Stealing Spree - 1886. Hay que volver a ser precavido
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Querido lector, Cada traducción que disfrutas aquí es un trabajo de amor y dedicación. Si nuestras traducciones te han hecho sonreír, considera apoyarnos en Patreon. Tu contribución nos ayudará a seguir compartiendo novelas sin anuncios y de forma gratuita. Patreon👉 [Muchas gracias]Tras separarme de Shio, dejé para media hora lo de colarme en el lado de las chicas. En su lugar, deambulé por la colina y la vecina sin un objetivo adecuado más que matar el tiempo.
Recordé que la actividad de las chicas debía estar terminando sobre esa hora y que, como nosotros, ellas tendrían su tiempo libre antes de su siguiente actividad.
Es mucho mejor que presentarse allí audazmente sin un buen plan sobre cómo colarse del todo, ¿verdad? Aunque eran horas perdidas, era lamentable que se me escapara la oportunidad.
Además, recordé lo que dijo Shiina antes. Debería haber supervisores allí. Olvidé un poco cuando la chica se ofreció a colarme. ¿Cómo lo haría, me pregunto? ¿Ignorarlos?
Bueno, ya está. Mejor prevenir que curar, supongo. Tuve mucho tiempo libre gracias al plan de Shiina de hacerme entregar la bolsa. Sawano me recompensó con un salto de actividad. Sin embargo, es imposible salirse milagrosamente con la suya rompiendo las reglas.
No debería confiarme sólo porque haya funcionado una o dos veces. Además, no sólo me ponía en peligro a mí mismo si me pillaban. Shiina o mis chicas también podrían ser castigadas por dejarme entrar allí.
Mi cautela anterior parecía estar disminuyendo lentamente con este viaje… Debería recuperar algo de ella primero. Y pasar un tiempo a solas me dio el espacio mental adecuado para revisar todo lo sucedido y reajustar mi mentalidad.
Debería poner más cautela en mis planes. Aunque no dejaría de romper la regla para buscarlos, tenía que asegurarme de que habría casi cero probabilidades de que me pillaran mientras hacía estas travesuras.
Pensándolo bien, incluso lo que pasó en el autobús fue demasiado arriesgado. Podría ser malo para la reputación de Mio que alguien la viera haciéndome una mamada…
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«Disculpe, ¿estamos en el camino correcto? Este panfleto decía que deberíamos ver el pico pronto pero aquí es todo bosque.»
Cuando volvía a esa zona abierta que se dividía en cuatro caminos, alguien me llamó desde atrás. Se trata de un hombre de mediana edad que debe rondar los cincuenta años, con la raya del pelo ya tan alta que cualquiera podría espiarle la coronilla. (NT: No entendí.)
En cualquier caso, está sudando como si ya hubiera recorrido esta colina diez veces. O tal vez su resistencia no era tan grande.
Lleva en la mano un pequeño folleto al que se refiere como la guía. Es la que entregan al pie los empleados de esta colina y que sirve de mapa para facilitar a sus huéspedes la exploración del lugar.
Pero dada su pregunta, parece que no les es útil. Aún así se perdieron en esta pequeña colina.
Mirando más allá de su hombro, estaba con una mujer más o menos de su misma edad y dos chicas adolescentes posiblemente mayores que yo. ¿O no? No lo sé. Las dos fruncían el ceño y era difícil calibrar bien sus edades. Su atuendo no era algo que uno llevaría en este tipo de viaje. Son un poco escasas de lado y muestran mucha piel. Naturalmente, son tan delgadas que es fácil notar cómo tiemblan por el viento frío y penetrante de aquí arriba.
Sólo por eso, probablemente han sido arrastrados por sus padres y, si pudieran, ya se habrían largado.
De todos modos, la mujer del hombre me miró cariñosamente, quizá esperando que tuviera la amabilidad de responder a su marido.
No hay razón para no hacerlo… Primero le pedí el panfleto que llevaba en la mano antes de indicarle cuidadosamente cómo leerlo y señalarle su destino.
«Si tu destino es la cima y esta zona de cabañas de aquí, entonces todavía estás en el camino correcto que puede llevar a esos lugares. Más adelante, hay una división en cuatro en una zona abierta. Sólo tienes que tomar el de la izquierda y continuar desde allí».
Al decir esto, mostré nuestra ubicación actual en el mapa impreso en el panfleto.
