Stealing Spree - 2488. Reticencia
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Querido lector, Cada traducción que disfrutas aquí es un trabajo de amor y dedicación. Si nuestras traducciones te han hecho sonreír, considera apoyarnos en Patreon. Tu contribución nos ayudará a seguir compartiendo novelas sin anuncios y de forma gratuita. Patreon👉 [Muchas gracias]Cuando llegó la hora de irse, Ayu y Marika se colgaron de mí con fuerza, como si no quisieran que la noche terminara. Akane y Sena se reían de la escena mientras Miwa-nee subía las escaleras cargando a Minoru, que ya se había quedado dormido para llevarlo a su cuarto.
Al ver sus caras reacias, no pude evitar sentir un calorcito en el pecho.
—¿Y si mejor las dejo aquí conmigo?
Marika asintió de inmediato con una sonrisa, mostrando sus dientes blancos como perla.
Eso me ganó un golpecito en la frente con mi dedo. Entre las dos, ella era la que sí tenía a alguien esperándola afuera: el coche de sus guardias seguía estacionado cerca.
En cuanto a Ayu, no dio una respuesta directa. En vez de eso, simplemente me rodeó la cintura con sus brazos, como pidiendo silenciosamente un ratito más de mimos.
—¿Y por qué no te quedas también a dormir, Ayu? ¿Miedo de que no te levantes a tiempo para entrenar?
—No es eso… me da miedo atrasarte en la mañana. Es lunes, ¿no? No puedes llegar tarde.
Esta chica… me impresionó su contención. Lo decía como si pudiera encerrarme con ella en la cama o, de plano, agotarme al grado de no dejarme despertar.
—¿Ya olvidaste mi té milagroso? No importa qué tan cansado quede, siempre me levanto con energías. Y bueno… con efectos secundarios también.
Ayu se sonrojó al instante, recordando la última vez que se quedó a dormir.
Al final asintió tímidamente, aferrándose a mi manga.
—E-entonces… me quedo a dormir. No voy a dejar que descanses.
—Ya veremos si cumples. Aunque sean tres contra mí, no podrán durarme más.
—Pervertido.
Me tiró otro jab juguetón antes de darme un empujoncito en el pecho y regresar a la sala con Sena y Akane.
—¿Ruki-kun… soy la única que se va a casa? —preguntó Marika con tono apagado, viendo a Ayu irse.
Toqué su mejilla con cariño y, con el pulgar, estiré sus labios que amenazaban con formar un puchero.
—Solo por hoy. Te llevaré de regreso y luego le pediré a tu tía que te deje quedarte la próxima vez, ¿sí? Después de todo, por ahora sigue siendo tu tutora. No estaría bien faltarle al respeto.
—Pero…
Ella entendía mis palabras, pero no por eso estaba convencida. Su deseo por mí ya se desbordaba; quería quedarse conmigo, pasar la noche, dormir y despertar a mi lado.
Por eso le costaba tanto marcharse, aun sabiendo que no era lo correcto.
Seguí acariciando su rostro, disipando poco a poco la soledad que se le notaba. Levanté su barbilla y capturé sus labios.
Casi al instante Marika me rodeó el cuello, profundizando el beso, transmitiéndome su amor y necesidad.
Con Akane y las demás en la sala, también me solté, devolviéndole todo lo que me entregaba.
—Marika, no faltará mucho. Te lo prometo —murmuré entre beso y beso.
Ella asintió, aunque con un gesto claramente necesitado, como pidiéndome que me olvidara de todo y me enfocara solo en ella.
Era su forma de mostrar cuánto deseaba quedarse conmigo. No solo esta noche, sino el resto de su vida.
—Cuando convenzamos a tu tía y a tu familia, vas a vivir aquí con nosotros, ¿de acuerdo?
—Un… lo haré. —Su expresión fue volviéndose más brillante mientras el rojo de sus mejillas florecía, coronado por una sonrisa radiante.— La próxima vez… dormiré y despertaré a tu lado, Ruki-kun.
—Mhm. Y yo me dedicaré a peinarte el cabello en la cama… hasta frustrarme porque tus rizos se vuelven a enrollar solos.
—Pfft… Suena divertido, Ruki-kun.
—¿Divertido verme frustrado?
—Sí. Como siempre eres tan seguro, es raro verte así. No te preocupes, Ruki-kun, yo te voy a consolar… siempre.
