Haru No Yurei - Volumen 4: 28. Remanencias.
– ¿Por qué lo hiciste? –
Luego de un embarazoso silencio, eso fue lo único que salió de la boca de Ayasara Mizuki.
Ella se quedó allí parada, ni siquiera se vistió. Supongo que ella recapitulo toda la escena dentro de su mente antes de decir algo en concreto. No creo que no tuviera siquiera una idea pero… bueno, ahí lo tenía.
–Honestamente, no lo sé… no importaba demasiado que digamos. –
Respondí, encogiendo de hombros. Ayasara Sensei se cubrió la boca con la mano y lágrimas salieron a sus ojos.
–Entonces… Eso explica tantas cosas. –
Dijo, a media voz, como hablando para sí misma. Luego me miró a los ojos.
–¿Me engañaste? –
Preguntó ella. Parecía bastante ofendida, aunque evidentemente, dado que soy un idiota, yo no entendía por qué.
–Más o menos… –
Respondí, rascándome la cabeza. Ella pareció recuperar el pudor en ese momento y se cubrió con las manos.
–Tienes que irte. –
Me dijo ella, dándose la vuelta.
–No es que quisiera… –
Quise responder, pero ella giró la mirada.
–¡Vete! –
Ordenó. Debí saberlo, intentar insistir en estas circunstancias podía resultar fatal. No sé por qué se lo dije. Admito que quería que ella se sintiera mejor, pero también había una parte de mí tratando liberarme de eso.
–Espera. –
Ayasara me llamó justo antes de que yo abriera la puerta. Yo voltee a verla, estaba allí, llorando y con el cabello revuelto porque acabábamos de tener sexo.
–Dime por qué… –
Ordenó.
–Bueno, me gustas, quería hacerlo contigo. –
Respondí.
–Te aprovechaste de mí… –
Dijo ella.
–Lo hice… –
Respondí, suspirando, Ayasara cerró los ojos por unos momentos.
–Eres peor que un maleante. Abusaste de mí, y me hiciste creer que yo había abusado de ti. Y esperaste todo este tiempo para decirme eso… –
Se quejó ella.
–Lo lamento. –
Respondí, haciendo una reverencia de nuevo.
–Yo no. –
Respondió Ayasara, pero no parecía muy animada. Se abrazó a sus rodillas asi como estaba. No pude evitar mirar a su entrepierna, pero eso no le importó.
–Era lo que hacía falta para que yo dejara esas tonterías. Mi madre tiene razón, sigo siendo la misma tonta de siempre. –
No estaba llorando, pero hasta yo podía ver que estaba más deprimida de lo que nunca había estado.
Ayasara separó las piernas.
–Ahí lo tienes. Es lo que quieres ¿No es verdad? Te lo doy. –
–Lo estas malentendiendo. –
Respondí.
Y fue entonces que ella se puso de pie como un relámpago, loca de ira.
–¿¡Que es lo que estoy malentendiendo Toshikane!? –
El grito tiene que haberse escuchado en toda la calle.
–¡Todo lo que te pedí que hicieras es que dejaras de mentir! Es todo. ¡Pero no! Tenías que enamorarme, y caí como la niña idiota que soy. ¡Te burlas de mí! ¿Es gracioso? ¿Fue gracioso abandonarme la primera vez? ¿Por qué desapareciste ese dia en primer lugar? ¿Demasiado fácil para ti? ¿Es eso? Y cada vez que te pedí, te supliqué que no me mintieras, que fueras honesto, no hacías más que envolverme con tus palabras bonitas… Yo te creí… ¡Me hiciste creer que era importante! ¡Me hiciste sentir especial! ¿Por qué? –
¿Por qué es que siempre tiene que terminar asi? Era lo que me preguntaba en ese momento.
–Perdón. –
Ayasara suspiró.
–Dilo. Di que soy un objeto para ti, que nunca te importé. –
Replicó, con la voz apagada que tenía cuando se deprimía.
–No es verdad. –
Repuse, pero ella se dio la vuelta y comenzó a vestirse.
–Por los buenos momentos que hemos pasado, o al menos creí que habíamos pasado, te diré esto: Quiero que te vayas, y que seas feliz, y… no vuelvas a buscarme. Me iré lejos de aquí, y es todo. Pido perdón por haber insistido en que podíamos tener futuro. Fui yo la que no supo verlo. Es mi culpa. Adiós Toshikane. –
Estaba dispuesta a admitir culpa con tal de no seguir sintiendo esto. Y pasando de mí, abrió la puerta de su cuarto mientras yo sentía aquella extraña alarma de que algo estaba terriblemente mal con esas palabras, pero yo no podía saber que era.
