla ocupada.
–Bueno yo… –
Minase se rio de nuevo.
–Tenías que haberla visto. Era ridículo. Tallando sus manos en medio de sus piernas, diciendo tu nombre, y creía que nadie se daba cuenta. –
Explicó Minase. Puede haber sido mi impresión, pero Sanae se concentró aún más en lamer, dejó de mirarme, y estaba roja como un tomate, pero no se detuvo. Todo lo contrario.
–Y ahora mírala… seguro que se siente la gran cosa, con el pene del hombre que ella siempre soñó dentro de su boca. ¿Cómo crees que ella se siente? –
Preguntó Minase. Creo que nuevamente estaba llevando la conversación por algún lado, pero yo no logré entenderlo. No dije nada, solo sonreí. Minase lo entendió al momento.
–Se siente bien para ti ¿No es cierto? Saber que ella deseaba esto, más que nada en el mundo. Deseaba que la miraras justo como la miras ahora… ¿Te gusta esa tonta? Toshikane–kun. –
Preguntó Minase.
–Si me gusta… –
Respondí. Minase se rio.
–Entonces admites que es una tonta… díselo. No le molesta. Ella ya lo sabe. –
Sanae se detuvo y me miró, como esperando mi respuesta. Ella tiene que haberse dado cuenta de que yo necesitaba una especie de confirmación, porque tomó mi pene con ambas manos y comenzó a lamerlo de modo diferente, paseando su lengua alrededor.
–Sí, es tonta. –
Dije. Sanae respiró profundamente, y luego, dejó que mi pene entrara hasta lo más profundo de su garganta. Sanae lo había dicho antes “Los niños que son geniales pueden hacer lo que quieran con las chicas tontas” … creo que a Sanae le excita esa palabra, y Minase lo sabe.
Minase suspiró.
–Wow… no tienes una idea de lo excitada que se ha puesto con eso… en serio. ¿Cuándo vas a dejar de consentirla asi? –
Preguntó Minase, acariciándome el cabello. Yo podía ver los pechos de Sanae cubiertos por un sostén rosado mientras ella iba y venía lamiendo mi pene.
–No creo que pueda. –
Respondí. Minase asintió.
–Lo sé… te encanta que ella sea asi. Te encanta poder hacerle lo que te venga en gana. Y ella se va a dejar –
Y se volvió a acercar a Minase, tocando su mejilla la detuvo.
–¿Verdad que te vas a dejar? –
Preguntó.
Sanae asintió con la cabeza y luego siguió lamiendo. Minase quitó la falda que tenía y la ropa interior mientras Sanae seguía lamiendo. Se colocó encima de mí, colocando sus rodillas al lado de mis hombros, y acercó su vagina a mi cara.
–¿Recuerdas esto? –
Preguntó Minase, sosteniendo sus pechos con las manos, apretándolos ligeramente mientras me acercaba su vagina a la cara.
–Hagamos algo… quiero que arrojes tu semen en la boca de Onee–chan… y mientras puedes hacer esto… –
Dijo, y luego volteó a ver a Sanae.
–Asegúrate de tardar muuuucho tiempo Onee–chan. –
Ordenó Minase, luego se volvió a mí, acariciando mi cabello y acercándome a su vagina.
–Eres un pervertido… aún estoy en el colegio… –
Se quejó Minase mientras comenzaba a lamerla con mucha dedicación. Se quitó la blusa y el sostén y metió un dedo a su boca luego, lamiéndolo seductoramente. Desde mi perspectiva, los pechos de Minase resaltaban más que de costumbre, ella se dio cuenta de que la miraba y echó la espalda hacia atrás.
–Creo que Minase es más pervertida que yo. –
Respondí, Minase tuvo una contracción que hizo que su néctar de amor comenzara a salir, escurriendo por sus muslos.
–¿Eso piensas? ¿Qué te hace pensar eso? ¿Eh? –
Preguntó Minase, acariciando mi cabello y comenzando a mover sus caderas al ritmo de mis lamidas.
–Bueno, tienes una figura muy lasciva. –
Respondí. Pude sentir como eso le gustó a Minase, aunque negó con la cabeza.
–Mentiroso… admítelo, te gustaba más antes… eres un pervertido a quien le gustan las niñas pequeñas… –
Eso era un giño para Sanae, quien por cierto, se estaba concentrando en lamer como si no hubiera un mañana.
–Bueno, eso también es cierto… –
Respondí. Minase me sujetó la cabeza con ambas manos.
–Eres un pervertido. ¿Me escuchaste? Al menos podrías decir algo lindo, ya que me tomé la molestia de quitarme el vello solo para gustarte… –
Se quejó Minase.
–Se ve muy bien, es maravillosa, Minase. –
Respondí, usando mi lengua para mover su clítoris levemente, Minase se encogió sobre mí.
–Pervertido, eso es lo que eres. No lo niegues. –
Dijo Minase, forzándome un poco sobre su vagina, que no dejaba de escurrir a este punto. Sanae comenzó a meter mi pene en su boca con más fuerza. Por toda respuesta, me incorporé, y aparte de usar mi lengua, comencé a meter un dedo dentro de la vagina de Minase, que se aferró a ello como si fuera lo más importante en el mundo. Minase soltó un gemido.
–Estás… haciendo trampa… –
Se quejó Minase, pude sentir como su cuerpo se contraía, estaba cerca. Comencé a acariciar las paredes interiores de Minase suavemente, mientras sentía en mi rostro como la tensión iba subiendo. También es cierto que estaba tratando de no terminar porque Sanae seguía lamiendo mi pene con bastante dedicación. El estímulo resultó demasiado para Minase, que dejó caer su entrepierna por completo sobre mí, sosteniendo mi cabello y comenzó a venirse.
Se reincorporó como pudo, respirando con dificultad.
