Tsunpri: Aishite Ohimesama - 8. El servicio de una amiga de la infancia (Parte 3)
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"Y-ya veo… Pensar que te preocupas tanto por ella, creo que empiezo a sentir celos…".
Una expresión de auténtica conmoción floreció en el rostro de Mirianne, tan diferente de su habitual y alegre sonrisa.
(Ann-sama… Parece tan triste, y a la vez tan elegante…)
"¡Pero, gracias a eso creo que sólo me he vuelto más cariñosa contigo, Rou-san!"
"¿¡Eeh, Ann-sama!? Uwah, aaahhh…"
La joven y pequeña princesa se acercó de repente para abrazarle, pero a él le pareció más bien un placaje. Y como fue tan repentino, no fue capaz de mantener el equilibrio y los dos cayeron justo encima de su cama.
"Kyah…"
Su cuerpo era suave y elástico, y él podía oler una dulce fragancia que emanaba de todo su cuerpo. Ann-sama era increíblemente ligera y delgada, muy suave.
"Fufufu, ahora te tengo, Rou-san~. Hoo, tu pecho es tan musculoso, eso demuestra que estás bien entrenado."
"Bueno, pero aún así…"
Sus ojos se encontraron con la inocente mirada de ella. Aferrándose a una chica que sonreía tan inocentemente, era imposible para cualquiera contener su lujuria. Justo cuando su razón estaba a punto de salir volando……
"… Eh, Rou… ¿Estás dormido?"
*Knock*, *Knock*—-. El inesperado sonido de golpes en la puerta hizo que ambos se separaran a toda prisa.
Sin mencionar que era una hora extraña para que alguien viniera de visita tan tarde en la noche.
"¿¡Q-Qué vamos a hacer!? Es Karen… ¿Se ha enfadado porque me he escapado de mi habitación?".
La Princesita se levantó y comenzó a entrar en pánico como un niño pequeño cuya travesura fue descubierta por sus padres.
Rou también se puso nervioso al oír la voz familiar que venía de detrás de la puerta.
Era simplemente demasiado aterrador sólo imaginar qué clase de malentendido causaría si era descubierto junto con la Princesa en plena noche. Si no actuaba correctamente, podría incluso ser considerado un criminal y ser expulsado del castillo.
"Nadie responde… ¿Debería entrar?"
Como había luz filtrándose por el pasillo, era prácticamente imposible intentar fingir que no estaba dentro. Haciendo ese juicio calmado, Rou comenzó a pensar donde podría esconder a la Princesa.
"… Ann-sama, ¡por aquí!"
"Ehh, ¿qué vas a hacer…?"
Dirigió a la niña hacia el enorme armario que había en la esquina de la habitación. Sabía que era bastante grosero por su parte, pero como no tenía tiempo para pensar en otra cosa, se limitó a meterla dentro.
En ese preciso momento el pomo de la puerta empezó a girar.
"Rou… Ara, ¿no hay nadie?"
Por fin, la criada abrió la puerta y se asomó al interior. Sin embargo, no parecía haber nadie en la habitación en ese momento, a pesar de que miró a su alrededor con mucho cuidado.
"¿P-Por qué entraste tú también, Rou-san?"
Para escapar de Karen, Rou se escondió en el armario también, en un acto de desesperación. Aunque el interior era bastante grande, con toda la ropa y dos personas el espacio aquí se hizo realmente pequeño.
"Por favor guarda silencio, de otra manera Karen nos encontrará…"
El joven caballero estrechó a la Princesa contra su cuerpo, tan cerca que de hecho podían sentir la respiración del otro. Fuera, hizo agitar sus características colas gemelas rojas.
Lo peor aún no había pasado, pero su situación mejoraba, aunque sólo fuera un poco. Cuanto más se acercaba a la cara de la niña, más empezaban a temblarle los miembros, como si estuviera a punto de derrumbarse. Además, no podía decirlo muy bien gracias a la oscuridad, pero el calor de su pecho se transmitía a través de su vestido hasta él, haciendo que su corazón latiera como loco. La sangre empezó a correr por la parte inferior de su cuerpo, y sus genitales ya empezaban a responder al estímulo, impulsados por los recuerdos frescos.
"Geez, que es esto…… Justo cuando pensaba que podría tomarle el pelo un poco…"
(… ¿Eh? ¿T-tomarle el pelo?)