La detuve, tomándola de la muñeca, sin decir nada. Ella se detuvo, enjugó las lágrimas, y se soltó.
–Tienes que irte, Otagane–kun. –
Ella me decía asi en el salón de clases.
Voltee a mirarla, ella estaba solo en ropa interior y su sostén realzaba su tono de piel, pero ella se dio cuenta de que estaba mirando sus pechos y suspiró.
–Quieres mi cuerpo. No es novedad. –
Y suspiró de nuevo, como alguien que cede ante los caprichos de un niño pequeño.
–Tómalo, anda. Juega con él un poco. No importa. –
Ayasara Sensei sonrió, con la alegría de alguien que ama tener razón, aun en la más cruel de las suposiciones.
–No te vayas. –
Respondí. Ella encogió de hombros. Ella sonrió y desechó mis palabras inmediatamente.
–Tienes que irte, está haciéndose tarde. –
Respondió ella.
–Pero… –
Ayasara me miró peligrosamente.
–Escucha. Estoy tratando de ser la parte razonable aquí. Estoy haciendo un esfuerzo por no ponerme a llorar como la estúpida que soy… Deja–de–molestarme. –
Respondió.
–Tienes que dejar de llamarte a ti misma de ese modo. –
Recibí una bofetada. Una de las más duras que he recibido en mi vida.
–¡Déjame sola! –
Gritó ella y me empujó. Caí al piso mientras ella cerraba la puerta de su cuarto. Escuché su llanto después.
Esperé unos momentos escuchándola llorar. Era ms fácil cuando ella exageraba las cosas y todo lo que yo tenía que hacer era recordarle que era importante para mí, aunque no fuera del modo que ella quería que fuera. Pero en esta ocasión al menos, creo que Ayasara Sensei tiene razón.
El único problema con eso es que, cuando tienes una situación asi, ella no siente que las cosas puedan cambiar. Mi punto es que, tal vez si la utilicé una vez… o dos, o tres. Pero no siento que en este momento, yo esté aquí con la intención de utilizarla. La primera vez que estuve en su casa salí de aquí mientras ella estaba llorando, pero ahora parecía haber algo encadenándome a este sitio. Simplemente no podía dejarla asi.
Yo sé que nada de eso hace menos malo lo que hice, pero al menos me gustaría poder decirle que no quiero perderla, que es especial para mí, y eso ha sido verdad durante mucho tiempo, y honestamente yo no me di cuenta de cuándo cambió. Pero es la verdad ahora.
Meh. No quedaba más que ser honesto, y ser valiente. Abrí la puerta.
Ella me miró con los ojos hinchados y la cara marcada por las lágrimas y el coraje.
–¿Qué quieres? –
Me incliné poniendo mi cabeza en el suelo.
–Perdón. –
–¿Perdón? ¿Es todo lo que puedes decir? ¿Tienes una idea de…? –
Y se interrumpió llorando de nuevo. No me levanté, pero tampoco dije nada. Las excusas no sirven para nada cuando tratas con algo asi. Es lo que he aprendido de ella. Tampoco es como que vaya a dejarme hablar demasiado. Lo que digas, tiene que ser importante.
–Lamento haberle mentido. –
No la voy a contradecir en eso. En parte porque es verdad, pero también porque contradecirla solo hará que su coraje se haga más grande.
Ayasara se limpió las lágrimas, pero no por eso su coraje bajo, ni un poco.
–¡Llegaste muy lejos! Te pedí que fueras honesto y mentiste otra vez. Incluso antes de eso, entraste a mi casa, te aprovechaste de mí. Y no tuviste la mínima decencia de decir la verdad, siquiera una vez. –
Estaba diciéndole la verdad ahora, pero por supuesto que para ella eso no contaba.
–Lo lamento, Sensei. –
Respondí, suavizando mi voz. Ella me chilló.
–¿Hasta cuándo ibas a decirme? –
Preguntó ella.
–Tal vez nunca. –
Admití. Una parte de mi pensaba que decirla había sido una estúpida idea. Es solo que yo no quería tener secretos con ella. No sé, me irritaba ahora que ella no supiera esas cosas sobre mí. De pronto, ella recordó un detalle sobre esto.
–¿Qué hay de lo que dijo Kaoru–chan? ¿Qué tiene que ver ella en todo esto? –
Supongo que eso no encajaba para ella. Decidí ser honesto.
–Fue ella quien me ayudó a planearlo. Ella esparció el rumor, también me envió al estacionamiento el dia en que usted estaba allí regañándose sola. –
Expliqué.
–Eso es… ¿Por qué? No entiendo nada. ¡Será mejor que te expliques de una vez! –
Gritó ella.