–Es cierto… se siente… extrañamente bien poder hacer eso… –
Fue lo que dijo ella. Luego se movió un poco para poder mirarme.
–¿Qué dices? ¿Quieres más? Podemos hacer todo lo que quieras… –
Comentó Minase. Luego volteó a ver a Sanae por unos momentos, que no se dio cuenta porque estaba ocupada. Me miró luego.
–Mira que eres un hombre horrible. Onee–chan lleva allí todo este rato y no le estás prestando atención. –
Eso hizo enojar a Sanae, pude sentir sus dientes por unos segundos. Tenía que manejar esto con cuidado.
–Bueno, es que no… –
Minase me interrumpió y puso un dedo en mis labios.
–Yo creo que deberías darle una recompensa a esa tonta. ¿Por qué no le llenas la boca con tu semen? Eso sería gracioso… –
Dijo, y volteó a ver a Sanae, quien alzó la mirada. Minase se relamió.
–¿Quieres eso? ¿Quieres tragarlo, Onee–chan? –
Preguntó. Sanae no dijo nada, estaba roja de la cara y no creo que fuera solo la excitación. Minase se divertía de lo lindo humillando a su hermana mayor.
Más porque ya no pude detenerlo que ninguna otra cosa, arrojé mi semen dentro de la boca de Sanae, que ahogó un grito, tratando de no toser. Se detuvo y alzó la cabeza.
–Muéstranos, Onee–chan. –
Sanae abrió la boca, y Minase se rio.
–En verdad que eres una perra, Onee–chan. Pudiste haberte quitado ¿No es cierto? Pero no quieres. ¿Es porque eres una ramera? ¿Es eso? –
Preguntó Minase. Sanae tenía lágrimas en los ojos a este punto.
–¿Qué esperas? Trágalo… –
Se quejó Minase. Sanae obedeció, y me miró luego, con los ojos llenos de lágrimas. Iba a decir algo cuando Minase me abrazó con fuerza y volviéndose a Sanae, la echó.
–Bien, ya que tuviste lo que querías, puedes marcharte. –
Le dijo. Sanae hizo una pataleta por fin.
–Pero yo… –
Se quejó Sanae enfureciéndose.
–Dijiste que estabas bien con hacerlo feliz ¿No es cierto? Está feliz ahora, no necesitas intervenir. Hazte a un lado, Onee–chan. –
Se quejó Minase, y me dio un beso en la mejilla, se subió sobre mí de nuevo, esta vez parecía que planeaba hacerlo completo, no me extrañaba que quisiera que Sanae mirara de todos modos, en cierta forma, es algo que siempre había querido, pero en lugar de dejarse caer, Minase me habló con un susurro.
–¿Qué opinas? Es una sorpresa bonita ¿O no? Onee–chan vino todo el camino hasta aquí en ropa interior para pedirte algo… –
Y volteó a ver a su hermana.
–¿Se lo dirás? ¿O debería seguirme divirtiendo con tu novio, Onee–chan? –
Preguntó Minase.
–No… es… Toshikane… abusa de mí. –
Se quejó Sanae, colocando sus manos sobre su cuerpo. Minase negó con la cabeza.
–Nada de eso. No digas tonterías, Onee–chan. Dilo como debe ser. Nadie va a “abusar de ti” ¿O sí? –
Se quejó Minase.
–Es solo el modo en que lo dice… –
Le dije a Minase. Ella me acalló con un beso en los labios.
–Tú calla. Ella quiere algo muy específico, pero no puede decirlo porque es una tonta. –
Respondió Minase. Creo que sabía lo que quería. Sanae me miró con lágrimas en los ojos, pero Minase comenzó a balancear su trasero hacia adelante y hacia atrás, distrayéndome.
–Todavía no le dices… –
Se quejó Minase.
–De acuerdo. De acuerdo… lámeme… –
Se quejó Sanae.
–¿En dónde? –
Insistió Minase.
–En… mi parte especial… –
Confesó Sanae. Lo he dicho antes, el sexo oral para una mujer es muy conflictivo, y más si hablamos de Sanae, y sin embargo, creo que no lo hago demasiado con ella.
No sé. Creo que llevo un buen tiempo, casi desde que empecé a salir con Sanae, tratando de que no sea demasiado vergonzoso para ella. Y creo que eso no es lo que le gusta. No creo que le desagrade pero ahora que lo pensaba, las veces que Sanae acababa más feliz, generalmente eran las más vergonzosas para ella. La vez que lo hicimos en la cocina y su madre nos escuchó, la primera vez, o incluso filmando un video.
No es adicta al sexo, es adicta a la emoción de hacer algo que ella siente que no debería hacer. Como romper la dieta o irse de casa.
Minase conoce perfectamente a su hermana mayor. Lo digo porque se escandalizó al momento.
–¿La escuchaste? ¡Onee–chan eres una perra! ¿De verdad le dijiste? –
Al final del dia Sanae es una chica consentida, que se siente feliz cuando la perdonas por hacer todo eso que ella no debería hacer. Sanae es la niña que quiere comer dulces todo el dia, y que a pesar de que está mal, tú no te enojas con ella porque ella es tu consentida y le perdonarías cualquier cosa.
–Sí pero… yo… –
Comenzó a decir. Minase la miró, como juzgándola, luego se volvió a mí.
–¿Y? ¿Le vas a consentir eso también?
Preguntó ella. Minase siempre lleva las cosas por donde ella quiere, pero creo que fue bueno. Ahora que lo pienso, ella tenía razón en decir…que soy su novio por ella…
Un segundo…
Ya entendí todo.
YO soy eso que ella no debería hacer. Ella no debería enamorarse del empleado de su padre, ella no debería acosar a un niño pequeño, ella no debería quererme, ni hacer estas cosas conmigo.