Algo totalmente inesperado salió de la boca de la criada. El chico incluso tuvo que taparse la boca con ambas manos para que no se le escapara la voz.
Como pensó que no había nadie cerca, Karen se lanzó sobre la cama de Rou, donde se acurrucó, encerrándose con sus sábanas.
"Esta Karen, ¿qué se cree que está haciendo?".
Mirando el comportamiento de su criada, la Princesa también habló en silencio. Su cálido aliento le hace cosquillas en el cuello, y una corriente eléctrica recorrió sus músculos.
"¿C-cómo se supone que voy a saber…?"
Realmente quería saber por qué Karen había venido a su habitación, pero ahora mismo también era muy consciente de que Mirianne apretaba su pequeño cuerpo contra él. Intentó apartar sus caderas de ella, para que ella no notara el bulto constantemente hinchado en sus pantalones, pero era más fácil decirlo que hacerlo.
"Caramba, qué es esto… Pudimos reencontrarnos así, pero luego Ann-sama se aferró a él… Y pensar que incluso sería tan atrevida como para venir a su habitación…".
Karen empezó a murmurar algo para sí misma, pero como estaba en la cama Rou no pudo oírlo bien. Intentó pegar la oreja a la puerta del armario.
"¿¡Kyah… Rou-san…!?"
Como hizo algo así en un espacio tan estrecho, acabó empujando su hinchada entrepierna contra el cuerpo de Ann-sama, haciéndolo aún peor que antes. Por eso, el calor de los muslos de ella asomando por debajo del dobladillo de su vestido lo envolvió en su suave calor.
"¡Lo siento muchísimo!"
Frotarse contra la Princesa con su libido furiosa en plena exhibición era la última forma de deshonra para un caballero. Pero, si intentaba cambiar su posición, Karen podría notarlos. Mirianne debía de haber llegado a la misma conclusión, pues no se movía en absoluto, dejando que la dureza y el calor de él rozaran sus piernas.
Al distraerse con la Princesa, volvió a oír una voz que provenía de encima de su cama.
"… Fuah… Nnh, hm, nhmm……"
Parece que Karen respiraba con dificultad, lo cual era bastante extraño teniendo en cuenta la situación actual. Su respiración era agitada y su voz estaba llena de pasión. Rou podía verla a través de la rendija de la puerta del armario.
(Karen, ¿qué demonios estás haciendo…?)
Ahora mismo, la criada pelirroja estaba tumbada en su cama, enterrando la cara en su almohada y haciendo esos extraños sonidos.
"Oh cielos, ¿acaso Karen se está masturbando en tu cama, Rou-san?"
"¡Bugah! A-Ann-sama… *cough*, *cough*…"
El chico estaba tremendamente sorprendido de que una palabra tan sucia como esa saliera de la boca de la Princesa, la chica que se suponía que aún era pura e inocente y no estaba manchada de conocimientos sexuales.
"Cielos, ¿qué estás haciendo, Rou-san? Karen nos descubrirá a este paso".
"¡L-lo siento!"
Aunque se disculpó, no cambió el hecho de que la criada de allí estaba metiendo la mano en las profundidades de su corta falda mientras gemía apasionadamente. No sabía que la estaban espiando, así que abrió bien las piernas mientras se tumbaba boca arriba, exponiendo por completo sus muslos de aspecto saludable y su ropa interior.
"… Haah, Nhh… Aunque, no debería estar haciendo algo como esto……"
Agarra su amplio pecho por encima de la ropa con la mano izquierda y empezó a amasarlo con fuerza. Cada vez que apretaba ese enorme bulto, soltaba un jadeo caliente.
Sus mejillas se enrojecieron y su respiración se volvió aún más agitada. Cada vez que pasaba el dedo por la fina capa de ropa que cubre su entrepierna, emitía un travieso sonido húmedo.
"Kufuh… ¡Fuaah, aahn! Estoy empezando… a sentirme bien, nnh…"
(¡P-pensar que Karen haría algo así…!)
Era casi como una imagen sacada directamente de una fantasía erótica. Una hermosa chica se masturbaba en su habitación. Sin embargo, ver su entrepierna cada vez más húmeda hizo que su propio bulto se hinchara aún más.
"¿Rou-san…?"