–Pensé que si usted comenzaba a pensar en esas cosas, sería más fácil para mí entrar en su vida. Quería que usted se fijara en mí. Kamine se enteró de eso y se ofreció a ayudar. Es eso. –
Ayasara se levantó de la cama y se irguió frente a mí, orgullosa.
–¿Querías que me fijara en ti? Eres un estudiante, Toshikane. –
Si mal no recuerdo, ella dijo que le gustaba esto. Pero algo que había que apuntar, es que ella se siente mucho menos vulnerable cuando es “Sensei”
Además, ese punto devolvió la conversación al punto que era importante: Ella.
–Perdón, Sensei. –
Ayasara se sentó en la cama.
–¿Qué si hubiera llamado a la policía? –
Preguntó.
–Bueno, admito que no lo pensé mucho… –
Se llevó las manos a la cabeza.
–Ni siquiera sé que tan mal esta esto ahora. –
Dijo ella, sobándose la frente.
Permítanme explicar lo que hice aquí. Primero, las disculpas, sin contradecirla. Es que, no puedes realmente contradecir sentimientos, porque no son falsos. Si ella se siente engañada, se siente engañada. Si la engañé o no, eso no importa. Es que ella asi lo siente. Segundo, traje la conversación de vuelta a donde importaba. Lo de la ayuda de Kamine podía haberse puesto muy mal, porque ahora no era un sujeto abusando de ella, eran dos, planeándolo todo. Podía haber sido un desastre.
Y otra cosa. Ella recordó que soy un ser humano. Suena extraño, pero es que ella no contaba con que yo pueda cometer errores. Para ella, todo lo que hago es hacerle daño, y que, esa es la única intención. Esto me trasformó, dentro de su corazón, de un hombre cruel e indiferente, a un estudiante, torpe y estúpido. Y por supuesto que es más fácil para ella tratar con el segundo. Es una profesora, después de todo.
–¿Y ahora que se supone que haga yo? –
Preguntó ella.
–Por lo pronto, no quiero perderte. Puede sonar a que pido demasiado, sobre todo por todo el desastre que he hecho, pero lo único que puedo decir, es que quería acercarme. Lo hice mal y lo lamento, nunca fue mi intención lastimarte, Mizuki. –
Respondí, poniéndome de pie. Ayasara–Sensei suspiró.
–Hay muchas formas de acercarse. ¿Por qué tienes que escoger la que va a lastimarme? Ni siquiera pensaste en ello, como de costumbre. –
Se quejó ella, limpiando sus lágrimas.
–Podría poner un montón de excusas, pero la realidad, es que solo soy tonto. Es eso. Y me gustaría repararlo. –
Respondí, ella gimoteó.
–Me hubiera acostado contigo. ¿Sabías? Si tan solo lo hubieras dicho. Si hubieras sido honesto desde el principio. –
En aquellos días, seguro que me manda de paseo, sólo que ella no está del todo al tanto de ese detalle. Ahora que está enamorada, suena simple para ella.
–Lamento haber hecho un desastre. –
Respondí.
Ayasara había aprendido a aceptar y perdonar también. Lo sé porque estaba escuchándome, estaba enojada y en otro momento, esto hubiera resultado en un conflicto mucho más grande del que estaba siéndolo ahora mismo.
Pero cuando la miré a los ojos, ella ya me había perdonado. Supongo que no es fácil permanecer enojado con quien amas, sobre todo cuando sabes que una parte de ese coraje es en realidad un malentendido.
Ayasara bajó la cabeza.
–No es toda tu culpa. A decir verdad acepté todo porque te encuentro lindo. Y resulta que después de todo si eres un maleante. Incluso convenciste a Okaa–sama. Eso fue lindo de tu parte, lo admito. Solo tengo miedo de las mentiras. Asi que tienes que jurarme, que no importa lo que pase, serás honesto conmigo. –
Dijo ella, suspirando de nuevo, bajando los brazos lentamente mientras intentaba tranquilizarse.
–Bien, supongo que era por eso que tenía que ser un chico joven. Tenía que ser un chico tonto, para poder quererlo y que pudiera querer a una tonta como yo. –
Dijo ella desanimada.
–No sé si pueda decir algo sobre eso. Es decir, si soy tonto, pero no me gusta que usted se diga asi. No siento que sea verdad. –
Respondí. Ella me miró a los ojos.
–Tú adoras contradecirme. Eso no está nada bien y lo sabes. –
Se quejó ella, pero ya no parecía en desacuerdo en absoluto.
–Lo lamento, Sensei. –
Respondí. Ayasara Sensei se sentó en la cama de nuevo.
–¿Y bien? ¿Qué tienes que decir entonces? Y que sea la verdad esta vez. –
Preguntó, yo la miré.