–Por supuesto. –
Respondí. Sanae me miró con los ojos brillantes, con una ilusión difícil de creer para la petición que había hecho, pero supongo que es mejor si ella se acostumbra a decir las cosas de este modo. Sanae se acercó luego y Minase la hizo subir a la cama conmigo.
Sin embargo, Sanae al subir a la cama, se acostó simplemente, mirándome, con los brazos pegados a los costados y las piernas cerradas. Demasiado nerviosa, diría yo, pero probablemente se debiera a lo que había dicho, o a que su hermana estaba en la cama sobre mi todavía. Minase tomó una de mis manos y la llevó a uno de sus pechos, jugueteando sin prestar demasiada atención, pero Sanae puso su mano sobre mi pecho, moviéndola levemente.
–¿Qué quieres Onee–chan? estamos ocupados. –
Insistió Minase, lamiendo mi cuello levemente, yo acariciaba el pecho de Minase con mi mano, pero aun asi, voltee a ver a Sanae.
–Pero Toshikane dijo que… –
Comenzó a decir Sanae. Minase la interrumpió.
–Oh, cierto. Bueno, creo que no se acuerda para nada. No lo culpes, Onee–chan. Tienes que decírselo otra vez… –
Este… es el modo de Minase de molestar a su hermana mayor, ¿Cierto? Cielos… si es muy molesta. Sanae suspiró.
–Bien, lámeme… allí…. –
Dijo. Minase se rio.
–¿Allí? ¿Allí donde? Onee–chan. Tienes que ser más clara con lo que dices. –
Se quejó Minase. Sanae se desesperó.
–Lame mi parte especial. –
Se quejó Sanae, haciéndome girar la cara a ella.
–Onee–chan… eres una sucia. ¿Cómo puedes decir eso? –
Insistió Minase. Sanae hizo un berrinche.
–¡Es que me gusta! ¿Ya? ¡Me gusta eso! –
Gritó Sanae, luego se volvió a mí, con lágrimas en los ojos.
–Por favor… –
Insistió. Minase se apartó de mi finalmente. Sonrió a Sanae por unos momentos, luego me miró. Se burló de mí.
–Yo creo que deberías consentir a Onee–chan, es decir, es lo que siempre haces. Por eso te gusta tanto él ¿No es cierto? –
Preguntó finalmente, dirigiéndose a su hermana, quien asintió con la cabeza, yo pasé una mano por los muslos de Sanae, quien se estremeció.
–Ahora te vas a dejar consentir. ¿Verdad que si, Onee–chan? –
Sanae asintió, iba a moverse pero la detuve, y quitando el sostén color rosado de uno de sus pechos, llevé mi boca a él mientras comenzaba a acariciar las rodillas de Sanae. Ella se dejó hacer, tumbada bocarriba en la cama. Minase se acercó por encima de ella.
–¿Y bien? Te están consintiendo ahora, Onee–chan. No es lo que pediste, pero se siente bien. ¿No es cierto? –
Preguntó Minase, Sanae no respondió, solo acarició mi cabello como pudo, en cierto modo como tratando de acercar mi cara a ella aún más. Yo moví mi lengua sobre su pezón una y otra vez, luego cubriendo su pecho completo con mi boca, suave, pero firme, como haciendo notar cada movimiento.
–No vas a enojarte con él. ¿Verdad? Ni siquiera puedes enojarte con él ahora. –
Insistió Minase. Sanae dejó escapar un “No” entre suspiros.
–Claro que no. Es tu chico especial del que estamos hablando. Y su boca está sobre tus pechos. Creo que le gustan mucho tus pechos, Onee–chan. –
Iba a levantarme para decir que sí, pero Minase empujó mi cara de vuelta. Lo mismo que había hecho con Sanae antes, solo que uso su mano, al menos agradezco eso.
–¿Qué se siente? Dile lo que sientes, de que esté tan interesado lamiendo tus pechos. –
Insistió Minase.
–Se siente… bonito… –
–¿Verdad que sí? Es él de quien estamos hablando. Siempre has estado loca por él ¿Recuerdas? Pasabas noches enteras sin dormir… –
–Siempre… –
Asintió Sanae, yo pasaba mis manos por sus muslos, que poco a poco se fueron relajando. Pasé mis dedos por encima de sus pantis, también rosadas.
–¿Qué esperas, Onee–chan? Tu novio quiere que te quites la ropa interior… –
–Está bien asi… –
Respondí, sin dejar de lamer su seno, mi mano se movió hacia su otro pecho, sacándolo del sostén también. Sanae temblaba.
–Oh… ¿Es en serio? Onee–chan, creo que a tu novio le gusta verte manchar tu ropa. Que sucio ¿No lo crees? –
Preguntó Minase. Alcancé a notar la respiración de Sanae acelerarse. Hizo lo que pudo para responder.
–No… él no… es… su–sucio… –
Se quejó Sanae. Minase se rio.
–Claro que lo es. ¿Es que no lo recuerdas? Te la pasabas presumiendo todo el tiempo como te miraba… cualquiera diría que estabas orgullosa… –
Insistió Minase. Creo que ese comentario iba para mí, mordí el pezón de Sanae muy suavemente, eso la hizo gritar levemente.
–No lo presumía… lo juro… yo… –
Cambié de estrategia luego de eso, pasé ambas manos a sus pechos mientras mi nariz comenzaba a bajar lentamente a través de su cuerpo, como buscando su entrepierna, besándola a veces.
–Onee–chan, eres una pervertida. Siempre lo has sido. Díselo… dile lo mucho que te gusta, todas las cosas malas que has querido que te haga, desde siempre… –
Pude ver que Minase tenía la cara de su hermana mayor en su mano, acariciándola suavemente, de modo muy peculiar, y si, recordaba a Akane un poco.
–Toshikane… me gu–gustas… mucho… de… desde siempre… perdón… –
Confesó Sanae. Minase la molestó un poco.