La Princesa seguía cambiando su mirada entre la cara y la entrepierna de Rou respectivamente. Y ya que ella era plenamente consciente de su excitación gracias a que él estaba tan cerca de su cuerpo, sus mejillas comenzaron a arder de color rojo carmesí.
"Aaah… Es el olor de Rou.. Fuuuh, ah, aaahn…"
Gotas de sudor recorriendo toda su frente, la voz de Karen se hizo más intensa. También había gruesos rastros de néctar fluyendo desde su entrepierna hacia abajo por sus muslos de color blanco puro.
La tela de sus bragas, ahora completamente empapada, se pegaba a su cuerpo, perfilando perfectamente la forma de sus inquietos genitales.
"Para que ella sea así de erótica… ¡¡¡Huh, eeh!!! Hey, hey, ¿¡Ann-sama!?"
Al tener la entrepierna tan rígida y erecta por ver a la doncella masturbándose, de repente la mente de Rou volvió a la realidad.
La identidad de este repentino estímulo a su erección era un par de pequeñas manos. La Princesita comenzó a acariciarle la polla mientras observaba atentamente sus pantalones.
"El lugar de Rou-san aquí parece estar en tanto dolor… ¿Quizás te excitaste tanto viendo el pequeño show de Karen?".
Hablando vacilantemente, la Princesa llegó a los pantalones de Rou con poco o ningún esfuerzo. Ahora ella estaba tratando de quitarle la ropa interior.
"A-Ann-sama… P-por favor detén eso.."
Rou intentó evitar que la Princesa moviera sus manos, pero eso solo provocó que ella lo mirara confundida, lo cual lo preocupó mucho. Estaba sorprendido por su atrevido comportamiento, pero la forma en que sus manos se movían se sentía realmente bien en su ingle.
"Eeh, ¿por qué iba a hacerlo? Las criadas me han dicho que cuando el pene de un hombre se hace grande, ¡debes aliviarlo usando tus manos o bocas!"
"¿¡EEEHHH!? E-esto es… ¡Eso no es verdad… en absoluto!"
(¿Que clase de cosas le están enseñando esas mujeres…?)
La Princesa sonrió al chico sin soltarlo, haciendo que se inquiete aún más que antes.
Mirianne, a la que él suponía una chica inocente con pocos conocimientos sobre asuntos sexuales, no parecía avergonzarse lo más mínimo, a pesar de estar diciendo palabras tan indecentes.
"Eh, ¿no es eso? Pero parece tan doloroso e hinchado, ¿no sería mejor para ti dejarlo salir?".
La Princesa movió implacablemente sus manos dentro de este estrecho espacio, logrando finalmente quitar los pantalones del escandalizado chico, exponiendo su furiosa erección al mundo.
"P-por favor, para esto… ¡Ahh!"
Su débil voz fue detenida antes de que pudiera terminar la frase. Los dedos de la Princesa envolvieron suavemente su polla, con sus ojos brillando como piedras preciosas.
Parece que su mente se llenó de vergüenza al tener a la Princesa mirando su parte privada con tanta intensidad. Su cara se calentó en un instante, y gotas de sudor brotaron por toda su frente.
"¡Aaah… Nkuh, afuuh… Hiii, Aaauuh!"
Aunque intentó calmarse, no pudo, al oír que la voz de la criada se hacía cada vez más fuerte y apasionada, al tiempo que sus movimientos se volvían más bruscos y enérgicos.
"Tan grande, y tan duro…"
Es más, Mirianne agarró firmemente el glande de Rou con sus pequeñas manos, y empezó a masturbar lentamente su enorme erección. Una dulce sensación comenzó a extenderse desde la vara de carne de Rou hasta la parte inferior de su cuerpo, una sensación completamente nueva para él.
"Por favor, para… Ann-sama…"
Mientras ella seguía deslizando sus tiernos dedos por su virilidad, un líquido espeso y transparente comenzó a rezumar de su punta y a gotear sobre sus manos. Al ver el líquido que se pegaba a sus dedos, la Princesa ladeó su linda cabecita, pero no detuvo su paja.
"¿Ah, sí? Rou-san, ¿estás a punto de correrte?"
"…Uuuh, eso es… No, no lo estoy…"
Al contrario, la humedad facilitaba el deslizamiento de la mano de la Princesa, y así podía acelerar su ritmo. Estar expuesto a una jovencita le excitó tanto que unas repentinas ganas de eyacular empezaron a invadirle lentamente.