–Me gusta Ayasara Sensei. Haría lo que fuera para que ella esté feliz. –
Repliqué. Eso es lo que siempre le había dicho, pero solo hasta ahora me creyó.
–Ahora entiendo que “Lo que sea” para ti, realmente quiere decir “Lo que sea” –
Replicó ella, evidentemente molesta, pero también halagada. Yo asentí con la cabeza. Creo que había llegado el momento de ser honesto. Estaba un poco atrasado para mi gusto, pero mejor ahora que ella estaba escuchándome.
–Por favor, no te vayas. No lo hice por hacer daño, y tampoco era esa mi intención cuando te lo dije. Lo que trataba de demostrar es que, no me importa qué edad tengas. No me importó antes, y no me importa ahora. Soy feliz contigo, es eso. –
Ayasara Sensei me miró por unos momentos.
–Hice otro de mis corajes. –
Se quejó.
–Aunque pienso que debe dejar de hacerlo, creo que fue mi culpa. Yo debí decir esto hace mucho. Pero el verla feliz simplemente puso otras cosas en mi mente. Lo siento. –
–Y… ¿Todavía haces esas cosas? –
Preguntó ella. No lo comprendí de momento, asi que ella se explicó.
–Lo de, estar con mujeres… asi, de la nada… –
Explicó. Ah, lo del fantasma.
–Pues, no. Dejó de tener sentido una vez que me casé, y comencé mi relación contigo, y todo eso. No es como que tenga sentido que siga a estas alturas. –
Expliqué. Eso la hizo relajarse un poco. Finalmente, Ayasara se desplomó sobre la cama. Sus pechos rebotaron levemente, detenidos por el sostén.
–Han sido demasiadas emociones por un dia. Ya no quiero pensar. –
Me dijo.
–En eso tienes razón. –
Respondí. Ella se reincorporó y tomó su blusa. Yo me vestí en ese momento también.
–Estoy dispuesta a dejarlo en el pasado si me prometes, no volver a mentir. –
Me dijo.
–De acuerdo. Es una promesa. Debo irme ahora. –
Respondí, acomodándome la ropa.
–Toshikane… –
Llamó ella, y antes de que me diera cuenta, ella estaba abrazándome, y puso un beso en mis labios. Luego se separó y me miró con una sonrisa en el rostro.
–Si de verdad… yo quedara embarazada… tú… –
Comenzó a decir ella. Yo suspiré y le di un beso esta vez.
–Lo pondré de este modo. Quiero que tengas bebés. –
Le dije. Ella se quedó atónita.
–Te veré después. –
Anuncié.
–Estás completamente loco. –
Dijo ella, pero al menos ahora había una sonrisa en su rostro. No sé, creo que esta era la primera vez que lo pensaba con detenimiento, me alegraba de que todo ese asunto del fantasma estuviera en el pasado.
Ya no tanto por mí, sino por ellas.
Si yo fuera una mejor persona no habría un “ellas.” También estoy al tanto de eso.
––––––––––––
–Ya volví. –
En cuanto abrí a puerta de la casa me di cuenta de que había una conmoción. Al parecer estaban tratando de convencer a Akane de algo. Ninguna me prestó atención, fue muy raro, pero era una discusión acalorada.
Fue Habara quien anunció que yo estaba aquí.
–Fumishi–chan, tu esposo está en casa… ahora le puedes decir. –
Comentó. Akane me miró con cara de “ayuda” pero yo no entendí que era.
Sanae intervino.
–Las noches de chicas son especiales. –
Dijo. Mizore asintió. No había rastros de Kurimo. Nowaki parecía emocionada.
–Es un gran sitio. Todas mis amigas hablan de él. –
Dijo.
–¿Quiere alguien explicarme qué es lo que está ocurriendo? –
Habara se adelantó. Puso sus manos en la cintura y me miró.
–Queremos que dejes a Fumishi–chan venir con nosotras. –
Explicó. Miré a Akane y ella negó nerviosamente con la cabeza.
–Ir con… ¿Quiénes exactamente? Y a estas horas ¿No es un poco tarde? –
Pregunté.
–Con Shinoue, Akira, Yamachi y Hatake. Vamos a ir al club “Tatsukun” porque es el cumpleaños de Hatake–chan. –
El club Tatsukun, en toda mi vida nunca he escuchado de ese lugar.
–Y eso es… –
Sanae intervino.
–Es un club súper genial en el centro de Kioto ¿Ves? Todas las personas que son importantes lo conocen. –
Ah, sitio para niñas ricas. Algo asi tenía que ser. Mizore asintió.
–He escuchado de ese lugar. No es como que yo pudiera permitírmelo pero, dicen que es genial. Y las fiestas allí duran toda la noche. Debe ser intenso. –
Comentó. Ella era como yo.