–Y cómo te gusta, te vas a dejar que te haga lo que quiera. ¿Verdad que sí? Onee–chan. –
Preguntó. Sanae estaba a punto de estallar.
–Si ¡Sí! Lo… lo que sea… –
Mi cara estaba ya muy cerca de su entrepierna. Minase urgió a su hermana.
–Separa las piernas Onee–chan. No lo tengas esperando… –
Se quejó. Cuando Sanae separó las piernas, yo simplemente le di un beso por encima de la ropa interior. Sanae contuvo un suspiro, y una mancha se hizo en sus pantis, bastante rápido, si cualquiera me lo pregunta.
Sanae se llevó un dedo a la boca tratando de contener sus ruidos, pero Minase quitó su mano de la cara inmediatamente.
–Onee–chan, una niña no debería dejar que un hombre, cual sea, le dé un beso a su parte especial. Eso es muy sucio. –
Sanae trataba de recuperarse del pequeño orgasmo que toda esta sensación le había provocado.
–Pero… –
Trató de decir. Minase sonrió y miró a Sanae sádicamente.
–¿Te gusta? –
Preguntó. Sanae rompió en llanto.
–Si… –
Comenzó a llorar. Por unos momentos pensé que Minase (O yo, para lo que importa) había ido demasiado lejos, pero Minase esperaba esto. No sé qué tanto supiera, pero al parecer, mucho más de lo que yo o Sanae creíamos.
–Ya, ya, seguro que si le pides perdón, te perdona por ser una sucia pervertida. –
Le dijo. Sanae me miró desde donde estaba, acostada, con las manos detenidas por Minase, solo alzando la cabeza y dejando caer sus lágrimas.
–Perdón… –
Pidió. Yo sonreí y acaricié su rodilla, incorporándome. Sanae lloriqueó.
–No me odies… –
Insistió. Minase me miró y encogió de hombros.
–No creo que quieras odiar a Onee–chan. Ella solía decir todo el tiempo “Los chicos esto” “Los chicos lo otro” y el dia en que apareciste en la panadería, de pronto, “los chicos” dejaron de existir para ella. Yo diría que eso es amor. –
Fue lo que dijo Minase. Yo miré a Sanae, quien solo asintió y mustió:
–Te amo… –
Fue lo que dijo. La miré a los ojos para responderle.
–Y yo a ti. –
Respondí, luego miré sus pantis, mojadas, ya no deberían estar allí, pero por el modo en que Sanae se había acomodado, no podía quitarlas, asi que comencé a acariciar su vagina por encima de sus pantis, Sanae se estremeció.
–Creo que te van a consentir, Onee–chan. Tú quieres que te consientan ¿No es cierto? –
Preguntó.
–Si… –
Respondió Sanae, estremeciéndose mientras yo volvía mi atención a su entrepierna. Si observabas bien podías mirar su vagina contraerse y dilatarse, una y otra vez, expulsando néctar de amor en su ropa interior.
–Onee–chan, que perra. Lo que en realidad te mereces es un baño con agua helada. ¿Sabías? Eres una ramera. –
Minase alternaba los comentarios sucios y los consejos con insultos y era difícil de seguir. Eso no evitó que Sanae se excitara con esto. Todo lo contrario en realidad. Es que, le daba la idea de que lo que hacía era indebido.
Acerqué mi cara a su vulva de nuevo, con la intención de hacerlo adecuadamente esta vez. Sanae respondió a media voz.
–No es verdad… él no lo haría… él me quiere… –
Respondió Sanae.
La tela rosa pastel de sus pantis se hicieron a un lado para revelar un rosa aún más brillante e intenso en su vulva mojada y caliente. El néctar de amor salía de ella como si se tratara de un manantial. Yo no mentía cuando le dije que era bonita, pero creo que eran pocas las ocasiones en las que podía mirar esto y sonreír. Como ahora.
–Si claro, siempre dices lo mismo. Siempre te lo perdona todo. Estoy cansada de que todo lo que tienes que hacer es poner tu cara bonita y él hace lo que tú quieras. –
Respondió Minase, como regañándola.
–Si pero… –
Y la interrumpí. Sanae se estremeció completa cuando pasé mi lengua sobre su vagina. Sus gemidos comenzaron a ser bastante altos.
–¿Onee–chan? ¿Por qué estás haciendo esos ruidos tan sucios? ¿Tienes que ser tan ruidosa? –
Se quejó Minase.
–Es… él… yo… está lamiendo… –
Solo para futuras referencias, sus gemidos eran igual de sucios que los de Minase de antes, pero Sanae es mucho más expresiva que Minase, eso que ni qué. Minase se hizo la sorprendida.
–¿El chico que te gusta está lamiendo tu parte especial? ¿Qué se siente? –
Preguntó. Sanae intentó jalar aire.
–Muy bien… yo… es lo mejor… –
Respondió Sanae.
–¿Se siente bien? Bueno… es el chico más genial del mundo ¿No es cierto? Y tiene su lengua en tu parte privada. Seguro que te sientes la chica con más suerte del mundo. –
Insistió. Sanae gritó.
–¡Lo soy! ¡Lo soy! –
Gritó Sanae. Seguro que se escuchó en toda la casa.
–¿Y porque lo hace? –
Preguntó Minase.
–No sé, te juro… que no… no lo sé. No sé por qué, no sé… pero… me encanta… Lo amo… No puedo vivir sin él… Lo amo…–
La respuesta de Sanae se volvió frenética al tiempo que ella comenzaba a acercarse al orgasmo. Usando mis manos, separé levemente sus labios, para revelar el rosa intenso del interior de su vagina. Allí estaba caliente y palpitante, con su clítoris pequeño y enrojecido, brillante como una perla.
–Tal vez le gusta que seas una sucia ramera tonta. ¿No crees? –
Preguntó Minase.