Marika rió dulcemente, empujó mi boca con su dedo y luego sostuvo mi rostro entre sus manos.
Me miró con todo el amor que tenía antes de acurrucarse contra mi pecho, aún reacia a separarse pero finalmente resignada. Esta noche aún no podía quedarse.
—Vamos. Deben estar esperándote. Ponte esto también.
Le puse encima la chaqueta que Akane había preparado para mí, protegiéndola del frío nocturno.
Ella levantó la mirada, asintió y se aferró más fuerte a mi brazo.
Antes de salir, volví la vista atrás y vi a las tres chicas despidiéndonos con sonrisas cálidas.
Marika las saludó con la mano.
—Buenas noches a todas. Me llevo a Ruki-kun un rato. Luego se los regreso.
Lo remató con un gesto juguetón sacando la lengua, lo que provocó risas de Akane y las demás, que le dijeron que me cuidara y me devolviera sano y salvo.
Yo solo las dejé divertirse mientras me tomaban de punto de burla.
Al final, Marika me jaló de la mano y me sacó casi arrastrado.
Apenas cruzamos la puerta, el coche de sus guardias se detuvo frente a nosotros con la puerta trasera abierta.
Marika corrió con entusiasmo, metiéndome con ella.
Claro, los dos guardias no me quitaban la mirada, como si pensaran que también querría un aventón de regreso. De inmediato les hice una seña de que no, que regresaría solo después de entregarla a salvo con su tía.
Durante todo el trayecto, Marika abrió mi chaqueta, cubriendo la mitad de su cuerpo y la mitad del mío, compartiendo ese calorcito.
A mitad del viaje se quedó dormida, con la cabeza en mi pecho mientras yo la abrazaba fuerte.
Los guardias no dijeron nada, pero sí me advirtieron que no le causara molestias.
Como si me atreviera a molestarla… se preocupan tanto como yo.
Al llegar a su casa, la moví con suavidad para despertarla.
Al darse cuenta de que se acercaba nuestra despedida, se acurrucó unos minutos más conmigo en el coche antes de bajar, donde nos esperaba su tía de brazos cruzados en la entrada.
—Kagura-san, buenas noches —la saludé mientras subíamos los escalones.
—La noche no estuvo muy buena desde que te la llevaste hace rato.
—¿De verdad tiene que negarle la libertad de decidir, Kagura-san?
—No es una pregunta que debas hacer, Onoda. Puede que tengas la aprobación del abuelo, pero él no decide en los asuntos de nuestra familia. El compromiso aún no se anula. ¿Sabes lo mal que se verá para Marika?
—Por supuesto que lo sé. Pero si es solo para cumplir con la familia Ichihara, esto es mejor. Marika ya dijo lo que siente, pero nadie quiere escucharla.
—¿Y tú qué sabes? Ugh. Bah, ya no importa, no voy a discutir contigo. Tráela aquí y vete. —Chasqueó la lengua, dándose por vencida antes de seguir. En el fondo sabía que llevaba las de perder.
Además, podía ver que ella también se estaba conteniendo. Entendía lo que pasaba y todo lo que Marika sufría. Pero mientras el compromiso se mantuviera, sus manos también estaban atadas.
—Tía Kagura… Por favor dígale a abuelo y a papá, que no me casaré con nadie que no sea Ruki-kun —Marika levantó el mentón, apretando mi mano, confiándome el resto a mí.
Subimos hasta quedar frente a frente con su tía.
El rostro de Kagura se crispaba, pero ante la determinación de Marika ya no pudo replicar.
Con un suspiro se hizo a un lado, abriéndonos el paso.
Avanzamos, nos inclinamos en una reverencia frente a ella y luego seguimos hacia adentro.
Subí a Marika hasta su cuarto, la ayudé a ponerse el camisón y me recosté un rato a su lado, dándole la calma que necesitaba.
Le acaricié suavemente, peinando sus rizos con los dedos hasta que, treinta minutos después, se quedó profundamente dormida.
Me levanté con cuidado, asegurándome de no despertarla, y salí del cuarto en silencio.
Tal y como esperaba, Kagura me aguardaba abajo.
Su rostro mostraba tanto conflicto como preocupación.
—Oye —me llamó con voz seria—. Siéntate. Tenemos que hablar.