–Esperen. ¿Qué no es ese sitio un lugar para beber? –
Pregunté. Akane asintió nerviosamente con la cabeza. Creo que ella no quería ir.
–No, es decir, si pero… es cumpleaños de Hatake–chan. Todas acordamos el lugar. No puedes ser tan malo y no dejar a Fumishi–chan divertirse un poco. –
A todo esto Akane no había dicho nada.
–Ni hablar. Akane ya sabe que no me agradan esos lugares, en realidad es un problema que ella no haya sido más clara. –
Respondí. Habara volteó a ver a Akane, quien encogió de hombros.
–Te dije, él es asi… –
Fue lo que dijo Akane, Sanae miraba la escena confundida.
–¿No puedes hacer una excepción? ¿Solo por hoy? Somos sus amigas. –
Insistió Habara.
–Es decir… ¿No podemos salir a divertirnos? –
Preguntó Sanae ultrajada.
–De poder salir, yo no tengo ningún problema. Pensé que lo sabías… –
Respondí.
–Entonces… –
Empezó a decir Sanae. Creo que ella no se percató de que Akane estaba usándome como pretexto.
–Entonces nada, señorita. He dicho que es muy tarde, y es todo. –
Akane por fin habló.
–Te lo dije. Hay veces que las cosas son asi. No hay nada que hacer. Podemos pasar tiempo todas luego, pero ahora mismo, seguro que tiene hambre. Y tengo que servir de cenar. –
Dijo Akane, y poniéndose el delantal entró a la cocina. Habara me miró por unos momentos, luego suspiró. Akane salió de la cocina con un par de platos en las manos y los puso en la mesa. Yo me senté.
–Ni hablar. Se hizo el intento. No va a ser lo mismo sin Fumishi–chan. –
Comentó Habara.
–Diviértanse por mí. –
Respondió Akane. Se despidió de ella mientras servilmente me servía de cenar. En cuanto la puerta se cerró, Akane me echó los brazos al cuello.
–Ahora te amo más. –
Dijo ella. Yo me reí levemente.
–¿Qué fue lo que ocurrió? –
Pregunté. Akane suspiró.
–Otra de sus estúpidas fiestas. –
Sanae se quejó.
–Oye, el club no es estúpido… –
Se quejó. Akane movió una mano en señal de desdén.
–Si es estúpido. Todos los clubs lo son. No son más que un montón de gente problemática sin nada que hacer y sin responsabilidad que gastan dinero que no les pertenece en alcohol y otras cosas, no quiero ni pensar qué cosas. Y la única razón por la que lo hacen es para olvidar que sus vidas no tienen un propósito. Te levantas al dia siguiente peor de lo que estabas, sintiéndote enferma, y rogándole a todos los dioses no haber hecho nada de lo que tengas que arrepentirte. –
Explicó. Luego de servirme, fue y se desplomó en su sofá.
–Que madura. –
Comentó Nowaki. Akane suspiró.
–No, no es madurez… es horror… –
Todos estos problemas de Akane tienen un solo punto de inflexión.
–Adivinaré… cierta mujer solía visitar clubes… –
Comenté.
–¿De dónde piensas tu que sacaba sus amantes? –
Preguntó Akane, y se recargó en el sillón, mirándome. Sanae intervino.
–No tienes que ir buscando esas cosas… puedes ir con amigas sólo a pasar un rato. –
Comentó. Akane la miró, luego me señaló.
–Señor Lobo. ¿Qué hacen los hombres en esos lugares? –
Preguntó, porque ella ya sabía la respuesta. Yo suspiré.
–Esperar a que las chicas se alcoholicen lo suficiente… ¿Qué puedo decir? Es cierto. –
Respondí. Lo digo porque si un hombre quiere beber, no vas al club. Vas a un bar normal.
–Eso es horrible. –
Se quejó Sanae. Yo negué con la cabeza.
–No, eso es normal. Los que son horribles le ponen cosas a la bebida de las chicas. –
Expliqué.
Nowaki suspiró.
–Es un buen punto. Mi madre también conseguía novios en los clubes. Debe ser por esa razón. –
Agregó Nowaki. Akane suspiró.
–Incluso si lo que dices es cierto y sólo vas con amigas a “pasar un buen rato,” un club no es un sitio para una mujer casada. Habrá quien quiera otras cosas, no hay nada que hacer… –
Comentó mientras limpiaba algo de sus dedos.
–Debe ser que soy fea entonces… –
Respondió Sanae, un tanto demasiado mortificada.
–Más bien tenías otras cosas en la mente. –
Respondió Akane, Mizore asintió.