–Si le gusta. Si lo soy. ¡Soy todo lo que él quiera! Una ramera y una sucia, y también tonta… –
Respondió Sanae. Acaricié su clítoris con mi lengua varias veces, su vagina trataba de succionar inútilmente yo estaba ocupado justo arriba de ello.
–Sí que lo eres. Es decir. Te estás dejando. –
Comentó Minase. Sanae no pudo más.
–Me… voy a… mojar. –
Y justo cuando terminó de decirlo, sus jugos de amor comenzaron a salir con bastante intensidad. Sanae arqueó su espalda mientras se venía y al terminar, se dejó caer sobre la cama. Minase se escandalizó.
–¡Onee–chan! ¿Qué hiciste? Acabas de mojarlo… –
Sanae trató de reponerse mientras Minase seguía con ello.
–¿Eres estúpida? Las chicas no deberían hacer eso. ¡Está mal! –
Se quejó, e inteligentemente liberó sus manos, que Sanae inmediatamente se llevó a la cara.
–¿Qué vas a hacer? Tienes que arreglar esto ahora. ¿Quién te crees? –
Insistió Minase. Y sabiendo que estaba tapándose los ojos, me miró y me hizo señal de silencio con las manos.
–¿Qué le vas a decir? Seguro que se enoja muchísimo por esto, Onee–chan. –
–No sé… –
Respondió Sanae. No parecía estar llorando, aunque puede que aun estuviera en medio del limbo mental que su orgasmo le había provocado.
–Mira. Esto es lo que harás. Le dirás que no ha sido tu culpa. ¿Verdad que no es tu culpa? –
Preguntó. Sanae negó con la cabeza. Minase continuó.
–Por supuesto que no lo es. No es tu culpa. Tú solo eres demasiado tonta. Es eso. Y… le vas a decir que lo sientes. Que no puedes evitar que se sienta bien. Que siempre serás para él. Que nunca, nunca, nunca lo vas a dejar de amar. Que vivirás para complacerlo. Que es tu todo y que no puedes vivir sin él. ¿Entiendes? Todo. Dile todo eso. –
Sanae se incorporó como pudo.
–Lo siento, Toshikane–kun. Yo… no pude evitarlo ¿Ves? No es que sea mi culpa. Es que… no pude evitar que se sintiera bien y… –
Volteó a ver a su hermana, quien le hizo señas para que continuara. Pero al ver que se confundía, ella apuntó.
–No puedes enojarte con Onee–chan. Tienes que creerle. –
Insistió Minase. Yo voltee a ver a Sanae, quien continuó.
–Yo, si quieres, seré para ti… siempre. Y viviré para complacerte en todo lo que tú quieras. Y no te dejaré de amar. No te dejaré de amar nunca ¿Ves? Porque… bueno… es que, tu eres mi todo. Y yo no sabría cómo vivir sin ti. Es en serio. –
Agregó Sanae. Minase hizo una seña desde detrás de Sanae. Era momento de actuar genial.
Me rasqué la cabeza.
–Si bueno, la verdad es que no es que pueda enojarme contigo, Sanae. Y ya sabía todas esas cosas. No es problema. –
Fue lo que respondí. Minase miró a Sanae quien abrió los ojos todo lo que pudo.
Sí. Ella dijo “te amo” y yo respondí “Lo sé”
Nombra algo más “genial” en la mente de Sanae.
No puedes.
Minase le dio un codazo a Sanae y le indicó a donde mirar. Mi erección estaba a reventar.
–Onee–chan. Creo que van a usar tu parte especial ahora. Ponte en posición. –
Le dijo. Sanae la miró y asintió.
–Cuando lo veas asi, solo date la vuelta y levanta el trasero, como los animales. –
Sanae hizo lo que le dijeron. Ya he dicho que a Sanae le gusta mucho esta posición. Tal vez su hermana lo sabía. O solo fue lo mejor que se le ocurrió.
–Mis pantis… –
Sanae tuvo que moverse porque sus pantis estorbaban. Minase giró los ojos.
–Onee–chan. ¿Qué tan consentida puedes llegar a ser? ¿Eh? a ver… –
Y le quitó las pantis a Sanae. Luego me miró con una sonrisa.
–Ya, Toshikane–kun. Onee–chan esta lista. –
Dijo con una vocecita cantarina. Luego se giró y fue hasta la cara de Sanae.
–Onee–chan, recuerda que tienes que decírselo. Puedes ser sucia con él, yo creo. –
No es que hiciera falta, pero ya que habíamos llegado tan lejos, pensé que solo era una buena idea si dejaba que ella saliera con su intención. Sanae volteó a verme con la cara roja.
–Usa mi cuerpo… rompe mi parte especial… –
Minase la regañó.
–Di “por favor” Onee–chan. –
Se quejó. Sanae hizo la voz más consentida que yo hubiera escuchado, y eso es algo que decir.
–¡Por favor! –
Gimoteó. No era una petición, era más como una orden, pero igual lo hice. Acercándome a Sanae, en cuanto mi pene hizo contacto con su entrada, comenzó a succionar como si en ello se le fuera el alma. Entró lentamente, Sanae hizo “Hiiiii….” Mientras entraba y apretó las sabanas.
–¿Y? ¿Qué tal? ¿Cómo está? –
Preguntó Minase. Sanae estaba temblando.
–Esta grande… y duro… –
Minase se hizo aire con la mano.
–Si bueno, no había forma de que el hombre de tus sueños no tuviera algo grande con qué romperte ahí ¿no es cierto? –
Preguntó. Pude sentir como sus paredes se encogían, como tratando de aprisionar mi pene dentro de ella. De algún modo, pienso que en ese aspecto, ella y yo éramos bastante compatibles. Comencé a sacar mi pene lentamente, el jugo de amor de Sanae escurrió de mi pene, dejando caer algunas gotas mientras lo sacaba. Sana suspiró.