«Oh. Ya veo… Gracias, joven. Has salvado a este anciano. ¿Cómo puedo perderme el camino guiado y seguir con esto? Me rasqué la cabeza cuando encontré un puente allá atrás». Con genuina gratitud, el anciano rió torpemente antes de volverse hacia su familia: «Vamos, digámosle nuestra gratitud».
«Psh. Viejo apestoso. Deberías haber traído tus gafas. Si no fueras tan testarudo como para actuar hoy como un padre, no estaríamos en esta situación.»
«¡No seas grosero con tu padre! Hoy ustedes dos faltaron a la escuela para holgazanear. Les trajimos aquí para que se relajen. Dejen de quejarse».
Una de las niñas murmuró con descontento mientras la otra se limitaba a chasquear la lengua. Su madre las regañó de inmediato y, al parecer, se rindieron de inmediato.
Parecían irrespetuosas, pero bueno, no las conozco tanto como para opinar sobre cómo tratan a su viejo.
En cualquier caso, en cuanto vieron mi cara, que antes estaba tapada por la de su padre, se quedaron boquiabiertas.
Entonces se abalanzaron sobre mí, quizá compitiendo por ver quién se presentaba primero.
Como había pensado, son al menos mayores que yo. Uno y dos años de diferencia. Lo que significa que también son chicas de instituto. Aunque eso no me importa.
Actué igual que con los demás, rechazando humildemente su gratitud y despidiéndolas. Su padre se me presentó y sólo se me quedó en la cabeza su nombre o su apellido.
Cuando desaparecieron por el camino que les indiqué, ya me había olvidado de ellos.
Sin embargo, antes de que eso ocurriera, aquellas dos chicas no dejaban de mirarme, ambas intentaban mostrar su atractivo guiñando los ojos o sonriendo de forma tierna.
Puede que me equivoque, pero creo haberlas oído decir que iban a buscarme más tarde.
Supongo que debería esconderme de ellas y evitar volver a quedarme solo más tarde. No son más que problemas para mí. Ya estoy bastante ocupado.
Tras ese breve encuentro, pronto llegué también a mi destino. Antes de continuar con mi plan original, primero revisé el camino hacia nuestra zona de cabañas, comprobando si había algún idiota cerca antes de cambiar al siguiente.
Los chicos también deberían estar teniendo su tiempo libre en este momento. Si alguno de ellos me descubriera, me vería obstaculizado aunque lo ignorara o me lo quitara de encima.
Al adentrarme más en el sendero del centro, me pegué mentalmente a un lado para poder esconderme rápidamente en caso de que alguien asomara por la curva. Luego, al atravesarla, silencié mis pasos y recorrí con cuidado las pocas decenas de escalones hasta llegar a la entrada.
Igual que antes, me escondí en un lugar oscuro para echar un vistazo al lugar.
Al instante vi a Sara sentada cerca. Estaba con otra universitaria. No tenía mucha impresión de esa ya que realmente sólo interactué con Shiina antes. Los demás sólo estaban allí para observar y mantener el lugar en orden.
Más adentro, escudriñé en busca de algún maestro o profesor. Y efectivamente, pude ver a dos de ellos también tomándose un descanso.
Las cuerdas que las chicas utilizaban para practicar los nudos que habían aprendido estaban expuestas en el centro. La mayoría de ellas seguían reunidas a su alrededor, mientras uno de los responsables del campamento, el que antes no estaba de acuerdo con Shiina, conversaba con las entusiastas chicas de la parte delantera.
Como no llevaba el móvil encima, sólo podía calcular el tiempo. Deberían quedar como mucho diez o quince minutos antes de que terminaran también esta actividad.
Si se les permitiría salir o no, eso aún está en el aire.
Y lo que es más importante, sigue siendo imposible que me quede por aquí debido a los maestros y profesores supervisores. Cuando me vean merodeando… se acabó para mí.
¿Qué debo hacer entonces? ¿Debería volver o…?
Cuando estaba a mitad de camino de ese pensamiento, mis oídos captaron algún ruido desde el costado, o específicamente dentro del bosque cerca de las carpas de las chicas.
Entrecerré los ojos para acercarme y localizar las fuentes del ruido.
Y sorprendentemente, ¿o no? me encontré cara a cara con alguien.
«¿Eh? ¡¿O-onoda-kun?!»
Allí, escondida tras el tronco de un árbol como si tratara de eludir la visión, Sachi exclamó sin hacer ruido en cuanto me reconoció.
¿Qué demonios hace ahí? No puede estar buscando problemas, ¿verdad?