–No eres fea. Eso no tiene nada de cierto. Que no les prestaras atención no quiere decir que no hubiera nadie esperando a que te descuides. –
Explicó ella. ¿Sanae se sentía mal por no ser acosada? Me preguntaba en ese momento. Aunque, muy posiblemente, ella estaba tan ocupada con sus propios temores y sus propias ideas, que incluso si alguien tratara de acercarse, ella no lo notaría.
–Pues, yo iba siempre con amigas. Tuve un novio en la universidad, pero nunca fue del tipo que se lanza sobre ti. En realidad era más como un amigo. –
Comentó ella.
–Tal vez era gay. –
Respondió Mizore. Eso hizo reír a Nowaki, y puso un puchero en la cara de Sanae.
–No era gay, él dijo que todo estaba bien asi como estaba. Y… –
Se quedó callada y me miró por unos segundos. Akane adivinó lo que ella no quiso decir.
–Te pasabas la vida pensando en ese sujeto de allá. Por eso es que no te dabas cuenta. Eso no es un novio, es un chaperón. –
Completó Akane. Eso hizo que Sanae enrojeciera.
–Que obsesiva. –
Comentó Mizore.
–No es obsesión… ¿O lo es? –
Peguntó Sanae, mirándome.
–Un poco… tal vez… no sé. –
Dije, porque no quería que ella se sintiera mal por ello. Es decir, si me parece un poco obsesivo, pero no es como que me moleste, en absoluto.
–Tal vez si no hubiera conocido a Toshikane, él aun sería mi novio… Y me hubiera casado con él. Era apuesto, agradable, respetuoso…–
Comentó Sanae a esto. Tuve la impresión de que ella quería que me pusiera celoso, pero Akane se rio.
–Esas cosas no son las que hacen a una mujer feliz… –
Dijo entre risas. Nowaki me miró.
–Ya que lo pones asi, el hecho de que hayas acabado con un sujeto déspota y frio lo deja como que saliste perdiendo. –
Dijo Nowaki.
Sanae sonrió, en uno de esos ataques de madurez que le dan a veces.
–Es lindo salir con alguien asi, es cierto… pero Fumishi–chan tiene razón. Me hizo sentir protegida y me hizo sentir en confianza. Pero… nunca hizo algo que me hiciera sentir… pues… bonita. –
Explicó Sanae.
–Ahí está el punto… –
Comentó Akane.
–¿Nunca te beso? –
Preguntó Mizore. Sanae tuvo que negar con la cabeza.
–Un par de veces lo tomé de la mano. Él me miraba y me sonreía… No es la clase de reacción que una busca. –
Explicó.
–Aun asi evitó que algo malo te sucediera. Eso debe ser algo. –
Comentó Mizore.
Nowaki negó con la cabeza.
–A veces no es bueno ser amable. –
Dijo ella.
–No creo poder decir mucho. Toshikane es mi primer novio. Nunca tuve uno antes. –
Comentó Mizore, encogiendo de hombros.
–Yo si tuve… y fueron desastres, todos. –
Comentó Nowaki.
–¿En qué año estas? –
Preguntó Sanae.
–Pasé a tercer año. –
Respondió Nowaki. Sanae arqueó una ceja.
–Es la edad de mi hermano menor. ¿Y cuantos… novios tuviste? –
Preguntó, sorprendía. Nowaki encogió de hombros.
–No sé, como diez. No los contaba. Aunque, algunos no duraron más de una semana. –
Sí. Hasta yo lo pensé. En unos momentos se olvidaron de que yo estaba aquí.
Sanae la miró sorprendida. Pero es que Nowaki era el tipo de chica que era realmente popular.
–Nunca querían tomar responsabilidad por nada. –
Explicó después. Akane asintió.
–Ah, entiendo eso. Tú estabas buscando estabilidad, el colegio no es un lugar para buscarlo… ni un club… –
Nowaki la miró, sorprendida.
–No es como que estuviera buscando casarme… –
Explicó, enrojeciendo. Akane sonrió.
–No exactamente, pero querías algo sincero. Y lo entiendo. Yo quería lo mismo. –
Nowaki me miró por unos momentos, luego se volvió a Akane.
–Probablemente has contado esta historia un montón de veces, pero yo no estaba aquí. ¿Por qué te casaste con él en primer lugar? –
Preguntó Nowaki.
–Te lo dije, mi padre me hizo casarme. –
Explicó Akane.
–Sí, dijiste eso… pero nunca explicaste por qué… ¿Por qué te acercaste a él en primer lugar? –
Preguntó. Sanae la miró. Akane sonrió.
–Él se acercó a mí… –
Dijo, pero estaba haciendo la tonta y las demás se dieron cuenta. Mizore protestó.
–Sí, eso también lo sabemos. Pero en realidad nunca dijiste por qué decidiste que era el indicado… –
Akane se rio.