–Romperme… –
Repitió Sanae, al tiempo que apretaba las sabanas de nuevo y yo volvía a entrar lentamente en ella. Minase la miró por un momento, luego comenzó a molestarla de nuevo.
–Estás haciendo trampas, Onee–chan. Asi no es como se hace. –
Se quejó.
–¿Eh? pero… –
–Pero nada. ¿Cómo es que va a perdonarte por ser una perra si haces trampas? –
Preguntó Minase. Luego la señaló.
–Tu trasero es muy gordo y no deja que pase como se debe… –
Se quejó.
–No es verdad… ¿O sí? –
–Ah, no te preocupes, seguro que a él le gusta. Pero eso es hacer trampa. Tienes que quitarlo del camino. –
El trasero de Sanae siempre ha sido algo que ver, y a decir verdad, Minase tenía razón, si me gustaba mucho. Yo no diría que era un problema, pero Minase parecía pensar que sí. O más bien quería que Sanae pensara que sí. Sanae hizo lo que le dijeron que hiciera, movió sus manos hacia atrás y separó sus nalgas. Diablos. Nunca pensé que eso resultaría tan erótico. Lo había visto en videos y eso, pero… Diablos.
–Me da vergüenza… –
Se quejó Sanae.
–Deberías sentir vergüenza, Onee–chan. Si te enteras de que, de ese modo, él puede ver todo ¿cierto? Que sucia… –
Pude sentir como su vagina comenzó a succionar de nuevo. Minase tomó a su hermana de la cara, acarició su mejilla.
–Tienes que admitirlo, Onee–chan. Te gusta ser sucia. –
Insistió Minase. Sanae volteó a verme, como esperando mi aprobación. Yo sólo sonreí y comencé a entrar en Sanae lentamente de nuevo.
–Admítelo. Siempre has sido asi. Tú querías a alguien que te amara siendo sucia. Por eso no te interesaba ir a los Goukon, no querías saber de hombres en el trabajo. Los ignoraste a todos. Tú querías al chico que te miraba las pantis, fingías que era un accidente, pero no era verdad. Tú querías que las viera. –
Sanae comenzó a gritar.
–¡Es cierto! Lo… lo admito… quería que las vieras. Soy sucia… –
Sanae recargó la cara sobre la cama con la respiración acelerada. Minase se rio.
–Creo que en tu caso, Onee–chan, sucia se queda un poco pequeño, pero no importa. ¿Qué opinas, Toshikane–kun? ¿Te gusta cuando Onee–chan es sucia? ¿Te gusta aunque solo vive pensando en cosas pervertidas? –
Preguntó Minase.
–Claro. –
Respondí, empujando con todo lo que tenía. Sanae tuvo un sobresalto.
–Me voy a mojar… –
Dijo, apenas jalando aire para poder hablar.
–Toshikane–kun. ¿Le das permiso a Onee–chan de mojarse? Es solo que ella no puede evitarlo… ya sabes, tenerte dentro de ella la pone muy feliz. –
¿Qué parte de todo esto le parecía a Minase interesante? Me preguntaba.
–Bien, puede mojarse si quiere. A mí no me molesta, Sanae. –
Le dije, y acaricié su trasero. Sanae comenzó a venirse mientras yo intentaba establecer un ritmo, no creo que hubiera podido detenerlo de todos modos. Su néctar de amor comenzó a escurrir por sus muslos. Pero como en realidad yo acaba de comenzar, no me detuve para nada.
A Sanae siempre le ha parecido excitante que yo continúe como si nada aun cuando ella ya ha terminado. Imagino que resulta halagador para las mujeres que uno quiera continuar. Al menos no lo estás haciendo por compromiso. Sanae bajó sus manos, creo que no podía seguir sosteniéndose.
–Creo que Toshikane–kun aun quiere más. Tú vas a darle más ¿Cierto? –
Preguntó Minase. Sanae asintió como pudo desde donde estaba. Minase acarició su cabello volviéndose hacia mí. Me hizo una seña para que no me detuviera. Yo sostuve a Sanae de la cintura y comencé a empujar, esta vez un poco más rítmico, aunque yo no diría que aumenté el ritmo, no demasiado. Sanae comenzó a gemir, y no pudo contenerse para nada. Minase solo la miraba, como deleitándose con la imagen de Sanae mientras lo hacía.
–Ahora estás haciendo cosas obscenas con el chico de tus sueños. ¿Sabes lo afortunada que eres de que un chico como él quiera hacer eso con una mujer sucia? ¿Lo sabes? –
Preguntó Minase.
–Si… –
Respondió Sanae, y siguió gimiendo.
–En tal caso. Pide perdón por haberle mojado la cara, eso estuvo muy mal. –
Respondió Minase.
–Perdón… –
–Pero no a mí, Onee–chan. A él. –
Sanae volteó para mirarme concentrarme en penetrarla. Creo que Minase quería que Sanae viera mi rostro en ese momento. Y sí, eso excitó a Sanae.
–Perdón… no quise… hacerlo… no es… mi culpa… –
Me dijo. Yo continué empujando, incluso aumenté el ritmo, y la intensidad. Los gemidos de Sanae se convirtieron en gritos. Minase tuvo que alzar la voz para que se escuchara.
–Creo que Onee–chan se merece unas nalgadas. –
Dijo Minase. Luego volteó a ver a Sanae.
–¿Tu que dices? ¿Te parece que es una buena idea? –
–No… –
Se quejó Sanae. Estaba a punto de volver a venirse, por lo que podía sentir dentro de ella.
–Si no quieres que te peguen, tienes que convencerlo, Onee–chan… –
Respondió Minase, y me miró sádicamente. Aumenté el ritmo a algo más llevadero para mí, el cuerpo de Sanae comenzó a seguir el ritmo bastante bien mientras ella hacía lo que podía para dejar de gemir y poder hablar.