–Quieren saber por qué me enamoré de él… –
Sanae, Mizore y Nowaki asintieron. Yo me concentré en comer.
–Pues verán… –
Comenzó a decir Akane. Yo estaba feliz de que se llevaran tan bien. Por más que no pudiera acostumbrarme a esta sensación de… estar fuera de lugar en mi propia casa. Me apresuré a comer todo lo que pude y subí las escaleras. Akane y Sanae se rieron cuando se dieron cuenta de que estaba escapando.
Encogiendo de hombros, subí las escaleras y entré al cuarto de Akane. Estaba desvistiéndome cuando Kurimo entró de la nada.
–Fumishi–cha… –
Y se quedó allí parada, mirándome en calzoncillos, no se movió, ni dijo palabra, voltee a verla y nos quedamos parados allí, como estábamos.
–Perdón… yo… no sabía y… no es que… –
Comenzó a decir, y se quedó callada. Traté de actuar natural, por más que su reacción era un poco inesperada para mí. Se quedó estática mientras enrojecía, pero ni se dio la vuelta ni se cubrió la cara.
–¿Pasa algo? –
Pregunté.
–No… quiero decir, yo no sabía que… estabas aquí… –
Explicó ella.
–Mi error, no avisé como era debido… –
Respondí, rascándome la cabeza. Kurimo me miró de arriba abajo. No era nada discreta, ni creo que supiera como serlo.
–Tengo que… volver a estudiar y… –
Ella cerró la puerta, quedándose dentro del cuarto conmigo, como si su subconsciente la hubiera traicionado. Ni siquiera así me quitó los ojos de encima. Estaba tan roja que podría haber freído un atún en su cabeza.
–¿Estas bien? –
Pregunté. Kurimo sonrió levemente.
–Sí, es decir… eres muy apuesto… –
Explicó ella, y entonces se dio la vuelta.
–Perdón, yo no quise decirlo asi… no quise sonar… sucia ni nada, es decir… –
Yo sonreí y encogí de hombros. Tal vez los hombres lo entendemos todo de manera diferente, porque para nosotros el orden está incorrecto, pero creo que esta era la primera vez que Kurimo miraba el cuerpo de un hombre. Quiero decir, lo había mirado muchas veces, pero creo que esta era la primera vez que ella miraba mi cuerpo con deseo.
Suena extraño si lo pongo de ese modo, pero es que, hasta este momento, nunca le había importado.
–No tiene nada de sucio, es normal en realidad ¿No es cierto? –
Respondí. Kurimo volvió sus ojos hacia mí de nuevo.
–Si pero… es que… yo no quería… y te vi y… –
Comenzó a trabarse más a medida que intentaba explicarse. De pronto se dio la vuelta.
–Tengo que irme. –
Dijo y salió. Encogí de hombros y me acosté por un momento. Admito que se sintió bien saber que le gusto de ese modo a Kurimo, aunque creo que el hecho de que ella no sea capaz de expresarlo forma parte de su encanto.
Tampoco le dije mentiras, realmente pienso que es una reacción de lo más natural.
–––––––––
Me acosté por un momento mientras escuchaba risas en el piso de abajo, pero todo terminó luego de que dejaron de conversar y Akane entró al cuarto.
– Hatami–chan está bañándose. ¿Quieres ir después? –
Preguntó Akane mientras buscaba en sus cajones. Si ella me pregunta eso, es porque quiere ir después, eso al menos lo sé.
–No, por mi está bien. –
Respondí. Akane me miró acusadoramente.
–Si notas que hueles a otras mujeres ¿cierto? –
Preguntó ella.
–Bueno, es decir… –
No sabía por qué estaba haciendo hincapié en ello, asi que no supe cómo responder. Pero ella desechó el comentario de todos modos.
–En fin, no hay nada que hacer, pero yo creo que por ello deberías dejarme entrar al baño antes que tú. –
Que fácil me salió su perdón esta vez. Su curiosidad pudo más.
–¿Qué tenías que hacer que era tan importante de todos modos? Por el modo en que saliste, cualquiera diría que era una emergencia. –
Explicó. Ella quería saber si estaba en problemas.
–No exactamente una emergencia… más bien… –
Y suspiré.
–Limpiar mis desastres, Akane. Como de costumbre. –
Expliqué. Akane se rio levemente.
–No tenemos más habitaciones, asi que, a no ser que quieras vivir permanentemente en la sala… –
Insistió Akane.
–Oh, no te preocupes por ello, es decir, tiene su propia casa. –
Por el modo en que lo hice sonar, Akane se dio cuenta de que no era una chica de instituto.
–¿En serio? ¿Quién es? –
Peguntó. Yo encogí de hombros.
–Mi profesora de Álgebra. –
A Akane no le gustó eso.
–¿Es en serio? Es decir… ¿Sigues en eso? –
Preguntó ella mientras sacaba su pijama de pollos.
–Se puede decir que ha cambiado bastante. –
Comenté. El rol que yo tenía en la vida de Ayasara Sensei no era el de un alumno, ni siquiera el de un alumno que se acuesta con su maestra. Ella terminó viéndome como mucho más.
–Tú amas tener problemas. –
Se quejó Akane, pero no parecía demasiado enojada.
–No es que ame los problemas. –
Akane tomó su toalla preferida y se acercó a mí.
–Claro que sí. Si no amaras los problemas no te habrías casado conmigo. –
Y me di un beso rápido en los labios. Se dio la vuelta después.
–¿Puedes ayudarme con esto? –
Peguntó Akane, señalando a una pila de ropa sucia que estaba sobre una silla. Yo encogí de hombros. Llevé la ropa al cuarto de baño luego de eso. Al final del pasillo Akane parecía estar arreglando no sé qué cosa y escuché a Sanae hablar por teléfono muy animadamente con alguien. Tuve que bajar las escaleras porque era dia de sacar la basura.
Luego de hacer eso, entré a la recamara mientras escuchaba que Akane entraba a tomar un baño. Algo habló con Kurimo, pero yo no pude escucharlo. No supe cuando me quedé dormido.
––––––––––––
Mis sueños siempre han sido con chicas. Sonará extraño que lo diga, pero a pesar de que perdí a mis padres desde que era un niño pequeño, realmente nunca soñé con ellos. Lo digo porque en todas las historias en las que uno pierde a sus padres de esa forma, siempre hay sueños que lo siguen, no es mi caso.
Tal vez sea porque yo no lo vi directamente. Tal vez sea porque realmente estoy obsesionado con las mujeres, tal vez un poco de ambos. No lo sé.
Esta vez soñé con alguien especial. De cierto modo, todo el acontecimiento del dia tuvo ese sentido. Soñé con la señora Kaoru. Aun recordaba claramente la sensación de ese dia en que salí con un sostén de ella de su casa. Y el dia en que obtuve unas pantis. Cielos, creo que aun debería tener esas pantis en alguna parte, si es que Akane y las demás no las encontraron.
¿Te gusta? Me preguntaba ella, desnuda, mientras sostenía mi pene con ambas manos, acostada en su cama, sudada, con ese par de pechos que incluso ahora eran algo que ver. Yo asentía con la cabeza y ella parecía haber detenido el tiempo con sus manos.
El sueño se convirtió en un problema cuando, por más que lo intentara, no podía terminar. Ella pareció darse cuenta y se rio. Eso me frustró un poco, pero no estaba penetrándola ni nada, y como dije, el tiempo parecía haberse detenido. Cerré los ojos tratando de venirme y cuando los abrí, estaba en el salón de clases de la escuela elemental.
Junto a mí, estaba Akane. La miraba hacia arriba porque Akane era una mujer adulta y yo era un niño de siete años.
“Estoy orgullosa de ti” fue lo que dijo, pasando de mí, y yo solo la miraba caminar por el salón de clases haciendo sonar sus zapatos. No entendí hasta que miré mi cuaderno. Estaba escrito “Quiero una familia” y en ese momento, sonó la alarma de fin de clases.
Y desperté.
Algo se movió al lado de mí. Era Akane. Parecía que era bastante noche y todas las luces estaban apagadas.
–Estas despierto… –
Susurró Akane, acariciando mi hombro con sus dedos.
–Un poco, no pasa nada, Akane. –
Respondí, tratando de no despertarla más o ella realmente se despertaría. Akane se acercó aún más.
–¿Te vas a ir? –
Preguntó ella.
–No… quiero estar cerca de mi esposa. –
Respondí. Akane me abrazó abiertamente ahora.
–Te amo. –
Fue lo que dijo, y luego pareció quedarse dormida y yo también.
Quiero ver ya la presentación de la sensei con el resto de las mujeres. XDDDDD
Últimamente está recordando demasiado sus días como «fantasma», ha,ha,ha. ¿No estará pensando en lo que bien que estaba cuando tenía sexo sin compromiso en vez del manicomio en el que vive ahora? Ha,ha,ha,ha,ha.
Eso sí, el momento «charla de chicas» llevándose bien entre ellas, hasta Sanae, me ha encantado.
Creo que Toshikane si extraña una parte de eso en cierto modo. Tiene como una especie de crisis de la mediana edad en ocasiones.Se va a entender al final del volumen.Por otro lado, la charla de chicas tiene que abrir algunos acontecimientos.