–Pe… perdón… por mojar… tu cara… –
Fue lo que dijo Sanae. Un respingo se sintió en sus paredes cuando lo dijo abiertamente, pero Minase hizo una seña para que le pegara. Le di una nalgada a Sanae, muy suave, en parte porque no quería lastimarla y en parte porque no tenía las fuerzas para ello. Estaba muy concentrado en sostener ese ritmo.
–No… perdón… es en serio… yo… no quería… –
–No mientas, Sanae. –
Respondí. A ella le gusta, lo hace cada que tiene la oportunidad. En cuanto se convenció de que no me daba asco, buscó cualquier oportunidad para arrojar su néctar de amor sobre mí. Supongo que debe ser una sensación parecida a la que uno tiene cuando arrojas tu semen sobre su rostro.
Le di otra nalgada y Sanae se quejó con su voz de niña mimada.
–Auh… ¡Perdón! –
–Di la verdad, Onee–chan, te pegarán más fuerte si sigues diciendo mentiras. –
Insistió Minase. Sanae volteó a verme con la cara llena de sudor y de lágrimas.
–¡No! Por favor… ya no… ya no… lo hice porque… porque… se sintió bien… es eso… no es que sea mala… por favor… –
Un poco demasiado melodramática para las dos caricias que hice a su trasero, pero ese no era el punto. El punto nunca ha sido lastimar a Sanae o causarle dolor. Es porque a Sanae le gusta sentirse pequeña.
–¿No es que seas mala? ¿Cómo le llamas a una niña que hace eso al chico de sus sueños, y luego espera que le perdonen como si nada? ¿Eh? –
Sanae arqueó su espalda. Hizo lo que pudo por responder.
–Ma… mala… –
Respondió Sanae, conteniendo la respiración y tratando todo lo que podía por no venirse. Minase me miró, sin decir nada. En un momento lo entendí.
–No importa. Igual me gusta Sanae. –
Sanae se vino de nuevo mientras escuchaba esas cosas. Comencé a empujar con fuerza mientras ella se venía, acariciando el interior de Sanae a conciencia antes de salir y volver a entrar, no estaba haciéndolo muy rápido, pero si profundo. Incluso la tomé de las manos desde atrás y la levanté.
–Es…pera… To–Toshikane… No tan… no tan rudo. –
Minase se burló.
–Pero si es lo que querías, Onee–chan. ¿No es lo que dijiste? ¿No es lo que decías cuando te tocabas en el cuarto? –
Respondió Minase. Sanae volteó a verme como pudo, luego se volvió a su hermana.
–No… le… digas… –
Se quejó.
–¿Eh? Pero tiene derecho a saber ¿No es cierto? Tengo una mejor idea. ¿Por qué no se lo dices tú? Dile…–
Y tomándola de la cara, la hizo girarse. Me detuve por un momento.
–Soy una ramera… –
Dijo Sanae.
–¿Y? –
Insistió Minase.
–Que le gusta que le hagas… cosas sucias… –
Admitió Sanae.
–¿Qué más? –
–Y me tocaba pensando en ti… –
Su rostro enrojeció todavía más al admitir eso, ella trató de detener las lágrimas.
–¿Desde cuándo? –
Preguntó Minase.
–Desde… que te conocí… perdón… –
Dijo Sanae. Minase intervino otra vez.
–No le pidas perdón, dile “Gracias” porque después de todo, él está haciendo un esfuerzo por quererte y no sentir asco. Deberías sentirte agradecida de que un chico tan genial quiera hacer estas cosas contigo. –
Insistió Minase. Sentí que se estaba excediendo un poco, si es que había forma de excederse a estas alturas.
–Lo estoy… muy agradecida… –
Respondió Sanae, tomando aire.
–Pero no me lo digas a mí. Voltea. Díselo a él. Dile lo que sientes. –
Sanae volteó como pudo y Minase le quitó el cabello de la cara, que estaba pegado porque ella estaba sudando mucho.
–Toshikane. Gracias por… hacer estas cosas conmigo… yo estoy muy feliz de ser tuya. Me gusta… todo lo que me haces… por favor… no me dejes… te lo suplico… –
Chilló Sanae. Su vagina palpitaba mientras ella trataba de decir esas cosas. Yo salí de ella y Sanae volteó a verme. Su vagina escurría bastante a este punto.
–No, por favor… no… salgas… –
Se quejó Sanae. Minase sonrió.
–Onee–chan. Separa tu trasero. Deja que mire dentro de ti… –
Insistió Minase. Sanae obedeció, llevando sus manos de nuevo a su trasero, y separando todo, dejándome mirar las diferentes capas de rosa que había en su piel. Todo era rosa, pero todo tenía tonos diferentes. Creo que esto es lo que un hombre entiende por belleza.
–¡Eres tan sucia, Onee–chan! –
Dijo Minase, acalorada y sonriendo. Sanae estaba llorando, asi que Minase acarició su rostro.
–Dile lo que quieres, Onee–chan, si no, no te puede entender. –
Agregó después, quitándole el cabello de la cara.
–Por favor… sigue… yo… estaba a punto… por favor… seré buena… –
Suplicó Sanae. Minase volteó a verme.
–Si piensas que Onee–chan es bonita, tienes que seguir, Toshikane–kun. –
Me dijo. Yo coloqué mis manos sobre su trasero. Sanae estaba temblando.
–Claro que lo pienso… –
Respondí, entrando con todo lo que tenía en la vagina de Sanae. Ella dio un respingo y ahogó un grito, pero no movió sus manos. Solo me dejó entrar y su vagina comenzó a succionar de nuevo.
–¿Bonita? –
Preguntó Sanae mientras yo comenzaba a empujar, lo más profundo que se pudiera. Minase la miró con una sonrisa.
–Exacto. Onee–chan. ¿Quién es una ramera bonita? –
Preguntó.
–Yo… –
Respondió Sanae, con la voz más consentida que tenía.
–¿Y a quien le gusta que la consientan con cosas sucias? –
Preguntó Minase. Sanae no estaba en posición de mentir a este punto.
–A mí… a mí me gusta… –
Y volteó a verme.
–Lo siento… –
Dijo. Minase tomó su cara y la hizo mirarla.
–No, perdón no. Gracias. Dile gracias. –
Sanae iba a decir gracias, pero comenzó a venirse en ese momento, y ya no pudo hacer otra cosa que gritar. Y a decir verdad, estaba tratando de no venirme, pero la imagen era solo demasiado erótica. Quiero decir que me vine también. Dentro de Sanae. Sanae se dejó llenar y luego cayó sobre la cama, exhausta. Trató de jalar aire para responder.
–Gracias Toshikane. Te amo. –
Fue lo que dijo. Minase me miró y me hizo el pulgar arriba. Yo no comprendí, solo me recargué sobre la cama un momento, también tratando de recuperar el aliento.
Fue en ese momento que los tres regresamos al mundo real. Lo digo porque Kurimo entró y vio como Sanae se dejaba caer sobre la cama, ya sin fuerzas.
–Su esposa ha pedido que paren lo que sea que esto sea… y que bajen a desayunar. –
Dijo Kurimo. Creo que ella tampoco estaba demasiado contenta con el hecho de que estuviera con Sanae apenas despertar. Miró a Minase con rencor.
–Oh vamos, es solo un pequeño aperitivo. Yo ni siquiera he tenido mi parte. –
Le dijo Minase a Kurimo. Kurimo volteó a verla con rencor en los ojos, y Minase comenzó a vestirse. Yo me incorporé buscando mi ropa, pero Sanae no estaba en condiciones de moverse.
Luego Kurimo se percató de que había una mancha en la cama.
–A Fumishi–chan no va a gustarle eso. –
Dijo, señalando la mancha. Minase sonrió.
–¡Yo le digo! –
Y salió corriendo del cuarto. Kurimo me miró con ojos enojados.
–Tienes que dejar de caer tan fácil. –
Dijo Kurimo. Es como si pudiera leer el plan de Minase desde el principio. Por supuesto que había un plan, y yo me vi envuelto en ello.
–¿De qué hablas? –
Pregunté. Kurimo suspiró, pero antes de que pudiera decir cualquier cosa, Akane estaba mirando la mancha en la cama, y no estaba contenta. Sanae se incorporó como pudo cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando.
–¿Qué es lo que eso significa, Toshikane? –
Sanae se puso roja de la cara e intentó cubrirlo.
–¿Podrían vestirse? –
Preguntó Akane. Sanae tuvo que bajar de la cama en silencio y tomar su ropa. El punto es que solo estaba su ropa interior porque ella llegó en ropa interior.
–Lo siento, yo… –
–No digas nada. –
Dijo Akane, cerrando los ojos y haciendo una seña con la mano.
–Solo… baja a desayunar… –
Agregó después, sin abrir los ojos. Minase no podía ocultar la sonrisa de su rostro cuando salió detrás de su hermana. En cuanto nos quedamos solos, Akane me miró con ojos asesinos.
–¿No… no podías hacer esto en su cuarto? –
Preguntó Akane.
–Perdón, Akane… –
Quise decir pero ella me interrumpió.
–¿Sabes? En estas ocasiones realmente quiero arrancarte la cabeza. –
No sonó como una broma. Para nada. Ni siquiera como una hipérbole de algo.
–Solo baja a desayunar. –
Dijo Akane, recargándose sobre el mueble, negándose a mirarme. Yo solo suspiré y salí de allí.
Es normal que ella estuviera enojada. Creo que manchar su cama con algo que no era de ella fue ir demasiado lejos, pero como dijo Kurimo, me dejé llevar. Olvidé que, Minase gusta de avergonzar a Sanae.
Lo sé porque cuando bajé, Minase estaba en la mesa. Mizore y Kurimo también, pero no Sanae. Se encerró en su cuarto.
–¿Querías que esto pasara? –
Pregunté. Minase encogió de hombros.
–Acabo de ayudarla. Me lo debía. –
Respondió Minase, encogiendo de hombros y comiendo como si nada pasara. Kurimo solo batió la cabeza con pena.
Tengo que contentar a Akane con algo.
La verdad, no entiendo bien el punto de este capítulo. Cuando por fin Sanae estaba ya en buen camino no entiendo volver a las andadas.
Al igual que Minase. Por un momento creí que nos ibas a regalar con un doble oral de hermanas pero no, luego pensé que al menos sería un buen Shimaidon pero tampoco.
Al final todo el capítulo siendo solamente Minase siendo odiosa sin saber porqué así de repente. Con lo que me gustaba su personaje y lo bajo que la has llevado. Y otra vez volvemos a tener lío con la personalidad de Sanae. Me siento un poco estafado con el capítulo.
bruh… esta es como la 4ta vez que Sanae tiene esa clase de regresiones. En cierto modo pienso que tiene sentido. Kurenae tiene 25 años de casada y aun tiene esa clase de regresiones. es de familia. Por otro lado, la razon de que Minase estuviera allí, es que en algun momento, recuerda que Sanae prometió dejarla mirar.
Justo antes de entrar,, creo que es correcto asumir que Minase ha prometido no hacerlo completo con Sanae, pero no dijo nada sobre no molestarla…
Esta es la clase de hermana menor que Minase es. En esta ocasion fue en un entorno sexual, pero Minase «Se desquita» de su hermana humillandola y avergonzandola. Ha sido asi siempre…